Descargar

El jaguar en la cultura de los pueblos del antiguo México 

Enviado por anonimo


    1. Mesoamérica (indispensable breve reseña histórica)
    2. Desarrollo
    3. Los Olmecas: madre de otras culturas
    4. Aztecas
    5. Mayas
    6. Otras culturas
    7. Conclusiones
    8. Bibliografía

    "Lo que nos tranquiliza es el sentimiento casi indecible de que en cierto sentido todo es jaguar, que la cama misma es jaguar… y también la casa, oh sí, la casa misma podría ser jaguar aunque la inteligencia mas sutil vacile en aceptar semejante hipótesis"

    Julio Cortázar

    INTRODUCCIÓN

    Las religiones, el arte y la relación que se produce entre ellas (si es que no me olvido de otra forma de expresión con rasgos similares a estos), es lo que conozco en mi corto período de investigación, como fuente inagotable e imborrable de la historia. De los cuales se tienen datos materiales que perduraron a través de toda clase de cambios, y que perduraran a hasta el fin de los tiempos. Es por eso la elección del tema 1. (Seguimiento del símbolo del Jaguar a través de las distintas etapas cronológicas. Significados posibles, mitos y simbología asociada. Representaciones artísticas del mismo, teniendo en cuanta las convenciones estilísticas y soportes utilizados.)

    No solo es el tema que más interesante me pareció sino es el que me produce mayor curiosidad. En tiempos de la Modernidad, en muchísima gente está recurriendo, de alguna manera, a las fuentes religiosas ya sea por miedo de enfrentar los nuevos desafíos del futuro o por mantener una costumbre milenaria que no se quiere perder. Cerrando un poco la idea, las religiones, sean cual fueren despiertan un Interés particular y por eso quiero investigar en profundidad este tema.

    Por eso, el objetivo de este trabajo, es entender y demostrar el surgimiento del jaguar como figura mitológica, la relación entre este y la religión, la sociedad (culturanaturaleza), los chamanes y la con otras figuras trascendentes como la serpiente y el pájaro. Para concluir con su ocaso, el final muy bien conocido: la conquista Española.

    Antes de arrancar con el marco teórico deseo clarificar las zonas que componen Mesoamérica:

    Para ver el gráfico seleccione la opción "Descargar" del menú superior

    En esta breve introducción haré referencia de las características sociales económicas y religiosas de Mesoamérica (centralizándonos cuando sea necesario en el Jaguar), fechas relevantes a modo de punto de partida, y representaciones en el arte.

    Mesoamérica (indispensable breve reseña histórica)

    Las civilizaciones se desarrollaron en México y en la parte superior de Centroamérica a partir del 1400 a.C. Estas civilizaciones surgieron de un estilo de vida arcaico cazador-recolector que hacia el 7000 a.C. incluía el cultivo de pequeñas cantidades de frijol, calabaza y maíz. Hacia el 2000 a.C. los antiguos mexicanos dependían totalmente de las plantaciones de estos cultivos y frutas. Las ciudades fueron creciendo y hacia el 1400 a.C. la civilización olmeca poseía una capital con palacios, templos y monumentos construidos sobre una enorme plataforma de unos 50 m de altura y cerca de 1,6 Km. de longitud. Los olmecas vivían en la selva de la costa del golfo de México; sus rutas comerciales se extendieron hasta Monte Albán en el oeste de la República Mexicana (en el actual estado de Oaxaca) y el valle de México. A medida que fue disminuyendo el poder de los olmecas (hacia el 400 a.C.), fueron en aumento los asentamientos en las montañas del interior y, poco antes del comienzo de la era cristiana, la primera ciudad del México precolombino había alcanzado dimensiones urbanas en Teotihuacan en el valle de México. Desde el 450 hasta el 600 Teotihuacan dominó el Altiplano, comerciando con Monte Albán y con los reinos mayas que habían surgido en el suroeste de México, y conquistando a pueblos rivales por el sur incluso en el valle de Guatemala. Teotihuacán ocupaba unos 21 km2 con bloques de viviendas de varios pisos, mercados, multitud de pequeños talleres, templos sobre plataformas y palacios cubiertos de murales.

