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Propiciando el cambio en la Práctica Educativa

Enviado por Erika Pérez


  1. Introducción
  2. Desarrollo del tema
  3. Conclusión
  4. Referencias bibliográficas

Introducción

El maestro y el estudiante son los actores principales en el reparto de la educación formal tradicional, se haya en la actualidad en una etapa de rediseño de todo el proceso educativo, dado que en el mundo se han dado cambios tan profundos que han derrumbado la mayoría de los paradigmas existentes dejando al descubierto el deterioro en que se encuentra la relación entre ambos y la baja calidad de la misma, aunque algunos maestros tradicionalistas opinen lo contrario y sigan defendiendo sus costumbres, sin descalificar estas últimas, muchos compañeros docentes estamos de acuerdo en que necesitamos una verdadera transformación de nuestra práctica docente, ya que incluso la misma concepción del término maestro busca resignificarse en el mundo actual.

La práctica educativa de los docentes es una actividad dinámica, reflexiva, que comprende los acontecimientos ocurridos en la interacción entre maestro y alumnos. No se limita al concepto de docencia, es decir, a los procesos educativos que tienen lugar dentro del salón de clases, incluye la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos interactivos en el aula. Es importante reflexionar acerca de tres dimensiones para evaluar la práctica educativa de los docentes: 1) el pensamiento didáctico del profesor y la planificación de la enseñanza; 2) la interacción educativa dentro del aula; y 3) la reflexión sobre los resultados alcanzados. La relación entre estas tres dimensiones es interdependiente, es decir, cada una de ellas afecta y es afectada por las otras, por lo cual resulta indispensable abordarlas de manera integrada. La propuesta aquí desarrollada considera que los programas de mejoramiento del trabajo docente deben abordarse a partir de la evaluación de la práctica educativa, para después abordar la formación docente.

La sociedad actual necesita de profesionales, que sean capaces de producir cambios, para ello hay que sensibilizarlos en la búsqueda de soluciones a diversos problemas, nutrirlos de conocimientos propios de la técnica contable y fundamentalmente comprometerlos con la carrera que han escogido.

Para lograr estas cualidades en el estudiante, futuro profesional, el docente como mediador entre el aprendizaje y el alumno, está obligado a reflexionar sobre su propia práctica áulica, que es única, irrepetible y legitima, de forma tal de mejorarla todos los días, introducir nuevas estrategias o cambiarlas si fuese necesario, perfeccionar su discurso y prioritariamente interesarse en la evaluación dentro de todo el proceso de enseñanza- aprendizaje porque de lo que se trata es de dividir o repartir, es decir se debe evaluar al alumno, pero también se debe autoevaluar el docente en su propia práctica áulica, así mejorará la educación y mejorará seguramente la sociedad.

El Doctor Pablo Latapí nos dice que "el maestro es un profesional del conocimiento, obligado a estar atento a su continua, evolución tanto en las disciplinas que enseña como en las ciencias del aprendizaje" , mientras que la Subsecretaría de Educación Básica y Normal nos habla de que los maestros "deben contar con las competencias necesarias para atender con calidad las necesidades de los alumnos en las aulas" , lo que nos hace reflexionar sobre cuál debe ser el papel que desempeñaremos en la sociedad actual .

Hoy en día en nuestro país, en la mayoría de las escuelas el maestro es concebido como alguien que se para frente a un grupo de alumnos, hablándoles de cosas que no entienden, escribiendo con una letra ilegible en un pizarrón y más de media clase bostezando o haciendo otras cosas, son todavía escasos los docentes que logran atraer la atención de sus alumnos y cuya experiencia se pierde por no documentarla y darla a conocer, siendo contados los casos de un aprendizaje real y no memorístico dentro de nuestras aulas.

