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El "reino dividido" de Daniel 2:41

Enviado por Leroy E. Beskow


  1. Las alianzas europeas
  2. Europa: El "Reino Dividido"
  3. Europa y la Bestia de Siete Cabezas
  4. Conclusión

Desde que se formó la Unión Europea, muchos teólogos han abandonado la idea de que los pies y los dedos de la gran imagen de Daniel ilustra la división del Imperio Romano en diez reinos literales, y prefieren aplicarlos a la totalidad de las naciones europeas de hoy, o de todo el mundo. Jesús y Juan le dan también al número "diez" un sentido de universalidad. Pero la profecía se cumple en primer lugar en esos diez reinos europeos.

En la Biblia hay seis números que se le dan muchas veces un sentido simbólico. Éstos son el 4, el 7, el 10, el 12, el 1000 y el 10.000. Algunos intérpretes creen que también pueden ser los números 3 y 6 (este último para el 666). Pero para estos dos últimos números no hay base bíblica, sino sólo extra-bíblica. El número diez es el número completo de los mandamientos del Decálogo, que tiene como fin el amor en toda la raza humana. En la profecía este número parte de un número literal (Dan. 7:8), terminando como símbolo de totalidad y universalidad (Mat. 25:1,28; 15:8; 17:17; 19:13,16,17, 24,25). Por eso en el Apocalipsis, los "diez cuernos" o reinos europeos terminan en la profecía con un sentido mundial (Apoc. 17:12,16).

A mediados del siglo IV, el Imperio Romano comenzó a perder sus fuerzas por la invasión de las tribus bárbaras: Del este al oeste llegaron los godos, que fueron empujados por los hunos (mongoles), pasaron por el norte del Mar Negro, y luego por el sur de los Alpes para detenerse en España. De N a S, invadieron los suevos, alanos, vándalos, borgoñes y francos, llegando hasta el norte de África. De E a O por el norte del río Danubio, llegaron los hunos, que fueron rechazados por el general Aecio. Más tarde los normandos por el Mar Mediterráneo, y también por los hunos. También de E a O los árabes por el norte de África y el Mediterráneo, llegando a ser la invasión más rápida y efectiva.

Cumpliéndose la profecía de Daniel de la gran imagen, donde Roma se representa con dos piernas, y pies y dedos de barro con hierro (Daniel 2), el imperio se dividió en dos en el año 330, siendo gobernado en Bizancio (más tarde Constantinopla) por el emperador Constantino I, con el nombre de Imperio de Oriente. Y el Imperio de Occidente desde Roma, con Constancio, sus hermanos y el obispo romano Julio I (papa 36º según el Vaticano).

Finalmente, el 476 dC. el imperio de occidente quedó dividido en partes desiguales, de acuerdo al número de los dedos de los pies de la estatua de Daniel 2 y los diez cuernos del capítulo 7: Los anglosajones en Inglaterra, y también en el norte de Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Bélgica; los alamanes al sur de Alemania y al oeste de la República Checa; los burgundios en Suiza y sureste de Francia; los visigodos en España y sur de Francia; los suevos en Portugal; los lombardos en Hungría; los vándalos al norte de África y las islas mediterráneas entre España e Italia; los ostrogodos en Eslovenia, Croacia y Bosnia; los francos en el centro y norte de Francia, y los hérulos en la península itálica y Sicilia.

A pesar de las migraciones, incursiones e invasiones que también sufrió el Imperio Bizantino, incluyendo los saqueos de las cruzadas, este reino romano pudo permanecer en pie hasta el año 1453, cuando los otomanos le pusieron fin. Así que si la profecía habla de un número de divisiones, el escenario profético tiene que continuar con el Imperio de Occidente. No sólo por este motivo, sino principalmente porque aquí surgiría el "cuerno pequeño" que trataría de unificar el poder de la cuarta bestia de Daniel 2 y 7. La historia nos dice que la división del Imperio de Occidente fue un hecho gradual. Teodocio I fue el último emperador romano que a fines del siglo IV pudo unificar los restos dispersos. Pero con el permiso de los débiles emperadores Flavio Honorio y su sucesor Valentiniano III, los invasores siguieron sumando divisiones hasta llegar a diez el año 476, cuando el último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, fue depuesto por los hérulos al mando del general Odoacro. Sin embargo, la división europea en diez partes no duró mucho tiempo, pues continuó en aumento hasta el presente. Por eso hoy, muchos estudiosos de nuestra iglesia se preguntan si la interpretación oficial de nuestra iglesia es correcta. Detengámonos, entonces, para ver el asunto.

