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Cosmovisión andina y minería en el Perú


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Marco conceptual
  3. Características de las culturas en los Andes
  4. Cosmovisión andina y economía de mercado
  5. Las empresas andinas y la flexibilidad para los cambios territoriales y sectoriales: Pilares del Desarrollo Territorial
  6. Conclusiones

Introducción

Deberá tomarse en cuenta que las empresas mineras en el Perú, por estar ubicadas mayormente en las altas montañas, están rodeadas de comunidades campesinas andinas, en las cuales predomina una cultura originaria que es preciso que las empresas conozcan esa cultura, para actuar con mayor equidad y responsabilidad social.

En ese sentido, para lograr una empresa minera responsable se requiere de profesionales no sólo de alto nivel técnico, sino también de óptimos profesionales para tratar la parte socio-cultural del entorno empresarial, con capacidades para:

a) Hacer propuestas de desarrollo concertado con el Estado, la sociedad civil y el sector empresarial.

b) De "habilidades para interactuar con otros grupos de interés…habilidades "multitasking" para optimizar prioridades; así como talleres de empatía, comunicación y gestión de la diversidad" (exposición de Collas, en la "Feria Expomina 2012, Lima).

c) Conocimientos y habilidades para entender y actuar de acuerdo a los roles que les dan las familias andinas a hombres, mujeres y generación para el trabajo y la gestión institucional, así como las diferencias de género en relación a las percepciones que tienen sobre las empresas mineras y los proyectos de desarrollo. Particularmente, debe saberse los motivantes que hacen que las mujeres participen en la toma de decisiones y en el trabajo en las empresas mineras.

En ese sentido, el presente capítulo tiene por objetivo exponer los componentes de la visión de las sociedades andinas y el enfoque moderno de desarrollo territorial (tratando de identificar los puntos de encuentros), los cuales deberán ser promovidos por las empresas y el Estado, porque la cosmovisión andina es la matriz cultural mediante la cual piensan y actúan las poblaciones originarias de los Andes. En tanto que el desarrollo territorial (DT) es un enfoque moderno que ayuda a actuar en la diversidad productiva y social, así como sirve a las instituciones para que gestionen sus proyectos con una visión integradora.

El uso de ambos enfoques de manera articulada y en consenso mutuo de las poblaciones de origen no andino y los andinos (de igual manera deberán tratarse las relaciones con las comunidades amazónicas o los pobladores criollos), deben ser componentes necesarios de los planes de relaciones comunitarias de las empresas mineras. Esto reducirá los conflictos sociales que se vienen convirtiendo en caldo de cultivo para quienes se oponen a la inversión y al desarrollo.

Marco conceptual

  • Cosmovisión andina y desarrollo territorial

Dado que las empresas mineras tienen que interactuar mayormente con las comunidades andinas del entorno de sus operaciones, se hace necesario el establecimiento de puentes culturales entre las empresas mineras y los campesinos.

Puentes que deberán servir para abrir un diálogo intercultural entre la cultura moderna empresarial y la cosmovisión andina, cuyo concepto más genérico se refiere a la forma originaria de pensar e interpretar que tienen las poblaciones originarias de los Andes. Cosmovisión que explica el origen y la existencia de los recursos naturales, económicos y sociales, donde se incluyen a los ayllus (conjunto de familias) y hoy a las comunidades campesinas.

Por otra parte, el enfoque moderno del Desarrollo Territorial se define "como un proceso de transformación productiva e institucional de un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza[1]y lograr la competitividad. Enfoque que tiene como características principales: promover el desarrollo de capacidades de la población bajo diversas formas de asociación y cooperación entre los productores (por ejemplo, las cadenas productivas organizadas por el ayllu de familias, cuya actuación va desde los centros de producción en los Andes hasta los mercados en la Costa y en la Selva) que se identifican con su territorio.

Con el enfoque del Desarrollo Territorial no solamente se les orienta a las empresas los roles para el desarrollo de sus entornos, sino también al Estado, para que implementen estrategias para la gobernabilidad y la gobernanza (alianza entre instituciones para el desarrollo socio-económico del territorio), mediante la necesaria propuesta de un plan de desarrollo territorial en las regiones y microrregiones. Así como también el DT incentiva la participación de la sociedad civil en esos procesos.

El concepto y las estrategias del Desarrollo Territorial concuerdan en cierta manera (aunque con ciertas distancias) con los principios de la cosmovisión andina, como son: la identidad cultural territorial, la articulación dimensional (como cultura, economía, tecnología, sociedad), la totalidad y la sectorialización productiva integradas en el territorio, para lograr la competitividad territorial y la marca territorial. Proceso en el que debe tenerse en cuenta la existencia de proyectos de desarrollo tanto de las empresas como también de las comunidades nativas.