    Hacia el 700 d.C. Teotihuacán sufrió una serie de ataques que le arrebataron su supremacía. Más adelante, en ese mismo siglo, muchas ciudades mayas quedaron abandonadas, tal vez arruinadas al tocar a su fin el comercio con Teotihuacán. Otras ciudades mayas, sobre todo en el norte de Yucatán, no corrieron la misma suerte. Hacia el año 1000, una nueva potencia del México central —los toltecas— comenzaron a formar un imperio alrededor del ya existente en el valle de México y penetraron en el territorio maya de Chichén Itzá. Este imperio se derrumbó en 1168. Hacia el 1433, el valle de México había recuperado el dominio sobre la mayor parte de México como resultado de una alianza de tres reinos vecinos. El imperio floreció hasta 1519, año en el que el conquistador español Hernán Cortés arribó a la costa oriental de México y avanzó junto a sus aliados mexicanos, los tlaxcaltecas, enemigos de los aztecas, en dirección a la capital azteca, Tenochtitlán. Las luchas internas y las epidemias vinieron a debilitar a los mexicanos, circunstancias que hicieron posible que Cortés triunfara en su conquista.

    En el momento de las primeras conquistas españolas, los pueblos indígenas de México formaban parte de los dominios del Imperio azteca, de los reinos y señoríos mixtecos en el actual estado de Puebla. Tras la conquista española —que tardó más de dos siglos en abarcar a todo México— la mayoría de los grupos indígenas se vio obligada a sobrevivir como campesinos gobernados por la clase alta hispano-mexicana.

    Los pueblos mesoamericanos eran politeístas. Cada lugar tenía, además de su ídolo del lugar o dios principal, una serie de deidades para diferentes ocasiones de la vida y para diferentes ocupaciones. Mientras tales deidades eran comunes a toda la nación (por ejemplo, las parturientas acudían a la diosa de los baños y los guerreros al sol), el dios principal rara vez era el mismo en dos pueblos.         Para la adoración de sus dioses (frecuentemente ídolos de piedra verde) cada pueblo tenía en su centro, un templo y adoratorios en cuevas y cumbres cercanas. Cada dios estaba a cargo de un sacerdote, que hacía las ofrendas y fiestas acostumbradas en cada caso.

    El jaguar fue uno de los animales más importantes dentro de la cosmovisión prehispánica también llamado (Felis onca). Desde tiempos muy remotos los aztecas, mayas, olmecas representaban hombres con rasgos de felino o sus variantes. Siglos después, en Teotihuacan, este animal fue un motivo muy común, pero se representaba con atributos de otros animales, como aves y serpientes. El simbolismo étnico del jaguar alterna así dos ritmos de la noche, de la oscuridad. Lo oscuro como matriz o vientre de la tierra maternal (que genera nuevos frutos y vida) y la no luz como inmersión en una peligrosa región demoníaca. En la primera función, el jaguar es guardián de las oscuridades terrestres, desde donde brota la verde riqueza del suelo y la selva. En la segunda faceta, el jaguar mexicano se cambia en sol de tierra, sol nocturno. En numerosas mitologías, durante el crepúsculo, la exultante esfera solar  se sumerge en el mundo subterráneo.

     También era el brujo por excelencia de los hombres más importantes (como el gobernante o los sacerdotes), de los hombres vinculados a lo sobrenatural (como los hechiceros) y de los propios dioses (como Tezcatlipoca en la sociedad azteca). Tezcatlipoca era una de las deidades principales y representante del principio de dualidad. Portaba un espejo (su nombre significa espejo que humea), en el que se reflejaban los hechos de la humanidad. Divinidad aérea, representaba el aliento vital y la tempestad y llegó a asociarse posteriormente con la fortuna individual y con el destino de la nación azteca. En otro caso tenemos a la sociedad maya, que tiene como representaciones felinas (en este caso tigres) en la constitución final del hombre, los 4 hombres de maíz: Balam-Quitzé (Tigre sol o Tigre fuego), Balam-Acab (Tigre tierra), Mahucutah (Tigre luna) e Iqui-Balam (Tigre viento o aire). Éstos estaban dotados de inteligencia y buena vista, de la facultad de hablar, andar y agarrar las cosas. Eran además buenos y hermosos. También aparecen como parte del mito de destrucción en donde se decía que los jaguares de Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la Luna. Y en cuanto a los olmecas el jaguar era la figura principal de su religión. Lo veneraban porque para ellos representaba los misterios de la selva y la fuerza para sobrevivir en ella. El culto al jaguar perdura hasta el post clásico. Se muestra típicamente como una boca con colmillos. Las representaciones antropomorfas relacionadas con el jaguar mostrando en la representación simetría bilateral y es rígido.

