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Reflexiones en torno a la historiografía económica

Enviado por José Carrera Núñez


  1. Introducción
  2. De la historiografía tradicional a la nueva historia económica
  3. Algunas interrogantes
  4. Nuevas tendencias
  5. Una breve conclusión
  6. Bibliografía

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Introducción

El conocimiento de los hechos pasados está respaldado por lo que se ha venido en llamar la voluntad de verdad, descubrir lo qué sucedió y por qué ocurrió es el fundamento de toda la disciplina histórica.

Ahora bien, resulta paradojal establecer mecanismos de estudio de aquello que no sabemos, que no es contemporáneo a nosotros y que, más aún, lo analizamos desde la cotidiana experiencia de un mundo que oscila entre lo inmediatista y lo relativo. De allí que, con justa razón, debamos interrogarnos sobre el sentido y valor del estudio histórico y del esfuerzo que realizan tantos historiadores e historiadoras para desentrañar las verdades ocultas en archivos, series de datos, individualizaciones heroicas y procesos sociales.

De la historiografía tradicional a la nueva historia económica

La historiografía tradicional, la de bronce, consignaba individuos, hechos políticos y militares, instituciones e interacciones de grupos humanos desde una perspectiva particular que excluía los dinamismos sociales y los procesos de desarrollo y de contracción económica que se dan en los pueblos a través de su existencia. Era una historia con sujeto, con una suerte de acción iluminada y mesiánica, pero sin consistencia por cuanto no tomaba en cuenta, entre otros aspectos, los procesos económicos, el mundo de las representaciones así como la participación de las redes sociales en el devenir.

Seguramente la historiografía mexicana, así como la chilena y en general la de Occidente, se han movido por caminos parecidos al construir historiográficamente su pasado, básicamente en un mismo proceso de construcción de una historia donde del otro siempre se sobrevaloraron sus hechos heroicos.

La literatura demuestra que hoy por hoy los caminos son otros por cuanto se han ampliado los horizontes y las metodologías de análisis. Proceso evolutivo que, desde la particular perspectiva de este investigador, consigna tres importantes hitos: el RenacimientoHumanismo, la Revolución Francesa y el desarrollo de las Ciencias Sociales.

El primer elemento nombrado, el Renacimiento, vino "a restituir al hombre sus derechos y su plena herencia… el hombre se afirma y resurge… es la restauración del hombre sin la expulsión de Dios"[1]. Por su parte, la Revolución Francesa vino a consagrar al hombre ciudadano, y con ello la "historia de abajo" (Jules Michelet) o la historia como campo de interacción del Estado, la Religión y la Cultura (Jacobo Burckhardt). Y, por último, la importancia del desarrollo de las Ciencias Sociales que surgen como lógica consecuencia de la maduración de los procesos históricos, que aportan el método científico y su lenguaje matemático a favor de la investigación histórica.

Renacimiento y Revolución Francesa, como procesos históricos, afirman el proceso ontológico; en cambio, la maduración de las Ciencias Sociales permitió la aparición de nuevas metodologías, nuevos instrumentos y nuevas perspectivas que ampliaron y facilitaron el análisis histórico. Sus aportes han sido fundamentales para entender lo que pasó y por qué pasó. Pero también esta situación es reflejo de un proceso de construcción intelectual que proviene desde el idealismo de Hegel, que atraviesa el positivismo y el análisis del hecho social en los padres de la Sociología como fueron Comte y Durkheim, situación que se complementó con la aplicación de la teoría marxista (Dialéctica e Histórica) que fue estableciéndose en el discurso y la narración con su prédica de la economía como motor de la historia.

En esta lógica la Escuela de los Annales surgió como fruto de un ambiente de maduración generalizado de los análisis históricos, lo que se ha registrado como evidencia en las publicaciones europeas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.

También en nuestro país habría de destacar esta tendencia de ir más allá de lo meramente político o militar, así encontramos a Francisco Antonio Encina, Alejandro Venegas, Jorge Ahumada y Aníbal Pinto Santa Cruz, que con su obras -"Nuestra inferioridad económica" (1912); "Sinceridad, Chile íntimo en 1910"; "En vez de la miseria" (1940); y "Chile, un caso de desarrollo frustrado" (en la década de los años 50) -respectivamente- fueron tras la búsqueda de las causas del estancamiento económico tan propios de la vida nacional (fenómeno recurrente en toda la América Latina). Hoy el campo de investigación se ve profundizado y completado con los trabajos de Cariola, Sunkel, Rafael Sagrado, Gabriel Salazar, y don Eduardo Cavieres. Sin dejar de reconocer la importancia que han tenido los análisis marxistas de la Historia de Chile por parte de Julio César Jobet, Luis Vitale y Hernán Ramírez Necochea.

