La justicia posthumanista del comunismo platónico y la afirmación de la existencia del ser nato. Una reconciliación con los poetas (página 2)
Enviado por Simón Royo Hernández
Aunque resulte paradójico en Occidente una forma nueva de intervenir en el conflicto consiste, precisamente, en eludirlo, ya que la dialéctica de la respuesta acaba ahora retroalimentando un sistema experto, llamado Capital, que absorbe los dardos que se le lanzan convirtiéndolos en energía para su consumo y en legitimación para el aumento de sus medidas represivas. No queremos decir con ello que haya que renunciar a las formas clásicas de enfrentamiento contra el poder, sino que junto a éstas, debido inicialmente a las dificultades que han pasado las formas clásicas de contestación al poder a lo largo del siglo XX; se viene constituyendo un frente (entre otros muchos) que no resulta pacifista, sino que renuncia a entrar en el juego del conflicto dialéctico con unas fuerzas que le sobrepasan materialmente de manera nunca vista hasta la fecha. La alegría de vivir, el vitalismo de la gaya ciencia, una de las cosas más difícilmente alienable de los pueblos y las gentes, conforma un movimiento permanente de recusación de las ignominias establecidas por el poder y aceptadas por la costumbre. Por eso grita el poeta Hölderlin su denuncia contra el violento telos del hombre moderno y su respeto único por la fuerza bruta de la siguiente manera:
"¿No es celeste mi corazón, su vida más hermosa
desde que amo? ¿Por qué en más le teníais
cuando más orgulloso y feroz era,
de palabras más rico y más vacío?
Gusta la multitud lo que el mercado precia
y sólo al violento honra el criado;
en lo divino creen
únicamente, aquellos que lo son" (2).
Frente a la inmoral moral del mundo inmundo del dinero y del poder se están así constituyendo grandes sectores de habitantes del llamado primer mundo que rechazan el imaginario del sistema, que cuidan y habitan en imaginarios diversos tenidos antaño por escapismos idealistas, pero que ya se muestran como formas de vida alternativas bien reales.
Unas formas de contestación no dialéctica que provienen del Romanticismo y no de la Ilustración, que rechazan la trampa del pacto social y logran que sus palabras no se queden en papel mojado ni en blablabla erudito, sino que se implanten realmente en las sociedades desarrolladas del nuevo milenio. Los poetas, los pensadores, los creadores de ciencia, los amantes del arte, la música o la literatura forman barricadas y en ocasiones golpean al poder con mayor potencia que ningún ejército; pues sin entrar en la dialéctica del poder, como un conocido mosquetero, nunca dejaron de luchar:
"(Cyrano de Bergerac: levantando la espada) ¿Qué decís?… ¿Que la victoria quien la ansía no la alcanza? ¡Si no hay de triunfo esperanza hay esperanza de gloria!… ¿Cuantos sois? ¿Sois más de mil? ¡Os conozco! ¡Sois la Ira! (Dando estocadas en el vacío) ¡El Prejuicio! ¡La Mentira! ¡La Envidia cobarde y vil!… ¿Que yo pacte?… ¿Pactar yo?… ¡Te conozco Estupidez! ¡No cabe en mí tal doblez! ¡Morir, sí! ¡Venderme, no! Conmigo vais a acabar: ¡No importa! ¡La muerte espero y, en tanto que llega, quiero luchar… y siempre luchar!".
No será vano recordar en este nuestro mundo inmundo de las corruptelas y los puritanismos dándose la mano, unos cuantos versos, de ese mosquetero antisistema tan envidiado por el poder de la aristocracia de título nobiliario y por los engolados y fraudulentos literatos de postín:
"Lebret:
Si a reprimirse acertara tu espíritu…
mosquetero,
tuvieras gloria, dinero.
Cyrano:
¿Y a qué precio lo alcanzaría?
¿De qué medios me valdría? Di.
¿Buscando un protector
y medrando a su favor
cual la hiedra que a porfía
el firme tronco abrazando,
lamiéndole la corteza,
suavizando su aspereza,
va poco a poco escalando
la copa? ¿Yo así medrar?
¿Yo por astucia elevarme?
¿De mi ingenio no acordarme
ni con mi esfuerzo contar?
¡No, gracias! ¿Dedicando
como a todos, versos hueros
a ignorantes «financieros»,
con el de un bufón trocando
el donaire natural
por la esperanza indecisa
de lograr una sonrisa
de un potentado venal?
¡No gracias! ¿Con la pretensión
de que a su mesa me siente,
arrastrarme, cual serpiente
ante estúpido anfitrión,
y ejecutar contorsiones
con agilidad dorsal?
