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La prensa, bastión de la Revolución Cubana


  1. Desandando la prensa prerrevolucionaria
  2. El rostro de la prensa escrita
  3. La voz de la radio y las raíces de la TV
  4. La Revolución en el Poder y la nueva prensa revolucionaria. Luces y sombras

Desandando la prensa prerrevolucionaria

Quienes desconocen la extensa trayectoria del periodismo cubano, quizás piensen que las características de nuestra prensa socialista, se asentaron desde el mismísimo surgimiento de los medios de comunicación en las filas de la escuadra especializada en informar y orientar al pueblo. Sin embargo, antes del triunfo de enero de 1959, era otra la historia.

El siglo XX deviene momento exclusivo para el desarrollo de la profesión periodística en Cuba. El advenimiento de una serie de hechos, aparejados a la marcha de la República Neocolonial (1902-1958) otorga a la prensa cubana características excepcionales en su historia. Ofrecemos, pues, un paneo por la situación del periodismo en tan singular etapa.

Dentro del progreso al cual nos referimos, no podemos dejar de citar algunos acontecimientos que menciona Juan Marrero en Dos siglos de periodismo en Cuba como son la irrupción de las nuevas tecnologías de impresión y la inserción de la fotografía como elemento fundamental en revistas y periódicos. Además, el nacimiento de un servicio que las empresas periodísticas más solventes incorporan a las redacciones: las agencias cablegráficas.[1]

Irrumpe la segunda década de la centuria y la perla de las Antillas se anticipa a sus vecinos de América Latina para ser la primera en establecer la radio en 1922, aunque la inauguración oficial no ocurre hasta un año después por Luis Casas Romero. Luego, a mediados de siglo se incorpora a los medios ya existentes, uno más completo y aglutinador: la Televisión. [2]

Todos estos acontecimientos repercuten considerablemente en la agilidad, actualidad y dinamismo del ejercicio periodístico; sin apartar el espacio cada vez mayor que ocupan la propaganda y la publicidad dentro del sistema de los medios de prensa. Precisamente el desarrollo de este fenómeno, garantiza en extraordinaria medida el sostenimiento y avance indiscutible de tantos periódicos, emisoras y canales de TV en esa época. [3]

A la par de ese oportuno desarrollo, la sombra capitalista resguarda sus intereses en cada sector de la nación cubana. Según Ernesto Vera y Elio Constantín en El periodismo y la lucha ideológica, durante los años de la república mediatizada la prensa dominante en Cuba tuvo un carácter netamente imperialista, reaccionario como consecuencia de la situación semicolonial.[4]

Ambos autores resumen en El Periodismo y la lucha ideológica, las características de esta prensa del modo siguiente:

  • Fue un medio utilizado para negar y ocultar las mejores tradiciones de las luchas independentistas de nuestro pueblo.

  • Fue un permanente difamador de la ideología de la clase obrera, el marxismo-leninismo, y su más firme exponente: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) primero y, posteriormente, también los demás estados socialistas.

  • Apoyada en falsos valores, trató de sembrar en la conciencia de nuestro pueblo la frustración, el conformismo, el fatalismo geográfico y político y, muy especialmente, el anticomunismo.[5]

Resulta preciso añadir que durante los años de la Segunda Guerra Mundial la campaña antifascista que se llevaba mundialmente también tuvo ecos en Cuba. Durante ese período gubernamental Fulgencio Batista —el hombre fuerte de Cuba— "que era muy hábil, muy sagaz en la politiquería, le dio apoyo a los periodistas para fundar el Primer Colegio de Periodistas de América Latina (1943) y para hacer antes el Primer Congreso de Periodistas cubanos en el año 1941".

De esta manera, con todo el apoyo propiciado por Batista y las subvenciones del gobierno, la prensa dominante se imbricaba a los intereses del gobierno. Sin embargo, como expresión del auge de las luchas revolucionarias "se dan determinadas condiciones[6]que permiten la circulación legal de alguna prensa revolucionaria".[7]

Añaden además, Ernesto Vera y Elio Constantín, que algunos años después, la agudización de la campaña anticomunista patrocinada por Estados Unidos contra el campo socialista obstaculiza esta "apertura informativa".

Durante el período de los gobiernos auténticos y principalmente en el que correspondió a Carlos Prío la embestida contra las ideas revolucionarias, principalmente las marxistas y leninistas alcanzó niveles sangrientos. Más, presumimos que debido a su conformidad con una buena suma de billetes al retirarse del gabinete presidencial, Prío optaba por mantenerse indiferente ante los severos asomos críticos que denunciaban sus fechorías.

