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Tarija y la guerra del pacífico


    Tarija y la guerra del Pacífico – Monografias.com

    Tarija y la guerra del Pacífico

    Conferencia brindada en la Ciudad de Tarija, sobre la Guerra del Pacífico bajo el auspicio de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima. El trabajo contiene reflexiones en torno a la verdad histórica, la necesidad de rectificar la Historia de Bolivia y la importancia de las fuentes para dicho cometido. El presente trabajo, fue elaborado a base de la "Memoria" del Cnl. Ezequiel Apodaca (1879), y de la Señora Isolina Morales Viuda de Pantoja (1966), que ofrecen detalles inéditos y la verdad sobre la Batalla de "Canchas Blancas" (12 de noviembre de 1879), el primer triunfo del Ejército Boliviano sobre el Ejército Chileno durante la Guerra del Pacífico y otra rica bibliografía de autores chilenos y bolivianos respectivamente.

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    El interés de este trabajo, es profundizar el análisis de las condiciones de posibilidad para la existencia de un quehacer ciudadano que aporte al desarrollo de una coherente conciencia unitaria nacional en la perspectiva de una acción capaz de ser hegemónico y aglutinante en torno a nuestra demanda soberana de acceso al Océano Pacífico.

    Para lograr este trabajo, fue necesario la lectura y análisis de rica bibliografía nacional y chilena respectivamente que trató -desde bien finalizada la Guerra del Pacífico- con sus propias ópticas y arribando a sus propias conclusiones.

    El camino que elegimos, ha sido seguir la insinuación de Gramsci "…de hacer el inventario de la propia historia…". No se trata, entonces, más que indagar cómo y por qué se ha llegado a la situación actual de las relaciones entre las Repúblicas de Bolivia y Chile respectivamente. Pero sobre todo, trataremos de buscar e identificar los hitos esenciales de su evolución e involución históricas, para prever y proyectar el futuro de dichas relaciones.

    Está claro que ese devenir posible no es una mera preocupación contemplativa desde el sur del país. En este trabajo, que fue esbozado desde el pasado sábado 24 del mes en curso, luego de recibir dos atentas llamadas telefónicas de parte del Dr. Gerardo Ruiz Castellanos (Tarija), y del Asesor del Director Ejecutivo de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (La Paz), hay juicios, afirmaciones y críticas. Estas últimas, no eluden el análisis de la tradición y el pasado sobre este conflicto armado y, con ello, se transforman en una verdadera autocrítica, ya que cuestionamos aquello que se siente como propio. Por lo tanto, no existe aquí una pretensión iconoclasta ilimitada, que pudiera conseguir el efímero brillo de un trabajo falsamente renovador. Tan solo, hemos buscado y escogido lo más serio y documentado de ambas visiones, para proyectar lo nuevo, desde un lugar y un compromiso que sólo pide ser considerado como uno más entre "los de abajo", que casi siempre han sido marginados por la pasión político-partidaria que promueve el patrioterismo y los regionalismos.

    La coyuntura actual, exige claridad y definiciones, pero sobre todo, responsabilidad. A mayor legitimidad, mayor responsabilidad. La necesaria solidaridad que necesitamos en los ámbitos nacional e internacional, no debe ocultar que hay sectores sociales y políticos distintos, con proyectos diferentes. La unidad nacional en torno al terma de nuestra reivindicación marítima, sólo tendrá sentido a partir de reconocer la diversidad. Si la unidad social y política del pueblo boliviano es tan necesaria; es porque, en su interior hay diferencias y sólo será posible construirla desde una postura franca y abierta de discusión para demostrar que somos capaces de acentuar lo que nos une y revertir lo que nos separa. Por ello, las acciones a seguir de aquí en más, deben estar alejadas del oportunismo y del cálculo político-partidario, para evitar caer en el abismo.

    Sobre el delicado como complejo tema de la Guerra del Pacífico, la necesidad de claridad es especialmente urgente. Al respecto, debemos ser muy claros: nuestra juventud, nuestros niños, nuestros hijos, saben pero no conocen lo que ocurrió desde 1879 hasta 1904. No saben por qué desfilan, sólo conocen a pocos héroes, no dimensionan las consecuencias nefastas que deparó la pérdida del acceso al Pacífico. Entonces, válido es preguntar: ¿Cómo lograr una conciencia nacional si el mayor porcentaje de la población boliviana, siendo joven, nos ofrece esa cruda realidad…? Si aceptamos ser sinceros, reconoceremos que todo el sistema educativo nacional, es el culpable; o dicho de otra manera, el Estado es el principal promotor de esta situación porque sigue fomentando y trabajando sobre viejas y gastadas fórmulas basadas en las formulaciones abstractas, que son presentadas como las banderas del futuro. Además, la mayor parte de la bibliografía nacional referida a esta cruenta guerra, tiene una visión andinocentrista. Ello también justifica la revisión del pasado.

