El oído externo comprende dos porciones: una parte externa, más o menos dilatada en forma de concha, llamada pabellón del oído o auricular, y una parte interna, que constituya la continuación de aquélla y adopta la forma de un conducto casi cilíndrico, el conducto auditivo externo.
El pabellón auricular
Llamado vulgarmente oreja, es una dilatación laminar situada en las partes laterales de la cabeza, delante de la apófisis mastoides, detrás de la articulación témporomaxilar, aproximadamente equidistante entre el ángulo del ojo y la protuberancia occipital externa, midiendo aproximadamente en su altura entre 60 y 65 milímetros, y su anchura, de 25 a 35 milímetros.
Considerando desde el punto de vista anatómico, el estudio del pabellón ofrece: su conformación exterior, su constitución anatómica, sus vasos y nervios.
Conformación exterior: la lámina elástica que constituye el pabellón auricular toma la forma de un óvalo, cuyo eje mayor es casi vertical y cuya extremidad más ancha está situada hacia arriba. Se consideran en ella una cara externa, otra interna y una circunferencia.
La cara externa mira oblicuamente hacia fuera, hacia delante y un tanto hacia abajo. Ofrece un gran número de prominencias y depresiones, que le dan un aspecto sumamente irregular y característico. Ante todo observamos en su parte media una concavidad profunda, denominada concha. Constituye una depresión en forma de embudo, cuyo fondo, se continúa directamente con el conducto auditivo externo. Rodeando completamente la concha y limitándola, se ven cuatro eminencias: el hélix, el antehélix, el trago y el antitrago.
El hélix es el borde del pabellón. Nace en la cavidad de la concha por un extremo adelgazado, contornea en semicírculo la parte superior de la oreja para descender de nuevo hasta la parte pósteroinferior de la concha, donde termina a la que se denomina cola de hélix.
El antehélix llena el espacio comprendido entre la concha y el hélix. Este relieve tiene su origen delante y un poco por encima de la cola de hélix. Desde este punto continúa verticalmente hacia arriba, dilatándose y dividiéndose luego en dos ramificaciones: una posterior, redondeada y obtusa, y otra anterior, que se dirige directamente desde atrás hacia delante, formando el límite superior de la concha.
El trago es una eminencia laminar de forma triangular, situada en la parte anterior de la concha, un poco por debajo del hélix, del cual se halla separado por un surco, generalmente muy marcado, denominado surco anterior de la oreja.
El antitrago se halla situado enfrente del trago, en la parte posterior e inferior de la concha. Constituye en la generalidad de los casos un pliegue ovoideo, en el cual la extremidad mayor se dirige hacia abajo y adelante. Su superficie, sumamente convexa, en general es lisa y uniforme.
La concha y los diferentes relieves que acabamos de describir, forman aproximadamente las cuatro quintas partes de la cara externa del pabellón. La quinta parte, inferior, se halla constituida por una formación blanda y fláccida, designada con el nombre de lóbulo de la oreja. El lóbulo, que no es otra cosa que un repliegue de la piel sin interposición de lámina alguna cartilaginosa, se halla inmediatamente por debajo de la cola del hélix, del trago y antitrago. Unas veces se continúa con estas diferentes prominencias sin línea de demarcación alguna; otras veces está separado de ellas por un surco horizontal, que se designa con el nombre de surco supralobular. El lóbulo es muy variado en cuanto a forma; ofrece según los casos la forma triangular, cuadrangular, semicircular o hemielipsoidea.
Cara interna: la cara interna del pabellón mira hacia el interior y un tanto hacia atrás. Las desigualdades que presenta son exactamente las mismas que las de la cara externa, pero inversamente configuradas, esto es, que los relieves que se observan en una de las caras correspondes a las depresiones de la opuesta, y al revés. Entre los relieves mencionaremos solamente la convexidad de la concha, que es la más importante y se halla circunscripta, por fuera, por un canal semicircular correspondiente al antehélix. La cara interna del pabellón se halla bien limitada en las partes superior, inferior y posterior por la circunferencia. Por delante tiene por límite un surco semicircular de concavidad anterior, que podría denominarse surco cefaloauricular. Delante de este surco, el pabellón contrae adherencias contra la pared lateral del cráneo.
Circunferencia: la circunferencia del pabellón sirve de límite respectivo a las caras externa e interna del mismo. Tiene forma ovalada y se halla constituido por partes ya conocidas. Siguiendo esta circunferencia de abajo hacia arriba, a partir del surco anterior de la oreja, hallaremos sucesivamente: la porción ascendente, la porción horizontal y la posición descendente del hélix; un ángulo entrante, correspondiente a la unión del hélix con el lóbulo; y el perímetro del lóbulo, de figura semicircular; y el borde libre del trago.
Las variaciones anatómicas del pabellón auricular pueden referirse a: las dimensiones del pabellón, a su dirección, y a su forma, y todas ellas son de carácter hereditario.
Constitución anatómica del pabellón: considerando desde el punto de vista de su estructura, el pabellón del oído comprende una lámina fibrocartilaginosa (el cartílago de la oreja), que constituye lo que sería su "esqueleto"; lo ligamentos, que aseguran su forma y la mantienen en posición; lo músculos, destinados a darle movimiento; y la cubierta cutánea.
El cartílago de la oreja es una lámina delgada y elástica, que ocupa toda la extensión del pabellón, a excepción del lóbulo, el cual está constituido por un simple repliegue cutáneo. Desde le punto de vista de su conformación exterior, el cartílago auricular reproduce fielmente en una y otra de sus dos caras todas las desigualdades que hemos descrito anteriormente.
Los ligamentos del pabellón de la oreja son de dos clases: ligamentos extrínsecos, que unen el pabellón a las regiones vecinas, y los ligamentos intrínsecos, destinados a entrelazar entre sí las diferentes partes del pabellón.
Los músculos motores del pabellón se dividen en músculos extrínsecos (auricular superior, auricular anterior y auricular posterior) y músculos intrínsecos. En cuanto a su acción, los músculos auriculares imprimen movimientos de totalidad al pabellón, y la dirección según la cual se efectúan estos desplazamientos se deduce naturalmente de la dirección misma de los fascículos musculares que se contraen. Así es que el músculo auricular superior atrae al pabellón hacia arriba, el auricular anterior lo dirige hacia delante y el auricular posterior lo mueve hacia atrás.
El pabellón nos presenta en toda su superficie exterior, salvo a nivel de su parte adherente, un revestimiento cutáneo, la piel del pabellón, unida al cartílago subyacente por una capa conjuntiva, el tejido celular subcutáneo.
La piel que cubre al pabellón es delgada, lisa y suave al tacto. Se extiende regularmente entre las dos caras del cartílago, reproduciendo con fidelidad todas sus irregularidades.
El tejido celular subcutáneo de la cara interna difiere algo del de la cara externa. En la cara interna es relativamente laxo y contiene entre sus mallas verdaderos pelotones de grasa. En la cara externa es mucho más compacto. En la piel del pabellón se encuentran como anexos las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas y pelos.