La revolución tecnológica del último cuarto del siglo pasado, preponderantemente en el marco de las comunicaciones, permitió al hombre romper las cadenas de tiempo y espacio, en donde el sincronismo y el asincronismo responden a las necesidades de un caudal de información inimaginable al alcance de todos, impactando en todo el quehacer humano y que nosotros maestros no sabemos o no queremos aprovechar, olvidándonos que la misma dinámica del mundo le exige a nuestro alumno la adquisición de nuevas competencias que le permitan superar los retos actuales y a nosotros maestros a concebirnos como aprendices permanentes e integrantes de una comunidad, entendiéndose por comunidad, al grupo de individuos que trabajan hombro con hombro por conseguir un fin común.

Introduction

The teacher and the student are the main actors in the cast of traditional and formal education, now it is in re design of all the Educative Process, because of the deep changes that have destroyed most of the paradigms leaving uncovered the terrible state of the relationship among them and the low quality of it. Eventhough some traditional teachers think the opposite and they keep on defending their valuable traditions. Most of teaching co-workers agree on we need a real transformation of our teaching practice and also the concept or teacher needs to be redefined in the world.

The educative practice of teachers is a dynamic and reflexive activity that has to do with the interactions between teachers and students. It is not limited to the concept of teaching, this means that the Educative Process inside the classroom include pedagogic intervention occurred before and after the interactive classroom processes. It is important to be reflexive about three dimensions to evaluate the educative practice of teachers. 1) the didactic thinking of teachers and teaching planning; 2) the educative interaction inside the classroom and 3) the reflection on reached results.

The reflection among these three dimensions is interdependent, this means that each one of them affects and it is affected by the others so it is necessary to treat them in an integrated way. The proposal developed in this article considers that improving working teaching programs must be taken from the evaluation of teaching practice and later teaching preparation must be taken into account.

The society needs professionals able to make changes that is why we need them to be sensitive about searching for solutions to diverse problems and feed them with knowledge of countable techniques and commit them to the profession they have chosen.

In order to achieve these qualities in the student, the teacher as mediator of learning for students, has the obligation to make reflections on classroom practice which is unique and legitimate for improving it every day, with new strategies and change them if it is necessary. Making perfect the discourse within the teaching and learning is about dividing it. It is also vital to evaluate the student but also to evaluate the classroom practice in order to improve the education and as a result the society.

Doctor Pablo Latapi mentions that: "The teacher is a professional of knowledge who is obligated to be attentive to the evolution of disciplines that teaches as in the learning sciences". The Subsecretaria de Educación Básica y Normal indicates that teachers must have necessary competences to treat with quality the needs of students in the classroom, which make us reflect on our role in society".

Today in most schools of our country the teacher is seen as someone who stands in front of a group of students, talking about things that the students do not understand, the teacher only writes nicely on the board and the rest of the class gets bored. It is strange the number of teachers that act differently because they prefer real and meaningful learning instead of memorizing learning classes.

The technological revolution of the media in the last quarter of the last century allowed men to break the chains of time and space, where anachronism and synchronism correspond to the needs of information related to human being activities. We as teachers must not forget this because the world requires the new acquisition of competences to overcome real challenges and we as teachers must learn constantly in order to be integrated to society to work closely to get a common goal.

Desarrollo del tema

En el contexto de los cambios en el trabajo y el advenimiento de la sociedad del conocimiento a principios de la década de 1970, Gerhard Bunk introduce el término de competencia en el mundo educativo y el mundo laboral. En 1973, McClelland en la búsqueda de una alternativa a las pruebas de aptitud e inteligencia tradicionales, desarrolla el concepto de competencia definido como una característica subyacente de una persona que le permite demostrar un desempeño superior en un determinado puesto, rol o situación, haciendo la diferencia entre personas con desempeño excelente versus personas con desempeño promedio.

La crisis de la educación tradicional en la emergente sociedad del conocimiento, da cuenta de que la formación profesional se ha aislado de las profesiones mismas. Los egresados con frecuencia carecen de destrezas y habilidades para aplicar el conocimiento en tareas prácticas (destrezas profesionales requeridas por el mercado), su campo de especialización carece de demanda social específica, un gran número de ellos se desprofesionaliza y los niveles de salarios no corresponden al costo económico y de oportunidad de la formación recibida.

