- Introducción
- Teoría de la
- El uso de la violencia
- Un llamado a la construcción de la paz
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
El presente trabajo monográfico, está dirigido a analizar algunas reflexiones acerca de una postura de las y los cristianos, ante la terrible y compleja realidad de la guerra. Este discernimiento y toma de postura, si han de ser auténticamente evangélicos y evangélicas, conllevan un cambio fundamental en la actitud ética de las y los cristianos ante el fenómeno real y amenazante de la guerra. Y para hacerlo posible, exige de las y los cristianos una nueva convicción religiosa y un nuevo empeño ético ante ese fenómeno.
El balance histórico ofrece un saldo globalmente positivo. Las y los cristianos han contribuido notablemente a la reducción de la violencia y han intentado crear garantías de paz, que es una de las palabras pronunciadas por los seres humanos en todo el mundo con mas frecuencia. Las y los cristianos tienen la razonable convicción que la paz participa del doble significado del y del . La consideran como promesa de Dios y como esfuerzo de las y los seres humanos. En cuanto a don escatológico, la paz es motivo y objeto de la invocación religiosa; en cuanto tarea humana, es cometido de la responsabilidad ética. Por eso la genuina ética de la paz ha de ser formulada de forma positiva y con entidad propia, y no solo ni preferentemente en relación negativa de la guerra. La iglesia en su conjunto, ha sido un factor de así como de de la violencia entre las y los individuos, entre los grupos sociales y entre los Estados. Pero esta afirmación que, en su carácter global, estimamos históricamente exacta, no nos impide reconocer las sombras existentes en las actitudes históricas de las y los cristianos ante la guerra, al contrario, nos incita a reconocerlas y a investigar sus causas, practicando un verdadero .
En la edad media y en el renacimiento tomista se configuró una doctrina moral sobre la guerra que perduró hasta la época de Pío XII en la conciencia cristiana. Lo mas llamativo de esta doctrina fue la aceptación de la figura ética de la ( Vidal 1991, 342) La teoría moral de la guerra justa, fraguada con elementos de la tradición cristiana y con factores de la filosofía griega y del derecho romano:
Es iniciada por San Agustín;
Es sintetizada por santo Tomás;
Es desarrollada y aplicada a la nueva situación de los estados soberanos modernos y a las guerras de colonización por la escuela de Salamanca.
Es repetida, sin actualización ni profundización, por la teología moral católica posterior, hasta la época de Pío XII. (Vidal 1991, 342)
La doctrina de la guerra justa constituye un claro, aunque insuficiente intento de limitar la guerra y, por lo tanto, de favorecer la paz. La transformación radical de la naturaleza de la guerra con el advenimiento de los armamentos de destrucción masiva, así como el carácter potencial o efectivamente totalizante de las guerras actuales, tornan absolutamente anacrónica la doctrina de la guerra justa y, a la inversa, vuelven necesaria una doctrina de la paz indispensable.
La doctrina de la guerra justa, desarrollada a principios de la edad media, tendía a poner limites claros a la guerra arbitraria. Un pacifista convencido, el menonita John Yoder, llega a afirmar que si los preceptos de esa doctrina hubiesen sido observados, las guerras no habrían ocurrido en una abrumadora mayoría. Así, apelaba a las y los cristianos no pacifistas a que, por lo menos, tomasen en serio las cláusulas previstas para la doctrina de la . ( Espinosa 1989, 46)
Esta claro que la mayoría de las cláusulas previstas carecen de verdadera eficacia practica. ¿Qué gobierno admitiría, por ejemplo, haber desencadenado una guerra ofensiva? El así llamado se disfraza justamente de defensivo. Aun así, hay quienes abogan por el mantenimiento del concepto de guerra justa, sin el cual quedarían las puertas abiertas para la guerra totalmente arbitraria, sin una posible condenación ética. Entre los numerosos textos de San Agustín, basten estos dos:
1) Las guerras justas pueden definirse como guerras encaminadas a vengar injurias y reparar injusticias, cuando una nación o estado ha de ser atacado por negarse a dar las reparaciones por daños causados por sus propios ciudadanos o para restablecer una situación que ha sido injustamente perturbada. 2) Se nos ha dicho que debemos al Cesar lo que es del Cesar, lo cual implica pagar los impuestos para el mantenimiento del ejercito y dar su paga a los soldados. ( Guerra Justa 1999, 248)
Es erróneo pensar que una guerra no es justa cuando se emprende para obedecer a Dios, para imponer respeto o dominar o vencer la arrogancia humana. Y como todo poder viene de Dios ( Rom 13. 1) todo hombre honrado puede recibir ordenes incluso de un mal gobernante.
