- Resumen
- Introducción
- Platón, filósofo de la justicia
- Aristóteles, filósofo de la equidad
- Santo Tomás de Aquino, teólogo de la justicia
- Conclusiones
- Referencias biblográficas
Resumen
La calidad de la vida personal y social se mide por el grado de la praxis de la justicia y la felicidad, valores buscados asiduamente por las personas en el tiempo y espacio. La justicia y la felicidad son parte medular de la meditación filosófica y del quehacer jurídico.
Platón, en diversos escritos se empeña por descubrir el sentido del hacerse justo para ser feliz, del vivir en la sabiduría y no en la banalidad que deshumaniza, como lo expresa: El alma justa y el hombre justo vivirán bien; el hombre injusto, mal; el que vive bien es feliz y dichoso; el que vive mal, es infeliz y desgraciado (Rep. L. I: XXIV 354 e)
Desde la perspectiva de Aristóteles, la justicia es la virtud completa, es más importante de las virtudes y más admirable que la estrella de la tarde y de la mañana (Et. Nic. L. I: 1, 1130 a). La justicia es el vértice de todas las virtudes naturales (prudencia, fortaleza y temperancia).
Santo Tomás de Aquino considera que la justicia es el quicio de las virtudes en todas las circunstancias de la existencia, porque los justos son tales: en tiempos de la guerra y en la paz (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Las acciones humanas se hacen buenas por la justicia.
La justicia es la base de la felicidad, sin ella toda es infelicidad. La comunidad jurídica que práctica la justicia es feliz, los que hacen la injusticia aparentemente son felices, es el inicio de la deshumanización de la existencia personal y social; razón por la cual, es imperativo de toda persona hacerse justo para ser feliz.
Palabras claves: justicia, injusticia, felicidad, infelicidad, equidad, el alma y Dios.
COMPTE RENDU
La qualité de la vie personnelle et sociale se mesure par le degré de la praxis de la justice et la félicité, valeurs cherchées asiduamente par les personnes en le temps et espace. La justice et la félicité sont part medular de la méditation philosophique et du quehacer juridique.
Platon, en des divers écrits s'empeña par découvrir le sens du se faire juste pour être heureuse, de l'habiter dans la sagesse et ne dans la banalité que deshumaniza, comme l'exprime: L'âme juste et l'homme ils juste habiteront bien; l'homme injuste, mauvais; celui qui habite il bien est heureuse et dichoso; celui qui habite mal, il est infeliz et malheureux (Rep. L. I: XXIV 354 e)
Depuis la perspective d'Aristote, la justice est la vertu complète, est plus importante des vertus et plus admirable que l'étoile du soir et du matin (Et. Nic. L. I: 1, 1130 à). La justice est le vértice de toutes les vertus naturelles (prudence, forteresse et temperancia).
Saint Thomas d'Aquin envisage que la justice est le gond des vertus en toutes les circonstances de l'existence, parce que les justes sont tels: au temps de la guerre et dans la paix (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Les actions humaines se font bonnes par la justice.
La justice est la base de la félicité, sans elle toute est infelicidad. La communauté juridique que pratique la justice est heureuse, ceux qui ils font l'injustice ils apparemment sont heureuses, il est le début de la deshumanización de l'existence personnelle et sociale; raison par laquelle, est impératif de toute présente se faire juste pour être heureuse.
Mots clefs: justice, injustice, félicité, infelicidad, équité, l'âme et Dieu.
Introducción
La justicia y la felicidad son dos realidades constantes del quehacer filosófico y jurídico, son como las dos alas de las aves que permiten ascender en la escala de la dignificación humana; cuando se acentúa en una de ellas y se olvida la otra, la consecuencia es la crisis de la persona humana en su individualidad y sociabilidad que se traduce en la deshumanización singular y colectiva, haciendo realidad la tesis de Thomas Hobbes: homo homini lupus est.
Para elaborar la tesis: la justicia, piedra angular de la felicidad, se ha revisado los escritos de Platón como la República, Critón, y Gorgias. Los temas sustantivos son: vivir justa y santamente, la justicia social y la felicidad. La justicia es como la brújula que orienta la existencia para lograr ser feliz, vivir virtuosa y sabiamente es asemejarse a los dioses, es decir, realizarse dignamente. Igualmente se ha examinado la Ética a Nicómaco, la Retórica y la Política de Aristóteles, los puntos clave que resumen son: La justicia es más admirable que la estrella de la tarde y de la mañana, formas de la justicia, la equidad y la felicidad. Finalmente, se ha evaluado los escritos de Santo Tomás de Aquino, la Suma Teológica referente al tratado de la justicia y de las bienaventuranzas del hombre.
La justicia nos lleva a ser felices, por cierto, la justicia y la felicidad son valores que se deben conquistarse todos los días y durante toda la existencia. La justicia y la felicidad son paradigmas perennes de la humanidad, que se inicia en el ahora y aquí, aunque en el presente no se agota, sino que es una anticipación de lo que debe ser. Espero que la lectura sea una motivación para hacer una existencia digna.
