Aproximación al estudio de la Psicología Política y su desarrollo en Chile (página 2)
Enviado por Rodrigo Valdivia Lefort
Otros estudios en el campo de la Identidad y Carácter Nacional se encuentran también en el trabajo de Toloza (1988) quien define el carácter nacional como "las características psicológicas, relativamente estables, compartidas por la mayoría de los miembros de una nación" (pag. 44), y establece la importancia de su análisis en el hecho de que pueden deducirse relaciones causales, funcionales y dialécticas entre estas características psicológicas de los chilenos y su sistema socio-cultural. En efecto, según plantea, el individuo refuerza al sistema social al tener internalizadas sus necesidades, y al mismo tiempo es reforzado por este, al recibir recompensas sociales cuando manifiesta los rasgos del carácter nacional funcional a la estructura social.
En la 2da. Jornada de Psicología Política, el tema de la Identidad Nacional fue objeto de discusión por Jorge Saiz, psicólogo que estudió la Identidad Nacional en estudiantes universitarios a partir de la concepción subjetiva de pertenencia que estos tienen, la valoración de esta pertenencia, y las variables afectivas a ella ligadas. Concluye que no hay una Identidad Nacional negativa, pudiendo ser lo mas bajo una percepción de Identidad neutra por parte de los sujetos estudiados.
Percepción y Cognición Política
Esta área temática es una síntesis de varias temáticas independientes, pero dentro de las cuales se produce un punto de convergencia con las otras en cuanto a que cada una de ellas representa enfoques sobre los procesos cognitivos de influencia social, tales como el cambio de actitudes, el surgimiento de estereotipos y su influencia; los efectos del prejuicio, los afectos ligados al pensamiento político, las representaciones predominantes en ciertos momentos, "y en general, el estudio de los llamados procesos mediadores entre realidad, pensamiento y acción, y su correspondiente transformación" (Dorna y Montero, 1993; pag. 10). Los temas específicos mas estudiados en Latinoamérica son las representaciones cognitivas de conceptos e instituciones políticas, las percepciones e imágenes que los individuos tienen de los actores políticos o del gobierno, actitudes (frente al gobierno, hacia la política como actividad social, hacia los políticos y los partidos, etc.), y el tema de la Socialización política que se refiere a los procesos de internalización y aprendizaje de los conceptos, valores, actitudes y conocimientos políticos por parte del individuo en interacción social y familiar (Montero, 1987; Dorna y Montero, 1993).
En este campo no ha sido muy fructífera la producción psicológica en Latinoamérica, por lo menos hasta 1987, y en Chile, hasta esa fecha, solo se registra un articulo de Betancourt (1985, en Montero, 1987) quien realizó un estudio sobre los procesos cognoscitivos y atribucionales en relación con el comportamiento democrático (Montero, 1987).
A partir de 1987, en nuestro país comienza a crecer el volumen de publicaciones relativas a la relación de procesos psicológicos afectivos y cognitivos con los fenómenos y quehacer políticos, lográndose hoy identificar 6 de dichos artículos en los últimos diez años. Sorprendentemente, este numero es igual al de artículos publicados relativos al trauma político en el mismo periodo de tiempo, lo que probablemente podría indicar el crecimiento de un área a expensas del descenso de otra.
Destacan en este periodo los estudios de Lage (1995a, 1995b) sobre las representaciones subjetivas que tienen los individuos sobre el panorama político chileno. Lage parte de la idea que todas las personas tienen consideraciones subjetivas respecto de la psicología de su país, y que estas consideraciones determinan sus decisiones políticas (1995a). En el primero de sus estudios (1995a), Lage se propone verificar el papel de la educación en la configuración de dichas representaciones, y para ello utiliza una metodología derivada de los estudios de Tolman sobre los mapas políticos. Concluye que los grupos estudiados tienen una estructura subjetiva básicamente análoga al panorama político real de Chile, aunque se dan diferencias por nivel educacional, comprobándose que aquellos que tienen niveles mas altos de instrucción no solo tienen mejor reconocimiento del panorama político, sino que dicho reconocimiento se explícita con mayor seguridad que aquellos con nivel educacional mas bajo. Su segundo estudio (1995b), llevado a cabo entre 1989 y 1992 (periodo de la redemocratización) es un poco la continuación del primero, y se refiere al estudio de la evolución de las representaciones subjetivas desde el régimen militar chileno hasta el nuevo régimen democrático. Se constata que la población estudiada es capaz de distinguir entre los dos bloques políticos que caracterizan la política contingente, aunque se tiene mas claridad respecto al bloque de derecha, dado que el bloque de izquierda (concertación) es de formación relativamente reciente al momento de llevarse a cabo el estudio.
