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Función preventiva y represiva del derecho penal peruano frente al incremento delictivo

Enviado por jesus nuñez chavez


  1. Introducción
  2. Políticas criminales preventivas
  3. La educación abre oportunidades y contribuye al desarrollo
  4. La cárcel y su papel de resocialización
  5. Referencias bibliográficas

Introducción

Es notable la inseguridad en el Perú. No somos extraños, a las noticias que informan los medios de comunicación social sobre las escalofriantes conductas delictivas cometidas todos los días. Vivimos en incertidumbre y zozobra permanente, ante la inactividad, ineficiencia e ineficacia del Estado. Para combatir la delincuencia, el crimen organizado y otros flagelos que azotan la tranquilidad y seguridad ciudadana.

Es evidente, la delincuencia ha crecido y va en aumento. Es más, ahora mismo estamos enfrentando una ola criminal que ha puesto en jaque a las autoridades y que la policía se niega a aceptar. Los peruanos y peruanas clamamos a nuestras autoridades, sobre todo al gobierno central y poder judicial, sanciones muy drásticas y ejemplares a los sujetos que cometen delitos. A efecto de intimidar y aminorar el ánimo para realizar conductas antisociales de los sujetos que han hecho o piensan hacer una modalidad de vida dentro del mundo delictivo.

Ante esta ola creciente de la delincuencia en general, me propuesto investigar, analizar y dilucidar los presupuestos que contribuyen a la comisión de delitos. El problema delincuencial que vive el pueblo peruano, tal vez pasa por la poca educación que recibimos. ¿Son las cárceles el problema?, o ¿Acaso está en la educación la solución?, Algunos aducen que habría que fortalecer el sistema incrementando las penas, e incluyendo la pena de muerte. ¿Están en lo correcto?, o ¿será la falta de políticas de prevención de delitos?

El gobierno debe enfocar políticas criminales de reforma, siendo primigeniamente educacional y no jurídico. No coincido con quienes atribuyen la causa de la inseguridad a la policía o a la prevención, pues creemos que la causa radica en ambas: debemos tener policías bien pagados, bien entrenados, honorables y honestos, además, con cárceles más decentes, de manera que se pueda lidiar con los sujetos que no pueden ser controlados.

Por ello, creo que la clave está en la prevención y educación de calidad. En el Perú es muy claro, el crimen está ligado a la pobreza, a la desesperanza y a la falta de oportunidades, y por qué no decirlo a la falta de una educación digna. Convirtiéndose en el punto neurálgico para hacer frente a cualquier amenaza antisocial.

En líneas del presente ensayo ampliaré lo importantísimo que puede ser una educación de calidad y una efectiva prevención estatal, a efectos de contrarrestar las conductas delictivas. En efecto, he destacado tres razones: las políticas criminales preventivas, la educación abre oportunidades y contribuye al desarrollo, y finalmente las cárceles y su papel de resocialización.

Políticas criminales preventivas

Para poder llevar a cabo la prevención, hay que definir el concepto de ésta: es imaginar con anterioridad un hecho criminal y preparar los medios necesarios para impedirlo, de manera que no se produzca el daño o peligro. En la prevención se emplean otros términos a manera de sinónimos como: control, intimidación y predicción. La política criminológica puede ser entendida como la puesta en práctica del conjunto de medidas preventivas y de acción pos-delictiva, ha de comprender todo lo que esté a disposición para tratar y reducir la criminalidad.

En los países del mundo entero; las estadísticas de la criminalidad han aumentado en forma rápida, fuerte y degenerada, la criminalidad se ha convertido en un fenómeno normal que cada vez más personas adoptan y evolucionan. Según Welzel (1956, p. 64),

Hay dos factores que contribuyen principalmente a esta situación. En primer lugar, el Estado no se dio cuenta a tiempo de las limitaciones de la justicia penal tradicional como la policía, los tribunales, las cárceles, etc. para responder a ella; en segundo lugar, se presta un apoyo mínimo a la Política Criminológica y a la Criminología que tienen por objeto conocer las causas y reducir la cantidad de víctimas y de criminales.

Como es de conocimiento común, todas las sociedades, han utilizado el castigo como medio para disuadir a las personas de realizar conductas contrarias al buen vivir o a Derecho. De tal manera que exista un orden, respeto y paz social. Es así como se desarrolló el Derecho Penal, tipificando delitos, con castigos y penas, con la esperanza de acabar con el problema. Sin embargo, la historia ha confirmado el fracaso total de la pena como medio único para prevenir conductas criminales. Por eso, ha surgido la idea de prevención como un elemento fundamental para impedir su realización y evitar llegar a la aplicación de la pena.