    Metodológicamente, intentaremos superar la falsa alternativa entre una acumulación indiscriminada de una maraña de datos, muchas veces erróneos, banales y superficiales y la inclusión forzada de la realidad en modelos preestablecidos. Así también, rechazo el desahucio de paradigmas como marcos de interpretación de la vida nacional desde 1904, en aras de una supuesta nueva y renovada diplomacia para tratar este ingrato como desgraciado tema de nuestro enclaustramiento marítimo, que no es más que una capitulación teórica que cada año y de la manera más irresponsable, es puesta en la mesa de discusión para generar actitudes patrioteras, totalmente alejadas del verdadero sentir cívico nacional.

    Entre los innumerables testimonios de la dramática Historia de la República de Bolivia, sin duda, las Guerras del Pacífico (1879 – 1884), y del Chaco (1932 – 1935), hasta hoy, tuvieron y tienen enorme influencia en el temperamento de todas las generaciones de bolivianos, pudiendo decir que, es la desazón la que nos oprime. Razón por la cual, hemos aceptado la gentil invitación de DIREMAR para participar de este cónclave nacional, para demostrar por qué se debe reescribir continuamente la Historia de Bolivia.

    Discurriendo sobre este punto en busca de la solución que tanto necesitamos los bolivianos como es el de dejar de ser un país mediterráneo y poder encarar esta etapa de la Historia Internacional, en la que todos los países y pueblos del mundo están atrapados en la vorágine de la globalización, quiero recordarles la frase de Aristóteles: "…que la explicación de las cosas, está en el origen de las mismas…" Entonces, no podremos resolver el problema de nuestra mediterraneidad, sino indagamos primero y sin complejos, los antecedentes y los acontecimientos del pasado a fin de adquirir la preparación indispensable que nos permita fijar con solidez lo que debemos ser y hacer en el futuro. Una vez que sepamos lo que hemos hecho y lo que nos han hecho, podremos determinar conjuntamente las modificaciones necesarias para que dilucidando el tema, definamos una POLÍTICA DE ESTADO coherente y sostenible sobre el tema marítimo y; que ésta, sea el norte de toda gestión de Gobierno, independiente de su ideología y de los gobernantes de turno. Sólo de esa manera, el pueblo sabrá qué acción tomar y no caer en constantes desorientaciones.

    Respecto a la Historia de La Guerra del Pacífico, podemos decir que, las primeras obras que se escribieron sobre este hecho bélico, nos permitieron descubrir la carencia de criterio positivo, que las diferencia esencialmente de las que se escriben en nuestros días. Las más, en efecto, de aquellas que quedan de las décadas pasadas, se distinguen por la excesiva credulidad que sus autores mostraron para aceptar la efectividad de los sucesos sin mayor discernimiento de lo falso y lo verdadero.

    Mientras en las obras históricas de nuestros tiempos trasciende la exquisita escrupulosidad con que los autores, guiados por el espíritu de duda, trabajan en archivos, compaginan documentos, comparan narraciones, descifran inscripciones y realizan excavaciones arqueológicas antes de llegar a la afirmación o negación de un hecho. En el pasado, con raras excepciones, los historiadores ceñían sus trabajos más en la tradición oral.

    Particularmente, la tradición oral no es el reflejo de la verdad histórica. Antiguamente, se la aceptaba como una herencia sagrada del pasado y otras como símbolos del pasado. Empero, estando arraigado como está el criterio contemporáneo en la memoria del boliviano, no estamos habilitados para desechar lo absurdo y lo imposible sin perjuicio de lo verdadero.

    ¿Qué crédito podemos prestar entonces al historiador que refiere sucesos antiguos, que no ha podido presenciar ni ha conocido, sino, por medio de simples y adulteradas tradiciones…? Por esas razones, a las conclusiones que arribamos acerca del nimio valor histórico de las tradiciones, son severas.

    En sustancia, la tradición es un testimonio que se supone presencial y que fue transmitido oralmente de generación a generación. Entre tanto, hasta qué punto el testimonio, aun el testimonio actual y comprobable puede llevarnos a conocer la verdad o la mentira…?

