La técnica por encuentro en la Educación de Jóvenes y Adultos
Enviado por Rolando Miguel Bermejo Correa
- Propuesta de acciones metodológicas dirigidas a los docentes que desarrollan los cursos por encuentro
- Diagnóstico
- Componentes a tener en cuenta durante el desarrollo del encuentro
- Variantes con carácter interdisciplinario
Para perfeccionar la técnica por encuentro en la Educación de Adultos, en general, y que esta se proyecte teniendo en cuenta las relaciones interdisciplinarias, en particular, se hace necesario profundizar en el significado del trabajo metodológico, su principio y su carácter de sistema. El trabajo metodológico es, por su propia esencia, un trabajo creador, que exige el perfeccionamiento de dirigentes y técnicos, para que puedan, con su acción directa, elevar el nivel de preparación del personal docente y proporcionarle conocimientos multilaterales profundos que se renueven constantemente y perfeccionen su maestría pedagógica que permita mejores opciones en el estilo y modo de vida del individuo.
Este trabajo metodológico con carácter interdisciplinario e integrador ha de concretarse en las diferentes instancias, hasta el departamento docente en la escuela, además, es una necesidad que esté en correspondencia con las características de la planta docente que lleva a cabo el proceso de enseñanza–aprendizaje en la Educación de Adultos. Dentro de estas características está la heterogeneidad en la procedencia de los docentes de diferentes niveles de enseñanza, el nivel de preparación para su desempeño en este tipo de educación y el personal contratado que presta sus servicios, fundamentalmente, en la modalidad de Facultad Obrera y Campesina, por lo que es una necesidad la implementación de alternativas para la capacitación de los docentes de manera que se logre como objetivo fundamental un estilo de trabajo que permita consolidar el trabajo metodológico en los centros de la Educación de Adultos, y con ello elevar la calidad en la dirección del aprendizaje en los estudiantes.[1]
Estas consideraciones, no siempre son conocidas por quienes miran desde fuera el proceso de enseñanza-aprendizaje en la Educación de Adultos y en ocasiones, tampoco son tenidas en cuenta por los directivos y docentes. Se considera, entonces, que es de carácter obligado continuar profundizando en la búsqueda de vías más efectivas para el mejoramiento en la conducción del proceso pedagógico que se sustenta esencialmente en el colectivo pedagógico de la escuela y en particular en la dirección del máximo responsable: el director.
En estos momentos existe un personal relativamente joven que ocupa cargos de dirección como respuesta positiva a la consecuente política de cuadro que traza Cuba, y por tal motivo a pesar de estar preparados para enfrentar la tarea les falta experiencia en estas nuevas funciones. Para la realización efectiva de su nueva experiencia se requiere que eleve su preparación política, científica y pedagógica, de manera que como resultado futuro pueda manifestar una sólida concepción dialéctico-materialista del mundo, mayor motivación por su profesión, más respeto hacia las personas jóvenes y adultas para saber comprenderlos y educarlos, además, ser más humano, perseverante, independiente, con dominio de sí mismo, con firmeza en la toma de decisiones y con optimismo hacia la labor que realiza, que en definitiva, son atributos que conforma su propia escala de valores y en los cuales se debe continuar poniendo el máximo empeño para su formación y fortalecimiento como lo requiere la sociedad que construye Cuba.
Otro elemento importante en el que hay que continuar trabajando es en lo relacionado con las capacidades pedagógicas, las que deben manifestar propiedades individuales que les posibilite a los directivos y docentes la aplicación consecuente de los principios generales de la enseñanza y la educación en la actividad pedagógica, estas capacidades son: académicas, didácticas, perceptivas, organizativas, comunicativas y creadoras para mantener la autoridad y la atención.[2]
Existe otra característica que rebasa el marco de la escuela, y es una necesidad que la planta docente que labora en la Educación de Adultos la asuma con responsabilidad, está dada en elevar su cultura general integral, perfeccionar cada vez más su educación formal, su conducta moral y apariencia personal, pues no se debe olvidar que se está instruyendo y educando a personas con ricas experiencias y conocimientos que les ha brindado la propia vida, lo que ha de tener en cuenta los docentes y el director de la escuela para orientar y dirigir el proceso pedagógico, este último visto como un profesor que no es diferente al resto del colectivo sino un maestro con funciones especiales.Las fallas, por llamarlo de alguna manera, que se presentan en el desarrollo de este proceso pedagógico se deben en gran medida a las insuficiencias en la aplicación de un diagnóstico y caracterización psicopedagógica de las estructuras de dirección y docentes como punto de partida con carácter científico dentro del sistema de dirección, que permita un accionar concreto y coherente en el desarrollo integral de los cuadros dirigentes y planta docente en sentido general, de manera que su idoneidad en el desempeño profesional conlleve paulatinamente a la eficiencia educacional.[3]
Derivado de la insuficiencia a la que se hizo referencia anteriormente, está la ayuda metodológica como método y estilo de trabajo, que para lograrlo, en tal sentido, es necesario continuar profundizando sobre la base de que el director es el principal metodólogo de la escuela.
