Descargar

Morbilidad Dermatológica en Círculos Infantiles del Municipio Trinidad

Enviado por funatss


    1. Resumen
    2. Objetivos
    3. Material y Métodos
    4. Análisis y discusión de los resultados
    5. Conclusiones
    6. Recomendaciones
    7. Referencias bibliográficas
    8. Anexos

    Resumen

    Se realizó una investigación descriptiva y prospectiva para determinar la magnitud y distribución de la morbilidad dermatológica en niños que asisten a los círculos infantiles del municipio Trinidad, en el período comprendido entre septiembre del 2002 y agosto del 2003 y cuya muestra de estudio estuvo integrada por 243 niños pertenecientes a las instituciones infantiles ¨ Tierno Amanecer ¨ y ¨ 28 de Diciembre ¨. Para obtener la información se efectuó una revisión de las fichas e historias clínicas individuales de cada niño y se elaboró un modelo de recogida de datos donde se incluyó: edad, sexo, color de la piel, antecedentes patológicos familiares y personales de atopía, características estructurales del círculo infantil, hacinamiento y examen físico dermatológico con una frecuencia mensual. Las afecciones más frecuentes fueron: pitiriasis alba, escabiosis, impétigo contagioso, dermatitis atópica y con igual proporción el molusco contagioso y la miliaria; además, los antecedentes de atopía, el hacinamiento y la época del año influyeron de forma directa en la aparición de esta morbilidad.

    Introducción

    La piel es el órgano encargado de mantener el medio interno y lo protege como barrera contra deshidratación, invasión por gérmenes, es capaz de resistir el frío o el calor y bloquea los dañinos rayos ultravioletas. Esta capacidad de barrera es evolutiva en el tiempo. El niño al nacer cambia radicalmente su ambiente: de un medio líquido, aséptico, termorregulado y protegido de la radiación ultravioleta, pasa a un ambiente seco, con flora microbiana abundante, generalmente más frío y absolutamente a merced de la radiación solar. Es un órgano vital muy extenso, que con sus múltiples funciones contribuye a asegurar el organismo humano, su vida y su salud y protege del ambiente a todos los órganos y aparatos del cuerpo. Su importancia no radica sólo en su función protectora, sino en su trabajo fisiológico muy complejo. La edad, el sexo, la raza y el clima son factores que modifican el aspecto y su constitución, y la hacen más o menos vulnerable frente a diferentes enfermedades (1-3).

    La piel del niño pequeño tiene características que le son propias y la distinguen de la del adolescente o adulto: es más delgada anatómicamente, menos cornificada (la capa córnea no se completa hasta los 4 años de edad) y menos pilosa. Fisiológicamente su sudor y la secreción de sus glándulas sebáceas es más escasa, las glándulas apocrinas están ausentes o son insignificantes hasta cerca de la pubertad, también la producción de melanina que protege de la radiación solar es menor, con menos melanina la dosis anual de rayos ultravioletas que recibe un niño es tres veces superior a la del adulto, cabe señalar que el pH local, por su escasa acidez debido al ácido láctico y al bajo contenido de ácidos grasos disminuye la resistencia a distintas agresiones por agentes bacterianos. Físicamente es más permeable a las sustancias (especialmente a los líquidos) que entran en contacto con ella sea desde adentro o desde afuera. Inmunológicamente está menos desarrollada, lo que determina que en el aseo diario como en otras actividades en que la piel es sometida a algún grado de agresión, debamos considerar que la resistencia y tolerancia no serán las mismas que en la piel madura, por lo que la posibilidad de irritación, inflamación, laceración o erosión será mayor (1-7).

    Hay una transición gradual desde el nacimiento hasta la edad adulta -que pasa por la pubertad y la adolescencia– pero durante esta transición los factores que establecen la diferencia influyen tanto en la incidencia como en las manifestaciones de las dermatosis específicas (1, 2).

    Además de los factores de diferencia anatómica, física, fisiológica y bioquímica, las actividades y juegos de los niños crean condiciones de contagio que son diferentes a las de los adultos (1, 2).

    Diversos factores sociodemográficos, ambientales y antecedentes personales o familiares de atopía pueden influir de una forma u otra en la incidencia y prevalencia de múltiples dermatosis. Un lugar donde podemos poner en juego lo antes señalado, en las edades que comprende nuestro estudio, lo constituyen sin lugar a duda los círculos infantiles, instituciones creadas por la Revolución Cubana para el cuidado y la educación de nuestros infantes.

    La morbilidad dermatológica en el niño es de vital interés e importancia por muchas razones. Primeramente hay un gran número de enfermedades de la piel y sus anejos que sólo se presentan en la niñez; de ellas, algunas aparecen en el recién nacido, como son: hiperplasia sebácea, milios, vesículas de succión, cutis marmorata, manchas salmón, manchas mongólicas, eritema tóxico, melanosis pustulosa neonatal transitoria y acropustulosis infantil. Un grupo importante lo constituyen las genodermatosis, muchas de las cuales se identifican desde el nacimiento y otras pueden comenzar con sus lesiones iniciales en la primera infancia; otras afecciones son peculiares de la adolescencia; además muchas de las dermatosis crónicas del adulto comienzan en los primeros años de la vida, de manera que, si se descubren en los primeros estadios de su evolución, se puede trabajar para prevenir futuros sufrimientos y deformidades (1,2,7-14).

    Mundialmente, en la mayor parte de los países; las enfermedades de la piel constituyen una de las afecciones que con mayor frecuencia se presentan en la atención primaria. Según Hay (15) en el estado de Guerrero en Méjico 49%; igual porcentaje en Rusia encontró Ibraginar (16).

