- El nacimiento de Nodo50
- La conexión de Nodo50 a Internet
- El asunto de la conectividad
- La conectividad gratuita
- Por cada mil palabras enviadas desde el norte…
- La constitución de IPANEX
- La federación en la APC
- Un servidor sobre Windows-NT
- La crítica al software propietario
- El proyecto EPITELIO y GNU/Linux
- El proyecto político Nodo50
- La estructura social y los modelos comunicacionales
- Lo específico del ciberespacio
- Las consecuencias de un modelo
- Para terminar
- Notas
Estas líneas pretenden ser una crítica de Nodo50. A más de un año desde que unas pocas personas de Madrid, todas ellas miembros de Nodo50 y vinculadas a los centros sociales okupados, nos juntáramos con gente de Barcelona para discutir la posibilidad de conectar a Internet un servidor bajo el nombre sindominio.net [1] en cooperación con Nodo50 [2], las relaciones entre ambos proyectos han derivado hacia una hostilidad manifiesta que ha supuesto de hecho la ruptura de la asamblea de Nodo50 y el abandono forzoso de Nodo50 por parte de la gente de SinDominio.
Después de año y medio participando en Nodo50 y tras seis meses de trabajo asalariado en tareas técnicas, que he debido abandonar a causa de las tensiones entre ambos proyectos y de la falta de confianza de Nodo50 hacia mí, debo afrontar ahora la posibilidad de que Nodo50, en represalia y utilizando el trabajo remunerado como una prebenda, vete mis posibilidades de trabajo en sus áreas de influencia, tales como la CONGDE (Coordinadora de ONGs para el Desarrollo).
Mi propia situación, junto al sufrimiento con que otros compañeros están viviendo esta ruptura, me plantea la tesitura de: o bien olvidar lo ocurrido, borrón y cuenta nueva, cada quien por su camino y aquí no pasa nada, o bien dar una dimensión pública y crítica a los desacuerdos entre Nodo50 y SinDominio.
Este dilema no es una tontería pues, una vez abandonadas las viejas formas de hacer política, creo firmemente que de nada sirven las cosas (ni los textos) que se hacen en contra de algo y que sólo cuenta lo que se hace a favor.
Entonces ¿por qué debería yo explicar a gente que está satisfecha con Nodo50 mis problemas? ¿por qué debería hablar a sabiendas de que lo que diga puede producir enemistad, desconfianza o desafecto? ¿para qué crear problemas?
Sin embargo, la manera como Nodo50 ha expulsado SinDominio, al igual que un organismo expulsa un cuerpo extraño, utilizando prácticas de aparato a la vieja usanza que anulan la posibilidad de construir autonomonía (pues ya sabemos lo que ocurre cuando un aparato actúa como tal), abre una reflexión muy rica en determinaciones, no sólo porque ambos proyectos están atravesados por cuestiones tan interesantes como la tecnología, el trabajo, la militancia, la autoempresarialidad, el mercado, la autonomía, la visibilidad, la identidad o la virtualidad, sino porque se plantea también la actualidad de la crítica (la crítica de Nodo50, en este caso), la manera de construir y también de quebrar nuestros proyectos, las prisiones en las que todas las formas de esperanza nos encierran y, en definitiva, las formas de hacer autonomía en sociedades mediadas por la tecnología.
Al criticar un proyecto en el que he participado y, por lo tanto, confiado, no pretendo construirme como víctima explicando una historia de malos contra buenos (plantilla de casi todas nuestras historias), sino narrar cómo una maraña de sucesivas decisiones, muchas de ellas consideradas en su momento como poco relevantes, van constriñendo las posibilidades de un proyecto que en sus inicios estaba por determinar.
Así pues, estas líneas pretenden ser una crítica de Nodo50, pero una crítica a favor: a favor de las ganas de crear, del placer de hacerlo junto con otra gente en el ciberespacio y en conexión con las máquinas y, sobre todo, de hacerlo sin esperar nada.
El origen de Nodo50 se remonta a 1993, cuando la campaña "50 Años Bastan" organizada contra las instituciones de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) decidió dotarse de una infraestructura telemática como parte del desarrollo de las comunicaciones de la campaña.
En esa época, el desarrollo de la telemática antagonista en España se reducía a unas pocas BBSs mantenidas personalmente por sus SysOps y conectadas a otras mediante el sistema FidoNet. FidoNet proporcionaba un sistema de intercambio de mensajes de correo electrónico y de noticias posible gracias a conexiones no permanentes entre sus nodos.
Siendo la ONG SODePAZ quien asumió el área de comunicaciones de la campaña, y a falta de otra gente que quisiera trabajar en ello, se apoyó en la experiencia de una de esas BBSs alojada en Madrid (Revolware) para, junto con su SysOp, implementar una BBS con tecnología UUCP sobre el sistema DeskView conectada en modo no permanente a la red GreenNet. Esta BBS recibió el nombre de Nodo50.
Para 1993 el desarrollo de las BBSs en España estaba en manos de gente aficionada a la telemática, pero muy desvinculada de colectivos de acción política, incluso de aquellos colectivos que trabajaban en temas de contrainformación. La propia BBS Revolware, a la que Nodo50 debe el lema telemática antagonista y que ahora combina con telemática solidaria y/o telemática alternativa, había sido ofrecida por su SysOp a la Agencia UPA (colectivo de Madrid dedicado a la contrainformación) para que ésta asumiera su gestión, ofrecimiento que fue rechazado. Así pues, hay que reconocer a la campaña "50 Años Bastan" el mérito de haber inaugurado la primera infraestructura telecomunicativa de gestión colectiva y abiertamente política en España, al tiempo que hay que notar también los límites de este proyecto pues, una vez finalizada la campaña, los principales grupos organizadores con capacidad para mantener Nodo50 renunciaron a ello, siendo entonces cuando SODePAZ asumió su continuidad, y forzosamente también una especie de tutela.