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En primer lugar, no debemos olvidar que la Biblia es un libro de religión, no de ciencias históricas. Aunque lo que dice queda apoyado por los hechos, las historias de la Biblia tienen una importancia secundaria. Por eso, como vimos al considerar la división de Roma, generalmente se menciona sólo lo que es necesario y en forma breve. Al fin de su evangelio, Juan escribió: "Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir" (Juan 21:25). Por lo tanto, los espacios vacíos que dejan las historias bíblicas no evidencian falta de inspiración, ni pueden ser señalados como prueba de una mala interpretación.

En segundo lugar, la Unión Europea y el número de naciones que la componen, no invalidan el hecho histórico de la división del Imperio Romano en diez partes. Lo que se podría invalidar sería la frase divina: "se mezclarán por medio de alianzas humanas, pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro" (Dan. 2:43). Sin embargo, luego veremos que también se cumple.

El mismo profeta Daniel nos guía en la interpretación por medio de un ejemplo. En la visión de Daniel 7 nos dice claramente que las cuatro bestias representan cuatro reinos con sus reyes (Dan. 7:17). Y estamos de acuerdo de que el capítulo 7 sigue el principio de repetición progresiva de las profecías bíblicas. Este es el caso de Daniel 2, 7 y 8, correspondiéndose el leopardo de "cuatro cabezas" de Daniel 7:6, con el "tercer reino de bronce" de la estatua (2:39), y con "el rey de Grecia" de Daniel 8:21,22. La profecía anuncia la división del dominio griego al morir Alejandro Magno (8:21). ¿Y en cuántas partes dice que se divide? Daniel dice que a este rey le sucederían "cuatro en su lugar" (ver. 8).

Pero la historia nos dice que a la muerte de Alejandro Magno, le sucedieron primero su hijo Felipe, débil mental, y luego el niño Alejandro, bajo la dirección de sus "seis generales principales que actuaron como sátrapas".[1] Grecia quedó dividida en cuatro con los generales Casandro, Tolomeo I, Seleuco I y Lisímaco, tiempo más tarde. Pero sólo por 20 años, pues finalmente, con la eliminación de Lisímaco, Grecia permaneció dividida en tres por mucho tiempo.

Entonces, ¿se cumplió o no, la profecía? Por supuesto que sí; pues, eliminando los detalles históricos, llegaron a ser exactamente cuatro los generales sucesores de ese "rey primero". Si después quedaron tres, no invalida lo sucedido anteriormente. Así que, porque el Imperio de Occidente (Europa) ya no está dividida en diez naciones, tampoco debe hacernos dudar de que el Imperio Romano quedó dividido en diez "dedos" y en "diez cuernos", o que la interpretación tradicional de nuestra iglesia sea incorrecta.

En tercer lugar, con la ayuda de los ejércitos del emperador Justiniano, el obispo Virgilio de Roma pudo derribar al tercer reino arriano de los "diez cuernos". Los hérulos fueron vencidos en el año 493, los vándalos en el 534, y las los ostrogodos el 538. Los tres de los diez pertenecían a los diez reinos divididos del imperio occidental de Roma, donde reinaba en corregencia el obispo de Roma. Justamente, es aquí que Dios se detuvo para señalar al "reino diferente", que le llamó: "cuerno pequeño". Así que no estaba hablando del Imperio Bizantino, del Imperio Chino, del Azteca o cualquier otro imperio del mundo que existía en ese tiempo. Tampoco hablaba de EE. UU. o cualquier otro reino de poder mundial de nuestros días, porque ninguno de estos últimos dio origen al "cuerno pequeño", que es el objetivo de la profecía. Daniel lo dice con claridad: "Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro […] y a tres reyes derribará" (Dan. 7:24). Las palabras con énfasis en negrita, nos dicen que es incorrecto aplicarlo sólo a una generalidad como símbolo de totalidad de las naciones del mundo. Los vocablos "otro" y "tres" de diez no tienen una aplicación simbólica en la profecía Biblia; ni podemos negar que esta descripción profética se cumplió en el siglo VI únicamente en Europa, y por el "cuerno pequeño" –de paso, con la victoria del rey Clodoveo I en Vouillé, contra los arrianos visigodos, más tarde llegaron a ser cuatro los reinos arrianos vencidos. Pero el papado intervino más directamente en los tres primeros. Por eso tampoco invalida la profecía bíblica.

Si decimos que los "diez cuernos" representan la Europa de hoy, o todos los países actuales, tendríamos problemas con la Revelación, pues ella nos dice que el "cuerno pequeño" se levantó "tras ellos", es decir "después de ellos" (versión B.J). El papado se levantó y derribó a tres reinos antes, y no después que los reinos actuales.