  • Ordenamiento territorial, cuenca y corredores logísticos

Es importante distinguir el concepto de desarrollo territorial de otras nociones aparentemente similares, como por ejemplo: ordenamiento territorial y cuenca. Con respecto al concepto ordenamiento territorial nos remite a la identificación de las zonificación económica y social que integran un determinado espacio.

El ordenamiento territorial son los lugares en que en una determinada cuenca, por ejemplo, se deben ubicarse las ciudades, los centros industriales o las áreas agropecuarias, con cada una de sus especies o los centros mineros.

El concepto de cuenca se define como «… un espacio biofísico que capta el agua de lluvia y la deposita en un río o fuente principal (lago, laguna e incluso un océano), considerándolo desde su parte más alta de captación, hasta lo que se ha considerado como valle o parte plana o semiplana circundante a dicha fuente» (Alfaro, J. y Cárdenas, A: 1989).

De acuerdo a los estudios de Dourojeanni, A. (1994) se puede determinar que existen dos fines en el análisis de la gestión de cuencas:

a) el manejo de los recursos naturales de una cuenca determinada y b) el desarrollo integral del espacio. Para ello, se deberá tener en cuenta que toda cuenca tiene distintos espacios, tales como los forestales, praderas, agricultura, hídrico, áreas eriazas y áreas de reserva. Estos espacios evolucionan gracias a diversos factores entre los que se encuentran las organizaciones sociales (Sánchez, P: 1996).

Por otro lado, el enfoque moderno del "desarrollo territorial", a diferencia del ordenamiento territorial y la cuenca, es un proceso que hacen los actores sociales, las instituciones y las poblaciones para lograr el desarrollo integral de un espacio territorial determinado, en una cuenca o microcuenca.

En tal sentido, Gallicchio, E y Winchester (2003), refiriéndose al desarrollo territorial explican lo siguiente, este espacio no es sólo visto como un territorio físico.

El territorio debe ser visto no como un lugar donde las cosas suceden o aterrizan. El DT debe ser visto como un conjunto de dimensiones y variables (físicas, biológicas, económicas y socio-culturales) que van formando la construcción de un mejor desarrollo socio-económico y cultural.

En cambio, en la cosmovisión andina se divide al espacio o el territorio ("pacha" que es la unión de espacio y tiempo) de las cuencas y el universo en tres partes: a) "Hananpacha" (el mundo de arriba, de los "apus" y hoy se incluye a la cruz cristiana). b) el "Uk"upacha" (el mundo de abajo o el interior de la tierra y c) el "Kaypacha (el mundo en que vivimos). Y cada espacio de esta tripartita tiene dioses y roles en la vida social de las comunidades.

Por ejemplo, en el mundo de bajo se origina la vida de los animales y los pastos, por lo tanto, cuando la minería formal no toma en cuenta esta tripartición del espacio en esta cultura andina, no puede entrar a negociar en el plano cultural y se sumerge exclusivamente en el campo del Derechos Positivo de la Constitución, que refrenda el principio que el subsuelo es de propiedad del Estado, de todos los peruanos.

Esa postura no es entendida ni respetada por los pobladores andinos, porque para ellos milenariamente le pertenecen los tres espacios, además esa posición se refuerza con el principio del "comunitarismo" andino que se opone relativamente con lo "societal" o la sociedad regional y nacional. Por eso hay que entrar a negociar culturalmente y con el Derecho Positivo para la entrada o expansión de una empresa minera.

Asimismo, los territorios y las cuencas tienen varios corredores económicos logísticos, cuyo concepto se asocia a la idea de un determinado espacio territorial, donde existen pueblos, comunidades, centros productivos, etc. que están unidos por diversos medios de comunicación, carreteras y mercados distantes.

Los proyectos de desarrollo aprovechan estos corredores para potenciar resultados e impactos al tratar de articular la economía de los productores (aprovechando sus ventajas productivas y competitivas), con los grandes mercados regionales, nacionales y con el mercado global.

En la cultura andina también son vistos (aunque no con la misma interpretación) los conceptos de ordenamiento territorial, cuenca y corredores económicos. Como se verá más adelante, en la cultura andina la noción de cuenca está vinculada a la noción de la identidad territorial de los pobladores andinos, los cuales se sienten originarios de una determinada cuenca gracias a una montaña o "apu" (que se encuentra en la cabecera de cuenca), que les dio la vida, el agua, las tierras, todas las zonas de producción (cultivos y ciudades ubicadas de acuerdo a zonas de producción y pisos agroecológicos) y todos los servicios ambientales que componen esa cuenca, a la cual hay que conservar y cuidar (son por ejemplo, los restos arquitectónicos de las "Huacas Sagradas" y sus entornos productivos que superviven en Lima).

