- Resumen
- Introducción
- Antecedentes históricos del proceso de formación de los jefes de compañía en el Ministerio del Interior
- Formación Posgraduada de los Jefes de compañía
- Características pedagógicas de los Jefes de Compañía
- Definición y paradigmas de la comunicación
- Características de la comunicación
- Indicadores de una buena comunicación
- Mecanismos de la Comunicación
- Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
El estudio de la comunicación entre los hombres ha sido revitalizado en los últimos años, aunque en realidad ha sido tema de interés desde mucho antes, y es natural que así lo sea, porque estudiar la comunicación nos explica cómo se da la comprensión entre los hombres y su actividad conjunta. El presente artículo tiene como objetivo orientar el estudio de la comunicación hacia una esfera de la actividad del hombre, en la cual se hace esencial: la vida del oficial del Ministerio del Interior con el encargo social de educar hombres y mujeres a través del mando en los Centros de enseñanzas del Ministerio del Interior, profesionales para los que la comunicación se erige como arma e instrumento de trabajo primordial en la función que realizan. Se propone como resultado un material al que pueden acceder todos los contenidos sobre la comunicación para la educación en el ejercicio del mando e indagar en el aspecto teórico y práctico mediante ejemplos que pueden ser vigentes en el desempeño de u labor.
Introducción
Las condiciones histórico-concretas en que vive el mundo en la actualidad, marcado por complejos procesos de cambios y transformaciones, sobre todo en el plano social, demanda reformas en las políticas educativas y reajustes de valores sociales importantes en los que se sustentan esas políticas. Unido a todo esto, el desarrollo científico alcanzado, trae consigo que cada vez más la reflexión sobre los problemas del hombre y las vías para su desarrollo y formación ocupen el problema central.
Los autores de este artículo de acuerdo a sus experiencias en cuanto a esta actividad afirman que el trabajo del jefe de compañía, el cual se realiza con hombres y mujeres, sujetos con diversas características de la personalidad, e incluso con particularidades en cuanto al género, presentan dificultades la comunicación en el ejercicio del mando de pequeñas unidades en los CES del MININT.
Teniendo en cuenta lo anteriormente señalado se realiza un análisis sobre la importancia de la comunicación educativa en el ejercicio del mando en las compañías militares así como las funciones y requisitos de este proceso en pos de garantizar el desempeño más exitoso del Jefe de compañía en todas las actividades que como profesional exigen de la interacción comunicativa.
DESARROLLO:
Antecedentes históricos del proceso de formación de los jefes de compañía en el Ministerio del Interior
La formación de los Jefes de compañía de la Unidad de Estudio del CES del Ministerio del Interior de Camagüey está caracterizada por un medio nivel profesional, sobre esto nos referimos al nivel de egreso de estos oficiales ya que ninguno es graduados de nivel superior.
En este caso estos son egresados de los Centros de Instrucción Provinciales del MININT alcanzando una titulación de nivel básico o medio con un encargo social emergente como oficiales operativos, agentes del orden público o Funcionarios del orden interior en los Establecimientos Penitenciarios, o sea no se gradúan para mandar hombres, por lo que necesitan una formación más profunda para educar y dirigir alumnos en un centro de enseñanza superior.
El jefe de compañía no es estrictamente un profesional egresado de carreras del perfil de mando como ya hemos señalado, sino de perfiles operativos y de enfrentamiento. Es un profesional del Ministerio del Interior entrenado y preparado para enfrentar situaciones de carácter delictivo; a quien se le otorga una titulación, con perfiles propios para el enfrentamiento. Es decir, se identifica que el objeto de la profesión es el proceso de enfrentamiento a la actividad subversiva enemiga, la actividad delictiva común y las conductas antisociales, caracterizado por su complejidad en los nuevos escenarios políticos, económicos, sociales, operativos y científico-tecnológicos.
Formación Posgraduada de los Jefes de compañía
La formación de postgrado de los jefes de compañía se fundamenta a través de dos funciones fundamentales tales como; la desarrolladora en la que se vincula el desarrollo de las potencialidades de los Jefes compañía para posteriores estadios superiores de la preparación para lograr resultados cada vez mejores en la labor que realizan, y la integradora que conlleva la interrelación de la superación con las acciones de trabajo metodológico y la actividad científica de la institución. Esto implica establecer formas organizativas que propicien el trabajo con las experiencias de los Jefes de compañía, y sobre todo con aquellos que acumulan experiencias exitosas.
