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Ricardo Flores Magon – Antología Libertaria 2


Partes: 1, 2

  1. Manifiesto a todos los trabajadores del mundo
  2. Cada quien su clase
  3. Muera el orden
  4. La paz
  5. Trabajadores abrid los ojos
  6. A los trabajadores mexicanos
  7. Hacia el comunismo
  8. Los plebeyos debemos arreglar las cosas
  9. A los huelguistas y a los trabajadores en general
  10. El pueblo mexicano es apto para el comunismo
  11. El gobierno y la revolución económica
  12. Manifiesto
  13. ¡Muera la autoridad! ¡Mueran los ricos!
  14. Sin gobierno
  15. ¡Muera la autoridad!
  16. La revolución social

3 de Abril de 1911

Manifiesto a todos los trabajadores del mundo

"Compañeros: Hace un poco más de cuatro meses que la bandera roja del proletariado flamea en los campos de batalla de México, sostenida por trabajadores emancipados, cuyas aspiraciones se comprendían en este sublime grito de guerra: ¡TIERRA Y LIBERTAD!

El pueblo de México se encuentra en estos momentos en abierta rebelión contra sus opresores y, tomando parte en la general insurrección, se encuentran los sostenedores de las ideas modernas.

Los convencidos de la falacia de las panaceas políticas para redimir al proletariado de la esclavitud económica.

Los que no creen en la bondad de los gobiernos paternales ni en la imparcialidad de las leyes elaboradas pro la burguesía, (().

Los que saben que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, los convencidos de la acción directa, los que desconocen el "sagrado derecho de propiedad".

Los que han empuñado las armas para el encumbramiento de ningún amo, los que luchan para destruir la cadena del salario. Estos revolucionarios están representados por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (519 ½ E. 4th St. Los Ángeles Cal. USA) cuyo órgano oficial, Regeneración, explica con claridad sus tendencias.

El Partido Liberal Mexicano, no lucha por derribar al dictador Porfirio Díaz para poner en su lugar a un nuevo tirano.

El Partido Liberal Mexicano toma parte en la actual resurrección con el liberado y firme propósito de expropiar la tierra y los útiles de trabajo para entregarlos al pueblo, esto es, a todos y cada uno de los habitantes de México, sin distinción de sexo.

Este paso lo consideramos esencial para abrir las puertas a la emancipación efectiva del pueblo mexicano.

Ahora bien: se encuentra igualmente con las armas en la mano otro partido: el Antirreleccionista, cuyo jefe, Francisco I. Madero, es un millonario que ha visto aumentar su fabulosa fortuna con el sudor y con las lagrimas de los peones de sus haciendas.

Este partido lucha por hacer "efectivo" el derecho de votar, y fundar, en suma, una república burguesa como la de Estados Unidos.

Este partido netamente político, es, naturalmente, enemigo del Partido Liberal Mexicano.

Porque ve en las actividades de los liberales un peligro para la supervivencia de la república burguesa.

Que garantiza a los políticos, a los buscadores de empleo, a los ricos, a todos los ambiciosos, a los que quieren vivir a costa del sufrimiento y de la esclavitud del proletariado, la continuación de la desigualdad social, la subsistencia del capitalista, la división de la familia humana en dos clases: la de los explotadores y la de los explotados.

La dictadura de Porfirio Díaz está por caer; pero la revolución no terminará por ese solo hecho; sobre la tumba de esa infame dictadura quedarán en pie y frente a frente, con las armas en la mano, las dos clases sociales; la de los hartos y la de los hambrientos.

Pretendiendo la primera, la preponderancia de los intereses de la casta, y la segunda, la abolición de esos privilegios por medio de la instauración de un sistema que garantice a todo ser humano el pan, la tierra y la libertad.

Esta lucha formidable de las dos clases sociales en México es el primer acto de la gran tragedia universal que bien pronto tendrá como escenario la superficie de todo el planeta.

Cuyo acto final será el triunfo de la fórmula generosa, libertad, igualdad, fraternidad, que las revoluciones políticas de la burguesía no han podido cristalizarla en hechos, porque no se han atrevido a hacer pedazos la espina dorsal de la tiranía: capitalismo y autoritarismo.

Compañeros de todo el mundo: la solución del problema social está en las manos de los desheredados de toda la tierra, pues solamente exige la práctica de una gran virtud: la solidaridad.

Vuestros hermanos de México han tenido el valor de enarbolar la bandera roja.

No para hacer un pueril alarde de ella en inofensivas manifestaciones en calles y plazas que casi siempre terminan en arresto y la descalabraduras de los manifestantes por los cosacos de los tiranos, sino para sostenerla firmemente en los campos de batalla como un reto gallardo a la vieja sociedad que se trata de aplastar, para fundar en terreno sólido la sociedad nueva de justicia y amor.

