Trabajar un concepto es hacer variar su extensión y su comprensión, generalizarlo mediante la incorporación de los rasgos de excepción, exportarlo fuera de la región de origen, tomarlo por modelo; en resumen, conferirle de manera progresiva, mediante transformación regulada, la función de una forma.
GEORGES CANGUILHEM, Lo normal y lo patológico.
Todas las personas, aún las menos dadas a la introspección y observar a los demás, tienen una somera idea de lo que es la autoestima. Veamos si podemos aclararla recurriendo a distintos puntos de vista. En la autoestima participan no sólo sentimientos, sino también pensamientos y actitudes. Existe un elemento afectivo, una valoración positiva o negativa según ciertos ideales. Por autoestima entendemos esa autoevaluación que expresa aprobación/desaprobación (Horstein, 2011).
La valoración implica que hay percepción y que hay patrones. Debemos considerar muchas percepciones y muchos patrones (o un patrón que se repite). Como un sitio WEB, alguna vez la autoestima estuvo en construcción y cada tanto es actualizada y está siempre online, a menos que se tilde (Horstein, 2011).
El proceso tiene sus bemoles, porque lo percibido (el propio sujeto) es casi igual al perceptor. Mientras leo un libro, de algún modo lo relaciono con otros libros y con una idea más de cómo debe de ser un buen texto. Mientras alguien se percibe a sí mismo, sucede algo parecido. Y lo mismo con aquellos libros ya leídos y con los que pienso que leeré más adelante.
¿Cómo definir los diversos elementos de la autoestima?
Ellos son:
1. Creer en las capacidades para actuar con eficiencia en el logro de las metas (anticipación de la acción).
Eficacia profesional es la experiencia de poder y competencia básica que posibilita el respeto a sí mismo, así como la creencia en el valor propio. Ser eficaz es ser capaz de producir el resultado deseado. Requiere confianza en lograr aprender lo necesario para alcanzar los objetivos que nos proponemos. La eficacia personal no es tozudez. Si no cambiamos algo, tropezaremos siempre con la misma piedra. Tampoco es una convicción delirante en que nunca me equivocaré, sino la de que seamos capaces de pensar, juzgar, conocer y corregir errores. Está basada en éxitos y logros pasados y se nutre de ellos (Horstein, 2011).
En vez de "llorar sobre la leche derramada", evitar que se derrame o limpiar lo que se ensució. Si no me cuido en la dieta pronto tendré 10 kilogramos de sobrepeso. ¿Cuál es la importancia del futuro? Desde el futuro nos llegan alicientes y advertencias. Estamos hechos de condicionamientos y azar. Y además de los condicionamientos del pasado están los del presente y los del futuro (Horstein, 2011).
2. Estar satisfecho con la forma de actuar (evaluación de la acción)
Hice un asado. Pude hacerlo mejor, como cualquier cosa que hice, hago o haré. No sólo tengo un amigo que es un parrillero genial, sino que a mí mismo me salió mejor la semana pasada. ¿Me impacienté y avive mucho los brasas? ¿O debo comprar la carne en otro lugar? Si me hago malasangre, lo mismo que si me engaño, voy por mal camino. No se trata de mí. En todo caso se trata de yo-y-el-asado. Y de la acción. Como decía el poeta "el pensamiento que no se ejecuta engendra peste" (Horstein, 2011).
Trate mal a un amigo. Si me limito a sentirme culpable, me desanimo. En cambio, sentir remordimientos por esa mala acción (por ejemplo, pediré disculpas), que descarga, desahoga. Bueno, no es culpa de acción, como veremos a propósito de los impulsivos (Horstein, 2011).
3. Tomar decisiones y perseverar en ellas.
Nadie nació sabiendo. Le enseño a mi hijo a andar en bicicleta. Monta la bicicleta y se da un porrazo. Y después otro y otro. De pronto aprendió a andar en bicicleta. La bicicleta tenía sus secretos. Sin porrazos, no hay logros. Hay que perseverar. "El que quiere celeste, que le cueste" (Horstein, 2011).
Aún los poetas, los filósofos, toda la gente aparentemente competitiva, son personas de acción y no están paralizadas. A los niños, mitad en serio, mitad en broma, se les pregunta: "¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?". O sea, el futuro espera algo de nosotros mientras se va corriendo, como el horizonte. Tengo mis metas como cualquier mortal (Horstein, 2011).