    En Ecuador con respecto a las representaciones artísticas apenas se hallan restos de esculturas de piedra. Los mejores ejemplos se encuentran en los bajorrelieves de Manta, en Cerro Jaboncillo. También de este periodo (850-1500 d.C.) son las banquetas Manabí, unos asientos de piedra en forma de V cuyo pie está formado por una figura del jaguar o atlante, son los objetos en piedra más característicos de Ecuador. Existen, asimismo, buenos ejemplos de trabajos en metal y máscaras de jade.

    DESARROLLO

    Para el hombre mesoamericano, el animal no solo era parte de su existencia material y de su compleja vivencia espiritual, sino que jugaba un papel trascendente en el universo.

    Uno de los animales más temidos y venerados del México antiguo, fue el jaguar; este carnívoro, por su fuerza, belleza y presencia impactó a los pueblos antiguos, por lo cual lo convirtieron en el sinónimo de la fuerza brutal, la violencia y la destrucción.

    En algunos casos el felino completamente desnaturalizado, adopta una forma casi ofídica y se lo reconoce solo por las garras y las manchas características.

    El hombre imitó o mimetizó ciertas características de la conducta espacial y social de este animal tal como pudo haber imitado o tomado en préstamo ciertos rasgos culturales de otros grupos sociales humanos para dispersarse mejor en su exploración de recursos regionales y en sus relaciones socio-políticas y económicas en otros grupos humanos. Por ejemplo, entre los animales la posesión del espacio y la manutención de la prevención de una invasión de otros se combinan en iniciativa y ascendencia. Así, la orientación requiere la posición de los individuos y estabiliza el establecimiento de territorios. Un gran numero de estudios demuestra que el comportamiento territorial es fundamental para establecer relaciones y para mantener la estabilidad del grupo, tanto interna como externamente. Las acciones sucesivas de agresión, miedo, búsqueda de protección y agresión renovada pueden leerse claramente en los movimientos expresivos, sobre todo en las diferentes posiciones del cuerpo y de los músculos faciales del hocico Ej.: posición perfil facial asociada a subordinación y retirada)

    Otro aspecto a considerar es la intrínseca relación de las representaciones felínicas con la persona del "chamán", quien manifestaba una gran parte del conocimiento sobre la conducta del jaguar a través del uso de alucinógenos y visiones. Parece haber sido el chamán quien mantenía continuos contactos con grupos selváticos recibiendo enseñanzas de cómo manejar el conocimiento recibido a través de averiguaciones por medio de visiones o viajes periódicos a la selva.

    A continuación desarrollaré el papel del jaguar en las distintas culturas de Mesoamérica haciendo hincapié en el simbolismo, los posibles significados, los mitos y sus distintas representaciones artísticas.

    Los olmecas: madre de otras culturas

    Religión

    Es difícil por no decir imposible, reconstruir la religión de los olmecas, el argumento es objeto de un amplio debate entre estudiosos, los cuales coinciden ampliamente solo en un punto: en considerar al jaguar como el símbolo principal de la religión olmeca. Covarrubias por ejemplo lanza la hipótesis de que el jaguar representa a antecesores totémicos de espíritus de la naturaleza mientras Coe sugiere que éste era la expresión de la línea real olmeca descendiente de una mítica raza de hombres-jaguar.

    Los olmecas consideraban al jaguar sea como si animal totémico principal, sea sinónimo de la madre tierra y que lo vincularon al hombre a través del culto a los recién nacidos, preocupados, de éste modo, por explicar los misterios de la fecundidad y del nacimiento. Por otra parte, en su simbología, también estaba presente la serpiente acuática como símbolo del agua terrestre. De la fusión de ambos animales nació un monstruo sobrenatural en forma de serpiente-jaguar, que se volvió expresión del agua fertilizante que fecundaba la tierra, de la cual nacía la vegetación y el alimento del hombre, es decir, el maíz que era la propia vida. Y de este modo, el animal totémico y la serpiente adquirieron una forma divina que explicaba los misterios de la fecundidad y del nacimiento de los seres humanos.