Platón, filósofo de la justicia
Han pasado más dos milenios, hoy vivimos en la globalización neoliberal y en la sociedad del conocimiento, ¿todavía tiene sentido reflexionar sobre la Justicia y la felicidad? Más estrictamente, ¿los gobernantes y gobernados son justos en sus acciones humanas y muy felices en sus existencias? Si no lo son, ¿qué razones tenemos para meditar sobre Justicia y la felicidad?
a) Vivir justa y santamente
Lo humano, en su radicalidad es él mismo, aunque no lo mismo. Algunas personas, como en los tiempos de Platón, optar por vivir sabiamente, aunque son muy pocos y, la gran mayoría, como en Atenas, vive en la banalidad, es decir, injustamente, sin justicia: haciendo daño a los terceros, mintiendo sistemáticamente, abandonando a la divinidad, negándose a pagar las deudas contraídas.
La justicia consiste en decir la verdad y en devolver a cada uno lo que de él se ha recibido (L. I: V 331 d), en dar a cada uno lo que le conviene. La justicia es como la medicina, los alimentos, las bebidas y los condimentos para el cuerpo social. El Filósofo de Atenas lo compara con la brújula que orienta al piloto y a los tripulantes de la nave social, de tal manera que es imposible la vida social sin la justicia (L.I: VII 33 a – 334 b).
Es justo dar a cada uno lo que le es debido (L. I: IX 336 e) ¿Qué es lo debido para el ciudadano ateniense de la post modernidad? Dar las oportunidades y posibilidades para realizar sus derechos de primera, segunda y tercera generación. Si es así, la justicia vale más que el oro porque no se refiere a las cosas, sino sustancialmente al hombre que se sirve de ella para realizar la existencia jurídica.
El maestro Sócrates pregunta: ¿qué es lo justo? El eximio jurista Trasímaco respondió: "lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte". Exagerando el Filósofo de la ironía, replica: "es justo para los gobernados lo que solo a los que mandan conviene, y al que de esto se aparta lo castigan como contraventor de las leyes de la justicia". (L. I: XII 338 c/ 339 e).
Los que controlan el poder en el Estado, como se observa en derroto humano, poseen todos los beneficios porque las decisiones políticas están a su beneficio, indirectamente a los que no participan del poder. Se dan cuenta que la tesis de Trasímaco sigue vigente, los que controlan y disfrutan del poder político tiene derecho a darse el aumento para vivir justa y santamente. ¿El postulado de Trasímaco es verdadero y los dueños del poder viven justa y santamente? ¿Los congresistas peruanos son paradigmas de la existencia jurídica? ¿Es justo lo que conviene al gobernante y gobernado? "¿Ningún médico, como tal médico, examina ni ordena lo que conviene al médico, sino lo que conviene al enfermo? Porque hemos llegado a la conclusión de que el verdadero médico es gobernante de los cuerpos, pero no negociante, ¿no es así?" (L. I: XV 342 e)
Por tanto, "cualquiera que ejerce una función de gobierno, en cuanto tal gobernante, nunca examina ni ordena lo que a él mismo conviene, sino lo que conviene al gobernado y súbdito suyo. Y dice lo que dice y hace lo que hace mirando a este y considerando lo que le conviene y le resulta apropiado" (L.I: XV 342 e) Si es así, realizando los derechos de la primera, segunda y tercera generación se vive justa y santamente, tanto gobernantes y gobernados. El justo es bueno y sabio, el injusto es ignorante y malo (L. I: XXI 350 c); la justicia es virtud y sabiduría; la injusticia maldad e ignorancia. El justo es amigo de la divinidad y el injusto es enemigo de la divinidad (L. I: XXIII 351 e). El alma justa y el hombre justo vivirán bien; el hombre injusto, mal; el que vive bien es feliz y dichoso; el que vive mal, es infeliz y desgraciado (L. I: XXIV 354 e) El justo hace la existencia fundado y promoviendo los derechos humanos; el injusto se realiza haciendo tabula rasa de los derechos humanos, transformando la comunidad humana en un infierno.
b) La justicia social
La crisis y la violencia colectiva son promovidas por los desaciertos y los menosprecios sistemáticos de la justicia por parte de los gobernantes: "pero que los guardianes de las leyes y de la ciudad no lo sean verdaderamente, sino solo en apariencia, puedes comprender que traería de arriba abajo la ruina completa de la ciudad, ya que esos guardianes son los únicos a quienes compete procurar la felicidad de todos" (L. IV: I 414 a/421 d)
La proliferación de la pobreza y la concentración de la riqueza en pocos ciudadanos son las que generan los cataclismos sociales, los primeros aspiran poseer lo que les conviene para realizarse y no lo tienen; los segundos acumulan mucha fortuna, se vuelve egoístas y mezquinos; ambos estrujan y producen el eclipse de la justicia social, aunque los últimos son responsables de la deshumanización de los ciudadanos. La riqueza "procura la molicie, la pobreza y el amor a la novedad"; la pobreza causa la "bajeza y la malicia" (L. IV: II 421 d/ 423 a) La consecuencia, se constituyen "la ciudad de los pobres y la ciudad de los ricos" (L. IV: II 421 d/ 423 a), ya están dadas las condiciones para la guerra civil, en la que se eliminan unos a otros con crueldad y odio infinito, principio de la ruina nacional.