Santo tomás, admitiendo la tesis de San Agustín de que la defensa armada es moralmente licita en determinadas circunstancias, aunque debe ser la extrema ratio, es decir, que se hayan intentado todos los medios pacíficos, dice que el príncipe tiene toda la autoridad para declarar la guerra; pero la causa ha de ser justa y la intención recta, a saber, el restablecimiento de la justicia y la paz. ( Guerra justa 1999, 250)
participación en la guerra
Las decisiones éticas, como tratan de hacerlas las y los cristianos, son actos de conducta que exhiben la conexión entre lo que Dios esta haciendo en el mundo y la compleja diversidad de circunstancias, motivaciones, propósitos e interrelaciones que constituyen el "material" de las situaciones humanas concretas. Tales decisiones no funcionan como un intento de aplicar un principio uniforme a una situación uniforme, o aun variada.
Esta claro que el amor al prójimo, como principio derivado del amor de Dios, excluye toda acción que inicie una guerra o conduzca a ella. También esta claro que la guerra es un ingrediente tenaz de la situación humana y no puede ser éticamente neutra. ( Lehmann 1963, 153)
El hecho es que la guerra es éticamente ambigua. Contradice lo que Dios esta haciendo en el mundo para el advenimiento de una nueva humanidad, y es a la vez un instrumento para el logro de esa actividad. Las y los cristianos siempre han tomado posiciones de ambos lados de esa ambigüedad. Y han tenido razón al hacerlo así, aunque no siempre han entendido correctamente en que sentido tenían razón.
Los que han rehusado participar en la guerra porque esta contradecía el mandamiento del amor, han negado la integridad de la obediencia a los que participan en la guerra considerándola instrumento de la voluntad de Dios. Asimismo cristianos/as que participaron en la guerra negaron la integridad de la obediencia a los que rehusaron hacerlo. Para una ética de principios en la guerra, una ambigüedad tal es siempre inadmisible. O bien debe rechazar del todo la guerra por contraria a la ética cristiana.
1.2 La Biblia y la guerra
La Biblia constata que hay guerras en el mundo, pero nunca ha sido el propósito de Dios que haya guerras. Cuando Dios ayudó a su pueblo Israel en las guerras en el A.T., su propósito solamente fue el de proteger a su gente. Según el A.T esto fue más importante que hevitar la muerte de otras personas que atacaron a Israel. En Israel Dios fue el rey, tanto en los asuntos políticos como en los asuntos religiosos.
La raíz de la guerra es la codicia, en vez de vivir en armonía como hermanos y hermanas, los seres humanos se convierten en enemigos que buscan la derrota de los demás. También sabemos que cuando viene la guerra, viene muerte, sufrimiento y grandes problemas para las personas inocentes. Basándose en esta realidad, muchos cristianos/as opinan que las y los cristianos no deberían participar en ninguna guerra de ninguna manera. ( Harestad 2000, 85)
La primera cristiandad tuvo, ante todo, que situarse en la sociedad del imperio romano. Este camino estuvo marcado bajo el signo del rechazo hasta el mismo martirio, y del de la lealtad. Por una parte, los cristianos estaban persuadidos de que la paz y el orden en un mundo dominado por los poderes del mal solo podían ser mantenidos por el poder estatal que, "por algo lleva la espada" ( Rom 13.4)
1.3 Cambio de horizonte en la tradición cristiana
W. Klaassen menciona dos elementos que pudieron preparar el cambio de actitud entre las comunidades cristianas para aceptar la guerra y el vinculo del poder dominante. Un elemento es la razón política, debido a la pax romana, que para el segundo siglo, después de tanta agresión y dolor, dejaba espacio para la tolerancia religiosa y el crecimiento de la comunidad cristiana. El otro elemento puede irse madurando entre quienes empezaron a absolutizar al cristianismo como la única verdad, catalogando las demás religiones como falsas.