    Al igual que en la mayoría de los pueblos mesoamericanos, la religión influyó en todos los aspectos de la vida diaria del teotihuacano. Como parte de sus necesidades, las deidades se manifiestan en función de éstas.

    La religión se presenta como un todo organizado y el sacerdote es el intermediario entre los hombres y los dioses.

    Es así como los dioses mismos o sus atributos se nos presentan obsesivamente a través del mural y de la escultura, ya sea ésta en cerámica o en piedra. Tlaloc, el dios del agua y de todo lo relacionado con la agricultura, es el que se encuentra mayor número de veces representado.

    La serpiente se le identifica con el miembro masculino como símbolo de fertilidad. La coa, que penetra en la tierra para que la semilla sea depositada, juega el papel de miembro masculino. La misma palabra coa y coatl no es más que una misma para diferentes cosas. Tlaloc englobaba en sí a la serpiente, el ave y al jaguar. La primera, como símbolo de fertilidad; la segunda, como nube portadora de agua. El jaguar, posiblemente, se relacionaba por el rugido o trueno que preside a la lluvia. Tlaloc, en Teotihuacan obedece a la primera necesidad; si no hay agua, no hay vida.

    Por otro lado, tenemos la representación de algunos ritos relacionados en la mayoría de las veces de la lluvia, la fertilidad, etc.… como primer ejemplo de representaciones artísticas baste citar el mural hallado en el patio oeste del Quetzalpapalotl, en donde tenemos a un jaguar que toca un caracol, tratando de atraer la lluvia, ya que el mural está presidido por el dios Tlaloc.

    Saville fue el primero en señalar que "las figuras de cara de jaguar y la cara de niño pertenecen a un mismo estilo artístico…. Que ese estilo no corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y mayas [o sea: a las otras culturas mesoamericanas de los Periodos Clásico

    Postclásico]… que los olmecas históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz fueron famosos por su trabajo en jade y en turquesa… y que la posición geográfica de esas gentes coincidía aproximadamente con la distribución de las esculturas de la cara de jaguar y cara de niño". Al estilo olmeca cabe agregar que también están incluidas las pequeñas esculturas en piedras semipreciosas y a tallas monumentales, el tigre o jaguar como motivo básico, seres humanos con bocas de jaguares, relieves en rocas, cabezas colosales, altares monolíticos, cajas de piedra, etc. Además, el estilo artístico estaba conectado, lejana pero evidentemente, con el arte teotihuacano más antiguo, con el estilo llamado totonaco, con las formas más viejas del arte maya y con los objetos zapotecas, los cuales mientras más antiguos, tendían a ser más olmecas, de modo que bien podría ser considerada esta cultura como la madre de las mencionadas y la más importante, si no la única, del desarrollo de la civilización en Mesoamérica.

    Pintura

    En el caso de la pintura, hay un ritmo y equilibrio. Por ejemplo, la pared de un cuarto tiene como parte central la puerta de acceso. Los murales que van a ambos lados de la puerta tienen el mismo motivo la simetría axial se da con los motivos pictóricos representados tanto de un lado como del otro y por lo general convergiendo hacia la puerta. En otras locaciones de la ciudad, descubrimos que las representaciones pictóricas están acordes con el espacio en que se encuentran. Así, por ejemplo, en la calle de los Muertos, existen murales de gran tamaño, que están en concordancia con el amplio espacio de la calle.

    Para ver el gráfico seleccione la opción "Descargar" del menú superior

    Escultura

     La escultura teotihuacana en piedra podemos dividirla en dos grandes grupos: aquella que está integrada a la arquitectura y que, por lo general, es de dimensiones mayores, y la escultura menor, entre la que tenemos máscaras, algunas representaciones de Huetéotl, animales, etc.

    Los olmecas Teocráticos desarrollaron la escultura en bulto y la escultura en alto y bajo relieve, combinando a menudo las dos técnicas. Mediante la primera obtuvieron cabezas colosales, altares monolíticos con sacerdotes emergiendo de las entrañas de la Tierra, cajas o sarcófagos, figuras de sacerdotes con máscaras del dios jaguar, personajes o figuras humanas sentadas o de pie, esculturas humanas con espiga (para clavarse en el suelo) y figuras zoomorfas con jaguares sedentes, hachas petaloides y con la efigie