Los pelos del pabellón son poco numerosos, a excepción del mechón que se desarrolla en la cara interna del trago y que tiene muchas veces, una longitud considerable.
Las glándulas sebáceas se observan por lo común en las dos caras del pabellón, principalmente en la cavidad de la concha y la fosa triangular del antehélix.
Las glándulas sudoríparas son muy raras y sólo existen en algunas regiones, especialmente en la convexidad del hélix, en la cara externa del antitrago y en el lóbulo. Recordemos que estas glándulas sudoríparas, a nivel de la entrada del conducto auditivo externo, se modifican lentamente hasta convertirse en glándulas ceruminosas en ese mismo conducto.
Las arterias del pabellón son de dos tipos: las arterias auriculares anteriores y las arterias auriculares posteriores; y las venas también se dividen en anteriores y posteriores.
Conducto auditivo externo
El conducto auditivo externo continúa la cavidad de la concha y se extiende desde ésta hasta el oído medio. Está constituido por dos porciones bien distintas, una interna y la otra externa: la parte interna es ósea y está escavada en el temporal; la parte externa, fibrocartilaginosa, se halla exclusivamente constituida por partes blandas.
El oído medio es una cavidad llena de aire, comprendida entre los tres huesos que constituyen el temporal, el conducto auditivo externo y el oído interno. Esta cavidad, contiene tres pequeños huesesillos: el martillo, el yunque, y el estribo. Cerrada por fuera por la parte del conducto auditivo externo y cerrada también por dentro del lado del oído interno, el oído medio está en comunicación con la faringe por la trompa de Eustaquio.
A lo largo de este conducto de introduce la mucosa faríngea hasta el oído medio y, con el nombre de mucosa timpánica, tapiza todas sus paredes. Finalmente, por su parte posterior, el oído medio se comunica con un sistema de cavidades óseas formadas por el espesor de la apófisis mastoides: las cavidades mastoideas, que constituyen simples divertículos del oído medio.
La pared externa de la caja del tímpano: está formada por una membrana delgada y transparente, la membrana del tímpano. Esta membrana se ofrece bajo la forma de una membrana regularmente circular, situada en la extremidad interna del conducta auditivo externo, entre este conducto y la caja del tímpano.
La pared interna de la caja del tímpano: separa el oído medio del oído interno. Es de todas las paredes de la caja la más rica en detalles anatómicos. Está dividida por un orificio oval, en dos partes de conexiones muy diferentes. La parte inferior corresponde al orificio profundo del conducto auditivo externo; es directamente explorable por este conducto. La parte superior, menos extensa, está situada enfrente de la porción de la pared externa de la caja que se encuentra por encima del orificio profundo del conducto auditivo, no es, por tanto, directamente visible por este conducto.
La cadena de huesesillos
Los huesesillos están unidos uno a continuación de otro y tienen por función transmitir íntegramente al líquido laberíntico las vibraciones impresas a la membrana del tímpano por las ondas sonoras que conduce a este último punto del conducto auditivo externo. Estos huesesillos se hallan unidos entre sí por verdaderas articulaciones y, por otra parte, están fijos a las diferentes paredes de la caja por medio de ligamentos. Los huesesillos del oído son tres (contados de afuera hacia adentro) y son el martillo, el yunque y el estribo.
El martillo es el más externo de los huesesillos del oído, y también es el más largo: la distancia que separa sus extremidad superior de su extremo inferior mide de 7 a 9 milímetros; y su peso es de 22 a 24 miligramo. Se distinguen en el mismo cuatro partes: la cabeza, el cuello, el mango y dos apófisis:
- la cabeza corresponde a la extremidad superior del cuello y se halla situada algo por encima de la membrana timpánica en la cavidad superior de la caja timpánica. Es irregularmente redondeada, lisa y convexa en casi toda su extensión.
- el cuello es la parte extracta del hueso que sostiene la cabeza. Es muy corto, aplanado por delante atrás y ligeramente retorcido sobre su eje.
- el mango (continuación del cuello) se dirige hacia abajo y un poco hacia atrás. Termina comúnmente por debajo de una extremidad ensanchada en forma de disco o espátula.
- de las apófisis del martillo una lleva el nombre de apófisis corta y gruesa, y la otra el de apófisis larga. La apófisis corta y gruesa (también llamada externa), tiene forma de una pequeña eminencia cónica, de solamente un milímetro de longitud. Nace de la parte inferior y externa del cuello; desde aquí se dirige hacia fuera y un poco hacia arriba. La apófisis larga mide de 4 a 5 milímetros. Tiene una forma de espina, aplanada, curvilínea o hasta ligeramente sinuosa.
El yunque está situado por detrás y por dentro del martillo, y ofrece un cuerpo y dos ramos divergentes:
- el cuerpo del yunque ocupa la parte más superior de la caja del tímpano. De forma cuboidea, se halla muy aplanado en sentido transversal y, por consiguiente, presenta dos caras: una cara externa y otra cara interna.
- las dos ramas del yunque, arrancan de la parte posteroinferior del cuerpo del hueso. Siguen inmediatamente después de su origen un trayecto muy divergente, comprendiendo entre las dos un ángulo de 85 a 90 grados, abierto hacia atrás y abajo, y se las distingue por su situación en superior e inferior.
En estribo (situado por dentro del yunque), se extiende horizontalmente desde el engrosamiento lenticular de este hueso hasta la ventana oval. Es el menor de los tres huesesillos del oído; en efecto, su peso no excede de 2 miligramos, y se divide en: una cabeza, una base y dos ramas.
- la cabeza está situada hacia fuera, es cuadrilátera y muy aplanada de arriba hacia abajo. Su extremidad externa ofrece una pequeña faceta articular cóncava, destinada a unirse con la apófisis lenticular del yunque.
- la base del estribo es una plaquita ósea que rellena la ventana oval y presenta: una extremidad posterior, redondeada y obtusa; una extremidad anterior, angulosa y puntiaguda; un borde superior, convexo; y otro borde inferior, rectilíneo y ligeramente cóncavo.
- las dos ramas del estribo se distinguen en anterior y posterior. Ambas nacen de la cara externa de la base del estribo, cerca de sus extremidades, y desde aquí se dirigen hacia fuera, hacia la cabeza del hueso, describiendo una curva cuya concavidad mira al centro del estribo.
Los huesesillos del oído se unen entre sí por verdaderas articulaciones. Además se hallan fijos a las diferentes paredes de la caja por ligamentos que los mantienen en posición aunque permitiéndoles movimientos parciales. La articulación entre en martillo con el yunque es una articulación por encaje recíproco, mientras que la articulación del yunque con el estribo es una enartrosis.