La ayuda metodológica parte, necesariamente de un diagnóstico y para lograrlo es necesario un control de la preparación que poseen las personas sobre las que se desarrollará el mismo, del nivel alcanzado en la realización de las tareas y de los resultados concretos que hayan obtenido, de la preparación político-ideológica que posean, de la claridad con que hayan interpretado la política educacional. Sin este diagnóstico de la situación concreta que se valora es imposible determinar cuáles son los problemas y sus causas y, por lo tanto, las vías para resolverlos.
A partir de los resultados del control es posible definir las metas que se proponen alcanzar los que dirigen la ayuda metodológica y el grado de incorporación al quehacer pedagógico del personal sobre el que se actúa. Lograr esto supone por parte de los dirigentes trazar una estrategia para solucionar las deficiencias detectadas.
No se puede dejar de hacer referencia a la superación científica de la planta docente, que a pesar de haber sido una tarea permanente no cumplía las expectativas, sin lugar a dudas, con la Maestría en Ciencias de la Educación, con carácter de amplio acceso, todos los docentes accedieron a los cursos y elevaron su nivel cultural y profesional el que es revertido en el contexto escolar en el que se desempeña. Es una realidad en Cuba la posibilidad de que en cada aula el maestro que imparte docencia o desempeñe otra función dentro del proceso pedagógico ostente la categoría de Máster, de hecho se está logrando una mayor y mejor calidad en la dirección del aprendizaje en los estudiantes al poner en práctica experiencias novedosas con el objetivo de mejorar el modo y estilo de vida de las personas adultas.
Propuesta de acciones metodológicas dirigidas a los docentes que desarrollan los cursos por encuentro
Como es sabido, el encuentro es la forma de organización básica en el Curso por Encuentro, modalidad rectora en la Educación de Adultos, por tanto, es importante hacer consideraciones en cuanto a la estructura y concepción del encuentro sobre la base de las nuevas transformaciones que se llevan a cabo en esta enseñanza y que a continuación se exponen.
El encuentro debe caracterizarse por ser flexible y estar en correspondencia con las necesidades, intereses, motivos y motivaciones de los estudiantes, siempre en función de ofrecer vías de solución a sus problemas familiares, laborales y docentes, sólo así las personas jóvenes y adultas podrán encontrar utilidad a lo aprendido en su quehacer cotidiano.
El encuentro es un proceso sistemático y sistémico en el que interaccionan profesor-profesor, profesor-estudiante y alumno-estudiante durante un plazo determinado realizando un conjunto de actividades como aclaración de dudas, profundización de contenido, orientación de diferentes temas de interés y la evaluación.
Dando cumplimiento a lo anterior y teniendo en cuenta las transformaciones que se llevan a cabo en la Educación de Adultos, es una exigencia del desarrollo científico técnico la preparación integral de los adultos ya que la necesidad de estudiar se relaciona con la solución de los problemas que su vida, el proceso laboral y social genera, pues el adulto valora la enseñanza recibida según su situación concreta, necesidades y aspiraciones.
Por tal motivo se hace necesario realizar y aplicar en la práctica educativa propuestas metodológicas renovadas en correspondencia con dichas transformaciones y que respondan al contexto actual para que contribuyan a:
- Una mayor y mejor orientación del estudiante.
- Una mayor preparación a tono con las exigencias actuales.
- Elevar la calidad del proceso de enseñanza – aprendizaje.
- Desarrollar actividades interdisciplinarias e integradoras.
- Garantizar un aprendizaje desarrollador.
- Elevar el auto didactismo y el protagonismo estudiantil.
- Desarrollar la actividad científico- investigativa.[4]
Para la consolidación de lo antes expuesto se hace necesario que el profesor oriente, estimule y controle el trabajo independiente del estudiante, ofreciendo las indicaciones más precisas acerca de cómo realizarlo, a la vez que comprueba su efectividad. El estudiante constituye un elemento activo que debe dirigir su aprendizaje consciente hacia el logro de los objetivos planteados por el docente.
En la orientación del estudio independiente debe proponerse al estudiante un conjunto de actividades interdisciplinarias y que debe dar solución, de forma individual o por equipo. Estas actividades interdisciplinarias deben conducir a buscar la relación entre los contenidos de dos o más asignaturas, la relación de estos con su actividad laboral, familiar y social, de manera que exista una estrecha relación entre la escuela, la familia y la comunidad. Se dará tratamiento especial a aquellos contenidos que por su grado de complejidad lo requieran, el estudiante debe recibir orientaciones precisas acerca de dónde está la información, como acceder a ella y cómo estudiarla.