A veces, "Dios da pan a los que no tienen dientes". Fulano es un desaprovechado, tiene un oído musical como el de Charly García y no lo cultiva o se dedica a su negocio inmobiliario. Lo contrario también se da. Dios da dientes a los que no tienen pan. Y sólo logran ciertas metas los que hacen por alcanzarlas los esfuerzos necesarios (Horstein, 2011).
4. Tener una mirada benevolente hacia uno mismo.
"Mi padre era más bien severo y me costó aprender a andar en bicicleta. Pero después encontré otras miradas, menos exigentes". Sólo un psicoanalista torpe puede decir que todo se juega en la infancia. Hasta el último día, el ser humano es sensible a la influencia del medio. En muy pocos casos es sana una auto-descalificación. Quizás cuando decimos: "esto es indigno de mí", cuando el asado salió muy por debajo de nuestros estándares, existe una saludable autocrítica cognitiva, pero también una demoledora autocrítica afectiva que no cuestiona el hacer sino el ser (Horstein, 2011).
El respeto a uno mismo es la convicción de nuestro valor para alcanzar ciertas metas. Es creer que merecemos ser respetados. Los opacados sienten que deben continuamente probar y justificar su valía mediante sus logros. No están desprovistos de autoestima, pero está trágicamente lesionada (Horstein, 2011).
La preocupación ética surge desde los primeros momentos de nuestra vida. Es imposible escapar del ámbito de los valores, y los juicios de valor son inevitables. Todo el mundo se juzga a sí mismo de algún modo, independientemente de que los valores con los que nos juzgamos de forma explícita o implícita sean conscientes o inconscientes, racionales o irracionales. El respeto a uno mismo se reciente cuando hay demasiada distancia entre nuestros ideales y nuestra visión de nosotros (componente esencial de la identidad) (Horstein, 2011).
La autoestima es lo yo creo y siento acerca de mí mismo. Aunque a mi alrededor (familia, compañeros, amigos) todos me demuestren afecto, no basta para que tenga ese confort interior, esa serenidad del que se siente amado. Puedo no estar en condiciones de sentirme amado, puedo no tener con qué. Porque el amor que se recibe cae en un campo infértil o árido, el del amor por mí mismo (Horstein, 2011).
5. Lograr una imagen aceptable de sí mismo
La evaluación que se hace de las propias cualidades y limitaciones en especial para la autoestima. No se trata sólo de "objetividad", sino de la convicción de contar con ciertas habilidades o defectos, potencialidades o limitaciones. Yo no advierto esa cantidad de defectos que tal persona se atribuye. Una autoestima baja genera dependencia de otros y hace que se eviten los riesgos que acarrean las decisiones personales (Horstein, 2011).
La expresión "sí mismo" me lleva a pensar en identidad, en la "cosa en sí" y en el "hombre de una pieza" y en "se dobla pero no se quiebra"[1] de sus encuentros y encontronazos con los objetivos (personas, ideas, cosa) la identidad sale enriquecida o mallugada. Observemos graduaciones. Su integridad va desde la cohesión hasta la fragmentación; su energía, desde el vigor hasta el desfallecimiento; su armonía funcional, desde el orden hasta el caos. Los trastornos de la autoestima y de la identidad se producen cuando hay un déficit importante en una o más de la tres: integridad, energía, armonía (Horstein, 2011).
6. Evaluar logros y relaciones afectivas en función de los proyectos personales
Hago (trato de hacer) lo que aspiro, sin lastimar a nadie. Un amigo se compró una casa junto a un lago. Es hermosa y ahí se pueden vivir unas bucólicas vacaciones y una linda jubilación. Pero a mí una casa así no me vendría bien. Viajo seguido y además me gusta variar de lugares (Horstein, 2011).
Esta cuestión del deber ser es compleja. "serás lo que debas ser o si no, no serás nada". No sabemos cómo, con que entonación espiritual, se lo dijo San Martín a Merceditas. Pudo ser un mandato superyoico, que en resumidas cuentas quiere decir "tienes que ser como yo quiero que seas" o pudo, papá José, resumir en esa frase la esperanza de que Merceditas no se durmiera en sus laureles (Horstein, 2011).
