Indice1. Introducción2. Objetivos3. Situación Del País (1943)5. Doctrina Justicialista6. Eva Perón7. La Caída De Perón8. El Regreso Del Exilio9. Bibliografía
1. IntroducciónResumen General de Temas Relacionados con este Trabajo Monográfico: (indicando con "" -comillas- las palabras resaltantes del mismo) Antes de las elecciones de 1946, varios postulaban la unión de todas las fuerzas democráticas para enfrentar al gobierno militar. Perón se movió con toda la relativa independencia que le permitían las relaciones coyunturales del mundo, "guerra fría", manteniendo el principio de autodeterminación de los pueblos y la solidaridad con los pequeños países. Entre sus obras más descollantes están el "estatuto del peón", "los derechos del trabajador", "los derechos de la ancianidad", "los convenios colectivos de trabajo", "la ley de previsión social", "la ley de accidentes de trabajo", "la ley de vivienda obrera", "sueldo anual complementario", "la mutualidad sindical", "las escuelas sindicales", "la ley de creación de la justicia del trabajo", "los regímenes de jubilación", "las reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso", "las proveedurías sindicales".
Además, un sueldo anual complementario se dispone a los sindicatos ofrecidos por la "Fundación Eva Perón". Y algo fundamental en la historia de nuestro país, que llegó de la mano de Evita, fue el "voto femenino". La fórmula presidencial postulada para la segunda presidencia fue el binomio: "Perón – Evita". Al morir ésta, hombres y mujeres extrañaron a su"compañera Evita".
En su relación con la Iglesia, ésta "ordenó" a los creyentes que votaran por la fórmula que integraba Perón, quien otorgó privilegios a la Iglesia durante su gobierno. Más tarde, por entredichos entre los sectores Perón ordenó que se suprimieran feriados correspondientes a celebraciones litúrgicas, aprobara la apertura de "prostíbulos" realizara un acto en contra de la posición de la Iglesia, que fuera espiritista y anticatólico. La definitiva ruptura entre Perón y la Iglesia se dio cuando esta última dispuso finalmente la excomunión mayor de Perón, luego de que dignatarios eclesiásticos fueran expulsados del país.
Allí se incluían a comunistas y socialistas que oportunamente se escudarán bajo el lema "Cristo Vence", que enarbolará la contrarrevolución del ’55 y a manifestantes del "Corpus Christi" que quemaran la bandera argentina. Como consecuencia, suprime la Dirección General de Enseñanza Religiosa "por orden técnico-administrativo inadecuado, ineficaz y oneroso".
La gente apoya "un movimiento nacional" con el peronismo. La Junta de Comandantes pretende proscribir al FREJULI, del cual fue su manifiesto "Cámpora al gobierno – Perón al Poder", prohibiendo su regreso. En su mandato implementó los "Cursos de Doctrina Justicialista". Cuando Perón muere lo sucede su esposa "Isabelita", quien al estallar el llamado "Rodrigazo" (impuestazo) e iniciado el "Proceso de Reorganización Nacional", es detenida.
Transcripción a cargo de: María de los Ángeles Navarro. Elaborado por los Estudiantes de Derecho Provincial y Municipal de la Universidad Nacional del Nordeste (U.N.N.E.): Srta. Natalia Lovey y Sr. Gastón Marcelo Navarro. Residentes en Resistencia, Chaco, Argentina.Índice
2. Objetivos Conocer cómo llega al país, qué medios utiliza, con qué costos. Trazar un paralelo con la realidad en el plano internacional, lo que puede darnos una visión más completa de los hechos y a veces hasta justificar ciertas determinaciones y decisiones tomadas por Perón en su momento. Ver los diferentes factores que influyeron a lo largo de sus mandatos, a favor, como la ventajosa situación económica al asumir su primer mandato, como en contra, su enfrentamiento con la Iglesia. Nombrar los aspectos oscuros de su política, cómo fueron los actos represivos, las persecuciones a opositores, intelectuales, etcétera. Para al final, poder dar una conclusión personal, lo más fundada posible.
Los programas y los dirigentes de los partidos políticos existentes no eran capaces de ofrecer nada de valor a la clase trabajadora. Hasta 1940 el Congreso estuvo dominado por los conservadores, que parecían totalmente indiferentes a los problemas de los trabajadores.