¡No, gracias! ¿Original
talento en sus producciones
suponer en un plagiario,
y adorar noche y mañana
el santo por la peana,
siempre pronto el incensario?
¿Navegar con madrigales
por remos? ¿Sin rumbo cierto
llegar al ansiado puerto,
los más rudos temporales
despreciando, y las borrascas,
si henchida llevo la vela
de mi frágil barquichuela
con suspiros de tarascas?
¡No gracias! ¿Publicar
versos en casa Sercy
por cuenta propia, y así
fama de autor alcanzar;
y si acierto en un soneto,
pagado de la victoria,
no aspirar luego a la gloria
de un trabajo más completo?
¿Lograr que diez botarates
en su conclave risible
me proclamen infalible
y aplaudan mis disparates,
y temblar interiormente
por las chanzas indiscretas
que dirijan las gacetas
a mi numen impotente,
aunque repita después
que ello no me da cuidado,
porque me he visto citado
en el «Mercurio Francés»?
¡No, gracias! ¿Que cual necio tema
si otro más necio se irrita?
¿Consagrarme a una visita
mejor que a hacer un poema?
¿O, tras mil y mil desgracias,
a sueldo hacer memoriales
u otros oficios triviales?
¡No, gracias! ¡No, gracias!
En cambio… ¡oh, dicha, vencer
gracias al propio heroísmo,
fiando sólo en tí mismo,
pudiendo siempre a placer
himnos de gloria entonar
o denuestos proferir,
soñar, despertar, sentir,
lo que es hermoso admirar;
tener firme la mirada,
la voz que robusta vibre,
andar solo, pero libre,
ponerte, si ello te agrada,
el sombrero de través,
por un sí o un no batirte,
hacer versos o aburrirte,
ser arrogante o cortés;
de la gloria y la fortuna
sin cuidarte, trabajar,
si te place, en preparar
lo absurdo… ¡un viaje a la Luna!;
no escribir nunca, jamás,
nada que de tí no salga,
y, modesto en lo que valga,
pensar que otro vale más;
¡y contentarte, por fin,
con flores, y hasta con hojas,
como en tu jardín las cojas
y no en ajeno jardín!…
En resumen: desdeñar
a la parásita hiedra,
ser fuerte como la piedra,
no pretender igualar
al roble por arte o dolo,
y amante de tu trabajo,
quedarte un poco más bajo,
pero solo, siempre solo.
Lebret:
Solo siempre solo, si,
según tus extraños modos;
mas no solo contra todos,
que eso es ya manía en ti.
¿De qué proviene ese afán
de hacerte sólo enemigos?
Cyrano:
De verte a ti hacer amigos
y del pago que te dan.
Buenos… ¿cuántos hallarás?
Yo, al ver uno que, ceñudo,
me niega al paso el saludo,
pienso: «¡Un enemigo más!»
¡Y gozo!".
¡Lástima que el mosquetero Cyrano no lograse el amor de Roxanne!… En esa misma línea, caminan unos versos de los de José Agustín Goytisolo, unos versos que también exponen la fuerza y la sensibilidad de quien tanto resistió (pidiéndonos fortaleza a nosotros y a su hija Julia) hasta caer finalmente al vacío por la ventana del alcohol y el abandono. Todo ello prototipo de una mentalidad ciertamente revolucionaria que también manifestaría Borges en otro hermoso poema. Una revolución cuyas vetas y cuya tradición no pertenecen al platonismo, a la ilustración moderna o al marxismo clásico, pero que resultan anticapitalistas y libertarias, no aptas para la dominación:
Su profesión se sabe es muy antigua
Y ha perdurado hasta ahora sin variar
A través de los siglos y civilizaciones.
No conocen vergüenza ni reposo
Se emperran en su oficio a pesar de las críticas
Unas veces cantando
Otras sufriendo el odio y la persecución
Mas casi siempre bajo la tolerancia.
Platón no les dio sitio en su República.
Creen en el amor
a pesar de sus muchas corrupciones y vicios
suelen mitificar bastante la niñez
y poseen medallones o retratos
que miran en silencio cuando se ponen tristes.
Ah curiosas personas que en ocasiones yacen
en lechos lujosísimos y enormes
pero que no desdeñan revolcarse
en los sucios jergones de la concupiscencia
sólo por un capricho.
Le piden a la vida más de lo que esta ofrece.
Difícilmente llegan a reunir dinero
la previsión no es su característica
y se van marchitando poco a poco
de un modo algo ridículo
si antes no les dan muerte por quién sabe qué cosas.
Así son pues los poetas
las viejas prostitutas de la historia.
(José Agustín Goytisolo, "Así son". En: Bajo tolerancia, 1974/1996).