Los corredores económicos (logísticos) en la cultura andina tienen como vestigios los caminos de herradura, como el "Gran Capac Ñan" o el camino de los Incas. Aunque en las épocas prehispánicas los objetivos de los intercambios eran la redistribución y el trueque de productos entre pueblos ubicados en distintos pisos ecológicos; en cambio hoy se ha creado el mercado en esos corredores económicos.

Pasando a ser el mercado (que ha reemplazado a los poderes de los estados regionales o del Imperio Inca) y las carreteras los que articulan e integran la diversidad de productos agropecuarios, comunidades y centros urbanos (costa, sierra y selva).

Los corredores permiten un flujo constante de comunicación e intercambio de bienes y servicios dentro de cada región[2]incluso los corredores económicos que hoy cruzan a las cuencas y las articulan a las economías de las comunidades más alejadas con el mercado global.

Características de las culturas en los Andes

En la perspectiva de análisis de la matriz cultural andina de hoy, se debe enfatizar por un lado, las características culturales que vienen del pasado y las características de la cultura moderna que han venido modificando a aquella cultura; como sostiene Ricardo Soto Sulca[3]refiriéndose a J.M. Arguedas:

"La comunidad campesina o comunidad de indios no es una organización social estática o que vive de simbolismos de añoranza, sino que por el contrario los comuneros o indios tienen una idea de progreso (modernidad) consciente o inconscientemente.

Arguedas nos manifestaba: En Puquio, viendo trabajar en faenas a los comuneros de los cuatro ayllus, asistiendo a sus cabildos, sentía la incontenible, la infinita fuerza de las comunidades de indios, esos indios que hicieron, en veintiocho días, ciento cincuenta kilómetros de carretera que trazó el cura del pueblo.

Cuando entregaron el primer camión al Alcalde, le dijeron: Ahí tiene usted, señor, el camión, parece que la fuerza le viene de muchas ventosidades que lanza, ahí lo tiene, a usted lo va a beneficiar más que a nosotros; mentira, se beneficiaron mucho más los indios, porque el carnero que costaba cincuenta centavos, después costó cinco soles, luego diez, luego cincuenta y los indios se enriquecieron, a tal punto que alcanzaron un nivel de vida y una independencia económica tan fuerte que se volvieron insolentes y la mayoría de los señores de Puquio se fueron a Lima, porque no pudieron resistir más la arrogancia de estos comuneros"1.

Es decir, las cultura andinas de hoy no son estáticas o congeladas en el tiempo, pues, se vienen modernizando en diversos ritmos (donde unos grupos o comunidades se van desarrollando más que otros) aún sin perder los elementos básicos de sus culturas originarias.

Esas raíces culturales y las formas de incorporar la modernidad (entre ellas la organización de sus empresas y negocios) deben conocerse en las relaciones comunitarias de las empresas mineras. Será esto una extraordinaria manifestación de Responsabilidad Social Empresarial. A continuación se expone algunas de las características de la cosmovisión andina y las incorporaciones de la cultura moderna.

  • Concepto de totalidad orgánica y la especialización en la valoración del conocimiento campesino

El conocimiento de la realidad y sus posibilidades de transformación o desarrollo en las sociedades andinas se orientan por la percepción de la naturaleza y la sociedad de manera totalizador (ver diagrama).

En ese sentido, la visión y las percepciones de estas sociedades andinas sobre la naturaleza y la sociedad es holística, es decir, la realidad la perciben e interpretan como un todo orgánico (articulación dimensional, como propone el Desarrollo Territorial, aunque no siempre en la misma perspectiva).

Ellos perciben y toman decisiones entendiendo las relaciones entre cada uno de los componentes del ecosistema y la sociedad. Esta visión no fracciona y no hace una taxonomía o división de los componentes de la realidad. Perciben que esa realidad está integrada por componentes materiales y espirituales.

Se entiende, por ejemplo, las relaciones que existen entre la naturaleza y la supervivencia de la sociedad, entre el agua, el suelo, el medio ambiente, la sostenibilidad duradera y los dioses; es decir, las relaciones entre lo fáctico y lo simbólico.

En tal sentido se aprecia, por ejemplo, la enorme importancia que tiene el agradecimiento a la "pacha mama" (fe religiosa, que es representada por la tierra y la mujer) y el deseo de obtener una mayor producción en el futuro. Como también tienen una visión integral del territorio, de la cuenca y todos sus componentes naturales y productivos.

En ese contexto, se entiende que en la visión totalizadora se perciben la integración de las relaciones de la sociedad, la economía y la naturaleza. Visión que tiene como componte básico lo que hoy se denomina como "racionalidad ecológica" y territorial, donde "las prácticas productivas se relacionan con la cosmovisión del mundo, con los mitos y las creencias religiosas de cada comunidad; de sus hábitos de consumo y del acceso socialmente sancionados a sus recursos" (Leff, Enrique; 1994) y con identidades territoriales.