La cadena de huesesillos del oído se halla sometida a la acción de dos músculos, uno que se inserta en el martillo (músculo del martillo) y otro que se adhiere al estribo (músculo del estribo). El yunque no recibe ningún hacecillo de fibras musculares, y cuando se disloca, sus movimientos son siempre indirectos, es decir, movimientos que le son comunicados por uno u otro de los huesesillos entre los cuales está situado.
La caja del tímpano: está tapizada en toda su extensión, por una membrana mucosa llamada mucosa timpánica. La mucosa timpánica es una película delgada y de coloración grisácea o gris rosada, íntimamente unida al periostio subyacente. En su trayecto oculta en totalidad o en parte algunas de las rugosidades que ofrece el esqueleto, de modo tal que el aspecto en conjunto de la caja es algo menos irregular en estado fresco que en estado seco.
En los puntos donde la cadena de los huesesillos está en contacto con las paredes de la caja timpánica, la mucosa se refleja sobre ella y le forma una vaina completa, siempre muy delgada, pero continua. De aquí resulta que los huesesillos del oído, aún cuando ocupan la caja, están situados al exterior de la mucosa. También encontramos entre las paredes de la caja y la cadena de los huesesillos, algunas prolongaciones mucosas que acompañan hasta estos últimos, los músculos, los ligamentos y los vasos.
Vasos y nervios de la caja del tímpano
La red sanguínea destinada a la nutrición de la caja del tímpano y de los órganos contenidos por la misma, está alimentada por arterias muy numerosas y de varias procedencias que son, la estilomastoidea, la timpánica, la meníngea media, la faríngea y la carótida interna.
Las venas de la mucosa timpánica y de los huesesillos son, en general, más numerosas y más voluminosas que las arterias. Salen de la caja por los mismos orificios que dan paso a las arterias y van a terminar en: los plexos pterigoideo y faríngeo, en las venas meníngeas medias, en el seno petroso superior, en el golfo de la yugular interna, y en las cavidades venosas.
Los nervios destinados a la caja del tímpano son de tres clases: motores, sensitivos y simpáticos.
Trompa de Eustaquio
La trompa de Eustaquio es un largo conducto extendido desde la parte anterior de la caja del tímpano a la retroactividad de las fosas nasales o faringe nasal. Se compone de dos porciones: una porción ósea y otra porción fibrocartilaginosa. Estableciendo una comunicación directa entre la caja del tímpano y la faringe, tiene una doble función: en primer lugar, dar paso a las mucosidades secretadas por la mucosa timpánica, y en segundo lugar, mantener el equilibrio de presión entre las dos masas de aire que separa la membrana del tímpano, el aire contenido en la caja y el aire libre del conducto auditivo externo.
La conformación exterior de la trompa de Eustaquio permite considerar: una cara anteroexterna y otra cara posterointerna; un borde superior y otro borde inferior; y un orificio timpánico o externo y otro orificio faríngeo o interno.
La membrana mucosa que tapiza en toda su extensión la trompa de Eustaquio se continúa, por una parte, con la mucosa de la faringe y, por otra, con la mucosa de la caja timpánica. Lo propio que esta última se adhiere íntimamente a la capa subyacente: al periostio, en el cono timpánico, y al pericondrio, en el cono faríngeo.
Las arterias destinadas a la trompa de Eustaquio, provienen de tres orígenes: de la faríngea (rama de la carótida externa), de la meníngea media (rama de la maxilar interna) y de la vidiana (otra rama de la maxilar interna).
Las venas forman alrededor de la trompa una rica res, cuyas ramas eferentes desembocan en el plexo pterigoideo y, desde allí, en las yugulares. Comunican siempre, por una parte, con la red de la caja y, por otra parte, con la red de la faringe.
Los linfáticos forman una tupida red de mallas longitudinales que ocupa toda la longitud de la trompa, aunque está más desarrollada en la parte inferior del órgano que con los demás segmentos. Comunica por otra parte con la red de la faringe y por otra, con los linfáticos de la caja del tímpano.
Los nervios se dividen en motores y sensitivos. Los nervios motores están destinados a los músculos periestafilinos (interno y externo), y los nervios sensitivos están destinados a la mucosa.
El oído interno está situado en el espesor del peñasco, por dentro y algo por detrás de la caja del tímpano. Si lo examinamos en el esqueleto, presenta cierto número de cavidades de configuración muy compleja, en el que se designan con el nombre colectivo de laberinto óseo. En éstas cavidades óseas van incluidas otras cavidades más pequeñas, de paredes blandas y membranosas, dentro de las cuales vienen a perderse las fibrillas terminales del nervio acústico; su conjunto constituye el laberinto membranoso.
Laberinto óseo
Alojado en un hueco especial, el peñasco, que se halla situado casi simétricamente en relación al plano medio sagital del cráneo, el oído interno óseo está formado por un conjunto de cavidades: el laberinto, que limita con un tejido óseo compacto, muy resistente y difícil de aislar en el adulto del tejido óseo del rededor, al que se da el nombre de cápsula laberíntica.
Esta cápsula está comprende una cavidad central, el vestíbulo, en el que terminan por fuera y por arriba tres conductos semicirculares y del que parte por dentro un tubo arrollado, el caracol; además, está en relación con la superficie exterior del peñasco por dos canalículos o acueductos y por un conducto voluminoso: el conducto auditivo interno.
El vestíbulo óseo
Es una cavidad aplanada transversalmente y de de 5 a 7 milímetros de longitud y 4 de anchura. El vestíbulo ofrece, según los casos, una doble o triple inclinación: primero, está siempre inclinado hacia fuera, y su cara externa mira ligeramente hacia abajo; segundo, siempre vuelto también hacia atrás y afuera, con su eje mayor coincidiendo con un plano oblicuo hacia delante y afuera, perpendicular al borde superior del peñasco; tercero, muy a menudo, reclinado hacia atrás, estando entonces su cara posterior inclinada hacia la horizontal, otras veces es oblicua hacia delante y abajo y con frecuencia muy oblicua.
Pared externa: lleva dos orificios del conducto semicircular externo; uno de ellos, anterior y elíptico, invade la cara anterior del vestíbulo y corresponde al orificio ampollar de este conducto; y el otro, posterior, circular o elíptico y de calibre a menudo inferior al precedente, representa el orificio no ampollar.
Pared superior: siempre es oblicua hacia abajo y atrás, a la manera de una de las vertientes de un techo, pero con inclinación variable según los vestíbulos y según su posición recta u oblicua, presenta los dos orificios del conducto semicircular superior.
Paredes anterior y posterior:la pared anterior es corta, y la pared posterior es más larga. Forma con la superior un ángulo recto u obtuso, según la forma del vestíbulo; es oblicua hacia delante y abajo. Encontramos por arriba el orificio común a los dos conductos semicirculares posterior y superior. Descubrimos abajo, en el ángulo de esta pared con la pared inferior, el orificio ampollar del conducto semicircular posterior en gran parte limitado por una cresta: la cresta ampollar inferior.