En cuarto lugar, la expresión: "alianzas humanas", con la palabra aramea zerá, que se lee una vez y significa descendencia, simiente, generación; y la aramea: enash, que aparece 25 veces en el A.T., y se traduce como humanidad, humano, hombre, no es suficientemente clara para saber si habla de uniones matrimoniales; de alianzas humanas a través de las generaciones, es decir cualquier alianza entre los reinados a través del tiempo, o de ambos casos. Esto se debe a que la historia europea se caracterizó por el gran número de concordatos y alianzas políticas, económicas, militares y culturales que hizo, y que no duraron mucho tiempo. Por supuesto, lo que llama más la atención es el objetivo de buscar la unión europea mediante lazos matrimoniales. Así que cualquiera sea la interpretación que se le de, este último método para unir a Europa debe ser aceptado, por ser el más notorio. Y, por lo tanto, tendríamos otra prueba más de que la profecía habla en primer lugar del territorio europeo.

Las alianzas europeas

En 1596, Inglaterra, Francia y las Provincias Unidas (en la actualidad Países Bajos), se comprometieron a ayudarse mutuamente para combatir a España. Pero la Triple Alianza duró hasta 1609. La Triple Alianza de 1668, firmada por Inglaterra, Suecia y las Provincias Unidas, tenía como objetivo detener la política expansionista del rey Luis XIV de Francia. Pero este pacto quedó anulado cuando Carlos II de Inglaterra negoció un acuerdo secreto con Luis XIV en 1670. La Cuádruple Alianza de 1718, firmada por Gran Bretaña, Francia, las Provincias Unidas y Austria, tenía como objetivo principal reforzar aquellas cláusulas de los Tratados de Utrecht, que garantizaban la monarquía en los territorios del antiguo Imperio Romano –que es lo que buscaba el papado.

En 1815 se firmó en París la Santa Alianza, con el fin de mantener firme el sistema político del monarquismo cristiano. Los signatarios iniciales fueron Francisco I, emperador de Austria y último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico bajo la denominación de Francisco II; Federico Guillermo III, rey de Prusia, y el Zar de Rusia. El acuerdo se concluyó tres meses después de la finalización del Congreso de Viena (1814-1815), y todos los gobernantes europeos acabaron suscribiéndolo, con la excepción de los reyes de Gran Bretaña y Suiza.

Debido a los problemas surgidos, fue necesario formar en 1882 la Triple Alianza –la más conocida de todas ellas–, que fue firmada por el Imperio Alemán, el Imperio Austro-Húngaro e Italia, para protegerse de un posible ataque del reino de Francia. No obstante, la rivalidad existente entre Italia y Austria-Hungría, en la región del Adriático, impidió que la coalición llegara a integrarse plenamente. Gran número de sublevaciones democráticas y nacionalistas que ocurrieron durante el siglo XIX, fueron sofocadas en nombre de esta alianza inspirada por el papado. Pero las tensiones siguieron en aumento. Francia, Gran Bretaña y Rusia, alarmadas por esta amenaza, firmaron un acuerdo conocido como la Triple Entente. Pero la consiguiente división de Europa en dos sistemas de alianzas enfrentados, provocó finalmente el estallido de la 1ª Guerra Mundial en 1914.

Los convenios realizados después de finalizar la 2ª Guerra Mundial, son mayormente de carácter defensivo. En 1949 se formó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y se creó el Consejo de Europa con diez países fundadores para conseguir un mayor grado de cooperación entre sus miembros. Esta alianza creció hasta 1999, cuando se le unieron otros 31 estados. En 1955 se creó la Unión Europea Occidental con el apoyo de los EE.UU. (UEO), para que fuera como un escudo contra las amenazas del bloque soviético. Para la creación de un área de libre comercio, siete naciones de Europa crearon en 1960 la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). Pero en 1973 el Reino Unido y Dinamarca abandonaron la organización para entrar en la CEE (la actual Unión Europea). Portugal abandonó la organización por motivos internos, y en 1995 hicieron lo mismo Austria, Suiza y Finlandia.

En 1994 se formó la Asociación por la Paz, para ampliar a la OTAN con estados de Europa oriental, llegando en 1996 a tener 26 miembros. Finalmente, el 1º de noviembre de 1993, doce estados firmaron el Tratado de Maastricht, hoy conocido como la Unión Europea (UE). Esta alianza quedó asegurada económicamente con una moneda única, y con países candidatos que todavía desean unirse a ella. Observe que entre las alianzas de Europa se incluye EE.UU. de América, como es el caso de la OTAN, y que originalmente no estuvo en los diez reinos de Roma.

¿Tenemos por fin, con la UE, un acuerdo europeo donde la paz pueda quedar asegurada? La gran cantidad de pactos europeos que tuvieron que ser anulados por los malos resultados, no nos deja mucho espacio para pensar en un éxito económico duradero y con una paz asegurada. De hecho, la profecía bíblica es clara: "Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina […] y no escaparán" (1 Tes. 5:3). Los tratados de paz firmados desde 1919 hasta 1923 no pudieron evitar la 2ª Guerra Mundial.