Con el golpe de estado de Batista, otra bien distinta sería la situación del periodismo. No obstante, podemos resumir que la seudorrepública resultó fecunda en publicaciones de todo tipo. El periodismo militante pudo desenvolverse en la en la legalidad y semilegalidad salvo en regímenes dictatoriales como los de Gerardo Machado y el ya mencionado Fulgencio Batista.

El rostro de la prensa escrita

Hemos hecho referencia a dos tendencias dentro de la prensa cubana antes del triunfo revolucionario de 1959; una dada por el servilismo a los intereses del régimen (prensa dominante) y otra que repudia la injusticia y abraza las transformaciones políticas profundas.

Dentro de la primera no podemos dejar de mencionar a las grandes empresas periodísticas de Cuba: Diario de la Marina (1844), El Mundo (1901) y El País (1941).

Diario de la Marina, durante los años de gobierno auténtico, no denunció los robos ni el gangsterismo aunque sí aprobó la práctica del divisionismo en la clase obrera y la imposición del mujalismo. Tampoco lo hizo el diario nacido en los albores del siglo. "Sus intereses «serios» estuvieron muy por encima del pueblo. Pero se las arreglaba para mantener una aparente equidistancia entre el poder y sus adversarios."[8] (Pueden incluirse también en esta tendencia reaccionaria, a otros tantos cuya política dependía de los intereses del gobierno de turno. Pero consideramos que no pueden faltar en este recuento algunos como Alerta (1936), Avance y El Crisol, que son considerados "hijos" de los grandes diarios mencionados anteriormente.

Contrarios a estos periódicos subordinados a la burguesía nacional surgieron otros preocupados por la defensa de de los intereses del proletariado y de los sectores más humildes del pueblo. Justicia[9]Bandera Roja[10]La Palabra y Línea, fueron antecedentes sobresalientes de la publicación Noticias de Hoy (1938) y que desempeñó un extraordinario papel como servidor de la causa antiimperialista del pueblo cubano, de la lucha contra la explotación, por el socialismo y la paz"[11]

La década del 30 devino momento propicio para la circulación de la prensa comunista y revolucionaria. Además, incluimos en esta secuencia de voceros de las ideas justas a El centinela,[12] Mella[13]La Palabra, la revista Masas y Mediodía. A diferencia de la corta duración de estas publicaciones, Noticias de Hoy disfrutó de una existencia legal en etapas semidemocráticas. Sufrió después el asalto, la persecución y la censura hasta ser clausurado definitivamente a raíz del asalto al Cuartel Moncada.

El período posterior al cuartelazo del 10 de marzo suscitó la concurrencia de una prensa llamada por Vera como "prensa masiva", al referirse a la nacida de la clandestinidad y que figura como clave dentro de los momentos de la historia del periodismo progresista en cuba antes del triunfo de la Revolución. No adentraremos nuestro análisis y en esta etapa pues no se circunscribe al marco de nuestra investigación y sí la consideraremos para futuras investigaciones.

La voz de la radio y las raíces de la TV

La radio en Cuba se fundó a principios de la década del veinte. Este medio alcanzó un sorprendente arraigo popular en nuestro país y fuera de él. Diez años después de su inauguración, en la isla había sesenta y dos emisoras, lo que la situaba en el cuarto lugar del mundo.

Sin embargo, no es hasta la década del cuarenta que este medio adquiere un impetuoso desarrollo. Cifras ofrecidas en Dos siglos de periodismo en Cuba, refieren 156 instalaciones radiales en el país hacia finales del decenio. Surgen dentro de este período, la CMQ (1942) y Radio Reloj (1947).

Los micrófonos de la CMQ estuvieron a disposición de las nuevas generaciones, —estudiantes y profesores de la Universidad— para pronunciarse y constituyó la trinchera combativa de Eduardo Chibás en su lucha contra la corrupción administrativa y otros males sociales.

En esta apretada síntesis del impacto logrado por el medio radial en Cuba, no podemos olvidar a dos figuras: Guido García Inclán con "El periódico del aire" en la emisora COCO, y José Pardo Llada en Unión Radio con un timbre de voz exclusivo y un mensaje populista.