Nuestros esfuerzos, por poderosos y abnegados que sean, serían aniquilados por la acción solidaria de la burguesía de todos los países del mundo.

Por el solo hecho de haber efectuado su aparición la bandera roja en nuestros campos de batalla mexicanos, la burguesía de Estados Unidos ha obligado al presidente Taft a enviar veinte mil hombre a la frontera de México y barcos de guerra a los puertos mexicanos.

¿Qué hacen entretanto, los trabajadores de todo el mundo?

Cruzarse de brazos y contemplar, como en las sillas de un teatro, las personas y las cosas de este tremendo drama.

Que debería conmover todos los corazones, que debería sublevar todas las conciencias, que debería hacer vibrar intensamente los nervios de todos los desheredados de la tierra, y ponerse en pie como un solo hombre para detener las escuadras de guerra y marcar el alto a los esclavos de uniforme de todos los países.

¡Agitación! Es el supremo recurso del momento.

Agitación individual de todos los trabajadores concientes.

Agitación colectiva de todas las sociedades obreras y de la del libre pensamiento.

Agitación, en el seno de los hogares de todas partes donde pueda haber oídos dispuestos a escuchar, conciencias capaces de indignarse, corazones que no se hayan encallecido con la injusticia y la brutalidad del medio.

Agitando por medio de cartas, de manifiestos, de hojas sueltas, de conferencias, de mítines.

Por cuantos medios sea posible, haciendo comprender la necesidad de obrar pronto y con energía a favor de los revolucionarios radicales de México que necesitan tres cosas; protesta mundial contra la intervención de las potencias en los asuntos mexicanos, trabajadores concientes y decididos a propagar la doctrina de emancipación social entre los inconscientes y dinero, dinero y más dinero para el fomento de la revolución social de México.

Compañeros: reimprimid este manifiesto, traducidlo a todos los idiomas y hacedlo circular por todos los ámbitos del mundo.

Pedid a la prensa obrera que lo inserte en sus columnas, leed Regeneración, y enviad vuestro óbolo a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano; 519 ½ E. 4th St.. Los Ángeles, California, USA.

Nuestra causa es vuestra; es la causa del taciturno esclavo de la gleba, del paria del taller y de la fábrica, del galeoto de la marina, del presidiario de la mina, de todos los que sufrimos la inquietud del sistema capitalista.

Nuestra causa es la vuestra; si permanecéis inactivos cuando vuestros hermanos reciben la muerte abrazados a la bandera roja, daréis con vuestra inacción un rudo golpe a la causa del proletariado.

No nos ocuparemos en demostraros que ha sido a vuestra indiferencia, a vuestra falta de solidaridad, al desconocimiento del deber que tenéis de uniros para precipitar el advenimiento de la revolución a lo que se ha debido el retardo lamentable de la era nueva, en la que existirán la patria universal de los libres y de los hermanos.

Ahora tenéis a la vista la revolución social de México, ¿qué esperáis para obrar?

¿Aguardáis a que este generoso movimiento sea aplastado para llenar el espacio con vuestras protestas, que serán impotentes para volver a la vida a vuestros mejores hermanos y para extirpar de los pechos el desaliento que provocaría el fracaso, fracaso que vosotros mismo habéis preparado con vuestra indiferencia?

Meditad, compañeros, y obrad en seguida, sin pérdida de tiempo, antes de que vuestra ayuda llegue demasiado tarde.

Comprended el peligro en que nos encontramos enfrente de todos los gobiernos del mundo, que ven en el movimiento mexicano la aparición de la revolución social, la única que temen los poderosos de la tierra.

Compañeros: cumplid con vuestro deber.

Dado por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en la Ciudad de los Ángeles California, USA, a 3 de Abril de 1911.

Ricardo Flores Magón,Librado Rivera Figueroa Anselmo L. Figueroa, Enrique Flores Magón". (De Regeneración)

22 de Abril de 1911

Cada quien su clase

"Proletario: duélete de tu propia condición. Tus hijos anémicos, canijos, mugrientos, reclaman tu atención.

Tu compañera sufre, casi siempre en silencio; las consecuencias de tu docilidad para tus verdugos.

Tú eres el culpable de que tus hijos tengan hambre; sobre tu conciencia debe pesar el dolor y la desventura de los tuyos.

Sí, tú eres el culpable porque desprecias a los de tu clase y admiras, sigues, aplaudes y vitoreas a los ricos, a los que brillan por el oro que han amontonado con tu sudor.