    Saville fue el primero en señalar que "las figuras de cara de jaguar y la cara de niño pertenecen a un mismo estilo artístico…. Que es estilo no corresponde al de los aztecas, toltecas, zapotecas, totonacos y mayas [o sea: a las otras culturas mesoamericanas de los Periodos Clásico Postclásico]… que los olmecas históricos que se dispersaron por el sur de Veracruz fueron famosos por su trabajo en jade y en turquesa… y que la posición geográfica de esas gentes coincidía aproximadamente con la distribución de las esculturas de la cara de jaguar y cara de niño". Al estilo olmeca cabe agregar que también están incluidas las pequeñas esculturas en piedras semipreciosas y a tallas monumentales, el tigre o jaguar como motivo básico, seres humanos con bocas de jaguares, relieves en rocas, cabezas colosales, altares monolíticos, cajas de piedra, etc. Además, el estilo del dios

    jaguar, además de otras obras extraordinarias por su perfección en el acabado y dentro de una tradición o escuela de gran vigor. Obras que pueden ser citadas como las de los hombres-jaguar sentados que parecen llevar una máscara felina sobre el rostro. Así, el Monumento 10 de San Lorenzo representa a una figura humano-felina sentada, que agarra arcos o medias rodelas planas (llamadas manoplas por algunos), símbolos de la jerarquía del personaje.

    Para ver el gráfico seleccione la opción "Descargar" del menú superior

    como el Dios de la Lluvia, ya que fue encontrado colocado en la abertura de un canal de drenaje, a manera de guardián o de tal manera que tuviera constantemente un baño de agua corriente, enfatizando con ello su cualidad de dios de la lluvia. Los olmecas teocráticos también se empeñaron en lograr un perfecto pulimento de las superficies de los jades, interrumpido ocasionalmente por delicadas líneas incisas, para representar detalles del atavío, ornamentos, perfiles humanos, manos, escarificaciones, glifos y los mismos motivos decorativos que se observan en las hachas petaloides y humanas-felinas, en las estatuillas y en algunos ornamentos suntuarios.

    Cerámica

    En la cerámica también se llegó a niveles de gran calidad. Independientemente del uso de la misma, no cabe duda que muchas piezas alcanzaron un nivel de excelencia. Algunas se decoraron con colores. Esta pintura sobre cerámica nos muestra una fineza y un trozo impresionante, que nos habla de la calidad que llegó a desarrollar el artista teotihuacano. Hay una producción variada en cuanto a su forma y función. Una forma característica es la de los floreros de cuerpo globular y cuello estrecho, platos con pequeños soportes llamados soportes-botón, también hay vasijas que están fabricadas con barro anaranjado más conocido como "anaranjado delgado", del que le sobresalen los tazones con base anular.

    El barro fue un material predilecto para el desarrollo estético, formándose desde entonces los conceptos tradicionales que caracterizan el arte olmeca; y, así, las estatuillas modeladas en arcilla son como esculturas menores, concebidas en sus proporciones anatómicas.

    Todo lo anteriormente citado da una idea de la creciente complejidad del culto al jaguar: animal temido, ancestro totémico y dios de la tierra. La elaboración sacerdotal crea y recrea en torno al dios los conceptos que se traducen en nuevas representaciones artísticas, aunque correspondientes a aspectos de la misma deidad. A veces también resulta difícil distinguir si una figura representaba a un hombre disfrazado de jaguar o a un jaguar en proceso de llegar a ser hombre. Además el jaguar era el símbolo de las fuerzas sobrenaturales, no un simple animal, sino un ancestro y un dios.

    El arte olmeca se distingue por la simplicidad y el realismo de sus formas, por sus concepciones vigorosas y originales y por la presencia de un espíritu felino que constituye su elemento base. Esta obsesión por el jaguar, dictada por motivaciones mágico-religiosas, se nota en todas las manifestaciones estéticas, lo mismo en la cerámica que en la piedra.

    Una peculiaridad del arte olmeca es su simplicidad.

    El estilo se centra en representaciones antropomorfas de jaguares, para lo cual se utilizan algunas formas básicas y se adopta una misma convención artística, en la que se articulan algunos módulos.

    El dios jaguar pudo, por tanto, desdoblarse en deidades de la tierra, la fertilidad, la vegetación y el maíz, mientras que la serpiente de cascabel y las serpientes-pájaro comenzaron a simbolizar la lluvia o agua celeste.