Éste era el escenario en 1943 cuando los jefes de las fuerzas armadas asumieron nuevamente el papel protagónico y depusieron al gobierno conservador. En el gobierno militar que surgió del golpe, el poder se fue concentrando gradualmente en las manos de un coronel destinado a dominar el curso de la política argentina durante los 30 años siguientes.
Perón fue uno de los pocos hombres de la revolución que percibió que había algo que satisfacer en el pueblo y que hacerlo iba a ser el elemento legitimador de la revolución. Perón fue uno de los hombres del G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) quien desde los cargos que ocuparía en progresivo ascenso sabría "oír" las necesidades del pueblo argentino y comenzar a planear un movimiento de opinión.
Perón fue el único dirigente militar que pareció haber visto el potencial político del movimiento obrero, algo que lo ayudó a descubrirlo fue su relación con los gremialistas. Apoyó la formación de nuevos sindicatos y una gran expansión de los que ya existían le eran favorables. Promovió una serie de medidas laborales y previsionales tendientes a satisfacer reclamos y necesidades de los trabajadores.
Perón fue nombrado ministro de Guerra y Secretario de Trabajo. El control del ejército y de la fuerza obrera quedaban en sus manos.
La Vicepresidencia de la Nación estaba vacante y por este motivo la oficialidad del ejército, puesta en asamblea, votó a los candidatos y ganó, por escaso margen, Perón designado vicepresidente con retención de sus dos cargos anteriores. La suma del poder se encontraba en sus manos.
En 1945, el gobierno peronista se veía cercado por una conjura vigorosa y audaz, que reunía en un solo impulso opositor a fuerzas tan diferentes como las grandes empresas, el estudiantado, la influencia de la embajada norteamericana, los partidos tradicionales, las asociaciones de comerciantes y ganaderos, los sindicatos ajenos a la órbita oficialista, la burocracia estatal, la marina, un sector no despreciable del Ejército, los intelectuales, la justicia, la inmensa mayoría de los diarios… Frente a esta avalancha de fuerzas, sólo restaba a Perón el manejo del aparato represivo del Estado y sus propias huestes.
El panorama político las dos grandes alternativas que habían de plantearse los argentinos en términos electorales redondeaban sus respectivas propuestas. De un lado, la democracia liberal, políticamente formalista y convencional, deseosa de retornar al sistema anterior a la revolución del ’43 con las correcciones debidas. Del otro lado, fervoroso caos popular que tenía a Perón por líder indiscutido y se abrigaba un profundo contenido nacional y una adelantada actitud en el campo social.
Varios de los partidos políticos y diversas agrupaciones cívicas postulaban desde tiempo atrás la unión de todas las fuerzas democráticas para enfrentar al gobierno militar: "Unión Democrática de Fuerzas Opositoras".
Las elecciones de 1946 habían dejado sorprendido a los partidos tradicionales. Las elecciones fueron, desde el punto de vista de la libre emisión del voto, las más impecables de cuantas se habían realizado en el país.
Ningún presidente había llegado al poder en condiciones tan favorables como las de ese momento. Argentina era un país acreedor. Solamente Gran Bretaña le debía 1.700 millones de dólares, la hambreada Europa de posguerra aseguraba la colocación de nuestra carne y nuestro trigo durante varios años, la producción industrial improvisada en la Argentina durante el conflicto no sentiría a corto plazo el impacto de la competencia extranjera, puesto que el proceso de transformación de la industria de guerra a la de paz iba a requerir un lapso de razonable duración. Por consiguiente, estaba asegurada la plena ocupación, los altos salarios la inversión del ahorro nacional en prioridades que el nuevo gobierno podía determinar con toda generosidad. Más importante que esto era el tono general del país, optimista, eufórico. La guerra había sido pasada sin mayores perjuicios, por lo menos en esos momentos se lo veía así, con una posición que mantuvo durante 5 años una singularidad; la neutralidad argentina, que recién se interrumpe en marzo de 1945 cuando la guerra está terminada.