¿Y puede ser un tratado de unión económica, más seguro que los lazos matrimoniales entre las casas reinantes? Como vimos, esta fue una característica sobresaliente de Europa. En el Imperio Bizantino y en el resto del mundo sólo fueron casos aislados: Carlos V fue nieto de los reyes católicos de España Fernando e Isabel, pues Juana "la loca" se casó con Felipe el Hermoso, que era hijo del emperador Maximiliano I. A la muerte de Francisco I de Francia se casó con Leonor, hermana de Carlos V y viuda del rey de Portugal. Por esto correspondieron por familia, España e Italia; y por los abuelos materno y paterno, también Austria y todos los países de habla alemana. Por parte de la abuela paterna María de Borgoña, los Países Bajos, tres departamentos franceses, el norte de África y la mitad de América. Carlos V, del Sacro Imperio Germánico, fue sobrino de Enrique VIII de Inglaterra. Luego Francisco I de Francia, se casó con Leonor, hermana de Carlos V y viuda del rey de Portugal.

Tres siglos más tarde nos encontramos con la Reina Victoria I de Inglaterra. Sus hijos y los hijos del rey Cristian IX de Dinamarca emparentaron a casi todas las casas reinantes europeas: Victoria Adelaida, emperatriz de Alemania, fue hija de Victoria I de Inglaterra. Eduardo VII, rey de Gran Bretaña, llegó a ser el tío de Guillermo II, kaiser de Alemania; cuñado de Federico VIII de Dinamarca; de Jorge I de Grecia y de Haackon VII de Noruega, y tío de la reina de España. A su vez, Federico VIII fue hermano de los reyes de Grecia y Noruega, y cuñado de Eduardo VII de Inglaterra; tío de Nicolás II, zar de Rusia, y sobrino de Oscar II de Suecia. Víctor Manuel II, de Italia, fue primo de Carlos I de Portugal. Guillermo II fue hijo de Federico III y de la hija mayor de la reina Victoria, y se casó con Augusta Victoria, princesa de Schleswig-Holstein en 1881. Alfonso XIII, de España, fue sobrino de Jorge I, emperador de Austria y sobrino de Eduardo VIII de Inglaterra. Y Gullermo II, emperador de Alemania, fue sobrino de Eduardo VII y cuñado de Constantino, príncipe de Grecia. Pocos años después que se lograra esta genial idea para la unión europea, estalló la 1ª Guerra Mundial.

Es evidente que ninguna de las alianzas europeas duró mucho tiempo, pues la profecía decía: "Se mezclarán ellos entre sí por simiente humana, pero no se mezclarán" (Dan. 2:43 BJ).

Europa: El "Reino Dividido"

Podemos ver que desde la división y la finalización del Imperio Romano, hubo un marcado interés de reunir estos restos romanos y volver a formar un reino universal. Este interés fue más fuerte a partir del siglo VI, cuando los obispos romanos se sentaron en el trono del Imperio de Occidente como corregentes de los emperadores de Roma. En varias ocasiones faltó poco para que lo pudieran lograr con el apoyo de algunos reyes y generales. Podemos mencionar a Justiniano, Carlomagno, Carlos V, Felipe II, Luis XIV, Napoleón I, Gullermo II y Adolfo Hitler, que, con excepción de Napoleón y las ambiciones personales de poder de algunos de estos reyes, el papado buscó el modo de cumplir su propósito para que Europa volviera a ser un reino cristiano mundial. Incluso lo siguió haciendo en el período que algunos intérpretes dicen que desde 1798 hasta 1929 el papado no "era", citando Apocalipsis 17:8,11.

Pero pocos años después que los ejércitos franceses del general Louis Alexandre Berthier apresaran al papa Pío VI, muriendo al año siguiente, hasta el Pacto de Letrán el 11 de febrero de 1929 con Benito Mussolini, el reavivamiento del papado fue gradual. Lo que ocurrió en 1929, fue recuperar otra vez un lugar físico en Roma que había perdido desde 1870. Fue en esos 131 años que dicen que estaba muerto, cuando Pío VII promulgó en 1816 la encíclica Etsi longissimo contra la independencia americana; cuando en 1824 León XII publicó la encíclica Etsi iam diu, y luego dos más por el mismo motivo. En 1832 el papa Gregorio XVI publicó la encíclica Mirarivos que condenaba eternamente a lo que no conservaran la fe católica; a los que apoyaran la libertad de conciencia, la libertad de prensa, y a los que apoyan la separación de la Iglesia del Estado. Fue en 1854 cuando Pío IX anunció el dogma de la "Inmaculada Concepción de María", magnificándola entre la Deidad que debe ser adorada; y luego las encíclicas Quanta cura y el Syllabus para condenar los adelantos científicos, económicos, sociales y la libertad de conciencia. Fue en 1864 que el mismo papa anunció la encíclica Syllabus Errorum, catalogando a las Sociedades Bíblicas entre las "doctrinas pestilenciales". Y fue en 1870 cuando en el Concilio Vaticano I fue promulgado el dogma de la infalibilidad papal.