    Fitzpatrick (citado por Stern) (17) afirma que en los Estados Unidos de Norteamérica 1 de cada 3 personas presentan enfermedades de la piel e incluso se les detecta más de una.

    Espinal Fuentes y colaboradores (18) determinaron que de 328 niños con enfermedades cutáneas que acudieron a consulta, el grupo de edad más afectado fue el de los preescolares.

    En estudios realizados en el Hospital Pediátrico Docente "Juan Manuel Márquez" en 1998, se observó que de los pacientes atendidos en consulta externa el mayor porcentaje correspondió a los menores de un año (30.6 %), seguido de los de uno a cinco años (29%). Al unir estos grupos obtuvieron que 60 % de los enfermos atendidos en las consultas de dermatología se corresponden con las edades tempranas de la vida. También se demostró que las primeras causas de morbilidad por afecciones dermatológicas son: escabiosis, dermatitis de causa externa, piodermitis, verrugas vulgares, molusco contagioso y pitiriasis alba (3).

    Otros trabajos han demostrado que el rango de edad que con mayor frecuencia acude a consulta de dermatología infantil, es el de 1 a 5 años (19), precisamente el que se incluye en nuestra investigación.

    Actualmente acude a nuestras consultas un número considerable de niños con diferentes enfermedades cutáneas sin que existan investigaciones al respecto , lo cual nos ha motivado a realizar este trabajo con la finalidad de determinar la morbilidad dermatológica en los círculos infantiles del municipio Trinidad y relacionarla con diferentes factores que pudieran de una forma u otra favorecer su aparición.

    Es el empeño de nuestro país y de nuestro Ministerio de Salud Pública preservar la salud de la población, un pilar significativo en esta hermosa tarea son los niños, como dijera José Martí "….porque los niños son la esperanza de mundo".

    Objetivos

    General:

    • Determinar la morbilidad dermatológica en los círculos infantiles del municipio de Trinidad.

    Específicos:

    • Precisar cómo se comporta la morbilidad dermatológica según las variables sociodemográficas.
    • Identificar la relación entre la morbilidad dermatológica y los antecedentes de atopía.
    • Describir la influencia de variables ambientales sobre la morbilidad dermatológica encontrada.

    Material y Métodos

    Se realizó una investigación descriptiva y prospectiva con la finalidad de determinar la magnitud y la distribución de la morbilidad dermatológica más frecuente en niños que asisten a los círculos infantiles del municipio de Trinidad, en el período comprendido entre septiembre/2002 – agosto/2003.

    Población y Muestra:

    La población es la totalidad de los niños entre 1 y 5 años matriculados en los círculos infantiles del municipio de Trinidad, ascendente a 513, de ellos 242 masculinos y 271 femeninos.

    Se calculó una muestra en el programa EPINFO versión 6.02 en su módulo Statcalc, asumiendo que la prevalencia de la morbilidad dermatológica es del 50 % para así obtener la mayor muestra posible, que ascendió a 220, pero para evitar caída de precisión por no respondente (negarse o causar baja de la institución), se incrementó la muestra en 10 % por lo que el tamaño definitivo fue 242.

    Se seleccionaron 2 de los 5 círculos infantiles por sorteo simple, que resultaron ser: "Tierno Amanecer" y "28 de Diciembre", y de ellos, la totalidad de los niños que cumplieron los criterios de inclusión, de esta manera quedó nuestra muestra constituida por 243 niños.

    Criterios de inclusión:

    Niños con edad comprendida entre 1 a 5 años, matrícula de los círculos infantiles seleccionados del municipio Trinidad en septiembre del 2002 y que sus padres consintieron en su inclusión para el estudio (consentimiento informado).

    Criterios de exclusión:

    Aquellos que sus padres se negaron a que participaran en el estudio o los que por cualquier razón dejaron de asistir a la institución 4 ó más meses (pérdida en el seguimiento de más del 25 % del tiempo de observación).

    Operacionalización de las variables:

    Variable dependiente:

    • Morbilidad dermatológica: enfermedad cutánea, y de sus anejos o de uno de ellos de cualquier etiología, se precisará su presencia o ausencia según la revisión documental y el examen físico dermatológico. Se consideró caso a todo niño con síntomas y signos, también cuando existieron reinfecciones y reinfectaciones de enfermedades infectocontagiosas, brotes de agudización en las de causa alérgica y dermatitis seborreica o nuevos episodios en la pitiriasis alba, la miliaria, la alopecia areata y la dermatitis solar. Las enfermedades congénitas se informaron sólo una vez.

    Variables independientes:

    • Edad: tiempo vivido entre el nacimiento y el momento de la medición expresado en años.
    • Sexo: características sexuales secundarias expresado en masculino y femenino.
    • Color de la piel: aspecto externo, colores aparentes independientemente de los factores genéticos, se expresará en blanca y no blanca.
    • Antecedentes de atopía: se considera la presencia o ausencia de antecedentes familiares de primer y segundo orden (madre, padre, hermanos, tío y abuelos) de asma, coriza y dermatitis atópica y personales de asma y coriza.
    • Estado ambiental: características del medio ambiente natural y círculo infantil, incluye:
      • Época del año: según estación.
        • Invierno: noviembre – marzo.
        • Verano: abril – octubre.
      • Hacinamiento: cantidad de niños según superficie de metros cuadrados.

