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La inserción de la historia en la ficción

Enviado por Joan Robert Chávez


  1. Consideraciones preliminares en torno a la Historia y la Ficción
  2. Breath, Eyes, Memory de Edwidge Danticat: una manera entre muchas de inserción de la historia en la ficción
  3. Consideraciones finales
  4. Referencias bibliográficas

Consideraciones preliminares en torno a la Historia y la Ficción

Para nosotros, adentrarnos al tema de la inserción de la historia en la ficción implica necesariamente hacer un pequeño recorrido por lo que la crítica ha calificado como: la novela histórica. La novela histórica fue definida por Lukács como un género con caracterizaciones muy específicas y, de manera general, este autor sostiene la idea de que se trata de un telón de fondo histórico sobre el cual se construye una historia ficticia que a su vez respeta ese telón de fondo.

No obstante, Lukács, al teorizar sobre la novela histórica, deja claro que la relación entre el pasado y el presente se presenta como función propia del elemento histórico en el interior de la novela. Esta es una noción que no podemos desestimar, pero para la época en la que teoriza Lukács es innegable que ha analizado y teorizado sobre la novela histórica sin dejar de tener en cuenta los "patrones" del romanticismo. No olvidemos que la novela histórica nace durante el romanticismo, de ahí que, en las primeras novelas catalogadas como históricas, por lo general, en su mayoría nos ofrecen la presencia de un episodio amoroso propio de la novela romántica.

De ahí que, a través de la lectura de autores como Hayden White, especialmente sobre el texto que encontramos en el libro "La historia en la ficción y la ficción en la historia" (Perus, 2009), lo primero que nos viene a la mente a través de las palabras de White es que, al parecer, muchos autores leídos por White tomaron la formalización conceptual de Lukács como la única que refiere qué es la novela histórica, al punto que la lectura de White deja entrever que para muchos críticos si alguna novela se sale de los parámetros de Lukács es ya "otra cosa", de ahí la necesidad de White de, actualizar razonadamente la noción de novela histórica.

Pensamos que pretender circunscribir el concepto de novela histórica únicamente a lo elaborado por Lukács resulta metodológicamente inoperante. Al adentrarnos a la perspectiva de White, más bien, nos atreveríamos a afirmar que, así como muchas obras ficcionales anteriores a la novela como género buscaron en cada época sus propios cánones estéticos, la novela de cada época atiende a distintas nociones y expectativas de acuerdo con la cultura que la produce. De hecho, asomarse un poco a lo que ocurría en las producciones literarias medievales confirma este hecho.

Un ejemplo de ello se encuentra en la interesante controversia que todavía hoy se debate sobre la definición misma del término "roman" en francés, lo cual arroja un dato sumamente importante. Veamos.

Emmanuèle Baumgartner (1995), nos comenta que existe una carencia en lengua francesa de un término otro que "roman" para designar a las obras medievales, y distinguirlas de las ficciones modernas:

« …à la différence de l"espagnol, de l"italien, de l"anglais qui disposent tous trois de termes distincts (en anglais par exemple romance et novel) pour distinguer les œuvres du passé et les fictions modernes, le français ne connaît que le mot « roman » pour qualifier les uns et les autres[1]».

Ahora bien, sobre el término "roman", esta misma autora agrega que:

"Durant tout le Moyen âge, le terme "roman" ne désigne pas une forme littéraire, mais la langue vernaculaire, le français, par opposition au latin, la langue des lettrés, des savants, des clercs, et, pendant longtemps, la seule langue de la culture"[2], (Baumgartner, 1995 :4).

y complementa su idea agregando que el término "roman" daba a entender más bien el proceso de traducir, escribir o componer directamente una obra en francés (antiguo) o bien, adaptar a esta lengua un texto proveniente del latín.

Ahora bién, Payen y Diekstra, (1975), al tratar de ofrecer su definición sobre el término "roman", nos proveen de otro dato interesante:

"Il a toujours été difficile de définir le roman, dont le visage et la finalité sont différents d"une civilisation à une autre et d"une époque à une autre. Genre narratif, comme le conte ou l"épopée, il vise à distraire, mais aussi à servir de miroir… »[3] (Payen y Diekstra, 1975 :19)

Payen y Diekstra (1975) nos hablan de "servir de espejo", pero, ¿de qué forma?. Sobre este aspecto nos comenta Améndolla (2009): "Los textos literarios producidos en las cortes nobles ocuparon un papel muy importante en la ideología de estos grupos de poder, más allá de ser una forma de entretenimiento". De allí que, Payen y Diekstra (1975), se refieren en la cita anterior, a la evolución que van a experimentar los llamados "romans antiques" en el marco de un nuevo contexto histórico: el surgimiento de una dinastía y la importancia que viene a cobrar la literatura en ese mundo aristocrático: « …Tout grand roman, au moyen âge, crée des valeurs nouvelles (…) au profit d"une morale aristocratique… »[4].