De esa manera como tu mismo forjas las cadenas que te hacen esclavo.

Rebélate proletariado; pero rebélate con los tuyos, quienes como tú, tienen las manos encallecidas por el trabajo y las espaldas encorvadas por las duras tareas.

Mas no te rebeles así como quiera.

No seas fuerza ciega, sino esfuerzo consciente.

Ataca, incendia, derriba, destruye, reparte la muerte.

Llevando en tu cerebro la idea por tu clase, de que vas a emancipar tu clase, de que vas a destruir el derecho de propiedad individual para que la riqueza no siga por más tiempo siendo el patrimonio exclusivo de los ricos y de los intelectuales, esto es, de los hombres de estudios.

Únete a las filas del Partido Liberal Mexicano.

Rechaza indignado a todos aquellos que traten de decirte a que sigas a Madero, porque óyelo bien: Madero es un verdugo, es el verdugo de clase.

Madero es rico y no piensa sino en aumentar su riqueza.

Ayer hizo millones explotando a tus hermanos en sus haciendas.

Ahora quiere hacer millones con la sangre de los humildes.

Despierta, proletario: llama a la vergüenza en tu auxilio.

¿No te sientes humillado ante la altanería del rico?

Te roba el producto de tu trabajo y se mofa de tu mugre y de tus andrajos.

Para el rico tu no eres el creador de la riqueza y del lujo que él goza, sino un "pelado".

Tú haces sus palacios, y si te atreves a llegar a ellos, llamará a la policía para que te lleve a la cárcel.

Tú levantas sus cosechas, más debes cuidarte de rondar por sus almacenes porque puedes morir de un balazo o ir a para a la cárcel.

Tú fabricas las ricas telas y los confortables muebles y tapices que no son para tu compañera ni para tus hijos.

Tú haces todo lo que contribuye a que la vida se más agradable, arreglas los paquetes, construyes y pules las carreteras, compones las calles, tiendes los rieles, haces las casa para tener que pagar tú mismo por habitarlas.

En fin, lo hace todo, todo sale de tus manos creadoras.

Sin embargo, no ganas más que lo estrictamente necesario para que medio repongas las fuerzas perdidas para seguir creando riquezas, riquezas, riquezas.

Obteniendo, para ello el desprecio de los que te explotan; pues para ellos no eres otra cosa que un "plebeyo", un ser de condición inferior, perteneciente al populacho y a la canalla.

Rebélate, indignado, hermano. Ve a tomar las armas; pero no con tus verdugos, no con Madero, sino con tus hermanos los miembros del Partido Liberal Mexicano.

Madero quiere que sigas trabajando como hasta aquí pues la revolución de él solamente beneficia a los hombres de clases encumbradas.

Rebélate con la resolución inquebrante de tomar posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo, para el beneficio de todos.

Recuerda que la tierra vino a quedar en poder de unos cuantos por medio de la conquista, esto es, de la violencia, y por otros medios más o menos malos como el robo, el fraude, la astucia, el agio.

Los que no la obtuvieron por alguno de estos medios la compraron o la recibieron por herencia, si la compraron lo hicieron con el dinero que representaba el sudor de la clase trabajadora.

No es un robo lo que vamos a cometer los liberales mexicanos, sino un acto de justicia, el más hermoso que ha contemplado los siglos, el más sublime de que han sido testigos las edades.

Compañeros: empujad a vuestros compañeros a que trabajen por la felicidad de la familia.

Es una vergüenza que en este siglo haya pobres y ricos, La ciencia ha venido a descubrir que todos somos iguales; que todos, por lo mismo, tenemos derecho de vivir.

Para conquistar este derecho debemos tomar posesión de la tierra y de la maquinaria y no trabajar más para los amos".

(De Regeneración)

13 de mayo de 1911

Muera el orden

"¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos, todos los partidos de lo que se llama orden.

El orden es para esas pobres gentes que sólo puede subsistir estando la humanidad sometida a la férula del polizonte, del soldado, del juez, del carcelero, del verdugo y del gobernante.

Pero eso no es el orden.

Yo entiendo por orden; armonía, y la armonía no puede existir mientras haya sobre la superficie del planeta seres humanos que tienen qué comer en abundancia, y seres humanos que no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca.

Si todas las cosa estuvieran bien arregladas, si toda criatura humana tuviera qué comer, tuviera dónde resguardarse de la intemperie sin tener que pagar alquiler de casa, en una palabra, si todos tuvieran lo necesario para vivir con decencia y sin incertidumbre por el porvenir, entonces no habría nadie que se atreviera a decir: yo soy más que tú, ¡obedéceme!

Entonces habría orden porque habría armonía.