Desde la óptica del Filósofo de Atenas, la piedra angular de la justicia social, es decir, de la felicidad de los ciudadanos es la educación. Educar a los ciudadanos desde la niñez, por cierto, buscando el bien de todos y para todos (L. IV: IV 424 d/ 426 d). La educación, como manifestaba Heráclito de Éfeso, es otro para los educandos. Educarse para vivir justa y santamente en la praxis de las leyes justas, de aquellas leyes que convienen y benefician a todos, como son la Constitución y las demás leyes que se derivan de ella. "Las leyes más grandes, las más hermosas y las primeras de todas son patrimonio de Apolo, el dios de Delfos" (L. IV: V 427 e)
Las disciplinas científicas en la que fueron formados los griegos, según la República, fueron: Gimnasia y la música, Ciencia del Cálculo, Aritmética, Geometría Plana, Estereometría (desarrollo de un plano que forma un sólido en movimiento), Astronomía y Dialéctica (L. II:XVII 376 c; L. VII: VI 520 d, VII 523 c¸ IX 526 e521.522, XIII 533 a), disciplinas eminentemente teóricas y que deben estar atadas a las ciencias de la felicidad, es decir, el vivir bien con los demás en la comunidad humana como son la prudencia, el valor, la temperancia y la justicia (L. IV:VI 427 e)
La prudencia, es la virtud propia del alma racional, que es lo divino en el hombre, principio divino y racional (L. VII: XII 589 b / 591 a) que ayuda regular y orientar las acciones humanas; es el fundamento de la vida teorética porque nos permite conocer el Sumo Bien; conociendo al Sumo Bien nos vemos impulsados realizar acciones buenas que nos hacen mejores y óptimos, es decir, vivir con sabiduría como los dioses, a ser semejantes y amigos con los demás.
El valor, es la garantía de la conservación, "tanto entre los dolores como entre los placeres, entre deseos como entre temores" (L. IV: VII 429 a), es indispensable para el cumplimiento de nuestras obligaciones. Ser valioso es asumir con alegría y majestad nuestro deber, en otras palabras obrar conforme a las leyes justas y la convicción inteligente.
La temperancia, "es como un cierto orden y continencia de los placeres y de los deseos… se trata del dominio de sí mismo" (L. IV: VIII 430 d), el mismo Filósofo Ateniense explica el significado del DOMINIO DE SÍ MISMO: "Lo que constituye una alabanza, pero cuando por su mala educación o compañía, lo mejor resulta dominado por la multitud de lo peor, esto se considera como un deshonor, diciéndose del hombre así que es esclavo de sí mismo y modelo de la intemperancia" (L. IV: VIII 430 d). Si no te gobiernas a sí mismo, jamás podrás gobernar a los demás; si no posee ciencia de sí mismo, nunca tendrás ciencia de los demás y de lo que te rodea. El que es esclavo de sí mismo, ha perdido el sentido divino y la racionalidad, es un homo habilis.
La justicia social, con facilidad se olvida y con ella los derechos de la primera, segunda y tercera generación. La globalización y la sociedad del conocimiento que se viene implementando la mentalidad consumista y crematista, deja de lado a la justicia social, pilar de la armonía y del equilibrio humano, similar a los tiempos de Platón: "la justicia se halla ante nuestros pies sin que seamos capaces de verla. Merecemos que se rían a carcajadas de nosotros, ya que al igual que aquellos que buscan lo que se encuentra en sus manos, así nosotros ni mirábamos a la justicia, con lo cual quizá no hacíamos otra cosa que ocultarla" (L. IV: IX 433 c).
La justicia social no es otra cosa que dar a cada uno lo suyo, es decir, la praxis de los derechos y el cumplimiento de los deberes por parte de los gobernantes y gobernados. La justicia general es la piedra angular de la felicidad social, es como el oxígeno para vivir en la comunidad política.
c) La felicidad
La persona humana, por su constitución ontológica, anhela infinitamente ser feliz. Nadie, en su situación normal, quiere ser infeliz. Platón en sus diversos escritos busca encontrar las vetas de la felicidad, que se hace y se vive en la sociedad. Es imposible ser feliz encerrado en sí y por sí mismo, el hombre es feliz con los demás y los demás con el hombre. La injusticia es la negación y destrucción de la felicidad, la justicia es la afirmación y construcción de la felicidad, Platón escribe: no es obra del justo hacer daño ni a un amigo ni a ningún otro, sino de su contrario, del injusto (República I, 35). Recalca el Filósofo ateniense: de manera, pues, que no se debe devolver a nadie injusticia por injusticia, mal por mal, cualquiera que sea la injuria que hayas recibido (Critón, X, 49).