    Si bien es poco lo que se sabía de la cerámica, de la religión o de la sociedad olmeca, ya que el tema principal tratado hasta entonces había sido fundamentalmente la escultura. Así además de la escultura fue conociéndose la estratigrafía de algunos lugares de la costa, de modo que se empezó a colocar a la cultura olmeca en una época anterior al Período Clásico.

    Para ver el gráfico seleccione la opción "Descargar" del menú superior

     Las fauces de jaguar podrían representar, al igual que las fauces de serpiente en la imagen cósmica de los mayas y aztecas, las puertas del inframundo en su salida y en su puesta. El jaguar es interpretado como símbolo del cielo, de la tierra y del inframundo fueron legadas a los mayas y a los zapotecas, pues ya en la primera pirámide maya en Uaxactún (Guatemala) ciudad que contiene a las más antiguas inscripciones mayas, aparece la base de la escalinata flanqueada por grandes caras de tigres de tipo olmeca modeladas en estuco, y en monte Albán se encuentra el jaguar ya a principios de la existencia de la ciudad a la cabeza del panteón junto con el dios de la lluvia; su rostro estilizado se transformó en símbolo del cielo entre los zapotecas y evolucionó en Teotihuacan, junto con otros elementos de seres míticos, hasta formar la cara del dios de la lluvia.

    Para ver el gráfico seleccione la opción "Descargar" del menú superior

    Aztecas

    En los Aztecas, el jaguar tuvo una gran influencia. Se lo denomina "Ocelotl", a quien consideraban como el rey de los animales. En Tenochtitlán los lideres militares de mayor rango, los guerreros mas importantes y feroces vestían capas, tocados y mascaras hechas de plumas y piel de jaguar y eran llamados los caballeros jaguar, cuyo titulo seria "Tlacochcalcatl", jefe de casa de armas. Los emperadores aztecas no solamente se adornaban con capas, sandalias, y utilizaban insignias hechas de jaguares; tenían también el privilegio exclusivo de utilizar en los tronos, tapetes y cojines hechos de piel de jaguar, todo como símbolo de autoridad

    La cultura de los aztecas, su historia, su sociedad, sus artes, no pueden describirse más que en estrecha correlación con sus creencias religiosas, tiránicas doctrinas donde no aparece el menos elemento de esperanza ni siquiera de virtud en el sentido cristiano.

    El principio dominante del mundo espiritual de los aztecas es el dualismo; lucha cotidiana del día y la noche, del sol y la luna… A menudo se concreta bajo las formas inesperadas, como es el caso del águila que se opone al tigre, encarnando la primera a la luz y el segundo a las tinieblas.

    Para los aztecas, el altivo pájaro es  mensajero de la voluntad divina. Su mito narra que allí donde un águila se pose sobre un nogal, se deberá erigir una gran ciudad. Y el ave de la ceñuda mirada se posó sobre la planta aludida. Entonces, los aztecas erigieron allí Tenochtitlán, la capital del imperio de los adoradores de la serpiente emplumada Quetzalcoatl. Y el majestuoso pájaro en especial era, como águila solar, quien recibía el corazón de los sacrificados.

    En la mentalidad azteca, el águila es asimismo espíritu afín al jaguar. Ambos son protectores de las potencias guerreras terrestres. El animal esmaltado de manchas preside una de las cofradías secretas de caballería azteca, mientras que la otra es regenteada por la presencia señorial del ave de pico ganchudo. Al mismo tiempo, en el trono ceremonial del monarca azteca, éste se sentaba sobre plumas de águila y disponía sobre su espalda de un retazo moteado de piel de jaguar.

    Las divinidades son innumerables; además de los creadores y de los grandes dioses las hay para las estrellas, para la tierra, la muerte, la fertilidad, la lluvia, el agua, el fuego, la bebida ritual llamada pulque y decenas más.

    El arte de los aztecas es esencialmente religioso. Se manifiesta esencialmente en las esculturas de piedra. Configura por lo general una combinación de signos simbólicos con motivos más o menos realistas. Los más célebres representan a Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, y a Coatlcue, diosa de la tierra.

    Existieron diversas escuelas de pintura, algunas de las cuales lograron un nivel artístico muy alto.

    En las artes menores, la cerámica produjo gran número de estatuillas que a menudo representan dioses solares como Xochiquetzal, Quetzacoatl, Xipe Tótem, Chalchiuhtlicue, etc.