En relación con el control, estará dirigido a constatar el estudio independiente en un ambiente de intercambio que permita al profesor tener un criterio de cómo marcha cada estudiante y éste conocer sus logros y deficiencias, con vistas a adoptar, oportunamente, las medidas necesarias.
La orientación de una correcta guía de estudio garantiza, en gran medida, el desarrollo del estudio independiente, esta debe diseñarse atendiendo a una estructura única pero con flexibilidad de acuerdo a las características de cada asignatura y necesidades individuales y grupales de los estudiantes, se debe tener en cuenta, los intereses y expectativas para dar solución a los problemas que se le presentan en la vida cotidiana, además, de concebirse con carácter interdisciplinario e integrador.
Desde la propia guía de estudio se debe comenzar el tratamiento al trabajo educativo, que en los adultos está encaminado a formar una concepción científica del mundo, desarrollar sus capacidades intelectuales, fomentar sus sentimientos y gustos estéticos, que los principios se conviertan en convicciones, desarrollar valores y sistematizarlos, lograr hábitos de respeto y cortesía, todo ello tan necesario para que se manifiesten de forma natural y sistemática en su modo de actuar, sólo así podrán alcanzar mejores modos y estilos de vida.
Este trabajo educativo debe realizarse, por supuesto, desde las propias potencialidades que brinda el contenido de la asignatura, de hecho será espontáneo en toda su magnitud; se debe tener en cuenta que este trabajo educativo es tarea del colectivo donde participa todo el personal responsabilizado con el proceso (docentes, no docentes, organizaciones políticas, estudiantiles, de masa, la comunidad y la familia). La guía de estudio debe contribuir, también, a desarrollar en los estudiantes la actividad científica investigativa cuyos resultados serán medidos en la realización de sociedades científicas y encuentros de conocimientos, además de ser valorados en el encuentro de forma sencilla y amena.
Para que la guía de estudio sea funcional, así como el desarrollo del proceso de enseñanza – aprendizaje, el estudiante no debe ver la guía como una necesidad de resolverla solamente, sino que el profesor tiene que ser capaz de haberla confeccionado con el objetivo de despertar sus motivaciones, intereses y expectativas, para ello se impone la aplicación de un diagnóstico integrador que tome en cuenta la esfera afectivo-valorativa, biopsicosocial, lo instructivo y lo educativo.
Margarita Silvestre Oramas, (1996), plantea que "el proceso de enseñanza – aprendizaje al igual que otro tipo de proceso, requiere para su desarrollo partir del conocimiento del estado inicial del objeto, en este caso del estado de preparación del alumno, por lo cual la realización del diagnóstico resulta una exigencia obligada".[5]Por tanto, el diagnóstico objetivo y acertado del estudiante forma parte de una concepción pedagógica en la que él es lo más importante, caracterizado por ser dinámico e inacabado, pues la evaluación de los resultados exige una actualización permanente dirigido al diseño de nuevas acciones coherentes en respuesta al mejoramiento del proceso formativo y educativo.
Generalmente la adquisición de conocimientos, la formación de cualidades y el desarrollo de hábitos y habilidades se estructuran a partir de los antecedentes del estudiante, lo que es de extraordinaria importancia para la estructuración y concepción del encuentro.
Evidentemente, el diagnóstico garantiza lo antes expuesto al considerarse que cualquier proceso para su desarrollo debe partir del estado inicial del objeto, en este caso de lo que conoce el adulto, determinar lo que va aprendiendo mediante la puesta en práctica de métodos y procedimientos, conocer el avance que va teniendo en su aprendizaje, normas de conducta, formación de cualidades, desarrollo de capacidades y valores, entre otros aspectos de la personalidad.
Pilar Rico Montero y Margarita Silvestre Oramas consideran que el diagnóstico de la preparación del alumno, puede abarcar el nivel logrado en la adquisición de los conocimientos, las operaciones del pensamiento como el análisis, la síntesis, la abstracción y la generalización, las habilidades intelectuales como la observación y la comparación, entre otras, y la planificación, control y evaluación de la actividad de aprendizaje.
No obstante, se considera que, además, de lo cognitivo es importante tener en cuenta la esfera afectiva para que el proceso de diagnóstico sea integrador lo que se fundamenta al tener en cuenta que en la personalidad existen dos esferas, una referida a la regulación inductora (lo afectivo-volitivo) que comprende las necesidades, motivos, motivaciones, aspiraciones y vivencias y otra a la regulación ejecutora (lo cognitivo-instrumental) que comprende el contenido, sistema de conocimientos, operaciones lógicas del pensamiento, hábitos y habilidades. Este diagnóstico integrador garantiza que el encuentro se desarrolle con carácter de sistema.