    Índice de hacinamiento = m2 de la habitación

    # de personas que la habitan.

    • Si: si índice de hacinamiento menor de 1.4
    • No: si índice de hacinamiento mayor de 1.4.
    • Características estructurales del círculo infantil.
      • Adecuado: materiales de construcción refractarios a la electricidad y el calor, resistentes e impermeables, estado de conservación con mantenimiento sistemático y ausencia de deterioro.
      • Inadecuado: materiales de construcción no refractarios a la electricidad y el calor, no resistentes ni impermeables, estado de conservación deficiente sin mantenimiento sistemático y presencia de deterioro.

    Todas las variables en estudio son nominales dicotómicas, con excepción de la edad que es cuantitativa discreta.

    Descripción de acciones:

    Para obtener la información se efectuó una revisión de las fichas e historias clínicas individuales de cada niño, y se elaboró un modelo de recogida de datos donde se incluyó: edad, sexo, color de la piel, antecedentes patológicos familiares y personales de atopía, características estructurales del círculo infantil, hacinamiento y examen físico dermatológico, el cual se efectuó con una frecuencia mensual a todos los que cumplieron los criterios de inclusión durante el período que comprendió nuestro estudio.

    La información fue procesada en una PC marca Fujitsu con el utilitario Excell del paquete Office del Programa Windows. Las variables se codificaron previo al ingreso a la base de datos, se calcularon los indicadores expresados como porcentaje y se agruparon en tablas y gráficos para facilitar su análisis estadístico y la comprensión. Se realizó la estimación puntual y por intervalos al 95 % de confiabilidad de los parámetros poblacionales, en los casos necesarios, se usó la prueba no paramétrica de Chi cuadrado para diferencia de proporciones, expresada como frecuencia por cada 100 niños entre 1 y 5 años, con un nivel de significación (α) de 0.05; cuando los valores expresados fueron menores que 5 se realizó el Test Exacto de Fisher. Los resultados fueron comparados con los encontrados en la literatura consultada. Por último se arribó a conclusiones y emitieron recomendaciones.

    Análisis y discusión de los resultados

    La tabla # 1 representa la distribución de la muestra según edad y sexo; de un total de 243 niños, hubo 49.4 % del sexo masculino y 50.6 % del femenino. En relación con la edad se presentaron los siguientes porcentajes: 40%, 53%, 61%, 60% y 29% distribuidos desde 1 hasta 5 años respectivamente.

    Como resultado de nuestro estudio se obtuvo un total de 20 enfermedades de la piel que para su mejor análisis y comprensión fueron agrupadas según su etiología, por lo que los grupos quedaron conformados de la siguiente manera:

    1. Infectocontagiosas: – zooparasitosis

    – enfermedades bacterianas

    – enfermedades virales

    – enfermedades micóticas

    II. Alérgicas: – dermatitis atópica

    – prurigo

    III. Congénitas: – genodermatosis

    – hemangiomas

    1. Otras causas.

    En el gráfico 1 se distribuye la muestra según el color de la piel. Véase que 60% de la misma corresponde a niños de piel blanca y 40% a los de piel no blanca.

    Al estudiar el comportamiento de las enfermedades infectocontagiosas según sexo (tabla # 2) se observa que las zooparasitosis representan el mayor número de pacientes, con una frecuencia de 19.8 casos por cada 100 niños y dentro de ellas la escabiosis con 18.5 casos por cada 100 niños y un intervalo de confianza entre 14.0 y 24.1. De forma general las zooparasitosis presentaron un intervalo de confianza de 15.1 a 25.4 como límites inferior y superior respectivamente. La escabiosis representa una de las causas más frecuentes de morbilidad en consultas de piel ( 3,18,20-22 ) y a pesar de que en la literatura médica no se hace referencia a su relación con el sexo ( 22-28 ) en nuestro estudio fue superior en el femenino, con una frecuencia de 23.6 casos por cada 100 niños , lo que fue estadísticamente significativo (p=0.03). Se encontraron pocos casos con pediculosis capitis, lo que puede estar dado por ser la edad escolar donde más se presenta ( 29 ), no obstante a que nuestro sistema nacional de salud tiene creados programas de control epidemiológico para las enfermedades infectocontagiosas en centros institucionales. En orden de frecuencia le siguen las enfermedades bacterianas con un total de 33 casos para una frecuencia de 13.6 casos por cada 100 niños, enfermedades que son muy vistas en nuestras consultas ( 14,19-21,30-34 ) y al igual que las zooparasitosis, ocurrieron más en el sexo femenino con una frecuencia de 17.1 casos por cada 100 niños, todo esto a expensas del impétigo contagioso con 12.3 casos por cada 100 niños y un intervalo de confianza de 8.5 a 17.2; se presentaron pocos casos de forunculosis, ya que la misma se observa más en el adulto ( 31,32 ). En orden decreciente obsérvese las enfermedades causadas por virus, esto a predominio del molusco contagioso con una frecuencia de 8.2 casos por cada 100 niños y un intervalo de confianza de 5.2 a 12.2 como límites inferior y superior respectivamente. Por último, las micóticas, que se comportaron de igual manera en ambos sexos.

    La tabla # 3 muestra la morbilidad dermatológica de causa alérgica según sexo; hubo un total de 36 casos para una frecuencia de 14.8 casos por cada 100 niños; estas enfermedades son frecuentes en nuestras consultas de dermatología infantil (3,18,19,20,21,35,36 ), y la que más afectó fue la dermatitis atópica con una frecuencia de 9.9 casos por cada 100 niños y un intervalo de confianza de 6.6 a 14.5. A pesar de que la literatura hace referencia a que esta afección es más elevada en el sexo masculino ( 37-39 ), en nuestro estudio predominó en el femenino y su frecuencia fue de 13.8 casos por cada 100 niños y tuvo significación estadística (p=0.03); en segundo lugar se presentó el prurigo que se presenta con frecuencia entre 1 y 5 años( 40 ) y fue más padecida por el sexo masculino, lo cual consideramos que se deba a las características de los juegos de los varones condicionados por nuestra sociedad.