Otro interesante estudio es el de Manzi y cols. (1988), en el cual se intenta explicar la naturaleza de los obstáculos que han impedido los acuerdos entre los grupos políticos nacionales. Con este fin, se utilizan 6 grupos políticos al interior de la U.Catolica de Chile para verificar los fenómenos intergrupales de categorización grupal (creación de las categorías nosotros y ellos), formulación de estereotipos como una forma de establecer las diferencias entre grupos(que son mayores cuando los dos grupos están cercanos en el continuo, y no cuando obedecen a polos opuestos), percepción de homogeneidad en el grupo ajeno y mayor variabilidad conductual en el propio. Todos estos fenómenos fueron comprobados, excepto el ultimo, ya que los grupos políticos de los polos del continuo (UDI y JJ.CC.) tendieron a verse como un grupo homogéneo en mayor medida que los otros grupos.
Por su parte, Villegas (1988) también aborda el tema de las categorizaciones perceptivas, pero lo hace desde el campo de las relaciones interpersonales, dando lugar a lo que denomina procesos de clasificación social. Estos procesos tendrían importancia psicosocial en tanto las clasificaciones pueden generar expectativas respecto de una serie de patrones considerados socialmente aceptados, y pueden traer asociadas reacciones evaluativas de tipo emocional-afectivas. Villegas revisa las explicaciones teóricas que se han dado al fenómeno de las clasificaciones sociales, y establece una forma alternativa de explicación basada en los procesos de toma de decisiones, pues lo que se hace es decidir la pertenencia de un sujeto a unas categorías, especialmente aquellas vinculadas a las características de la personalidad. La formulación de categorías politico-ideologicos es probablemente menos amplia, pero no menos importante, porque dichas categorías también traen asociadas expectativas de patrones de conducta y evaluaciones afectivas. El autor verifica estos supuestos en un estudio realizado en Venezuela.
En el campo de las emociones, Souza y Salamanca (1993) se proponen identificar los componentes afectivos y emocionales que podrían estar a la base de la imagen de figuras políticas chilenas y de acontecimientos políticos nacionales. Para ello, diseñan una investigación para medir la valoración que algunos políticos tienen entre la sujetos de clase media que constituyen la muestra. Entre otros resultados, se constata que la identidad es el rasgo mas importante que debe poseer un político, y que el grado de asociación entre la valoración de atributos de un líder y la ideología de quien lo percibe es muy alto, y es en base a esto que podría explicarse que entre la gente de derecha sean mas legitimas las emociones normativas, y para la gente de izquierda las emociones humanistas.
Un trabajo resulta particularmente interesante en este contexto dada su integración de aspectos del funcionamiento afectivo, cognitivo y comportamental de los individuos en la elaboración subjetiva de un fenómeno socio-politico: en que medida y como afecta el cambio de régimen militar de gobierno a uno democrático (Moyano, 1995). Este trabajo se centra en la vivencia personal expresada por los ciudadanos mismos en 1992, arrojando como resultado que el 54,11 % de los entrevistados si declara sentirse afectado por el cambio de régimen, siendo la principal diferencia significativa la condición etaria de los encuestados, explicándose el hecho de que los adultos reconocen afectación en sus vidas por el cambio de régimen en una proporción mucho mayor al del grupo de los jóvenes, debido a que estos últimos no conocieron el periodo democrático anterior (no hay conciencia de haber "recuperado algo"), y por el contrario, ven la transición democrática como un cambio del tipo 1, es decir, "se introducen cambios en elementos del sistema pero sin alterar esencialmente el funcionamiento de este" (pag. 61).