No es el momento de valorar los pros y contras de la campaña como forma de intervención, pero no cabe duda de que Nodo50 quedó empapado, como no podía ser de otra manera, por esa forma de intervención. Debemos a la campaña la obtención de recursos económicos (con un superávit de varios millones de pesetas), que permitieron liberar gente para trabajar en la misma campaña e, indirectamente, fortalecer los grupos que la organizaban; también le debemos la financiación de recursos, la resonancia a nivel mundial y la vinculación de Nodo50 al punto de vista sobre las relaciones Norte-Sur defendido por la campaña.
Pero la ambivalencia de una campaña de este tipo en lo que a los procesos de autoorganización se refiere dejó a Nodo50 en la ambigua situación de ser un recurso utilizado colectivamente en especial por ONGs, que sí apostaron abiertamente por la comunicación telemática, pero bajo una gestión tutelada que lo despotenciaba como proyecto autónomo.
La conexión de Nodo50 a Internet
A mediados de los noventa, el acceso permanente a Internet estaba prácticamente limitado a las instituciones académicas.
Para la minoría de gente que utilizábamos la telemática, lo habitual era conectar con más o menos frecuencia con alguna BBS para intercambiar correo, leer noticias o descargar ficheros. La conexión requería disponer de un módem y marcar el número de teléfono de la BBS de destino. Todavía recuerdo cómo para conectar con la ECN italiana, red de BBSs dedicadas a la telemática antagonista, establecía conexión con alguno de sus nodos mediante una llamada telefónica ¡internacional!, sin que por aquel entonces pudiera imaginar otra manera de hacerlo. En el entorno de las BBSs el problema de la conectividad no existía como tal, pero la cosa cambió con el advenimiento de Internet.
La conexión de Nodo50 con Internet tuvo lugar durante el verano de 1996, poco después de la implantación de Infovía por parte de Telefónica. Para esa época, el propio desarrollo del capital empezó a asumir las telecomunicaciones como un mercado que en su segmento central quedaría controlado por el monopolio Telefónica, mientras que se abriría un espacio en sus segmentos marginales para el boom de pequeñas empresas, que venderían conexiones a Internet. Telefónica desarrolló la tecnología Infovía para resolver dos problemas que limitaban el crecimiento del mercado: por una parte permitiría la conexión a Internet mediante llamada telefónica local a través de un número único (el memorable 055); por otra parte permitiría a las empresas vendedoras de conexión (llamadas "proveedores de acceso") la posibilidad de múltiples conexiones a través de un solo hilo. Infovía se imponía como una tecnología intermediaria entre el cliente que compraba conexión a Internet y la empresa que se la vendía: en términos más técnicos, una pasarela. Así pues, Telefónica controlaba los dos extremos del negocio, pero facilitaba enormemente el desarrollo y la gestión de un servidor de conexión y con ello posibilitaba el boom de los proveedores de acceso a Internet (figura casi desconocida en el resto del mundo), que a partir de entonces asumirían el desarrollo del mercado minorista de las telecomunicaciones y todo lo que ello conlleva, especialmente las tareas de extender el mercado hasta masificarlo y, sobre todo, de asistir a una clientela poco adiestrada en las prácticas telemáticas.
Cuando, en el verano de 1996, Nodo50 dejó de ser una BBS para ser un servidor en Internet, debió plantearse el problema de si, además de los servicios propios de Internet (correo electrónico, web, etc.) debía también constituirse en proveedor de acceso.
En la manera como percibimos Internet en el Estado español parece obvio que ofrecer servicios y proveer de acceso son una misma cosa. Sin embargo, ya para entonces había otras experiencias que, en el ámbito de la telemática antagonista, habían optado por separar ambas ofertas. Tal es el caso de la ECN italiana[3], cuyos nodos dejaron de ser BBSs para convertirse en proveedores de servicios (correo electrónico, web, etc.) que no proveen de acceso a Internet, acceso que quienes frecuentan la ECN deben conseguir por otros medios (la empresa, la universidad, los servidores comerciales…).
Es sabido que Nodo50-SODePAZ conocía de primera mano la experiencia de la ECN italiana, a pesar de lo cual optó por ofrecer la conexión como uno de sus productos y quizás como el mejor de ellos pues el sistema bajo el que se ha desarrollado Internet nos ha acostumbrado a pagar la conexión mientras que los servicios propios de la red (correo electrónico, web, etc.) los consideramos gratuitos.
A partir del momento en que Nodo50, en lo referente a conectividad, empezó a ofertar lo que otras empresas estaban comercializando, entrando de esa manera en un mercado en el que de algún modo debía competir, se produjo la insólita situación de que un proyecto militante ofrecía exactamente lo mismo que otras empresas estaban vendiendo y que, por tanto, se podía adquirir en el mercado mediante una relación estrictamente mercantil (repito: en lo referente a la conectividad).
El motivo por el cual Nodo50 valoró la necesidad de ofrecerse como proveedor de acceso para sus usuarios/as se presta a interpretaciones. Es posible que Nodo50-SODePAZ estuviera influido por el punto de vista sobre los desequilibrios entre Norte-Sur desarrollado por la campaña "50 Años Bastan", así como por muchas otras ONGs usuarias de Nodo50. Desde ese punto de vista, las estrategias de las multinacionales que controlan el mercado de la telefonía chocan con las necesidades del Sur y con las economías más pobres de los países no industrializados. El simple acceso a una línea telefónica está negado para la gran mayoría de la población, y por parte de las ONGs para el Desarrollo se considera de gran valor estratégico que los desequilibrios entre Norte y Sur disminuyan lo más posible en lo que respecta a conectividad y telecomunicaciones.