De lo dicho en líneas anteriores, en materia de prevención es fundamental el rol que desempeña el Estado y las instituciones ejecutivas del poder punitivo. La globalización y el avance científico son factores que permiten y contribuyen al incremento desmesurado de los delitos y de las distintas formas de criminalidad. Para ello, el Estado debe replantear su política en materia de seguridad pública y prevención delictiva. Por otro lado, el rol de los fiscales y Policía Nacional es esencial, ya que son los primeros en conocer la comisión delictiva, a través de las denuncias recibidas en sus instituciones.

Es importante señalar, los medios que conducen a reducir el fenómeno antisocial son necesariamente aquéllos que puedan oponerse a los factores criminógenos que la ocasionan o favorecen. Siendo la criminalidad, en parte, un producto de la miseria, de la ignorancia y de la enfermedad mental y social. La falta de oportunidades, la mala educación, la ausencia del Estado en las zonas más vulnerables del país, falta de programas sociales que contribuyan al desarrollo integral, y sobre todo la inactividad de los gobiernos en capturar a los que han delinquido y reeducarlo brindándoles apoyo y trabajo.

También, los medios hábiles para limitar en lo humanamente posible, son aquéllos que combaten esos factores. El Estado, por medio de sus instituciones y servidores públicos, debe dar ayuda a reducir los factores criminógenos. Se ha de entender lo anterior como prevención social del delito, para lo cual, Hurtado define prevención del delito como la que:

Engloba las estrategias y medidas encaminadas a reducir el riesgo de que se produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales para las personas y la sociedad, incluido el temor a la delincuencia, y a intervenir para influir en sus múltiples causas (2007, p. 303).

Finalmente, de manera enfática sostengo, para evitar o impedir la configuración de conductas que reúnen los presupuestos calificativos de delito. Pasa por la eficiencia y eficacia del Estado en ejecutar proyectos, mecanismos y políticas que disminuyan el apetito delictivo. Fortaleciendo todas las instituciones estatales y privadas encargadas de la seguridad pública y nacional. Comprometiendo a nuestra policía nacional a trabajar por el cuidado y seguridad del pueblo, para ello se les debe asignar un sueldo justo con incentivos por el buen desempeño que realicen a favor de la comunidad. Además, Involucrar a la población desde el diagnóstico hasta la implementación de programas de prevención, desarrollando redes participativas de manera integral.

La educación abre oportunidades y contribuye al desarrollo

Empiezo por conceptuar este derecho muy importante y universal, además debe ser de acceso para todos y todas; la educación: puedo decir que es el proceso por el cual, el ser humano, aprende diversas materias inherentes a él. Por medio de la educación, es que sabemos cómo actuar y comportarnos dentro de la sociedad. Es un proceso de sociabilización del hombre, para poder insertarse de manera efectiva en ella. Sin la educación, nuestro comportamiento, no sería muy lejano a un animal salvaje.

La educación constituye un factor esencial para la construcción de una sociedad más segura, toda vez que busca no sólo instruir personas sino formar mejores ciudadanos, más responsables e informados. La educación nos es impartida, desde la infancia. Ya en la lactancia, el niño comienza a crear vínculos sociales, con quienes lo rodean. El ser humano, está constantemente, en un proceso de educación. El hombre es una verdadera esponja, el cual va reteniendo información, con todo aquello con que interactúa.

El conocimiento general de este derecho es que en la antigüedad muy pocos sabían leer y escribir. Pero con el avance del progreso humano la educación ha ido mejorando. Sin embargo, el origen, evolución y perfeccionamiento no es materia de mi investigación. Por ello, mi enfoque educativo alcanza cómo el acceso a este derecho contribuye a disminuir los altos índices delincuenciales y por qué no decirlo alcanzar una sociedad digna acorde a la naturaleza humana.

Ahora bien, me atrevo a suscribir que la a educación, junto con la intervención estatal en la inclusión social, es una de las claves para terminar con la violencia en las calles. Pero además es la herramienta más importante para lograr mejorar la calidad de vida de todos, ya que permite la libertad de elección al ser la escuela órgano base que brinda los instrumentos para que los individuos puedan desenvolverse. No se puede dejar de señalar que la educación es un derecho universal, garantizado no solamente por la constitución nacional, sino también por la declaración de los derechos humanos de la ONU. La educación permite formar individuos de carácter crítico, que cuestionen las ideas de una época e intenten alcanzar algo mejor, que busquen superarlas o adhieran a ellas pero con convicción, siempre sabiendo de qué se trata y cuáles son sus consecuencias. De esa manera una sociedad, a través de la crítica constructiva, logra avanzar y volverse más justa asegurando el bienestar integral.