    La morbilidad dermatológica congénita según sexo se representa en la tabla # 4, en la que se describen dos de las entidades de las genodermatosis: ictiosis vulgar y defecto ectodérmico congénito; asimismo son descritos los hemangiomas. No se registraron diferencias significativas entre ambos sexos ( 41-45 ) y tampoco se encontró con mucha frecuencia, pese a que se presentan desde el nacimiento o pocos meses después, por la baja representatividad de estas enfermedades dentro de la población, según recoge la bibliografía médica.

    La tabla # 5 plasma la morbilidad dermatológica de otras causas según sexo. Obsérvese que la pitiriasis alba se presentó en el mayor número de niños y si se compara con el resto de las morbilidad anteriormente discutida también es obvio un alto ocurrimiento (52.7 casos por cada 100 niños).

    En otros estudios se informa igualmente como una afección frecuente ( 3,20,35,46,47 ), sin embargo no ocupa los primeros lugares, porque se trata de un trastorno cotidiano y banal, y sólo consultan la mínima parte de quienes la padecen ( 20 ). En nuestro estudio esta enfermedad ocupó el primer lugar, lo que está determinado porque se realizó de forma activa. No hubo significación estadística en cuanto al sexo y el intervalo de confianza fluctuó entre 46.2 y 59.1.

    En orden descendente se encontró la miliaria con 8.2 casos por cada 100 niños y un intervalo de confianza de 5.2 a 12.6. No existió diferencia entre los sexos ( 48 ); le siguió la dermatitis solar con un índice de presentación mayor en el sexo masculino dado por las características de los juegos del varón en nuestra cultura. La frecuencia la dermatitis solar correspondió a 3.7 por cada 100 niños y su intervalo de confianza estuvo entre 1.8 a 7.1; el cuarto lugar estuvo lo ocupado por la dermatitis seborreica – enfermedad muy consultada – (49) y que no presentó diferencias con relación al sexo, pese a que diversos autores plantean una incidencia mayor en el sexo masculino ( 50,51 ). Un reducido número padeció de alopecia areata y el vitiligo, que ocurren en escasa medida en niños pequeños ( 52 ). No existen referencias bibliográficas que denoten su aparición en uno u otro sexo ( 52-56 ), pero dada la escasa representatividad no pudo comprobarse.

    La morbilidad infectocontagiosa según edad (Tabla #6) refleja que las zooparasitosis, específicamente la escabiosis, las enfermedades bacterianas a expensa del impétigo contagioso y las virosis – en este caso el molusco contagioso – fueron entidades nosológicas que alcanzaron sus picos más altos entre el primer y tercer años de vida; nuestro criterio es que se debe a que en estas edades aún no se ha perfeccionado el estrato córneo, el que constituye un punto vulnerable que hace la piel del niño susceptible a estas afecciones (1,2,4 ), además de la poca acidez del pH cutáneo que aumenta la posibilidad de agresiones por agentes bacterianos y parasitarios ( 3 ). Las enfermedades micóticas (tiña del cuero cabelludo y pitiriasis versicolor) afectaron a niños de 4 y 5 años, lo que coincide con la literatura ( 57-60 ); de igual forma, las verrugas vulgares, que sólo se presentaron en niños de 5 años ( 61-64 ).

    En cuanto a la morbilidad dermatológica de causa alérgica según la edad (tabla # 7) obsérvese que la mayor frecuencia de la dermatitis atópica estuvo entre el primer y tercer años de vida. Fitzpatrick (7)plantea que se manifiesta en un 60 % a partir del primer año de vida . En relación con el prurigo se evidencia que no se reportó ningún caso en el primer año de vida, lo cual se explica porque aún el niño permanece más protegido; a partir de los 2 años comienza su incremento para disminuir a los 5 años. Consideramos que este comportamiento se deba a que ya el niño comienza a estar más expuesto a los insectos y paulatinamente se va desensibilizando por la exposición prolongada( 20,65).

    La tabla # 8 refiere el comportamiento de la morbilidad dermatológica de otras causas según la edad. Con respecto a la pitiriasis alba se observa que esta afección tan encontrada en nuestra población, experimenta un descenso a medida que avanza la edad. A pesar de que estudiamos años de vida con características similares, en la literatura se plantea que su incidencia va disminuyendo con el paso de los años ( 46,66 ). La miliaria es la segunda enfermedad dentro de este grupo y no mostró grandes diferencias en el grupo de 1 a 4 años, todo ello debido a que en el niño pequeño los procesos de queratinización, así como el desarrollo y maduración de las glándulas sudoríparas aún no se ha completado ( 1,2,5,6 ); sólo se presentó un paciente en el grupo de 5 años de edad. El comportamiento de estas entidades con la edad fue estadísticamente significativo con valores de p=0.00 y 0.02 respectivamente. La dermatitis seborreica no mostró variación significativa con la edad; la alopecia areata y el vitíligo se presentaron luego de los 3 años de edad, lo cual puede estar dado porque en el niño pueden repercutir los estimulos externos debido a su desarrollo psicológico. Muchos autores plantean el estrés psicológico como espina irritativa en estas entidades ( 52-56 ). La dermatitis solar no se presentó en el primer año de vida – es una edad donde se protege más al niño de la incidencia de la luz solar -; los casos fueron reportados a partir de los 2 a los 4 años, donde desempeña una función importante la inmadurez de la capa córnea, que favorece el daño de la luz ultravioleta ( 1,4-6,14 ). No se informó esta afección en los niños de 5 años, por lo antes expuesto.