Todo lo cual nos trae directamente a lo que veníamos comentando: así como muchas obras ficcionales anteriores a la novela como género buscaron en cada época sus propios cánones estéticos, la novela de cada época atiende a distintas nociones y expectativas de acuerdo con la cultura que la produce. Entonces, no nos oponemos en absoluto a las consideraciones, postulados y nociones que el joven Lukács le ha legado a la historia de la literatura sobre su postura acerca de la novela histórica. Sin embargo, tan sólo una lectura como la de Hayden White (Perus, 2009) nos hace pensar que dentro la definición de novela histórica y sus alrededores existe un horizonte cada vez más amplio de aportaciones y de nociones que está a su vez, en constante apertura y re-significación y que lo seguirá estando conforme el tiempo siga transcurriendo. Pretender fijar como un concepto estático definidor de un género el conjunto de conceptualizaciones de Lukács sobre la novela histórica, un conjunto de rasgos evidentemente románticos, traduce entonces la necesidad de acuñar nuevos términos para referirse a todas aquellas producciones novelescas que de una u otra manera ficcionalizan la historia. De ahí que lo que rompe con el conocido modelo clásico fijado por Lukács necesitaría llamarse de otra manera, que es exactamente lo que sucede con Seymour Menton (1993), quién acuña así su propio concepto: "Nueva novela histórica", que ya no será tan nueva cuando surjan otras formas más nuevas. En este sentido, Menton utiliza este concepto para dar cuenta de las producciones latinoamericanas más recientes, cuyas características son menos afines al romanticismo y más afines a las concepciones de la historia y a las narrativas posmodernas: ficcionalización de personajes históricos, juegos de metaficción, de intertextualidad, dialogismo, parodia, heteroglosia y hasta ideas filosóficas propuestas en el interior del texto, todo un conjunto que nos hace pensar en el texto "Al borde del acantilado" de Chartier.[5] La imagen que nos ofrece Chartier bajo este título da cuenta no sólo del pluri- y multi-, sino del trasfondo transcultural inserto dentro del fenómeno, si se pudiera calificar de esta manera, de inserción de la historia en la ficción. Chartier a través de la imagen que ofrece el título de su escrito "Al borde del acantilado" enfatiza la importancia de establecer vínculos entre los estudios concentrados en las estructuras que delimitan y permiten la noción de individuo y las manifestaciones que esos seres, encuadrados en órdenes sociales y culturales, realizan en un nivel más particular, todo lo cual da cuenta de hasta dónde ha llegado a introducirnos las llamadas "narrativas posmodernas" y la observación y revisión de conceptos como el de novela histórica. Pero sigamos abordando el tema de la novela histórica.

Creemos que Hayden White nos da una valiosa clave sobre el rumbo a seguir al tratar nociones como las de la novela histórica en el marco de su discurso acerca de la poética de la historia, cuando aborda el tema de los niveles de conceptualización de la obra histórica. White nos habla de la crónica y el relato, ambas para él: "(…) elementos primitivos de la narración histórica, [que] representan procesos de selección y ordenación de datos del registro histórico en bruto" (1992: 16)[6]. A estos les siguen niveles más complejos de abstracción: modo de tramar, modo de argumentación y modo de implicación ideológica. Comprendemos entonces que sí hay una necesidad e intención evaluadora e ideológica a su vez acompañada de la necesidad de reinterpretar la historia desde la novela misma como texto de ficción. White en su libro "El contenido de la forma: narrativa, discurso y representación histórica" (1987) agrega que:

"Lejos de ser la antítesis de la narrativa histórica, la narrativa ficcional es su complemento y aliado en el esfuerzo humano universal por reflexionar sobre el misterio de la temporalidad. De hecho, la ficción narrativa permite al historiador percibir con claridad el interés metafísico que motiva su tradicional esfuerzo por contar "lo que realmente sucedió" en el pasado en la forma de relato" (White, 1987: 190)