    El trabajo de la madera proporcionó algunas obras muestras como los "tambores con lengüetas", los instrumentos más típicos del México antiguo.

    Mayas

    En la cultura Maya, el jaguar era denominado Balaam o Chac y era símbolo de poder. La gente que utiliza vestimentas de jaguar era una persona con autoridad en la sociedad, por lo general representada en los códices. El Dios del Sol, se transformaba en jaguar para poder viajar durante la noche por el mundo de los muertos. La piel moteada de este bello felino, representaba las estrellas.

    Las ruinas Mayas de Yucatán presentan elaboradas imágenes del jaguar. Para los Mayas, el sol jaguar dominaba la noche y el día, el sol jaguar al caer la tarde luchaba contra Xilbalban (el inframundo) durante la noche, venciéndolo y saliendo una vez mas al día siguiente.

    Los mayas identifican al jaguar con el número nueve, simbólico número de los países del inframundo. El dios felino es así "Señor de lo de abajo". Es también la tierra que, con sus fauces abiertas, devora al sol entre las extenuadas luces del crepúsculo. Y luego, el animal moteado se muta en sol negro, viajero de la tierra subterránea que lleva sobre si una concha marina, representación de la luna y, de manera paralela, del renacimiento (por ser la Luna, la Mujer de Plata, la que renace en el cielo nocturno luego de tres noches de muerte o ausencia).

    Su repetida victoria en el mundo infernal, le otorga al jaguar poderes como psicopompo, guía del alma de los muertos. En esta arista de su existencia, el felino se confunde con el perro Xolotl, dios canino que acompaña al sol-jaguar, al sol de tierra, en sus nocturnas incursiones por las honduras terrestres. Es la habilidad del jaguar como guía lo que permite franquear los nueve ríos que impiden el libre acceso al Chocome Mictlan, el noveno cielo, inmortal residencia de los muertos.

    En su dimensión ctónica, el jaguar se hermana también con el cocodrilo. Mixtecas y aztecas creían que la tierra surge de un cocodrilo que nada en un mar primigenio. Para los mayas, el cocodrilo de los comienzos transporta todas las geografías sobre su lomo. En su significación telúrica, el cocodrilo puede sustituir al gran jaguar como "Señor de los Mundos infernales". El terrible habitante de las aguas también  puede ser custodio de los cuatro extremos del mundo tal como acontece con el jaguar en la cosmovisión azteca. El cocodrilo de las fauces abiertas, a su vez, tal como aparece en las imágenes mayas, se identifica con el jaguar cuya fauces expandidas representan a la tierra engulléndose al sol en el ocaso. 

    Otras culturas

    Otras culturas también rindieron culto al jaguar aunque no con la reverencia de los Aztecas, Mayas u Olmecas. Los Tarascos veneraban a la Diosa XARATANGA / Xaraqua que estaba asociada al jaguar/tigre y cuyo disfraz era la serpiente, se consideraba Madre de la humanidad. Posteriormente fue destronada con la introducción del culto masculino. Los zapotecos, rendían culto a los muertos, eran usados figuras te tamaño natural de jaguar en las ceremonias. Era relacionado con la noche y el poder. En el caso de los Toltecas, estos asocian al jaguar como una figura de guerra, donde los representaban comiendo los corazones de sus enemigos y prisioneros. En el caso de los mixtecos se venera y respeta a un personaje semejante a Quetzalcoatl que tiene atributos serpentinos y de jaguar. Los zapotecos, rendían culto a los muertos, eran usados figuras te tamaño natural de jaguar en las ceremonias. Era relacionado con la noche y el poder. En el caso de los Toltecas, estos asocian al jaguar como una figura de guerra, donde los representaban comiendo los corazones de sus enemigos y prisioneros.

    Los chorotegas y los nicaraos son dos pueblos mesoamericanos asentados en la baja Centroamérica que nos han dejado una rica iconografía pintada y modelada en sus cerámicas policromas. El jaguar es uno de los temas más usuales en sus decoraciones.

    El jaguar en sus representaciones modeladas de las vasijas efigie son las más realistas, y por lo tanto, las más fácilmente identificables.