    Al analizar el comportamiento de la morbilidad dermatológica infectocontagiosa en relación con el color aparente de la piel (tabla # 9) se aprecia que existe un predominio de las zooparasitosis y las enfermedades producidas por bacterias en niños con piel no blanca en el primer grupo, a expensas de la escabiosis con una frecuencia de 29.9 casos por cada 100 niños y una significación estadística de p=0.00; en el segundo tuvoun alcance significativo el impétigo contagioso con una frecuencia de 20.6 por cada 100 niños, lo cual es estadísticamente significativo (p=0.00). A pesar de que no está acorde con la literatura, que no señala que existan diferencias en cuanto al color de la piel ( 22-28,30-34 ).

    En referencia a las micosis y virosis no hubo diferencias estadísticamente sustanciales en relación con el color de la piel, aunque hubo un predominio del molusco contagioso en niños con piel blanca. Tampoco se recogen referencias de que el color de la piel influya en la aparición de esta morbilidad ( 57-60,61-64 ).

    La morbilidad dermatológica de causa alérgica (tabla #10) predominó en los niños de piel blanca, con 19.8 casos por cada 100 niños contra 1 de 7.2 casos por cada 100 niños de piel no blanca, lo que resultó estadísticamente significativo (p=0.00); particularmente, la dermatitis atópica reflejó una frecuencia de 13.6 casos por cada 100 niños blancos y una significación estadística de p=0.01), lo cual concuerda con la bibliografía que refiere que esta enfermedad se presenta más en la raza blanca ( 7 ). En el caso de prurigo se comportó de igual manera, la proporción de afectados en los de piel blanca duplicó a los no blancos, sin embargo no pudo asociarse a ningún resultado previo que refleje la bibliografía.

    Con respecto a la morbilidad dermatológica de origen congénito (tabla # 11) no hubo genodermatosis en los no blancos y los hemangiomas tuvieron similitud en ambos grupos, realmente el material de apoyo consultado no distingue el color de la piel en ninguno de los 2 casos. Como se ha mencionado antes estas enfermedades son de baja representatividad dentro de la población general.

    En la tabla # 12 se plasma el comportamiento de la morbilidad dermatológica de otras causas en relación con el color de la piel. Existen diferencias estadísticamente significativas de la pitiriasis alba (p=0.00), hay un predominio de ella en los niños con piel no blanca; en la literatura revisada se plantea su alta incidencia en los pacientes trigueños y de piel oscura ( 46,47,66 ) y presentó una frecuencia de 77.3 casos por cada 100 niños con piel no blanca. La miliaria y la dermatitis solar fueron más frecuentes en los niños con piel blanca debido a que éstos presentan los fototipos cutáneos I al IV que son los que con más facilidad se afectan por las radiaciones solares y el calor ( 48,68,69 ). La dermatitis seborreica se comportó de igual forma en ambos grupos y la alopecia areata y el vitiligo no fueron estadísticamente representativos.

    Muchos autores hacen referencia a la relación directa que existe entre los antecedentes de atopía y la aparición de enfermedades infectocontagiosas ( 31,.61,67,70,71 ). En la tabla # 13 véase cómo las zooparasitosis, las enfermedades bacterianas y la micosis se presentaron en mayor escala en niños con estos antecedentes, sin embargo ello no resultó ser estadísticamente significativo, quizás porque otras causas estén incidiendo de forma más directa en la aparición de ellas. Las virosis se comportaron de forma similar en ambos grupos, lo que no concuerda con la bibliografía antes mencionada.

    Los resultados de la morbilidad dermatológica de causa alérgica según antecedentes de atopía reflejados en la tabla # 14 tienen una rotunda similitud con lo afirmado en la literatura, pues todos los pacientes encontrados presentaron antecedentes familiares o personales de atopía. No procedió el cálculo de la significación estadística ( 37-40,65,67,70,72,73 ).

    El gráfico 12 ilustra el comportamiento de la morbilidad dermatológica de otras causas con antecedentes de atopía. Se evidencia de manera estadísticamente significativa (p=0.00) el comportamiento de la pitiriasis alba, con una frecuencia de 81.9 casos por cada 100 niños con antecedentes, lo cual confirma lo planteado por algunos autores que lo consideran como un signo menor de la dermatitis atópica y otros reflejan su mayor aparición en niños con estos antecedentes ( 46,47,66,67,74 ). El resto de las afecciones de la piel se mostró con una incidencia mayor en el grupo de niños con antecedentes de atopía, excepto la dermatitis solar que presentó una mayor frecuencia en niños sin antecedentes (5,2 casos por cada 100 niños).

    La morbilidad dermatológica infectocontagiosa según hacinamiento está representada en la tabla # 15; apréciese que existe una relación directa entre la aparición de estas enfermedades y la presencia de hacinamiento, es conocido que son enfermedades que siempre han caracterizado al personal institucionalizado, otros factores que pueden favorecerla y que no fueron objeto de nuestro estudio son las malas condiciones higiénicas y la pobreza. En las zooparasitosis hubo una frecuencia de 24.9 casos por cada 100 niños ( 4,23-25,28,75-78 ), que fue estadísticamente significativo (p=0.00). Las piodermitis tuvieron una frecuencia de 16.2 casos por cada 100 niños, y una significación estadística de p=0.03, que al igual que en las zooparasitosis las características del juego propician la diseminación de la enfermedad ( 14,30,32-34 ). Las micosis y las enfermedades producidas por virus también fueron mayormente presentadas en los niños que se encontraban con condiciones de hacinamiento e influyó de igual manera el contacto directo y mantenido ( 57,58,60,64,71,80,81 ).