El sistema de Perón debía basarse obligatoriamente en condiciones de abundancia, de alto consumo, de plena ocupación y de gruesos saldos exportables. Cuando este contexto –que no tenía posibilidades de prolongarse mucho– se resquebraja, la política de Perón se haría sinuosa, contradictoria y brutal, aplastada por una realidad mucho más poderosa que su personal optimismo. Las condiciones que marcaban el comienzo de la gestión de Perón le permitían un plazo justo para intentar una trasformación total o un cambio que liberara a la Argentina de su tradicional condición agro exportadora.
Se desarrollaba la Guerra Fría y sus participantes eran Estados Unidos y la Unión Soviética. La Argentina no quería estar en ninguno de ambos bandos, por eso Perón lanza la denominada Tercera Posición o Tercer Mundo.
Cosa retórica ya que en los grandes foros internacionales, la delegación Argentina votó casi siempre junto con los Estados Unidos, pero se mantuvo aislada de organizaciones como el F.M.I., la UNESCO y la FOA, respondiendo así solamente a la política económica que Perón llevaba a cabo.
Esta idea de la Tercera Posición hizo que el pueblo se sintiese más nacionalista que nunca, dándoles la idea de que nuestro país podía ponerse a la altura de las economías internacionales y mantener una posición neutral.
La Tercera Posición era respaldada por la Tercera Guerra Mundial, que no se concretó.
Política Internacional
El triunfo de 1946 había sido la victoria del sentimiento nacional herido por la intromisión del Departamento de Estado en nuestra política interna.
Perón se movió con toda la relativa independencia que le permitían las relaciones coyunturales del mundo, "guerra fría", manteniendo el principio de autodeterminación de los pueblos y la solidaridad con los pequeños países.
Política Económica
La Economía del sistema peronista fue en un primer momento, nacionalista, estatista y autarquizante. Nacionalista porque se traspasó al país una serie de actividades o servicios que hasta ese momento se encontraban en manos de países o empresas extranjeras.
La Argentina, durante la Segunda Guerra Mundial había venido acumulando reservas de dinero importantes en Gran Bretaña lo cual la convertía de país deudor a acreedor. Se encontraba en una posición muy especial reforzada por el hecho de ser proveedora de materias primas en un mundo que recién empezaba a construir sus economías y sus sistemas productivos después de la guerra.
Es decir que el Estado tuvo una enorme ingerencia en la vida económica del país. El número de agentes públicos aumentó considerablemente y las regulaciones se fueron tornando más pesadas a medida que la política económica sufría algunos tropiezos. Se comenzaron a hacer campañas de abaratamiento del costo de vida, de regulación de los precios y de una política netamente estatista.
Y con respecto al carácter autarquizante de la economía se debía a la idea de que la Argentina tenía entidad suficiente y un tipo de producción tan variada como para poder autoabastecerse.
Pero también tenía la contra de que en algún momento tenía que terminarse, rápidamente se encontraría con que su política era cada vez más difícil de mantener. Esta política que sostenía la Argentina de estatista, autarquizante y nacionalista, no podía en efecto seguir durante mucho tiempo.
La política económica es lo que define la filosofía general del régimen peronista, mucho más que el régimen represivo que monta Perón y que es posiblemente el que muchos argentinos recuerdan más. Tiene una primera etapa de realizaciones muy espectaculares. Con la nacionalización del Banco Central y la subsiguiente creación del IAPI, el nuevo gobierno tomaba firmemente el control del sistema crediticio, los tipos de cambio y el comercio exterior, actividad en la que era un virtual comprador de la producción de cereales y de oleaginosos y encargado además de su colocación en los mercados exteriores El IAPI además llegó más tarde a encargarse de las operaciones financieras del Estado Argentino, con la compra de materias primas o de bienes de capital. Era una política estatizante y nacionalista y en ese particular momento del país y del mundo parecía la única posible. No hay que olvidar que en el 45 se vivía todavía ideológicamente en todo el mundo bajo el signo del new deal rooselveltiano y bajo el signo del triunfo laborista en Gran Bretaña. Esas características se afirmaron con medidas de parejo significado, como la repatriación de la deuda externa, la creación de las empresas de Gas del Estado y Flota Aérea Mercante Argentina, la expropiación de elevadores de granos de propiedad privada, la compra de la Unión Telefónica, la compra de los ferrocarriles de capital francés. Luego uno de los actos más espectaculares discutidos del gobierno de Perón, la adquisición de los ferrocarriles ingleses.