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  • Relacionalidad, participación y reciprocidad: principios para alcanzar el bien duradero

De acuerdo al principio de la totalidad, en la sociedad andina no es el individuo el objeto del bienestar o el desarrollo[4]sino el "todo"; es decir, el principio del bienestar es holístico o total. Semejante es la visión del Desarrollo Territorial, donde se propone la competitividad sistémica del territorio; donde los beneficiarios del desarrollo no sean sólo un grupo de empresarios, sino que se den oportunidades para que todos los productores, (incluyendo a hombres y mujeres) se beneficien del desarrollo; es decir, la empresa aislada no puede ser competitiva, es el territorio el que será competitivo. En ello radica el concepto de "competitividad sistémica".

Por otro lado, en la racionalidad andina, para el crecimiento productivo y económico no deberá promoverse solamente alguna variable o sector productivo, como podrían ser el incremento de la rentabilidad de un determinado cultivo agrícola o crianza ganadera.

No se trata de lograr el incremento de los ingresos en un sector productivo aislado de los demás componentes del predio agrícola y de la propia familia, de los hombres y mujeres y la comunidad. Esta visión de la integridad sectorial en la visión andina es semejante a la propuesta del Desarrollo Territorial.

En la visión andina el bienestar y el desarrollo deben incluir a "todos" (llapanchis), que incluye a la naturaleza. Al respecto, un estudioso de la cultura andina, como J. Estermann, afirma lo siguiente: "Para la filosofía andina, el individuo como tal no es "nada" (un "no ente"), es algo totalmente perdido si no se halla dentro de una red de múltiples relaciones. Si una persona ya no pertenece a la comunidad local (ayllu), porque fue expulsada o porque se ha excluido por su propio actuar, es como si ya no existiera; una persona aislada y des-relacionada es un ente muerto"[5] .

Esos principios de relacionalidad[6]y participación hacen posibles que la sociedad se articule y oriente los cambios de estrategias para la conservación de los componentes de la naturaleza (tierra, agua, plantas, aire, etc.).

Donde el agua es un componente central y ha sido sintetizada su importancia en la cosmovisión andina por diversos autores en el siguiente sentido: "El agua es la sangre de los nevados" (Valderrama, R. 2004). "El agua tiene vida y espíritu igual que los seres humanos, es masculino y femenino" (Alfaro,J.2006). "El agua es sagrada, nos cría a todos.

El agua es considerada como el elemento que articula a todo el territorio universal, es seminal, sirve para fecundar los cultivos, pero también para la reproducción humana (Kessel, J. 1990.Valderrama, R.2004).

Pero la minería también es importante en esta cultura: "El Perú país minero (y agrícola) por excelencia reúne una tradición metalúrgica que se remonta a más de 10,0000 años de antigüedad". "Resulta imperativo sostener que el impulso de esta actividad estuvo relacionada con el desarrollo de las sociedades urbanas (Periodo Formativo 1500 a.)". "El poblador andino logró en dos mil años de experimentación, el dominio de las más sofisticadas técnicas para fundir, alear, amalgamar, laminar, unir y soldar los metales[7]

En esta cultura, si se mantienen las relaciones de reciprocidad y participación en equilibrio y armonía entre la sociedad y la naturaleza, entonces, habrá cambios "perdurables" o "duraderos". De acuerdo a la terminología de la concepción holística moderna, habrá entonces "desarrollo sostenible".

No obstante, estos valores se van perdiendo en determinadas localidades en la medida que las sociedades andinas entran en un mercado sin ética en sus relaciones con la naturaleza y el buen vivir de la sociedad.

Pero en determinadas localidades tienen a recuperarse los valores y las técnicas de la cultura andina, así como la incorporación de aquella modernidad que es racional con el equilibrio ecológico y el medio ambiente.

Existen, por lo tanto, marchas y contramarchas en las sociedades andinas; como por ejemplo, las tendencias hacia la afirmación contraria a la negación de esa cultura, así como las combinaciones entre la totalidad y la individualidad, entre la protección de los recursos naturales y su destrucción.

En otros términos, tampoco debe "sacralizarse" a toda la sociedad andina, pues, existen y tienden a aumentar los pobladores andinos que destruyen los recursos naturales a causa de una inserción informal en el mercado.

Por ejemplo, recordemos que la mayoría de mineros informales del país son de origen andino; los cuales están ubicados en todas las regiones alto andina y en la amazonía peruana, donde vienen destruyendo al bosque, a la "pacha mama", a los "apus" y están envenenado el agua.

Por ejemplo, en Madre de Dios hay 5.000 mineros informales, desde hace más de 30 años vienen arrasando la naturaleza por la extracción de oro, donde tan sólo en 2 años desbastan terrenos de las comunidades nativas., a la fecha han destruido más del 30% de los terrenos comunales.