Las formas organizativas principales de la superación profesional para el caso que ocupa a la investigación son el curso, el entrenamiento y el diplomado. Otras formas de superación es la auto preparación, la conferencia especializada, el seminario, el taller, el debate científico y otras que complementan y posibilitan el estudio y la divulgación de los avances del conocimiento, la ciencia, la tecnología y el arte. Los programas correspondientes a la superación profesional son proyectados y ejecutados por centros de educación superior y centros especialmente autorizados para ello y excepcionalmente por aquellas instituciones científicas autorizadas por el Ministerio de Educación Superior y el Ministerio del Interior o por la Comisión Nacional de Grados Científicos si se trata de programas de doctorado.
La formación especializada de los jefes de compañía tributa a la capacitación que los acredita como jefes de pequeñas unidades en la especialidad de mando táctico para ocupar el cargo de jefe de Compañía (pelotón) en las diferentes unidades del Ministerio del Interior y responde a la tradición en los ámbitos nacional, para los sistemas policíacos y de seguridad en general.
En este sentido la comunicación se trata de manera superficial ya que en los planes de estudio para esta formación recogen elementos escogidos sobre el tema en un espacio muy abierto siendo la comunicación en este caso y en especial la no verbal la herramienta fundamental para el desempeño del Jefe de compañía.
El Jefe de compañía depende en gran medida de la comunicación interpersonal con sus cadetes como herramienta fundamental para la educación sobre la base del cumplimiento de indicaciones y misiones asignadas para el servicio al igual que la comunicación informatizada aunque en esta se desarrolla un poco menos.
De todo lo antes expuesto se deja traslucir que el proceso de formación de los jefes de compañía no concluye el egresar de los cursos de superación, sino por el contrario, ya que este necesita una preparación adicional para ejercer correctamente el ejercicio del mando de pequeñas unidades, por lo que es la educación de posgrado la que complementa o especializa a este sujeto como jefe de compañía.
Características pedagógicas de los Jefes de Compañía
Los jefes de compañía del Centro de Enseñanza Superior del Ministerio del Interior de Camagüey, básicamente se relacionan a través del empleo de la comunicación oral, lo que exige de manera creciente la aprehensión de conocimiento del desarrollo de habilidades y valores que les permitan conducirse eficientemente en las relaciones comunicativas que establecen a diario. La expresión mediante las indicaciones que tramitan, deseos y necesidades las exteriorizan a través de los gestos, los sonidos, el volumen, el ritmo, la entonación, las pausas, y el silencio además del uso de la palabra.
Por tales razones, requieren de recursos que desde su proceso de enseñanza aprendizaje les permitan asegurar el desarrollo de la comunicación con sus subordinados.
Se sugiere el empleo de métodos participativos, actividades extra-escolares y extra-docentes que acerquen a los jefes de compañía al proceso de la comunicación. Además, favorece que los jefes de compañía se sientan motivados, necesarios y preparados para ofrecer solución a los problemas que presentan sobre la comunicación educativa. Por tal sentido se plantea que el jefe de compañía debe tener preparación pedagógica para su trabajo cotidiano con sus subordinados.
Problemas que afrontan los Jefes de compañía en cuanto a la comunicación en el ejercicio del mando:
La forma no adecuada en que se dirige el jefe de compañía a sus subordinados.
El diferente nivel de superación incluye contenidos básicos sobre comunicación que se imparten a partir de asignaturas específicas de mando y dirección. Sin embargo, en los programas no se tiene en cuenta la importancia del empleo del lenguaje para los jefes de compañía.
No siempre utilizan un vocabulario adecuado con sus subordinados, lo que evidencia poca preparación en los elementos educativos y de comunicación.
Se manifiestan estilos inadecuados de la comunicación, abusándose frecuentemente del autoritarismo.
Presentan poco desarrollo de la habilidad escuchar.
En ocasiones los jefes de compañía se expresan de forma inadecuada (con chabacanería hacia los profesores y cadetes)
Con frecuencia se exige el empleo de la cortesía militar pero no la practican y se dirigen de forma irrespetuosa a sus alumnos, lo que demuestra un divorcio entre lo dicho y hecho.
Muestran favoritismo hacia algunos cadetes, lo que provoca que las tareas recaigan encima de los mismos compañeros lo que da lugar (en ocasiones) al descontento y la insubordinación.
Utilizan el grito, la ironía, para significar dominio, intolerancia y control sobre los demás.
La comunicación entre jefe de compañía y subordinado debe caracterizarse por:
1. Facilitar la expresión auténtica de los subordinados y tener la suficiente flexibilidad para comprender y admitir que son personas que pueden equivocarse, tener desaciertos como cualquier ser humano y que estos deben ser tratados educativamente.