Vínculos: sufrimientos humanos y neuróticos
Pocas veces estamos solos. Estamos dentro de un cine, o festejando el Año Nuevo con parientes y amigos, o en una reunión de consorcio en la entrada del edificio. Generalmente compartimos el espacio físico con otros individuos y establecemos con ellos distintas relaciones (amorosas, amistosas, profesionales, legales, civiles), aun los más solitarios o huraños (Horstein, 2011).
Utilizaremos el concepto de "emoción" para referirnos a un sentimiento y sus pensamientos característicos, o estados psicológicos o biológicos y a una variedad de tendencia a actuar (Horstein, 2011).
El Oxford English Dictionary define la emoción como "cualquier gitación y trastorno de la mente, el sentimiento, la pasión; cualquier estado mental Vehemente o excitado". El Diccionario de la Real Academia Española la define así: "Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que es acompañada de cierta emoción somática" (Horstein, 2011).
¿Cómo hacer un inventario de las principales emociones? El Oxford English Diccionary registra las siguientes, con sus correspondientes sinónimos:
Ira. Cólera, exasperación, indignación, animosidad, fastidio, irritabilidad, hostilidad.
Tristeza. Congoja, pesar, pena, abatimiento, desesperación y, en casos patológicos depresión grave.
Temor. Ansiedad, consternación, inquietud, incertidumbre, pavor, miedo, terror; en un nivel psicopatológico, fobia y pánico.
Placer. Felicidad, alegría, alivio, dicha deleite, gratificación satisfacción, euforia, éxtasis y, en el extremo, manía.
Sorpresa. Conmoción, asombro, desconcierto.
Disgusto. Desdén, desprecio, aborrecimiento, aversión.
Las principales emociones –ira, temor, tristeza, placer, amor, vergüenza- dan cuenta de los matices de la vida afectiva. Los estados de ánimo (también llamados humores o talantes) son más apagados y duran más tiempo que una emoción. Más allá de los estados de ánimo se encuentra el temperamento, que es la tendencia a una emoción o estado de ánimo determinado y según la cual decimos que alguien es triste, tímido o alegre. Más allá de estas disposiciones emocionales, se encuentran los trastornos del humor tal como la depresión o la ansiedad incesante, en la que alguien se siente constantemente atrapado en un estado negativo (Horstein, 2011).
Damasio (1996) distingue entre: a) emociones primarias o universales, b) emociones secundarias o sociales, y c) emociones fundamentales. Las primarias incluyen: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa o repugnancia. Las secundarias son: vergüenza, celos, culpa, orgullo; mientras que las fundamentales son: bienestar o malestar, calma o tensión. Cuando percibimos que una persona está tensa o irritable, desalentada o entusiasta, evitada o alegre, entusiasta, abatida o alegre sin que haya sido pronunciada una sola palabra que trasluzca estos posibles estados, estamos percibiendo emociones de fondo. Las detectamos agracias a sutiles detalles, tales como: postura corporal, velocidad de los movimientos, contracción de los músculos faciales (Horstein, 2011).
¿De qué sufre la mayoría de quienes consultan a un psicólogo, psiquiatra o gurú? De lesiones en los encuentros con el otro (otros).[2]
¿Qué entiende usted por "sufrimiento"? Para el diccionario, "sufrir" es "sentir físicamente un daño, un dolor, una enfermedad, un castigo; sentir un daño moral; recibir con resignación un daño moral o físico". El diccionario, por supuesto, no hace juicios de valor. No dice si el sufrimiento es un capricho, ni es merecido ni inmerecido, evitable o inevitable, curable o incurable. Habla, sí, de resignación, que vendría a ser "bancarse" el sufrimiento. Es obvio que hay sufrimientos inevitables. Pero no es tan obvio que también sufrimos innecesaria, neuróticamente (Horstein, 2011).
Algún día, el que perdió a un ser querido, el que perdió una empresa (comercial o espiritual), el que creyó haber perdido todo, deja de sufrir a al menos el sufrimiento deja de ser omnipresente. Sin embargo, todos conocemos personas que son un continuo lamento (Horstein, 2011).
El masoquismo no sólo está en las películas condicionadas con látigo y ropa de cuero. Algunas personas tienen una "complacencia en sentirse maltratadas o humilladas". "A fulano le gusta quejarse". Dijimos que había que hilar fino. ¿Cómo es eso? ¿Yo disfruto cuando me quejo de que las cosas no me salen bien?