Hemos dicho que las Ciencias Sociales se desarrollaron por los procesos de maduración que los grupos sociales alcanzaron hacia el siglo XIX, cuando el capitalismo comercial y financiero se expandió por el mundo, en los momentos que la Revolución Industrial promovía generosamente sus adelantos pero dejando una dolorosa huella social caracterizada por el fenómeno de la marginalidad, el neocolonialismo y el desarrollo de la identidad de los pueblos en luchas libertarias y de promoción social. Todo esto se manifestó en diferencias de comportamiento individual como colectivamente, que fueron objeto de observación y de estudio por parte de los investigadores que iniciaron los análisis ante diversas huellas que fueron dejando los grupos humanos que nos precedieron tras su caminar en esa dimensión de tiempo y espacio que le es tan propia y que caracteriza a la Historia. Cada una de esas huellas (que las reconocemos con el nombre de fuentes o evidencias) constituye la materia prima del historiador, el cual realiza su propuesta metodológica a partir de ellas. Desde la Geografía que analiza el medio natural de la existencia hasta el desarrollo de metodologías que buscan desentrañar las conductas humanas (Psicología), el sentido de la estética (Arte), las huellas de los artefactos humanos (Antropología), los grupos e interacciones sociales (Sociología), las ideas que subyacen en los comportamientos (mentalidades) y, la periodización de los ciclos de desarrollo y contracción de los procesos económicos (Economía).

Por otra parte, debemos tener cuidado y no sobredimensionar los aportes que la Escuela de los Annales ha realizado. Por ejemplo, ha sostenido que impuso la interdisciplinariedad en la investigación histórica, algo que no resulta del todo cierto por cuanto ya bien avanzado el siglo XIX el historiador del arte Aby Warburg en sus análisis pictóricos relacionaba el arte y los artistas con la literatura o la psicología. Esto, sin duda, no le resta méritos a la aplicación generalizada de las Ciencias Sociales en los estudios del pasado.

Otro elemento a destacar es el aporte del materialismo histórico en la investigación histórica y, por supuesto, en la Escuela de los Annales. No hace falta ser marxista para concluir que ha sido de gran impacto para el desarrollo de la investigación contemporánea (aunque le ha ido mejor que en su práctica política). Provocó la aparición de una historia que va desde abajo hacia arriba, al punto que esta es, según el decir de Barraclough, la "única teoría coherente de la evolución del hombre en la sociedad y, en ese sentido, la única filosofía de la historia que ejerce una influencia demostrable sobre el pensamiento de los historiadores de la actualidad "[2]. Ahora bien, su debilidad se encuentra en el hecho que al ser dogmática corre el riesgo de aplicar preconceptos (que se convierten en prejuicios) y falta de creatividad en el tratamiento de las fuentes. De esta tendencia es el historiador contemporáneo Eric Hobsbawm, que manifiesta que toda historia es social y que, además, critica a la Escuela de los Annales de haber cambiado prontamente su apellido de económica para definir su historia solamente como social[3]

Por otra parte, el uso de la matemática y de la estadística en los estudios históricos llegaron a un punto interesante de destacar con Ernest Labrousse y su análisis del movimiento de precios en la Francia del siglo XVIII, donde fue recogiendo no sólo datos numéricos sino también convierte esos registros en elementos de primer orden para el historiador y su investigación. En esta línea conviene destacar que para los Annales los acontecimientos sobresalientes no bastan, estos deben ser acompañados con otros referentes: como, por ejemplo, la población, la producción, el volumen comercial y el grado de alfabetismo y conocimiento de operaciones matemáticas. Estos últimos, verdaderos patrones objetivos, producen datos seriados que sólo son posible de estudiar a partir de la profesionalización del oficio de historiador.