    Basta buscar y leer algunos libros de la Historia, para llegar a una conclusión: que la guerra tiene una dimensión humana que supera toda otra expresión, porque además de comprometer a los pueblos enfrentados, sus protagonistas –venciendo todo obstáculo- pueden superar sus miedos y odios para proporcionarnos sus vivencias a través de testimonios escritos.

    Y la Guerra del Pacífico, generó un sinnúmero de emociones y sentimientos en la población boliviana, que al formar parte del contingente militar, ser testigos y/o protagonistas, terminó moldeando su carácter.

    En el caso nuestro, es decir, de los pueblos bolivianos, de acuerdo a las pocas fuentes hemerográficas de la época y de 1905, se puede conocer que todos -sin excepción- manifestaron un verdadero sentimiento de patriotismo. El "Anatema" de Potosí, las manifestaciones en Sucre y Tarija, amén de otros departamentos, proyectan una otra dimensión humana.

    Sin embargo, hubo otros aportes que protagonistas y testigos dejaron reflejados en relatos, epístolas y crónicas. Pero sin duda alguna, las "Memorias" fueron el mejor testimonio. En ellas, están expresados los sentimientos y motivos de cada uno de los protagonistas de este hecho histórico, y expresan –como los dos casos que hoy presentaremos- una posición emocional, una postura más meditada y reflexiva. En fin, los dos coinciden en cuestionar la situación planteada desde el punto de vista político y militar.

    Al conocer que el Estado de Chile el 5 de abril de 1879 declaró la Guerra a Bolivia, los bolivianos ya estábamos sufriendo los resultados de las invasiones en Antofagasta. A pesar de ello, los testimonios en los periódicos reflejan el temor, la incertidumbre y la confianza. Pero el sentimiento de optimismo decrece al conocer que la disputa por el dominio marítimo se define a favor de las tropas chilenas, y más aún, después del desembarco en "Pisagua" el 2 de noviembre de 1879 y la ocupación de los cantones salitreros de "Tarapacá" en 1880. Es decir, la exitosa Campaña Marítima planificada por Chile tuvo lugar entre marzo y octubre de 1879 y su desarrollo permitió y facilitó a Chile trasladar el teatro de las operaciones terrestres a territorio peruano y aislar a ese país del aprovisionamiento de material bélico desde el exterior.

    Muy a pesar de esas condiciones adversas, nos interesa sobremanera conocer lo que sucedió a mediados de noviembre de 1879; porque precisamente, el Ejército Boliviano, a través de oficiales y soldados tarijeños, chicheños y cinteños que formaban parte de la V División en marcha a "Canchas Blancas" protagonizaron la primera victoria boliviana en la Guerra del Pacífico: "LA BATALLA DE CANCHAS BLANCAS EL 12 DE NOVIEMBRE DE 1879". Posteriormente, el 6 de diciembre del mismo año, habremos de obtener la segunda y última victoria sobre el Ejército Chileno con la Batalla de "Tambillos", cuyos protagonistas también fueron oficiales y soldados tarijeños, chicheños, cinteños y del interior del país.

    La Batalla de "Canchas Blancas" que culminó con la toma del espejo de agua o "kocha" por la tropa boliviana y la derrota a la tropa chilena ese memorable día miércoles 12 de noviembre de 1879, confirma que muy a pesar de la inferioridad de condiciones de los bolivianos, pudimos comprobar en toda su dimensión, los horrores de la guerra.

    A pesar de la victoria en "Canchas Blancas", que coronó meses de sacrificios, despliegue de recursos, demostraciones de patriotismo y generó muchas susceptibilidades al interior de las tropas bolivianas y; que finalmente, llenó de orgullo a sus protagonistas, también los llevó a expresar una reflexión crítica de lo vivido. Todos estos aspectos se reflejan en los distintos testimonios dejados por el Cnl. Ezequiel Apodaca, que junto a los Coroneles Lino Morales y Juan Bautista Ayoroa, fueron los principales protagonistas con los valientes soldados bolivianos.