Nadie tendría que disputar a otro, nadie tendría envidia a nadie.

Todos seríamos hermanos y saldrían sobrando el polizonte, el soldado, el juez, el carcelero, el verdugo y el gobernante.

Saldrían sobrando porque conquistada la armonía entre los seres humanos por la conquista de la libertad económica el parasitismo de los funcionarios públicos no tendrían ya razón de ser.

Los funcionarios públicos no son, como se cree, los guardianes del orden.

El orden, que es la armonía, no necesita guardianes, precisamente porque es orden.

Lo que si necesita guardianes es el desorden, desorden escandaloso, vergonzoso y humillante para los que no nacimos para esclavos, es el que reina en la vida política y social de la humanidad.

Desorden es que una clase social pese sobre otra clase social, pues no debe existir más que una sola clase; la de los productores, esto es, la de los trabajadores.

La humanidad se convertirá en clase trabajadora, cuando la tierra y la maquinaria pertenezcan a todos, pues entonces todos tendrán que trabajar para comer.

Para mantener el desorden, esto es, para mantener la desigualdad política y social, para mantener los privilegios de la clase alta y tener sometida a la clase baja, es para lo que se necesitan los gobiernos, los carceleros, los jueces, los verdugos y toda una caterva de altos y pequeños funcionarios que chupan las energía de los pueblos de la tierra.

No es para proteger a la humanidad para los que existen esos funcionarios, sino para tenerla sometida, para tenerla esclavizada en beneficio de los que se han dado maña para retener hasta hoy la tierra y la maquinaria.

¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos los partidos del desorden, esto es, los partidarios de la desigualdad social y política de la especie humana.

No; el desorden no es la esclavitud de una parte de la humanidad por otra parte de ella, sino la libertad de toda la especie humana,

Al orden burgués, los mexicanos contestamos con nuestra rebeldía.

Contra ese orden gritamos: ¡muera el orden! Porque es un orden que maniata la libre iniciativa del ser humano, porque es un orden del cuartel o de presidio.

MUERA EL ORD

(De Regeneración)

3 de junio de 1911

La paz

"Muy lejos está todavía el día de la paz.

El arreglo Madero- Díaz sólo ha venido a demostrar dos cosas: que Madero no es el jefe de la revolución y que el pueblo no se conforma con el cambio de tirano.

El pueblo quiere una cosa bien definida: la abolición del hambre, y como la boleta electoral no es harina sino papel, quiere algo más substancioso: Pan.

Eso es en cuando a las aspiraciones de los trabajadores.

Por lo que respecta a la burguesía, se ha dividido en diferentes banderías: reyistas, maderistas, obregonistas, "científicos", figueristas, orozquistas y así por el estilo.

El clericalismo, por su parte, levanta la cabeza y se presenta osadamente cono Partido Católico Nacional.

Los que esperaban que esta revolución sería una revuelta de ópera bufa que terminaría con el encubrimiento de un nuevo tirano, están ahora espantados.

La anarquía reina en México, dicen esos pobres de espíritu, sin saber que la anarquía es orden basado en el apoyo mutuo.

Lo que hay en México es estos momentos es el desbordamiento de todas las ansias, buenas y malas; las malas ansias de los caudillos de llegar al poder y oprimir a su vez; las buenas ansias de los libertarios de acabar con los privilegios para establecer la igualdad bajo las firmes bases de la emancipación económica del proletariado.

Madero, es un simple madero flotando sin rumbo en ese mar encrespado.

Díaz es un náufrago que se agarró del "madero" para no perecer ahogado en ese océano de aplastantes pasiones.

¡La Paz! Pobre paja en medio del torbellino revolucionario.

El Partido Liberal Mexicano lucha sin tregua enarbolando su Bandera Roja por todas partes y sosteniendo con vigor su generoso principio: Tierra y Libertad.

El triunfo será para los desheredados si resueltamente se adhieren al Partido Liberal Mexicano".

(De Regeneración)

24 de junio de 1911

Trabajadores abrid los ojos

"La prensa maderista y, en general, la prensa burguesa, continúa su tarea de desprestigio del movimiento del Partido Liberal Mexicano.

Protestamos una vez más, y no nos cansaremos de hacerlo, contra la absurda imputación de que los liberales pretendemos segregar la Baja California para entregarla a los Estados Unidos.

No, mexicanos; no pretendemos hacer tal cosa.

Nuestro movimiento es bastante amplio, y no se reduce a la actividad revolucionaria de Baja California.

No se trata de un movimiento mezquino confiado en un rincón del país, sino de un amplio movimiento en casi todos los Estados de la República Mexicana.