Respecto a la segunda fuente de recopilación de material psico-politico considerada en este trabajo, hay un grupo de trabajos relativos a la socialización política que se expusieron en la 2da jornada de psicología política y que están en actual proceso de publicación. En este contexto, Marianella Denegri (U. de la Frontera) investiga la psicogenesis de las ideas en torno a la relación Estado–Economía. Concluye que la identificación de esta relación es de carácter evolutiva, y conforme el niño avanza en edad, van apareciendo consecuentemente las relaciones míticas, la pseudocirculación del dinero, la relación simple entre dinero y producción, y las relaciones completas entre sistema productivo y relaciones laborales, así como la noción de financiamiento del sistema publico. Manzi y González (U. Católica) también hablaran de un proceso evolutivo, pero en relación al tema de las representaciones y afectos referidos al mundo político en niños y jóvenes de Santiago. En su investigación (que recién cumplió la primera de tres fases) descubren que los niños tienes representaciones políticas incluso antes de insertarse en el sistema escolar , tienen conocimiento y afecto por la figura del presidente, y estas representaciones son bastante positivas en general, aunque a medida que estos niños van madurando afectiva y cognitivamente toman distancia del tema político y su visión positiva disminuye.
Rol Político del Psicólogo y la Psicología
Montero (1987) define este campo como el conjunto de trabajos que hacen referencia a la función que "tanto los psicólogos como su disciplina deben desempeñar en la sociedad, las formas especificas en que los psicólogos, al igual que otros científicos sociales, pueden intervenir en la toma de decisiones y la transformación social" (pag. 43). En este sentido Whitford (1985, citado en Dorna y Montero 1993) plantea que la psicología puede constituirse en un arma contra el subdesarrollo, en un fortalecedor de la democracia en pro de la paz.
Respecto a Chile, en el periodo estudiado por Montero (1987) destaca el trabajo de Zuñiga (1976, en Montero, 1987)* en el cual se estudia el papel del científico social en la experiencia de la Unidad Popular en Chile, como un agente inserto en toda esa reforma radical social que ello significó. Se parte de la base que la sociedad Chilena se encontraba en un periodo de experimentación durante este periodo.
En los últimos diez años, solo un articulo publicado en nuestro país se puede ubicar en este temática, y no responde a una investigación en sentido estricto puesto que en el se describe una conversación informal sostenida por Alfonso Luco y Elizabeth Lira (ambos psicólogos chilenos) con Ignacio Martin-Baró, una de las figuras mas interesantes de la psicología social latinoamericana (Montero, 1987; Del Solar y Piper, 1995). En dicho articulo, Martin-Baró defiende su tesis de construir una psicología a partir de los problemas que caracterizan a Latinoamérica, y no desde el poder, sino que desde las exigencias y reclamos de nuestros pueblos. Martin-Baró, además, enfatiza el rol activo que el psicologo debe tener en la tarea de transformar su realidad, porque según plantea todo trauma o trastorno individual tiene de trasfondo una realidad "enfermiza".
Conducta Política y Otros Aspectos
En esta área temática se consideran fundamentalmente los aspectos de la conducta expresa en sus manifestaciones políticas, siendo central el tema de la participación política, ya sea en forma de militancia partidista, o bien, de investigaciones que establezcan la frecuencia de participación en algun lugar y momento determinado (Montero, 1987). Otros aspecto importante se encuentra en el hecho que muchos actores en este campo buscan posibles correspondencias entre la conducta política y la personalidad. En esta correspondencia, el tema del liderazgo adquiere particular importancia cuando es entendido en su dimensión de influencia particular en los procesos políticos (Dorna y Montero, 1993), y por tanto es cuestión complementaria de la definición formal de conducta política en términos de "cualquier comportamiento intencional realizado por un individuo o grupo con el fin de lograr algún tipo de incidencia en la toma de decisiones políticas (Sabucedo, 1990; en D´Adamo, 1995, pag. 93).
No hay en Chile estudios ligados a este tema entre 1856 y 1986 (Montero, 1987), pero si existe un articulo publicado recientemente en la compilación realizada por D´Adamo en 1995. Dicho articulo fue escrito por León Guzman (1995) con el objeto de analizar el proceso mediante el cual Abimael Guzman construye su liderazgo y legitima su autoridad en el seno del grupo guerrillero Sendero Luminoso en el Perú. Concluye que la construcción del liderazgo de Guzman se basa en una actitud mítica caracterizada por una interpretación mágica o fabulada de una realidad siempre amenazante para sus seguidores. El carisma y la legitimación de la autoridad del líder guerrillero no se basan en sus ideales libertarios o en su valentía, sino que mas bien seria esta racionalidad del discurso mitificador lo que constituye la legitimación de su autoridad, aunque no por ello no se le puede considerar un líder carismático.