El que práctica la injusticia, hace infeliz al otro y al mismo tiempo es infeliz, por ello es el más feo y malvado: cualquier acto injusto dirigido en contra mío y en contra de las cosas que yo poseo, es más feo y malvado para quien comete la injusticia, que para mí que soy su víctima (Gorgias, 508). Todas las personas tienen que hacer el esfuerzo gozoso de contribuir a la vida feliz en comunidad, en caso contrario, se deshumanizan y se degradan, involucionando cada vez a la escala de homo habilis.
Con mucha inteligencia y fineza Platón, a través del maestro Sócrates, nos recomienda a ser coherente en la vida, no basta parecerlo, sino que sustantivamente debemos serlo en la realidad, opción que hay que ratificarlo todos los instantes y los días de la vida, vivir con dignidad: busco la verdad, y de este modo procuraré vivir siendo lo mejor que pueda y morir en las misas circunstancias cuando llegue mi hora (Gorgias, 527 c) solemne y majestuoso de partir al más allá; si es así, sin estar, estaré con ustedes. Por tanto, es necesario guardarse más de cometer injusticias que de ser víctima de ella, y que todo hombre debe extremar sus cuidados, no en lo referente a parecer bueno, sino a serlo, tanto en lo privado como en lo público (Gorgias, 527 c). Con mucha delicadeza y firmeza, Platón nos aconseja: hazme caso y sigue conmigo el camino que te ha de dar la felicidad tanto en la vida como después de la muerte, según la razón nos indica (Gorgias, 527 c). Por tanto, el mejor modo de vivir es el que consiste en pasar la vida practicando la justicia y la restante virtud hasta el último momento (Gorgias, 527 c) de nuestra existencia auténtica.
Aristóteles, filósofo de la equidad
Ética a Nicómaco fue escrito por Aristóteles hace más de 2456 años, han pasado más de dos milenios, sin embargo las personas humanas siguen adoleciendo de la praxis de la justicia y de la felicidad. Ser justo es complicado y sumamente difícil, no es únicamente colectivo sino que eminentemente personal, si eres justo consigo mismo entonces tus acciones y tus relaciones en la sociedad han de ser justas, la consecuencia es la felicidad personal y colectiva.
a) La justicia es más admirable que la estrella de la tarde y de la mañana
Definir es una forma de distinguir para no vivir en el eclipse mental ni involucionar a la escala del homo habilis. "Todos están en perfecto acuerdo en llamar justicia a la disposición que nos hace capaces de realizar actos justos, que nos lo hace realizar en efecto y que nos hace desear realizarlos. … la injusticia, nos hace cometer y querer actos injustos" (L. V: 1, 1128 b)
La persona humana como las sociedades son injustas en la medida que obran contra las leyes justas; es injusto aquel que desea "lo que no se le debe o más de lo que se le debe, e incluso a expensas de otro". El justo es el que vive conforme a leyes justas y a la equidad; el injusto nos lleva a la ilegalidad, a la desigualdad, a la avidez, carece del calor equitativo y está dado a la concupiscencia.
Las leyes son dadas por los legisladores en perspectiva del bien común: "llamamos con una sola palabra, lo justo, a todo aquello que es capaz de crear o de salvaguardar, en su totalidad o en parte, la felicidad de la comunidad política" (L.V: 1, 1129 b/ 1130 a). La ley prescribe incluso a cada uno el portarse como hombre valiente y fuerte; no rehuir ni huir de nuestras responsabilidades; prescribe ser sobrio, respetuoso de los demás. Por la justicia nos hacemos mejores ciudadanos. La justicia es la virtud completa, es más importante de las virtudes y más admirable que la estrella de la tarde y de la mañana (L. I: 1, 1130 a). La justicia es el vértice de todas las virtudes naturales (prudencia, fortaleza y temperancia)
Vivir en la injusticia es nadar en la maldad, es deshumanizar la dignidad de ser persona humana, razón por la cual Aristóteles expresa: "El peor de los hombres es, pues, el que da muestras de maldad para consigo mismo y para con sus amigos". La praxis de la justicia nos hace óptimos en forma singular y socialmente: "el mejor no es el que solo practica la virtud para consigo mismo, sino el que la observa respecto de los demás" (L. V: 1, 1130 a) Lo injusto es ilegal, lo que es contrario a la equidad; lo justo es lo que está prescrito por ley y está en conformidad con la equidad (L. V: 2, 1130 d) La virtud de la justicia es plenitud, la injusticia es el vicio completo; el primero nos permite realizarnos y ser felices, el segundo nos impide ser personas con dignidad, nos impulsa a la nihilidad. Siendo justos nos hacemos buenos y ciudadanos honrados, laboriosos y creativos, reflexivos y libres.
a) Formas de la justicia
Justicia legal
[1]: justicia legal, lo justo es lo conforme a la ley; lo injusto, lo disconforme. Las leyes ordenan acciones justas y buenas, conforme a todas las virtudes. El que vive conforme a la ley, se hace hombre justo y práctica todas las virtudes, se realiza con medida (Ética a Nicómaco V: 3, 1129 b), entonces es un buen ciudadano de la polis.
