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Costa Rica – Los trabajadores del Estado en las luchas populares 1940-1980 (página 2)


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La crisis de hegemonía liberal de los años 30-45, estimulada por el surgimiento del nazismo y el fascismo, tuvo que resistir también el ascenso del reformismo capitalista, del socialismo "cristianismo", la social democracia, el socialismo marxista-stalinista y el socialismo trotskista. Por otro lado, como resultado de la creación de la OIT en 1919, el Estado acogió al final de los años 40 varias normas internacionales de derecho laboral mediante la OIT. Entre ellas el Convenio No. 87 sobre la libertad sindical y la protección del derecho a la sindicación; el Convenio No. 98 que excluyó a los funcionarios públicos del derecho a la negociación colectiva, y el Convenio No. 151 de junio de 1978 sobre la protección del derecho de organización y empleo en la administración pública. (http://www.nuso.org/upload/articulos/1139_1.pdf

Hasta el fin de la Segunda Guerra las relaciones internacionales de tipo sindical fueron débiles. Entre 1936-1946 nació y se desarrolló la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, única experiencia unidad laboral latinoamericana, la cual fracasó en 1947 por los efectos de la Guerra Fría. En adelante se extendió la presencia de otras centrales internacionales como la CIOSL-ORIT, la CMT-CLAT, la FSM y la CPUSTAL con definiciones ideológicas diversas: de tipo liberal, comunistas, socialdemócratas, trotskistas y socialcristianas -las tres primeras desde 1920.

En los primeros años del 50 el gobierno de Estados Unidos, la CIA y la American Federation of Labour (AFL), fundada en 1882, elaboraron planes conjuntos para eliminar o inhabilitar la influencia de los comunistas en las centrales sindicales de Europa, Asia, África y América Latina. En 1955 se fusionaron la AFL y la CIO para formar una alianza sindical anticomunista liderada por George Many hasta 1979, la cual ejecutó la estrategia intervencionista norteamericana. En América Latina su aliada fue la ORIT. La AFL y la CIA, por su parte, fundaron centros para reclutar sindicatos y asociaciones disidentes del bloque comunista-stalinista. Esas injerencias y espionaje sindical se reorganizaron en el gobierno Kennedy a través de la recién creada USA-AID. En 1960 crearon el Instituto para el Desarrollo del Sindicalismo Libre en América Latina, como complemento de los planes de la Alianza para el Progreso.

Hostigar a la CTAL, fundada en 1938, fue el primer blanco del Departamento de Estado, hasta lograr su desaparición en 1964. Luego se organizó el intervencionismo de EEUU en Centroamérica a partir del golpe militar contra el gobierno progresista de Jacobo Arbenz, en 1954. Otra experiencia pionera fue administrar el Instituto de Investigaciones Laborales Internacionales, con sede en Nueva York. Bajo su tutela se impulsó la capacitación de líderes políticos y sindicales a través del Instituto de Educación Política, con sede en Costa Rica, dirigido por José Figueres y su ministro de trabajo. El Instituto se convirtió después en el Centro de Estudios Democráticos de América Latina, CEDAL.

La estrategia antisindical contó con el consentimiento y colaboración de empresarios norteamericanos, entre ellas de la Fundación Rockefeller y las corporaciones transnacionales ITT, Kennecott, Coca Cola, IBM, Pfizer, Anaconda, UFCo., Standard Oil, Shell Petroleum, Pan American World Airways, W. Grace and Co; United Corporation, entonces la mayores titulares de grandes inversiones en América Latina. La filosofía de esa cruzada sindical anticomunista era la siguiente: "Todos los problemas de los trabajadores serán resueltos por un sistema de libre empresa, de cooperación de clases y de negociación colectiva; así como por la colaboración con los patronos y el gobierno en la lucha anticomunista", tal como la sintetisa el analista William Blum. http://webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/revista/02/004_bozza.pdf (Morris, G. 1967: 84-92)

En Costa Rica, las confederaciones la CTCR creada en 1943 se vinculó por corto tiempo a la CTAL y a la FSM. La CCTRN, fundada en 1945, primero se adhirió a la iglesia católica pero tuvo escisiones en 1950 y 1966 derivadas de sus nexos tanto con la Iglesia como con el PLN. En 1966 se propuso desligarse de ambas tutelas y recuperar la autonomía. La Carta Ideológica definió sus fines en torno a la promoción del bienestar de la clase trabajadora dentro del sistema democrático y la concepción social demócrata. Con el nombre de CCTD se ligó a la ORIT, la CIOSL y el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) (Donato y Rojas 1986:6). Fue activa promotora de la capacitación de dirigentes sindicales en la CEDAL.