El carácter de sistema del encuentro presupone una íntima relación entre cada uno de los componentes. Carlos Álvarez de Zayas, (1997), plantea que "sistema es una totalidad, una configuración de elementos que se integran recíprocamente a lo largo del tiempo y del espacio, para lograr un propósito común, una meta, un resultado. El sistema como un todo tiene propiedades superiores a cada una de sus partes".[6]
Por tanto, cada componente en el encuentro cumple una función particular que brinda su aporte desde su individualidad al cumplimiento de la meta dada con la máxima aspiración de lograr integrar acciones dirigidas a la instrucción, educación, formación y desarrollo del estudiante, y la vinculación de la educación con la vida, el medio social y el trabajo sobre la base de las relaciones interdisciplinarias.
En cada encuentro culmina el proceso de enseñanza – aprendizaje iniciado en el encuentro anterior, por lo que cada período ínter encuentro es importante no sólo para el que termina, sino también para el que comienza, porque el estudiante debe prepararse para estudiar los contenidos ya explicados por el profesor y, además, debe crear las condiciones que le permitan apropiarse de los contenidos que recibirá en el próximo encuentro.
El trabajo de control parcial se planifica en un momento determinado donde se realiza un corte parcial, y puede decidirlo el profesor sobre la base de diferentes criterios como las características individuales y grupales de los estudiantes, nivel de vencimiento de los objetivos a evaluar en este período, resultados del seguimiento al diagnóstico, entre otros. La prueba final se planifica al terminar el programa de la asignatura, y debe medir objetivos puntuales.
Por otra parte resulta de extraordinaria importancia el tratamiento adecuado a la consulta como una de las formas de organización de las actividades docentes en el curso por encuentro. La consulta y el encuentro tienden a parecerse por su contenido y forma de la actividad del profesor y el estudiante, no obstante, según su papel, lugar en el proceso de enseñanza-aprendizaje y objetivos didácticos difiere de él.
Los objetivos didácticos de las consultas en este tipo de curso son evacuar las dudas, rectificar el contenido del cual se ha apropiado el estudiante, desarrollar habilidades, generalizar los conocimientos antes de ser evaluados, fomentar nuevos modos de actuación y valores, así como atender sus diferencias individuales.
Se sugiere realizar consultas frontales, las que se llevan a cabo con todo el grupo y su objetivo es la explicación de los contenidos más difíciles que no fueron comprendidos durante el desarrollo del encuentro; las consultas grupales que se llevan a cabo con un determinado número de alumnos donde el profesor trabajará de manera más diferenciada y específica; y las consultas individuales que son organizadas para los alumnos de alto, medio y bajo aprovechamiento.
Los encuentros de conocimientos no dejan de tener importancia durante el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, pues tiene como objetivo estimular el estudio de los estudiantes por medio de su participación de forma competitiva entre equipos organizados al efecto. Al finalizar la actividad se realiza un análisis consecuente con el objetivo de evaluar dicha actividad, así como la participación de los alumnos y poder así estimular el esfuerzo realizado y el nivel de conocimiento alcanzado.
Teniendo en cuenta las características biopsicosociales de los estudiantes el profesor determina la estructura del encuentro sobre la base de:
* El contenido que debe apropiarse el estudiante.
* El desarrollo del auto didactismo como objetivo principal del curso por encuentro.
* Los nodos interdisciplinarios.
* Las habilidades que ha de desarrollar.
* Los métodos y procedimientos a utilizar.
* El trabajo educativo a realizar.
* Los valores a sistematizar.
* Garantizar un aprendizaje desarrollador.
* Potenciar el rol protagónico del estudiante.
* Desarrollar la actividad científica estudiantil.
* Elevar la Cultura General Integral de los estudiantes, por su máxima importancia para el desarrollo social.
Durante el encuentro el profesor puede y debe educar a sus estudiante sobre la base de las potencialidades que brinda la asignatura que imparte, pues la educación es un proceso organizado y dirigido, que transcurre de forma sistemática y conduce al desarrollo y formación del estudiante donde la actividad como proceso, que responde a sus necesidades, permite relacionarse con los objetos del mundo material, y por otra parte la comunicación donde cada componente del encuentro permite la relación entre los sujetos, surgiendo así el contacto psicológico que se manifiesta en el intercambio continuo de información, vivencias afectivas e influencias y por tanto permite la interacción del sujeto con la realidad cuyo resultado es el propio desarrollo.
La educación en su doble función de formativa y desarrolladora es considerada como un proceso continuo, al estar ligado a las regularidades del proceso de enseñanza-aprendizaje y por otra parte responder a las regularidades internas de dicho proceso.
Al tener en cuenta la estructura y concepción del encuentro que se pone a consideración es posible una adecuada preparación del estudiante para su posterior participación en una u otra esfera de la actividad, y como toda instrucción se caracteriza por la apropiación del conocimiento, hábitos y habilidades, además, del nivel de desarrollo del intelecto y capacidades creadoras, lo que permite al adulto saber, saber hacer, saber ser y saber convivir.