La justicia legal ordena los actos y demandas de las personas para tender al bien común, es el cumplimiento de los deberes y práctica de los derechos constitucionales. En la IX Conferencia Internacional Americana de la OEA, se aprobó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre[2]para que los Estados firmantes promocionen y realicen en la comunidad americana los derechos y deberes; exigencia vinculante y de cumplimiento obligatorio para los gobernantes y gobernados; en breve, vivir conforme a la justicia legal, es realizar la existencia jurídica.
Justicia distributiva
Es la que relaciona el todo con las partes, es decir, la sociedad con las personas, del Estado con los ciudadanos. Según Aristóteles la justicia distributiva tiene dos funciones:
Reparto de los bienes (honores, riquezas, etc.,)
Reparto de la carga y obligaciones entre los integrantes de la sociedad y del Estado.
El principio: igualdad en la desigualdad, es decir, dar a cada uno lo que se le debe, pero teniendo en presente sus dotes naturales, su dignidad, las funciones que desempeña y el grado jerárquico que ocupa en la sociedad. Por Aristóteles insiste en definir a la justicia como el justo medio, faena que le compete estrictamente al Juez. "El Juez mantiene la balanza equilibrada entre las dos partes…
La justicia es proporcionalidad, equilibrio, armonía, igualdad en dignidad.
Por tanto, "cada uno tiene lo que le corresponde y que no hay allí ni pérdida ni provecho… Lo justo se halla a igual distancia del provecho y de la pérdida… cada uno tiene tanto antes como después" (L. V: 4 1132 b), por cierto, no deciden los ciudadanos ordinarios, es competencia exclusivo y propio del Juez, porque él es el científico de la proporcionalidad, del antes y del después, del mucho y del menos, del equilibrio y de la igualdad, en la que "cada uno tiene tanto antes como después" (L.V: 5, 1132 b)
Justicia conmutativa
Aristóteles lo denomina justicia correctiva, ulteriormente es conocido como conmutativa. Regula las relaciones de los ciudadanos entre sí. Son de dos estilos:
Civiles voluntarios, son los contratos (la venta, la compra, el préstamo a interés, la garantía, el alquiler, el depósito, el salario, préstamo, etc.,), se hace plenamente con propósito deliberado y con agrado (L. V: 8, 1135 b)
Civiles involuntarios, se hacen contra la voluntad del injuriado y sin su conocimiento (hurto, adulterio, envenenamiento, la prostitución, la sustracción fraudulenta de esclavos, la muerte a traición ,el falso testimonio); igualmente, se hace con el conocimiento del injuriado, pero con violencia (los golpes, las heridas, la prisión, el asesinato, el pillaje, la mutilación, la difamación, el ultraje) (L. V, 2, 1131 a), razón por la cual son reprobables (L. V: 8, 1135 a) porque los realiza conscientemente: "sin la ignorancia de la persona a quien la acción afecta, de los medios que emplea y del fin de la acción" (L. V: 8, 1131 a), con elección deliberada, por ello sus actos son injustos y perversos, es maldad (L. V: 11, 1138 b)
La justicia conmutativa busca el equilibrio imparcial entre las demandas de los ciudadanos formuladas ante la autoridad competente, en la que cada uno posee, en principio, los mismos derechos y el magistrado determina lo que es justo para cada uno, razón por la cual, el Juez es la justicia encarnada, su sentencia es el justo medio entre la pérdida del uno y la ganancia del otro (L. V, 4, 1132 a), así realiza la reparación de la injusticia ()[3] Por la tanto, la justicia correctiva es intercambio de bienes con alto sentido de proporcionalidad.