El sufrimiento es la experiencia de una persona enfrentada a la pérdida, al rechazo, a la decepción que le impone alguien del entorno que es significativo. El sufrimiento es una necesidad porque obliga a reconocer la diferencia entre la realidad y la fantasía. Y es un riesgo porque, si aumenta hasta lo insoportable, la persona puede convencerse de que "muerto el perro de acabó la rabia". Se murió mi esposo, jamás tendré pareja y listo. Ante el sufrimiento a veces nos "tiramos a menos", a empobrecer las relaciones, a desinvestirlas.[3]
Estamos condenados a investir. "investir" e "invertir" a veces son sinónimos. Invierto en la carrera universitaria de mi hijo porque le doy valor. Invierto esperanzas y esfuerzos en un candidato a presidente que no tendrá muchos votos porque yo, no los demás, le doy valor. Para mí (y para usted) hay pocas cosas que valgan en sí. Es uno el que les da valor. Y difícilmente las cosas vengan a nuestro encuentro. Tenemos que ganarlas con el sudor de la frente. Y eso no es algo que se elija. Debemos darle a la vida un sentido que quizá no lo tenga (Horstein, 2011).
"Desinvertir" es el proceso inverso: retirar la inversión, el entusiasmo, lo que suele llamarse el interés. La frialdad, la indiferencia se convierten en ineficaces escudos contra los golpes que vienen del otro y de la realidad. Mientras que otorgarle valor al otro es exponerse al abandono y a reavivar diversas angustias. A veces son repliegues tácticos, para volver a la carga.
Vivir es arriesgar. Investir al otro es exponerse al abandono y revivir desamparos.
La vecina, mi jefe, mi esposa, el hombre que tengo al lado en el recital, tienen algo o mucho que ver con migo. Yo no soy el centro del universo, pero soy el centro de mi universo (Horstein, 2011).
Amores no correspondidos: los celos
Tras una pérdida o decepción (ante otro, un logro, una posición personal) el sujeto conserva la ilusión de que lo perdido permanece. Continúa viviendo como si nada hubiera cambiado. El trabajo del duelo se realizará progresivamente, hasta que esa creencia da lugar a la vivencia de la pérdida. La persona estará entonces disponible para otras tareas, otros vínculos, otros proyectos (Horstein, 2011).
Las pérdidas transforman a cualquiera. En las depresiones esa pérdida fue demoledora y lo seguirá siendo sino se sale del estado depresivo. El duelo es un proceso que alguna vez debe terminar, un fragmento de película que se pasa una y otra vez hasta que decimos basta. Pero en las depresiones el trabajo del duelo (es un trabajo, el más duro de los trabajos) se traba una y otra vez. Mejor dicho es una batalla, en que la terapia (o la vida) debe zurcir el agujero producido en la trama y contrarrestar la pérdida (Horstein, 2011).
¿Carencia o plenitud? Para Spinoza el amor no es carencia. El deseo es potencia, el amor es alegría. El deseo es potencia para actuar o fuerza para existir. La carencia en vez de ser la esencia del deseo, es su perturbación. Reducir el deseo a la carencia, como lo hace Platón, impedirá relacionarlo con la felicidad. Puede ocurrir que el amor se sienta frustrado, que sufra, que este de duelo. ¿Cómo no vamos a ser desgraciados si la causa de nuestra alegría desapareció? Pero el amor está en la alegría, incluso cuando ésta se ve herida con un dolor atroz. El amor es primero: la alegría es primero (Horstein, 2011).
Estar enamorado es carecer, es aspirara a poseer, es sufrir si no se es amado, es depender del amor y de la presencia del otro. Y que alegría sentimos, en efecto, cuando somos amados por el otro. ¿Pero qué querrá decir "poseer" al otro? ¿En verdad, nos adueñamos del otro?
Los otros no son pasivos, como lo sabe el que amó y no fue correspondido. Algunas personas se prestan a ser colonizadas, pero la mayoría exige reciprocidad.
Los celos implican miedo. Miedo a perder una relación o un lugar privilegiado o exclusivo. André Conmte-Sponville señala: "El envidioso quería poseer lo que no tiene y otro posee; el celoso quiere poseer él sólo lo que cree que le pertenece" (Horstein, 2011).