Pared inferior:irregular, oblicua hacia abajo y atrás, como la pared superior pero sin ser paralela a ella. Constituye un suelo imperfecto, ya que se halla ocupada por dos orificios voluminosos: la ventana oval y el orificio vestibular del caracol.
La ventana oval:normalmente obturada por la platina del estribo, pone en comunicación en el hueso seco del oído interno con el oído medio. Alargada transversalmente, con tres bordes cóncavos y un borde posterior rectilíneo o convexo. De 2 a 3 milímetros de longitud, mira hacia abajo, adelante y afuera, y por su polo externo es subyacente y posterior al orificio ampollar del conducto semicircular externo.
El orificio vestibular del caracol:está situado inmediatamente por detrás de la ventana oval. Está limitado por detrás por dos hojas muy desiguales: una interna y ancha, la lámina espiral principal; la otra externa y estrechada, la lámina espiral secundaria, nacidas ambas algo por delante del orificio ampollar del conducto semicircular posterior.
Pared interna:es sobre todo una pared nerviosa, ya que la atraviesan numerosos filetes nerviosos nacidos en el oído membranoso. Está ocupada por varias fositas: fositas hemisféricas y semiovoidea, coclear y sulcriforme; en ellas o en su proximidad existen las manchas cribosas.
Conductos semicirculares óseos
Los conductos semicirculares, en número de tres, son cavidades tubulares contorneadas. Se les distingue, en superior, posterior y externo. Cada uno de ellos posee un extremo empollar, dilatado en ampolla, y en extremo no ampollar; sin embargo, sólo se abren en el vestíbulo por cinco orificios: tres ampollares y dos no ampollares. Los conductos semicirculares superior y posterior, antes de su terminación, se reúnen en una rama común ensanchada a veces en embudo y hasta dilatada en ampolla en su extremo vestibular, por lo que los dos tienen un solo orificio no ampollar.
Ligeramente aplanados perpendicularmente al plano del conjunto que los contiene, constituidos por varios segmentos dispuestos en planos diferentes, los conductos semicirculares presentan también, a modo de las costillas, una curva de torsión que lleva cada uno de sus extremos en sentidos opuestos.
Los conductos semicirculares tienen desigual longitud: 18,6 milímetros para el conducto semicircular posterior; 16,7 milímetros para el conducto semicircular superior; y 14,8 milímetros para el conducto semicircular externo.
Caracol óseo
El caracol es un conducto arrollado en espiral que describe, en términos medio, dos vueltas y media de espira. De forma burdamente cónica presenta: un vértice anterior que corresponde al conducto del músculo del martillo; una base posterior, libre, excavada, que forma la fosita coclear en el fondo del conducto auditivo interno. El caracol tiene una altura de 3 a 3,5 milímetros y posee en su base un diámetro de 7 a 8 milímetros.
El caracol izquierdo se arrolla alrededor de su eje, de izquierda a derecha, es decir, en sentido de las agujas del reloj; en cambio, el caracol derecho se arrolla en sentido inverso.
El caracol está constituido por: en su periferia, por una cápsula ósea muy resistente; por una masa cónica denominada columela, situada en el interior de esta cápsula y limitando con ellas las caras laterales del conducto del caracol; por un tabique que va de una a la otra y forma las paredes anterior y posterior de este conducto; y por una hoja llamada lámina espiral que tabica imperfectamente este conducto, lo que permite considerarle dos compartimientos o rampas: una rampa anterior y una rampa posterior.
Laberinto membranoso
Las diferentes cavidades, es vestíbulo, los conductos semicirculares y el caracol, están tapizadas en toda su extensión por una delgada membrana conjuntiva, denominada periostio, que se continúa, por una parte, con la duramadre por el acueducto del vestíbulo, y por otra parte, con el periostio extracraneal por el acueducto del caracol. Estas cavidades contienen además en su interior un sistema de bolsas membranosas, de formas y dimensiones muy diversas, en las cuales vienen a perderse los filetes terminales del auditivo y cuyo conjunto constituye el laberinto membranoso. Estas formaciones blandas del oído interno presentan una disposición distinta según las regiones en las que se examinan.
Las cavidades del laberinto membranoso están llenas de un líquido llamado endolinfa. Además, no están en contacto, por lo menos en toda la extensión de su superficie exterior, en la pared de la cavidad ósea que las contiene y las protege. Entre la superficie interior del laberinto ósea y las formaciones blandas del laberinto membranoso se extiende una segunda capa líquida, que se conoce con el nombre de perilinfa. La endolinfa y la perilinfa constituyen lo que se designa con el nombre de líquidos del oído interno.
Vestíbulo membranoso
El vestíbulo membranoso se compone esencialmente de dos vesículas: una superior llamada utrículo, y otra inferior designada sáculo. Comprende además la porción inicial del conducto coclear y el conducto endolinfático.
El utrículo: ocupa la parte superior del vestíbulo. Tiene la forma de una pequeña vesícula, prolongada por delante y aplanada en sentido transversal: su longitud es de 3 o 4 milímetros. Posee una cara interna (corresponde a la fosita semiovoidea) y otra cara externa (mira a la base del estribo pero nunca llegan a tocarse). Por su superficie exterior, el utrículo está unido al periostio vestibular por tractos fibrosos o conjuntivos, que lo mantienen en posición y por los cuales le llegan sus vasos.
Su superficie interior es por todas partes regular y lisa, menos hacia adentro, a nivel del punto en que corresponde a la fosita semiovoidea. En este punto se levanta una pequeña eminencia ovoidea, blanquecina, que mide 3 milímetros y se denomina la mancha acústica del utrículo, donde se encuentran las divisiones del nervio utricular. En esta misma cara interior del utrículo se encuentran cinco orificios: los orificios ampollares y no ampollares de los conductos semicirculares membranosos.
El sáculo: está situado debajo del utrículo, en la parte más declive de la cavidad vestibular. Su forma es regularmente redondeada y mide, en promedio, 2 milímetros de diámetro. Se encuentra debajo de la pared inferior del utrículo, y por arriba de la lámina espiral. El sáculo está unido al periostio vestibular por trabéculas fibrosas más o menos vasculares y, también presenta en el interior una pequeña prominencia blanquecina, denominada mancha acústica del sáculo.
La porción inicial del conducto coclear; empieza en el vestíbulo por una extremidad cerrada en el fondo del saco. Desde allí se dirige hacia delante, pasa por la hendidura vestibulotimpánica y se introduce luego en las diferentes vueltas del caracol.
El conducto endolinfático: nace de la cara interna del utrículo, partiendo en dirección hacia arriba y atrás; a cara interna del sáculo, a su vez, da origen a un conducto análogo que sigue la misma dirección. Estos conductos van a encontrarse y se unen formando el conducto endolinfático.
Polvo auditivo: entre el utrículo y el sáculo, como también en las ampollas de los conductos semicirculares, se encuentran cristales de carbonato de cal. Estos cristales pertenecen al sistema romboédrico, pero su cristalización es bastante imperfecta. Sus aristas son ligeramente romas, y sus facetas son algo curvas e irregulares.