2. Propiciar la participación de todos los miembros del grupo, a intercambiar información con igualdad de derechos en un ambiente cordial. Esto es importante para saber cómo han recibido y procesado la influencia educativa, cuáles son sus dificultades y qué hacer entonces.
3. Abordar desprejuiciadamente temas personales y sociales de diferentes tipos, lo cual constituye una fuente de conocimientos de los cuadros de mando, acerca de sus subordinados; para lo cual necesita la preparación que le permitirá comunicarse acertadamente con estos.
4. La comunicación respetuosa, con tacto, en la que se valore las opiniones de sus subordinados, aunque no se compartan o estén erradas pero aprovechando o creando las oportunidades para proponerle la forma adecuada, para que reflexionen acerca de ella.
5. Reforzar más los logros personales, estudiantiles y disciplinarios de sus subordinados que las dificultades, ya que el reconocimiento de las conductas adecuadas hace discriminar lo correcto de lo incorrecto y al recibir un reforzamiento positivo tiene más posibilidad de repetirse; mientras que la comunicación que se apoya más en las dificultades, generalmente no es educativa, trae consigo frustraciones y desánimo.
6. El uso de la persuasión como vía para desarrollar la labor educativa, para convencer, hacer reflexionar sobre las conductas incorrectas y promover aquellas positivas a asumir.
7. Ayudar a los subordinados a aceptar los retos que exige la solución de problemas, para educarlos en la superación de las dificultades, aprovechando las experiencias positivamente para la solución de otros, sin espíritu derrotista.
8. Dar muestra constante de preocupación por los problemas y logros de sus subordinados no sólo desde el punto de vista formal; de la disciplina militar, el estudio y sus implicaciones; sino por otros de índole personal y familiar que lo puedan afectar.
9. Propiciar una atmósfera de confianza, seguridad y empatía lo cual no debe implicar nunca exceso de confianza que pueda acercarse a la falta de respeto, o al debilitamiento de la imagen del cuadro de mando.
1. Educar a través del mando exige:
Rigor Metódico.
Rigor Investigación.
Respeto al saber de los subordinados.
Crítica.
Ética y Estática.
Conocer al subordinado.
Rigor Metódico
El jefe de compañía no puede negarse el deber de reforzar en el ejercicio del mando la capacidad crítica del subordinado, su curiosidad, su insumisión. Unas de sus tareas primordiales en trabajar con los subordinados es el rigor metódico con que deben aproximarse a los objetos cognoscibles mediante la producción de las condiciones en que es posible aprender críticamente. Estas condiciones implican jefes creadores, instigadores, inquietos, rigurosamente curiosos, humildes y persistentes.
En este sentido el jefe de compañía interviene en la labor docente y adquiere en papel educador de no solo enseñar contenidos sino también enseñar a pensar correctamente.
Rigor Investigación
No hay educación a través del mando ni enseñanza sin investigación estos quehaceres se encuentran uno relacionado con el otro ya que mientras se dirige, se educa y se investiga, así como mientras que se enseña se continúa buscando. El jefe de compañía debe buscar para conocer nuevas formas y métodos para educar, instruir y aprender a transmitir ideas a sus subordinados.
Respeto al saber de los subordinados.
Pensar acertadamente impone al Jefe de compañía el deber de respetar no solo los saberes con que llegan los subordinados sobre todo los de las clases populares sino también con los subordinados la razón de ser de esos saberes en relación con la enseñanza de los contenidos. También no ejercer el mando autoritario a través del yoísmo, saber darle la razón al subordinado si la tiene.
Crítica
En la educación a través del mando existen muchos obstáculos los cuales hay que superar a través del paso del tiempo y las experiencias que iremos adquiriendo mediante el desarrollo de la actividad, es por ello que decimos que el jefe de compañía necesita de constante superación, pero al mismo tiempo constantes críticas las cuales irán contribuyendo a la preparación profesional del individuo. En este sentido en necesario tomar las críticas como elemento constructivo y tomas de estas la realidad objetiva en cuanto al mejoramiento para la labor educativa de los subordinados, saber escucharlas e interpretarlas ya venga de un superior, un maestro o un subordinado.
Ética
La necesaria promoción de la ingenuidad a la crítica no debe ser a distancia de una rigurosa formación ética, no se concibe educar a través del mando si no se es ejemplo ético en lo que realizamos y no poner vigente el viejo proverbio ¨haz lo que te digo y no lo que yo hago¨ si se quiere que el subordinado sea disciplinado, el jefe debe de ser disciplinado, si se quiere que use correctamente el uniforme, el jefe debe hacerlo también y así respectivamente. Casi siempre el jefe es el ejemplo del subordinado y este debe sentir admiración por su jefe de lo contrario no existirá una correcta comunicación ni respeto mutuo.