Los celos patológicos se basan en una concepción errónea de lo que es una relación afectiva, tanto si es amorosa como de amistad. Esos celos parten de una concepción primitiva; amar consistiría en poseer y aceptar el amor de un celoso o celosa sería aceptar la sumisión o su enfermiza posesividad. "¿Quién es el tercero que camina siempre a tu lado, cuando cuento sólo estamos vos y yo juntos, pero cuando miro adelante por el camino blanco, siempre hay otro camino a tu lado" (Horstein, 2011).
Los celos acarrearan siempre sufrimiento, provocan ansiedad por la pérdida de autoestima que conlleva la anticipación de la pérdidas de las relaciones privilegiadas. Los celosos nunca disfrutan de su alegría: se limitan a vigilarla. El celoso teme que sus cualidades no basten para retener a su pareja. De ahí la voluntad de examinar, intimidar y aprisionar; en lugar de dejar que otro sea.
Al principio del enamoramiento todo nos parece maravilloso en el otro: después se va marchitando. Se trata del mismo individuo, pero uno soñado, deseado, esperado, ausente…, y el otro presente. El uno brilla por su ausencia, el otro es mate por su presencia. Breve intensidad del enamoramiento, larga duración del amor (Horstein, 2011).
Pero abordemos las parejas, las que se sienten felices. ¿Siguen conservando una pasión intacta? ¿Se quieren hoy más que ayer, pero menos que mañana? Estos interrogantes no se corresponden con la experiencia. Continúan deseándose, y si viven juntos desde hace años, su amor es potencia más que carencia, placer más que pasión: han sabido transformar la locura amorosa de sus comienzos en gratitud, en lucidez, en confianza, en cierta felicidad de compartir. La ternura es una dimensión de su amor, pero no la única. Existe también la complicidad, el sentido del humor, la intimidad, el placer explorado y re explorado; existen esas dos soledades cercanas habitadas la una por la otra, existe esa familiaridad, existe ese silencio, existe esa apertura de ser dos, esa fragilidad de ser dos. Hace tiempo que renunciaron a ser sólo uno. Han pasado del amor loco al amor a secas y estaría errado quien viera esto sólo como una pérdida o como una banalización (Horstein, 2011).
¿Vale más una pareja verdadera que una pasión soñada? ¿En nombre de qué? En nombre del amor a la verdad, puesto que la pasión no pude durar, o sólo dura cuando es desgraciada. Pasión significa sufrimiento, cosa sufrida, preponderancia del destino sobre la autonomía y la libertad[4]
Bibliografía
ATLAN, henri. 1979. Entre le cristal et la fumée. Seuil. París, Francia; Entre el cristal y el humo. Debate. Madrid, España. 1990.
AULANGNIER, Piera. 1980. Los destinos del placer. Alienación, amor, pasión. Petrel. Barcelona. España.
BALANDIER, Georges. 1993. El desorden. Gedisa. Barcelona, España.
DAMASIO, Antonio. 1996. El error de descartes. La razón de las emociones. Crítica. Barcelona, España.
HORSTEIN Luis. 2011. Autoestima e Identidad: Narcicismo y valores sociales. 1ra edición. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, Argentina.
KOHUT, Heinz. 1977. THE RESTORATION OF THE SELF. International Universities Press. Nueva York, USA.
AULAGNIER, PIERA.1980. Los destinos del placer. Alienación, amor, pasión, Ed. Petrel. Barcelona, España.
Autor:
José Luis Villagrana Zúñiga
Maestrante de la Unidad Académica de Economía, Universidad Autónoma de Zacatecas. Zacatecas, México.
Fecha de elaboración: 2014-08-18
[1] Heinz Kohut (1977) postuló tres polos en el sí mismo: 1) un polo del que emanan las tendencias del poder y del éxito; 2) un polo que alberga las metas idealizadas; 3) una zona intermedia –un arco de tensión de talentos y habilidades básicas- que se ve “impulsada” por sus ambiciones y “guiada” por sus ideales.
[2] “Desde tres lados amenaza el sufrimiento”, dice Freud en 1930. Nos amenaza, sigue diciendo, “desde el cuerpo propio, que, destinado a la rutina y a la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos. Al padecer que viene de esa fuente los sentimos tal vez más doloroso que a cualquier otro” (Freud, 1930:76).
[3] Piera Aulagnier (1982) lo formula que tanto pensar como investir son funciones a las que el yo no puede renunciar, y el sufrimiento es el precio que paga para seguir existiendo.
[4] Piera Aulagnier dilucidó las diferencias cualitativas entre la pasión y el amor en Los destinos del Placer.