Es cierto que sin conexión no hay Internet, y que la accesibilidad y el precio de la conexión están controlados por las multinacionales telefónicas en situaciones en las que, por ejemplo, una llamada telefónica por parte de un campesino puede suponer su capacidad para negociar la venta de su cosecha con unos precios u otros (pensemos, otro ejemplo, lo que puede suponer la conectividad a Internet en los campamentos saharauis). Pero mientras en el Sur se imponen políticas que restringen el acceso masivo a la información y a la comunicación y, por extensión, a Internet, en el Norte es el propio desarrollo del capital el que está interesado en que todo el mundo tenga conectividad: la conectividad universal.
Parece que, mientras la ECN asumió un punto de vista de país industrializado, dejando que el propio mercado asumiera el marrón de la conexión, Nodo50-SODePAZ asumió un punto de vista más cercano al Sur, volcando todos sus esfuerzos, especialmente hasta otoño de 1998, en la conectividad.
En el momento de redactar estas líneas (verano de 1999), una vez liberalizado el mercado de las comunicaciones, las operadoras telefónicas han establecido una batalla por el mercado de las llamadas locales consistente en ofrecer conectividad gratuita a Internet (a cambio, claro está, de obtener buenos beneficios por la facturación de las llamadas). Ante la paradójica situación de que el propio mercado ofrezca gratis lo que desde hace años un proyecto militante ha intentado potenciar: la conectividad para todo el mundo, la reacción de Nodo50 se mueve entre la perplejidad ante el hecho de que sea el propio mercado el que haga realidad nuestros proyectos, y el patetismo al constatar que aquello en lo que ha volcado tanto esfuerzo queda desvalorizado precisamente al hacerse universal.
Quizás por eso, lejos de celebrar la conectividad universal como un derecho de ciudadanía, asume el punto de vista del pequeño comerciante que ve tambalearse su cuota de mercado, cosa que resulta inexplicable si tenemos en cuenta que Nodo50 es un proyecto militante y que, por ser otra cosa, está a salvo de los procesos dumping que desencadenan estas ofertas de gratuidad. ¿Quién, si no son los servidores como Nodo50, pueden invitar a sus usuarios/as a utilizar masivamente las conexiones gratuitas y llevar hasta el final esta maniobra del mercado exigiendo que la publicidad se haga efectiva y que todo el mundo dispongamos de conexiones gratuitas y de calidad ¡ya!?
Por el contrario, lo que ha hecho Nodo50 ha sido alertar a sus usuarios/as de los posibles engaños que se esconden tras estas ofertas[4]: concentración del mercado en reducidos y poderosos núcleos del poder económico (como si esa concentración dependiera de que paguemos o no la conexión) y falta de calidad en esas conexiones (insinuando que quien pague podrá contratar una conexión de calidad y quien no pague no).
Pero quizás lo más significativo sea el llamamiento a "dar una batalla en la concentración a través de poderosos y sugerentes portales que aglutinen recursos políticos alternativos", poniendo así en circulación un discurso sobre la unidad basado en el miedo y absolutamente contrario a lo que más nos gusta de Internet: que es un espacio para la distribución descentralizada, la copia y la proliferación, y no para la centralización ni la aglutinación de poderosos recursos, por más alternativos que éstos sean.
Por cada mil palabras enviadas desde el norte…
La gestación de Nodo50 (1993/94) coincidió con el desarrollo de otros proyectos similares, todos ellos con el mismo referente: la cooperación Norte-Sur. IEPALA en Madrid (comprometida con la Red del Tercer Mundo) Pangea en Barcelona (respaldada por la federación de entidades Comunicació per la Cooperació), Altercom en Bilbao, Eusnet en Iruña… iniciativas todas ellas bajo las que latía la conocida consigna "Por cada mil palabras enviadas desde el Norte, el Sur sólo devuelve diez". Considerando que la comunicación es poder y que las posibilidades de comunicar están desigualmente distribuidas, la propuesta de estos proyectos era militar en pro de la conectividad fácil y barata para garantizar la diversidad y la libertad de expresión, especialmente allí donde los gobiernos, a través del gran capital, imponen políticas represivas contra el uso libre de la información.
Debemos reconocer a las militancias (o burocracias) de las ONGs el valor de haber apostado desde el primer momento por un uso intensivo, agrupado y eficaz de las nuevas tecnologías comunicativas, en tiempos en los que los colectivos dedicados a la acción política, incluso los que priorizaban la contrainformación, carecían de iniciativas orientadas a construir una infraestructura de comunicaciones autónoma.
Para comprender este fenómeno, por otra parte inexplicable, quizás deberíamos rememorar el paisaje político y social que una transición política desde la dictadura hasta la democracia (reforma sin ruptura) y diez años de gobierno socialista y de entrega masiva de la militancia a los brazos de la política institucional habían dibujado.
Para 1992 (año en el que el número de voluntarios olímpicos en Barcelona superó con creces el número de militantes de todas las causas juntas) ya casi nadie creía en la posibilidad de una transformación social inminente y colectiva y, siendo que los grandes relatos habían caído (quizás nuestro último pequeño "gran" relato fue, en 1986, el referéndum contra la OTAN), se abría la disyuntiva de, o bien profundizar un nihilismo activo (eso que mis amigos llaman resistirse al poder sin esperar nada) o bien reconstruir pequeños relatos dadores de sentido (lo pequeño es bello).