Desde 1929, cuando algunos creen que la herida papal ya está curada, todavía no obra como en la Edad Media; y en la lista de naciones de la Unión Europea, el Estado del Vaticano no aparece ni siquiera como "reino diferente". El cardenal Joseph Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, no pudo hacer más que criticar a la UE por declararse neutral respecto a los asuntos religiosos, cuando dijo que hay "rasgos característicos de la identidad de nuestra cultura", con "grandes festividades como la Navidad, la Pascua, el Pentecostés y el domingo".[2] Sin embargo, es evidente que gracias al carisma mundial que mostró Juan Pablo II, incluyendo el pacto secreto que hizo con la América protestante para poner fin al imperio comunista, hoy el "cuerno pequeño" ya se está levantando para reiniciar su obra.

El profeta Daniel también escribió: "Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido" ( Wkl]m' lz²r]P' : Dan. 7:41). El profeta emplea aquí dos palabras claves: "Reino" (malkuw), y "dividido" (pelag). Observe que "reino" está en singular. Por lo tanto, para Dios Europa es más que una unión de reinos, como lo es el Mercosur en nuestro territorio. Dios sabe que mientras exista el "cuerno pequeño", Europa será más bien "un reino dividido". El embajador argentino Diego R. Guelar le llamó a la UE "Nación de naciones". Es verdad que por medio de sus colonias y su influencia cultural y religiosa, ha formado nuevos "reinos" (en plural) en naciones de los cinco continentes. Pero Europa fue el Imperio Romano, y volverá a ser "un reino", a pesar que lo formen naciones independientes que todavía mantienen sus diferencias en plena época de Unión Europea. Esto se vio con las divergencias que hubo en Francia y Alemania con relación a España e Inglaterra por la guerra de Irak; y después entre Alemania y Francia para resolver los problemas económicos de Grecia y los demás países mediterráneos.

Entonces, debe quedar claro entre nosotros que Europa no es un conjunto de reinos, ni será más un imperio, como fue al principio, sino algo único entre las naciones del mundo: "Un reino dividido". ¿Qué se entiende por esto? Al referirse a la situación europea, el autor de un artículo enciclopédico que habla del Sacro Imperio Romano, escribió: "Desde los tiempos de Constantino, el viejo imperio aspiró a la unidad cristiana, pero desde el siglo VII ese ideal cayó en olvido, salvo para la iglesia, que estaba profundamente influida por las leyes e instituciones romanas. En su doctrina de la Ciudad de Dios (Civitas Dei), San Agustín le dio un nuevo sentido […] y el Imperio Romano se transformó en símbolo de la unidad cristiana […] El concepto político de la Iglesia como continuidad del Imperio Romano tomó así forma concreta".[3]

"Cualesquiera hayan sido los elementos romanos que los bárbaros y arrianos dejaron,… fueron […] puestos bajo la protección del obispo de Roma, que era la persona principal allí después de la desaparición del emperador. De esa manera la iglesia romana calladamente se abrió paso en el lugar del Imperio Romano mundial, del que en realidad es la continuación. El imperio no ha perecido sino que sólo ha sufrido una transformación […] Esto no es meramente una 'observación aguda', sino el reconocimiento histórico del verdadero estado de cosas y la forma más apropiada y fructífera de describir el carácter de esta iglesia. Aún gobierna a las naciones […] Es una creación política, y tan imponente como un imperio mundial porque es la continuación del Imperio Romano. El papa, que se autodenomina 'Rey' y 'Pontífice Máximo', es el sucesor de Cesar".[4]

Elena G. de White lo dice con más precisión: "La influencia de Roma en los países que en otro tiempo reconocían su dominio, dista mucho de haber sido destruida. Y la profecía predice la restauración de su poder".[5] En esta cita ella señala al papado con el título de "Roma", asegurando que este reino dividido será restaurado para sus propósitos. ¿Por quienes? Ella dice que será mediante los mismos países europeos que le servían durante los 1260 años medievales. Es decir en la zona europea donde se encontraban las divisiones de Roma desde el siglo VI. No serán los únicos que en la contienda final obrarán contra los santos. Pero serán los primeros y los principales que moverán al mundo entero a favor del papado después de EE.UU., pues la profecía divina no fallará.