Es curioso que esta investigación me haga recordar mis pasos por Colombia, exactamente en campañas presidenciales del año 2005. Entre los debates y propuestas recuerdo una frase que nunca voy a olvidar, que además dio resultados (cuando fue alcalde de Bogotá) del entonces candidato presidencial Antanas Mockus, aseguraba que combatir el crimen con educación y ética es más tardado y costoso que las armas, pero es la solución definitiva.

También la educación se ha transformado en una forma de discriminación más. Se ha convertido en otro mecanismo para estirar la brecha entre ricos y pobres, condenando a la casi imposibilidad de ascenso social y progreso a los desfavorecidos. Desde ya esto repercute directamente en la generación de la delincuencia al no brindar las herramientas esenciales para la correcta integración al mercado laboral, pero más importante aún, al evitar generar conciencia crítica de una sociedad como la actual. De esa manera, los productos finales de las escuelas chocan de frente contra una realidad que no están preparados para enfrentar y buscan en la delincuencia alternativas que no ven en las conformaciones sociales tradicionales. Por ello, creo que es el punto neurálgico materia de revertir, a efectos de lograr que todos sin excepción alguna, además es tarea del Estado educar a su pueblo.

Cabe señalar, la opinión de un jurista muy conocido en el ámbito penal. El Doctor Zaffaroni (1995), considera que, "la educación es la columna del edificio de una sociedad. Ella determina el desarrollo y progreso de un país, por ende de la sociedad" (p. 56). En resumidas palabras sin educación al alcance de todos, el cambio social se hace cada vez más difícil. Es el Estado quien debe tomar cartas en el asunto y garantizar la aplicación de planes profundos que tengan como fin evitar que la educación se convierta un privilegio de pocos. Es el Estado quien debe solucionar los problemas edilicios, de contenidos y la situación de los docentes, no empresas privadas a las que se le otorgue el derecho de dictaminar cuales son las orientaciones a seguir para tener así mano de obra abundante y barata. Son nuestros políticos quienes tienen que ponerse frente al problema y plantearse que sin educación y nutrición igualitaria para todos, un país no puede salir adelante. Pero también el resto de nosotros debe saber que nos corresponde iniciar este cambio reclamando al Estado recuperar el terreno perdido.

Como argumento final sostengo que la educación es un poderoso instrumento para formar valores de responsabilidad, respeto, solidaridad y legalidad en niños y jóvenes. Además es la variable que más influye en el nivel de ingresos de las personas, ya que permite escapar del círculo vicioso de la pobreza y transitar hacia una vida más libre, digna y plena. Por lo tanto, se convierte en un arma letal para prevenir la formación de grupos juveniles delincuenciales. Por eso el estado tiene el deber de alfabetizar a todos sus integrantes.

La cárcel y su papel de resocialización

Históricamente, los Centros Penitenciarios tienen al igual que muchas otras cosas en la vida, un origen religioso, por su similitud con penitencia, se pretende que el individuo purgue y elimine sus males. Por otro, lado, pena, es una acción impuesta para corregir, avergonzar. Sin embargo, en un modelo actual, "en apariencia", el sistema de readaptación social o reinserción pretende curar al individuo sujeto a una pena, por lo que el establecimiento debe cumplir con características que den lugar a la misma. "La pena tiene varios objetivos dentro de los cuales supone que con sus características logrará la prevención del delito y la rehabilitación del sujeto criminal" Villavicencio (2007, p. 114).

Ahora bien, con respecto a la ineficacia de la cárcel, sin temor a equivocarme, sostengo, si bien es cierto, se cree que el encierro de los sujetos que han delinquido, es el remedio, la cura o la readaptación a la sociedad. Me asombro, a la vez, me indigno al darme cuenta que este tipo de políticas criminales no funciona. Sin embargo, la torpeza del Estado, el poco conocimiento del legislador en su conjunto en materia de prevención determinan el cauce continuo del error o ¿será tal vez que no quieren solucionar estos problemas perniciosos para nuestro país? La respuesta, aún sigo buscando.

Considero también que la pena es intimidatoria, dolorosa, ejemplar, legal, correctiva, y justa. Esto es lo que la pena pretende. Sin embargo, al igual que muchas otras leyes, política e instrumentos se quedan alejados y en total hipocresía.

Es lamentable la ceguera de nuestros legisladores, consideran incrementar o endurecer las penas con la finalidad de evitar la comisión delictiva. Señores está comprobado y la historia nos ha dado la razón, no es inteligente, por no decir que es una torpeza legislativa procurar intimidar a la ciudadanía con penas duras. Por el contrario surge, lo que en doctrina se llama el efecto rebote. Entonces solucionar y curar las enfermedades delictivas no pasa por penar a una persona. La política criminal debe replantear sus teorías acorde a un mundo globalizado y a una sociedad con necesidades no atendidas.