Parecidas son las incursiones de muchos colonizadores andinos y no andinos, que arrasan la riqueza forestal de la amazonía peruana, cuando van en busca de tierras para la agricultura destinada al mercado.

Pero eso, no niega la supervivencia de la cultura andina racional que lucha por proteger a los recursos naturales y productivos, sin destruir, y entran a una lógica de mercado innovando, adoptando y adaptando nuevas tecnologías para ser competitivos en el mercado formal. Lo importante es la recuperación y afirmación de estos valores ancestrales en un contexto de modernidad andina y de un mercado global.

  • Complementariedad y la cooperación

La "complementariedad" unido a la "cooperación" para alcanzar la "competitividad" en la sociedad actual son también valores que están muy presentes en estas culturas.

Esta visión valórica dual –lo individual y lo cooperativo- ha dado origen a que algunas ONG y algunos gobiernos locales consideren la creación del nuevo término de la "coopetencia"[8](sic) para promover los planes de desarrollo económico y social locales.

La complementariedad y la cooperación se basan en la visión "dual" entre los dos lados que componen a todas las cosas o seres, como es "tinku" (ritual del encuentro de diferentes pueblos que usan diferentes técnicas) o el "kollana" y el "kcayhua"[9], mediante los cuales se estimula al trabajo, dándole mayor intensidad, calidad y, al mismo tiempo, un trabajo en un ambiente de mayor satisfacción y recreación (es el "pukllay", o la fiesta que siempre acompaña al trabajo y a todas las acciones humanas).

Esa dualidad y fiestas rituales se explica en razón de que en la visión andina las cosas o el espacio siempre están divididos en dos componentes, por ejemplo la naturaleza y la organización social, los dos son concebidos como una unidad; pero que a su vez están divididos en dos partes ("urin" y "hanan" o izquierda y derecha del territorio) o dos comunidades, dos "apus" (buenos o malos, de oriente u occidente), la cultura del pueblo y la naturaleza, lo femenino y lo masculino, el pueblo y las autoridades, etc. (Valderrama, R. y Escalante, C. 1988. Ansión, J. 1987).

Actualmente, en las sociedades andinas se estable la complementariedad entre la producción, la transformación y el mercado o entre los productores agrícolas y los dedicados a actividades no agrícolas en las mismas comunidades (formación de clúster de pequeñas empresas andinas). Esos principios de la complementariedad y la cooperación sustentan hoy a los proyectos en el campo de la "Nueva Ruralidad".

Porque al no haber contradicción entre los componentes, sino una unidad que es alimentada por la cooperación, el "ayni" o el "torna peón", la nuevas empresas en el mundo andino pasan a ser competitivas, porque pueden implementar la producción a gran escala con mayor calidad en sus productos debido a que pueden asociarse entre pequeños productores agrícolas o entre pequeños empresarios y empresarias para la transformación de insumos locales o en los servicios turísticos, transportes o en gastronomía, como componentes de la formación de territorios competitivos (Claverías, R. 2008).

  • La diversidad productiva y su articulación

Corresponde también a las sociedades andinas los conceptos del dominio no solamente de la "totalidad", sino también de la diversidad productiva (por ejemplo el cultivo de la biodiversidad de plantas y animales en una misma chacra) y de las diversas actividades sectoriales, pero que al mismo tiempo los campesinos andinos trabajan los sectores articuladamente y en múltiples ciclos productivos, tanto en el territorio comunal como fuera a nivel de distritos e, incluso en otras regiones.

Por esas razones, los andinos son agricultores y al mismo tiempo son ganaderos, como también son pequeños industriales, comerciantes o trabajan en diferentes oficios urbanos (albañiles, carpinteros, etc.).

Incluso en la misma agricultura, a pesar de que cultivan simultáneamente diversas plantas o manejan diferentes especies ganaderas, algunos campesinos se especializan en determinados cultivos, crianzas ganaderas o actividades no agrícolas, sin abandonar su biodiversidad.

De esta manera, la diversidad es una de las estrategias más importantes para salvarse relativamente de los efectos negativos del mercado o de los cambios climáticos.

Diversidad que es más nutrida y fortalecida en la medida que los grupos sociales de las comunidades y poblados urbanos andinos asumen las nuevas oportunidades del mercado, por ejemplo, las nuevas oportunidades que hoy les dan para la artesanía, la música o los servicios ambientales.

  • Analogía entre los componentes de la naturaleza, los humanos y los dioses: relación ética para la sostenibilidad

En las culturas andinas, los componentes de la naturaleza son considerados simbólicamente como personas sobrenaturales, por esa razón la tierra, los cerros, el agua o los cultivos agrícolas son venerados y cuidados como dioses. Con cada animal o cultivo agrícola hay una empatía que da significado a la visión andina.