Una segunda consideración, es el efecto del mercado laboral que reduce campos específicos de un modo definitivo, en algunos casos traduciéndose en altas tasas de desempleo en determinadas profesiones, lo cual implica la mayor parte de las veces, una reconversión profesional o una simple derivación del empleo por necesidad.

Una buena práctica docente es donde se incluye la planeación que facilita que las competencias y estrategias de aprendizaje se desarrollen, por lo cual retomando el enfoque socio formativo mi propuesta es: fijar tres momentos, el primero de ellos es un momento pre activo, que se dé antes de la intervención, en donde se encaminaría al docente a tener en cuenta las características grupales e individuales de sus estudiantes, la definición de sus competencias y la adecuada preparación, selección y secuencia didáctica de los contenidos concretos, así como la organización de un sistema de evaluación formativa que permita identificar el progreso y desarrollo de las competencias en los estudiantes, y poder facilitar así el asesoramiento y la orientación en la activación de las competencias, el segundo es el de la intervención docente, en donde se realizará un desarrollo flexible de la intervención educativa con los estudiantes, adecuando la estrategia didáctica a las circunstancias y por último el momento post activo, es decir, después de la intervención docente, en donde el maestro llevará a cabo una reflexión del proceso realizado (basándose en la evaluación docente) , analizando los resultados obtenidos y los posibles cambios a realizar para mejorar la práctica educativa. Dentro de este análisis y propuesta puedo comentar lo siguiente:

Todo esto puede tener su origen en el resultado que los docentes ponen en sus prácticas educativas, es así como considero importante la aparición de la evaluación docente, ya que en los últimos años, a nivel de educación superior , ha cobrado importancia la evaluación docente ya que cada vez es más " evidente su papel determinante en la calidad de la enseñanza y la educación en general " (Sacristán, G. 1989) " no se puede caer en la posición que centra en los profesores toda la responsabilidad a la hora de mejorar la enseñanza, pero si nos parece justo admitir que ningún cambio en ella puede hacerse sin su participación, sin su transformación " (Sacristán, G.1989).

En la década de los 70 "La investigación sobre el profesor se centraba fundamentalmente en distinguir distintos tipos de cualidades personales a base de recurrir a encuestar la opinión de supervisores, alumnos o del propio colectivo de profesores " (m. Postic, 1978) con estos resultados solo se obtenían información descriptiva sobre la personalidad del profesor.

Ante las exigencias de los cambios sociales y económicos, la educación superior se ha enfrentado a la necesidad de cuestionar su función como formadora de profesionistas y el papel que desempeñan los profesores en la vida académica de las instituciones. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que se han venido realizando para evaluar la práctica docente desde diferentes aspectos, se continua evaluando el papel que tradicionalmente se le ha asignado al profesor, donde el profesor es el que sabe y el alumno el que aprende, el profesor es el que ordena y el alumno obedece, donde el conocimiento se presenta como una verdad absoluta.

Para tomar en cuenta un cambio positivo en la práctica docente, es necesario considerar que en el aprendizaje intervienen diferentes factores tales como la actitud del profesor y del alumno, la forma en que ambos construyen el conocimiento, el contenido y objetivos de los programas, las estrategias didácticas, las formas de evaluar el aprendizaje, así como la historia personal y experiencias de cada uno de estos actores, la dinámica institucional, el ambiente social, entre otros. Esta multiplicidad de factores lo convierte en un proceso difícil de evaluar.

Relacionándolo con el enfoque de la socioformación, éste trasciende el enfoque tradicional que se orienta a los contenidos fragmentados sin considerar el contexto.

" Aunque existen diversos acercamientos a la evaluación de las competencias, se tiene consenso respecto a que se trata de un problema por medio del cual se determina cómo es el desempeño de las personas en situaciones problema aplicando diferentes saberes (ser, hacer, conocer) para lo cual emplean aprendizajes esperados (criterios y evidencias). " (Tobón Sergio, 2011). Algo de suma importancia de este enfoque socioformativo es que se toma en cuenta el desarrollo integral de los estudiantes sobre todo que se desarrollan ciertas competencias que deberán de ir poniendo en práctica dentro de su mismo contexto.