Conocer al subordinado
No se puede educar a través del mando sin conocer al subordinado, para esto se necesita saber de dónde previene, como piensa, su seno familiar, sus principios éticos y patrióticos y sobre todo darle la completa confianza para conocer sus problemas y tratar de darle una posible solución.
Teniendo en cuenta los indicativos anteriormente expuestos el jefe de compañía podrá educar a través del mando y así establecer una correcta comunicación con sus subordinados y por consiguiente su labor educativa como jefe de compañía será más efectiva.
Definición y paradigmas de la comunicación
La comunicación según definición del diccionario digital de la enciclopedia Encarta 2007 es: Acción y efecto de comunicar o comunicarse. Trato, correspondencia entre dos o más personas. Transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor. Unión que se establece entre ciertas cosas, tales como mares, pueblos, casas o habitaciones, mediante pasos, crujías, escaleras, vías, canales, cables y otros recursos. Cada uno de estos medios de unión entre dichas cosas. Papel escrito en que se comunica algo oficialmente. Escrito sobre un tema determinado que el autor presenta a un congreso o reunión de especialistas para su conocimiento y discusión. Figura que consiste en consultar la persona que habla el parecer de aquella o aquellas a quienes se dirige, amigas o contrarias, manifestándose convencida de que no puede ser distinto del suyo propio. Correos, telégrafos, teléfonos, etc. V. medio de comunicación, vía de comunicación.
La Comunicación es un fenómeno inherente a la relación grupal de los seres vivos, desarrollada como privilegio por los seres humanos, por medio del cual estos intercambian información acerca de su entorno siendo capaces de transformarlo.
Pudiéramos preguntarnos entonces, ¿qué es la Comunicación desde la perspectiva psicológica? Al igual que se ha tratado de explicar al definir otros conceptos esenciales de la Psicología como por ejemplo Personalidad, nos encontramos con que, no existe para definir comunicación una acepción única y aceptada por todos en la literatura psicológica.
Hay autores que la interpretan como un intercambio de pensamientos, sentimientos y emociones L.S. Vigotsky y S.L. Rubinstein). Otros resaltan como la Comunicación es un modo de realización de las relaciones sociales que tiene lugar a través de los contactos directos e indirectos de las personalidades y los grupos en el proceso de su vida y actividad social (GM. Andreieva). Por otra parte, otros autores subrayan; al definir la comunicación como esta, a la vez que representa el proceso de intercambio de informes que contienen los resultados del reflejo de la realidad por parte de las personas, es además parte inseparable de su ser social y medio de formación y funcionamiento de la conciencia individual y social (G.P. Predvechni y Yu. A. Sherkovin).
Estas definiciones sirven para observar, como al margen de elaboraciones diferentes, persisten elementos comunes y esenciales que permiten comprender la categoría Comunicación como importante dentro de la Psicología General, por tanto pudiera ser definida como : la expresión más compleja de las relaciones humanas donde se produce un intercambio de ideas, motivaciones, actitudes, representaciones y vivencias entre los hombres que constituye un medio esencial de funcionamiento y de formación de su personalidad.
A continuación profundizamos en algunos elementos importantes de la definición.
-La comunicación representa una forma de interrelación humana.
En ella se expresa cómo los hombres interactúan y a su vez ella constituye una vía para la interacción. En el ejercicio del mando, por ejemplo, debemos de saber diferenciar los tipos de conversación que podemos establecer con nuestros subordinados, existen elementos para suponer qué tipo de relación mantener entre sí.
Desde su origen la necesidad de comunicación ha estado asociada a la actividad del hombre, se forma y desarrolla sobre la base de la actividad conjunta. El ejemplo más cercano es la propia comunicación que se da entre el Jefe de compañía y el cadete. Este proceso está condicionado por la actividad de ordene y mando, que con sus caracteriza por la interacción entre sus protagonistas. Con seguridad la comunicación entre el jefe y el cadete fuera diferente si cobrara vida fuera de los marcos de la actividad educativa.
-La Comunicación está condicionada por el lugar que ocupa el hombre dentro del sistema de relaciones sociales.