La prensa diaria de México, fijaos bien, habla de persecuciones a cuadrillas de bandidos de todo el país.

No hay tales bandidos: son libertarios, son hombres generosos que no han depuesto sus armas ni las depondrán hasta que los trabajadores sean libres por medio de la toma de posesión de la tierra y de la maquinaria de producción, para el libre uso de todo ello por todos y cada uno de los habitantes.

¿Quién se ha preocupado por los pobres?

¿Bajo la férula de que presidente ha sido feliz la clase trabajadora?

Los gobiernos se han preocupado únicamente por el bienestar de las clases ilustradas y ricas.

Para esas clases si ha habido libertad; para esas clases si ha habido bienestar.

Para el pobre, lo de siempre: el cuartel, el presidio, la ley fuga, el trabajo agobiador, la miseria, el hambre y el desprecio de los que están arriba.

Tantos siglos de servidumbre y tiranía han hecho que los liberales de hoy no confiemos en promesas de aspirantes a la presidencia.

Todos los gobernantes que hemos tenido han ofrecido al pueblo la misma cosa: la libertad y la felicidad del pueblo.

Torrentes de sangre ha costado al pueblo el encumbramiento de sus gobernantes, y el resultado ha sido siempre el mismo; la tiranía y la miseria.

El remedio no es el voto, mexicanos.

El remedio está en vuestras manos: conquistad la emancipación económica.

Libres de patrones y de capataces, seréis libres políticamente.

Nuestros padres y todos los generosos luchadores por la libertad y la felicidad del pueblo mexicano, creyeron que la libertad política era bastante para conseguir la Libertad, la igualdad y la fraternidad.

La experiencia nos ha demostrado que la libertad política es una mentira más o menos bella cuando se trata de los pobres.

Libertad política la hubo y muy amplia bajo la administración del Gran Indio Benito Juárez, y si interrogáis a vuestros padres sobre si fueron felices entonces, os contarán que no. El problema del hambre estuvo en pie bajo la administración de Juárez como sigue estando hoy.

Eso se explica, porque los gobernantes, por bien intencionados que sean, no pueden acabar con la miseria, es preciso que el gobernante ponga en poder del pueblo trabajador la tierra y la maquinaria de producción, y ningún gobernante puede hacer tal cosa desde el momento en que los gobiernos están instituidos precisamente para velar por los intereses de la clase capitalista.

Es una ilusión figurarse que el gobierno es la representación del pueblo.

El gobierno es la representación de la clase capitalista.

El pueblo trabajador no hace otra cosa que nombrar como gobernante a quien las clases ilustradas y ricas quieren imponer.

Es en los bufetes de los abogados, en las oficinas de los comerciantes y de los dueños de negociaciones de todas clases donde se encogen los hombres que han de tener por misión el gobierno del País,

De esos bufetes, de esas oficinas no pueden salir hombres pertenecientes a la clase trabajadora, sino simples burgueses cuyo interés no es otro que prolongar la agonía de los humildes, que refrenan la ansia de libertad y de justicia de los proletarios, que tener la ignorancia y en la miseria a los trabajadores, convencidos de que el hombre se envilece por la miseria y el sufrimiento, y un hombre envilecido no piensa en su redención.

Mexicanos: se os engaña cuando se os dice que con el derecho de votar vais a ser libres.

Comprended de una vez que hay dos clases sociales que nada tienen en común: la de los ricos y la de los pobres.

Los ricos quieren que siempre haya pobres, porque gracias a la desigualdad social pueden vivir en la holganza.

Los pobres, por el contrario, no quieren que haya ricos, porque sin ellos no habrá quien los explote.

Entre estas dos clases debe existir necesariamente un estado de guerra hasta que los pobres tomen posesión de la tierra y de la maquinaria de producción, cosa que logrará por medios pacíficos, sino por medio de la violencia.

Los que tienen en su poder la riqueza, no van a conseguir de que se les despoje de ella, y si esperásemos que por medio de la ley se declarase la expropiación de los bienes que detentan los ricos, sería tanto como pretender un imposible.

Contra una ley semejante, se levantarían en armas todos los explotadores.

En vista, pues, de que una reacción de la burguesía para defender sus bienes será la violencia, el Partido Liberal Mexicano considera que es indispensable que los desheredados hagan uso de la fuerza para obtener los bienes materiales que necesitan para ser verdaderamente libres.

Ni Madero ni ningún otro hombre podrá hacer libre a la clase trabajadora; es la clase trabajadora misma la que tiene que luchar por su libertad, uniéndose resueltamente al Partido Liberal Mexicano que esta propuesto a no rendir las armas, pues por medio de ellas tendrá que arrebatar de las manos de los poderosos estos dos grandes bienes que tiene inscritos en la gloriosa Bandera Roja: Tierra y Libertad".