La evaluación de las competencias hacen que la práctica docente pueda mejorar, es por esto que es importante que los docentes tengan capacitación que les ayude y guíe para realizar sus planeaciones didácticas y también sepa de qué manera evaluar los alcances de los estudiantes, así como identificar sus áreas de mejora y esto es algo que el propio docente deberá realizar con su propio desempeño como facilitador.

Ante todo esto es importante tener claro el concepto de competencia bajo este enfoque socioformativo: "Las competencias son actuaciones integrales para identificar, interpretar, argumentar y resolver problemas del contexto con idoneidad, compromiso ético y mejoramiento continuo; integrando el saber ser, el saber hacer y el saber conocer "(Tobón Sergio, 2011).

Esta concepción implica considerar en las competencias tanto el proceso de formación de saberes como su movilización en torno a los problemas y los saberes no pueden tratarse por si mismos ni de forma separada, sino en relación con la actuación humana ante determinado contexto.

Considero que como lo menciona el enfoque socioformativo es muy importante unir las competencias con el contexto ya que en la persona están los saberes para actuar y en el contexto están las situaciones bajo las cuales se ponen en práctica esos saberes de la persona.

Para que la práctica docente mejore es importante que los docentes además de planear sus clases y actividades sepan evaluar dichas competencias, considerando las evidencias que se les solicita a los estudiantes y valorándolas por medio de instrumentos como portafolios.

Para evaluar es importante tener en cuenta los posibles niveles de desempeño de los estudiantes, luego se busca que el estudiante actúe ante un problema del contexto y después se establecen acciones de mejoramiento con base en la evaluación llevada a cabo; estas acciones pueden ser no solo para los estudiantes, sino también para el mismo docente; todo esto implica que los docentes desarrollen competencias necesarias para asegurar que se vayan dando durante la práctica.

"Se pueden definir las competencias docentes como las actuaciones integrales que poseen los docentes para mediar la formación integral, el proyecto ético de vida y el desarrollo de competencias de los estudiantes por medio de la movilización articulada del saber ser, el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir, en el marco de la mejora continua, la idoneidad en lo que se hace y el compromiso ético". (Tobón Sergio, 2011) De acuerdo a esta idea del Doctor Tobón, es muy importante que para poder mejorar una práctica docente primero se revise el proyecto ético de vida que involucre aspectos como vocación para la docencia, metas personales, valores y profesión, esto es esencial para que como docente se pueda tener un nivel alto de compromiso.

Los docentes deben planear sus clases o sesiones basándose en la aplicación y desarrollo de los proyectos formativos " Los proyectos formativos son una propuesta formativo al método tradicional de aprendizaje por proyectos, ensayado en diferentes épocas e instituciones educativas, debido a que están enfocados en la formación de competencias y no en contenidos, se centran en pocas actividades, mientras que el método tradicional aborda múltiples y variadas actividades y se busca un logro claro, mientras que el método tradicional a veces busca diferentes productos" (Tobón Sergio, López Nelly Milady, 2009). Además de que es importante porque se describen las competencias y se pretenden desarrollar en los estudiantes, algo necesario y cierto es que los docentes si deben planear, ya que implica prever varios recursos y tomando en cuenta procedimientos didácticos que aborden la realización de actividades y resolución de problemas del contexto. Orientado al logro de productos pertinentes con el fin de aprender una o varias competencias del perfil de egreso, a partir de un problema significativo del contexto por medio de fases las cuales no deben ser rígidas sino articuladas según lo requiera el proyecto formativo.

Posterior a la planeación y a la aplicación es importante considerar el tema de evaluación de la actividad docente, ya que obliga a pensar el significado que debería tener para una institución de educación superior y para sus actores.