El hombre al comunicarse con otros; no sólo es expresión de su personalidad, de su conciencia individual, sino también es expresión del lugar que ocupa en la sociedad, de su clase, es portador de valores y elementos de conciencia social. Por ejemplo, el jefe de compañía, no sólo expresa necesariamente sus rasgos de carácter y sus peculiaridades como personalidad, sino que además, entra a la relación por el lugar que ocupa .
-La comunicación es un elemento trascendental en el funcionamiento y la formación de la personalidad.
A pesar de las diferencias de definiciones; en general la Psicología de orientación marxista reconoce que la condición fundamental que determina la formación de la personalidad del hombre es el lugar que ocupa en el sistema de las relaciones sociales y la actividad que en el mismo cumple. De ahí que, a la hora de caracterizar un cadete no podemos abstraernos del lugar que ha ocupado en el sistema social, o lo que es lo mismo del conjunto de relaciones en que se ha visto inmerso durante toda su vida y que han influido, y decidido en otros casos la aparición de rasgos y la formación o no de determinados valores.
Así, la personalidad se forma dentro del sistema de relaciones que el hombre establece con sus semejantes, pero es necesario destacar que el sujeto de la comunicación es la personalidad, esta se expresa en la comunicación. Al expresarse el hombre manifiesta sus motivaciones, conflictos, capacidades, rasgos del carácter, desarrollo de la voluntad. Se pone en juego durante la comunicación no solo el lenguaje, sino que este es portador de todo el mundo interno del hombre. Quien se comunica es la personalidad en su integridad.
Características de la comunicación
El proceso de Comunicación por su naturaleza tiene sus propias características. Dentro de las especificidades de la comunicación las más importantes son las siguientes:
a) Carácter activo de ambos polos.
En la comunicación los dos polos (participantes) del proceso son sujetos activos. No es posible analizar al sujeto como algo pasivo, ni aún en aquellos momentos de la comunicación en que esté recibiendo información del otro. Continuamente los participantes del proceso se encuentran procesando esa información y expresando (en función de cómo se da este procedimiento, de acuerdo con las características de su personalidad) las emociones, valoraciones, impresiones, ideas que le provoca esta interacción con el otro.
En ocasiones esta reacción ante la información que le va llegando se hace a través de la palabra (una pregunta, un comentario) pero también esto se da de forma extraverbal (un gesto una expresión en el rostro de asombro, ante lo que está escuchando, la manifestación de alegría o tristeza causada por lo que dice el otro interlocutor)
En la comunicación el sujeto nunca es un receptor pasivo y en este proceso sus participantes están recibiendo continuamente retroalimentación de la misma. Ninguno de los dos está exento de actividad, aún cuando asuma en la comunicación un rol de subordinación. En ese caso el sujeto estará procesando lo que recibe, contrastándolo con su sistema de Prioridades motivación tales, con sus expectativas y ello explica su inevitable carácter activo. La habilidad para captar la retroalimentación, o sea, para captar la respuesta (dicha o no), del otro y orientar la comunicación en función de ella tiene un valor inestimable.
Así, sucede que en la comunicación que establece el jefe de compañía con sus cadetes, aún cuando el primero entra rectorando la interacción, con mayor conocimiento de la tarea específica que deberá realizar el cadete, no puede desestimar los aportes que, en ideas y juicios este brinda, asumiendo al colaborador en este proceso de comunicación en su legítimo carácter activo.
El jefe de compañía, al ir explicando u orientando a sus cadetes, debe estar atento a las expresiones de este. Debe, ser capaz de darse cuenta de si el cadetes asimila lo que se le está diciendo o no, si lo que se dice está siendo aceptado o suscita desacuerdo, o si se le comprende o no. Este carácter continuamente activo de ambos polos de la comunicación le hacen ser un proceso extremadamente dinámico y de profunda complejidad.
b) Carácter plurimotivado.
La comunicación tiene un carácter motivado, orientada a la satisfacción de necesidades del hombre. Estos móviles de la comunicación pueden ser variados, por lo que se plantea que es plurimotivada, es decir, que puede estar orientada por diversas motivaciones. Incluso, puede pasar que durante el propio proceso de comunicación estas motivaciones iniciales del sujeto se transformen por la acción del otro.
c) Grado de implicación afectiva en la comunicación
Existen diversos niveles de comunicación en función de la participación del sujeto en la misma. Existen diferentes grados de implicación del sujeto que van desde extremos agudos transitando por gradientes intermedios. En algunos casos, el sujeto se compromete afectivamente en ello, ya que de acuerdo a sus motivaciones esta comunicación tiene una alta significación especialmente para él, mientras que en otros casos queda un poco "al margen" sin darse un compromiso emocional. Cuando en el sujeto no se da esta implicación personal la comunicación no constituye para él un elemento importante que pueda conducir a cambios en su Personalidad.