Hacia la mitad del siglo XX, Gaspar Pumarejo inaugura Unión Radio Televisión, Canal 4 (1950). Los hermanos Goar y Abel Mestre, abren más de un año después el canas6, CMQ. "Luego Amadeo Barletta pone en funcionamiento el canal 2. Y con posterioridad se crearon los canales 7, 11 y 12, este último en colores"

El medio de comunicación televisivo tuvo poco alcance en sus primeros años de fundado. Como dato interesante sobre las posibilidades que abría a la publicidad la llegada de la imagen, el 75% de su programación iba encaminada al entretenimiento y los anuncios publicitarios. Los espacios noticiosos eran mínimos y los acontecimientos que reflejaban prescindían —como lo hacía la prensa escrita— de temas relacionados con la crisis social y los atropellos de las fuerzas represoras del gobierno.

Constituye este, un breve acercamiento a la historia de la prensa en las décadas que nos atañen —1940 y 1950— fundamentalmente.

La Revolución en el Poder y la nueva prensa revolucionaria. Luces y sombras

El esperado triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, con Fidel Castro a la cabeza del movimiento, no solo trajo consigo cambios sociales relevantes. Significó el comienzo de una nueva etapa, para la población, para la nación y por supuesto para los medios de prensa. Por esa época muchos empresarios de la prensa capitalista ya habían abandonado el territorio nacional para hacer causa mercenaria con el imperialismo yanqui. Solo unos pocos de estos periódicos fueron intervenidos por el nuevo mandato, y otros, fueron sustituidos por una nueva vertiente discursiva que dejaba ya entrever, cuál era el verdadero objetivo de la revolución cubana. La nacionalización de la gran prensa en Cuba fue resultado de un proceso, al tiempo que se reanudaron o nacieron medios de comunicación al servicio de la Revolución.

El papel de la prensa alternativa que se creó con el triunfo de la Revolución fue construir una muralla contra la manipulación de la realidad. Se trataba de Cuba, que constituye un caso único visto la diferencia enorme entre la representación ideológica transmitida por los medios occidentales y la realidad del país.

La estrategia del estado en esos años fue convertir a los medios de prensa en un arma poderosa con el objetivo de dar la información objetiva a los ciudadanos, además de defender el orden político, económico y social establecido, por diversos medios eficaces, tales como la propaganda política a través de los discursos y sobre todo, los editoriales en primera plana.

"Los medios de comunicación son en una amplia medida, (…) los transmisores más que no los creadores de las causas y de los efectos de los que por lo general se ocupan los historiadores", comenta Michael Schudson, a propósito de las lagunas metodológicas y teóricas que en la actualidad dificultan el camino a quienes se proponen hacer la historia de los medios de comunicación, los cuales "se desarrollan en el telón de fondo, no en primer plano ocupado por el acontecimiento de las principales líneas de los temas históricos."[14]

Serrano establece que "para que el Sistema de Comunicación Pública pueda verse modificado por un cambio del Sistema Social, sólo se requiere que le sea dependiente. Pero si además sucede que a veces el Sistema Social resulta afectado por la transformación del Sistema Comunicativo, esa interdependencia supone, por definición, la independencia suficiente para que el Sistema de Comunicación llegue a tomar la iniciativa del intercambio."[15]

El desarrollo de un Sistema Comunicativo con cierto grado de autonomía discurre paralelo al desenvolvimiento del Sistema Social, si bien no siempre existe sincronía. Ambos sistemas "están organizados de modo diverso y sus componentes satisfacen en cada caso funciones específicas que nunca hasta ahora han aparecido completamente reguladas por el control del otro."[16]

Cada uno cuenta entonces con procesos internos e independientes de ajuste, eso sí, provocados por la afectación del otro, y que se resuelven "según las leyes que regulan el funcionamiento del propio Sistema afectado y no según las que rigen el funcionamiento del afectante…

Los primeros tres años de la Revolución Cubana; época pletórica de cambios políticos y sociales subvirtieron todo el régimen imperante, encauzando al país por un nuevo derrotero de igualdad social. Objetivo que recabó en el imprescindible concurso de los medios de comunicación como vehículos difusores de la nueva realidad, solo posible de lograr con el esfuerzo aunado de toda la sociedad.