Por su parte la enseñanza constituye el proceso de organización de la actividad cognoscitiva, el cual se manifiesta de forma bilateral la que incluye la apropiación del contenido, (aprender), y la dirección de este proceso por el profesor, (enseñar), y ello es lo que propicia el desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades que contribuyen a la educación de los estudiantes. No obstante, hay que tener en cuenta que en la actividad de aprendizaje en la Educación de Adultos el profesor puede entrar en contradicción en cuanto a la atención a la variedad de conocimientos con niveles de partida diferentes que tienen los estudiante, que al ser tan heterogéneos exige la realización de un correcto diagnóstico inicial para lograr que el material que se les brinda resulte interesante y no se sientan como que están perdiendo el tiempo y lleguen a comprender la información que se les está brindando.
El tratamiento metodológico que se ofrece permite al profesor poner a consideración de los estudiante métodos y procedimientos que pueden constituir un estilo de trabajo y contribuyan a desarrollar habilidades para enfrentarse al estudio independiente, con ello dejará de primar la participación directa del profesor y el estudiante encontrará su plenitud desde el punto de vista educativo, instructivo y desarrollador al tener en cuenta que los tres se desarrollan a la vez y se relacionan dialécticamente en un solo proceso integrador y totalizador que es el proceso formativo.
Las tres funciones del proceso formativo se relacionan dialécticamente como se acaba de plantear, no obstante, se diferencian ante todo en su intención, en lo que persiguen: el educativo, la formación del hombre para la vida; el instructivo, la formación del hombre como trabajador, para vivir; el desarrollador, la formación de sus potencialidades funcionales o facultades, estas diferencias generan entre ellos contradicciones de naturaleza dialéctica, que promueven su movimiento.
De todo este análisis se infiere tener en cuenta puntos de vista que actúan como guía de las metas que el profesor y el estudiante deben lograr a través de su actividad, para la transformación y creación de lo nuevo, donde el hombre en sentido general no sólo se transforma sino se auto transforma, y de allí su función axiológica. Al revisar la literatura se puede encontrar una amplia gama de conceptos acerca de "principios", entre ellos punto de vista acerca de las cosas, y es el que asume el autor.
Fátima Addine Fernández y colaboradores consideran que los principios actúan como normas de la conducta heurística que conducen a totalidades superiores y más complejas tanto en la expresión teórica como práctica, ya que esta última rige la conducta de los hombres en su actividad creadora y transformadora.
Por tanto los principios constituyen una guía de las metas que deben lograrse a lo largo de la actividad del hombre con el objetivo de transformar y crear algo nuevo. Los criterios metodológicos que el autor tuvo en cuenta para determinar los principios que sustentan el tratamiento al encuentro como forma de organización básica en el curso por encuentro en la Educación de Adultos son:
*Constituyen elementos para el desarrollo exitoso del encuentro.
*Los principios con sus acciones constituyen un procedimiento que posibilita al profesor la aplicación creadora de la alternativa propuesta con carácter transformadora sobre la base de las características concretas de la Educación de Adultos, y a la vez dar solución a los problemas reales que se pueden presentar.
*Determinan los fundamentos teóricos de todas las acciones que el profesor pondrá en la práctica durante el desarrollo del encuentro en particular y el proceso de enseñanza-aprendizaje en general.
*Considerar los principios como reguladores del funcionamiento óptimo de cada uno de los componentes que estructuran el encuentro como forma de organización básica en el curso por encuentro en la Educación de Adultos.
*Considerar al diagnóstico como instrumento pedagógico esencial para la determinación de las regularidades biopsicosociales reales de los estudiantes, que permitan al profesor conducir un proceso conscientemente organizado y dirigido.
Estos principios se definen como los principales postulados para la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje, en general, y en particular, al encuentro, de los cuales devienen procedimientos y acciones que fundamentan la educación de la personalidad del adulto al tener en cuenta que su aprendizaje debe estar estrechamente relacionado con las motivaciones de naturaleza económica y social y con respuesta de continuar sus estudios.
Dichos principios de carácter general conducen a establecer normas concretas que le permiten al profesor aplicarlas de una forma más particular en el contexto donde se desarrolla, sobre todo si se tiene en cuenta que el adulto proviene de diferentes instituciones, con hábitos y habilidades muy disímiles, y por supuesto todo ello conlleva a un nivel del conocimiento muy diverso.
El autor asume diferentes criterios que posibilitan establecer los principios de forma consecuente y permitan una dirección efectiva del encuentro como forma de organización básica en el curso por encuentro de la Educación de Adultos, estos son:
*Necesidad de corresponderse con una acertada concepción de la enseñanza y el aprendizaje atendiendo a la diversidad.
*Necesidad de corresponderse con una concepción teórico-metodológica y las posibilidades y realidades durante el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje a tono con las transformaciones que se llevan a cabo en el Sistema Nacional de Educación.