El análisis frío de la política económica durante los 3 ó 4 primeros años de su presidencia puede hacer parecer descabellada la política de Perón, puesto que a fines de 1947 ya se había evaporado el 32% de las reservas de divisas acumuladas durante la guerra. Recordaremos la frase jactanciosa de Perón de que no se podía caminar por el Banco Central de tan abarrotado que estaba de lingotes de oro. Tres años después el país estaba en una virtual cesación de pagos. La política peronista no sólo condenaba a la liquidación de las reservas, sino que tenía una secuela inevitable que era el aumento de la tendencia inflacionaria. Y, en última instancia, también el refuerzo del vasallaje de nuestra economía al depender, cada vez más, la industria liviana de importaciones de materias primas y combustibles. Una política de subsidios a la industria liviana, una política impositiva y salarial tendiente a mantener altos niveles de consumo popular, por supuesto, no podía caminar mucho tiempo.
Dijimos que el análisis de esta política puede hacerla parecer como descabellada; sin embargo no lo era si se aceptaba la premisa que Perón sostenía como de cumplimiento inevitable: la próxima guerra mundial. Perón estaba convencido que en 1950 o 1952 estallaría una tercera guerra mundial no atómica, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el año 1950, no solamente hablaba de la próxima guerra como inevitable, sino que se permitía dar algunos consejos a los estrategas yanquis sobre cómo ganar la guerra. De modo que la premisa sobre la cual basaba su política económica podía o no ser equivocada, pero indudablemente, si se aceptaba ese prerrequisito, la política económica de Perón era la del hombre al que se le va agotando el dinero pero que está seguro que en la próxima lotería va a ganar mucho y entonces sigue gastando. ¡Lo que pasó es que no se dio la lotería!
Política Social
Con la intención de realizar una más equitativa redistribución del ingreso se planearon mejoras sociales que implicaron mejores salarios y legislación laboral, indemnizaciones por despido, salario familiar, vacaciones pagas, etc.
Uno de los más importantes méritos del peronismo reside justamente en estas medidas. El gobierno insistió con su política de reformas sociales (sobre todo en la primera presidencia) constituyéndose en un verdadero portavoz y defensor de la clase obrera.
Diez años de intensa obra social cambió la Argentina de la explotación y la esclavitud de 1945 en la comunidad justa y solidaria de la Argentina del ’55. Esta transformación es ya suficientemente conocida en el mundo. De una carencia absoluta de leyes de trabajo y previsión social que nos colocaba en el último lugar, hemos pasado en sólo 10 años a estar a la cabeza del mundo en la materia.
El "estatuto del peón", "los derechos del trabajador", "los derechos de la ancianidad", "los convenios colectivos de trabajo", "la ley de previsión social", "la ley de accidentes de trabajo", "la ley de vivienda obrera", "sueldo anual complementario", "la mutualidad sindical", "las escuelas sindicales", "la ley de creación de la justicia del trabajo", "los regímenes de jubilación", "las reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso", "las proveedurías sindicales", etcétera, etcétera.
Son sólo una pequeña parte de la enorme legislación promovida.
En la Argentina estas leyes se cumplen en su totalidad bajo el control de las propias organizaciones profesionales. Algunas cifras darán una idea sobre la forma de su cumplimiento. Los salarios de 1945 a 1955 subieron el 500%; el salario real se mantuvo en un mejoramiento del 50% pues el costo de vida sólo llegó, con el control de precios de primera necesidad, a un aumento de 250%. Así el costo de la vida en la Argentina se mantuvo en un nivel medio correspondiente a la mitad de la mayor parte del mundo.
Mediante el estatuto del peón y sus sucesivos ajustes entre 1945 y 1955 los sueldos de estos trabajadores aumentaron el 1000% término medio.
En 1945 las leyes de jubilación no amparaban sino a medio millón de habitantes. En 1955 puede considerarse que todo el que trabaja de obrero, profesional y empresario tiene asegurado su régimen jubilatorio, amparo que cubre a más de 15 millones de habitantes en la vejez y la invalidez.