¿Qué tan exagerado sería afirmar que estas palabras de White parecieran invitar a dejar de levantar muros fronterizos entre la historia y la ficción?. De hecho, Chartier parece ver en las palabras de White este mismo sentido al que nos referimos en su texto "Al borde del acantilado":

"Hayden White, quien considera que la historia tal y como la escribe el historiador no depende ni de la realidad pasada, ni de las operaciones propias de la disciplina. Según él, la elección que hace el historiador de una matriz tropológica, de una modalidad en la urdimbre de una intriga, de una estrategia explicativa, es idéntica a la del novelista." (Chartie, 1996, 101).[Énfasis nuestro]

Todo lo cual parece sugerir que la línea que divide a la historia de la ficción y a su vez a la ficción de la historia es una delgadísima raya amarilla, que tal y como en las señalizaciones de seguridad de un sistema ferroviario, puede ser a veces, ligeramente transgredida. Pues Según White (Perus, 2009: 231): "El discurso histórico (…) no produce nueva información sobre el pasado, ya que la posesión de información tanto conocida como nueva acerca del pasado es una condición previa a la composición de dicho discurso.", lo cual pareciera diluir a su vez al discurso histórico al interior de sí mismo. Ante tal aseveración y en función del quehacer literario, nos hacemos la pregunta: "¿Historia o ficción?… ¿Historias o ficciones?"…

Un hecho sí es cierto a pesar de nuestra interrogante: actualmente la novela contemporánea, analizada desde perspectivas narratológicas y semióticas, herramientas éstas de mucha utilidad para desmontar los discursos ficcionales con el fin de determinar el tipo de discurso que subyace en la ficción, puede dar cuenta efectiva de la presencia del discurso historiográfico insertado como intertexto histórico tácito o explicito dentro de las construcciones ficcionales y que en el caso particular, por ejemplo, de la producción literaria de los escritores caribeños en condición de diáspora, nos está indicando, muy en el sentido del pensamiento de White, que el escritor caribeño se encuentra en una época en la cual le ha surgido la necesidad de contar quizás, por llamarlo de alguna manera: "la historia tras las rendijas"…

Breath, Eyes, Memory de Edwidge Danticat: una manera entre muchas de inserción de la historia en la ficción

La forma en la que Milán Kundera describe su trabajo de inserción de la historia en la ficción en su libro "El arte de la novela", es muy pertinente, elocuente e iluminador al observar lo que sucede al interior de una novela como Breath, Eyes, Memory de Edwidge Danticat, para algunos críticos, una novela representativa de la cada vez más creciente producción literaria de los escritores caribeños.

Resumiendo la perspectiva de Kundera en su libro "El arte de la novela" sobre el rol que cumplen en la ficción los aspectos de la historia oficial tenemos que, en primer lugar, Kundera trata todas las circunstancias históricas con un máximo de economía, y que como novelista, él actúa en relación a la Historia como un escenógrafo que decora una escena abstracta con la ayuda de algunos objetos indispensables para la acción. En segundo lugar, Kundera elige, entre las circunstancias históricas, sólo aquellas que crean para sus personajes una situación existencialmente reveladora, en tercer lugar, Kundera, luego de afirmar que "la historiografía escribe la historia de la sociedad, no la del hombre", precisa en este sentido que, los acontecimientos históricos de los que hablan sus novelas son con frecuencia los olvidados por la historiografía. Kundera culmina sus reflexiones sobre su trabajo de inserción de la historia en la ficción aseverando que: "no sólo la circunstancia histórica debe crear una situación existencial nueva, sino que la Historia debe en sí misma ser comprendida y analizada como situación existencial", en el que la debilidad se muestra como una categoría muy generalizada de la existencia. Todo un trabajo particular de inserción de la historia en la ficción.

La razón por la que hemos decidido tomar en cuenta esta visión de Kundera sobre la historia en la ficción es porque creemos que es justamente la forma en la que la autora de Breath, Eyes, Memory, ha decidido tratar la historia al interior de su novela. Veamos.

El relato de esta novela comienza situándonos en Haití durante los primeros años de la década de los ochenta mientras este país caribeño se encontraba bajo la dictadura de Jean Claude Duvalier "Baby Doc". Lo cual va a conformar la diegesis –al estilo Genette- dentro de la cual va a aflorar con mucha fuerza el tema de las circunstancias de la diáspora caribeña donde quiera que se encuentre en el mundo, el cual para nosotros está entre los temas principales en esta novela.