Conductos semicirculares membranosos
Los conductos semicirculares membranosos están en el interior de los conductos semicirculares óseos, de los cuales tienen la misma longitud y la misma dirección. Son tres y se dividen en superior, posterior y externo.
La constitución anatómica de estos conductos es idéntica a la del utrículo y del sáculo, a excepción de la limitante externa o membrana basal, que en lugar de ser lisa y plana, presenta una serie de pequeños relieves papiliformes que tienen la forma de crestas.
Caracol membranoso; conducto coclear
El caracol membranoso está representado por un largo conducto que se desarrolla en espiral en el caracol óseo y que se designa con el nombre de conducto coclear. Este conducto se origina en el cuelo del vestíbulo por una extremidad cerrada en fondo de saco y que lo comunica con el sáculo. Desde el suelo del vestíbulo se introduce en el tubo óseo formado por la lámina de los contornos y lo recorre en toda su extensión. En el trayecto en conducto coclear se sitúa a lo largo del borde externo o borde libre de la lámina espiral. Este borde continúa hasta la pared externa de la lámina de los contornos y al mismo tiempo intercepta en toda comunicación lateral entre la rampa timpánica y la rampa vestibular. Completa de este modo el tabique óseo que forma la lámina espiral.
El conducto coclear tiene forma de un conducto prismático triangular, cuyo vértice descansa sobre la lámina espiral, y cuya base corresponde a la pared externa de la lámina de los contornos.
El órgano de Corti, producto de la diferenciación del epitelio de revestimientos del conducto coclear, descansa sobre dos tercios internos de la membrana basilar. De todas las partes de l caracol es la más importante y la más compleja. El órgano de Corti se compone por: una serie de arcos llamados arcos de Corti; de células epiteliales más o menos diferenciadas; de una primera membrana llamada membrana reticular que descansa sobre las células epiteliales antes mencionadas, y de una segunda membrana llamada membrana de Corti, que también recubre el órgano de Corti, pero es la más superficial.
- los arcos de Corti: ocupan la parte media del órgano del mismo nombre. Representan una especie de arcos, cada uno de los cuales intercepta en espacio triangular, cuyo vértice mira hacia delante, hacia la rampa vestibular, y cuya base descansa sobre la zona lisa de la membrana basilar.
- las células epiteliales: las masas de células epiteliales que se desarrollan en la vertiente interna y en la vertiente externa de los arcos de Corti, se dividen en tres grupos: las células ciliadas (células cilíndricas que se presentan en forma de dedal); las células de Deiters (células fusiformes); y células de Claudius (células cilíndricas no ciliadas, que se colocan a la vez sobre la parte más interna y sobre la parte más externa del órgano de Corti).
- membrana reticular: es una tenue cutícula que descansa inmediatamente sobre el órgano de Corti.
- membrana de Corti: es una formación cuticular y está colocada delante de la membrana reticular y cubre como ella el órgano de Corti.
Líquidos del oído interno
Los dos líquidos intra y perimembranoso se designan con el nombre de endolinfa y perilinfa.
La endolinfa: llena todas las cavidades formados por el laberinto membranoso; por una parte, el utrículo y los conductos semicirculares; y por otra, el sáculo y el conducto coclear. La endolinfa es un líquido claro, fluido como el agua, completamente incoloro en el adulto.
La perilinfa: llena todo el espacio comprendido entre las conformaciones blandas del laberinto membranoso y las paredes del laberinto óseo. Este espacio es relativamente considerable: representa en el vestíbulo, aproximadamente, el tercio de la cavidad ósea; en los conductos semicirculares los dos tercios de la cavidad formada por los conductos óseos; para el caracol, está constituido por dos rampas vestibular y timpánica. La perilinfa, al igual que la endolinfa, es un líquido claro, incoloro, fluido como el agua. Tiene un sabor algo salado, debido a una reacción alcalina y se enturbia ligeramente por el alcohol.
Vasos del oído interno
El oído interno recibe la mayor parte de sus arterias de la red subencefálica, por medio de la arteria auditiva interna. A esta arteria vienen a unírsele otras arterias accesorias que están principalmente destinadas al laberinto óseo y a su periostio.
La sangre venosa, saliendo de las redes capilares del laberinto, discurre por tres vías principales: la vena auditiva interna, la vena del acueducto y la vena del acueducto del caracol.
Por medio de un estudio que se hizo en el ADELCO (Asociación del consumidor), se comprobó que el los boliches, bares e incluso cines el ruido puede ser 100 veces mayor al umbral de audición. El umbral, según los especialistas, esta entre 0 y 10 decibeles (unidad de medición de la intensidad sonora). Entre los 85 y 90 decibeles, los riesgos de audición son muy elevados, y por los 100 decibeles comienza el efecto del dolor auditivo. Un sonido por encima de los 165 decibeles (una explosión por ejemplo) puede causar trastornos irreversibles, como la perdida de los tímpanos. Ya sólo sea 1 segundo de 140 decibeles los daños pueden ser muy graves. Según el estudio echo por el ADELCO, en 7 discotecas distintas, los decibeles subían y bajaban pudiendo, así, provocar un trastorno auditivo aun mucho mayor que al de los 165 decibeles de una sola vez.
En la pista se registraron entre 104,1 a los 124,2 decibeles, en las barras 99,2 a 116,1 decibeles, en los baños se registro un ruido que iba desde 78,3 a 106,5 y en la entrada, ya el sonido superaba la tolerancia normal auditiva de una persona, iba de 63,7 a 94 decibeles.
Según, estudios hechos por FASO (Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología), estar expuesto a un sonido superior a los 80 decibeles puede provocar, mas allá de problemas auditivos, alteraciones en el sueño y en el ritmo respiratorio, taquicardias, nauseas, cefaleas, irritabilidad y disminución de la potencia sexual. Demás esta decir que, los daños auditivos son irreversibles. Sostuvo, también, la Mutualidad Argentina de Hipo acústica, que no sólo en los boliches se sufren trastornos auditivos, también en las calles y transportes públicos, el los últimos años los decibeles, en estos ámbitos, subieron de entre 5 y 10.
En el resto del mundo los problemas auditivos son en forma general, en Gran Bretaña el 20 % de los jóvenes entre 18 y 25 años tienen problemas auditivos. En Francia, se informo que en 1995, el 22% de las personas de entre 17 y 20 años sufren trastornos. España es el país más ruidoso de Europa y los datos obtenidos de 23 ciudades españolas en las que se ha realizado el mapa de ruidos, señalan que el nivel de ruido equivalente, durante el día, está en valores que varían de los 62 a los 73 dB. En la Argentina las estadísticas están oscilando al rededor de el 30% y el 40%.