Con Constantino cristiano en el poder, ocurre de inmediato otro cambio en la tradición que había dejado a la comunidad cristiana el "príncipe de paz": ya no se rechaza la guerra, la violencia y el reclutamiento de las y los cristianos en los ejercito. A partir de ese tiempo, la obligación de expandir o mantener el Imperio involucró en la violencia y en la guerra tanto a los cristianos y las cristianas como a su Dios, y así fue. (Duque 2002, 55)
Así pues, en el transcurso de estos tres a cuatro primeros siglos de vida del cristianismo, podemos observar una de las inversiones más perjudiciales para el proyecto evangélico de Jesús de Nazaret. El cristianismo, en una de sus tendencias pasa a ser un pueblo sacrificado a ser un pueblo sacrificador, en nombre de la verdad absoluta, por medio de la "guerra santa"(Duque 2002, 56)
Merece la pena recordar, sin embargo, que a pesar de sus principios fundamentales el amor y la paz, el cristianismo como la mayoría de las tradiciones, ha tenido siempre un lado violento. La historia sangrienta de la tradición proporciona imágenes tan desagradables como las que nos da el islam o el sijismo y el conflicto violento está vívidamente retratado en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. "Esta historia y esas imágenes bíblicas han proporcionado la materia prima para la justificación han proporcionado la materia prima para la justificación teológica de la violencia de los grupos cristianos contemporáneos" ( Juergensmeyer 2001, 21)
Efectivamente, la guerra es uno de los índices más evidentes de la violencia humana. Y la guerra está presente en la sociedad como una epidemia intratable. Sólo unos datos que no sé si sirven para reír o para llorar. Para el gran historiador G. Childe la guerra no ha hecho sino crecer con el paso de la historia.Greaves cuenta 14.542 guerras entre el año 3.600 antes de Cristo y el 1.962 de nuestra era. Según Gori, en 3.400 años sólo ha habido 234 días de paz. El conocido polemólogo Bouthoul nos dice que no ha habido nunca ni un solo año de paz. Es ése el panorama de la sociedad humana. (Demenchonok 2006,1)
El ser humano es agresivo por naturaleza; por su parte, la cultura influye en la manera en que se expresa dicha agresividad, la reacción agresiva tanto de ataque como de defensa es inconsciente, aunque también pueden ser consientes. Ahora si el germen de la violencia es cultural, tiene su sustento en la naturaleza agresiva del ser humano. ( Villafranca 2004, 383)
Rodrigo Alberto Corazo dice que es científicamente incorrecto decir que la guerra es producida por el "instinto" o por alguna motivación en sí. La emergencia de la promoción de la guerra moderna ha sido toda una jornada desde los factores primarios emocionales, a veces denominados "instintos", hasta la primacía de los factores cognitivos. La guerra moderna involucra el uso institucional de características personales tales como la obediencia, la sugestibilidad, un idealismo, habilidades sociales como el lenguaje y consideraciones racionales como el calculo de costos, la planificación y el procesamiento de la información. ( Carazo 2001, 25)
2.1 La vida no violenta de Jesús
José Míguez Bonino puntualiza que Jesús rechazó el papel de dirigente mesiánico de una revolución armada. Escogió la vía de la cruz. No fue por accidente que tomó esta decisión, sino que tenia sus raíces en el auto entendimiento de Jesús en cuanto al ser el siervo sufriente de Dios. Además, dirigió su comunidad en el mismo camino de la no-violencia. José Míguez Bonino dice que:
Mientras que unos teólogos de la liberación proponen que la vida cristiana sea no violenta, otros piensan que la única manera de cumplir con la meta de traer la liberación al mundo es por una revolución violenta. Opinan que América Latina no puede esperar la evolución de los cambios y menosprecian el concepto de que la sociedad puede cambiarse por el cambio de los corazones de los hombres y mujeres. ( Compton 1984, 84)
Si la cuestión de un justo uso de las armas va a tratarse sobre una base bíblica, debemos incluir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. La mayoría de los expertos cristianos y cristianas en ética que enfocan esta cuestión dan por sentado que los evangelios presentan a Jesús como un maestro de la no-violencia.