Este breve recorrido resulta incompleto si no tomamos en cuenta los aportes de la Nueva Historia Económica, relevante en la segunda mitad del siglo XX, a través de la cliometría que introdujo el análisis econométrico en las series de datos, y el estudio de las instituciones para explicar los cambios históricos y el comportamiento económico de las sociedades[4]

Algunas interrogantes

La síntesis realizada en las líneas anteriores nos permite identificar algunos de los procesos que han permitido a la ciencia histórica llegar a un momento donde muchas veces no queda lo suficientemente claro si es el puto final (al modo de Fukuyama) o es el inicio de una nueva era en los estudios historiográficos.

Lo cierto es que podemos evidenciar diversas interrogantes frente a los procesos historiográficos modernos, cuya necesaria aclaración permitirá seguir procesando las multicausalidades de los hechos del pasado.

Algunas dudas que emergen del mar inquieto del conocimiento histórico son las siguiente:

  • Si el análisis histórico se realiza con los ojos mirando hacia el pasado y los pies en el presente (Ruggiero Romano); entonces, ¿el valor del hecho histórico está en su existencia o en su interpretación?

  • Si es un tema de interpretación, ¿el investigador y su contexto (autor) están permanentemente refundando el conocimiento histórico?

  • Además, ¿no se correrá el riesgo de dividir el mundo entre lo nuestro y lo otro, entre la contemporaneidad y el pasado?

  • Si los estudios historiográficos contemporáneos, respecto de América Latina, están marcados por una visión anglosajona caracterizada por su mexicocentrismo, ¿esto significa que sus propuestas y conclusiones adolecen de una suerte de gringocentrismo?

  • En esta visión de vino viejo y odres nuevos (como dice Luis Jáuregui), ¿qué papel juega el concepto de totalidad en el análisis histórico, o sólo es una metodología para historias particulares?

  • ¿Esta Historia Económica pretende convencer que su metodología es adecuada u ofrecer un intento serio de demostrar algo?

  • Y ante lo anterior, ¿qué papel juega la retórica en todo esto? Respuesta que debe surgir a partir de la clarificación del papel del lenguaje considerado en el análisis como constructor de la realidad y, además, porque al convertirse en el centro de la acción acarrea la sistemática disolución del sujeto y de su historicidad. Aquí encontramos la influencia de la hermenéutica y de la semiótica en lo que se ha venido en llamar "giro lingüístico" (¿o más bien literario?). "De acuerdo con esta tendencia, todo lo que hay o hubo es una colección de textos o textos sobre textos, no habría un mundo real por explorar, ni hechos por descubrir, ni un pasado por desenterrar"[5]

  • La utilización de preconceptos ideológicos o metodológicos en la investigación histórica, además de la incorporación de pocas variables explicativas, ¿no concluirán en determinismos que provoquen una suerte de ahogo de otras posibilidades de explicación?

  • ¿Estamos hablando de una historia o de varias historias? Respuesta que debe poner su atención en la multirracialidad que da paso a una muticulturidad, característica tan propia en la conformación social latinoamericana.

  • La Historia Económica, ¿es una historia para historiadores? Pareciera que, por lo menos, para iniciados. Requiere una nueva perspectiva, amplitud de criterio y conceptualización mínima en Ciencias Sociales y en las Ciencias del Lenguaje. No se trata de una nueva moda intelectual, es una renovación del método histórico que le lleva a constituirse en una nueva historia, nacida de "un lugar de experimentación", como le ha llamado el editorial de Annales de noviembre – diciembre de 1989.

  • A su vez, esta tipo de historia ¿genera o produce algún síntoma de cambio social? Aunque, según el decir de Hobsbawm, la Historia no serviría para predecir el futuro, menos aún si consideramos que los contenidos de las ciencias históricas en los planes de estudio están llenos de mutilaciones y de parcialidades que hacen difícil su comprensión global.

  • ¿En la Historia Económica qué papel juegan las fuentes (como origen de la información) frente a las evidencias (como certeza absoluta y manifiesta que no admite dudas)? Además, ¿Qué prima en la balanza analítica, la objetividad o la imparcialidad? Y, ¿cuál es el papel que juega el sujeto en esta historia?

Nuevas tendencias

A estas alturas debemos preguntarnos sobre el sentido de esta "nueva Historia". No cabe duda que desmitifica el pasado, en muchos casos los trae hasta el presente como casos no resueltos (como por ejemplo el caso de Chiapas), pero también facilita la comprensión a través de una visión que tiende más a lo concreto que a lo ideal, donde se establece con certeza nuestra precaria humanidad.