(De Regeneración)

1º. De julio de 1911

A los trabajadores mexicanos

Compañeros:

La prensa diaria informa de nuestras huelgas que están teniendo lugar en muchas partes de nuestro infortunado país.

La misma prensa da cuenta de como sois tratados los huelguistas por parte de la nueva Dictadura Madero-De la Barra.

Por esa prensa se sabe que se os está asesinando en diferentes partes del país por los llamados soldados del Ejército libertador.

Esto os enseñará que no debéis esperar protección del gobierno.

El gobierno está instituido para proteger a los ricos y para aplastar a los pobres.

El gobierno no tiene corazón.

No esperéis enternecer al gobierno con el cuadro de la miseria de vuestros pobres hogares.

En vano mostraréis al gobierno el dolor conjunto de vuestros hijos enflaquecidos por el hambre y de vuestra leales y sufridas compañeras extenuadas por las privaciones y la desnudez.

A vuestras demandas de pan, responderán las ametralladoras del gobierno y con el hierro y con el fuego se acallarán los gritos angustiados de vuestros estómagos vacíos.

Para el proletario no hay justicia precisamente porque es pobre y la ley sólo sirve para ultrajar y befar al pobre.

Esto os enseñará, compañeros, a no pedir.

Es necesario tomar. Armaos, compañeros, Armaos, hermanos de miseria y de cadena.

No os declaréis más en huelga: tomad posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del campo.

Desconoced resueltamente el derecho de propiedad que es un derecho inicuo que condena a una mayor parte de la humanidad, a la gran mayoría de la humanidad, a estar sujeta a la voluntad de los ricos.

Declarad guerra a muerte a los ricos, tomad todo lo que ellos poseen para que, de hoy en adelante: tierra, minas, fábricas y talleres sirvan para el uso y disfrute de todos, hombres y mujeres.

De este modo conquistaréis vuestra emancipación económica que es la base de todas las libertades.

Los ricos son libres precisamente porque no dependen económicamente de nadie.

Lo que se gana por medio de las huelgas es ilusorio.

Suponed por un momento que por falta de solidaridad entre los mismos ricos ganaseis una huelga.

Trabajéis ocho horas y vuestros salarios serán un tanto mejores; pero entonces vuestros amos tendrán más caro lo que producís y os encontraréis, sino en una condición peor, al menos igual a la que os hacia sufrir ante la huelga, y la agonía de vosotros y de la de los vuestros continuará como siempre.

No abandonaréis el lugar de trabajo ni os crucéis de brazos tomad posesión de la mina, del taller, de la fábrica, del campo; trabajad bajo un pie de igualdad y estableced un sistema de intercambio de productos.

Fúndense almacenes en que se depositen los productos de toda clase y a los cuales tengan acceso todos aquellos que hayan contribuido con su trabajo a la producción, para que tomen de ellos lo que necesiten.

Todo esto es posible, compañeros, No se necesita más que una cosa: no reconocer a los patrones el derecho de apropiarse una parte de la producción.

Si el patrón quiere comer, debe empuñar él mismo la herramienta y trabajar codo con codo con sus esclavos emancipados ya.

Armaos, compañeros.

Haced buen acopio de la dinamita y de nitroglicerina.

Contra la fuerza brutal de nuestros verdugos, debemos emplear los oprimidos la fuerza bruta también.

Con ruego no se obtiene otra cosa que el desprecio de los de arriba.

Escupid el rostro de los que dicen "todavía no es tiempo".

Abofetead al que se atreva a deciros: "es preciso que los trabadores se eduquen primero para que puedan gozar e tales beneficios".

Esos, compañeros, son los que quieren vivir a costa de vuestro sacrificio y de vuestro infortunio.

Ellos saben bien que en las condiciones en que vivís, nunca podréis educaros.

Ellos saben bien que desde niño, tiene el proletario que abandonar la escuela para alquilar sus bracitos a los maldecidos capitalistas.

Ellos saben bien que después del trabajo agobiador de cada día, no tenéis otro deseo que el de descansar para volver a reanudar al día siguiente la tarea de presidiario que os veis obligado a ejecutar por unos cuantos centavos.

¿Cómo podríais educarlos así?

Y aun cuando pudierais educaros, en las escuelas oficiales se enseña al niño precisamente lo contrario de lo que debe enseñársele para que cuando hombre ya, pueda emanciparse.

En las escuelas se enseña a los niños a respetar todo aquello que debe ser cordialmente odiado.