El ADELCO investigo los bares y cines, para ver sus resultados, desde luego fueron muy distintos a los datos obtenidos en los boliches, los valores oscilaron entre los 100,8 y los 120,5 decibeles, datos obtenidos entre las 23Hs y 03Hs, en otros bares se controlo entre las 18 y 21Hs. Ahí los números fueron de 96,1 a 108,2 decibeles. ADELCO ubico como franja de edad mas afectada entre los 21 y 35 años que son los que mas frecuentan esos lugares. También se controló los Cines donde se visitaron diversas salas con distintas películas y los resultados iban de 81,4 a 101,5 decibeles incluso en algunos comerciales se registro un nivel de decibel superior a las de la película llega asta 103,9 decibeles. ADELCO resolvió que no es para nada importante la ubicación en la sala ya que en todos los ángulos de la misma el nivel supera los 90 decibeles. Así y todo recomendó bajar los volúmenes en un estado medio que valla de 75 a 90 decibeles.
Los lugares de mayor contaminación acústica se encuentra en la calle. Allí se registraron valores de entre 89 y 102 decibeles superando el umbral del dolor. Los valores mínimos se encuentran registrados por debajo de los 90 decibeles.
Los sonidos muy fuertes provocan molestias que van desde el sentimiento de desagrado y la incomodidad hasta daños irreversibles en el sistema auditivo. La presión acústica se mide en decibeles (dB) y los especialmente molestos son los que corresponden a los tonos altos (dB-A). La presión del sonido se vuelve dañina a unos 75 dB-A y dolorosa alrededor de los 120 dB-A. Puede causar la muerte cuando llega a 180 dB-A. El límite de tolerancia recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 65 dB-A.
El oído necesita algo más de 16 horas de reposo para compensar 2 horas de exposición a 100 dB (discoteca ruidosa). Los sonidos de más de 120 dB (banda ruidosa de rock o volumen alto en los auriculares) pueden dañar a las células sensibles al sonido del oído interno provocando pérdidas de audición.
Reducción de la contaminación sonora
La contaminación sonora se puede reducir, obviamente, produciendo menos ruido. Esto se puede conseguir disminuyendo el uso de sirenas en las calles, controlando el ruido de motocicletas, coches, maquinaria, etc. En muchos casos, aunque tenemos la tecnología para reducir las emisiones de ruido, no se usan totalmente porque los usuarios piensan que una máquina o vehículo que produce más ruido es más poderosa y las casas comerciales prefieren mantener el ruido, para vender más.
La instalación de pantallas o sistemas de protección entre el foco de ruido y los oyentes son otra forma de paliar este tipo de contaminación. Así, por ejemplo, cada vez es más frecuente la instalación de pantallas a los lados de las autopistas o carreteras, o el recubrimiento con materiales aislantes en las máquinas o lugares ruidosos.
Escala de ruidos y efectos que producen
dB-A | ejemplo | Efecto. Daño a largo plazo |
10 | Respiración. Rumor de hojas | Gran tranquilidad |
20 | Susurro | Gran tranquilidad |
30 | Campo por la noche | Gran tranquilidad |
40 | Biblioteca | Tranquilidad |
50 | Conversación tranquila | Tranquilidad |
60 | Conversación en el aula | Algo molesto |
70 | Aspiradora. Televisión alta | Molesto |
80 | Lavadora. Fábrica | Molesto. Daño posible |
90 | Moto. Camión ruidoso | Muy molesto. Daños |
100 | Cortadora de césped | Muy molesto. Daños |
110 | Bocina a 1 m. Grupo de rock | Muy molesto. Daños |
120 | Sirena cercana | Algo de dolor |
130 | Cascos de música estrepitosos | Algo de dolor |
140 | Cubierta de portaaviones | Dolor |
150 | Despegue de avión a 25 m | Rotura del tímpano |
Contaminación sonora en la Ciudad de Buenos Aires
Una de las formas de contaminación más frecuente en las ciudades es la sonora. La ciudad de Buenos Aires sufre ese problema por falta de controles y sanciones adecuados y como consecuencia de falta de planificación urbana.
Una de las causas más graves de contaminación sonora es la de los automotores y, especialmente, la del transporte de pasajeros. Si bien rigen reglamentaciones sobre el nivel de decibeles permitidos, las mediciones que se realizan y la experiencia de cualquier transeúnte de las calles de la ciudad, permiten comprobar que muchos vehículos producen ruidos que exceden largamente lo tolerable. Este tipo de polución podría reducirse con mejoras en los motores y con un control más estricto sobre el cumplimiento de las normas vigentes.
Otro problema que provoca la queja habitual de los vecinos es el ruido producido por locales en los que se hace o se difunde música. También en este tema se cuentan con regulaciones destinadas a resguardar a los lugares aledaños, pero frecuentemente son violadas con éxito y, en ocasiones, por mucho tiempo. Esta situación es particularmente grave en las zonas en las que se concentran bares y salas de espectáculo, en las cuales la tranquilidad y el sueño de los vecinos son constantemente perturbados.
También suelen ser motivo de queja los ruidos provocados por instalaciones comerciales, como es el caso de los equipos de acondicionamiento de aire de grandes comercios. Este problema es más difícil de corregir porque se origina en las disposiciones que permitieron la construcción de ese tipo de establecimientos en las zonas densamente urbanizadas.
Factores que influyen en la lesión auditiva inducida por el ruido
La intensidad del ruido: el umbral de nocividad del ruido se sitúa entre 85 y 90dB(A). Por encima de 90dB el ruido puede ser nocivo para el hombre.
La frecuencia del ruido: los sonidos más perjudiciales son los de frecuencias altas, superiores a 1000. La mayor parte de los ruidos industriales se componen de ondas acústicas con estas frecuencias. Por causa aún poco conocidas las células ciliadas de la oreja interna más sensibles al efecto nocivo del ruido son las que transmiten las frecuencias entre 3000 y 6000 ciclos por segundo.
La duración de la exposición: el efecto perjudicial está en relación con la duración en que el trabajador está expuesto al ruido.
La susceptibilidad individual: aunque es difícil demostrarlo, se acepta como un factor la predisposición del trabajador.
La edad: el efecto del ruido se puede sumar a la presbiacusia. Principalmente en aquellas personas a las cuales se les han eliminado los sistemas automáticos de protección de las células ciliadas del oído interno, como en la cirugía de la otosclerosis y de las timpanoplastias. Por lo tanto habría una mayor vulnerabilidad coclear.
Fisiopatología
Trauma acústico agudo: el cuadro clínico está producido por un ruido de gran intensidad, pero de duración limitada. Requiere una gran energía para su aparición y suele ocurrir en personas con una determinada profesión, como los militares, los mineros, los técnicos con explosivos, o en situaciones especiales, como explosiones fortuitas. La sintomatología clínica se manifiesta inmediatamente después del impacto sonoro, en forma de acúfenos y de hipoacucia, que puede evolucionar hacia la desaparición o mantenerse constante.