Puesto que el amor cristiano busca el bienestar de la otra persona, y se expresa a sí mismo en provisiones que preservan juntas las condiciones mínimas de la vida, seria de esperar que el amor prohiba que se lesione físicamente o que se quite la vida a otra persona. ( Mott 1995, 168,9)
Entretanto que Jesús habla en contra de la mentira, el fraude, el robo, la fornicación, etc., hay algunas áreas de conducta y responsabilidad en las que él guarda silencio. Esto es una realidad con los asuntos como la defensa propia, ir a la guerra, el envolvimiento en los asuntos de la comunidad, etc. Jesús no nos dice nada en cuanto a si o no nosotros debemos considerar ir a la guerra como parte de nuestra obligación para defender nuestros hermanos o nuestra nación, tampoco él dice que nos apartemos de los asuntos gubernamentales o de cargos políticos (aunque él nos dice que no pongamos nuestra confianza en tales cosas). Él no dice nada en contra de la defensa propia (aunque él sí habla sobre nuestra reacción a las amenazas de agresión o desafío (Mt. 5: 39.) ( Watters 2006, 1)
El aporte de Monseñor Romero
Son muy grandes y valiosos los aportes de Monseñor Romero en torno a este tema de la violencia. Desde ya se tiene constancia que fue un hombre de paz y como el mismo decía " jamas hemos predicado violencia. Solamente la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz la que quiere convertir las armas en hoces para el trabajo" (Duarte 1989, 48)
Juicio moral de la Iglesia sobre la violencia
El recurso a la violencia comenta L. Obsservatore, es un triste resabio de las generaciones humanas y una de las señales más evidentes, tanto de la imperfección que acompaña al hombre en cualquier régimen, como de la necesidad de recomenzar siempre desde el principio la obra de perfeccionamiento personal y del bien social a fin de contener y disciplinar los instintos que siempre renacen el hombre y mujer y los conducen a la lucha del ser humano con el ser humano.
Por ser raíz de mayores males, la iglesia ha condenado la violencia institucionalizada, la violencia represiva del gobierno, la violencia terrorista y toda violencia que pueda provocar una legitima defensa también violenta. (Duarte 1989, 1469
Un llamado a la construcción de la paz
Lo que ciertamente parece que podemos preguntarnos es acerca de la eficacia de las y los cristianos como factores de paz, y ya que el evangelio proclama bienaventurados/as aquellos y aquellas constructores de la paz, porque serán llamados hijos e hijas de Dios.
La paz no es simple ausencia de lucha, ni solo equilibrio de fuerzas o fruto de hegemonía de un grupo. La paz es obra de la justicia, es el fruto del orden, es el resultado de un orden social integral. La paz no es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Por eso no son verdaderos factores de paz quienes simplemente defienden un orden establecido o procuran mantener un equilibrio. Los que hacen la paz y merecen la bienaventuranza de ser "hijos e hijas de Dios" son los que tienen hambre y sed de Justicia. ( Pedesta 1968, 149)
3.1 aspecto cristocentrico de la paz
La fe revela que Cristo conquistó la paz, el pecado es vencido por el, con su muerte y resurrección, ha proyectado las bases de una paz nueva que supera la ruptura de los seres humanos con Dios y entre sí. La paz es asumida por las y los cristianos dentro de toda su vocación, de la llamada y respuesta de Cristo, como un elemento inseparable del don de la gracia y de la vivencia teologal. (Gracia 1986, 354)
La tendencia mayoritaria entre exegetas y teólogos mantienen que la Biblia no puede ofrecernos directamente una solución a los problemas de la paz y la seguridad. (Bolado 1988, 44)
3.2 El deber del desarme frente a la carrera de armamentos
De la valoración precedente sobre la moralidad de la guerra se deduce el imperativo moral del desarme mediante los procedimientos más eficaces para implantar la paz y los menos peligrosos para desencadenar la guerra. Lo bueno es que las iglesias y los movimientos cristianos por la paz están rescatando crecientemente la concepción bíblica del Shalom en sus dimensiones de paz y justicia a todas las personas.( Espinosa 1989,47)
Las consideraciones aquí expresadas con claridad, muestran que la doctrina de la guerra justa no sirve en cuanto a esquema ético para discernir la moralidad de la guerra actual. En primer lugar porque el significado que actualmente tiene la guerra ha cambiado cualitativamente, debido al alcance y enorme poder destructivo de las armas modernas. En segundo lugar porque aunque fuera todavía admisible la justicia de la guerra hoy, es necesario hacer alumbrar una y en tercer lugar ya no se puede aplicar el criterio de la proporcionalidad entre el mal tolerado ( la guerra) y el bien que se pretende conseguir ( el restablecimiento de un orden pretendidamente justo vulnerado) en la actualidad, la guerra no es un frente a otros males mayores; la guerra es el .