Los centros de readaptación social están sobrepoblados y no cumplen con su función curativa, al contrario, sirven solo como centros de "represión" Social sin más fines. En el ámbito penitenciario es frecuente observar las carencias de la cárcel, la suciedad, las enfermedades, la prostitución, corrupción, promiscuidad homosexual y heterosexual, los escapes, la dominación por parte de los internos, las extorsiones desde adentro, entre muchas otras conductas. La pena supone una curación, pero como muchas otras cosas más sus intenciones exceden de sus reales alcances.

También es preocupante que muchas personas están en espera de una sentencia porque no tienen un defensor particular. Como no tienen un abogado que esté vigilando constantemente el expediente, insistiendo con el actuario, el notificador, que le agilicen esas etapas, deben esperar mucho tiempo.

Sin embargo, es peor cuando los señalados deben defenderse a través de un abogado de oficio, quien está lleno de trabajo y no tiene tiempo de atender tantos asuntos. Me pregunto:

-¿Entonces las cárceles están llenas de gente pobre?

-Lamentablemente tengo que decir sí. Es contraproducente que no reciban su sentencia, porque implica un alto costo para la sociedad y entran a la escuela del delito, sobre todo los primodelincuentes (quienes incurren por primera vez en un delito). Estas personas (algunas) cometieron un error y están arrepentidos. Es el reflejo que la ley y la justicia favorecen a los ricos. Tal vez me equivoco, la corrupción hace que los desamparados y pobres pasen muchos años en la cárcel.

Así pues, enviar a la cárcel una persona no responde a lo que normalmente llamamos como castigo debido a que no hay intencionalidad expresa de reducir la probabilidad futura de transgresión a la ley. Es importante señalar en nuestro país por lo menos, la cárcel – reeducación es inexistente hoy en día. ¿Quién pretenderá que se apliquen realmente programas de reeducación concretos en nuestras instituciones penitenciarias? El simple hecho de fijar por adelantado un determinado periodo de permanecer en la cárcel prueba que la voluntad de reeducación es inexistente en el ánimo de quien emite la sentencia.

Con respecto a la cárcel Martín (2012) señala:

A la cárcel van las personas que han cometido una fechoría. Allí pasan un tiempo y cundo salen se reincorporan a la sociedad a una vida normal. Esto es lo que en principio todos creemos. Sin embargo, no es exacto, parece que la cárcel no ayuda – o mejor, ayuda poco- a preparar a los presos para reincorporarse a la vida en sociedad; más bien al contrario. Ocasiona daños irreparables a los sujetos que han delinquido (p. 56)

Es tiempo de que vayamos pensando en otras formas de castigo para quienes infrinjan la normatividad. Que no sea simplemente el aislamiento prolongado; pero mientras llegamos a métodos más civilizados vayan estos pocos renglones como un llamado para que las cárceles dejen de ser exclusivamente sarcófagos de seres vivientes que se pudren ante la indiferencia de políticos, religiosos, filósofos y de la sociedad en general. Exceptuando a algunos amigos y familiares cercanos que más por compasión, complejo de culpa y caridad cristiana que por conciencia social frecuentan las cárceles en un intento desesperado por aliviar de alguna manera el proceso de degradación que paulatinamente ocasiona la cárcel.

En síntesis, la pena, así como el tratamiento penitenciario tienen como objetivo la reeducación, rehabilitación y reincorporación del interno a la sociedad. Lo anterior debería ser el resultado de la pena, pero desgraciadamente no ha existido una pena y un tratamiento que reduzca el hecho criminal; se ha visto que la pena y el tratamiento penitenciario son ineficaces. Por otro lado, la prevención debe ser considerada como herramienta básica para la reducción de la criminalidad, la violencia y la inseguridad. Entonces las cárceles no cumplen con su papel de reeducar al individuo, sino por el contrario envenenan más su alma.

Referencias bibliográficas

  • Bacigalupo, E. (2004). Derecho penal: parte general. Lima: Ara

  • Hurtado, J. (2005). Manual de derecho penal: parte general. 3ª edición, Lima: Grijley.

  • Martin, M. (2012). Introducción a la teoría jurídica del delito. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.

  • Villavicencio, F. (2006). Derecho penal: parte general. Lima: Editora jurídica grijley.

  • Wezel, H. (1956). Derecho penal: parte general. Madrid: Pearson

 

 

Autor:

Jesus Nuñez Chavez