    Para elaborar el presente trabajo, y contextualizar los escenarios, hemos apelado a bibliografía contemporánea nacional y chilena respectivamente y compulsado ambas sobre determinados hechos de nuestro interés. De la chilena, que datan de 1984 y 1998, obtuvimos valiosas interpretaciones, rasgo necesario para decir, que el tema sigue siendo investigado en las aulas universitarias y académicas de ese país. De las obras nacionales, obtuvimos dos valiosos testimonios personales que nos permiten conocer varios tópicos que se suscitaron antes, durante y después de la Guerra del Pacífico. Los dos manuscritos, hoy mecanografiados, son el testimonio personal de dos personas vinculadas a la "BATALLA DE CANCHAS BLANCAS", un importante hito de la Guerra del Pacífico, que proyecta el valor de las tropas bolivianas, particularmente del "Escuadrón Méndez" y la "Escuadra Méndez", compuestos mayoritariamente por vecinos de la entonces denominada "Provincia de San Lorenzo" (hoy Méndez). Es decir, de través de estos dos aportes, podemos decir que, "hablan los tarijeños sobre la Guerra del Pacífico a través del Cnl. Ezequiel Apodaca y de la Señora Isolina Morales Cavero Viuda de Pantoja -hija del Cnl. Lino Morales-"

    Empero, en los libros de la historia nacional, apenas mencionan esta hazaña militar que se realizó el 12 de noviembre de 1879. Similar situación se dio con la BATALLA DE "TAMBILLOS" realizada el 6 de diciembre del mismo año. Ambas, significaron triunfos del Ejército Boliviano sobre el Ejército de Chile y donde los principales protagonistas fueron bolivianos nacidos en Tarija, San Lorenzo, Tupiza, Cotagaita y Cinti.

    Gracias a un paisano nuestro, el Cnl. Ezequiel Apodaca, nacido en Yesera (Tarija), y que durante esa batalla se desempeñó como Jefe del Estado Mayor de la V División del Ejército Boliviano acantonado en Santiago de Cotagaita al mando del Comandante General -el también tarijeño- Gral. Narciso Campero Leyes.

    El trabajo, titulado "MEMORIA DEL CNL. EZEQUIEL APODACA – POTOSÍ – COTAGAITA – CAMINO A CANCHAS BLANCAS – 1879 – 1880", nos brinda la única oportunidad de conocer y saber la verdad en torno a la Batalla de "Canchas Blancas". La "Memoria" abarca desde julio de 1879 hasta el 1º de abril de 1880, y además nos ofrece otros detalles de carácter histórico, social, militar. Por lo tanto, un período muy importante de la conflagración entre Chile y Bolivia.

    Durante este período, Apodaca, formó parte de la Plana Mayor de la V División en marcha a "Canchas Blancas", al mando de otro paisano nuestro: el Cnl. Mariano Lino Morales de los Reyes, nacido en San Lorenzo el 23 de septiembre de 1824.

    Por su parte, la obra de la Señora Isolina Morales Viuda de Pantoja, titulada "TARIJA Y LA GUERRA DEL PACÍFICO", es importante por varias razones. Primero, porque fue escrita el año de 1966 cuando ella contaba con 103 años y respondió a una solicitud planteada por el Señor Carlos Calderón Zaconeta, Director del periódico paceño "Antofagasta".

    Doña Isolina Morales Cavero Viuda de Pantoja, con una lucidez excepcional, relató de manera cronológica, todos aquellos detalles que la historiografía nacional y chilena no conocen hasta hoy. A través de éste, podemos conocer que, Lino Morales y su hermano Antonio y obviamente ella misma, se constituyeron como la fuerza que irradió el patriotismo entre la población sanlorenzeña y de otras regiones cercanas ante la declaratoria de Guerra a Bolivia de parte del Gobierno de Chile el 5 de abril de 1879.

    Pero además, el aporte de la autora, es muy particular porque se remonta a su minoría de edad para hablarnos de temas delicados como el espionaje chileno, argentino y boliviano y otros temas que hoy pueden ameritar una otra visión e interpretación sobre qué es lo que generó la Guerra del Pacífico y las consecuencias en el orden político, social, militar y económico y el por qué el año de 1876 Argentina preparaba una invasión a Bolivia y que para propiciar la defensa de la frontera boliviana. Figuran en primera línea, el Gral. Celedonio Ávila y el Cnl. Othón Jofré, ambos tarijeños.

    Ambos trabajos, son una inagotable fuente para la investigación sobre la Guerra del Pacífico, pues nos brindan muchos antecedentes y señalan que muchos de ellos sobrepasan los límites bolivianos y se generaron en Chile y la Argentina peligrosamente. Identifican a los principales protagonistas, se detienen en aquellos hitos que cambiaron la Historia de Bolivia, y nos ofrecen descarnadamente las consecuencias de la Guerra y el hecho de haber sido derrotados y los enfrentamientos político-partidarios que se desarrollaron después de la Guerra y que dejaron como saldo, el odio entre bolivianos. Es decir, los manuscritos nos ofrecen una patética realidad que ocasionaron los caudillos y políticos nacionales desde la época de Melgarejo hasta Daza respectivamente hasta llevarnos al descalabro de la Guerra del Pacífico. Por ello, nuevamente planteo la necesidad de reescribir la Historia nacional.