En la persona del Juez se busca una tercera persona imparcial, por ello es el mediador, el árbitro, es el hombre del justo medio (L. V, 4, 1132 a/ 1132 b). Razón por la cual, la mentalidad y la praxis justa es contraria a la Ley de Talión, a la injusticia no se debe devolverle por la injusticia, degrada y es contraria a la racionalidad jurídica: "si un magistrado ha golpeado a otro, este no otro no debe golpearle" (L. V: 5, 1132 b). El Juez, como la encarnación de la justicia, como el médico de la conciencia jurídica, determinará lo que es más conviene a las relaciones sociales y las transacciones económicas, base de la subsistencia de la ciudad porque se busca dar bien por bien, de lo contrario no hay intercambio de servicios. Ahora bien: gracias a este tipo de intercambios se salvaguarda la unión de los ciudadanos. Esta es la razón por la que se eleva un templo a las Gracias, un templo accesible a todos (L. V: 5, 1133 a)
En la vida social, cada uno de los integrantes posee una responsabilidad, una vocación, un destino que cumplir; aportar al bienestar de todos y la justicia es el cumplimiento del deber ser, dar a cada uno lo suyo y recibir lo que a uno le corresponde, la justicia se traduce en reciprocidad, en gratitud. Por ejemplo: el zapatero agradece al arquitecto por el diseño de la casa, del templo y, el arquitecto agradece al zapatero por los zapatos; hay que ser agradecido de los médicos y de los maestros, los médicos y los maestros tienen que ser agradecidos por los comerciantes y éstos por los productores. Por tanto: "no puede haber comunidad de relaciones entre dos médicos; en cambio, si es posible entre un médico y un labrador y, de una manera general, entre gentes distintas y de una situación semejante" (L.V: 5, 1133 a)
Las relaciones sociales se dinamizan por las relaciones económicas, ambas deben ser equilibradas, como instrumento de medición y mediación es la moneda: "ella mide todo, el valor superior de un objeto y el valor inferior de otro", así por ejemplo debe haber un equilibrio entre el valor de una vivienda con la alimentación de la población, entre en el valor de un submarino y la salud de la población.
c) La equidad
Lo equitativo no es conforme a ley, es mejoramiento de lo que es justo según la ley (L. V: 10, 1137b), corrige a la ley porque es específico, mientras que la ley es universal; es la adaptación a los casos concretos de la vida en devenir.
Por tanto, el Juez de equidad es el hombre que, deliberadamente, se decide y obra prácticamente, es flexible porque es experto en humanidad. El magistrado que ejerce el poder es el guardián de la justicia y de la igualdad (L.V: 6, 1134 b), no se daña a sí mismo ni destruye a los demás. Ser justo es quererse a sí mismo y a los demás, como entre el esposo y la esposa, entre el padre y el hijo, en la que se hace vivencia la equidad. Lo justo y lo equitativo es idéntico, los dos son deseables, aunque la equidad es preferible. El legislador da las leyes generales, nunca legisla para los casos particulares o los detalles, estas lagunas deben ser subsanadas por el Juez de la equidad. Los atributos del Juez de equidad: "Es el hombre que, deliberadamente, se decide y prácticamente; no es un hombre que aplique a raja tabla la justicia, inclinando a adoptar la solución menos favorable para los demás; está siempre dispuesto a dejar o ceder algo de lo que se le debe, aunque pueda pedir la ayuda de la ley; su disposición ordinaria es la equidad, que es una variedad de la justicia y una disposición que en realidad no difiere de ella" (L. V: 10, 1138 a)
Aristóteles en la Retórica señala las características de lo equitativo: "Lo justo es equitativo más allá de la ley… Ser indulgente o comprensivo con las cosas humanas es equitativo. Y también lo es mirar no a la ley, sino al legislador; y no al texto, sino a la mentalidad del legislador; y no a la obra, sino a la intención; y no a la parte, sino al todo; ni qué tal es el acusado ahora, sino cómo era siempre o de ordinario. También es equitativo el acordarse más de los bienes recibidos que de los males, y más de los bienes que ha recibido uno que de aquellos que hizo. Y es equitativo el haber soportado la injusticia recibida. Y el preferir resolver un litigio de palabra, que por la obra. Y es también equitativo el querer recurrir mejor a un arbitraje que a un juicio; porque el árbitro atiende a lo equitativo, el juez, en cambio, mira a la ley; y con este fin precisamente se inventó el árbitro, para que domine la equidad" (Retórica. L. I: 13, 1374 a/ 1374 b)
La vida humana desborda los parámetros impuestos por las leyes temporales-espaciales, razón por la cual, el Juez, desde la óptica de Aristóteles, es lo más humano y comprende la problemática humana y resuelve los múltiples escollos con equidad para enriquecer la dignidad humana.
d) La felicidad
La persona humana por naturaleza es inteligente y sociable, no solamente es, sino que se afianza y se realiza haciéndose inteligente y sociable, requisitos indispensables para hacerse virtuoso y ser feliz. Cuando el hombre vive conforme a la razón (Ética a Nicómaco I, 8, 1098), realiza su ser ontológico, en la praxis de la realización de sí con los demás es feliz. La felicidad es una realidad que imanta al hombre a su búsqueda asidua y constante, aunque nunca logra asirlo definitivamente, sino que es una energía que lo lleva a la perfección, el placer hace perfecto toda actividad (Ética a Nicómaco X, 4, 1175) ¿Por qué el placer hacer perfecto toda actividad? En la perspectiva de Aristóteles, como señala Xavier Zubiri en Cinco lecciones de filosofía, la actividad es el modo de saber eficiente y con excelencia: tékhne, phrónesis, episteme, nous y sophia (1994:18). Aquello que está a tono con tu vocación, lo que está en armonía con tus inteligencias múltiples lo realizas con fruición y la obra está bien acabada, perfecta para el momento histórico.