Por ejemplo el proceso de educación a través del mando, deja de tener sentido si lo que el jefe de compañía trasmite no deja una huella afectiva de significativa importancia en el cadete, si no tiene que ver con su sistema de motivaciones e intereses. Puede pasar por ejemplo en la Profilaxis que al no lograr implicar al sujeto en la comunicación, no se obtiene el cambio de la conducta nociva que se perseguía con el mensaje profiláctico y en el mejor de los casos sólo se logra que el sujeto enmascare la conducta nociva con un comportamiento no auténtico pero afín con el que le proponemos. En este triste resultado, tiene mucho que ver " la escasa (a veces ninguna) implicación del componente afectivo de la personalidad del sujeto profilactado con el mensaje que le brinda el jefe de compañía en su discurso.
Indicadores de una buena comunicación
¿Cómo hacer más efectiva la comunicación?
A continuación presentamos algunas cuestiones a tener en cuenta de manera general por cada componente del proceso comunicativo, a saber, emisor, mensaje y receptor.
Emisor
La fuente o emisor de la información requiere determinadas características para que su mensaje sea aceptado por el receptor: su prestigio, su confiabilidad, status y atractivo, influyen para hacer un mensaje más efectivo, brindándole mayor credibilidad. Resulta imprescindible que el emisor conozca las características del receptor, sus necesidades e intereses para que adecue su mensaje a las condiciones de quien habrá de recibirlos.
El emisor esta atento a las respuestas de su receptor lo que le servirá a su retroalimentación para ir ajustando su mensaje en correspondencia con las nuevas condiciones que va tomando el diálogo. En este caso no solo es preciso tener en cuenta las respuestas verbales, tal como se vio antes, los gestos, la postura, silencio, tono de la voz, son buenos indicadores del estado emocional del interlocutor, de su aceptación o rechazo del mensaje. Se ha estudiado tanto la forma como el contenido del mensaje para hacerlo mas efectivo. Por ejemplo se ha demostrado que con receptores de alto nivel cultural, es más efectiva la exposición bilateral, o sea la que presenta argumentos tanto a favor como en contra de determinada idea, de modo que el receptor tenga la posibilidad de llegar a sus propias conclusiones. El uso de apelaciones emocionales y racionales de forma combinada resulta generalmente aconsejable ya que cuando se abusa de las apelaciones emocionales como las amenazantes, por ejemplo en la profilaxis, sus efectos pueden ser contrarios a los esperados.
También se ha estudiado el orden en que se presentan los argumentos. En la mayoría de los casos el orden de climax de los argumentos mas débiles a los mas fuertes a resultado efectivo, funcionando aquí el efecto de recienticidad : el argumento mas fuerte expresado al final del mensaje, deja una huella considerable en la conciencia del receptor.
En cuanto al contenido mientras mas se aleja el mensaje de las posiciones del receptor mas difícil se hace su aceptación por él, teniendo lugar un efecto contrario, un afianzamiento de los criterios del receptor en vez de lograrse el cambio que propone el emisor. A este fenómeno se le ha llamado "efecto boomerang".
Es por ello que se recomienda tratar de buscar en la comunicación aquellos aspectos que pueden ser comunes en la experiencia del emisor y el receptor para, desde esta base, ir planteando de forma gradual los cambios que se proponen.
El mensaje del emisor al receptor debe tener en cuenta las características personales de este último: nivel cultural, edad, intereses y necesidades, así como emitirse en el momento adecuado buscando la "oportunidad psicológica en que el mismo puede ser más fácilmente asimilado.
Receptor
Como se vio antes el receptor de la información en la comunicación no es un ente pasivo, sino un sujeto activo que cambia constantemente su rol con el del emisor. Los mensajes que se emiten hacia él pasan por un "filtro" de aceptación o rechazo, en dependencia de sus características sociales y de personalidad. En este sentido las actitudes y valores juegan un papel determinante. Resulta más factible reforzar una actitud existente o formar una actitud nueva que cambiar de signo una actitud existente.
La pertenencia a determinados grupos formales e informales y el acatamiento de sus normas, son aspectos que también influyen decisivamente en la actitud que asume el receptor frente al mensaje.
Indicadores de una buena comunicación
Siendo como ya hemos visto un complicado proceso, la comunicación se convierte en efectiva cuando confluyen disímiles condiciones, en dependencia de las circunstancias en que transcurran, de los objetivos de ese proceso, y por supuesto de los sujetos que se comunican.