Para los docentes involucrarse como sujetos y objetos de este proceso evaluativo nos compromete aún más, ya que por un lado, participar en la evaluación de nuestra actividad docente, nos ofrece la posibilidad de hacer propuestas pedagógicas y disciplinarias que tiendan al mejoramiento de la enseñanza.

Por otro lado como objetos de evaluación, se puede reflexionar también nuestro actuar cotidiano, el qué, porqué y cómo es que desarrollamos nuestra práctica, buscar un cambio personal y académico.

El propósito de esta propuesta es que la evaluación de la actividad docente , sea vista por el docente como una alternativa para mejorar , que no la perciba como una impresión sino más bien como una oportunidad , como un proceso de enriquecimiento y no como una amenaza; y por otro lado que los criterios para evaluar tiendan a buscar un cambio en la actividad docente, propiciando que el profesor asuma comportamientos y desarrolle actividades que lo conviertan en un facilitador del aprendizaje.

La actividad docente involucra una serie de procedimientos, técnicas e interacciones entre el maestro y sus estudiantes, aspectos específicos de comunicación, actitudes, etc. Que de alguna manera pueden contribuir a mejorar el aprendizaje del estudiante, en función de los comportamientos o actividades que lleva a cabo el docente, durante este encuentro entre maestros y estudiantes se vierten las inquietudes, se dialoga , se cuestiona se intercambian experiencias, se transmiten conocimientos, se desarrollan habilidades y se propicia el cambio de actitudes.

Es difícil establecer criterios específicos para evaluar la actividad docente, por eso mi propuesta es centrarse en aquellas actividades que conformarían su perfil y que pueden irse modificando a través de las opciones y experiencias de los profesores:

El facilitador crea el ambiente o clima inicial para las experiencias del grupo o la clase.

El facilitador ayuda a despertar y esclarecer los propósitos individuales así como los objetivos más generales del grupo.

Confía en que el estudiante desea realmente alcanzar esas competencias para él significativas, siendo esta la fuerza motivacional que subyace en todo aprendizaje significativo.

Organiza y propone a disposición de los estudiantes la más amplia y variada gama de recursos para el aprendizaje.

El mismo se considera un recurso flexible para ser utilizado por el grupo.

Para responder a todas las expresiones del grupo acepta actitudes de contenido intelectual o emocional y se esfuerza por dar a cada aspecto el grado de importancia que reviste para la persona o para el grupo.

Cuando se ha establecido un clima de comprensión, el facilitador trata gradualmente de llegar a ser un miembro activo del grupo, expresando sus ideas solo como un individuo más.

Toma la iniciativa de compenetrarse con el grupo, con sus vivencias y su intelecto sin tratar de imponerlos, sino presentándolos como un aporte más para compartir con los estudiantes, quienes pueden aceptarlo o rechazarlos.

Durante las clases prestará atención especial a las experiencias indicadoras de sentimientos fuertes y profundos.

En su función de facilitador del aprendizaje, el líder debe aceptar sus propias limitaciones.

De acuerdo a lo mencionado anteriormente es importante plantearse algunas preguntas con respecto a las actividades y comportamientos para mejorar la práctica docente.

Si como docentes somos capaces de tener una imagen ajustada de nosotros mismos, nuestra potencialidades, virtudes, habilidades, así como de nuestros defectos y limitaciones; observamos en positivo nuestra capacidad de crecer como persona, de mejorar constantemente, probablemente trabajaremos mejor y nos sentiremos más satisfechos del trabajo realizado.

Para lograr una evaluación de la práctica es imprescindible que el docente vaya asumiendo una cultura auto evaluativa que sólo puede ser viable si por una parte considera:

  • Tener la disposición de reconocer su necesidad particular.

  • Poner en tela de juicio la manera de enseñar, evaluar, es decir Investigar sobre nuestra praxis.

  • Ser consciente de las creencias personales, conocimiento, es decir lo que uno cree, conoce y hace en el aula.

  • Contar con la implicación de los estudiantes en el proceso.

  • Identificar fortalezas y debilidades de la propia actuación.

  • No intentar cambiar todo de manera radical, tanto las creencias como las prácticas.

  • Aceptar otras ideas con apertura a la crítica.

A pesar que una parte importante del profesorado dispone de prácticas educativas y personales apropiadas para el desarrollo de competencias, actualmente no es el caso de la mayoría, ni mucho menos es el resultado de la formación inicial que han recibido.

En definitiva se propone una formación en la que los contenidos teóricos estén estrechamente relacionados con su práctica docente, esté tutorada por un profesional que le acompañe en la construcción personal, adecuada a la complejidad y a las características personales.

Formación continua fundamentada en la reflexión y el análisis compartido, sobre la práctica educativa, a través de conocimiento e intercambio de experiencias de aula y construcción de autoestima como docente.

En la formación utilizar métodos basados en la acción y ayudas de compañeros más experimentados en técnicas y métodos contrastados con la práctica, a fin de direccionar un desarrollo profesional que estimule e incentive el trabajo docente de calidad.

La evaluación nos permitirá elevar el aprendizaje continuo y la mejora constante de nuestro trabajo, teniendo como objetivo último de nuestra profesión es siempre conseguir que nuestros estudiantes aprendan más y mejor.

El papel del profesorado y el estudiante y, en concreto, de las relaciones que se producen en el aula, afectan al grado de comunicación y los vínculos afectivos que se establecen y se dan en un determinado clima de convivencia. Del conjunto de relaciones interactivas necesarias para facilitar el aprendizaje se deducen una serie de funciones del profesorado que tienen como punto de partida la misma planificación. Zabala y Arnau (2008) concretan dichas funciones de la siguiente manera:

1. Planificar la actuación docente de una manera lo suficientemente flexible para permitir la adaptación a los estudiantes en todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.

2. Contar con las aportaciones y los conocimientos de los estudiantes, tanto al inicio de las actividades como en durante su realización. Ayudar a los estudiantes a encontrar sentido a lo que están haciendo para que conozcan lo que tienen que hacer y les resulte interesante hacerlo.

3. Establecer retos y desafíos a su alcance y, por lo tanto, puedan ser superados con el esfuerzo y la ayuda necesarios.

4. Ofrecer ayudas adecuadas, en el proceso de construcción del estudiante, a los progresos que experimenta y los obstáculos con los que se encuentra.

5. Promover la actividad mental auto estructurante que permita establecer el máximo número de relaciones con el nuevo contenido, atribuyéndole significado en el mayor grado posible y fomentando los procesos de metacognición.

6. Establecer un ambiente y unas relaciones presididos por el respeto mutuo y por sentimiento de confianza, que promueva la autoestima y el auto concepto.

7. Promover canales de comunicación que regulen los procesos de negociación, participación y construcción.

8. Potenciar progresivamente la autonomía de los estudiantes en el establecimiento de objetivos, en la planificación de las acciones que le conducirán a ellos, y en su realización y control, posibilitando aprender a aprender.

9. Valorar a los estudiantes según sus capacidades y esfuerzos, teniendo en cuenta el punto personal de partida y el proceso a través del cual adquieren conocimientos, e incentivando la autoevaluación de las competencias como medio para favorecer las estrategias de control y regulación de la propia actividad.

Después de esta puntualizaciones es importante reflexionar sobre algunos cuestionamientos:

1. ¿Los docentes estamos preparados para desempeñar ese rol?

2. ¿Cómo desarrollar algo que no reconocemos en nuestra propia persona?.

3. ¿Cómo hacerlo para que evidencie un cambio significativo y trascendente en la persona del docente?.

4. ¿Qué impacto tiene en el aprendizaje lo que hago en el aula?

5. ¿Qué estrategias puedo usar para autoevaluarme?.