El hombre es feliz cuando vive y obra conforme a su por qué y para qué, sin imposiciones ni presiones, sino con plena libertad, voluntad y conciencia. El Filósofo afirma: la vida feliz parece ser la conforme a la virtud; pero ésta es una vida de serio esfuerzo y no de diversión (Ética a Nicómaco, X, 6, 1176). Nadie es virtuoso por naturaleza, sino que con inteligencia y esfuerzo se hace virtuoso, tampoco es feliz por nacimiento sino que con su talento y su opción se va haciendo feliz, cada obrando mejor, perfeccionándose y eligiendo aquello que es más óptimo para ser feliz, es decir, vivir bien para ser inmortal en el bien y por el bien.
La existencia virtuosa se realiza en la sociedad perfecta, es decir, en el Estado. El Estado es la creación majestuosa para la felicidad de los buenos ciudadanos, de aquellos que hilvanan la comunidad humana y perfeccionan asiduamente al Estado para ascender en calidad de vida para todos y de todos. El Filósofo, recalca: la bondad de un ciudadano debe necesariamente decir relación a la constitución del Estado (…); todos, en efecto, deben poseer la bondad de un buen ciudadano – esta es una condición necesaria para que el Estado sea lo mejor posible- (Política III, c. 2, 1277 a). La felicidad consiste en la praxis de la virtud, en la que el eje principal es la justicia, razón por la cual, todos los gobernados y gobernantes deben ser virtuosos, excelentes ciudadanos: la bondad de un ciudadano consiste en la capacidad de gobernar bien y de ser bien gobernado (Política III, c. 2, 1277 a). Si es así, el gobernante es la persona que trabaja para la dicha de todos sus gobernados, entonces los gobernados son felices y, el ciudadano feliz elige al hombre más feliz para incrementar su felicidad, pero a condición que sea sabio.
Santo Tomás de Aquino, teólogo de la justicia
La filosofía como la teología nos enseñan adquirir visiones múltiples de la realidad. Aprehender a teorizar sobre una sola faceta del ser nos conduce a la unilateralidad y al eclipse de la racionalidad humana, razón por la cual santo Tomás de Aquino inculcaba a sus estudiantes "temed al hombre de una sola idea", de un solo ideal porque lleva a la irracionalidad. A finales de 1266 en Viterbo redacta la primera parte de la Suma Teológica, la segunda lo hace en París entre los años 1268-9 y la tercera parte lo realiza en Nápoles; el suplemento fue redactado por su discípulo Reginaldo de Piperno[4]El teólogo de la Justicia, examina diversos escollos existenciales, los reelabora y postula soluciones en el proceso de la dignificación de las personas humanas, como lo hace en la segunda parte reflexionando sobre la Justicia, otro Sol que permite dar calor diáfano a las relaciones interhumanas de la comunidad de las personas que van construyendo sus delicias para todos los terrícolas.
a) La justicia
Santo Tomás de Aquino (STA) posee ante sus miradas los textos del Jurisconsulto Cayo, Aristóteles, San Agustín, Isidoro de Sevilla y de Anselmo de Canterbury, apoyado en los textos de los clásicos, hace una síntesis y precisa: "La justicia es un hábito según el cual uno da al otro lo que es suyo según derecho, permaneciendo en ello con una voluntad constante y perpetua" (S. Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 1, 6), añade, "según se le debe en una proporción de equidad" (S. Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 11), al igual que Aristóteles (Ética a Nicómaco. L. I: 1, 1130 a) considera a la Justicia como la más preclara de las virtudes, "y ni la alborada ni el crepúsculo son más luminosos que ella" (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). La justicia es el quicio de las virtudes en todas las circunstancias de la existencia, porque los justos son tales: en tiempos de la guerra y en la paz (S. Th. II, II, q. 58, c. 12). Las acciones humanas se hacen buenas por la justicia.
Nadie arriba a la comunidad jurídica como justo, sino que se va haciendo justo a través de la formación y el esfuerzo asiduo, una vez internalizado, constituido en parte indispensable de la vida se convierte en un hábito (segunda naturaleza) que impulsa realizar acciones responsablemente con los próximos, reconoce sus derechos fundamentales y les asigna aquello que es de suyo, lo que les pertenece por ser persona humana, en la que debe perseverar firme y con voluntad perpetua.
¿Qué difícil es formarse y hacerse justo en la sociedad del conocimiento y de la globalización? ¿Qué tormentoso es ser feliz en la comunidad terrícola? El reto es encontrar las vías de la felicidad para que todos, por medio de la justicia, sean felices. Las personas que deben ayudarnos a ser felices en la sociedad post moderna, deberían ser, los juristas, los fiscales, los magistrados y los gobernantes: "el Juez da a cada uno lo suyo en el sentido de que tiene autoridad y le corresponde la guía, puesto que el Juez es "el derecho viviente", y el gobernante es "el custodio del derecho" (S. Th. II, II, q. 58, c. 2, art. 1, 6). Si te encuentras con un magistrado, ten por seguro, que es el derecho viviente, es la voz y la mirada penetrante de la justicia preclara, es el ministro de Dios (S. Th. II, II, q. 60, art. 2), el juicio de Dios se hace vida por las sentencias que dan reposo, paz y alegría a la conciencia, presupuesto de la felicidad.
b) La injusticia
La injusticia es un vicio según el cual uno no da al otro lo que suyo, permaneciendo en ello con voluntad constante y perpetua: "sabiendo y eligiendo tal acto, o sea cuando alguien busca hacer algo injusto porque le agrada" (S. Th. II, II, q. 59, c. 2, 1). El vicio es un hábito adquirido, unas veces por sí mismo y, otras veces por el ambiente social en la que se hilvana la existencia.