Sin embargo vale aclarar que hay elementos que como especie de invariantes, persisten evidentemente en procesos de comunicación eficiente, al margen de los fines y las características de los participantes.
A esos elementos, indicadores, exigencias, o como decidamos llamarle nos referiremos a continuación con la intención de brindar finalmente un conjunto sintético de requisitos que de lograrse, garantizan que en el proceso comunicativo que establecemos no solo obtengamos los objetivos propuestos inicialmente, sino además que sea gratificante y enriquecedor para la personalidad de quienes se comunican.
No son estos los únicos indicadores del éxito pero sí algunos de los más valiosos y es bueno agregar que su aplicación se realiza flexiblemente en función de cada situación concreta.
Ellos tienen no solo un valor práctico sino además metodológico, justamente porque pueden devenir en indicadores para el diagnóstico de la efectividad del proceso comunicativo.
1- Esta exigencia de un código semántico, mímico, y experienciacomún para los participantes.
Esta exigencia resulta básica si tenemos en cuenta que el mensaje que un participante emite debe ser decodificado por el receptor, y para que esto sea posible deben manejar ambos un código semántico similar. El ejemplo típico de la no existencia de este código es el intercambio entre dos personas en idiomas o lenguas diferentes. Es imposible la más elemental comprensión.
Pero no nos limitemos a este ejemplo extremo. Contribuye a no hacer claro el mensaje, un lenguaje rebuscado, poco directo, errores de dicción, uso de términos ambiguos, etc.
Tampoco hay que limitarse en esto al lenguaje verbal, pues se niega la magnitud del código no verbal que complementa al primero en la función informativa de la comunicación. La expresión extraverbal, tal como hemos ido observando desde el inicio del tema contribuye a trasmitir el mensaje, a darle claridad, a revelarle el matiz emocional imprescindible, en ocasiones, para ser perfectamente comprendido.
Introducimos además la semejanza en el código experiencial, que se refiere sencillamente a que ambos interlocutores parten o al menos aclaren las concepciones, convicciones, enfoques con que asuman e interpretan el mensaje, lo que garantiza que se eviten los llamados "malos entendidos". Es necesario aclarar además la connotación que determinados términos tienen para los interlocutores, pues "cualquier disparidad o incongruencia significativa, si no es salvada favorablemente por los sujetos participantes (conscientes de su nocividad) convierte cualquier comunicación en un "diálogo de sordos", en verdaderos monólogos".
2- Adecuada percepción interpersonal.
Ese complicado fenómeno de la percepción de unos por otros y viceversa es un elemento importante a tener en cuenta para el éxito comunicativo.
Solo si recordamos que cada individuo entra a la relación, no como realmente es, sino como cree ser, podremos visualizar la significación que ti ene una adecuada autopercepción crítica de -cada sujeto en la comunicación. Ello es, el conocimiento y la justa valoración de nuestras propias destrezas, vulnerabilidades, carencias y "fortalezas". O sea, que las metas que nos proponemos en la comunicación y los recursos que debemos activar para lograrlas estén a tono con nuestras verdaderas reservas.
Sin embargo el problema no es tan fácil como parece. Sucede "del otro lado" el interlocutor se hace una imagen de nosotros y desde esa imagen entra a la relación. De ahí que es importante percibir al otro lo más objetivamente posible, representárnoslo como es realmente. Un recurso para ello es concientizar nuestros prejuicios, y estereotipos, que en calidad de barreras entorpecen la representación objetiva que hacemos del otro.
Atribuirle al interlocutor buenas o malas intenciones (de las cuales no estamos seguros), propiedades y rasgos que nos poseen, sin que la realidad respalde nuestros juicios, es iniciar y mantener la relación sobre bases poco sólidas y equivocadas, que sólo deterioran el proceso.
3 – Se propicia la autoexpresión de los participantes.
Auto expresarse significa externalizar los contenidos y puntos de vista propios, movilizar y compartir con otros la riqueza de su mundo interior: motivaciones, aspiraciones, vivencias, reflexiones, sentimientos.
Una comunicación efectiva debe propiciar y favorecer la autoexpresión auténtica de la subjetividad de los participantes.
Para que se provoque en los participantes la necesidad de expresarse, es necesario primero que exista cultura de la escucha-Para escuchar bien hay que asumirse como "el otro" en la comunicación» no como el más valioso. Debemos comprometernos con una parte de la emisión del mensaje y respetar la dosis a que tiene derecho el interlocutor.