Los medios de comunicación participan junto a otras instituciones sociales (la familia, la escuela, la iglesia) en la tarea de control sobre las representaciones sociales de cada individuo. Por la capacidad educadora y formadora del ser humano, estas instancias controlan y conducen los rumbos de la producción y la oferta de información. Desde esta perspectiva, son modalidades de control social por el recurso a la información todas las acciones que inciden en la enculturización de las personas: estudios reglados; manifestaciones culturales, artísticas, rituales o recreativas; oferta de noticias que circulan por sistemas informales o por los MCM (Medios de Comunicación de Masas)

Con la nueva situación que se creaba en Cuba con el triunfo de la insurrección armada encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, se abrían a la prensa revolucionaria nuevos horizontes de una amplitud sin precedentes en nuestro país, pero al mismo tiempo se planteaban nuevas tareas de una magnitud también sin precedentes en Cuba.

La prensa en general sufría de inmediato las transformaciones irreversibles, pero a la prensa revolucionaria en particular le correspondía la extraordinaria tarea de transformaciones, no solo en el contexto de los profundos cambios que comenzaban a operarse en toda la sociedad cubana, sino también, y sobre todo, a contribuir a ser vehículo de esos profundos cambios políticos, económicos y sociales.

Por tanto a esa prensa le urge la tarea de contribuir eficazmente, como medio masivo de comunicación, a impulsar, esclarecer y acelerar las profundas transformaciones que comienzan a operarse en nuestra sociedad, y por supuesto, transformarse ella misma simultáneamente con las transformaciones dirigidas por las fuerzas revolucionarias que van asumiendo el poder.

En este fenómeno, surgido al calor de la lucha insurreccional nacional liberadora y revolucionaria, encontramos en la prensa consecuente con esa lucha los elementos de síntesis más completos que expresan la riqueza política e ideológica de la revolución cubana.

No solo vemos un Ejército Rebelde, sino que está presente también la contrapartida antagónica una prensa de una prensa de riesgo y heroísmo que llega al pueblo y comprueba que nuestro país

Hasta ahora se ha comprobado cómo los medios de comunicación, entre ellos la prensa, son dirigidos (reformados cuando es necesario) hacia el establecimiento y permanencia de instituciones integradoras de determinado sistema social. Son acoplados a dicho sistema para actuar en consonancia y facilitar que estos se establezcan en las categorías mentales de los elementos de la sociedad.

Gracias a estos acoples y mediaciones, se logra la hegemonía social (duradera o no) de determinado orden, condicionando a las personas desde la propia idiosincrasia, la cultura popular, que legitima entonces los puntos de vista ofrecidos como propios. Se puede comprobar que de esta manera funcionan en la actualidad las sociedades del mundo, con mayor o menor éxito por parte de las instituciones detentadoras del poder.

"Los sesenta" han sido codificados en la memoria, con razón de sobra, como la época heroica, por la Reforma Agraria y las que le siguieron en corto tiempo, por la rápida victoria sobre la invasión de Playa Girón, y la menos rápida pero igualmente contundente sobre la contrarrevolución interna. Por la crisis de octubre, que tensó al máximo la cuerda de la confrontación mundial, y permitió a Fidel Castro desplegar sus cualidades de líder y de estadista. La humanidad tendría que reconocerlo desde entonces como una figura de talla mundial y no sólo como el jefe de la revolución que había triunfado en la isla más grande del Caribe. No fue el alineamiento el signo de su grandeza sino la singularidad y la justeza de sus posiciones y la capacidad, la coherencia y la valentía para defenderlas.

En los dos primeros años el debate giró esencialmente sobre el rumbo de la revolución, y esto se reflejaba en una prensa que conservaba la configuración del espectro mediático precedente a la victoria de enero de 1959. Hago la salvedad del diario Revolución, creado como órgano del Movimiento 26 de Julio, y el diario del Partido Socialista Popular, Noticias de Hoy, que volvía a ver la luz después de muchos años de prohibición. Tal vez el puntal de mayor prestigio en la prensa de entonces era el semanario Bohemia, con medio siglo de presencia en la vida nacional. Y con un papel crítico reconocido en el manejo de los vaivenes de la política.

El debate sobre el marxismo y la cuestión de la opción por el socialismo, se convertiría en una de las prioridades en la agenda a medida que avanzaban los sesenta. Sobre la divulgación del marxismo y también sobre el marxismo mismo como teoría. El rumbo revolucionario se había definido ya como socialista; se introducía, desde posturas autóctonas (en términos de legado independentista y de soberanía actual) al contorno del socialismo existente, y asumía el marxismo y el leninismo como matriz teórica. El debate público cubano se ha desarrollado, profundizado y expandido durante las dos últimas décadas. El ejercicio del debate constituye un medio para el compromiso y la cooperación sociales. La mezcla de los discursos políticos y los culturales ha caracterizado a la esfera pública cubana.