La injusticia se da de dos maneras, precisa STA:
La injusticia es contraria a la ley vigente, por ello es ilegal. El paradigma de la legalidad positiva está determinado por el espacio y el tiempo, y, ésta a su vez está atada al estigma de la ilegalidad, condicionada por la mentalidad temporal. La ilegalidad es contrario a la legalidad. Con una intuición meridiana STA señala las notas de la legalidad: "debe ser una ley honesta, justa, conforme a la naturaleza, de acuerdo a las costumbres patrias, conveniente, necesaria y bien clara, para que no vaya a contener algo capcioso por su oscuridad; escrita no para el provecho del algún particular, sino para el bien común" (S. Th. I, II, q. 95, art. 3).
Si es así, la ilegalidad es contraria a la dignidad humana, porque la ley es expresión de la razón y es para la salud pública de todos. "Todo aquello que se aparta de la razón, se convierte en ley inicua, y entonces ya no tiene característica de ley, sino más bien de cierta violencia" (S. Th. I, II, q. 93, art. 3). Al examinar las legislaciones positivas en el devenir histórico nos damos cuenta que muchas de las leyes fueron contrarias a la majestad de la persona humana, por ello la ilegalidad como la legalidad tiene que ser evaluado en base a la visión del hombre que se posee.
La injusticia es contrario al bien común, es el desprecio del bienestar de todos, en la que se prefiere el interés y el beneficio privado. Es una falta de equidad con el otro, como por ejemplo: cuando un hombre quiere tener más bienes, honores y riquezas, menos males, menos trabajo y sufrimientos; el injusto es el que obra la injusticia intencional, libre y voluntariamente (S. Th. II, II, q. 59, art. 2). Hace una equivalencia de la justicia con la caridad, la injusticia con la negación de la caridad. "La caridad es madre de todas las virtudes, y sólo es mortal lo que a ella se opone" (S. Th. II, II, q. 59, art. 4). El injusto se destruye a sí mismo, al prójimo, a la comunidad humana y atenta contra Dios (S. Th. II, II, q. 59, art. 3). No se quiere a sí mismo, ni ama al prójimo, ni a la comunidad humana, mucho menos a Dios, se deshumaniza, desfigura la imagen y semejanza de Dios que posee, lo hace con los demás y niega la presencia viva de Dios en el hombre, por ello lo elimina al hombre, como lo hacen los tiranos según los tiempos y circunstancias.
c) Formas de la justicia
La justicia conmutativa, está ordenada al bien común y los bienes comunes hay que distribuirlas con moderación (S. Th. II, II, q. 61, art. 1), aquello que pertenece a todos los presentes y a las generaciones venideras. Poseer la mentalidad jurídica justa: es asegurar el bienestar de las generaciones actuales e ulteriores. La felicidad actual es presupuesto de la dicha posterior.
Las relaciones privadas entre las personas son justas en la medida que concretan el bienestar de todos y para todos. Cada uno posee lo suyo, porque el todo pertenece a la parte (S. Th. II, II, q. 61, art. 1). La justicia conmutativa se mide en proporción aritmética, precisa STA citando a Aristóteles (Ética a Nicómaco L. V: 3). Razón por la cual, hay igualdad, en caso de exceso se tiene que restituirlo al otro. Ejemplo: la concentración de los bienes económicos en pocos – oligarquía-, hay que retribuirlos, devolverlos a sus dueños: "es necesario que cuando uno tiene más de lo que le corresponde, y ese exceso pertenece a otro, tenga que restituirlo a su dueño… Así en aritmética cinco es medio entre cuatro y seis, porque excede a cuatro en uno, y es excedido en uno por seis. Por tanto, si al principio de la conmutación ambos tenían cinco, y como resultado de la conmutación el uno se queda con cuatro y el otro con seis, la justicia exige que vuelvan a reducirse al medio, de manera que quien tiene seis ha de dar uno al que tiene cuatro; de esta manera ambos tendrán cinco, lo que constituye el medio" (S. Th. II, II, q. 61, art. 2) La concentración de los bienes económicos en pocos es el principio de los males y de las ruinas de las naciones, porque se les niega el derecho a vivir con dignidad y, se les priva de la felicidad colectiva. En consecuencia, los gobernantes y gobernados debemos vivir en y por la justicia, requisito indispensable para la realización social y la fruición colectiva.
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