    En los gráficos 14 al 17 se ilustra el comportamiento de las enfermedades infectocontagiosas durante el año; las zooparasitosis alcanzaron una mayor frecuencia en los meses de enero y diciembre (5.3 y 8.2 casos por cada 100 niños respectivamente), o sea, son más comunes durante los meses de invierno, puede verse condicionado por las características de la higiene en esta época del año ( 20 ), las piodermitis se elevaron mucho más en los meses de julio y agosto con frecuencias de 7.8 y 3.7 casos por cada 100 niños respectivamente, lo que está condicionado por la mayor sudoración que se experimenta en el verano y esta humedad propicia la colonización bacteriana ( 20,32 ); de igual manera tuvieron lugar las micosis donde se observó un alza de la frecuencia en los meses de junio y agosto (1.2 casos por cada 100 niños en ambos meses), en el verano la humedad cutánea favorece la proliferación de los hongos ( 57-60 ). Las virosis también mostraron un aumento en los meses de verano, fundamentalmente en el mes de abril, con una frecuencia de 3.7 casos por cada 100 niños ( 20 ).

    El gráfico 18 ilustra el comportamiento de la dermatitis atópica en el año; hay exacerbación en los meses de invierno, con frecuencias más altas en enero y diciembre (3.3 y 2.5 casos por cada 100 niños respectivamente), lo referido concuerda con lo planteado en la literatura ( 20,37,67,73 ).

    El gráfico 19 se muestra un comportamiento casi estacionario del prurigo en los meses de febrero, abril, julio y agosto; hay un aumento en el mes de octubre con una frecuencia de 2.1 casos por cada 100 niños, lo que coincide con los autores que señalan el incremento de su incidencia en los meses de lluvia porque la población de insectos aumenta( 20 ).

    La morbilidad dermatológica de otras causas según época del año se representa en los gráficos 20 al 23. La pitiriasis alba aparece en el gráfico 20, su aumento fue considerable en los meses de verano (julio-octubre); muchos autores la consideran afección inflamatoria asociada a la dermatitis atópica que se exacerba con la exposición solar, esto coincide con los resultados de nuestro estudio ( 46,47,74 ). Sólo en los meses de verano (junio-septiembre) hubo aparición de miliaria (gráfico 21), favorecida por el aumento en la producción del sudor durante el calor y concuerda con lo planteado en la literatura revisada (48 ). La dermatitis seborreica manifestó exacerbaciones en los meses de invierno (gráfico 22) y fueron enero y febrero los meses de mayor frecuencia (1.2 y 0.8 casos por cada 100 niños respectivamente), lo que es similar a lo planteado en la bibliografía consultada ( 50 ).

    El gráfico 23 pone de manifiesto cómo se comportó la dermatitis solar. Fue evidente que los que la presentaron tuvieron lugar en los meses julio- septiembre, lo que está determinado porque son los meses en que los padres llevan a los niños a la playa y no toman las medidas adecuadas de protección contra el sol; asimismo, la incidencia de las radiaciones solares durante la época del año referida es mucho más directa sobre la tierra (68).

    Por resultar las características estructurales de los círculos infantiles adecuadas, no se realizó el análisis de esta variable.

    Conclusiones

    1. Las enfermedades de la piel más frecuentes en nuestro estudio por orden de frecuencia fueron: pitiriasis alba, escabiosis, impétigo contagioso, dermatitis atópica y con igual proporción el molusco contagioso y la miliaria.
    2. Los antecedentes de atopía presentaron relación directa con la aparición de la dermatitis atópica, el prurigo, la pitiriasis alba y las enfermedades infectocontagiosas.
    3. Las enfermedades infectocontagiosas fueron más frecuentes en los niños que se encontraban en hacinamiento.
    4. Durante el invierno predominó la dermatitis atópica, las zooparasitosis y la dermatitis seborreica, mientras que en el verano hubo un aumento de la pitiriasis alba, las piodermitis, las micosis y las enfermedades virales.

    Recomendaciones

    1. Realizar estudios posteriores donde se relacionen otros aspectos que pudieran repercutir en el comportamiento de la morbilidad dermatológica en los niños que asisten a los círculos infantiles e incorporar nuevas variables relacionadas directamente con la instalación y otras que incluyan las características del hogar y del medio ambiente familiar.