Desde la concepción de educación se manifiestan los fines en cuanto al desarrollo humano de los involucrados en el proceso, también el SNB lo considera como parte de las competencias docentes, sin embargo, esta reflexión nos conduce a reparar en la persona del docente, desde la realidad misma, reconocemos pues que los intentos por dar formación docente en el ámbito de la relación educativa, se centra en una concepción limitada de lo que es la enseñanza eficaz o eficiencia docente. Asimismo se observa que se han abordado principalmente dos cuestiones: las características personales de los docentes que los hace eficaces y la delimitación de los métodos de enseñanza eficaces.

Se presupone que es suficiente entrenar a los profesores en métodos de enseñanza puntuales o en la adquisición de ciertas conductas y habilidades discretas para adecuar su manera de enseñar. Sin embargo, en la práctica real de la formación de profesor, esta aseveración presenta varios problemas: presuponer una estabilidad de rasgos de personalidad con independencia del contexto en que se manifiestan, la multidimensionalidad de los métodos de enseñanza y las dificultades en su operación, la falta de control de las variables en el escenario natural (Coll y Solé, citado por Díaz Barriga 2002). Por lo mismo, cuando se entiende la tarea de formar al docente como una cuestión de dotarlo de teorías psicológicas o pedagógicas, también incurre en una visión reduccionista. En las últimas décadas se ha logrado comprender que para que los docentes puedan internalizar las teorías, estas deben ser aprendidas en el contexto en el que se espera aplicarlas, en el mismo contexto de su clase, y en relación con sus principales tareas docentes; y también se ha demostrado que la formación docente que focaliza un análisis crítico o reflexión sobre la propia práctica docente y que plantean solución de problemas situados en el aula son mucho más productivos en cuanto a lograr que los docentes cambien sus cogniciones, actitudes y estrategias de trabajo habituales.(Díaz Barriga, 2002).

La evaluación formativa y la autoevaluación son la base para el crecimiento profesional y para hacer factible la innovación y el cambio. Esto nos debe conducir a reflexionar sobre nuestras creencias y acciones, a compartir estas reflexiones con los colegas, a escuchar sus comentarios y a recibir realimentación sobre el trabajo realizado.

No se trata de aplicar instrumentos, burocratizando el proceso educativo de por sí ya conflictuado, sino de adquirir el hábito de sistematizar nuestras reflexiones. Es decir, hay que evitar basar nuestra acción en impresiones o intuiciones para hacerlo de manera formal, rigurosa, buscando evidencias sobre las que fundamentar la toma de decisiones, esto no significa proceder a base de indicadores, cuantificando lo incuantificable, ni operar bajo estrictos protocolos, ni rellenar pautas, tablas o cuestionarios. Algunas formas de disponer las evidencias y de conducirnos a establecer mecanismos de revisión de la práctica pueden ser: Diarios, tomar notas de campo, llevar un sistema de registro anecdótico.

La evaluación de la práctica docente es un mecanismo de reflexión, del Claustro en su conjunto, de un Departamento, de cada profesor y de toda la Comunidad Educativa. Es un instrumento que permite mejorar todas las actividades pedagógicas desarrolladas.

La evaluación continua permitirá adaptarnos a todos los cambios que surjan, pues no todos los estudiantes son iguales, ni los grupos, tampoco se incorporan al Centro siempre el mismo tipo de estudiantes, y la sociedad que nos acoge está en un cambio de rapidez vertiginosa.

Si no queremos quedarnos desfasados, hemos de dar una respuesta válida a cada momento cambiante y a las situaciones varias que éstos nos deparan.

La finalidad última de la educación es conseguir personas plenamente desarrolladas, aptas para asumir sus responsabilidades en una sociedad libre, conscientes de sus posibilidades y con ilusión en un futuro mejor, más humano, es decir más libre, justo y solidario. Conocedores además de sus derechos, que participen en la construcción de una sociedad más desarrollada.

Todo proceso educativo se hace estéril si no asume la transmisión de valores, quedando en una fría transmisión de conocimientos. Se forman personas, ciudadanos, a la par que se capacita profesionalmente. Es por lo que se hace necesaria una metodología y organización en la educación de valores que se pretende realizar.