A decir de la Dra.C. Alina Bárbara López Hernández, "El sector que representó la visión más ortodoxa de la cultura, que fue de hecho un grupo decisor en la etapa y por tanto sus concepciones dejaban de ser simples opiniones personales para convertirse en políticas culturales, estuvo compuesto en su mayoría por intelectuales que provenían del Partido Socialista Popular (PSP), entre los que podemos mencionar a Mirta Aguirre, Edith García Buchaca,[17] José Antonio Portuondo y Blas Roca como los más activos y que, desde el periódico Hoy, órgano del PSP, estuvieron entre los artífices de las posturas dogmáticas que conducirían más adelante al período conocido como Quinquenio Gris."

El rumbo tomado por la Revolución, para avanzar y defenderse, también fue de diversas maneras ideológica y políticamente polémico al interior de las fuerzas actuantes dentro del proceso revolucionario.

En los primeros meses existía un alto espíritu de lucha, pero existían desiguales niveles de compromiso con la opción socialista y las alianzas establecidas internacionalmente. La mayoría se había identificado plenamente, pero también convivían sectores con preocupaciones, dudas y desacuerdos explícitos o implícitos en su quehacer.

En el campo cultural se podían definir tres corrientes con poder: la que se agrupaba en torno al recién creado Consejo Nacional de Cultura (CNC), la que representaba el ICAIC, y la que se había conformado en torno a Revolución, más concretamente a su suplemento cultural Lunes de Revolución. Cada uno tenía su área de competencia y sus enfoques de qué hacer y cómo hacerlo.

Las confrontaciones con la realidad fortalecían o desgastaban la credibilidad y el compromiso con el proyecto y su proceso como un todo. Dependía de diversos factores personales y coyunturales. Se presentaron alternativas de definiciones radicales, no exentas de dramatismo e incluso de desgarraduras. Así llegaron las distancias y las rupturas.

La sociedad cubana y sus dirigentes todavía se estaban organizando, o reorganizando, estructuras de poder en su dirección revolucionaria, donde la autoridad fundacional para delimitar responsabilidades podía ser, y fue, objeto de litigio. Para esa época era comprensible que una parte de los creadores e intelectuales se sintieran preocupados por las tajantes medidas tomadas por el nuevo gobierno revolucionario. Los antagonismos de la lucha política e ideológica presentes en la sociedad de la época no estaban a la vista para todos, o no se querían ver o no se valoraban de igual manera.

Hay que tener presente, además, que el socialismo, como dirección estatal-partidaria a escala internacional, tenía ya un expediente de errores y abusos de poder que se habían dejado sentir con fuerzas en la esfera del trabajo con artistas e intelectuales.

 

 

Autor:

Sandra Cristina Hernández Gutiérrez 

[1] (Marrero, 1999)

[2] Sobre estos detalles del surgimiento de la radio y de la televisión supimos a través de la entrevista realizada a Ernesto Vera y en Dos siglos de periodismo en Cuba.

[3] Cuando mencionamos esa época, nos referimos a los años vividos en la Cuba Neocolonial, de 1902 a 1958 donde los gobiernos de turno garantizaban los intereses imperialistas de los EE.UU. en la Isla de Cuba.

[4] (Vera y Constantín, 2006)

[5] (Vera y Constantín, 2006: 20 y 21)

[6] Estas condiciones están matizadas por el auge del movimiento revolucionario mundial y la lucha contra el nazi fascismo.

[7] (Vera y Constantín, 2006: 16)

[8] Vera y Constantín, 2006: 72

[9] Según Ernesto Vera y Elio Constantín, en 1924 fue fundado el primer periódico marxista-leninista, bajo el rótulo Lucha de clases, denominado luego Justicia.

[10] Ambos autores añaden que como antecedente de Bandera Roja surgió El Trabajador (1931), órgano del primer partido marxista-leninista.

[11] (Marrero, 1999: 50)

[12] El Centinela (1934) se editaba específicamente para las células comunistas del ejército y la marina de guerra.

[13] Este periódico revolucionario era dirigido por Defensa Obrera Internacional (DOI), filial cubana del Socorro Rojo Internacional.

[14] (SCHUDSON, 1993: s/n)

[15] Serrano, 1986: 52

[16] Ídem

[17] Dirigente del PSP y encargada, junto a Mirta Aguirre, de la página cultural del periódico Hoy, desde la década del cuarenta.