Un sistema de pensiones a la vejez cubre asimismo la imprevisión y el olvido en que vivieron los trabajadores en los regímenes pasados, gobernados por los mismos que hoy quieren asumir el papel de libertadores sin que nadie los tome en serio.
Sólo durante el primer plan quinquenal (1946 – 1951) se construyeron 350 mil viviendas para empleados para obreros en toda la república. En el segundo plan quinquenal hasta el ’55 se llevan construidas más de 150 mil. Así los trabajadores que antes vivían en conventillos sucios y hasta de 10 en cada pieza, comienzan hoy a ser propietarios de su casa y vivir decentemente.
Más de 10 millones de trabajadores argentinos reciben un sueldo anual complementario que les permite disfrutar de un mes de vacaciones en las sierras, en el mar o en los buenos hoteles de que disponen los sindicatos o les ofrece la "Fundación Eva Perón".
Más del 25% de los trabajadores tienen participación en las ganancias de las empresas, ya sea porque son ellos mismos los dueños, por sistema cooperativo o porque patrones inteligentes y justos así lo han dispuesto.
El sistema mutual de los sindicatos ofrece asimismo la provisión barata de cooperativa para los artículos de primera necesidad, como asimismo un servicio asistencial completo mediante modernos policlínicos, maternidades, consultorios externos, odontológicos, etcétera.
Además para la elevación cultural y social de la masa, una verdadera red de escuelas sindicales se extiende hacia todos los sindicatos. En ellas se imparten enseñanzas de todo orden y se forman dirigentes capacitados.
Al establecer nuestro gobierno la absoluta gratuidad de toda la enseñanza, abrimos las puertas de la instrucción y la cultura a todos los hijos del pueblo. Se terminó así con la odiosa discriminación y se dio acceso a todos por igual, para que de acuerdo con sus aptitudes, pudieran labrarse su porvenir.
La creación del Ministerio de Educación de la Nación posibilitó dedicar una gran actividad y los fondos necesarios, para encaminar y costear las diversas disciplinas escolásticas, científicas y técnicas.
En cuanto a la organización sindical diremos simplemente que en 1945 existían 500 sindicatos agrupados en 3 centrales obreras (Unión Sindical Argentina, C.G.T. Nº 1 y C.G.T. Nº 2) con 1 millón de afiliados. En 1955 existe una sola central obrera (C.G.T.), 2500 sindicatos, con más de 6 millones de afiliados.
Los trabajadores argentinos bien se lo merecen porque es lo mejor que el país tiene y precisamente por eso, porque son buenos y porque son los que todo lo producen. (Juan Domingo Perón).
Reforma Constitucional De 1949
En 1948, Perón señala la necesidad de reformar la Constitución Nacional a fin de adecuarla a los nuevos tiempos.
En enero de 1949 se reúne, en sesión preparatoria, la Convención Nacional Constituyente, por lo que Perón expresa: "lo que quiere el pueblo es eliminar injusticias sociales."
En marzo queda sancionada la nueva Constitución Nacional, cuyo texto incluye importantes modificaciones al espíritu liberal de 1853; se integran los Derechos del Trabajador, de la Familia, de la Ancianidad y de la Educación y la Cultura; se estipula que "la propiedad privada tiene una función social, y, en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común. Incumbe al Estado fiscalizador la distribución y la utilización del campo, e intervenir con el objeto de desarrollar e incrementar su rendimiento en interés de la comunidad, procurando a cada labriego o familia labriega la posibilidad de convertirse en propietario de la tierra que cultiva.
El artículo 39, sostiene que "El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tiene como principal objeto el bienestar social".
El artículo 40 garantiza que "los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón, de gas y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales son propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación".
En otro de sus artículos se posibilita la segunda presidencia de Perón, estableciendo la reelección presidencial".