    Y por último, y después de la lectura desapasionada de los cuatro tomos que conforman la Colección "Salamanca: su gravitación sobre el destino de Bolivia" (Talleres Gráficos Bolivianos, La Paz, diciembre de 1957), del Dr. David Alvéstegui, quién se desempeño como Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Daniel Salamanca, hemos extraído valiosas consideraciones que hoy deseamos transmitirlas a la distinguida concurrencia. De hecho, y por razones obvias hemos tomado especial atención al importante artículo de prensa que el Dr. Salamanca publicó a fines de 1926 en el periódico "El Republicano" de la Ciudad de Cochabamba.

    El artículo, es un desapasionado y correcto análisis del complejo y delicado tema del Pacífico que Salamanca presentó a consideración de la ciudadanía boliviana, después de conocer las determinaciones que asumieron los Gobiernos de Chile y Perú en torno a la fórmula que presentó el 30 de noviembre de 1926 el Señor Frank B. Kellogg, Secretario de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, sobre los territorios de Arica y Tacna respectivamente y; que el Canciller boliviano Gutiérrez aceptó apresuradamente, pero que los Gobiernos de Chile y Perú rechazaron. La parte sustancial de dicha fórmula, decía:

    "…las Repúblicas de Chile y del Perú, se comprometen libre y voluntariamente, en uno o varios protocolos, a ceder a la República de Bolivia, a perpetuidad, todo derecho, título e intereses que ellas tengan en las Provincias de Tacna y Arica…"

    Lamentablemente, Bolivia el año de 1929 aceptó resignado su destino: la Cuestión de Tacna y Arica tuvo el final esperado: Arica, fue adjudicado a Chile y; Tacna, al Perú.

    El concienzudo planteamiento de Salamanca -al que personalmente consideramos como uno de los intelectuales bolivianos más influyentes de principios del Siglo XX- nos proyectan a un acérrimo defensor de la integridad nacional cuando éste se desempeñaba el año de 1904 como Senador de la República y que juntos a otros 29 parlamentarios –entre 10 Senadores y 19 Diputados y entre ellos 2 Senadores y 2 Diputados tarijeños- que conformaron la Minoría, rechazaron y votaron en contra de la Ratificación del Tratado de 20 de octubre de 1904 con Chile.

    Entre los Senadores y Diputados tarijeños que rechazaron el Tratado, fueron: Guillermo Cainzo (S), Tomas O"Connor D"Arlach (S), Casimiro Campero (D), y Fernando Campero (D).

    Así fue. Revisando los documentos de rigor, pudimos conocer que bajo el Gobierno Constitucional de Ismael Montes y la Presidencia del Congreso Extraordinario de Bolivia, a cargo del H. Venancio Jiménez y de la Directiva conformada por los HH. Benedicto Goytia, Carlos V. Romero, Sabino Pinilla y José Santos Quinteros, el H. Congreso de Bolivia reunido en la Ciudad de La Paz desde el 29 de noviembre de 1904 al 2 de febrero de 1905, se procedió a aprobar el Tratado de 20 de octubre de 1904, suscrito entre los Estados de Bolivia y Chile respectivamente, mediante el cual Bolivia cedió definitivamente su litoral a Chile y perdió su acceso al Océano Pacífico.

    "La Cuestión del Pacífico y sus Enseñanzas para Bolivia", es el título del artículo de Salamanca, y uno de aquellos esfuerzos intelectuales que todos los bolivianos debemos leer para entender varios tópicos sobre nuestra realidad en torno al Pacífico y; muy particularmente de nuestras relaciones con Chile y Perú.