Se ha hecho hincapié de que cada cristiana y cristiana deben comprometerse en la transformación de la sociedad tradicional. Se da por sentado que la sociedad, tal como es, es mala, y el cristiano no puede quedarse quieto en medio de esta situación. No hay duda que las y los cristianos tiene que participar en la sociedad y la política. La diferencia consiste solamente en si la participación debe ser por medios violentos o no violentos.
La paz no es simple ausencia de lucha, ni solo equilibrio de fuerzas o fruto de hegemonía de un grupo. La paz es obra de la justicia, es el fruto del orden, es el resultado de un orden social integral. La paz no es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer.
Bibliografía
Libros
Lehmann, Paul I. 1963. La ética en el contexto cristiano. Montevideo: editorial Alfa.
Carazo, Rodrigo Alberto compilador. 2001. Violencia y paz en América Latina.
Cartago: Libro Universitario Regional.
Juergensmeyer, Mark. 2001. Terrorismo Religioso. Madrid; Siglo Veintiuno de España editores.
Espinosa, Simón. 1989. Hacia una cultura de la paz. Chile: Editorial Nueva Sociedad.
Pedesta, Jerónimo. 1968. La violencia del amor. Buenos Aires: Impresora Sur S.A.
Mott, Charles Stephen. 1995. Ética bíblica y cambio social. Buenos Aires: Nueva Creación.
Gracia, Sánchez Gracia. 1984. La opción del cristiano. Madrid: Sociedad de Educación Atenas.
Harestad, Vargas Ottosen. 2000. Un camino diferente. Perú: Sembra.
Compton, Roberto. 1984. La teología de la liberación. San José: Casa Bautista de Publicaciones.
Vidal, Marciano. 1991. Para conocer la ética cristiana. España: Editorial Verbo Divino.
Revistas
Duque, José. 2002. "Notas sobre los motivos ocultos de la "guerra santa" Vida y Pensamiento 22: 51.
Bolado, Alvarez A. 1988. "La construcción de la paz". Moralia 37: 44.
Villaplana, Alvaro Carvajal. 2004. " Los orígenes de la violencia según Freud y Russell". Senderos 78: 390.
Diccionario
Carmona, Blazquez F. 1999. Diccionario de términos éticos. España: Verbo Divino.
Internet
Watters, Rndall, "Reglas para el vivir cristiano" disponible en
http://www.freeminds.org/foreign/reglas.htm Fecha de acceso: 30 de Agosto de 2006.
Demenchonok, Edward. "ética de la no violencia" disponible en
http://www.bu.edu/wcp/Papers/Lati/LatiDeme.htm, miércoles 30 de agosto de 2006.
Tesis
Duarte, Angel Miguel. 1989. Una lectura evangélica de la pastoral de Monseñor Romero. Tesis, Seminario Bíblico Latinoamericano.
Autor:
Edgardo Hernández Silva
UNIVERSIDAD BÍBLICA LATINOAMERICANA CURSO
ÉTICA Y TEOLOGÍA
TRABAJO FINAL
UNA POSTURA CRISTIANA ANTE LA REALIDAD DE LA GUERRA
PROFESOR ROY H. MAY
SAN JOSÉ, 04 DE SEPTIEMBRE DE 2006