Por otra parte, en la década 60-70 surgieron las vertientes sindicales influidas por el pensamiento de izquierda que se desarrolló al calor de la Revolución China, la Revolución Cubana y, en menor grado, del socialismo árabe. Ese contexto afectó en primer lugar los vínculos entre sindicalismo y los partidos Liberación Nacional y Vanguardia Popular. Este último se reinsertó legalmente en la organización sindical una vez que se eliminó el párrafo constitucional que lo inhibía de participar en las luchas electorales, en 1975. En una segunda fase, entre el sindicalismo, el Partido Socialista (PS) fundado en 1972, el Frente Popular Costarricense (FPCR) en 1975, el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) en 1970, y la Organización Socialista de los Trabajadores (OST). Todas esas organizaciones desarrollaron nexos con las Internacionales socialdemócratas y socialistas marxistas.

En tercer lugar, entre 1949 y 1957 tomó forma el movimiento solidarista. En ese lapso nacieron 40 asociaciones. El 22 de marzo de 1954 se creó la Unión Solidarista Costarricense y en 1956 la Corporación Solidarista, para darle el soporte financiero. Entre 1957 y 1961 superaron en número a los sindicatos; decaen entre 1959 y 1963, año en que el sacerdote Claudio Solano Cerdas al mando de la Escuela Social Juan XXIII y con el apoyo de Asociación de Empresarios Pro Justicia y Paz creada un año antes, asume el proyecto solidarista como parte del objetivo del Obispo de San José, Carlos Humberto Rodríguez de "recristianizar" a la clase obrera. El Partido Unidad (Republicano) con una orientación socialcristiana catapultó al solidarismo como movimiento de los trabajadores y empresarios, a partir del gobierno de Rodrigo Carazo (1979-1983). Blanco G. y O. Navarro. 1984: 27-95)

Consideraciones finales

Comparto con las investigadoras Marian Pérez y María Eugenia Trejos: "La unidad de las clases populares debe darse a partir de organismos que, por su ubicación y dimensiones, permitan a dichas clases participar en las decisiones, solidarizarse y crear una voluntad colectiva; ejercer control sobre lo actuado, y desarrollar el nivel de comprensión necesario para plantearse la necesidad de construir su propia hegemonía". (1990:61)

Las transformaciones de las estructuras de producción y del Estado en Centroamérica; en conexión con el mercado mundial capitalista y la ostentación imperialista de los Estados Unidos, en ancas del aparato militar y de sus monopolios transnacionales, configuró en Costa Rica, desde 1950, un nuevo segmento social. Por razones de extracción social, movilidad ascendente, estabilidad laboral, niveles de consumo y protección en la vida adulta las llamadas clases medias son diferentes a otras clases de la sociedad. Aunque comparten con los trabajadores directos su condición de asalariados.

Desde mediados de 1960 "los empleados públicos" hicieron suyos, en buen grado, los legados de las luchas de las clases inferiores; recrearon las conquistas de derecho laboral y la seguridad social. Con sus organizaciones sindicales se plantaron durante más de 60 años ante las fuerzas del mercado y del poder político que dilapidan las fuerzas sociales productivas. Sus luchas fueron exitosas hasta mediados de 1980 en medio de huelgas, conciliaciones jurídicas, administrativas, nuevas leyes laborales y consensos partidistas.

Pero fueron víctimas, igual que el movimiento obrero, de divisiones internas; de la cooptación cultivada sin tregua por el gran capital, la iglesia y el imperialismo; y de miopía política para hacer de sus sindicatos "los organizadores de la clase obrera". Sobre todo, una vez que los trabajadores obreros lograron "enviar hombres de su propia clase a los Parlamentos" según se expresaba el empresario industrial y teórico del socialismo, Federico Engels.

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Autor:

Carlos A. Abarca Vásquez

 

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