Trauma acústico crónico: es el déficit auditivo causado por la exposición prolongada al ruido durante el trabajo. El grado de riesgo de sordera se establece después de estar expuesto ocho horas diarias a 80dB(A). La presencia de la sordera depende de la intensidad y el tiempo de exposición al ruido. Esta situación es progresiva si el ruido persiste, aunque hay el factor de susceptibilidad individual, la edad o la simultaneidad con otras patologías auditivas que alteran su evolución.
Efectos del ruido en la salud humana
El ruido lleva implícito un fuerte componente subjetivo. Un mismo sonido puede ser considerado un elemento molesto para unas personas mientras que por otras no. Esto depende de las características del receptor y del momento que se produce el ruido.
Efectos en el sistema auditivo:
Efecto enmascarador: lo podemos definir como aquel efecto fisiológico por el cual vemos disminuida la capacidad perceptiva de un sonido a causa de la presencia simultanea de otro sonido o de ruido. Normalmente el espectro de frecuencias del sonido de la voz humana se sitúa entre 200 y 6000Hz con una intensidad variable entre 30 y 70 dB. Esta competencia entre el sonido deseado y el que no lo es, tiene resultados perjudiciales siempre.
Cansancio auditivo: el cansancio o fatiga auditiva se define como un descenso transitorio de la capacidad auditiva. En este caso no hay lesión orgánica, y la audición se recupera después de un tiempo de reposo sonoro, dependiendo de la intensidad y duración de la exposición al ruido. Como más largo sea el tiempo de exposición más amplio será el espectro de frecuencias afectadas. El cansancio auditivo afecta a las frecuencias próximas a las del ruido expuesto y puede afectar principalmente a las frecuencias altas más raramente que a las más bajas.
La recuperación del umbral de audición puede tardar unas horas que dependerá de:
- La intensidad del ruido recibido: como más intenso más grande es el desplazamiento del umbral de audición y, por lo tanto, más lenta es la recuperación.
- El tiempo de exposición: como más larga sea la duración de la exposición, más lenta es la recuperación. Este punto se debe tener en cuenta a la hora de hacer las audiometrías en el lugar del trabajo. Se debe esperar un mínimo de doce horas después de haber acabado la jornada para no confundir la fatiga auditiva con una patología irreversible.
- Las frecuencias afectadas: independientemente de las frecuencias del ruido fatigante, parece que las frecuencias alrededor de los 4000Hz tardan mas a recuperarse.
Hipoacusia: requiere una exposición alta en intensidad y duración del ruido o un cansancio prolongado que no permite la recuperación. La evolución típica muestra una primera fase con pérdida de unos 40dB en la zona de recepción de la frecuencia de 4000 ciclos por segundo que se recupera al acabar la exposición al ruido, siempre en relación con la audición de base previa. En una fase posterior esta pérdida no se recupera, aunque no aparecen dificultades comunicativas. Si la agresión del ruido continua, las lesiones se extienden hacia las células sensoriales que captan ondas de frecuencias próximas a las de 4000 ciclos por segundo, así se inicia un progresivo deterioro de las habilidades comunicativas auditivo-verbales. La pérdida auditiva se estabiliza si el trabajador deja de estar en contacto con el ruido.
Grado de hipoacusia y repercusión a nivel de comunicación | ||
Grado de hipoacusia | Umbral de audición | Déficit auditivo |
Audición normal | 0-25dB | |
Hipoacusia leve | 25-40dB | Dificultad en la conversación en voz baja o a distancia. |
Hipoacusia moderada | 40-55dB | Conversación posible a 1 o 1,5 metros. |
Hipoacusia marcada | 55-70dB | Requiere conversación en voz alta |
Hipoacusia severa | 70-90dB | Voz alta y a 30 cm. |
Hipoacusia profunda | 90dB | Escucha sonidos muy fuertes, pero no puede utilizar los sonidos como medio de comunicación. |
Efectos extra auditivos:
El ruido es un estímulo que desde el nacimiento provoca reflejo de defensa, y si presencia provoca efectos psíquicos, como alteraciones en el descanso, en el sueño nocturno, en la capacidad de concentración, provoca ansiedad, favorece el estrés, etc. Ahora bien, estos efectos tendrán respuesta diferente según la actitud del trabajador, su sensibilidad individual, los recursos individuales para reducirlo, el momento de la jornada laboral en la que se produce, etc.
Sobre el rendimiento en el trabajo: interfiere en el desarrollo de los mismos, principalmente los que requieren gran atención o de gran complejidad. A pesar de todo el hombre en su capacidad de adaptación puede llegar a acostumbrarse sin que disminuya su rendimiento. Claro está, que los trabajos que requieren una gran concentración se verán más afectados por el ruido.
En la comunicación humana: el proceso de comunicación depende de una variedad de factores que conviene señalar:
- Factores físicos inherentes al propio sonido, como la intensidad, las frecuencias y la duración.
- De las condiciones acústicas del local.
- De la distancia entre los interlocutores, así como la presencia o no del canal visual en el mismo momento del acto verbal.
- Del uso de protectores acústicos.
- De la audición del trabajador.
- Del uso por parte del hablante de señales verbales efectivas, es decir, hechas con una buena articulación, esfuerzo adecuado, etc.
- Del conocimiento y familiaridad del mensaje.
Intensidad del ruido en dB y valoración subjetiva de su percepción |
Nivel de dB | Valoración (subjetiva) |
30 | Débil |
50-60 | Moderado |
70-80 | Fuerte |
90 | Muy fuerte |
120 | Ensordecedor |
130 | Umbral de sensación dolorosa |
La presencia de ruido de fondo puede dificultar la compresión del mensaje oral, lo cual repercute en la propia seguridad del trabajador y en el proceso productivo. Además, la presencia inesperada de un ruido de fuerte intensidad puede causar distracciones o movimientos bruscos que incrementan la inseguridad en el trabajo.
Interferencia con las actividades mentales y psicomotoras:
Disminución del rendimiento intelectual y de la capacidad de concentración: Estos aspectos influyen al mismo tiempo en el trabajo. También se ha demostrado que produce un estado de irritación y pueden ser origen de fatiga y de disminuir la eficacia en el trabajo.
Alteraciones en otros órganos:
Aunque su efecto no puede cuantificarse, se han establecido relaciones entre el ruido y algunos sistemas:
Efectos del ruido a nivel sistémico |
Sistema afectado | Efecto |
Sistema nervioso central | Hiperreflexia y Alteraciones en l'ECG |
Sistema nervioso autónomo | Dilatación pupilar |
Aparato cardiovascular | Alteraciones de la frecuencia cardíaca i hipertensión arterial (aguda) |
Aparato digestivo | Alteraciones de la secreción gastrointestinal |
Sistema endocrino | Aumento del cortisol y otros efectos hormonales |
Aparato respiratorio | Alteraciones del ritmo |
Aparato reproductor – gestación | Alteraciones menstruales, bajo peso al nacer, prematurez, riesgos auditivos en el feto |
Órgano de la visión | Estrechamiento del campo visual y problemas de acomodación |
Aparato vestibular | Vértigo y nistagmus |
Aparto fonatorio | Disfonías disfuncionales |
Efectos sobre el feto:
Se han demostrado respuestas del feto en relación con estímulos sonoros. Los ruidos intensos pueden alterar el desarrollo del sistema sensorial a causa de su fragilidad durante esta fase.