Una gran parte de la militancia de los comités de apoyo a las revoluciones del Sur se habían volcado, como mal menor, en la construcción de ONGs para la cooperación. Otra parte de la militancia izquierdista se había refugiado en el relato de la alienación (la democracia ha engañado a todo el mundo, menos a mí y a mi pequeño grupo), con el corolario de que las nuevas tecnologías alimentan esta alienación. Los colectivos (muchos de ellos individuales) que experimentaban en las nuevas formas de hacer política empleaban todas sus energías en llevar la política a lo cotidiano (lo cotidiano corpóreo y presencial), multiplicando las microprácticas de liberación que proliferaban en un espacio metropolitano difuso. ¿Quién estaba en condiciones de plantearse un desembarco en el ciberespacio? Es posible que las ONGs, al haber negociado con la realidad en términos más posibilistas, estuvieran menos problematizadas que otro tipo de colectivos más radicales en cuanto a la utilización de las nuevas tecnologías comunicativas, al tiempo que estaban también menos predispuestas a emparentar en modo no instrumental con esas tecnologías.
En octubre de 1994, GreenNet convocó a los diferentes proyectos de telemática alternativa en el Estado español a una reunión (a la que también asisitió alguien de la ECN, concretamente de Radio Sherwood) con la propuesta de que éstos se federaran en una estructura cooperativa. GreenNet era (y es) un servidor telemático sin ánimo de lucro dedicado al pacifismo, derechos humanos, medio ambiente, etc. responsable de coordinar los nodos de la APC en Europa. A su vez, la APC (Association for Progressive Communications)[5], constituida en el verano de 1990 por siete redes alternativas (NordNet en Suecia, Web en Canadá, AlterNex en Brasil, Nicarao en Nicaragua, Pegasus en Australia, IGC en EEUU y GreenNet en Inglaterra) y que para 1994 contaba con bastantes miembros más, era sin duda el punto de referencia para los proyectos de telemática solidaria y/o alternativa en España, como lo avala el hecho de que Nodo50, entre otros, acudiera a GreenNet desde el primer momento a fin de recabar apoyo técnico y político para su puesta en marcha.
La propuesta organizativa de la APC consistía en aceptar un solo nodo miembro por Estado, así que las distintas iniciativas del Estado español recogieron el envite de GreenNet y acordaron federarse en IPANEX[6] (acrónimo de Iepala, Pangea, Altercom, Nodo50, Eusnet, y Xarxaneta), cuyo proceso de constitución y federación en la APC concluyó a mediados de 1997, habiéndose retirado del proyecto Eurosur-Iepala y Altercom.
Cabe destacar que en pleno proceso de constitución de IPANEX se produjo la contratación por parte de estos nodos del servicio de Infovía, contratación cuyos costes superaban ampliamente la financiación de una BBS, y que suscitó la preocupación por la viabilidad económica e introdujo la discusión sobre la idoneidad de mantener un único nodo físico en el Estado español, (una sola máquina) que albergara a los distintos proyectos como nodos virtuales. La heterogeneidad de planteamientos se manifestó en el hecho de que de los cuatro nodos que hoy por hoy forman IPANEX, cada uno de ellos represente un modelo organizativo y de financiación distinto: Pangea cuenta con el soporte de la Universistat Politècnica de Catalunya y su relación con las instituciones es abierta; Eusnet ha creado la empresa cooperativa Izartel que presta (y factura) servicios externos y que, a su vez, se encarga del servicio técnico de Eusnet; Xarxaneta, por carecer de mayores posibilidades, se aloja físicamente en la máquina de Eusnet a cambio de un alquiler; y Nodo50 ha quedado en ser uno de los proyectos de SODePAZ, bajo cuya tutela se mantiene.
La cooperación entre los nodos de IPANEX se reduce a un pacto de no agresión "firmado" tras llegar a unos acuerdos territoriales que reparten el Estado español en zonas de hegemonía para cada uno de sus nodos. Mediante esos acuerdos territoriales cada nodo se compromete a no publicitarse fuera de su zona, a comunicar a los colectivos que soliciten un alta desde fuera de su zona la existencia del nodo preferencial para esa zona, y a comunicar al nodo "propietario" de una zona todas las altas de colectivos que otro nodo realice en una zona que no sea la suya. Esos acuerdos de territorialidad, aunque cumplidos a trancas y barrancas y continua fuente de conflictos en IPANEX, dan idea de cómo se sobreponen prácticas absolutamente contrarias a la manera de ser de Internet, un espacio en el que las fronteras territoriales sencillamente han sido sobrepasadas.
Los aberrantes acuerdos de territorialidad de IPANEX, incluso si se incumplen, son significativos por varias cuestiones: manifiestan cómo la cooperación no pasa de ser una necesidad burocrática impuesta por la APC; muestran también cómo la preocupación por la financiación se resuelve en términos de cuotas de mercado; y por último desvelan la percepción que estos proyectos tienen de Internet propiciando un uso meramente instrumental y competitivo que no comprende qué cosa es el ciberespacio y que, por tanto, no lo ve como una expresión de la inteligencia colectiva ni se sitúa dentro de los procesos de construcción de las comunidades virtuales en su especificidad.
Para valorar el fenómeno IPANEX merece la pena detenerse un momento a pormenorizar lo que la pertenencia a una red tal como la APC supone. Antes de Internet, las BBSs permanecían aisladas unas de otras la mayor parte del tiempo, y unas pocas horas al día se conectaban entre sí mediante llamadas de teléfono casi siempre interprovinciales y a veces internacionales a fin de intercambiar correo, noticias o ficheros. La decisión de conectarse entre sí respondía al criterio del SysOp, que habilitaba las acciones necesarias para que periódicamente se produjese la interconexión. Algunas BBSs decidían permanecer aisladas, mientras que otras se conectaban entre sí formando redes (redes débilmente conectadas, pero redes al fin). Está claro que con una conectividad de este tipo el intercambio, por ejemplo de correo electrónico, entre usuarios/as de dos BBSs distintas sólo podía producirse si los SysOps habían decidido interconectarlas.