En lo relativo a los artículos que abarcan otros aspectos de la psicología política, Montero (1987) los define como un conjunto de estudios que tratan temas muy variados y que tienen poca incidencia en las investigaciones que se realizan en esta rama de la psicología. Respecto a Chile, la autora clasifica en esta categoría el trabajo de J. Villegas (1985, en Montero, 1987)* sobre reacciones psicológicas y sociales a las investigaciones científicas relacionados con temas políticos ideológicos en Chile. Este trabajo debe considerarse de interés si se tiene en cuenta que en el tiempo en que fue publicado este articulo efectivamente en Chile si se reaccionaba de manera especial a todo lo que tuviera algún tipo de connotación política.
Discusión y conclusión
Desarrollo de la Psicología Política en Chile
Del análisis anterior algunas cosas devienen bastante claras. En primer lugar, si comparamos la producción bibliográfica durante el periodo de 30 años (1956 – 1986) revisado por Montero (1987) con la cantidad de artículos, sin considerar las ponencias aquí comentadas, publicados en los últimos diez años; debemos concluir que el análisis psicológico de los fenómenos y quehacer político tiende a aumentar en nuestro país. Esto puede ligarse con la explicación que Montero (1987) entrega al plantear que en periodos de estabilidad el estudio del gobierno tiende a ir en aumento. Sin embargo, un total de 16 artículos aun es bastante poco, y este hecho puede articularse en otra explicación de Montero (1987) en el sentido de que en Chile, como en el resto de Latinoamérica, la psicología política puede no haber tenido mayor desarrollo hasta hoy debido a que "esta es una región que lucha por su desarrollo económico, en que ciertos campos de la psicología tales como el desarrollo infantil, la psicología industrial y el trabajo, el asesoramiento y los problemas clínicos responden a prioridades sociales, responsables por el impulso dado a la investigación y docencia en estas áreas" (pag.20).
Lo cierto es que se ha hecho investigación psico-politica en nuestro país. Queda, sin embargo, otro problema por resolver, y dice relación con la naturaleza misma de este cumulo de artículos, trabajos y ponencias. En efecto, casi ningún articulo de los presentados aquí reconoce en algún momento que su objeto (u objetivo) de estudio se enmarque dentro de la psicología como un campo diferenciado de otras ramas de la psicología (la única excepción a esto lo constituye el trabajo de León Guzman, 1995). Se puede decir que desde sus planteamientos efectivamente hay un reconocimiento al objeto de estudio de la psicología política, aunque no ocurriría lo mismo con respecto a esta como disciplina o rama de la psicología, por lo menos no explícitamente. No obstante lo anterior, todos estos artículos si son susceptibles de enmarcarse dentro del ámbito de la psicología política.
Lo anterior se confirma en el hecho de que no obstante no reconocerce como exponentes de la psicología política chilena, los contenidos mismos de los artículos publicados en nuestro país posibilitan el hecho de que, incluso, dichos artículos sean susceptibles de ser clasificados dentro de la perspectiva tradicional o de la emancipatoria que antes describimos como las dos principales maneras de entender la psicología política. Así, tenemos un amplio conjunto de trabajos que responden claramente al concepto y método tradicional-norteamericano de abordar el estudio de los fenómenos políticos mediante la aplicación de conocimientos psicológicos a dichos fenómenos, idea en la cual se encuentra a la base el hecho de reconocer dos disciplinas separadas (la psicología y la ciencia política) que se relacionan de manera tal que una (psicología) utilice sus explicaciones y marcos referenciales para intentar dar una explicación , desde su campo y su perspectiva, al objeto que la otra disciplina (ciencia política) le ha cedido. Claramente, tal es el caso de Bravo, 1989; Guzman, 1995; Kovalskys, 1988; Lage, 1995a; 1995b, Manzi, 1988; Moyano, 1995; Souza, Souza y Salamanca, 1993; y Villegas, 1988.