Las veinte verdades del justicialismo
Como un catecismo justicialista se extractaron las verdades esenciales de nuestra doctrina, las que fueron leídas personalmente por mí el 17 de octubre del año 1950 desde los balcones de la Casa de Gobierno. Ellas son las siguientes: La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo. El justicialismo es esencialmente popular. Todo círculo político es anti popular y, por lo tanto, no es justicialista. El justicialista trabaja para el movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo o a un hombre o caudillo, lo es sólo de nombre. No existe para el justicialismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan. En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho, que crea la dignidad del hombre y, es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume. Para un justicialista no puede haber nada mejor que otro justicialista. Ningún justicialista debe sentirse más de lo que es ni menos de lo que debe ser. Cuando un justicialista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca. En la acción política de escala de valores de todo justicialista es la siguiente: primero la Patria, después el movimiento y luego los hombres. La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para el bien de la Patria que es la felicidad de los hijos y la grandeza nacional. Los dos brazos del justicialismo son la justicia social y la ayuda social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor. El justicialismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes, pero no mártires. En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños. Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el peronismo tiene su propia doctrina política, económica y social: el Justicialismo. El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humana. Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. Como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. Como doctrina social, el justicialismo realiza la justicia social, que da a cada persona su derecho en función social. Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre. En esta tierra, lo mejor que tenemos es el Pueblo.
La Tercera Posición Doctrinaria Para nosotros los justicialistas el mundo se divide hoy en capitalistas y comunistas en pugna: nosotros no somos ni lo uno, ni lo otro. Pretendemos ideológicamente estar fuera de ese conflicto de intereses mundiales. Ello no implica de manera alguna que seamos en el campo internacional, prescindentes del problema.
Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del individuo por el Estado. Ambos "insectifican" a la persona mediante sistemas distintos. Creemos más; pensamos que los abusos del capitalismo son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría razón de ser, creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el comienzo de la desaparición del efecto.
Esto lo hemos probado nosotros durante los ocho años de nuestro gobierno en que, el Partido Comunista en nuestro país, alcanzó su mínima expresión. Para ellos nos bastó suprimir los abusos del capitalismo procediendo por evolución en los sistemas económicos y sociales.
Es indudable también que esta revolución reaccionaria, al destruir parte de nuestras conquistas y volver a los viejos sistemas, traerá consigo un recrudecimiento del comunismo en la Argentina. El comunismo es una doctrina y las doctrinas sólo se destruyen con otra doctrina mejor. La dictadura militar con su sistema de fuerza y arbitrariedad pretenderá destruir con la fuerza lo que es necesario tratar con inteligencia. Ni la policía, ni el ejército son eficaces en este caso. Una justicia social racionalmente aplicada es el único remedio eficaz y, los militares, entienden muy poco de esto. Menos entenderán aún estando como están en manos del más crudo reaccionarismo conservador y clerical.
Nuestra doctrina ha elaborado consecuentemente con la concepción ideológica toda una técnica de lo económico y lo social, como asimismo en lo político.
En lo económico abandonamos los viejos moldes de la "economía política" y los reemplazamos por la "economía social" donde el capital está al servicio de la economía y ésta al del bienestar social. En lo social el justicialismo se basa en la justicia social a base de dar a cada individuo la posibilidad de afirmar su derecho en función social. Se capitaliza al Pueblo y se da a cada uno la posibilidad de realizar su destino, de acuerdo a sus calidades y cualidades, dentro de una comunidad que realiza a sí mismo por la acción de todos. En lo político buscamos congruentemente, el equilibrio entre el derecho del individuo y el de la comunidad.
Yo puedo afirmar que el pueblo Argentino es justicialista y que las conquistas alcanzadas no pueden ser destruidas por la reacción. Nuestra doctrina sólo podría ser superada por otra doctrina mejor y, en la reacción, no veo hombres capaces de construir nada permanente.
En cambio creo que la lucha se ha desencadenado en el Pueblo argentino, a raíz del establecimiento de la dictadura militar oligarca clerical, será una tonificación para nuestro movimiento justicialista. La historia prueba que las doctrinas, para triunfar, necesitan ser combatidas. Ello las fortalece y las extiende. Si los cristianos no hubieran sido arrojados al circo, quizá el cristianismo no habría llegado al siglo XX.
Nuestro movimiento es doctrinario. Podrán destruir nuestras estatuas y aun nuestras instituciones, pero, no lograrán neutralizar los sentimientos y la convicción de muchos millones de justicialistas convencidos, místicos y aun fanáticos.
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