Con Internet este panorama cambia radicalmente. La conexión entre nodos de Internet es total, las veinticuatro horas del día y de todos con todos. Cuando un nodo se conecta a Internet se conecta a todo el resto de nodos por igual. ¿Qué sentido tiene, entonces, decir que la APC (o la ECN, u otras muchas) es una red en Internet? El sentido es estrictamente político. Cuando hablamos de redes en Internet, sea APC o cualquiera otra, estamos hablando de gente que explícitamente se plantea cooperar, trabajar en red, compartir recursos, crear un espacio común, apoyarse mútuamente en casos de represión o de ataques, etc. sin que esta cooperación tenga apenas requerimientos técnicos. Dicho en otras palabras, la pertenencia a una red en Internet es, ante todo, una decisión política (o burocrática) que puede cambiar de un día para otro sin que este cambio tenga apenas repercusiones técnicas (en el caso de la APC la pertenencia da derecho a participar en numerosos grupos de noticias por lo general bastante poco dinámicos, derecho que no se extiende al resto de gente). No hay la menor duda, por tanto, de que Nodo50 así como los otros miembros de IPANEX comparten los puntos de vista y las prácticas de la APC, ya que de otro modo su pertenencia a esta red no tendría explicación alguna.
Un servidor sobre Windows-NT
Según se narra en "La inconfesable historia del Nodo50", firmada por la Asamblea de Nodo50 y publicada en la revista De Sur a Sur (núm. 14, marzo de 1998), en noviembre de 1996 Nodo50 "monta un servidor sobre Windows NT con accesos Internet e Infovía".
Por esas fechas, en plena constitución de IPANEX, Nodo50 debía conocer que Pangea, en un entorno académico, había optado por desarrollarse sobre GNU/Linux (por no hablar de la ECN, que desde el primer momento apostó por software libre) mientas Eusnet, en un entorno empresarial, optaba abiertamente por Windows NT (tan abiertamente que no ha tenido ningún reparo en incluir el logotipo de Microsoft, enlace incluido, en su página principal). Supongo que Nodo50 decidió utilizar software propietario de Microsoft en lugar de software libre GNU/Linux por motivos de facilidad de uso aunque la explicación dada en su momento, fue de corte autojustificativo y populista e hizo de la necesidad virtud al decir que no se usaba GNU/Linux no porque no se supiera usar sino por ser un sistema operativo elitista, propio de hackers y alejado del usuario medio. Algo de mala conciencia debía rondar bajo esta decisión pues, de otro modo, el logotipo de Microsoft habría aparecido también en la página principal de Nodo50.
El proyecto GNU (GNU's Not Unix)[7] nació hacia 1983 de la mano de Richard M. Stallman y la Free Software Foundation[8]. Pretendía recuperar el espíritu de cooperación propio de la contracultura hacker de los años setenta y que había sido literalmente barrido con la irrupción de las grandes corporaciones (IBM, Hewlett Packard…) en el mercado de la informática personal. Promotores de un uso político de la informática personal, una especie de computopía, y resistiéndose al devastador empuje de transnacionales como Apple o Microsoft, algunos supervivientes de la contracultura hacker emprendieron el proyecto GNU[9].
GNU aboga por la libertad para utilizar, replicar, o modificar el software; reclama el derecho a copiar y distribuir programas informáticos sin límite alguno y a resistirse a las patentes y a todas las formas de software propietario. A fin de ejercer esta libertad, GNU ha registrado la licencia GPL, bajo la cual miles de desarrolladores de software de todo el mundo registran los programas que producen, haciendo públicos sus códigos fuente y permitiendo la libre utilización, modificación y copia de esos programas (eludo el uso del femenino por la escasa visibilidad de las programadoras en éste como en otros proyectos, sea porque no las hay, sea porque expresamente evitan el espacio público y prefieren desarrollar su trabajo en un entorno más íntimo).
La Free Software Foundation no se limita a hacer propaganda explicando por qué el software no debería tener propietarios[10]: se trata de un potente y muy dinámico proyecto emprendedor bajo cuya coordinación se ha desarrollado el sistema operativo GNU/Linux así como infinidad de programas de aplicación y por supuesto, por motivos que nos llevarían a la historia de Internet, toda la tecnología necesaria para prestar servicios en la red, tecnología que es utilizada por aproximadamente la mitad de los servidores de todo el mundo (Linux 34%, Micro$oft 25%, FreeBSD 15%: o sea, Linux + BSD y otros Un*x libres es más del 50%).
La crítica al software propietario
A menudo la crítica práctica al software propietario se limita a lo que sus propietarios llaman pirateo y que más bien deberíamos llamar ayuda mutua. Si yo tengo un programa y tú lo necesitas, ¿por qué motivo debería no prestártelo? Sin embargo, y a pesar de los llantos de los gigantes de la informática personal por las enormes pérdidas que las copias ilegales de software les ocasionan, lo que está en juego con la implantación del software propietario no es la simple venta de algunos programas más, sino el control total sobre toda forma de transmisión y de tratamiento de la información[11].
En la elección entre un sistema de tratamiento de la información propietario, que se cuelga cada dos por tres, que cambia constantemente de versión sin razón alguna, que obliga a desmesurados recursos en hardware, y cuyo código fuente no es accesible, y otro libre, abierto y estable, que ha sido probado ampliamente por gente que, al utilizarlo, toma parte activa en su desarrollo y que puede ser estudiado y reutilizado para otros usos, el hecho de que este segundo sea gratuito no es lo más importante.