*Necesidad de corresponderse con una consecuente preparación del alumno que les permita dar solución a sus problemas familiares, laborales y sociales.
Se asumen dos principios de extraordinaria importancia según Fátima Addine Fernández, Ana María González Soca y Silvia C. Recarey Fernández en Compendio de Pedagogía 2002, ellos son: el principio de la unidad de lo instructivo, lo educativo y lo desarrollador en el proceso de educación de la personalidad y el principio de la vinculación de la educación con la vida, el medio social y el trabajo.
El autor, además, tiene en cuenta el tratamiento de las relaciones interdisciplinarias el que tiene concreción, actualmente, en la elaboración de planes y programas de estudio.[7]
El primer principio se fundamenta al tener en cuenta la unidad dialéctica entre instrucción y educación donde ambas conducen al desarrollo de la personalidad, ha de tenerse siempre presente que en su esencia instruir expresa el resultado de lo asimilado así como los hábitos, habilidades y capacidades que han de desarrollarse como consecuencia del proceso de enseñanza-aprendizaje, sin embargo, educar es la organización objetiva de este proceso por parte del profesor y todo personal responsabilizado con dicho proceso, encaminado a la formación y desarrollo de cualidades de la personalidad del alumno como modos de conducta, rasgos morales, convicciones, actitudes, entre otras.
Puede predominar en un momento determinado una u otra categoría, pero evidentemente no podrá haber formación y desarrollo de las cualidades de la personalidad si no hay conocimientos, los cuales se adquieren mediante la enseñanza que es fundamentalmente instructiva. Estos conocimientos no pueden existir por sí solos, ha de haber un desarrollo en la esfera motivacional afectiva donde intervienen las funciones movilizadoras, direccional y sostenedora de esa personalidad.
María Febles Elejaldes, (2007), plantea "Al arribar a la adultez la esfera de las motivaciones, sentimientos y emociones se espera que haya alcanzado alguna estabilidad".[8]
Acertadamente, en su comentario refiere que el desarrollo y logro de esta estabilidad afectiva está en dependencia de cómo haya sido capaz de resolver las adversidades que se le han presentado durante la vida, la medida en que ha superado las crisis propias de esta edad. Sin dudas la vida psíquica se construye progresiva y paulatinamente con la permanente superación de obstáculos y dificultades de diferente magnitud en la propia actividad diaria, es precisamente la unidad afectivo-cognitiva que posee la que lo regula y orienta en relación con los eventos antes mencionados considerados vitales, es esta unidad la que crea y desarrolla los recursos psicológicos necesarios para continuar este devenir. Por tanto, el autor considera de importancia esta estabilidad en el adulto para la correcta asimilación del nuevo conocimiento que ha de adquirir en correspondencia con sus necesidades e intereses, es como un nuevo reto ante la vida, de conocer lo que no conoce aún, para aplicarlo y encontrar una utilidad en la esfera familiar, laboral y social en sentido general.
De hecho para dar cumplimiento de forma satisfactoria a este principio la enseñanza ha de ser desarrolladora, al tener en cuenta la Zona de Desarrollo Próximo del adulto, ha de emplearse en el proceso de aprendizaje formas de enseñanza activa que promueva la reflexión, el razonamiento y la búsqueda de soluciones a sus problemas cotidianos.
Para que el profesor logre enseñar y el estudiante aprender en correspondencia a lo que plantea este principio, el primero ha de partir de una caracterización psicopedagógica que tome en cuenta las características individuales de los estudiantes, sus deficiencias, potencialidades, nivel de desarrollo y motivaciones para promover su desarrollo, que en todos no será igual si se tiene en cuenta las posibilidades que poseen para enfrentar este proceso.
Es por ello que solo no se puede instruir, sino hay que educar, pues no se llegaría a la esencia del proceso, se estaría negando la posibilidad de neotransformaciones en el sujeto, en su personalidad, lo que no conduce a su formación y desarrollo, es decir, que se hace necesario desarrollar tanto su regulación inductora (intereses, necesidades, motivos, sentimientos, convicciones) como la ejecutora (capacidades, habilidades, conocimientos, pensamiento).
Las acciones para la aplicación de este principio son:
* Aplicación de un diagnóstico inicial para conocer las características individuales y grupales de los estudiantes.
* A partir de los resultados del diagnóstico realizar la caracterización psicopedagógica sobre la base de dimensiones e indicadores seleccionados.
* Estructurar el encuentro teniendo en cuenta las necesidades, intereses, motivos y motivaciones de los estudiantes.
* Analizar los objetivos que se han de lograr teniendo en cuenta las expectativas de los estudiantes, de forma que sean complacidos en el conocimiento que buscan y necesitan según sus realidades en el contexto donde se desarrollan.
* Tener presente, en el currículo, el estudio de temas que resulten de interés para los estudiantes, y que de hecho son sus propias propuestas, de manera que propicie encontrar nuevas relaciones, y que conduzcan a reflexiones y arribar a sus propias conclusiones.