A principios de la década de 1980, la pobreza generalizada, el analfabetismo y sobre todo la violencia orquestada por el gobierno oprimen a la población haitiana. Es dentro de este contexto histórico que Martine, la madre de la protagonista, es violada a los dieciséis años por un Tonton Macoutes, lo cual la motiva a abandonar Haití hacia los Estados Unidos en búsqueda de su equilibrio existencial. Por otra parte, Sophie, la hija producto de la violación que sufrió su madre, es dejada a cargo de su tía en Haití, pero su madre Martine decide ir por ella cuando ya Sophie tiene la edad de 13 años. Sin embargo, en vista de la renuencia de Sophie de abandonar Haití y a su tía, ésta le cuenta a Sophie sobre el tiempo de sus padres en los trabajos forzados en las plantaciones de caña de azúcar en Haití para explicarle la razón por la que su ida a los Estados Unidos será lo mejor para ella:

"Whenever she was sad, Tante Atie would talk about the sugar cane fields, where she and my mother practically lived when they were children. They saw people die there from sunstroke every day. Tante Atie said that, one day while they were all working together, her father – my grandfather – stopped to wipe his forehead, leaned forward, and died. My grandmother took the body in her arms and tried to scream the life back into it. They all kept screaming and hollering, as my grandmother's tears bathed the corpse's face. Nothing would bring my grandfather back." (Danticat, 4)

"Cuando ella estaba triste, la tía Atie hablaba sobre los campos de caña de azúcar, donde ella y mi madre prácticamente vivieron cuando eran niñas. Ellas vieron gente morir allí de insolación cada día. La tía Atie dijo que un día mientras ellas estaban trabajando juntas, su padre -mi abuelo- se detuvo para limpiar su frente, se fue hacia adelante y murió. Mi abuela tomó el cuerpo en sus brazos tratando de devolverle la vida a gritos. Ellas se mantuvieron gritando, mientras las lágrimas de mi abuela bañaban la cara del cadáver. Nada devolvería a mi abuelo a la vida."(Danticat, 4)[7]

De ahí que, la autora de esta ficción, Edwidge Danticat, ha colocado a sus personajes principales Sophie y Martine dentro de circunstancias históricas precisas que operan en el relato para ubicar a ambos personajes en situaciones existencialmente reveladoras muy al estilo Kunderiano. Martine huye de Haití por su necesidad de supervivencia física y mental, y Sophie es trasladada fuera de Haití bajo la promesa de que tendrá un bienestar integral en los Estados Unidos.

Al preguntarnos cómo la literatura de los escritores caribeños en condición de diáspora está logrando una representación ficcional de las circunstancias que han provocado y que siguen provocando este fenómeno, el tema de la inserción de la historia en la ficción juega un papel fundamental, ya que los escritores caribeños en condición de diáspora están re-creando cada vez más las circunstancias históricas clave de sus países de origen creando personajes bajo situaciones existencialmente reveladoras en las que la historia misma, como diría Kundera: "debe ser comprendida y analizada como situación existencial".

Lo interesante es que, al buscar en cualquier libro de Historia oficial o de enciclopedias digitales en la web sobre la dictadura de Duvalier-hijo, lo que nos presentan son aspectos, si se quiere, meramente referenciales de la época que no dan cuenta de la historia vivida y sentida, en el caso de Haití, por el pueblo haitiano. Las referencias históricas desde el punto de la Historia oficial y la dictadura de Duvalier-hijo son como la siguiente:

Jean-Claude Duvalier llamado Bébé Doc o Baby Doc (Puerto Príncipe, 3 de julio de 1951), político haitiano. Fue presidente vitalicio y dictador de Haití entre 19711 a 1986, siendo el Jefe de Estado más joven de la historia moderna, asumiendo el poder con sólo 19 años de edad. Su gobierno se caracterizó por luchas internas entre miembros de su familia, y la influencia de su madre, junto con la postración de la economía haitiana. Se casó con Michèle Bennett, una mulata perteneciente a la élite haitiana. Tuvo una influencia negativa en su gobierno, conocida por sus grandes gastos en joyas y trajes. Sin embargo durante el gobierno de Duvalier, el país vivió una cierta estabilidad y desarrollo económico. Las calles se mantenían limpias, la seguridad estaba garantizada, los servicios de alumbramiento eléctrico no sufrían cortes, el desempleo era bajo y existía el servicio de agua potable. Por auspicio de su esposa Michèle se construyeron algunos hospitales y escuelas. Sin embargo se rumoreaba que los parientes de la primera dama era una de las familias más corruptas del país. Una insurrección acabó con su gobierno el 7 de febrero de 1986, a raíz de la retirada del apoyo militar y económico de EE. UU. y del golpe militar del jefe del ejército, Henri Namphy.Tras su derrocamiento, Duvalier y su familia se exiliaron en Francia, cuyo gobierno le dio asilo temporalmente a él y su familia, donde permanecen hasta hoy. Al inicio de su exilio Duvalier rentó una villa en Mougins, donde su mujer Michèle continuó con su extravagante estilo vida, comprando autos lujosos y asistiendo a fiestas de la alta sociedad francesa. La esposa de Duvalier era muy conocida en las boutiques más exclusivas del país, hacía compras de US$270,200 en la conocida joyería Boucheron, US$9,752 en Hermès, US$68,500 por un reloj y US$13,000 por hospedarse una semana en un hotel de París.[8]

El contenido de la cita anterior dista con mucho acerca de lo que vivieron los haitianos de la época de esta feroz dictadura, por lo tanto, para nosotros constituye una de las razones por las cuales estamos de acuerdo con Kundera cuando nos dice de manera tajante que: "la historiografía escribe la historia de la sociedad, no la del hombre", precisando en este sentido que, los acontecimientos históricos de los que hablan sus novelas son con frecuencia los olvidados por la historiografía. Las referencias de tipo histórico que nos concede la cita anterior difieren, o al menos no dan cuenta de aspectos gravísimos como la tragedia física que le ha ocurrido a una de las heroínas de Danticat en esta novela: Martine, quien al no verle salida a su conflicto existencial ni siquiera en los Estados Unidos termina por quitarse la vida. Martine no pudo con el peso de su pasado en Haití. La violación de la que fue víctima la marca hasta quitarse la vida. ¿Cuántas Martine de la época de los Duvalier no se encontraran en el mundo luchando contra los fantasmas de su pasado haitiano en búsqueda de un equilibrio existencial?. ¿Historia o ficción?…

Desde el punto de vista de los acontecimientos históricos olvidados por la historiografía, la escritora venezolana Luz Marina Rivas (2004) nos ofrece su visión al respecto en su libro "La novela Intrahistórica":

¿Qué es la novela intrahistórica?

Podemos entonces acercarnos a conceptualizar la novela intrahistórica como la narración ficcional de la historia desde la perspectiva de los subalternos sociales, que aunque víctimas de la misma, no son sus agentes pasivos; tienen un bagaje histórico por vía de la tradición entendida como vínculo entre pasado y presente dado por la costumbre y los modos culturales transmitidos generacionalmente. (…) al menos en nuestro continente no todos los subalternos tienen voz, pero muchos de ellos sí la tienen y la utilizan a pesar de la violencia con la que muchos sistemas se empeñan en acallarla. Por ejemplo, de alguna manera el testimonio de Rigoberta Menchú le ha salvado la vida. La intrahistoria es, por lo tanto, una visión de la historia desde los márgenes del poder y tiene como protagonistas a personajes cuya tensión entre espacio de experiencia o habitus y horizonte de espera resulta en una conciencia del subalterno de un pasado y de un futuro muy distantes a los de la historia oficial. [Énfasis nuestro]. (Rivas, 2004: 88).

Rivas (2004) nos habla entonces de la novela intrahistórica como aquella novela que presenta una visión de la historia desde los márgenes del poder y cuya conciencia del subalterno de un pasado y de un futuro distan de los que nos presenta la historia oficial. De tal manera que, la postura de Rivas (2004) sobre la novela intrahistórica, refuerza la postura de Hayden White sobre la novela histórica, al tiempo que amplifica la visión de Kundera, cuando este autor nos señala que los acontecimientos históricos de los que hablan sus novelas son con frecuencia los olvidados por la historiografía. De hecho, Kundera nos coloca como ejemplo lo que piensa sobre los años que siguieron a la invasión rusa en Checoeslovaquia en 1968, en la que "el terror contra la población fue precedido por matanzas de perros oficialmente organizadas, un episodio totalmente olvidado y sin importancia para un historiador o para un politólogo pero de un supremo significado antropológico.".