Ignoro, y me gustaría dedicar tiempo a reflexionarlo, qué es lo que impele a gente que podría estar contratada en inmejorables condiciones en alguna gran empresa de software, a hacer público su trabajo en libre cooperación con otros, pero no puedo dejar de emocionarme cuando leo a Richard Stallman, persona de la que no sé nada salvo que es un notable programador y un reconocido hacker, diciendo: "El movimiento del software libre es aún reducido y joven. Como usuario actual de computadoras, puede que estés utilizando un programa propietario. Si tu amigo te pidiese una copia, estaría mal que te negases a hacérsela. La cooperación es más importante que el copyright. Pero la cooperación clandestina, encubierta, no contribuye a formar una buena sociedad. Cualquier persona debería aspirar a vivir abiertamente, erguido, con orgullo, y eso significa decir 'No' al software propietario.
Mereces poder cooperar abierta y libremente con otras personas que utilizan software. Mereces poder aprender cómo funciona el software. Te mereces el software libre."
Es cierto que la utilización de GNU/Linux presenta un aspecto más dificultoso que el engañoso sistema de ventanas con pantallazo azul. Esta dificultad, que disminuye lentamente, es el precio que hay que pagar por participar en un proyecto de desarrollo de software non-profit sin fines mercantiles, una especie de comercio justo (producción free, de uso público) aplicado a un producto, el software, producido y consumido en el Norte. Ese comercio justo tiene también su consumo responsable: gente que utiliza, divulga y difunde GNU/Linux, y ayuda a otra gente a resistirse a la privatización del software pues, como en otros tantos proyectos emprendidos (seguramente los que más nos gustan), ¿a quién le importa lo fácil?
El proyecto EPITELIO y GNU/Linux
EPITELIO Network fue un proyecto (1996-1998) financiado por el Programa de Aplicaciones Telemáticas de la Comisión Europea (European Comission DG XIII) para promocionar una red contra la exclusión social. Como parte de esta iniciativa contra la pobreza y la marginación social, la Comisión Europea contemplaba el desarrollo de aplicaciones telemáticas para, entre otras cosas, facilitar el acceso de los sectores sociales marginados a la información y a los servicios orientados a la integración social de estos grupos. De sobras sabemos lo que significan los proyectos para las ONGs a efectos de financiación y de posibilidades de intervención, así que no es sorprendente la participación de Nodo50 en EPITELIO Network en el desarrollo de herramientas que, vía web, permitieran la recopilación y el acceso a recursos en el área del comercio justo/consumo responsable.
Lo que es más sorprendente es que la necesidad de desarrollar estas herramientas obligase a Nodo50 a recurrir a GNU/Linux, pues, por ser GNU/Linux un conjunto de recursos públicos, la información sobre otras herramientas similares ya desarrolladas, así como la disponibilidad, accesibilidad y posibilidades de reutilización de éstas lo convertía en un sistema idóneo para la implementación de otras nuevas (lo fácil se volvió difícil, y viceversa).
Debemos agradecer al área de aplicaciones informáticas del proyecto comunitario EPITELIO Network la instalación de una máquina linux en Nodo50, máquina que se ha dedicado exclusivamente a mantener las herramientas desarrolladas para ese proyecto hasta que, en el momento de escribir estas líneas (verano de 1999), la fuerza de la realidad ha hecho patente que la fiabilidad, estabilidad y adaptabilidad de GNU/Linux supera en mucho a la de Windows NT, por lo que Nodo50 con muchos titubeos y un poco a regañadientes ha decidido la migración paulatina hacia este sistema.
En esta modesta genealogía he intentado destacar cuáles han sido, a mi juicio, los hitos más significativos en el devenir de Nodo50 hasta convertirlo en un espacio imposible para el desarrollo de nuevos proyectos del tipo SinDominio (que no, por supuesto, para otro tipo de proyectos). ¿Qué pasa en Nodo50?
Desde mi punto de vista, el bloqueo que actualmente amenaza a Nodo50 obedece a una especie de punto fijo, un invariante que al mismo tiempo que ha servido para desarrollar e impulsar enormemente el proyecto, lo ha limitado y despotenciado: a ese invariante lo voy a llamar una relación instrumental con el ciberespacio[12]. Dicho en otras palabras, una cosa es que nos parezca interesante utilizar Internet como una herramienta para el desarrollo de las comunicaciones, comunicaciones que podrían producirse de otra manera pero que entonces serían más lentas, más caras, más vulnerables o más ineficientes y otra cosa muy distinta es que nos parezca interesante construir Internet. En la propia propaganda escrita de Nodo50 leemos: "Este proyecto trata de ser una herramienta de trabajo para mejorar las comunicaciones de todas las organizaciones e individu@s progresistas que quieran obtener una información alternativa".
Por haber participado y trabajado en Nodo50, y de alguna manera haber contribuido a desarrollar esa herramienta de trabajo, he tenido ocasión de conocer de cerca diversas maneras de entender el ciberespacio. La diferencia entre una relación instrumental y una relación constructiva no es un simple matiz para rizar el rizo. Se trata de un aspecto crucial en lo que respecta a la manera de acercarse a los retos tecnológicos, económicos y organizativos que el proyecto plantea pues, si Internet es una herramienta, entonces abordamos esos retos con criterios de facilidad, baratura y/o eficiencia, mientras que si lo que queremos es construir Internet, entonces debemos dotarnos de criterios de valor internos a eso que estamos construyendo, criterios inmanentes, específicos del medio y que, tal vez, pongan en cuestión otros valores más tradicionales.
La estructura social y los modelos comunicacionales
En el artículo "Debate político sobre la comunicación", publicado por SODePAZ en el núm. 14 (marzo de 1998) en la revista De Sur a Sur (revista andaluza de solidaridad, paz y cooperación) escrito por Armand Mattelart/Jean Marie Piemme, podemos leer: "Los modelos comunicacionales no explican la sociedad, sino que es la estructura social la que explica los modelos comunicacionales. Así pues, la dificultad de hallar una comunicación alternativa es correlativa a la dificultad experimentada por las grandes fuerzas históricas en lucha contra el capitalismo para producir nuevas formas de relación en el seno de sus organizaciones y en general en el seno de la sociedad global".
Pues bien, esta correlación entre el espacio virtual y el espacio material (no quiero llamarlo real pues lo virtual también es muy real) es lo que está en discusión ya que, si bien es cierto que a través de esta correlación entre estructura social y modelos comunicacionales se introduce en éstos el antagonismo (negatividad, resistencia, lucha de clases o como queramos llamarlo) que los aleja de la relatividad postmoderna, también es cierto que esta correlación niega cualquier posibilidad de autonomía para esos espacios comunicativos y, al negar la posibilidad de autonomía, no entiende el deseo de construirla.
La pregunta sobre si el ciberespacio permite una experiencia específica de autonomía sólo puede ser una pregunta activa hecha desde dentro de esa experimentación pues, de otro modo, adoptaría la mirada quirúrgica de sociólogos, antropólogos, psicólogos o demás bomberos de lo social.
Entre usar Internet y hacer Internet hay una distancia (distancia que se abre cada vez que alguien piensa "qué puedo sacar de la red"? en lugar de "qué puedo aportar?"), al tiempo que hay una proximidad. Aunque son cosas diferentes, también son indisociables. Precisamente el uso masivo de Internet se hace funcional (al sistema), entre otras cosas, porque exige una cierta participación activa al tiempo que, paradójicamente, impone el justo grado de pasividad (tal y como requiere la construcción del consenso en las sociedades de control). No creo posible un uso de internet que no contribuya a su construcción. Pero puede haber, efectivamente, un uso pasivo y acrítico con lo que participar en esta construcción significa.
Por supuesto hay que reconocer a quienes desde el primer momento apostaron por utilizar esta infraestructura el mérito de haberla extendido y robustecido. Lo triste es que Nodo50 no haya podido aunar bajo un mismo proyecto maneras de usar Internet con maneras de construirla. De otro modo, ante la propuesta de SinDominio, la pregunta (totalitaria) por el sentido de SinDominio no se hubiera planteado, pues no tiene sentido desde dentro de Internet preguntarse por el sentido de un nuevo recurso, tal y cómo haríamos en el espacio material ante el proyecto de construcción de un nuevo pantano, autopista o vía férrea de alta velocidad por parte del Estado.
Lo específico del ciberespacio
Mucha gente se mueve en el ciberespacio para hacer cosas que sólo se pueden hacer ahí. Uno de los movimientos sociales que ha instaurado una especificidad en el ciberespacio es el movimiento por el software libre, con toda la discusión que introduce sobre la ilegitimidad de la propiedad sobre la producción inmaterial y, en consecuencia, la legitimidad de copiar lo que, por más que sus propietarios llamen originales, no son más que copias de copias. Otra gente, inventora-constructora de los ciberderechos, hace efectivo el ciberderecho a la privacidad en las comunicaciones desarrollando y haciendo públicos algoritmos de encriptación en una batalla contra el control social que puede suponer penas de cárcel bajo la jurisdicción militar de sus respectivos Estados[13]. Junto a estos movimientos sociales se desarrollan otras prácticas igualmente audaces y rompedoras, tales como la pornografía no sexista promovida, entre otras, por Helena Velena[14], o todas las formas de cibertravestismo junto a un sinfín de prácticas de cooperación social que no se ajustan a las formas clásicas de hacer política.
Así, esta primavera, en el italiano Hackit99 pudo discutirse una valoración ética sobre la legitimidad de atacar máquinas con medios maquínicos y/o humanos, en un debate que no podría producirse en los mismos términos si de la producción de daños materiales se tratara. En el sugerente relato de Julian Dibell "Una violación en el ciberespacio"[15], publicado en el núm. 27-28 de la revista El Paseante dedicado a la revolución digital y sus dilemas[16], una violación perpetrada en uno de los mundos digitales semificticios conocidos como dimensiones multi-usuario o MUD (al fin y al cabo una base de datos), abre una reflexión sobre las diferencias socialmente significativas entre los cuerpos online y los cuerpos físicos y, llevando al extremo la extraña idea de la violencia sexual inmaterial, interpela nuestras ontologías, epistemologías y éticas sexuales tardomodernas. Y esto son sólo muestras, indicios de lo que acontece en la red.
Al borde de un futuro en el que los entornos digitales quizás lleguen a ceñir ¿o expandir? la vida tanto como hoy lo hace la arquitectura (por tomar un ejemplo material) o el dinero (otro ejemplo de mayor abstracción), no vale decir que el ciberespacio es sólo una herramienta para la comunicación, igual que no vale decir que la arquitectura es sólo una herramienta para el uso ordenado del espacio o el dinero es sólo una herramienta para la satisfacción de las necesidades.
El hecho de que a menudo operemos como máquinas-herramienta encarnadas que expresan, comunican y producen junto y en conexión con otras (en red) plantea nuevas ambiguedades, otras formas de placer y también de poder, otros lenguajes, otros sufrimientos. La posibilidad de construir sociedades online más libres que aquellas que están trazadas sobre la mierda, el cemento y el capital parece que es un hecho (al menos en éste nuestro primer mundo). Puede ser que esas sociedades online nos hagan más fuertes y desde ellas ataquemos con más contundencia la mierda, el cemento o el capital. También puede ser que la belleza de la luna digital reblandezca nuestros sesos, y su promesa de una felicidad postmoderna recubra y desdibuje esa mierda, ese cemento o ese capital. Pero lo que no puede ser es que la razón instrumental se imponga y que todas esas posibilidades nos sean ajenas y dejen de apasionarnos.
Las consecuencias de un modelo
En el ejemplo que me ha sugerido la conversación con una amiga, "pongamos el caso de alguien que participa en una lista de correo de la ECN. Por un lado tiene una relación instrumental con Internet porque usa la red para comunicarse. Por otro, su forma de comunicar es absolutamente distinta, se da con otro ritmo, otro espacio y otro tiempo a como podría darse de no existir Internet. Construye una práctica de asamblea permanente que atraviesa territorios geográficos y participa en la construcción de una comunidad. Interviene así en el panorama de los centros sociales italianos, pero también en la configuración de un uso de Internet, de un@s usuari@s determinad@s, contribuye a la constitución de redes que viven en Internet, con sus formas de vida, sus lenguajes, sus debates, y por tanto, participa, en cierto grado, en su construcción."
Las nuevas tecnologías permiten nuevas prácticas, pero el simple contacto con las nuevas tecnologías no es suficiente para modificar prácticas profundamente arraigadas en las viejas formas de hacer política.
El proyecto Nodo50 parece responder a la idea de que ciertos contenidos "de izquierdas" deben circular por Internet y, para que sean visibles, se les debe ofrecer un soporte técnico. Este punto de vista ignora que ese soporte es en sí mismo un contenido y que, en su construcción, cada decisión, cada elección, es una acción política, política en términos de relaciones de poder y de construcción de lo real, de lo posible y de lo que no lo es y, por tanto, cargada de contenidos, contenidos producidos por interactuaciones en el espacio material, pero también sobre la superficie del ciberespacio.
Las consecuencias de este punto de vista son evidentes: uso instrumental del software, relación clientelar con las/os usuarias/os, refuerzo de la cultura utilitaria y no cooperativa, ausencia del trabajo en red, estancamiento de la circulación de saberes y conocimientos, relaciones competitivas con otros proyectos (incluso dentro de IPANEX), construcción de la unidad de la izquierda como un bloque cuya hegemonía se pone en peligro por la proliferación… en definitiva, el bloqueo de un proyecto que no puede deshacerse de su estructura grupuscular-tutelada para hacerse en cooperación con otros.
Cuando me decidí a trabajar para Nodo50 quería, además de ganar algo de dinero, experimentar sobre la posibilidad de contribuir a la construcción de un centro social okupado poniendo la mirada (la energía, el entusiasmo, la concentración, el tiempo…) en un proyecto autónomo respecto del centro social. Los ritmos y exigencias de Nodo50, tan distintos de esa especie de agujero negro depredador de energía en el que a veces se convierten los espacios okupados, suponían un apasionante reto al que había que añadir la dificultad que para una mujer supone asumir tareas técnicas relacionadas con las nuevas tecnologías, dificultad que se manifiesta en la escasez de mujeres en entornos telemáticos (y que me pregunto si tal vez obedecerá a la decisión explícita de no asumir ese terreno como propio).
Este intento ha fracasado, pero no me arrepiento. En unos momentos de profundo desaliento, cuando debo recomponer todo un mundo de relaciones dentro y fuera del espacio que contribuyo a okupar, creo que, si hubo error, éste no estuvo en la decisión de cooperar con Nodo50, sino en esperar algo de ello.
by Marga
[1]
[4] El 15 de junio de 1999 Nodo50 envió a sus usuarios/as un correo electrónico que, con el asunto "URGENTE: Aviso a navegantes…", valora la situación creada por la gratuidad en las conexiones. No he encontrado el texto de ese correo en la web de Nodo50.
[8] http://www.gnu.org/fsf/fsf.html
[9] Hay breve explicación del proyecto GNU en http://www.nodo50.org/laboratorio/atl/gnu.htm
[10] Por qué el Software no debería tener propietarios es un alegato a favor del free software que puede encontrarse en http://www.nodo50.org/laboratorio/documentos/atl/stallman1.htm
[11] Trampa en el ciberespacio explica cuáles son los intereses reales que, más allá de un simple incremento de las ventas, se mueven tras el software propietario. Puede encontrarse en http://usuarios.iponet.es/casinada/31trampa.htm
[12] El ciberespacio es un concepto creado por William Gibson en su extraordinaria novela de ciencia-ficción Neuromante (1984) y que fue inmediatamente adoptado por los hackers. En un sentido amplio, hace referencia al espacio de comunicación abierto por la interconexión mundial de los ordenadores y de sus recursos. Esta definición (de Pierre Lévy) comprende el conjunto de sistemas de comunicación electrónicos digitales (incluyendo el conjunto de redes hertzianas y telefónicas clásicas). Desde este punto de vista Internet no abarca todo el ciberespacio (aunque hoy por hoy es su expresión más extensa) sino que es el ciberespacio quien se sirve de Internet.
Hay quien dice que el ciberespacio, ese lugar tan virtual como real que requiere de un soporte tecnológico para poder ser, se inauguró con el lenguaje. Sea como fuere, ciberespacio no se refiere ni a Internet en particular ni a ninguna tecnología determinada y, por abstraerse de las diversas y cambiantes tecnologías concretas sobre las que se sustenta, permite una reflexión más abstracta.
[13] Sólo a modo de ejemplo, entre otros muchos sitios podemos visitar http://www.kriptopolis.com/
[14] Helena Velena está en http://www.helenavelena.com/
[15] No he encontrado traducción al castellano. El original en inglés A Rape in Cyberspace está en http://www.levity.com/julian/bungle.html