* Favorecer a la búsqueda, localización y procesamiento de nuevos conocimientos donde encuentren la utilidad práctica en la esfera laboral, familiar y social.
* Fomentar el estudio independiente de manera creativa con la sistematización de diferentes técnicas de estudio como diagramas, esquemas, apuntes, cuadros sinópticos, mapas conceptuales, entre otras, de manera que contribuyan a la adquisición y desarrollo de nuevas habilidades en los estudiantes.
El profesor debe enseñar las formas de comportamiento correctas en el contexto laboral, familiar y social y ser reiterativo en la forma de conducirse el estudiante, pues esto da lugar a la formación de nuevas cualidades de la personalidad en el adulto.
En la estructura y concepción del encuentro el profesor ha de tener en cuenta que el trabajo educativo con los estudiantes adultos está encaminado a formar una concepción científica del mundo, desarrollar sus capacidades intelectuales y fomentar los sentimientos y gustos estéticos, y desde el punto de vista político-ideológico es necesario que conduzca su acción a favor de una nueva sociedad inmersa en renovadas transformaciones con el fin de que estos principios se conviertan en convicciones que se manifiesten de forma natural y sistemática en el modo de actuar cotidiano del alumno adulto.
El segundo principio está basado en dos aspectos que se consideran esenciales según la concepción que se asume respecto a la educación: la vinculación con la vida y el trabajo como actividad que forma al hombre.
Sin dudas, mediante el trabajo relacionado al estudio, llega a formarse en los estudiantes una acertada concepción acerca de la naturaleza y la sociedad, adquiriendo y desarrollando hábitos laborales de la clase obrera que orientan y conducen la vida del adulto a responder como obrero en sus deberes y obligaciones.
Este principio se fundamenta en la necesidad que tiene la educación de depender de tan importantes relaciones como son las económicas, políticas y sociales de la sociedad, de proporcionar un sistema de conocimientos a través de las diferentes asignaturas que tenga en cuenta su aplicación a los procesos tecnológicos en las principales ramas económicas del país con el desarrollo de hábitos y habilidades laborales, quedando manifiesta la vinculación del estudio con el trabajo como idea rectora del Sistema Nacional de Educación.
El profesor es, en definitiva, el máximo responsable de lograr que la educación desarrolle estos hábitos y habilidades laborales sobre la base de la utilización de los conocimientos que se imparten en las diferentes materias del plan de estudio, para que de esta manera el estudiante pueda solucionar las tareas científico-técnicas y de producción y forme una actitud creadora e independiente en el trabajo.
Es tarea permanente del profesor concebir dentro de la estructura y concepción de su clase una elevada preparación del contenido de la materia que ha de impartir, así como el dominio de la vida de sus estudiantes. No puede limitarse a los objetivos concretos que tiene que cumplir o vencer cada día, necesita tener bien claro que uno de los objetivos finales de la educación es preparar a sus estudiantes para el trabajo y para la vida social, por lo que en consecuencia organizará su actividad docente para ir logrando paso a paso, su formación en este sentido. Es necesario destacar, que cuando se hace referencia al trabajo, no queda excluido el correspondiente a la ama de casa.
Fátima Addine Fernández y colaboradores en Compendio de Pedagogía, (2002), acertadamente señala que "la unidad que debe existir entre lo temático-técnico (objetivo, contenido, método, medio, evaluación) y lo dinámico (relaciones profesor-estudiante, estudiante-estudiante, las relaciones que se dan en el proceso), no serán adecuadas si no se vinculan la educación con la vida, con el trabajo y con el medio social".[9]
La máxima responsabilidad de tales aspiraciones le corresponde a la escuela, que ha de formar hombres capaces que con su labor pueda garantizar el desarrollo de la sociedad socialista a la que se aspira con una elevada cultura general integral constituida por los factores de la cultura de máxima proyección educativa, la que está integrada por un sistema de culturas: cultura comunicacional, cultura artístico-literaria, cultura política, cultura histórica, cultura económica, cultura filosófica, cultura científica, cultura organizacional y cultura axiológica, esta última referida al desarrollo de conocimientos, habilidades y motivaciones para la comprensión e interacción con diferentes valores, entre ellos los valores laborales.
La escuela en su encargo social para dar cumplimiento a este principio debe tener presente la importancia del fehaciente ejemplo del personal pedagógico responsabilizado con el proceso de enseñanza-aprendizaje, de modo que contribuya al desarrollo de la moral socialista y el rescate de la filosofía del " ser " y no del mal flagelo de la filosofía del " tener ".