Y en 1957, la revista del Mercado Común Europeo informó al mundo lo siguiente: "El Tratado de Roma de la EEC (Comunidad Económica Europea), apoya las interpretaciones de los libros de Ezequiel, Daniel y el Apocalipsis de que estos "últimos días" son un nuevo Imperio Romano".[6] Daniel niega categóricamente que Europa forme un "nuevo" Imperio. Pero el hecho es que a esta asociación de naciones europeas, esos comentadores le llaman "Imperio Romano". ¡Otra vez el "reino" singular!

Este "reino" permanecerá dividido y nunca volverá a ser "cabeza" de la "bestia", ni podrá formar un quinto imperio. Pero la UE y la unión más definida que se verá con relación a las leyes dominicales en el tiempo del fin, será más destacada en este Viejo Mundo —unión de naciones— y en los EE. UU. -país en alianza con Méjico y Canadá, pero que al principio de la contienda final obrará solo como "imagen de la bestia"— que en el resto de las demás naciones. Elena G. de White escribió:

"Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo se le tributará homenaje al papado por medio del honor que se conferirá a la institución del domingo, la cual descansa únicamente sobre la autoridad de la iglesia romana". "El romanismo en el Viejo Mundo y el protestantismo apóstata en la América del Norte actuarán de la misma manera [que obró el sumo sacerdote Caifás contra Cristo] contra los que honren todos los preceptos divinos".[7]

"Los protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los derechos de la conciencia".[8]

Pero la profecía nos dice que una vez cumplido su propósito contra los santos, este "reino dividido" volverá a levantarse contra sí mismo, porque la profecía asegura: "No se pegarán". Elena G. de White escribió: "Las naciones del mundo están ávidas para combatir; pero son contenidas por los ángeles. Cuando se quite ese poder restrictivo, vendrá un tiempo de dificultades y angustia. Se inventarán mortíferos instrumentos bélicos".[9]

"Pero aunque se levanta nación contra nación, y reino contra reino, no hay todavía conflagración general. Todavía los cuatro vientos son retenidos […] Entonces las potencias de la tierra ordenarán sus fuerzas para la última gran batalla";[10] y "el mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén".[11] El número de combatientes será de "doscientos millones. Yo oí su número" (Apoc. 9:16). Por supuesto, sabemos que ningún contendiente podrá formar un quinto imperio universal, pues en el Armagedón todos dejarán de combatir entre sí, para hacerlo contra los santos al fin de la sexta plaga.

"Y en los días de estos reyes [plural] el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido" (Dan. 2:44). Los que interpretan los diez dedos y los diez cuernos como la Europa actual, se basan en esta declaración: "En los días de estos reyes". El Señor no levantó su reino cuando Europa constaba de diez reinos. Por lo tanto dicen que tiene que ser la Europa del tiempo del fin. Pero olvidan que Dios considera a los países europeos como "un reino" y no como "reyes". Si sumamos el "reino dividido" de Europa, con los que recibieron su influencia cristiana babilónica, entre los cuales está principalmente Norteamérica, y los que se sumarán al fin del conflicto, llegarán a sumar muchos "reyes", reinos y naciones. Juan lo dice así: "Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes [plural], que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia" (Apoc. 17:12,13).

En primer lugar, las divisiones del "reino dividido" ya recibieron autoridad con el papado por 1260 años, para perseguir al pueblo santo. Pero para el apóstol Juan y la Hna. White todavía no sucede lo mismo con los "reyes" en plural, sino cuando Europa se una con EE.UU. y luego con todos los demás reinos.

En segundo lugar, el "reino dividido" (singular), donde en la profecía surgió un "cuerno pequeño" que derribó a tres (quedaron 8 cuernos); más Norteamérica, reino simbolizado como un cordero de dos cuernos que ya lidera a todas las naciones, formarán otra vez –pero ya no como "un reino dividido" sino como "diez cuernos" de "reyes" o reinos en plural– la unión final de los "diez cuernos" contra los santos.

Europa y la Bestia de Siete Cabezas

Ahora bien. ¿Quién es esta "bestia" que Europa ("un reino dividido") y "la imagen de la bestia" (otro reino singular, sumando "reyes" en plural) le darán su poder, según Apocalipsis 13? Debemos recordar que el símbolo de "cuerno", representa en la profecía un reino al servicio de un imperio o "cabeza". Los obispos romanos estaban al principio al servicio de los emperadores romanos. Por eso se los representa como un "cuerno pequeño". Pero el papado terminó siendo el Sacro Imperio Romano con el símbolo de una bestia con cuernos, o "cabeza" del "dragón", que fue herida y se está sanando (Apoc. 13:3,4). Sin embargo, muchos intérpretes se equivocan cuando aseguran que la bestia de siete cabezas de Apocalipsis 13, 14 y 17 es sólo el papado. Elena G. de White dice claramente que lo es sólo en sentido "derivado":

"¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios! (Apoc. 14:9,10) […] "La hilación profética en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12 del Apocalipsis, con el dragón […] Así que si bien el dragón representa primero a Satanás, en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana".[12] Pero después, "el paganismo había dejado el lugar al papado".[13] "En el capítulo 13, se describe otra bestia, "parecida a un leopardo" […] se refiere sin duda al papado".[14] Esta "bestia" "es casi la misma que la descripción del cuerno pequeño en Daniel 7".[15]

¿Qué aspecto y cuántas cabezas tenía la cuarta bestia de Daniel 7? ¿Dice que era un dragón rojo con siete cabezas? No. Tenía una sola "cabeza" (Dan. 7:20). En cambio la bestia dragón es de color "rojo", muy distinto al color del leopardo; y tiene "siete cabezas", no una. Así que no hay dos bestias de siete cabezas, como creen muchos. En toda la Biblia es una sola y la misma ((Job 41:1-34; Sal. 74:14; Isa. 27:1; Apoc. 12:3,4,9; 17:3).

Es por eso que Elena G. de White escribió esta declaración que no se toma en cuenta: "Delante de Juan [en Apocalipsis 13] fueron presentados bajo los símbolos de un gran dragón rojo [Satanás], una bestia semejante a un leopardo [el papado] y una bestia con cuernos como de cordero [EE.UU.]".[16] ¿Es claro?

Así que la bestia de siete cabezas de Apocalipsis 13:1,3-8 no representa en primer lugar al papado, sino al "dragón" rojo o "Satanás". El papado (13:2) y los EE.UU. (13:11-17) son las bestias-cabezas del "dragón" que desde los 42 meses medievales reciben de él el poder y actúan "en sentido derivado". Por lo tanto, la Hna. White también asegura: "Acerca del gran poder apóstata que representa a Satanás, se ha declarado: "Hablará palabras contra el Altísimo".[17] Roma lo hizo porque es una de las cabezas de la bestia dragón, que es la que le da su poder.

Si Elena G. de White nos dice que la bestia de siete cabezas es la misma que está en Apocalipsis 12,13 y14, luego es también la que está en el capítulo 17, donde se habla de lo que acontecerá desde que la ramera se suba sobre el dragón que está sobre muchas aguas, y se una con el papado para llenarse de la sangre de los santos. Aquí ya no estaríamos en los 1260 de persecución romana, ni en 1798 ni hoy, sino después que EE.UU. forme la "imagen de la bestia" y persiga a los fieles:

"Los protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los derechos de la conciencia".[18]

"Por el decreto que imponga la institución del papado en violación de la ley de Dios, nuestra nación [los Estados Unidos de América…] bajo la influencia de esta triple unión […]".[19]

Será durante la sexta plaga, cuando Satanás saldrá del "abismo" levantando la octava cabeza para obrar directamente contra los santos. Imitando la segunda venida producirá su engaño mayor, culpando a los justos por todos los problemas mundiales. Su engaño será "irresistible" para todas las autoridades del mundo (Apoc. 16:12-14; 2 Cor. 11:14);[20] y "se asombrarán viendo la bestia que era [en la rebelión celestial] y no es [porque obra desde abajo], y será [en toda su gloria imitando la 2ª venida]" (Apoc. 17:8). La profecía dice que "se maravilló toda la tierra en pos de la bestia" (13:3). Según Elena G. de White, se refiere en primer lugar a "Satanás". El papado y el "falso profeta" en sentido "derivado".[21]

Entonces, los reinos humanos entregarán sus coronas directamente a la cabeza del dragón. Por eso Juan no ve entonces coronas sobre los poderes humanos, entre los cuales está el Estado del Vaticano. Así que aquí tenemos otra prueba de que la bestia de Apocalipsis 17 no es el papado –vimos que solamente lo es "en sentido derivado"–, sino "Satanás", que no es un poder humano, y sale del "abismo".

Así llegamos a la séptima plaga, cuando Dios interviene en el Armagedón; rompe la triple alianza babilónica, y lo hace mostrando en el cielo los Diez Mandamientos. Al ser desenmascarados el "falso profeta" (o "ramera") y la "bestia" romana con los cuernos europeos unidos a ella, sus feligreses se verán engañados y se levantarán para vengarse. Se producirá entonces una de las matanzas más salvajes de todos los tiempos, que se extenderá "hasta los fines de la tierra".[22] Esto se muestra con el número "diez", pues fue un número literal de "diez" reinos europeos, pero que desde el "cuerno pequeño" llegaron a ser ocho. Hoy Europa y sus aliados suman mucho más que "diez cuernos". Pero recuerde lo que dicen los Testimonios: "Roma en los países que en otro tiempo reconocían su dominio, dista mucho de haber sido destruida. Y la profecía predice la restauración de su poder".