Ese «buen sentido» en la analogía entre los componentes de la naturaleza, los humanos y los dioses estimula a las sociedades andinas para tratar de lograr un margen de seguridad productiva y alimentaria, a pesar de la dureza del clima, la falta de agua, el cambio climático o el difícil relieve del suelo.

Esa unión entre la religiosidad y la naturaleza son fundamentos para lograr la seguridad productiva para el bienestar de las familias y la comunidad en un tiempo perdurable. Al respecto V. Ochoa (1978: 4) refiriéndose a lo sagrado que son los cultivos agrícolas escribe:

«Cada clase de producto es sembrada en una parcela de terreno que, una vez cultivada, recibe el nombre de "yapu". Este "yapu" o cultivo agrícola se tiene que trabajar con toda seriedad, paciencia y en la mejor manera posible. No hay que desampararla en ningún instante, pues, hay que quererla, con cariño, tocarla con toda fe. Los productos son considerados como a las personas».

Ese principio de analogía de la naturaleza, los dioses y los humanos refuerza y le da un contenido especial al concepto de sostenibilidad en las sociedades andinas.

En esa consideración personificada de los componentes de la naturaleza y la chacra, los componentes del agroecosistema (plantas agrícolas y animales) son valorados como seres que han venido a visitar a las gentes de este mundo. En las culturas andinas el ideal de la conservación de los recursos naturales no sólo es parte de su religiosidad sino también de su planificación productiva.

  • Conceptos de espacio y tiempo para la planificación de la producción

En toda teoría sobre el desarrollo son centrales los conceptos de espacio y tiempo, porque mediante el primero se planifica la distribución y el orden adecuado de los recursos productivos (tipos de tierras, semillas, instrumentos, insumos, fuerza de trabajo, etc.), en las zonas de producción, (comunidades, pisos altitudinales, cuencas, regiones, etc.) que conforman sus dominios territoriales; mientras que el tiempo sirve para planificar aquella distribución de recursos en determinado orden sucesivo o cronológico.

El hombre y la mujer andinos perciben al tiempo en forma cíclica, como un fundamento de su matriz conceptual. Por ejemplo, siempre piensan en torno al ciclo de la siembra, las labores culturales, la cosecha, y otra vez la siembra, al igual que el tiempo cíclico de las estaciones.

Hay también una unión entre el ciclo sagrado de las fiestas y los ciclos en la producción, porque en esta sociedad la espiritualidad es el primer fundamento de su comportamiento interrelacionado holísticamente con lo material.

Ciclo sagrado que se vincula también con la noción de la identidad territorial de los pobladores andinos que se sienten originarios de una determinada cuenca gracias a una montaña o "apu", que les dio la vida, el agua, las tierras y todos los servicios ambientales.

Por ejemplo, al "Apu" Pariacaca (en Huarochirí-Lima), Dios que dio origen a las estirpes de la población, le hacen culto y le ruegan para que dé aguas a las comunidades de todo el territorio de la cuenca del Río Lurín (Taylor.G.).

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Por ello, se celebran ritos en cada fase vital del ciclo agropecuario; en la siembra se hacen ofrendas a la «pacha mama», en los carnavales se hacen nuevamente pagos a la tierra y a los cultivos agrícolas cuando florecen las plantas y en las cosechas se efectúan la "challa" a los productos, así como también se celebran ritos en cada fase del ciclo ganadero.

Por ejemplo, en las comunidades aimaras y quechuas, después de la cosecha, los campesinos exponen en sus casas los mejores productos que han rendido pese a las sequías o heladas y celebran el ritual de la "challa" de los frutos (es el día de la diversidad de los productos).

Donde se agradece a la "pacha mama" (la tierra como deidad), se identifica a los mejores suelos por la mejor cosecha producida así como el tipo de semillas (nativas o foráneas) y abonos utilizados para lograr una producción más segura en relación a la variabilidad climática. Y se promete mejorar los suelos que no dieron buena producción abonándolos mejor en el próximo año agrícola.

Es decir, al final de cada uno de los ciclos anuales de los cultivos y las crianzas ganaderas, estas sociedades evalúan las cosechas y lo combinan con la celebración de sus ritos. Evaluación que trasciende también a las predicción de la variabilidad climática, es decir, evalúan que tan cierta o errónea fue la predicción que hicieron sobre cómo serían los fenómenos meteorológicos (lluvias, sequías, granizadas, etc.) y cuáles fueron realmente sus efectos para la agricultura.