María Febles Elejaldes, (2007), plantea que "el trabajo se erige en la subjetividad del adulto como la principal actividad proveedora de nuevas vivencias, contactos, acciones y comunicaciones, por tanto promotora de desarrollo".[10]
Este desarrollo, como es natural, no es el mismo desarrollo de las etapas anteriores del adulto, sino que implica nuevos niveles de autoconciencia donde los espacios laborales son potenciadores para satisfacer las necesidades en orden jerárquico relacionadas con nuevos proyectos y aspiraciones futuras en la vida laboral, familiar y social.
Este principio se relaciona con el anterior, pues sin el cumplimiento del primero no se podrá lograr una formación laboral que responda a las exigencias actuales que demanda la sociedad socialista.
Las acciones para la aplicación de este principio son:
*Planificar en el encuentro actividades alternativas dirigidas a la interacción del trabajo científico-metodológico con lo laboral y con el quehacer de las amas de casa.
*Identificar en la localidad, donde está enclavada la escuela, los centros laborales con el fin de que sean visitados con objetivos específicos.
*Intercambiar con los estudiantes los resultados de su labor y vida diaria, valorándolos de positivo o negativo en correspondencia con los conocimientos impartidos por el profesor.
*Valorar los resultados de sus actividades familiares, laborales y sociales y su influencia en la formación y desarrollo de nuevas cualidades en su personalidad.
*Brindar a los estudiantes a través del conocimiento que recibe vías de solución a metas aplazadas por otras responsabilidades o situaciones concretas en etapas de su vida pasada.
*Preparar a los estudiantes para que comprendan las problemáticas que se dan en el mundo de hoy, tanto en la esfera económica, política, familiar como social a través de actividades docentes, extradocentes y extraescolares.
*Seleccionar contenidos que puedan ser aplicados a la solución de nuevas situaciones de su vida cotidiana.
*Lograr que el proceso de enseñanza-aprendizaje esté plenamente vinculado a todo lo que rodea al estudiante, la familia, lo económico, lo laboral, lo social, lo productivo y la propia naturaleza.
*Potenciar a través del contenido que recibe, el estudiante, su autoestima, de forma que favorezca a su estabilidad laboral y lograr escalar nuevas posiciones.
*Potenciar la actividad científico-estudiantil en estrecha relación con lo instructivo, lo educativo, lo laboral, lo social, lo familiar y la comunidad en general, para que el adulto sea más productivo y creativo con la meta de continuar desarrollando su personalidad.
*Incorporar tecnologías propias al proceso de enseñanza-aprendizaje según el contexto en que se desarrolla dicho proceso.
El tratamiento de las relaciones interdisciplinarias es de extraordinaria importancia por su significado científico y práctico, el que adquiere relevancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje al tener en cuenta la interrelación que se establece entre los fenómenos naturales, sociales y humanos.
Se fundamenta en que el tratamiento de las relaciones interdisciplinarias garantiza que los conocimientos de las diferentes materias están integrados en sistemas coordinados para que forme en el estudiante un sistema generalizado de conocimientos imbricados en su concepción científica del mundo.
Las relaciones interdisciplinarias son un reflejo de las relaciones que existen entre las diferentes ciencias, y estas a su vez reflejan diferentes aspectos del mundo, o sea posibilita analizar los hechos y fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Estas relaciones se ponen de manifiesto en las diferentes disciplinas mediante las interrelaciones que se establecen entre los sistemas de conocimientos, mediante el aparato instrumental de una disciplina en otra y mediante la contribución de todas las disciplinas a la formación de la concepción científica del mundo.
La formación y desarrollo de hábitos y habilidades durante la práctica escolar sólo es posible de manera unilateral. Ejemplo de ello, lo constituye la habilidad de elaborar resúmenes que comienza a trabajarse desde los primeros años de la edad escolar por la asignatura español, la que ofrece los instrumentos necesarios para la formación de dicha habilidad.
Esta actividad sólo puede convertirse en una habilidad si en las diferentes asignaturas que recibe se realiza este procedimiento de forma sistemática, aquí radica la interrelación, en este caso, de las distintas materias en el desarrollo de hábitos y habilidades.
Estos elementos son esenciales y deben ser retomados por el profesor, pues es una base sólida al orientar en su encuentro las diferentes técnicas de estudio como métodos o procedimientos que los estudiantes han de sistematizar durante el estudio independiente para que llegue a constituir en ellos un estilo de trabajo eficaz formando y desarrollando nuevos hábitos y habilidades.
Anteriormente se abordó lo referente a la Zona de Desarrollo Próximo del adulto, por lo que acertadamente se puede plantear, entonces, que si el adulto no encuentra sus propias motivaciones en sí, puede entonces encontrarlas con la ayuda de otros. De esta manera el adulto alcanza un nuevo nivel de autoconciencia al que contribuyen las diferentes disciplinas y la interrelación entre ellas, que conjuntamente a su actividad laboral y la comunicación en esta dirección permite la asimilación de nuevos conocimientos, hábitos, habilidades y desarrollo de nuevas formaciones de la personalidad.
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