    En primer lugar, los ojos son redondos u ovalados con un punto que se esquematiza en ojos circulares casi de lechuza, las fosas nasales son un rectángulo o un semicírculo, las fauces nunca muy salientes, son un rectángulo con los dientes dibujados dentro, las orejas son pequeñas y redondeadas, las manchas de la piel se representan por círculos negros grandes y pequeños. las manchas del jaguar es un tema frecuente en la decoración cerámica que, si no van asociados a otros rasgos distintivos del felino, pareces diseños geométricos, sin ningún significado.

    En lo que respecta a la figura del jaguar pintada sobre las paredes de las vasijas, tenemos como característica general la repetición de su dibujo de perfil. Dentro de este tipo podemos distinguir tres variantes:

    • La silueta del jaguar es la representación más realista de este animal dentro del convencionalismo formal propio de la estética chorotega.
    • El jaguar esquemático. Pueden ser siluetas de jaguar muy esquematizadas o solamente unos trazos en los que no se puede distinguir al animal
    • El jaguar con las fauces abiertas y la cola levantadas.

    Cuando el jaguar no aparece representado entero puede darse que encontremos parte de sus elementos o rasgos sueltos, simbolizando que una parte del felino, el felino entero, sigue siendo la ley estilística de representar una parte por el todo.

    Es así como tenemos que el jaguar, símbolo tanto de Tlaloc como de Tezcatlipoca, simboliza preferentemente al dios de la lluvia, que soporta sobre su figura gran parte del contenido religioso-filosófico que los nahúas mexicanos atribuyeron después a Quetzalcoatl.

    CONCLUSIONES

    Así el jaguar ha tenido un profundo impacto en la cultura de los pueblos del antiguo México, sin embargo actualmente no es así. La admiración y fascinación que se tiene por jaguar aun existe pues se le mata entre otras razones, por el ego de ufanarse de haber matado un "tigre", sin embargo, también se le mata por dinero, sin la menor ética y justificación. Es necesario crear o reestablecer el respeto al jaguar, no como un ser divino, mas bien como una parte importante de los ecosistemas.

    Hay otras expresiones, en cuanto a lo artístico, de las que no tenemos un conocimiento mayor. Tal es el caso de la música, la danza o la poesía. De la primera nos han quedado algunos instrumentos musicales, como flautas y silbatos de barro, o caracoles, que se usaron con este fin. Lo que desconocemos es el ritmo y las particularidades de la música pues no tenemos documentación que nos lo diga. Lo mismo ocurre con la danza y la poesía, pues a diferencia de los aztecas, que en forma verbal y escrita informaron de ellas, para Teotihuacan no contamos con este tipo de documentación.

    La influencia de Teotihuacan en otras regiones desde el punto de vista estilístico es evidente. Lo vemos en distintos sitios, y hay uno en particular en donde hay símbolos teotihuacanos: Cacaxtala. Este lugar se encuentra en el estado de Tlaxcala, y tiene murales que fueron realizados por sus moradores los olmecas-xicalanca. Los murales muestran una batalla terrible entre personajes ataviados de aves y otros de jaguares. Así, los guerreros-ave tienen rasgos mayas y los guerreros-jaguar, del altiplano. Estos últimos vencen a los primeros.

    Es así como el arte de otros pueblos contemporáneos de Teotihuacan también nos ayuda a entender aspectos históricos y que la expresión pictórica, en este caso, además de sus propios valores, nos permite ver, desde la periferia del imperio, las necesidades y problemas que esos pueblos enfrentaban en contra de quienes representaban el poder y la fuerza: Teotihuacan.

    BIBLIOGRAFÍA

    • Lehmann, Henri, 1960, Las culturas precolombinas, Eudeba, Buenos Aires.
    • Solá, Miguel, 1936, Historias del arte precolombino, Labor S.A, Barcelona.
    • Universidad Nacional Autónoma de México, 1982, Las representaciones de arquitectua en la arqueología de américa, Dirección Gral. De Publicaciones, México.
    • Krickeberg, Walter, 1964, Las antiguas culturas mexicanas, Fondo de cultura Economica, México.
    • Schobinger, Juan, 1992, Las religiones precolombinas, Almagesto, Buenos Aires.
    • Piña Chau, Roman, 1990, Los olmecas, la cultura madre, Lunwerg Editores S.A., España. Págs. 125 a 186
    • Matos Moctezuna, Eduardo, 1990, Teotihuacan, la metrópoli de los dioses, Lunwerg Editores S.A., España. Págs. 26-27 y 107 a 182.

     El autor pidió el anonimato