  • Idea de bienestar duradero con la seguridad productiva y alimentaria

Los principales ítems tecnológicos que se registran en los ciclos productivo y sagrado son previstos en sus ritos, fábulas, fiestas, etc., los cuales están relacionados con el ideal andino del bienestar duradero. Esos ítems tecnológicos e ideales centrales son los siguientes:

  • La idea de la seguridad productiva, los conduce a dominar diversos pisos ecológicos y a producir diversos cultivos. Esa opción tecnológica va seguida en el tiempo sagrado, de ritos y oraciones para la «pacha mama» de cada piso ecológico, por lo cual oran diferenciadamente.

Por ejemplo de la siguiente forma: «Santa tierra de la ladera, santa tierra de la colina, santa tierra de la pampa, envíanos cosechas abundantes para el año.» (oración a la Pachamanca, recogida por D. Llanque,[10]

Asimismo, se crea un conjunto de reglas para proteger y mejorar la capa fértil de los suelos como la rotación de cultivos, el respeto de una jerarquía de cultivos por pisos ecológicos, los sistemas de abonamiento con insumos orgánicos, la rotación de pastos, el uso de diversas opciones de infraestructura agrícola de andenes, "qochas", terrazas, camellones, sistemas de riego, etc..

  • La seguridad alimentaria y la lectura de indicadores climáticos son estrategias centrales en la organización social andina y de la planificación tecnológica, los cuales se sintetizan simbólicamente en diversos ritos para prevenir las heladas, sequías, etc., y también en diversas explicaciones sobre sus orígenes como consecuencias del mal comportamiento social o moral de algunos individuos (por ejemplo, se cree que la «granizada» es causada por jóvenes mujeres que se han sometido al aborto).

  • Igualmente, todas las ideas y prácticas ritualizadas responden a la idea de la seguridad productiva y alimentaria, donde, en última instancia, lo colectivo entendido como la solidaridad (y no la propiedad comunal de la tierra) termina por imponerse a lo individual, como mecanismo de sobrevivencia de toda la comunidad frente a los fenómenos atmosféricos y frente a los problemas sociales, económicos y políticos (por ejemplo, la siembra de diversos cultivos y crianzas ganaderas de acuerdo a los cambios por la suba de precios en el mercado durante el año).

En suma, para lograr el bienestar duradero, basado en la seguridad productiva y alimentaria, se mezclan en una unidad la religiosidad y la importancia de los alimentos de estas sociedades andinas.

Así por ejemplo, explica Domingo Llanque (1990) que en las comunidades aimaras de Perú y Bolivia se levanta la idea de un "Dios de alimento", que es celebrado en el ritual aimara denominado "Mamata uruyaña" (en el mes de mayo), "que significa festejar y homenajear al ´espíritu vital´ o el alma alimenticia de todos los productos agrícolas, aunque este rito se centra en la papa, por ser el alimento primordial en estas sociedades".

  • Sentido de comunidad, la conciencia solidaria y religiosidad

Otro componente importante de la cultura andina para el desarrollo humano sostenible es la organización comunal ("ayllu", es decir todas las familias), que es base para la generación y fortalecimiento del capital social.

Se considera a la "comunidad campesina" como la institución básica que –junto con la familia– tiene enorme fortaleza para planear proyectos propios e inducidos. La importancia de lo comunal –aunque ya no existan tierras comunales- ha sido resumida por E. Gonzales de Olarte (1984) como "efecto comunidad" por la gestión colectiva de recursos y relaciones de trabajo interno, pero también por las gestiones con lo externo, con el comercio y las relaciones con las instituciones.

La comunidad campesina (que puede haber mutado como caserío o gobierno municipal) trasciende la forma comunal de la propiedad de la tierra, porque se edifica sobre las ideas del "origen común" de sus integrantes. Donde los recursos naturales, como la tierra, los cerros o las montañas que son reconocidos como dioses, son también el origen de estas poblaciones.

Esa idea del origen común los lleva al respeto colectivo por sus deidades, fe y etnicidad comunes, manteniendo los lazos de cooperación y reciprocidad aún cuando la propiedad comunal de la tierra haya sido reemplazada por la propiedad familiar, incluso el efecto comunidad se extiende más allá del territorio de la comunidad y va hacia otros lugares donde emigran sus pobladores, donde se siguen practicando los principios de ayuda mutua o los ritos religiosos de la comunidad de origen.

La institución comunal–manifestada en diversas formas de organización, como comités, faenas, grupos familiares, juntas de regantes, club de madres, etc.- ha sido el bastión para que los grupos sociales originarios hayan resistido a los factores negativos o las oportunidades de su entorno, tanto políticos como religiosos y sociales, y para trascender su origen rural, extendiéndose hacia las áreas urbanas en diversas formas organizativas.

La "comunidad campesina" debe ser el puente principal para un desarrollo desde dentro (la visión andina) y en diálogo o asimilación con la modernidad; aún cuando ello implique al mismo tiempo conflicto y concertación[11]

La conciencia colectiva y solidaria en la cultura andina está fuertemente relacionada con la conservación y mejoramiento de los recursos naturales en espacios tales como las cuencas, lo que le permite ampliar su horizonte conceptual hacia las relaciones intercomunales en territorios más extensos, y no solamente al interior de cada comunidad individual.

Esa conciencia es remarcada en los ritos intercomunales e interculturales, como el "pago al agua", donde puede apreciarse mejor los conceptos que se han venido exponiendo.

Cosmovisión andina y economía de mercado

En esta parte del trabajo se expone casos de campesinos que, habiendo sido pobres en el pasado, hoy han logrado superar esa situación, así como las restricciones del medio ambiente, gracias al fortalecimiento de sus capacidades y al despliegue de sus potencialidades.

En esa ruta crítica los fundamentos para que determinados individuos o grupos sociales hayan tenido éxito fueron sus culturas originarias y la adaptación de las nuevas culturas externas, entre ellas la más importante fue la cultura moderna occidental y en particular, fue el mercado el factor motivante para esos cambios.

  • Características del desarrollo en las comunidades andinas y la importancia de la cultura

En las regiones de alta montaña de los Andes del Perú, existen muchos grupos de campesinos que mediante las especies ganaderas de camélidos sudamericanos, ovinos, vacunos y otras actividades productivas y de servicios han pasado de una economía de autoconsumo a la de mercado, con lo cual han mejorado sus ingresos y sus niveles de vida. Por ejemplo, en la ganadería el objetivo de la cría de diversas especies es el mercado y ya no el consumo.

En general, el modelo de los campesinos que exitosamente han respondido a la dinámica del mercado regional tiene las siguientes características. (1) Se han creado zonas de crecimiento económico donde hay mayor producción competitiva a nivel regional y nacional en cuanto a la producción de carne, leche y derivados (queso y mantequilla).

Producción que está plenamente articulada, por ejemplo en el Sur del Perú, a los corredores económicos de Arequipa-Puno y Cusco, así como Puno- Tacna-Moquegua y Arequipa, todos ellos articulados al gran mercado de Lima.

Asimismo, en las regiones del Sur, Centro y Norte del Perú, las actividades agrícolas en diversos productos como la quinua, cebada, cañihua, papa, aguaymanto, arvejas, habas, etc. han mejorado la producción destinadas al mercado local, regional y nacional. Y la mayoría de la población sigue organizada bajo la forma de organización de comunidades campesinas o caseríos.

(2) Se reconoce que los productores optan por diferentes tecnologías en función del capital económico que disponen, pero también a partir del capital cultural incorporado en sus trayectorias históricas. Se evidencia que los campesinos que han logrado mayor crecimiento económico son los que han vinculado más fuertemente la cultura y el trabajo.

Son los que han logrado la aspiración de continuar con la tradición productiva de las generaciones anteriores y, al mismo tiempo, se han capacitado para asimilar en sus sistemas tradicionales nuevos conocimientos y tecnologías para un manejo ganadero más eficiente.

Aquellos campesinos que se han capacitado durante mayor tiempo y han aplicado los nuevos conocimientos en sus predios tienen una mayor productividad de la mano de obra (producción per cápita) y, por lo tanto, tienen mayores ingresos en la ganadería familiar, incluso en los años afectados por los cambios climáticos negativos.

(3) Por otro lado, estos campesinos que tuvieron mayor éxito son también los que han fortalecido su capital social basado en el espíritu comunitarista familiar, heredados del "ayllu" prehispánico, el cual es entendido como una forma de capital humano, como las reglas y normas que regulan la convivencia humana y las habilidades de la gente para asociarse con el objetivo de obtener propósitos comunes.

Ese capital se ha expresado en esta región con el fortalecimiento de las redes familiares y extrafamiliares, así como con la modernización de la organización comunal. Esos campesinos que fortalecieron su capital social lograron también un mayor crecimiento económico endógeno, basado principalmente en sus propios recursos, como se registra en los temas discutidos en las asambleas comunales.

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En ese contexto local, es la cosmovisión andina de los campesinos, expresada en los mitos, ritos y en la matriz cultural andina, la que se constituye en el capital cultural principal para el crecimiento productivo, porque les permite rescatar antiguas tecnologías, porque al identificarse y festejar comunalmente a sus deidades (la "pacha mama" o los "apus"), logran así reproducir las condiciones laborales para un trabajo recíproco y redistributivo.

Parafraseando a G. Alberti (2000), se puede decir que, desde esta matriz cultural propia adoptan y adaptan diversas tecnologías foráneas que, desde una articulación intercultural y con equidad de género, los campesinos ganaderos han construido puentes entre las estrategias adoptadas de arriba (del contexto regional) y de sus propias iniciativas que provienen de abajo.

Partes: 1, 2
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