En el cerebro tierno de la infancia se prenden ideas erróneas que más tarde es muy difícil hacer que desaparezcan.

Se enseña al niño a considerar a su patrón como su segundo padre.

Se enseña al niño a odiar a los hombres de otra raza distinta a la suya.

Se enseña al niño a considerar al capitalista como a un hombre que se ha deslomado para amasar una fortuna.

Se enseña al niño a venerar un trapo de determinado color al que hay que defender, aunque no tenga un palmo de tierra de la patria.

Se enseña al niño a considerar al gobernante como un individuo que resume en sí el poder de todo el pueblo, cosa que es una solemne mentira, porque el gobernante no pertenece más que a la clase privilegiada, cuyos intereses defiende, intereses que, por lo demás, son diametralmente opuestos a los de la clase proletaria.

Con una educación así, se forman esclavos, pero no hombres libres.

Así, pues compañeros de miseria y de esclavitud, abrid los ojos.

Enarbolad la Bandera Roja de los humildes de la tierra y gritad: ¡Mueran los ricos! ¡Viva Tierra y Libertad!

Si así lo hacéis, el movimiento reivindicador del Partido Liberal Mexicano que ésta en pie, recibirá un vigoroso impulso y arrancará hasta las más profundas piedras el cimiento del odioso edificio de la sociedad vieja y prostituida, para elevar el edificio de la Sociedad Nueva de justicia y amor.

Compañeros: Uníos resueltamente al Partido Liberal Mexicano que es el de vuestra clase.

Recordad que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos.

Romped las boletas electorales y con vuestra saliva arrojadlas a la cara de Madero".

(De Regeneración)

29 de julio de 1911

Hacia el comunismo

"Nuestra conducta, siempre digna, nos permite dirigir la palabra a todos aquellos que han asumido una actitud diametralmente opuesta al espíritu de ánimo de la revolución triunfante".

Estas palabras son de Juan Sarabia y las tomo de un artículo escrito por él en "El Diario del Hogar", de la ciudad de México, bajo ese título: "Democracia, no Anarquía".

Es largo el artículo, pero poco dice.

Se reduce a manifestar que el pueblo mexicano es ignorante y que, por lo mismo, no entiende nuestros principios, y se tira por todo lo alto con estas palabras: ¿Qué conciencia puede tener la inmensa mayoría de un pueblo que ha vivido treinta y cinco años en la opresión y el la ignorancia, de esas altas filosofías, de esas revolucionarias doctrinas sociológicas que ni cerebros preparados y cultos pueden digerir fácilmente?

La mayor parte del artículo de concreta a invitarnos a que digamos a nuestros hermanos libertarios que depongan las armas y se retiren a sus hogares.

Los liberales no hemos asumido una actitud diametralmente opuesta al espíritu que animó la revolución que Juan llama "triunfante".

Nosotros no creemos que Madero es la revolución.

Tampoco creemos que los proletarios que militaros bajo las ordenes de Madero hayan empuñado el fusil con el único deseo de ganar "Sufragio efectivo y no reelección".

En tal cerebro de esos proletarios alentaba la idea de cambiar de condición.

Las gentes sencillas creyeron que se trataba de acabar con la miseria, que se trataba de hacer algo a favor de los humildes.

Madero mismo comprendió cual era el espíritu de la revolución y, para atraerse a nuestro hermanos proletarios, les decía, por medio de sus agentes, que nosotros estábamos de acuerdo con él, y hacia promesas de dar tierra y de dignificar al trabajador.

Nosotros no nos unimos a Madero; pero desde que se inició la insurrección, mejor dicho desde el primer número de "Regeneración", en Septiembre del año pasado, advertimos a los trabajadores que lucharan por el exclusivo beneficio de su clase y que desconfiasen de los movimientos encabezados por la clase ilustrada y rica que promete mucho a los pobres para ser ayudados por éstos, olvidándose de sus promesas cuando ven cumplidas sus ambiciones.

Ahora se están convenciendo los trabajadores de que fueron víctimas del engaño, pues el Gobierno no puede ponerlos en posesión de la tierra y de la maquinaría de producción, y es por eso por lo que el movimiento esencialmente económico del Partido Liberal Mexicano está siendo día con día reforzado por cientos de soldados maderistas que, con armas y bagaje, se lanzan a luchar bajo la bandera roja del proletariado, sostenida por los liberales que luchan por Tierra y Libertad.

La prensa capitalista anuncia con pavor que los maderistas, que están resistiendo a ser desarmados, se resisten porque los agentes de Madero les dijeron que luchaban por lo mismo que continúa luchando el Partido Liberal Mexicano.