La presencia del segundo enfoque conceptualizador de la psicología política parece no estar muy representado en Chile. No se observa en los artículos publicados, excepto tal vez algunos referidos al trauma político (Becker, 1986; Padilla y Comaz-Diaz, 1987; Luco, 1989; Del Solar y Piper, 1995) aunque tampoco queda tan claro que así sea, esa actitud activa propia de Martín Baró, ni tampoco un intento por hacer una psicología social adecuada a nuestras realidades latinas (lo que le daría el carácter político a dicha psicología social, pues se estudiarían las condiciones y posibilidades del sujeto en nuestras dinámica sociales y a partir de nuestras conceptualizaciones del comportamiento político, que es también social). Por el contrario, se ven aplicaciones de teorías surgidas de otras latitudes (Europa y Norteamérica especialmente) aplicadas a fenómenos políticos sociales de Latinoamérica en particular y de Chile en particular (los mapas cognitivos en Lage,1995; 1995b; las consecuencias psicodinamicas en Bravo, etc.). Sin embargo, los estudios de identidad y carácter nacional si responden a uno de los postulados del enfoque emancipatorio, a saber, el conocimiento y estudio de nuestra propia realidad; y lo hacen en la medida que establecen causas históricas, antropológicas y psicológicas de una configuración propia de las características del latinoamericanismo o el chilenismo.
Frente a esta situación, cualquier persona puede constatar fácilmente la existencia de las dos principales corrientes de la psicología política y preguntarse luego ¿por que entonces la psicología política chilena parece no existir como tal? Tal vez sea bueno recurrir a Fernández (1987) para encontrar una posible respuesta a este dilema: "una buena parte de la psicología social y política latinoamericana (y por tanto chilena también) ha concebido su relación con su realidad como una focalización sobre fenómenos locales, mientras que al hacerlo ha seguido los cánones teóricos y metodologicos del pensamiento científico marcado por otras realidades, lo cual obstruye el desarrollo de la psicología social y política, aquí, y en todas partes" (pag. 80). La pregunta queda abierta.
Esta situación, no obstante, parece revertirse en lo que antes he llamado el desarrollo formal de la psicología política chilena, especialmente en el reconocimiento explícito que de esta área de la psicología se hace a partir de 1988 y en las dos Jornadas de Psicología Política llevadas a cabo en Santiago en 1995 (U. Católica) y 1996 (U. Diego Portales) respectivamente.
La otra cuestión importante a plantearse dice relación con como se asume el vinculo de las investigaciones en psicología política con la psicología social en nuestro país. En Chile, el trauma político se ha visto mas desde el primer enfoque mas clínico, y no tanto desde el de trauma psicosocial (el cual, a su vez, responde mejor al enfoque emancipatorio que al tradicional). Por otro lado, en las otras áreas temáticas abordadas por los trabajos publicados en Chile (o que hablan sobre Chile), es posible apreciar la predominancia de conceptos teóricos y metodología propios de la psicología social (prejuicios, categorización intergrupal, clasificación interpersonal, representaciones sociales, etc.). Esto no hace mas que reafirmar, por lo menos en este campo de estudio que tiene por objeto la percepción, la cognición y la conducta políticas, la marcada tendencia que tiene hacia el enfoque tradicional nuestra psicología política, pues se da por o menos establecida la ligazón conceptual de esta rama con la psicología social. González (2), por ejemplo, se refiere a la psicología política como existiendo en un tercer nivel, una sub-especialidad de la psicología social, análoga a una "sub-especialidad de una especialidad medica (…), no pretende ni puede ser que se transforme en un campo autónomo."
La diferencia entre los 3 enfoques de ver el vinculo con la psicología social puede estar en como se abordan los fenómenos políticos que desde la psicología son estudiados. Para León Guzman (1) el problema desde la visión tradicional es que los psicólogos se traen los fenómenos políticos a su propio campo, sin conocer las conceptualizaciones con las que desde su disciplina de origen se entienden dichos fenómenos. Por esto seria indispensable la multidisciplinariedad, porque es posible teorizar respecto a un fenómeno con una batería conceptual mucho mas amplia, y en esto concuerda también González (2) al definir la psicología política como una ciencia en la cual convergen disciplinas tales como la ciencia política, la sociología y la antropología.