Por último, "si cada época escribe de nuevo la historia del pasado sobre la base de las condiciones que predominan en su propio tiempo", entonces debemos ponernos de acuerdo en algunos referentes que posibiliten una remaduración de la disciplina histórica para enfrentar el siglo que iniciamos con renovadas fuerzas e inquietudes investigativas.

Al respecto podemos destacar dos hechos que marcan o indican las tendencias de la actual Historia Económica:

A) Uno corresponde al la invitación que la Asociación Argentina de Historia Económica está realizando para la XXII Jornada de Historia Económica a realizarse en este año 2010 en la Universidad Nacional de Río Cuarto (Córdoba, República Argentina). En ella se establecen algunos de los tópicos de investigación:

  • 1. Aspectos económico – sociales del proceso de independencia

  • 2. Historia agraria

  • 3. Empresas y empresarios

  • 4. Historia industrial

  • 5. Servicios

  • 6. Sistemas fiscales, finanzas y monedas

  • 7. Comercio, circulación y mercados

  • 8. Familia y negocios

  • 9. Instituciones y políticas económicas

  • 10. Mundo del trabajo

  • 11. Teoría, historiografía y cuestiones metodológicas

  • 12. Relaciones económicas internacionales

  • 13. Población, migraciones y medio ambiente

  • 14. Cooperativismo y economía social

  • 15. Economías y sociedades de frontera

  • 16. Crecimiento económico, desigualdad y estándares de vida

  • 17. Historia de las innovaciones y las tecnologías[6]

Seguramente es un ejemplo particular, pero aún así podemos comprobar que los centros de estudios buscan privilegiar el cruce intergeneracional, interinstitucional e interdisciplinario de los diversos concursantes, en una instancia marcada por la amplitud y el pluralismo, donde las jerarquías académicas pierden peso en beneficio de debates abiertos y francos. Diversos temas respaldados por distintas visiones ideológicas y líneas investigativas que van desde la teoría neoclásica, la teoría de la dependencia y el neo – institucionalismo.

Este último, "parte del individualismo metodológico y, por lo tanto, el análisis no se sesgará a favor de lo colectivo. Sin embargo, podrá tratar sin problemas conductas sociales y ponderar intereses de grupo. Así como los agentes ricos pueden ser depredados, el nivel de tributos puede ser tan bajo que el Estado sea débil e invite a la insurgencia a tomárselo o caer en manos de intereses particulares. Son temas liberales, pero creo que son progresivos, más que los que enarbolan marxistas y populistas"[7]. Esta línea investigativa ha sido capaz de explicar de mejor manera el convulsionado y frustrante desarrollo de América Latina dejando atrás esa suerte de visión fatalista tan propia de la teoría de la dependencia.

B) Por otra parte, los investigadores españoles, que forman parte del Grupo Manifiesto, "quiere contribuir a la configuración de un paradigma común y plural de los historiadores del siglo XXI que asegure para la historia y su escritura una nueva primavera. A tal fin hemos elaborado 18 propuestas metodológicas, historiográficas y epistemológicas, que presentamos a los historiadores y a las historiadoras del mundo para su debate y, en su caso, adhesión crítica y posterior desarrollo"[8]

¿Cuáles son estas propuestas?

  • Una Ciencia con sujeto humano que descubre el pasado conforme lo construye.

  • Una nueva erudición que amplíe el concepto de fuente histórica a la documentación no estatal, a los restos no escritos de tipo material, oral o iconográfico, a las no – fuentes: silencios, errores y lagunas que el historiador y la historiadora ha de valorar procurando también la objetividad en la pluralidad de las fuentes.

  • Recuperar la innovación, tanto en temas como en metodologías.

  • Fomentando la interdisciplinariedad a través del tenido de puentes con el vastos archipiélagos de visiones.

  • Se debe luchar contra la fragmentación o la "historia en migajas" que denunciara en su momento Pierre Norá.

  • En aras de la objetividad se propone indagar al propio historiador como tarea historiográfica.

  • Se debe aprovechar el proceso de globalización y establecer sistemas de historiografía global.

  • Se debe recuperar la autonomía crítica de los historiadores y de las historiadoras para generar desarrollo en el conocimiento.

  • Es necesario reconocer las tendencias historiográficas sin caer en el descrédito ni en comportamientos totalitarios.