Estudio clínico
La exploración básica (ORL) incluye la otoscopia y nos permite descartar otras patologías generadoras de la hipoacúsia:
Exploración funcional auditiva: esta exploración se realiza normalmente con la audiometría tonal liminar, es decir, el estudio de los diferentes tonos desde la frecuencia de 125Hz, hasta 8000Hz y en relación a la intensidad en decibelios. Más raramente podemos efectuar el estudio auditivo a través del registro de los potenciales evocados auditivos y nosotros somos partidarios también de efectuar la audiometría vocal para evaluar la pérdida social de la audición.
Exploración de la repercusión comunicativa: se utiliza el test de la valoración de la función comunicativa por déficit auditivo (Tolosa y Coll). El cuestionario está dividido en cuatro apartados. En el primero se pregunta al paciente sobre la capacidad auditiva de sonidos y palabras; por ejemplo, si pide a los a los demás que le repitan algunas palabras. El segundo apartado hace referencia a posibles dificultades en conversaciones, como por ejemplo si le cuesta mantener una conversación en grupo. El tercer grupo de preguntas intenta aclarar la repercusión comunicativa de la hipoacusia cuando utiliza aparatos técnicos habituales como el timbre o el teléfono, y finalmente, un cuarto grupo de cuestiones que se relacionan con conductas adaptativas, como si lee los labios durante una conversación, o simplemente si se aísla por esta razón, entre otras. Mediante las respuestas a las cuestiones antes planteadas, un total de cuarenta, se hace una valoración familiar, social y laboral, de habilidades labiolectoras, de ayudas técnicas y de repercusión psicológica, que nos permiten finalmente efectuar un asesoramiento comunicativo basado en las necesidades propias de cada persona.
Tratamientos
Traumatismo acústico agudo: no existe ningún tratamiento completamente eficaz, pero, en este caso, se puede administrar algún fármaco o también oxígeno hiperbárico.
Traumatismo acústico crónico: no hay tratamiento curativo, por lo tanto, todo se basa en una adecuada prevención. De hecho, no tendría que existir este tipo de patología, ya que se conocen perfectamente las actividades laborales que la desarrollan y por lo tanto, una vez tomadas la medidas preventivas desaparecería la sordera causada por el ruido.
Para mejorar la comunicación auditiva, un recurso a nuestro alcance es la prescripción de audífonos aunque en su rendimiento no siempre responde a lo que la persona necesita.
Medidas preventivas
Evaluación del riesgo: la evaluación de la exposición al riesgo tiene que incluir la identificación de cada lugar de trabajo, con el tiempo de permanencia diaria del trabajador y la medición del nivel de intensidad del ruido.
Audiometría: consiste en determinar el umbral auditivo para tonos puros, tanto por vía aérea como por vía ósea.
Los objetivos de la audiometría son:
- Evaluar la audición de las personas que están expuestas al ruido en su lugar de trabajo (audiometría de ingreso).
- Detectar, lo antes posible, el deterioro del umbral auditivo de los trabajadores de riesgo.
- Detectar otras alteraciones en la audición no causadas por el ruido.
- Evaluar la audición al finalizar el contrato en la empresa o en el lugar de trabajo.
- Informar al trabajador con relación a los cambios audiométricos para mejorar las condiciones de prevención auditiva individual.
- Evaluar las medidas que se toman para evitar las consecuencias nocivas del ruido.
Antes de realizar la audiometría se debe informar al trabajador del motivo de la prueba, de su proceso técnico y de aquello que se quiere conseguir con la prueba. El lugar donde se realiza la prueba también tiene que tenerse en cuenta, pues se requiere un local silencioso y tranquilo donde se tendrá que permanecer un rato después de haber dejado el ambiente de ruido. Una vez detectada la pérdida auditiva con la caída del umbral audiométrico, se tiene que tomar una serie de acciones eficaces, ya que si no el programa audiométrico sólo servirá para "detectar como el trabajador evoluciona hacia la sordera".
La medida más correcta es la de disminuir la intensidad de la fuente de ruido (prevención primaria). Esto es tarea de los diseñadores industriales, de las empresas en el momento de comprar la maquinaria, de su mantenimiento, e incluso hay que aislar al trabajador en cabinas insonorizadas, si es posible. Si a pesar de las medidas apuntadas se detecta una pérdida auditiva, hay que insistir en la protección individual adecuada, y en el uso correcto de los protectores auditivos.
Independientemente que la alteración afecte al área conversacional o no, de si la audiometría muestra un escotoma mayor de 25dB(A) a 400 ciclos por segundo, o es más, se establecerá el diagnóstico de sordera profesional y se transmitirá como Enfermedad Profesional. Cuando la hipoacusia afecte al área conversacional, además de transmitir el punto anterior y un cambio del lugar de trabajo, la persona podrá ser remitida, con su consentimiento, a ser evaluada y cualificada por los equipos de valoración de su incapacidad
Criterios para remitir al ORL
CRITERIOS DE DERIVACIÓN A CONSULTAS DE ORL |
1. Si en el audiograma del ingreso se detecta: Afectación monoaural mayor del 20%, según la fórmula A.A.O.O. de 1979, en cualquier oído. Afectación unilateral manifestada por una mediana de 500, 1000 i 2000Hz menor de 25dB en el mejor oído y mayor de 60dB en el peor. Afectación unilateral manifestada por una asimetría interaural mediana de 45dB en dos frecuencias adyacentes. 2. Si en el audiograma periódico se detecta: Una caída mayor de 20dB respecto al audiograma de base en la mediana de 500, 1000 i 2000Hz. Una caída mayor de 20dB respecto al audiograma de base en la mediana de 2000, 3000 y 4.000Hz o dos CSU consecutivas. Los mismos criterios referidos por el audiograma del ingreso. |
Es evidente que de tratarse de una pérdida de audición irreversible son pocas las actuaciones que puede hacer el especialista otorrinolaringólogo, pero puede confirmar la disminución del umbral audiométrico, puede valorar la incapacidad auditiva y su repercusión dentro de ámbito de la comunicación auditivo-verbal, puede detectar otras patologías auditivas, puede aconsejar la prescripción de un audífono y puede reforzar la necesidad de protección auditiva del trabajador sometido al ruido en el trabajo.
Los trabajadores expuestos al ruido, tienen que tener un registro, donde tiene que constar la exploración ORL, la audiometría de base en el ingreso, y unas audiometrías periódicas con constancia del nivel de ruido diario y si utiliza o no los protectores auditivos.
Sara A. Ichida Gomila
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