El tercer problema que analizamos en la primera parte de este trabajo tiene su punto critico en el desarrollo de la psicología enChile. El asunto referido a la generación de conocimiento tiene una incuestionable respuesta en nuestro país: en Chile hay mas praxis que teoría, y en función de esto no hay lo que podría llamarse psicología política propiamente tal. En esto son enfáticos al momento de plantearlo León Guzman (1) y Roberto González (2)
Para Guzman (1), existirían etapas del desarrollo de una disciplina, y en base a estas establece una división entre la fase aplicada y la fase académica. En el caso de Chile, plantea que aun estamos introduciéndonos como psicología política en la primera fase (y la psicología en general también) que incluye la investigación para verificar aplicaciones plausibles. El principal problema, dice, se encuentra en la extrapolación sin conocer otras áreas. Ahora bien, este carácter de aplicabilidad puede entenderse en dos sentidos (1): el primero se refiere a la aplicación de conocimientos psicológicos para intentar explicar algunos fenómenos políticos. El segundo sentido se refiere mas específicamente a la utilización profesional o utilitaria de los postulados generados a partir de la investigación en psicología política como área diferenciada. Es en este sentido en el González (2) contextualiza el máximo desarrollo de la psicología política en Chile, al plantear que hay muchos psicólogos trabajando en campañas políticas, en trabajos de opinión publica, o bien, orientando a la gente que toma decisiones, ya sea a nivel de empresas, instituciones, o del mismo gobierno.
En la fase académica (1), la psicología política debe aspirar a la generación de teorías y marcos explicativos de los fenómenos políticos susceptibles de ser abordados desde una perspectiva psicológica (aunque siempre dentro de un contexto explicativo multidisciplinar). Es en este campo en el cual ambos psicólogos entrevistados coinciden en que no habría mayor desarrollo. González (2) establece el punto problemático en la casi inexistencia de psicólogos preocupados por investigar en el área, y por consiguiente, la aun mas escasa cantidad de psicólogos con post-titulos o post-grados en psicología política o en ciencia política. Plantea que para poder revertir esta situación se debe ir creando conciencia publica entre los mismos psicólogos, y eso se va a conseguir mostrando esta incipiente disciplina, de ahí la importancia de la Jornadas de Psicología Política.
De todo lo anterior, dos son las conclusiones básicas que se pueden extraer respecto al desarrollo de la psicología política en Chile. Por un lado, este campo ha surgido y se ha desarrollado en respuesta a los fenómenos políticos y sociales que han marcado el devenir de nuestro país. Así, en tiempos de Dictadura y represión militar, la principal preocupación política de los psicólogos se centró en la tortura, el exilio, y la atención terapéutica a víctimas de atropellos a sus derechos humanos. Luego, con el advenimiento de la transición política hacia la democracia, los trabajos psicológicos en este campo se volcaron al estudio de las evaluaciones cognitivas y afectivas de diversos aspectos del nuevo panorama político chileno que por entonces comenzaba a gestarse. La psicología política chilena, entonces, se ha caracterizado por ser el reflejo de unos momentos y acontecimientos determinados.
La segunda conclusión dice relación con que esta psicología política aun no se configura activa y claramente en nuestro país como un campo disciplinario diferenciado del resto de las ramas de la psicología y con un objeto de estudio propio. Esto no quiere decir que no exista, de hecho ya se habla de un comienzo formal en 1988 (1), y por lo tanto existe, solo que en forma muy difusa aún, en forma de aplicación utilitaria y profesional, en forma de temática para reunir a un grupo de psicólogos y profesionales de otras disciplinas en torno a un interés común por todo lo que tenga relación con los fenómenos políticos y lo político en si mismo. Sin embargo, no existe explícitamente en las revistas de psicología de nuestro país, aunque si implícitamente en la referencia a muchos de los contenidos publicados. Pero el aumento progresivo de la cantidad de material bibliográfico generado en Chile es un buen indicio, y también lo es la búsqueda de nuevas perspectivas teóricas en el campo de la psicología que hoy, acaso por necesidad, practican las nuevas generaciones de psicólogos.
Referencias
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Otras Referencias Utilizadas
1. Entrevista Personal a Leon Guzman G. Licenciado en Psicología, Magister en Ciencias Politicas, Docente Escuela de Psicología Universidad Diego Portales. Entrevistado el dia 22 de Octubre de 1996.
2. Entrevista Personal a Roberto Gonzalez G. Secretario Academico Escuela de Psicología P. Universidad Catolica de Chile. Entrevistado el dia 16 de Octubre de 1996.
3. Apuntes. 2da. Jornada de Psicología Politica, Universidad Diego Portales, Santiago. 14 y 15 de octubre de 1996.
Autor:
Rodrigo Valdivia Lefort
ARTICULO PARA LA CATEDRA DE TALLER DE INTEGRACIÓN lV
ESCUELA DE PSICOLOGIA, FAC DE HUMANIDADES, UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE CHILE
NOVIEMBRE 1996
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