Así que los cuernos europeos con la ayuda de los cuernos del republicanismo y el protestantismo de Norteamérica, terminarán siendo otra vez "diez". Pero ahora "diez" con sentido global, no como "un reino dividido", pues en la gran batalla del Armagedón, todas las naciones, "hasta los fines de la tierra", se unirán a estos poderes contra los santos (Apoc. 17:12,16). Será entonces cuando el "reino dividido" de Roma papal y el "falso profeta" de EE.UU., que liderará el mundo entero —recuerde que "un reino dividido" más otro reino forman una pluralidad—, se unirán al diabólico poder del dragón rojo (Apoc. 16:13,14). Por lo tanto, toda Interpretación profética que no señale estas tres últimas cabezas de la bestia de Apocalipsis 17 como la sexta, la séptima y la octava que sube del abismo, tendría que añadirse a las que se estaría proponiendo, dando una suma mayor a siete cabezas (Apoc. 16:13,14).

La mayoría de los intérpretes caen en este error porque a la bestia-cabeza de Roma, la cuarta de Daniel, le agregan una quinta como Roma papal; una sexta como Roma papal sanada; y algunos una séptima cuando dicen que el papado no "era" de 1798 a 1929. Pero Daniel es claro cuando dice que la misma cuarta bestia de Roma imperial, que llegó a ser papal con el "cuerno pequeño", será la misma que recibirá una herida mortal, y será sanada para obrar hasta poco antes que el Altísimo le de el reino a los santos (Dan. 7:26,27). Por eso en Apocalipsis 13, se nombra una primera bestia que desde los 42 meses recibe la herida mortal; una segunda que se levanta con forma de cordero, y luego una bestia curada. ¿Las tercera? No: Sigue siendo "la primera bestia" desde los 42 meses (13:12). Toda otra interpretación es interpretación privada.

Conclusión

Por lo tanto, los que piensan que la existencia de la Unión Europea es prueba de que la profecía de los diez dedos y diez cuernos; cuando dice que "no se unirán el uno con el otro", no se refiere a las diez divisiones del imperio romano, sino sólo a la Europa de hoy y a todas las naciones del mundo, no están en lo correcto. La UE es "un reino", como profetizó Daniel. Está "dividido" y sus naciones no se pegarán, como también ocurre con el Mercosur y las demás uniones mundiales, pero es y será "un reino"; una unión distinta a las demás. La presencia del Vaticano en Roma es la garantía de que este "reino"europeo todavía dividido, terminará cumpliendo sus propósitos juntamente con la "imagen de la bestia", dejando de ser así "un reino" singular. Por eso, finalmente todos los "reyes" de la tierra se levantarán contra Dios y su pueblo a favor del dragón. Sólo entonces el número diez literal del año 476 d.C., llegará a ser un número profético universal.

 

 

Autor:

Leroy E. Beskow

B. Houssay 283, 3103,

Libertador San Martín,

Entre Ríos, Argentina.

 

[1] odo énfasis en negrita es y será mío. Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico Adventista, vol. 4, (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1978), pp. 848,849. (En adelante será CBA).

[2] Zenit, 9/3/2001, citado por Guillermo Sánchez Vicente, “¿Una Europa confesional?”, Revista Adventista, (Madrid: Editorial Safeliz, abril 2003), Nº 340, p. 6.

[3] ”Sacro Imperio Romano Germánico”, Gran Omeba, Diccionario Enciclopédico Ilustrado, (Buenos Aires: Edit. Bibliográfica Argentina, 1967).

[4] Adolfo Harnack, What Is Christianity?, (Nueva York: G. P. Putnam's Sons, 1903), pp. 260-270, la cursiva es del original; CBA, 4:872.

[5] Elena G. de White, El conflicto de los siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Interam., 1955, 6ª edición), p. 636.

[6] Mary Stewart Relfe, Ph. D., Cuando el Dinero Falla, (Barcelona: Edit. CLIE, 1988), p. 70.

[7] White, CS, pp. 636, 673.

[8] Ibíd,, p. 645.

[9] F. Nichol, CBA, 7:978.

[10] Elena G. de White, Joyas de los testimonios, vol. 2, (Bs. As.: ACES,1956), p. 369.

[11] CS, p. 672.

[12] CS, p. 491.

[13] Ibíd., p. 58.

[14] Ibíd., pp. 491,492.

[15] Ibíd., p. 492.

[16] CBA, 7: 983.

[17] White, El Deseado de Todas las Gentes (DTG), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966), p. 712.

[18] CS, p. 645.

[19] —–, ¡Maranatha: el Señor viene!, (Bs. As.: ACES, 1976), p. 188.

[20] CS, p. 682.

[21] DTG, p. 712.

[22] CS, p. 714.