Nada más equivocado estaría que interpretar a Goytisolo (o a Borges) como conformistas. Porque el poeta, al igual que el comediante y el juglar desde Aristófanes a Darío Fo, siempre fueron una importante parte de la Gran Revolución:
Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.
(Jorge Luis Borges "El cómplice". En: La cifra, 1981)
El acervo positivista y cientifista de la historia del materialismo desde que Platón quiso expulsar a buena parte de los poetas de su República hasta que, siguiendo a Hitler y la inquisitorial quema de los libros de caballerías al principio de El Quijote, condenó (también) como arte degenerado a toda creatividad que no entroncase en sus fines, fue un error mayúsculo. Un enfrentamiento entre las diversas formas de revolución de todo lo establecido que operan desde diversas instancias sólo sirve para desgastar inútilmente a las partes y que triunfe el humanitarismo reformista y el poder del Capital. De una guerra entre los revolucionadores del status quo el único beneficiario es ese mismo status quo.
Admitamos por tanto una pluralidad de formas de resistencia y de contestación, pues no por quedarnos alerta frente al idealismo y al fascismo (defendiéndonos al mismo tiempo del esoterismo y el postmodernismo vulgar) habremos de considerar toda iniciativa que no tenga nuestros mismos esquemas como una recaída en la reacción.
Aunque haya tantos y tantos que se han vuelto reaccionarios, curiosamente, ellos no pertenecían a la tradición que aquí recogemos violando las oposiciones binarias entre ciencia y poesía, Romanticismo e Ilustración, Modernidad y Postmodernidad. No pertenecían a lo políticamente edificante, sino esa tradición tan científica y tan racional que acabó en el Capital.
En la corta historia de la humanidad (corta si medimos por el tiempo de las estrellas o de la evolución natural) siempre se ha dado una situación de desigualdad y de lucha de clases, algo que demuestra que no es todavía verdadera Historia en lo que vivimos, sino continuación de la Prehistoria. Un estado de cosas cuyo origen ya nos narraba Rousseau en 1754, en ese su famoso Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres del siguiente ilustrativo modo:
"El primero que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y encontró personas lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores no habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenado la zanja, hubiera gritado a sus semejantes!: «¡Guardaos de escuchar a este impostor!; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie»".
Quien quiera ver todos los intentos de paliar la injusticia que lo antecedente registra no tendrá más que fijarse en la Historia de las Revoluciones y como se enderezaban los intentos en la Historia de las Contrarrevoluciones, las primeras procurando construir un mundo más justo, las segundas destruyendo esos intentos. Lo sorprendente es que no ceje el ser humano en tal empeño y que por cada libertario que asesinan los conservadores surjan otros diez. Parece como si la sangre revolucionaria derramada impregnase la tierra, fuese bebida por ella y produjese nuevos frutos.
Siempre que se ha intentado crear una sociedad equitativa no sólo mediante la violencia sino siguiendo las reglas establecidas por la democracia burguesa, casualmente, se ha producido un golpe de Estado con el que los militares han decidido enderezar tan torcido empeño y restablecer la normalidad y el orden de los de siempre. El caso de la República española de 1936 o el de la sociedad chilena de 1973 han quedado en los Anales de la Historia como paradigmáticos de la trampa de la sociedad burguesa, de un mundo en que una pseudo-democracia se admite sólo en la medida en que la política no mande sobre la economía. Si la política decide votar comunista y la política amenaza con dejar de ser sierva del capitalismo entonces, entonces coincide siempre, ¡vaya casualidad!, que los militares deciden que hay demasiados rojos en el planeta y deben ser exterminados.
La película "Machuca" (Andres Wood, España-Chile 2004), sobre la que ya escribimos aquí en Rebelión, narra magistralmente en el pequeño espacio de un colegio, el destino de la sociedad chilena en 1973, cuando el niño burgués Gonzalo Infante, trasunto del director de la película, y el niño lumpenproletario Pedro Machuca, llegan a estudiar juntos y lograr una amistad saltando el muro que les separaba. El racismo sempiterno que desde el mito de los arios hasta nuestros días ha ido parejo al desigual reparto de riqueza, correspondiéndoles a los blanquitos y rubitos la posesión de la tierra y de los beneficios que genera ésta y a los negritos o cobrizos el trabajo y el sudor, fue en algunos momentos, más o menos duraderos, subvertida. En la URSS durante 70 años que hoy se denuestan y calumnian desde los media del capitalismo hegemónico.
Buena parte de la sociedad chilena que votó por el Presidente Allende y logró su elección intentó acabar con "lo de siempre", con que los pobres limpien los baños de los ricos desde la niñez hasta la vejez mientras que los ricos se educan en la escuela, aprenden idiomas, cultivan su razón y su sensibilidad, heredan propiedades y esclavizan a los de siempre. Por un tiempo Pedro Machuca estuvo en la misma clase que Gonzalo Infante, cosa que hoy día sólo ocurriría en Cuba, durante un breve lapso de tiempo se mostró posible destruir el muro, tirar la cerca y eliminar el origen de la desigualdad.