  • La historiografía del siglo XXI constituye una herencia recibida del conocimiento del siglo anterior, y esto es algo que no debemos olvidar.

  • Valorar el desarrollo de la historiografía digital como complemento con los libros y demás formas tradicionales de investigación.

  • Estar atento al relevo generacional, lo que resulta ser un dato importante a tomar en cuenta el desarrollo curricular en las escuelas profesionales.

  • Más que una simple divino del trabajo, lo que se debe construir es una historia pensada, pensar el tema, las fuentes y los métodos, las preguntas y las respuestas, el interés social y las implicancias teóricas, las conclusiones y las consecuencias de una investigación.

  • La idea del fin de la historia debe dar paso a los fines de la historia, estableciendo claridad en torno a dónde nos lleva, quién conduce, a favor de qué intereses y cuáles son las alternativas a seguir.

  • Se debe reivindicar la historia ante los círculos de poder y la sociedad, como función ética, como aporte del conocimiento, en la educación de los ciudadanos y en la formación de la conciencia social.

  • Se debe alentar al compromiso para volver al análisis y difusión de valores universales de educación y salud, justicia e igualdad, paz y democracia.

  • Si los historiadores e historiadoras escriben del pasado pero desde un presente, este presente está preñado de futuros. Edificar el futuro sin contar con la historia nos condenaría a repetir sus errores, a resignarnos con el mal menor o a edificara castillos en el aire.

  • No podemos avanzar sin percibir los cambios de paradigmas que vienen ocurriendo en los últimos años. Cambiando la historia que se escribe se puede ayudar a cambiar la historia humana.

Una breve conclusión

Resulta sorprendente constatar que si bien la Historia Económica surgió como reacción a la tradicional historia decimonónica de carácter positivista, en este nuevo siglo vuelve a repostular, con renovado ímpetu y nuevas metodologías, los estudios de la historia política y de los grandes hechos. Eso si ampliando la perspectiva de estudio al conjunto de la población, favoreciendo la interpretación hipotético deductiva, valiéndose del aporte metodológico de las Ciencias Sociales (especialmente la Sociología y la Economía) y tratando de establecer un nuevo puente capaz de favorecer la circulación del conocimiento del pasado en el presente.

Bibliografía

  • BUNGE, Mario. LAS CIENCIAS SOCIALES EN DISCUSIÓN. Una perspectiva filosófica. Buenos Aires. Editorial Sudamericana. 1999.

  • BURKE, Peter. LA REVOLUCIÓN HISTORIOGRÁFICA FRANCESA. La Escuela de los Annales: 1919 – 1989. Barcelona. Editorial Gedisa, S.A. 2006.

  • GRUPO MANIFIESTO, en http://www.h-debate.com

  • HOBSBAWM, Eric. SOBRE LA HISTORIA. Barcelona. Editorial Crítica. 1998.

  • PAPINI, Giovanni. DESCUBRIMIENTOS ESPIRITUALES. Buenos Aires. Emecé Editores. 1959

  • KALMANOVITZ, Salomón. LA CLIOMETRÍA Y LA HISTORIA ECONÓMICA INSTITUCIONAL: reflejos latinoamericanos. En Contribuciones a la Economía, febrero 2004 en http://www.eumed.net/ce/

 

 

Autor:

José Carrera Núñez

JULIO DE 2010

[1] PAPINI, Giovanni. DESCUBRIMIENTOS ESPIRITUALES. Buenos Aires. Emecé Editores. 1959.

[2] BUNGE, Mario. . LAS CIENCIAS SOCIALES EN DISCUSIÓN. Una perspectiva filosófica. Buenos Aires. Editorial Sudamericana. 1999.

[3] HOBSBAWM, Eric. SOBRE LA HISTORIA. Barcelona, Editorial Crítica. 1998.

[4] KALMANOVITZ, Salomón. LA CLIOMETRÍA Y LA HISTORIA ECONÓMICA INSTITUCIO- NAL: REFLEJOS LATINOAMERICANOS. En Contribuciones a la Economía, febrero 2004 en http://www.eumed.net/ce/

[5] BUNGE, Mario. Op. Cit.

[6] Correo electrónico de los organizadores es: http://www.XXIIHISTORIAECONOMICA[arroba]HUM.UNRC.EDU.AR

[7] KALMANOVITZ, Salomón. Op. Cit.

[8] En http://www.h-debate.com