    Pero fueron sus líneas iníciales las que nos impactan sobremanera. He aquí lo que pensaba Salamanca en aquel año de 1926:

    "…siempre me ha parecido que la situación internacional de Bolivia, en la región del Pacífico, donde todavía tenemos nuestros más grandes intereses, podría condensarse con claridad en estas dos frases: de Chile, hay que temerlo todo. Del Perú, nada hay que esperar como favor…"

    Otros dos párrafos, que a nuestro entender son el corazón del trabajo, expresan:

    "…cuando en 1904, al discutir el Tratado de Paz con Chile, apuntaba yo estas mismas ideas, se me contestó, con la improbidad propia de nuestras discusiones parlamentarias, que yo quería levantar una muralla china entre Bolivia y Chile. Este recuerdo, me induce a prevenir esa clase de objeciones. La política que conviene a Bolivia, sobre la base ya expresada, no es la de la hostilidad ni la del aislamiento. Es sencillamente la de la prudencia y la firmeza. Conocido el peligro, se trata de evitarlo. Que Bolivia tomase una actitud agresiva sería sencillamente una anomalía peligrosa o que tratase de aislarse e interrumpir toda comunicación comercial con Chile, sería a su vez absurda e imposible. En realidad, la actitud de Bolivia sería más bien la de una defensa discreta y firme de su independencia y de su soberanía. Es entendido que Bolivia llevándose amistosa y lealmente con Chile, debería evitar todo pacto que directa o indirectamente pudiese afectar a su plena independencia y huir cuidadosamente de todo negocio común con Chile. Para justificar esta conducta basta recordar la medianería del Tratado de 1866 y la Cuestión de los 10 centavos que fue una de las remotas emergencias. Este negocio común con Chile nos ha costado ni menos que nuestro Litoral, nuestro enclaustramiento y todas las funestas consecuencias que estamos sufriendo hoy y de las cuales justamente estoy tratando ahora…"

    "…como no pretendo esbozar todo un plan de política internacional boliviana, sino, de asentar una de sus bases, me basta añadir de paso que Bolivia debe aprovechar de todas las influencias internacionales, tanto en el sud como en el norte de América y sobre todo, debiera cultivar lealmente la buena amistad argentina, sin por eso soltar privilegios o concesiones que un país consciente de su dignidad y sus intereses, no podría admitir en modo alguno…"

    No olvidemos que lo leído fue publicado el año de 1926. ¿No han pasado acaso 85 años y continuamos con el mismo dilema…?

    Entonces, ésta, a nuestro entender, la esencia de la Política Exterior de Bolivia que debe implementar a futuro con respecto al Pacífico y sus relaciones con Chile, Perú y Argentina. Esta debe ser la estrategia boliviana avalada por la ciudadanía nacional. La participación del Presidente y de los futuros Presidentes en foros internacionales, el posicionamiento del tema marítimo en la agenda internacional, la búsqueda de aliados en los cuatro puntos cardinales, la firma de acuerdos, configurar escenarios que nos "acerquen" y no nos "alejen" con nuestros vecinos, defender nuestros intereses y recursos naturales, concluir temas pendientes como el Silala, etc.

    Para una lógica reflexión, decir que el recurso natural más importante de la humanidad: el agua, muy pronto será aquel -como el petróleo-, el detonante que genere los próximos conflictos bélicos y limítrofes entre las naciones del mundo que posean dicho recurso. Los tarijeños, sabemos mejor que nadie lo que significa mutilar su patrimonio territorial en los chacos boreal con la "Guerra del Chaco" y central a través de un Tratado con la Argentina. Cuando nos incorporamos a Bolivia en septiembre de 1826, teníamos más de 320.000 kilómetros cuadrados, hoy, apenas contamos con 37.623 kilómetros cuadrados. Es decir, hemos perdido más aproximadamente el 90% de dicho patrimonio.

    Además, otros importantes recursos naturales como el gas, litio y hierro, que se encuentran en territorios tarijeño, potosino y cruceño, deben ser parte esencial de esa estrategia nacional, que nos permita avizorar un mejor futuro para los bolivianos y apostar por la Paz continental y confiar en la solidaridad y justicia de nuestro Continente y sus organismos.

    En todo caso, solicito al Señor Director Ejecutivo de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima, que concluido este ciclo de conferencias a nivel nacional, se proceda a construir una consciencia nacional para encaminarla en un proyecto específico y sin contaminación, caso contrario, nuevamente la frustración se apoderará de nosotros.

    Para ese propósito, sugiero la creación de los Comités Departamentales de Reivindicación Marítima para que el pueblo, que cumplirá un rol protagónico y fundamental de legitimación, configure el ideario y visión que el patriotismo exige a la sociedad boliviana y que se editen los dos documentos que tengo en mi poder: "MEMORIA" del Cnl. Ezequiel Apodaca y "TARIJA Y LA GUERRA DEL PACÍFICO" de Isolina Morales Cavero Viuda de Pantoja.

    Esa nuestra conclusión. Gracias

     

     

    Autor:

    Elias Vacaflor Dorakis