Kundera, al mencionar que "la Historia debe en sí misma ser comprendida y analizada como situación existencial", agrega un dato crucial al colocar la debilidad como una categoría muy generalizada de la existencia, sobre lo cual nos dice que: "cuando hay que hacer frente a un enemigo superior en número, siempre se es débil, aunque se tenga un cuerpo atlético como Dubcek". Alexander Dubcek, personaje de la novela de Kundera "La insoportable levedad del ser", es un personaje que, después de ser detenido por el ejército ruso, secuestrado, encarcelado, amenazado y forzado a negociar con el personaje Breznev, regresa a Praga, y en la ocasión de hablar por la radio para contar lo que le ha sucedido, no puede hacerlo, le falta el aliento, y en medio de cada frase hace largas pausas atroces, lo cual llevan a Kundera a señalar a la debilidad, como categoría generalizada de la existencia. Sobre este aspecto, ya el mismo Walter Benjamin lo mencionaba en su texto sobre el narrador:

Con la Guerra Mundial comenzó a hacerse evidente un proceso que aún no se ha detenido. ¿No se notó acaso que la gente volvía enmudecida del campo de batalla? En lugar de retornar más ricos en experiencias comunicables, volvían empobrecidos. Todo aquello que diez años más tarde se vertió en una marea de libros de guerra, nada tenía que ver con experiencias que se transmiten de boca en boca. Y eso no era sorprendente, pues jamás las experiencias resultantes de la refutación de mentiras fundamentales, significaron un castigo tan severo como el infligido a la estratégica por la guerra de trincheras, a la económica por la inflación, a la corporal por la batalla material, a la ética por los detentadores del poder. Una generación que todavía había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró súbitamente a la intemperie, en un paisaje en que nada había quedado incambiado a excepción de las nubes. [9](Énfasis nuestro)

El concepto benjaminiano de empobrecimiento de la experiencia que aparece en sus textos "El narrador", así como en "Experiencia y pobreza" ilustra perfectamente la debilidad a la que se refiere Kundera como categoría generalizada de la existencia y a su vez, al señalar que "todo aquello que diez años más tarde se convirtió en una marea de libros de guerra, nada tenía que ver con experiencias que se transmiten de boca en boca", nos abre una perspectiva de análisis interesante sobre, entre otros temas, los límites entre la historia y la ficción, pues, no es la novela histórica en el sentido Lukács, ni la nueva novela histórica de Menton, sino la novela intrahistórica en el sentido de Rivas (2004) la que en la actualidad nos está mostrando la ficcionalización de un "subalterno" con voz: pareciera que lo que antes teorizaba Benjamin, la novela intrahistórica (Rivas, 2004) lo está ficcionalizando. De hecho, al caracterizar como "subalterna" la comunidad a partir de la cual se narra la historia en Breath, Eyes, Memory, aparecen datos interesantes que modifican la propuesta de Spivak (1988) de que los subalternos no tienen voz: Martine consigna su voz -"en la ficción"- al confesar que fue violada por un Tonton Macoute, saliendo así de su silencio, y Sophie consigna la suya al regresar a Haití e ir a los campos de caña de azúcar donde las mujeres pertenecientes a su linaje habían también sido humilladas para gritar en esos campos, tal y como se lo había recomendado su terapeuta en Estados Unidos y lograr su catarsis emocional. Lo cierto en todo esto es que, estas voces resuenan, irradian y se refractan por todo el planeta gracias a la literatura, y se trata entonces del "subalterno con voz" tomando la palabra a través de la literatura. En la cita de Benjamin, este autor teoriza sobre una Primera Guerra Mundial que dio lugar a la decadencia de la sociedad, un hecho que la literatura, por el momento "intrahistórica" está mostrado ficcionalmente…

Consideraciones finales

Ante lo que se nos narra en esta novela de la escritora haitiana Edwidge Danticat, nos seguimos preguntando si detrás del título de la compilación de Françoise Perus (2009), esa suerte de quiasmo narrativo, "La historia en la ficción y la ficción en la historia", ¿no se esconderá acaso una pregunta mucho más profunda? luego de reflexionar en torno a la cultura y algunas nociones afines entre Historia, Lenguaje y Ficción consideramos que el debate se abre más bien en torno a la pregunta: ¿La historia en la ficción o la ficción en la historia?. De nuestra parte, nuestra mayor interrogante es, luego de la novela histórica, la nueva novela histórica y la novela intrahistórica ¿qué viene?, si dentro de los límites entre la Historia y la Ficción se yergue una delicada raya amarilla, que parece señalar, a riesgo de abrirle la puerta a discusiones acaloradas, que, de continuar la Historia Oficial el camino que lleva, ésta terminará debiéndole mucho a la literatura…