    Referencias bibliográficas

    1. Morris L. Dermatología Pediátrica. Argentina: Editorial Bibliográfica Argentina; 1959.
    2. Mackie G, Cipollaro A. Enfermedades de la Piel en la Infancia. España: Editorial Miguel Servet; 1940.
    3. Martínez R, Pastrana F, Ramírez C. Morbilidad por afecciones dermatológicas. Estudio estadístico territorial. Rev Cub Pediatr 1999; 71(2):53-9.
    4. Vendrell M. Cuando calienta el sol (Tema de Portada). 2001;(5). Disponible en: www.ciencia.vanguardia.es.
    5. Cotraw R, Rumar V, Collins T. Robbins Patología Estructural y Funcional. 6ta ed. España: McGraw-Hill Interamericana; 2002. p. 1215-58.
    6. Bognert H. Anatomía y Fisiología de la Piel. Manual de Dermatología. Londres: Ed. Masley Company; 1997. p.3-26.
    7. Fitzpatrick T. Color Atlas and Sinopsis of Clinical Dermatology. McGraw-Hill; 2000.
    8. Clinton G, Kirdel-Vegas F. Anatomía y Patología Generales. En: Clinton G, Kirdel-Vegas F. Enfermedades de la Piel. Habana: Imprenta Nacional de Cuba; 1961. p.1-15.
    9. Domonkos L. Estructura e Histología Cutánea. En: Domonko L. Andrews Tratado de Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.1-17.
    10. Fernández B. Fisiología de la Piel. En: Fernández B. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.40-2.
    11. Abreu D. Dermatología. Habana: Editorial Pueblo y Educación; 1983.
    12. Pastrana F. Propedéutica Dermatológica. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial ciencias Médicas; 2002. p.1-7.
    13. Fonseca E. Dermatología Pediátrica. Madrid: Editorial Grupo Aula Médica; 1999.
    14. Nelson W, Behrman R, Kliegman R, Arvin A. Nelson Tratado de Pediatría. Habana: Editorial Ciencias Médicas; 1998. p. 2275-388.
    15. Hay RJ. The use of centinela sites to asses. Research and training priorities in comunity dermatology. 1993; 42:69-70.
    16. Ibraginar Sh. The structure of the skin patology. En: Middle and elderly subjects. Vestru Dermatol venerde; 1990:37-40.
    17. Stern R. Epidemiology of cutaneus diseases. Dermatology in general medicine. Ed McGrowhield Brock Company; 1997:6-10.
    18. Espinal M, Batista M, Melendez S, Castillo A. Características de las Dermatosis en Pediatría. Rev Med Domin 1999 Jul-Sept; 49(3):75-8.
    19. Martínez K, Pérez E. Manifestaciones dermatológicas más frecuentes en una unidad general de Emergencia Pediátrica. Pediatr edición int 1999 Oct-Dic; 2(3): 88-91.
    20. Ruiz Maldonado R, Taurazo L, Velásquez E. Epidemiología de las enfermedades de la piel en diez mil pacientes en edad pediátrica. Bol Med Hosp Infant 1997; 34(1):137-61.
    21. Manzanillo F, Vázquez J, Mastrodoménico P, Herrera J. Dermatopatías pediátricas más frecuentes en ambulatorio urbano tipo I de Cotiza, Caracas. Rev Fac Med Caracas 1999; 20(1): 41-5.
    22. Penate R. Ectoparacitosis cutáneas. En: Manzar J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p. 174-7.
    23. Fernández G. Enfermedades por parásitos animales. En: Fernández G. Dermatología. Habana: editorial Científico- Técnica; 1986. p.241-7.
    24. Domonkos A. Enfermedades debidas a parásitos animales. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p.542-59.
    25. Giraldo N. Escabiosis. En: Fallabella R, Escobar C, Giraldo N. Fundamentos de Medicina. 7ma ed. Colombia: Corporación para investigaciones biológicas; 1997. p.101-3.
    26. Chacón A, Larronda R, Cotán I, Alacán L. Características clínicas y epidemiológicas de la Escabiosis en tres consultorios del médico de la familia. Rev Cub Med Gen Integr 1998; 14(4): 329-34.
    27. Martínez R, Morán O, Millán R, Orden B. Escabiosis en el lactante. Anales de Pediatría. Barcelona 2004; 60(2): 192-3.
    28. Puig Ll. Dermatosis producidas por artrópodos. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p. 36-7.
    29. Giraldo N. Pediculosis. En: Falabella R, Escobar C, Giraldo N. Fundamentos de Medicina. 7ma ed. Colombia: Corporación para investigaciones biológicas; 1997. p.171-3.
    30. Puig Ll. Dermatosis infecciosas producidas por bacterias. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p. 18-9.
    31. Requeira C. Manual Básico de Dermatología. Enfermedades bacterianas de la piel. Editorial Health & Research Consulting. España; 2000. p. 10-25.
    32. Columbié Y. Piodermitis. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p. 1-189.
    33. Fernández G. Piodermitis. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p. 25-54.
    34. Domonkos A. Infecciones bacterianas. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p.296-302.
    35. Magaña M, Vázquez R, González L. Dermatología Pediátrica en el Hospital General. Frecuencia de las enfermedades de la piel del niño en 10 000 consultas, 1990-1994. Rev Med Hosp. Gen Méx 1999; 58(3):124-30.
    36. Vázquez S, Alfonso L, Cedillas M, Alberto C. Tratamiento de la Dermatitis Atópica en Pediatría. Bol Med Hosp. Infant Méx 1999; 56(2):121-8.
    37. Williams HC. Epidemiology of Atopic Dermatitis. Clin Dermatol 2000; 522-29.
    38. Therstrup Fernández G. Dermatitis eczematosa. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.149-50.
    39. K. Clinical aspect of Atopic Dermatitis. Clin Exp Dermatol 2000; 25:535-43.
    40. Fernández G. Acné. Psoriasis. Pitiriasis Rosada de Gibert. Eritema Multiforme. Enfermedades nodulares. Urticaria. Prurigo. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.192-3.
    41. Falcón L. Genodermatosis. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p. 49-53.
    42. Domonkos A. Algunas Genodermatosis. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p.711-49.