Es necesaria por consiguiente una Programación en Valores que acompañe al Plan Anual de Centro, y a todas las iniciativas anteriores, pues contiene toda la esencia de la labor educativa que se quiere desarrollar con los alumnos y alumnas. En esta Programación se recogen los valores considerados prioritarios, su definición, secuenciación y proceso metodológico de transmisión. La educación en el Centro ha de estar en todo momento empapada de ellos.

El clima donde se desarrolle el proceso educativo es fundamental para que obtenga éxito y cumpla con los objetivos plenamente que tengan recogidos en sus Finalidades, o Principios educativos. Se ha de posibilitar que exista en el Centro un ambiente que posibilite la relación, el estudio, y sobre todo la educación en valores. Es necesario que sea prevista toda perturbación que pueda surgir en el futuro, evaluar las presentes y proponer soluciones a las ya existentes. Es un trabajo en el cual se ha de involucrar toda la Comunidad Educativa, convirtiéndose en actores reales de un espacio donde los auténticos valores que funcionan son los contenidos en la Programación en Valores. Su reproducción en el Centro educativo es el sistema a través del cual será asimilado por los estudiantes. Los valores han de ser puestos en práctica en todo momento, por lo que se ha de observar que así sea, y los factores e impedimentos que hacen no sea posible su presencia en las relaciones educativas y en las actitudes diarias de los alumnos, padres, madres y profesores/as.

Conclusión

A la fecha podríamos enumerar varios avances y también varios tropiezos en el desarrollo del proyecto educativo, que sin duda alguna han sido aleccionadores, pero lo más valioso es el poder palpar ya un cambio de mentalidad en algunas áreas y sobre todo el ya poder narrar valiosas experiencias lo que nos indica que vamos en el camino, ¿correcto o no?, eso el tiempo lo dirá, lo que sí sabemos es hacia dónde queremos ir, no por una tendencia, no por una moda, sino porque estamos convencidos que se requiere un trabajo innovador, un trabajo en comunidad y que apoyados y acompañados por las tecnologías conseguiremos que el docente las incorpore a su práctica como detonadores de cambio. Seguimos luchando por sensibilizar mentalidades, por conseguir apoyos, por incluir proyectos de tecnología en las escuelas normales.

Otra propuesta es integrar la formación y actualización de Formadores y Actualizadores de Maestros, que trabaje sin barreras de tiempo y distancia en tareas bien definidas y que aporte luz sobre estos temas de transformación que estamos viviendo, pero sobre todo con ganas de elevar la calidad de la educación, mediante procesos de discusión colegiada, a través de foros de discusión incluyente de todas las corrientes ideológicas pedagógicas y que permita el libre intercambio de experiencias.

En este esquema se propondría que a los maestros en servicio, se les prepare una actualización constante, en la que en su mapa curricular, se vea reflejada todas las inquietudes de una transformación social, cultural y tecnológica con expectativas en la formación de verdaderos líderes comunitarios que impulsen el desarrollo de los individuos que la conforman y que retomen el verdadero compromiso del apostolado magisterial, proporcionándoles las competencias requeridas que la sociedad les exige y que está dispuesta a retribuir a través de un sistema de evaluación justo y equitativo que le permita el incremento de su salario como logro por su esfuerzo.

Se tendrá que ir pensando en elaborar y poner en práctica prototipos de modelos educativos, que sirvan a los maestros como guías referenciales para la transformación de su labor docente, es decir, proporcionarles todos los elementos y todos los recursos necesarios para que esto funcione, aunado a un esquema de aprendizaje permanente incluido en su esquema laboral que no le represente cargas de trabajo ni distractores y sí un motivante de superación profesional.

Referencias bibliográficas

Tobón Sergio (2011), Evaluación de las competencias en la educación básica, (1ª Ed.) México: Santillana.

Tobón Sergio, López Nelly Milady, Currículo, didáctica y evaluación por competencias (1ª Ed.) Caracas: 2009.

 

 

Autor:

Mtra. Erika Pérez Díaz