Referencias bibliográficas

Améndolla, Diego C. (2009). Chrétien de Troyes y la Francia del siglo XII. México:

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

Baumgartner, Emmanuele. (1995). Le récit médiéval. Paris: Hachette.

Benjamin, Walter. "El narrador" (1936), en Sobre la violencia y otros ensayos, Madrid: Taurus, 1998.

Chávez, Joan Robert. (2003). "La vie scélérate de Maryse Condé: ¿novela intrahistórica?" in Revista Núcleo. Caracas. Fondo Editorial de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.

Danticat, Edwidge (1998). Breath, Eyes, Memory. New York, Vintage Books.

Genette, Gérard (1972). Discours du récit – essai de méthode – in Figures III.

Paris, Seuil.

______________(1983). Nouveau discours du récit. Paris, Seuil.

Kundera, Milán. (1960). El arte de la novela. Barcelona: Tusquets.

Lukács, Geörgy (1977). La novela histórica. México: Biblioteca Era. Primera edición en Alemán, 1995. Traducción de Jazmín Reuter.

Menton, Seymour (1993). La nueva novela histórica de la América Latina 1979-1992. México:FCE.

Perus, Francoise (Comp.). (2009). La historia en la ficción y la ficción en la historia. México. UNAM-Instituto de Investigaciones Sociales.

Payen, Jean Charles y F.N.M Diekstra. (1975). Le Roman. Louvain: Brepols Turnhout.

Rivas, Luz Marina (2004). La novela intrahistórica: tres miradas femeninas de la historia venezolana. Mérida, Ed. El otro el mismo.

Spivak, G. Ch. (1988). Can the subaltern speak? En C Nelson y L. Grossberg (Comps.), Marxism and the interpretation of culture. Londres : Mcmillan. Retomado en B. Ashcroft, G. Griffiths y H. Tiffin (Comps.), The post-colonial studies reader (pp. 24-29). Londres y Nueva York: Routledge.

White, Hayden (1987). El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. México: FCE. Primera Edición en inglés.

White, Hayden (1992). Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México: FCE. Primera Edición en inglés, 1973. Trad. Stella Mastrangelo.

Internet:

Jean Claude Duvalier: http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Duvalier

Roger Chartier: http://cienciasdelacultura.blogspot.com/2007/10/la-actualidad-de-la-historia-una.html

 

Autor :

Joan Robert Chávez

 

[1] “A diferencia del español, del italiano y del inglés los cuales disponen de términos distintos (en inglés por ejemplo romance et novel) para distinguir las obras del pasado y las ficciones modernas, el francés no conoce sino la palabra “roman” para designar tantos a los unos como a los otros”.

[2] “Durante toda la Edad Media el término novela no designa una forma literaria, sino la lengua vernácula, el francés, en oposición al latín, la lengua de los letrados, de los científicos, del clero, y, durante mucho tiempo, la lengua única de la cultura”.

[3] “Siempre ha sido difícil definir a la novela, cuya cara y finalidad son diferentes de una civilización a otra y de una época a otra. Género narrativo, como el cuento y la epopeya, busca distraer, pero también busca servir de espejo”

[4] Traducción: “…Todo gran “roman” en la Edad Media crea valores nuevos (…) al servicio de una moral aristocrática…)

[5] “Al borde del acantilado” es un breve texto contenido en Pluma de ganso, que es, a su vez, una recopilación de seminarios y conferencias que Roger Chartier dio durante su estancia en México en 1996, en el cual se recrea el horizonte en el que la historiografía se encuentra ubicada en la actualidad.” http://cienciasdelacultura.blogspot.com/2007/10/la-actualidad-de-la-historia-una.html

[6] Tomado del libro “Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX”. México: FCE.

[7] La traducción es nuestra.

[8] http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Claude_Duvalier

[9] Benjamin, Walter. “El narrador” (1936), en Sobre la violencia y otros ensayos, Madrid: Taurus,1998.