    43. Enjolras O, Mulliken JB. Vascular tumors and vascular malformations. Adv Dermatol 1997; 13: 375-411.
    44. Fernández G. Nevos Pigmentarios. Melanomas. Nevos Vasculares. Granuloma Piógeno. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.364-8.
    45. González AG. Otros tumores de la piel. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.283-4.
    46. Domonkos A. Parapsoriasis. Pitiriasis rosada. Pitiriasis rubra pilar. Síndrome de Gianotti-Crosti. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p.250-1.
    47. Fernández Y. Pitiriasis alba. Medunab Dic 2003; 6 (18):18-21.
    48. Clinton G, Kerdel-Vegas F. Dermatitis debidas a causas físicas. En: Clinton G, Kerdel-Vegas F. Enfermedades de la piel. Habana: Imprenta Nacional de Cuba; 1961. p. 99-101.
    49. Puig Ll. Dermatosis Eritematodecamativas. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p.70-1.
    50. Diaz M. Dermatitis seborreica, Acné vulgar y Rosacea En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.110-3.
    51. Fernández G. Dermatitis Eczematosas. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.150-5.
    52. Veloso G. Alopecias. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.301-2.
    53. Escobar C. Alopecia areata. en: Fallabella R, Escobar C, Giraldo N. Fundamentos de Medicina. 7ma ed. Colombia: Corporación para investigaciones biológicas; 1997. p.51-3.
    54. Puig Ll. Enfermedades del folículo pilosebáceo. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p.52-3.
    55. García M. Trastornos de la pigmentación. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.305-10.
    56. Fernández G. Alopecias. Discromias. Vitiligo. Cloasma. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.397-401.
    57. Daniel R. Micosis cutáneas. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.236-54.
    58. Fernández G. Conceptos generales de micología. Micosis superficiales y profundas. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p.328-47.
    59. Puig Ll. Dermatosis infecciosas producidas por hongos.En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p.26-33.
    60. Domonkos A. Enfermedades debidas a hongos. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p. 347-83.
    61. Verbor J. Cómo tratar las verrugas. Arch Dis Child 1999; 80: 97-9.
    62. Pérez M, Navarro J. Virosis cutáneas. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.167-72.
    63. Puig Ll. Dermatosis infecciosas producidas por virus.En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p.10-3.
    64. Fernández G. Virosis cutáneas. En: Fernández G. Dermatología. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1986. p. 231-40.
    65. Domonkos A. Eritema y Urticaria. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p. 179-82.
    66. Guerra A. Dermatitis A tópica. En: Fonseca E. Dermatología Pediátrica. Madrid : Ed aula Médica; 1999. p. 83-180.
    67. Puig Ll. Eczemas endógenos. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p.54-5.
    68. Sagaró B. Radiación actínica y reacción cutánea. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.95-109.
    69. Puig Ll. Fotodermatosis. En: Puig Ll. Guía de Imágenes en Dermatología Clínica. España: Ed Aula médica ediciones; 2001. p. 42-3.
    70. Villar V. Dermatitis y eritema multiforme. En: Manzur J, Díaz J, Cortés M. Dermatología. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2002. p.76-7.
    71. García L. Molusco Contagioso: diagnostico, patogenia y terapéutica. Dermatología Rev Mex 2003; 47 (1) 19-25.
    72. López JL. Manual Básico de Dermatología Clínica. España: Ed Aula Médica; 2001. p. 10-3.
    73. Daniels J, Harper J. The epidemiology of atopic dermatitis. Clin Dermatol 2000: 522-43.
    74. Falabella R. Pitiriasis alba. En: Fallabella R, Escobar C, Giraldo N. Fundamentos de Medicina. 7ma ed. Colombia: Corporación para investigaciones biológicas; 1997. p.189-91.
    75. Robles M, de la Lama J, Avellaneda C, Jiménez R, Cortejoso B, Vaquero JL. Brote nosocomial de escabiosis. Clin Esp 2000; 538-42.
    76. Larrosa A, Cortés-Blanco M, Martínez S, Clerencia C, Urdániz JL, Urbán J, García J. Brote nosocomial de escabiosis en un hospital español. Eurosurveillance Monthly Archives 2003; 8 (10): 199-203.
    77. Larrosa A, Cortés-Blanco M, Clerencia C. Scabies outbreak at a señor citizen living facility in the province Huesca, Spain. Rev Esp Salud Pública 2004; 78 (1): 107-14.
    78. Barrera C. Incidencia de enfermedades transmisibles. La escabiosis en el circulo infantil. Rev Cubana Meg Gen Integr 1998; 14 (4): 329-34.
    79. Larrondo R, González A, Hernández L. Micosis superficiales. Dermatofitosis. Rev Cubana Med Gen Integr 2001; 17 (6): 559-64.
    80. Escobar C. Molusco contagioso. En: Fallabella R, Escobar C, Giraldo N. Fundamentos de Medicina. 7ma ed. Colombia: Corporación para investigaciones biológicas; 1997. p. 289-90.
    81. Domonkos A. Algunas enfermedades víricas y rickettsianas. En: Domonkos A. Andrews Tratado de dermatología. Ed Revolucionaria. Habana: Editorial Científico-Técnica; 1983. p. 569-611.

    ANEXOS

    Modelo de recolección de datos

    Para ver el modelo seleccione la opción "Descargar" del menú superior

     

     

    Autor:

    Dr. Carlos Gilberto González Albalat

    Dra. Patricia Romero González

    Dra. Paula Conde Saure

    Dra. Helen Díaz González

    Facultad de Ciencias Médicas "Faustino Pérez Hernández"

    Hospital Universitario "Camilo Cienfuegos" Sancti Spíritus

    Sancti Spíritus, Septiembre del 2004.