Escuchar no es oír o prestar atención. Es extraer la información objetiva del mensaje transitando desde la percepción del mismo hasta su interpretación.
El que escucha convencido de lo inverosimi1 y equivocado del mensaje del interlocutor, lo censura interna y/o externamente, a veces sin percatarse, lo que trae como consecuencia que el otro se reprima, o sea rebele, creando predisposiciones y reservas.
Se trata de respetar aunque opongamos juicios diferentes, aunque no compartamos lo que dice y manifiesta el interlocutor. Ello no significa que no argumentemos nuestros criterios contrarios si no que en la discrepancia debe primar el respeto.
La autoexpresión legítima genera vivencias positivas en el sujeto, porque nada hay tan gratificante como "romper el silencio" y comprometernos afectivamente con lo que pensamos. De ahí que sea este un requerimiento importante para una comunicación exitosa.
4 – Manifestación de empatía
Esta exigencia tiene un nexo indudable con la anterior.
La mejor manera de respetar es esforzarnos por entender al otro, no desde nosotros mismos, sino desde sus argumentos.
La verdadera comunicación no comienza hablando, sino escuchando al otro para orientarnos en él. La actitud de "pensar en el otro" es como la segunda naturaleza del buen comunicador
Tomar esto en cuenta facilita que el otro te comprenda pues se supone que el mensaje que envía un participante a su interlocutor, ha sido concebido y estructurado a partir de ese otro, en función de sus características, de su posición concreta, sus aspiraciones, necesidades y sus motivos más importantes.
Lo contrario, deteriora la relación, justo porque obvia la comprensión mutua, afectiva y cognitiva de los participantes, y porque provoca, por ejemplo que loa criterios contrapuestos tiendan a polarizarse y sus portadores se aferren mas a ellos, sin abrirse a la influencia y sin aceptar ningún otro enfoque que no sea el supo.
La orientación en el otro, ponerse en su posición, o sea la empatía, genera vivencias positivas en ese participantes que percibe ser aceptado, comprendido y por ende de alguna manera tomado en cuenta.
5 – Intención de lograr acuerdos y disposición a la colaboración.
El diálogo o intercambio reciproco de información en el que el emisor y el receptor se alternan, siempre tiene imprecisiones, vaguedades, titubeos y muchas veces se va perfeccionando en su propio proceso. Pues a una idea se le suman observaciones, convicciones, en la medida en que' los participantes profundizan, aportan, discrepan.
A veces opiniones divergentes u objetivos finales distintos perseguidos por cada participante exigen que ambas partes lleguen a un acuerdo.
La orientación real en el otro es vital aquí, tanto que desdeñándola, generalmente no logramos encontrar soluciones que satisfagan intereses de ambos.
La manera óptima de lograrlo es propiciar que el otro llegue a la solución que necesitamos por si sólo, a la par que para ello tengamos que concederle algún elemento que satisfaga sus necesidades.
Es esa la esencia de la influencia para modificar comportamientos cuando hay concepciones contrarias sobre la conducta a cambiar y este requisito que indudablemente posibilita el diagnóstico de la efectividad de una relación, se erige además en efecto de una buena comunicación.
6 – Se generan vivencias afectivas favorables.
Aclaramos favorables y no positivas, porque sucede que en ocasiones las vivencias positivas no favorecen el decursar de la comunicación, y por el contrario contribuyen a su éxito algunas vivencias afectivas negativas.
Cuántas veces el compartir una emoción negativa de tristeza o melancolía entre dos participantes, no deja finalmente un saldo positivo dado por la identificación que se produce.
De cualquier manera es una regularidad que el hombre busca activamente la comunicación que le reporta satisfacciones emocionales, ya sea porque afirma su autoestima, o recibe apoyo y comprensión o comparte experiencias. La búsqueda y tendencia a la interacción tiene en la base la gratificación que el sujeto vivencia en una relación placentera y confortable.
Por eso propiciar un clima emocional satisfactorio se convierte generalmente en una "llave mágica" para el éxito de la comunicación, pues dispone favorablemente a los participantes a la misma.
Que concluyamos este epígrafe no significa que solo estos indicadores señalizan una eficiente comunicación. Con seguridad existen otros que, por cierto, la propia práctica comunicativa personal va descubriendo ante nosotros constantemente.
Sin embargo consideramos que estos a que hemos hecho referencia se convierten en una guía elemental para la valoración de la eficiencia de procesos comunicativos y sobre todo para adecuar los nuestros, luego de una profunda reflexión sobre los propios procesos de comunicación que establecemos en nuestra vida profesional y personal.
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