La misma prensa capitalista anuncia, casi a diario, que los soldados maderistas están pasando a las filas liberales.

La misma prensa capitalista espantada, está acusando a Madero por haber hecho promesas, entre ellas las de la tierra, que no puede cumplir.

La misma prensa capitalista da noticias diarias que la huelga general casi toda de carácter revolucionario.

La toma de posesión de la tierra por los habitantes del Estado de Morelos, por los peones del campo del Estado de Yucatán, por los compañeros Yaquis del Estado de Sonora, por los indios de las márgenes de Playa Vicente, en Veracruz, etc., etc…

La misma Prensa capitalista da cuenta del movimiento del Partido Liberal Mexicano en casi todo los Estado de la República, movimiento puramente económico.

Ve, pues, Juan Sarabia, que nosotros no hemos asumido una actitud diametralmente opuesta al espíritu que animó y ANIMA actualmente la revolución.

Naturalmente los políticos de las clases directoras quisieron detener el movimiento revolucionario con la caída de Díaz para sentar a Madero en el Sillón Presidencial.

Pero los liberales que no nos conformamos con eso y queremos que la lucha llegue a su fin.

El fin que espanta a los convenencieros, a los cobardes, a los que se sienten con fuerza para acometer una empresa titánica, pero salvadora: la toma de posesión de la tierra, de la maquinaria de producción y de los medios de transportación para el uso y disfrute de todos y cado uno de los habitantes de México, hombres y mujeres.

Este fue el espíritu de la revolución y sigue siéndolo, por supuesto, radicalizándose cada vez más, como que cada día despiertan nuevas conciencias y el movimiento toma mejor orientación.

Ya ves Juan Sarabia que no se necesita un pueblo de sabios ni de filósofos para que haya revolución económica.

Se necesita solamente un pueblo de valientes, y valientes que están mostrando los mexicanos en su tarea de aplastar el privilegio que tienen los ricos de aprovecharse del trabajo humano, y el privilegio que se arrogan los gobernantes de declararse amos de los pueblos.

El pueblo mexicano es ignorante en su mayoría; pero es inteligente y comprende que su salvación no está en elegir un nuevo gobernante, sino en tomar posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del campo, del barco, del ferrocarril, de todo, en fin, para que ya no haya hambre, para que todos seamos iguales y hermanos,

Compañeros trabajadores; continuad ingresando al Partido Liberal Mexicano.

No esperéis nada bueno de los gobiernos.

Haceos justicia desconociendo el derecho de propiedad individual.

Que todo sea para todos.

No esperéis a que este hecha la paz para que un gobierno misericordioso ponga en vuestras manos todo lo que existe.

Tomad inmediata posesión de todo".

(De Regeneración)

29 de julio de 1991

Los plebeyos debemos arreglar las cosas

"¡Romperé la Constitución y el Plan de San Luís…!"

"Estas fueros las airadas palabras que salieron de los labios del "apóstol" de la Democracia, Don Francisco I. Madero, cuando una comisión de potosinos se acercó a él pidiéndole que no apoyara la candidatura del Doctor Cepeda para la Gubernatura de San Luís Potosí.

Asegura la comisión potosina que conforme a la Constitución no puede se Gobernador el Doctor Cepeda, porque no nació en el Estado.

Ni ha vivido en él por un espacio de cinco años.

Por otra parte. Alega la comisión Potosina que el Plan de san Luis ofrecía el "sufragio efectivo" y que, por lo tanto, madero no debe imponer candidaturas.

Cuando oyó esto el tiranuelo dijo rojo de rabia: "Cepeda debe ser Gobernador, y para seguirlo, romperé la Constitución y el Plan de San Luís".

Maderistas de buena fe; mucho os he hablado sobre la inocencia de los pueblos que creen en las promesas de los que ambicionan encaramarse sobre sus hermanos.

Madero fue ayer el defensor de la Democracia.

¿Qué es ahora que ya consiguió?:encaramarse sobre los hombros del pueblo? ¡Un tirano!

La ley, lo repito una vez más, es el trapo de suelo de los gobernantes.

No luchemos para encaramar a nadie sobre nuestros hombros.

Luchemos por conquistar algo efectivo: la tierra y la maquinaría de producción.

Maderistas: imitad el noble ejemplo de muchos de vuestros hermanos que han desertado de las filas del maderismo, para unirse a los liberales que luchan con entusiasmo para obtener la libertad económica al grito sublime de ¡Tierra y Libertad!

No esperéis que un gobierno ponga en vuestras manos la tierra.

El taller, la fábrica, la mina, el barco, el ferrocarril, todo lo que es necesario para la producción y distribución de la riqueza.

Partes: 1, 2
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