Ahora se intenta en Irán, en Venezuela, en Brasil, en Cuba y en Bolivia, y los de siempre, los banqueros, los capitalistas, los opusimos, junto a la canalla de los tenderos, creen que lo normal es lo aberrante y que lo que no es normal es la igualdad, la justicia y la libertad. Pero se seguirá intentando una y otra vez y su consecución mayoritaria y definitiva, como ya dijo Marx, marcará el final de la Prehistoria de la Humanidad y el comienzo de la verdadera Historia.
Tradicionalmente se ha entendido el comunismo platónico tal y como el pensador de Atenas lo expuso en La República (3) esto es, como una comunidad de filósofos reyes que precisamente por detentar el saber-poder habrían de estar excluidos de la propiedad privada. Esa medida insuficiente, de implantarse, ya arreglaría mucho el muy corrupto mundo en que vivimos. Pero nosotros tenemos ya hoy que ampliar ese concepto, salvando las acusaciones de aristocratismo o elitismo intelectual y, más allá del borreguismo de lo políticamente correcto y de los eufemismos conciliadores de las buenas conciencias, declarar, como comunismo platónico, el afán de que todo ser humano acceda igualmente a lo mejor y así, en proximidad con ello, tenga al menos la posibilidad de hacerse mejor, disfrutar plenamente de la existencia y aportar algo a este mundo. Una recuperación, corrección y ampliación del comunismo platónico se asemejaría así a la recuperación, corrección y ampliación del afán del alma bella (4).
Los reyes-filósofos fueron educados "mejor y más completamente que a los otros" (Rep.520b), lo que consideramos injusto, ya que "en el alma de cada uno hay el poder de aprender y el órgano para ello" (Rep.518c) y si la educación básica ha de ser común en hombres y mujeres (5) no hay razón para que no lo sea también la educación superior. Una nueva frase libertaria se impone en una sociedad abierta no hipócrita en la que se cumpla el precepto de la generalización de lo aristós: cubiertas todas las necesidades, desarrolladas todas las capacidades.
El cambio de era, los pasajes hacia un posthumanismo con el siglo XXI mediante los que saltar de la Prehistoria a la Historia siempre estuvieron ahí, continuamente presentes y en marcha. Sólo hay que dejarles ser la voz cantante y no consentir que se les estorbe mediante la explotación, la servidumbre y la esclavitud del egoísmo y de la usura.
NOTAS
(1) Del derecho al ocio al reino de la libertad
http://aparterei.com/simon27.pdf
De cómo una filosofía de la vida puede surgir a través de una meditación sobre la muerte
http://aparterei.com/alegria.htm
(2) F. Hölderlin Poemas. Introducción y versión de Luis Cernuda. Edición bilingüe. Visor Madrid 1985. «Aplausos de los hombres». Cfr. Hölderlin El archipiélago (versos 241-253), comentados por Teresa Oñate, en: El retorno griego de lo divino en la Postmodernidad. Editorial Aldebarán, Madrid 2000.
(3) Las riquezas pervierten al filósofo (Rep.495a) que es quien tiene que gobernar (Rep.473d-e). Pero hay que tener el cuidado de entender la metáfora del gobierno de la inteligencia y de la ley, al modo como lo entendió Rousseau (Cfr. Discurso sobre las ciencias y las artes. 2ªparte, págs.175-176. En: Del contrato social. Sobre las ciencias y las artes. Sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. Ed.Alianza (1ªed.1980) Madrid 1988); y no al modo como inspiró Platón a los dictadores debido a su inmoderado afán de absoluto (Cfr.Rep.485d-e & Rep.486a).
http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/platonrepublica0607.htm
(4)http://www.iespana.es/anabasisdigital/g/g4/g4_7.htm
(5) Rep.452a: Igual educación básica para todos y para los guardianes, sean hombre o mujeres (Rep.454e; 451d-e; 455b) ya que el hombre y la mujer tienen la misma naturaleza racional, aunque difieran en la fuerza y en otros aspectos (cfr.Rep.454d; 455d-e; 456a-b; 457a-c; 466c-d; 466e ss).
Autor:
Simón Royo Hernández
Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Miembro de los Grupos de investigación "Pólemos" y "Palimpsestos" de la citada universidad.
Imparte un módulo como profesor en el MASTER "Europa Fin de siglo" de la UCM y desarrolla en la actualidad una investigación Postdoctoral en la UNED sobre el pensamiento de Platón.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |