Descargar

La dieta paleolítica: Paraíso perdido

Enviado por Felix Larocca


  1. La gordura y la comida como entidades históricas
  2. La gordura y la comida como entidades fisiológicas
  3. La gordura y la comida como entidades morales
  4. La gordura y la comida como entidades lingüísticas
  5. La gordura y la comida como entidades políticas
  6. La gordura y la comida como entidades médicas y psiquiátricas
  7. La gordura y la comida como entidades industriales
  8. La gordura y la comida como posible precursoras de las otras disorexias
  9. La gordura y la comida como entidades religiosas
  10. La dieta de nuestros antepasados paleolíticos
  11. La dieta vegetariana
  12. Las costumbres y los rituales asociados con la dieta
  13. Del por qué las dietas restrictivas para reducir (casi siempre) fallan
  14. De las lecciones que pueden derivarse del estudio de la Arqueología y de la Antropología para aplicar a la solución del problema de la gordura

"Of Man"s First Disobedience, and the Fruit

Of that Forbidden Tree, whose mortal taste

Brought Death into the World, and all our woe,

With loss of Eden, Till some greater Man

Restore us, and regain the blissful Seat …"

(Paradise Lost. John Milton, 1608-1674)

Desde su nacimiento, el campo de la Medicina Científica contrajo una deuda formal con las disciplinas de la Arqueología y de la Antropología. Este fenómeno parece que sea muy natural, y aún oportuno, porque, fueron los genios de Sigmund Freud y de Carl G. Jung, quienes añadieran sus propios impulsos a esos dos campos del conocimiento. Así lo hicieron, cuando aplicaran a sus teorías básicas, principios procedentes de los mismos. Freud nos inicia aplicando el concepto darvinista de la "Tribu Primordial", noción que él elaborase de un modo elegante en su ensayo titulado Tótem y Tabú, mientras que Jung nos legó las ideas de los "arquetipos" y del "inconsciente colectivo", los que son piedras angulares de su método científico.

Recíprocamente, la Antropología y la Arqueología, han mostrado interés en los esfuerzos de la Medicina y de la Psiquiatría, siendo la formidable y polémica Margaret Mead y su ex amante (más adelante, consorte) Gregory Bateson, quienes mantuvieran el "romance" más visible de la Antropología, con las Ciencias del Comportamiento Humano durante el transcurso de sus carreras tan notorias como controversiales.

Porque nuestras ciencias poseen tantas cosas que les son comunes, muchos otros paleo-antropólogos lograron añadir sus descubrimientos y aportaciones a la solución del acertijo de los orígenes de nuestra especie, de la evolución del ser humano y, aún de nuestra estrategia de comer. De modo similar y parecido, los logros de Louis y Mary Leakey y de su hijo Richard nos permitieron estudiar nuestros parientes cercanos, los primates, quienes ellos creían que constituyeran algo más que simple mamíferos poseyendo adaptaciones y cualidades que se asemejan a las nuestras. De su coraje científico, demostrado en haber concebido la noción (para muchos insensata) de entrenar observadores laicos para lograr sus fines, provinieron las oportunidades de fama y de reconocimiento, que caracterizasen las carreras de Jane Goodall, Diane Fossey y de Biruté Galdikas — exponentes-representativos de este nuevo campo del conocimiento humano.

Ahora bien, es una noción aceptada que el entendimiento del Pasado nos asiste, generalmente, en la tarea de comprender el Presente y de modificar el Futuro. Tema éste de poder fundamental y aparente en toda disciplina humanística. La Medicina y, su rama la Psiquiatría, no representan excepciones.

De esta manera, siguiendo una establecida costumbre universal. Hoy, cuando aquí nos reunimos en este simposio de Arqueo-antropología con el propósito de dar aliento a una nueva jornada intelectual, y para colocar las bases de un nuevo edificio de cooperación común, es natural que lo hagamos alrededor de un banquete tanto emocional como reflexivo.

Un ágape real. De comidas y de bebidas deliciosas, consumidas con el mejor espíritu fraternal y colegiado. Una liturgia tribal que se ha practicado de modo similar por miles de generaciones desde la alborada de nuestra prehistoria.

Del mismo modo, aquí, en esta asamblea, durante la cual se deliberan ideas de importancia enormes, cada uno de nosotros acarrea furtivamente dentro de sí, el resumen de los propios historiales arcaicos, emocionales, adaptativos y (aún) nutritivos.

edu.red

La caída del hombre por Miguel Ángel (1510)

Cada uno de nosotros lleva grabada en su mente (y en su cuerpo) las tantas "memorias" de nuestras luchas con un mayor enemigo: el hambre, la cual, paradójicamente, para evitarse, resulta hoy… en la gordura… Una gordura que ha (en algunos países) adquirido proporciones epidémicas, y una gordura que persiste aún y a pesar de los esfuerzos inusitados que hacen para eliminarla un verdadero ejército de profesionales y una industria de charlatanes que constituyen un consorcio cuyos ingresos (en los miles de millones de dólares anuales) exceden el presupuesto del fisco de muchas naciones pobres.

Porque, es una realidad muy triste, el hecho de que paradójicamente, se gasten más dólares concentrados en combatir la obesidad que en aliviar el hambre.

La gordura ésta, la que nos atormenta, se intensifica en sus repercusiones negativas, cuando vemos la adiposidad excesiva de seres humanos cuyas anatomías indican que algunos de entre nosotros están consumiendo la comida que a todos pertenece. Una gordura que veja aún más, cuando logramos el entendimiento de que los recursos alimentarios de nuestro planeta menguan y se agotan, y de que algunas personas e instituciones celebran espectáculos conocidos como "degustaciones gastronómicas". Una gordura que yace escondida como la (posible) causa fundamental de las Disorexias: la Anorexia, la Bulimia Nervosa y la Dieta — las que con ella misma constituyen los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis Oral del ser humano, y del mundo civilizado moderno.

Finalmente, cuando nos reunimos en este preciso lugar, lo hacemos en un espacio físico que aloja dentro de su perímetro una Escuela de Diseño la cual propone habilitar a sus egresados en el arte y la ciencia de cómo ataviar a seres quienes… preferiblemente… no deberán de ser gordos.

Porque los excesos del comer, como sucede con la pornografía, a la que están relacionados, ofenden nuestras sensibilidades estéticas de un modo ostensible.

A través de nuestros años de estudiarlas, hemos descubierto que la gordura, y su "agente etiológico" y causante, la comida, poseen muchas conexiones, algunas que son obvias, y otras que son muy inesperadas.

Entre las tantas que existen, aquí destacamos algunas que son políticas, otras que son de salubridad pública, asimismo que otras son estéticas, éticas, económicas, religiosas, morales, filosóficas, médicas, sociológicas, industriales, y aún lingüísticas — para enumerar solamente algunas de las más notorias que han ido acumulándose durante el curso de sus tristes trayectorias como yuntas inseparables.

Nuestra presentación de hoy, será estructurada del modo siguiente:

LA PRIMERA PARTE CUBRIRÁ LOS SIGUIENTES TEMAS:

  • ? La gordura y la comida como entidades históricas

  • ? La gordura y la comida como entidades fisiológicas

  • ? La gordura y la comida como entidades morales

  • ? La gordura y la comida como entidades lingüísticas

  • ? La gordura y la comida como entidades políticas

  • ? La gordura y la comida como entidades médicas

  • ? La gordura y la comida como entidades industriales

  • ? La gordura y la comida como las precursoras posibles de todas las disorexias

  • ? La gordura y la comida como entidades religiosas.

LA SEGUNDA PARTE CUBRIRÁ:

  • ? La dieta de nuestros antepasados paleolíticos

  • ? La dieta vegetariana

  • ? Las costumbres y los rituales asociados con la dieta

  • ? De por qué las dietas restrictivas para reducir (casi siempre) fallan

  • ? De las lecciones que pueden derivarse del estudio de la Arqueología y de la Antropología para aplicarse a la solución del problema de la gordura y de la comida cosmética

  • ? Y finalmente, unas palabras acerca del muy cacareado "Gen de la Obesidad".

LA TERCERA PARTE:

  • ? Será un sumario final

Comencemos, entonces…

La gordura y la comida como entidades históricas

Las crónicas narrativas del descubrimiento de América describen al aborigen de estas islas como persona menuda, presumiblemente de tez de color ligeramente obscura, cuyos hábitos alimenticios eran escuetos y cuyas mayores inclinaciones parecían consistir en el laborar muy poco, jugar una forma de partida de pelota y descansar una buena parte del tiempo. Estas características combinadas, les dotaban a su estilo de vida el significado literal de lo que los italianos contemporáneos han llamado la dolce vita o il dolce far niente. Quizás esa vida fuese posible, porque los nativos de las Antillas gozaban de un clima benigno y de una abundancia relativa de substancias comestibles para su sustento. Como resultado, desconocían la necesidad del trabajo arduo — cosas que juntas contribuyeran a fomentar la creencia errónea de su falta, proverbial, de ambición.

La realidad, puede que fuera muy diferente. De acuerdo con las líneas óseas de Harris en algunos de los esqueletos excavados en la Cuenca del Caribe, y de acuerdo a la evidencia histórica de que muchos de los nativos morían muertes tempranas. Se deduce que sería posible, que la dieta local fuera pobre y muy deficiente. De todos modos, Colón y sus acompañantes describieron al "indio" como personas sin tendencia a la corpulencia, y mucho menos a la gordura.

Si se examina la gordura, a través de la historia del ser humano, comenzando en el período paleolítico, parece ser que esta, fuera un fenómeno muy raro, y de aparición infrecuente.

Definitivamente, la dieta que consumíamos entonces, no nos permitía engordar.

La representación de la gordura en el arte moderno y contemporáneo es un poco más desconcertante, ya que tenemos los trabajos de Rubens y, más recientemente, los del colombiano Fernando Botero, quienes parecen expresar una preferencia, inexplicable, por las personas gordas. Mientras que otros pintores han entronizado la delgadez como la figura preferida, Giacometti ocupando un lugar destacado entre ellos. Sea como sea, la moda y la cultura de los países llamados prósperos todavía consideran la esbeltez como signos elocuentes de prosperidad y de la expresión del éxito tanto social como económico.

La gordura pues, como entidad histórica y arcaica, tiene orígenes vetustos y perímetros imprecisos. Siendo imposible dimitirla como fenómeno superfluo o como estado indiferente en la evolución de nuestra historia.

La gordura y la comida como entidades fisiológicas

De acuerdo con la Teoría de la Evolución, rasgos perjudiciales poseen una tendencia a ser eliminados por medio de la Selección Natural que actúa de modo adaptivo en los miembros de toda especie viviente.

La gordura, con los obstáculos que presenta para quienes la sufren, no nos confiere función benéfica que pudiese ser clasificada como adaptativa. La gordura disminuye la agilidad necesaria para el desplazamiento rápido — indispensable para evitar el peligro, aumenta la tendencia al agotamiento físico y mental, interfiere con la libido sexual y con la función restauradora del sueño. Mientras hace que (estéticamente) el gordo parezca ser usuario (con su corpulencia manifiesta) de más de su porción justa de las reservas tribales de comestibles.

La razón porque la gordura persiste fisiológicamente, es congruente con las ideas del antropólogo Desmond Morris, quien creyera que la Naturaleza, no ha gozado del tiempo que necesitaría para efectuar la mutación genética para eliminar nuestra tendencia innata, arcaica y adaptativa de retener la grasa que consumimos en exceso.

La gordura y la comida como entidades morales

Cuando se estudian las estadísticas alarmantes e inquietantes que predicen la explosión cierta de nuestra población mundial, muy por encima de la capacidad del suelo y de los océanos, ya agotados para proveernos comida. Cuando se confirma fácilmente, el hecho de que hay muchas naciones que sufren las formas más patéticas de la malnutrición colectiva. Cuando, se es testigo en los noticieros televisados, de los sufrimientos enormes que, por la falta de alimentos, padece un sector inmenso de la población mundial, resulta muy difícil ignorar un grupo, una sociedad o una cultura que practique, sin resquemores, la indulgencia conocida como "las celebraciones gastronómicas". Ejercicio en el cual, aspirantes a líderes políticos discuten públicamente, y con fruición, sus predilecciones culinarias o exhiban sus corpulencias grotescas mientras que a la vez prometen erradicar el hambre y la pobreza… o, peor aún, para expresar sus ideas de esta manera: "La eliminación de la pobreza es sin embargo un mito. Pobres hay y habrá en el mundo mientras el mundo exista." (J. Balaguer en un discurso al Senado).

La gordura y las comidas cosméticas, a pesar de lo que se quiera pretender, no lucen bien en un mundo donde la miseria abunda. La gordura luciendo aún más incongruente cuando se instala en los cuerpos de ministros religiosos, de políticos profesionales o de aquéllas mismas personas quienes han sido llamadas a distribuir los recursos naturales que a todos les pertenecen.

La gordura y la comida como entidades lingüísticas

La gordura, como sucede con las computadoras, ha forzado a nuestra cultura al aprendizaje de conceptos comunicativos y lingüísticos que constituyen un idioma con un léxico propio. Este léxico, el cual no es modesto, abarca los numerosos términos utilizados para describir las comidas dietéticas, los valores calóricos, los varios grupos de comestibles "esenciales", los innumerables sistemas para perder de peso (que aparecen todos los días) y la mitología que gobierna las pautas de los mismos, que venden a sus "iniciados".

Las causas de la gordura, en varias de las culturas locales, se atribuyen a eventos obviamente improbables. Se asocia con el embarazo normal, con el tomar agua en exceso, con el acto de mezclar grupos de comida, los cuales se dicen poseen incompatibilidades idiosincrásicas. Y aún con comer ciertas frutas, o ciertos vegetales que, en la realidad no pueden conllevar a ganar de peso.

El lenguaje de la gordura, no está reservado para el incauto ni para la persona sin educación o conocimientos. La mayoría de las personas quienes se ven forzadas a aprender el "Idioma de la Dieta" son personas, quienes, en nuestra experiencia, de algún u otro modo han adquirido un módico de éxito profesional o personal.

Aquí cabe nuestro axioma, por la experiencia establecida: "[Que] el perder de peso es como el aprender otro idioma". El idioma enigmático, que es preciso aprender, para poder comunicarnos con elementos "programados" hipotalámicos y cerebrales, que existen en sistemas cerrados y normalmente inaccesibles. Por medio de los cuales es cómo puede lograrse a controlar el sobrepeso.

La gordura y la comida como entidades políticas

Estos aspectos únicos de la gordura y de la comida pueden trazarse al origen de las creencias, de los rituales religiosos y de las convicciones políticas que adoptan ciertas tribus y sociedades primitivas, donde se supone que el acto de mantener a sus líderes bien alimentados y opulentos despertará el favor de los dioses resultando en el consecuente bienestar colectivo.

Este tipo de opulencia política les permite, hoy día, a algunos de los gobernantes de naciones muy pobres, poder jactarse, sino, de tener el "deber", de la "necesidad" patriótica, que les obliga a hacer el "sacrificio estoico, (de gozar la vida abundante) por el bien de sus súbditos". Mientras que el resto de la población existe sin agua, sin luz y sin comida.

Por las razones enumeradas, es que muy a menudo, el pobre engorda (siguiendo el ejemplo del exaltado) cuando goza de la buena y (aún de la) mala fortuna.

La gordura y la comida como entidades médicas y psiquiátricas

Las condiciones médicas que se asocian con la obesidad son enormes en sus repercusiones tanto individuales como sociales y económicas.

En los Estados Unidos de América, la obesidad puede resultar en que alguien no sea seleccionado como candidato para oficina pública. También se la considera razón suficiente para rehusar seguro médico —- constituyendo una de las mayores causas de la ausencia del trabajo por razones de salud.

La obesidad se asocia con la baja autoestima y con algunas formas de trastornos afectivos.

También se la encuentra en conjunto con ciertas enfermedades metabólicas como son la hipertensión arterial y la diabetes. Se la asocia asimismo con trastornos digestivos, cardiovasculares, respiratorios, de las articulaciones y de la piel. Con complicando el embarazo y la menstruación normal e interfiriendo con la acción de las hormonas sexuales y con el sueño.

La gordura, tristemente, NO se ha reportado que esté relacionada o que influya de modo benigno a nada que conocemos.

Puesto de un modo diferente: la gordura no confiere ventajas adaptativas. El pasar hambre, sin embargo, a veces sí que las confiere

La gordura y la comida como entidades industriales

Si es verdad, que desde que el ser humano descubriese la necesidad para la existencia de la profesión médica (porque padeciera de malestares y de dolencias), de los directores funerarios, porque comenzáramos la práctica de enterrar a nuestros muertos, de los banqueros porque acuñáramos el dinero, de los tabaqueros y de los fabricantes de licores, porque nos atraían las drogas (ahora lícitas e ilícitas), de los burdeles por las razones más obvias. La llegada de la industria dietética coincidió con la realización de que una gran parte de la población pudiente (y aún de la no tan pudiente) de este mundo daría literalmente lo que no tiene para lograr la meta elusiva de la esbeltez. De esto se originó una industria la cual es (paradójicamente) en parte responsable por la persistencia y por el mantenimiento de la misma gordura que propone erradicar.

La industria dietética carece de regulación y de controles, aún en países como los Estados Unidos que se jactan y que alardean de los tantos esfuerzos que hacen sus instituciones oficiales para proteger al consumidor. Por contraste, en nuestros países, donde toda regulación es ausente, lo que pasa por industria dietética, a veces conduce, a los resultados más trágicos. La falta de regulación convierte, con frecuencia, al consumidor de programas dietéticos, en víctimas del fraude con que los engañan, aprovechándose de su susceptibilidad y de su vulnerabilidad.

Como condición, la gordura tiene la dudosa gloria de haber generado un sinnúmero de "expertos" (para tratarla) de credenciales y de conocimientos exiguos. La gordura y lo que comemos restan como problemas que a todos afectan de modo directo o indirecto.

La gordura y la comida como posible precursoras de las otras disorexias

El mito de que la anorexia nerviosa selecciona como sus víctimas a mujeres que habitan las mansiones y las torres de marfil de las personas privilegiadas, es un hecho desmentido. Sin embargo, la anorexia, con todos sus complejos dinamismos, puede que, en algunos de los casos, constituya un "esfuerzo" adaptativo, por parte de seleccionados miembros de nuestra especie, a un mundo, en el cual, en algunos lugares (por lo menos) el cuerpo del ser humano, parece haber sido abrumado por una orgía de comidas opíparas e interminables. Es como si estas mujeres dijeran "yo no debo de comer (y de lucir) como comen (y lucen) los demás". Hay más que puede ser dicho acerca de esto, pero un hecho es muy contundente, y éste es que las anoréxicas aborrecen todo lo que es gordo.

La dieta, como hemos ya expresado, ha nacido, no de consideraciones médicas o religiosas, como de antes solía ser. La dieta hoy, es el resultado de los esfuerzos fatuos de tantas personas quienes están "hartas de sus harturas", como decía uno de nuestros pacientes. Habiendo tenido su origen durante el siglo pasado, cuando un ciudadano inglés publicara el primer "best seller": "A Pamphlet on Corpulence Addressed to the Public". El celebrado panfleto se reimprimió veinte veces — seis meses desde la fecha en la que se publicara. 0

Por todas las angustias, las agonías, las frustraciones y las miserias que causa, la dieta acompaña a las otras disorexias como una hermanastra recelosa.

La bulimia nervosa, tan frecuentemente compañera de la gordura, ocasionalmente, originándose como un episodio de la anorexia y frecuentemente asociada con los trastornos depresivos (o afectivos) a menudo resulta en lo que se ha conocido como el "síndrome del caos dietario". (No estando asociada, como algunos dicen, o de modo alguno relacionada con las costumbres orgiásticas de la Roma decadente).

Quizás, la dieta y lo que comemos son los factores más influyentes en inducir la aparición de la anorexia, la bulimia de lo que es la obesidad. Hecho éste que debe de ser establecido de modo conclusivo.

Finalmente

La gordura y la comida como entidades religiosas

En su contribución a la literatura de la anorexia nervosa (Holy Anorexia), el historiador norteamericano Rudolph Bell, presenta un estudio detallado de muchas mujeres quienes fuesen canonizadas a pesar y, a veces debido a, que ellas habían usado "la excusa" del ascetismo para rehusar refrigerios, o para evitar contacto alguno con la comida, por ellas catalogadas como "placeres de la carne".

Bell presenta en su tesis razones claras para "diagnosticar" a esas mujeres, no como visionarias exaltadas por sus deseos de lograr la comunión con la deidad, si no como casos, documentados desde el Siglo XI, de mujeres quienes fueran víctimas genuinas del deseo de no engordar, de ser flacas. Característico de la anorexia y de la bulimia nervosas. Sin embargo nunca, estas santas sucumbieron con abandono como víctimas de las garras satánicas de la impura, de la temida y de la aborrecida… la obesidad.

¿Porqué?… Nadie osa responder a esta pregunta.

Antes de finalizar lo que me queda parte de este trabajo, ahora comenzaré a hablar de:

La dieta de nuestros antepasados paleolíticos

Si uno sigue conscientemente los trabajos del psiquiatra y antropólogo Melvin Konner y los de su (fallecida) esposa, la, también antropóloga, Marjorie Schostak. Trabajos que ellos condujeran entre los miembros de una de las tribus !Kung Sang, en el Desierto Kalahari. Y, si uno escucha cuidadosamente las palabras de otro, asimismo antropólogo, Marvin Harris, uno concluye fácilmente, que la dieta de los buscadores/cazadores, era suficiente en la densidad calórica que contenía, que era saludable y variada y que permitía a quienes la consumían una longevidad envidiable por los estándares más modernos. Todo esto, sin resultar en la corpulencia y muchos menos en la gordura.

Esta era una dieta que amén de escueta, no era calóricamente densa. El resultado benigno que esta dieta producía cambió para esas tribus, cuando fuera desplazada por los artefactos, que llamamos "comida" que hoy sirven los establecimientos que envenenan a sus víctimas con sus fast foods. La bien conocida "dieta balanceada" del mundo moderno.

Los "indios" Pima de Arizona, cuando fuesen dislocados de su normal y simple hábitat y fuesen mudados a las grandes metrópolis norteamericanas, en dos generaciones cayeron víctimas a la guadaña mortal de la obesidad y sus complicaciones deletéreas. Esto pasó simplemente por haber abandonado sus previas estrategias nutritivas.

La dieta vegetariana

Esta dieta ha gozado de mucha popularidad entre los miembros de ciertos grupos religiosos y moderados, debido a razones, las cuales no solamente, son de índole moral, sino que son de índole espiritual, a la vez que social y menudo económicas.

Los incas erigieron el milagro arquitectónico de Machu Picchu, subsistiendo simplemente en una dieta la cual consistía principalmente de maíz, granos (frijoles) y de calabazas. No usaban la carne porque el sacrificar sus pocos animales no les hubiese sido beneficioso.

Aunque se teme que este tipo de estrategia de comer puede ser conducente a deficiencias de hierro, la realidad nos demuestra que esta noción es claramente falsa.

He aquí una dieta sensata, económica y saludable, que los países pobres ignoran y que pudiesen adaptar con algunas modificaciones.

Las costumbres y los rituales asociados con la dieta

De que la dieta ha ocupado un lugar prominente en toda religión y en toda cultura, es hecho que se confirma, no sólo en los libros sagrados, si no en el crecimiento que ha gozado el advenimiento y la popularidad de las cocinas étnicas. Cocinas que se hallan imbuidas con orgullo nacionalista y, a veces, con el sentimiento patriótico.

Las reglas dietéticas religiosas poseían funciones más utilitarias y precisas para mejorar los chances de supervivencia tribal, que las que poseen las cocinas étnicas que hoy conocemos.

Las cocinas étnicas, puede que sirvan el propósito sutil de separar y de delinear los límites precisos (y preciosos) que nos imponemos para ser individualistas, y para poder demandar el derecho territorial que justifica las guerras.

Es que la dieta y el imperativo territorial son inseparables

Del por qué las dietas restrictivas para reducir (casi siempre) fallan

La razón es muy simple. Nosotros carecemos de un modelo explicativo y conclusivo para entender el origen de la obesidad humana. De eso sigue que, si no se sabe lo que se busca, no se puede entender lo que se encuentra.

La obesidad parece que sea el resultado de aspectos funcionales benéficos de las actividades del Hipotálamo cerebral, donde residen los centros que median el hambre, el apetito y el metabolismo, entre otras funciones nobles.

Inaccesible a nuestros caprichos gastronómicos, estéticos y personales, este órgano responde como una computadora (esto traduce en, sin saber del porqué de su comportamiento) simplemente porque está programado para retener y defender la grasa que acumulamos en exceso. Cualquier evento que interfiera con el equilibrio nutritivo estimula la función hipotalámica con la consecuencia de que éste se torna más resistente al acto de ser "programado" de nuevo. El pasar hambre (como sucede en el caso de la dieta restrictiva) logra ese objetivo muy fácilmente, siendo muy difícil (a veces imposible) el dar marcha atrás.

Por ello, las dietas fallan…

De las lecciones que pueden derivarse del estudio de la Arqueología y de la Antropología para aplicar a la solución del problema de la gordura

Decididamente, es un hecho irrefutable, el cual mantiene que si los seres quienes habitan algunas islas (cual lo son las Islas Tobriándicas) carecen de una palabra, o de un vocablo para caracterizar la gordura. Deducimos que este término no existe, porqué no hay razón alguna para su uso. De ello sigue que, la gordura no existiendo, permanece innominada.

La Antropología y la Arqueología, les brindan al médico y al "behique" de hoy, sus entendimientos precisos acerca de los principios que precedieran nuestras llamadas "fórmulas modernas". Nosotros podemos beneficiarnos del conocimiento de los métodos que nuestros antepasados usaron como estrategia para sobrevivir en un mundo, que fuese decididamente más complejo y, ciertamente, más terrorífico.

De estas disciplinas, laborando en colaboración con otras ciencias, se pueden extraer principios que por ser viejos, o que por pertenecer al brujo, o al curandero, no carecen de validez actual.

Finalmente, unas palabras acerca del "Mito de la Semana": del muy cacareado "gen de la obesidad del ratón":

El hecho de que la obesidad entre las ratas de laboratorio pueda seguir los pasos de una mutación genética, es enteramente inaplicable al problema de la obesidad humana. La obesidad humana es multiforme, compleja y es el resultado primario de nuestra habilidad innata de ganar de peso, mientras que al mismo tiempo defendiendo tenazmente las adiposidades adquiridas. El modelo de la rata no puede aplicarse a nosotros, ya que es una mutación letal. La nuestra fue (y para muchos aún lo es) una función adaptativa — pervertida.

La obesidad y la estrategia de comer equivocada, estarán con nosotros de un modo permanente, hasta que aprendamos a utilizar las lecciones que les brindan a las ciencias médicas los conocimientos de otras disciplinas, y hasta cuando comencemos, de nuevo a aplicar los métodos de comer que nos dictara la Naturaleza.

Gracias.

(Trabajo presentado en La Primera Conferencia de Arqueología del Caribe en el Museo Regional de Arqueología de Altos de Chavón, el 19 de agosto del año 1995. Evento patrocinado por la Organización de Estados Americanos [OEA]).

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca