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La categoría configuración subjetiva: estudio de las causas del delito en adolescentes


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La configuración subjetiva: delimitaciones teóricas necesarias
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

La adolescencia es un período particular e importante en la vida de cada persona, basado, ante todo, en el reconocimiento del peso que esta etapa tiene en el desarrollo futuro, tanto desde el punto de vista individual como social. En la declaración conjunta, realizada en 1998 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población (FENUAP), se señaló que el término adolescencia se refiere a personas entre 10 y 19 años, dependiendo de la maduración del organismo, de la determinación histórica social y de factores biológicos que completan los determinantes del desarrollo humano.

A principios del siglo XX, educadores, psicólogos, médicos y otros científicos, comenzaron a prestar atención a este período de desarrollo humano, vertiendo sus opiniones e hipótesis en un gran caudal de literatura, pues durante la adolescencia se realizan importantes decisiones que en gran parte marcarán el rumbo de este sujeto y que estará condicionado por su capacidad para adaptarse social, sexual, ideológica y vocacionalmente.

El desarrollo del individuo supone la sucesión de diversos cambios en las características personológicas de este y en la posición que ocupa en su medio social. Una etapa de especial interés es la adolescencia, la cual ha sido tradicionalmente vista como un momento de tránsito entre la niñez y la adultez. Al igual que las restantes etapas del desarrollo humano, constituye un período caracterizado por la adquisición de logros trascendentales para la posterior maduración del individuo.

Existen diversas corrientes que pretenden explicar la dinámica del desarrollo psicológico y sus principales determinantes, destacándose las biogenéticas y las sociogenéticas, las que abordan el desarrollo de manera absolutista, centrándose o bien en factores biológicos o solo en los sociales. El Enfoque Histórico Cultural constituye el punto de partida para la comprensión del desarrollo psicológico del adolescente, ya que centra su interés en el desarrollo integral del hombre, determinado en lo fundamental por la experiencia sociohistórica.

Vygotsky, a quien se le atribuye la paternidad del Enfoque Histórico Cultural, legó en sus consideraciones la determinación histórico-social de lo psíquico y el principio de la actividad como forma en virtud de la cual lo social se transforma en psicológico, en un tránsito de lo externo a lo interno a través de la interiorización; donde las funciones psíquicas superiores tienen su especificidad cualitativa y forman un sistema, integridad o unida; nos da una visión integradora, holística de gran significación en la comprensión de la personalidad. Propone la categoría vivencia como unidad psicológica de análisis de la vida psíquica en la que expresa las influencias que recibe y el aporte de sujeto de acuerdo con el nivel de desarrollo alcanzado personológicamente y que marca el tránsito de una etapa a otra.

La tipicidad en las particularidades de cada etapa, se une al crecimiento y cambio cualitativo, en el tránsito de una a otra edad, de estas características. Cada estadio evolutivo se diferencia por la estructuración cualitativamente superior de sus peculiaridades y el paso de una a otra, representa un salto evolutivo y dialéctico hacia una nueva cualidad, lo que se explica a través de la categoría Situación Social del Desarrollo. Vygotsky la designa como …"la combinación especial de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas, que es típica en cada etapa y que condiciona también la dinámica del desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas, peculiaridades que surgen hacia el final de dicha etapa.

Entre los continuadores de este enfoque se encuentra la Dra. Laura Domínguez, la cual ha desarrollado numerosas investigaciones en nuestro país sobre la adolescencia y que han posibilitado comprender con mayor exactitud, las particularidades de su Situación Social del Desarrollo a partir de la configuración de la posición social y de la posición interna.

Es de destacar como características más relevantes del desarrollo en esta etapa, que el adolescente se encuentra inmerso en la actividad docente, a la que dedica gran parte del tiempo, no obstante, el carácter de la actividad de estudio cambia esencialmente, tanto por su contenido como por su forma, de tal modo, existen asignaturas cuyo contenido tienen un carácter científico, por lo que para lograr una adecuada asimilación él debe desarrollar nuevos métodos de estudio.

Este carácter de la enseñanza unido a la ampliación de la experiencia del adolescente, favorece el surgimiento del pensamiento teórico; así como, el nivel superior de su actitud cognoscitiva hacia la realidad. Por otra parte realiza, un conjunto de actividades extradocentes (culturales, deportivas, políticas, etc.) que contribuyen a ampliar sus intereses y al desarrollo de sus capacidades.

Las relaciones del adolescente con sus coetáneos está regulada por un "código de camaradería" que se basa en el respeto mutuo, la confianza total y el constante intercambio acerca de preocupaciones relativas a la vida personal, los coetáneos son las personas a las que se dirigen con mayor frecuencia después de los padres, sobre todo si se trata de problemas sentimentales y de manera particular en el período comprendido entre los dieciséis y los dieciocho años de edad.

Otro aspecto a tener en cuenta al analizar las relaciones entre los adolescentes es el grupo, tanto formal (grupo escolar) como informal (amigos, vecinos, etc.). En la adolescencia el motivo fundamental de la conducta y actividad del adolescente es su aspiración a encontrar un lugar en el grupo de coetáneos, y en ese sentido, su bienestar emocional depende de si ha logrado ocupar el lugar que aspira dentro del grupo.

Señala la Dra. Domínguez García, (2006) que en investigaciones realizadas con grupos de adolescentes cubanos se ha constatado que valoran el fraude académico como expresión de camaradería, de ayuda al compañero, y no como una conducta que implica la transgresión de una norma moral: la honestidad; pues evitan la crítica de sus compañeros, siendo capaces de renunciar a sus propios puntos de vistas para lograr la aprobación de sus coetáneos.

Bozhovich plantea al respecto, …"la causa fundamental de indisciplina de algunos de ellos en la escuela es no haber encontrado el lugar al que aspiran dentro de su grupo, adoptando conductas negativas como estrategia para ser "tenidos en cuenta" por sus compañeros y maestros, esta última situación, de no ser manejada adecuadamente, puede conducir a la aparición de conductas delictivas, que son resultado de la inadaptación social del mismo".

También la familia representa un importante factor en el sistema de comunicación; la opinión de los padres sigue teniendo gran importancia para el bienestar emocional del mismo y depende del estilo de comunicación que se haya desarrollado entre éste y sus padres, pues una de las dificultades mayores que entraña la relación de los padres con ellos es la concientización de que no pueden controlar totalmente a sus hijos, sin renunciar al desempeño de la función educativa por lo imprescindible que resulta para la formación de esa generación joven, debiéndose establecer relaciones de colaboración y comunicación sobre la base del respeto, confianza y ayuda mutua.

El desarrollo del pensamiento en esta etapa se pone de manifiesto en la posibilidad del adolescente de fundamentar sus juicios, exponer sus ideas de forma lógica, llegar a generalizaciones amplias, ser crítico con relación a determinadas teorías y a su propio pensamiento, por lo que utiliza formas lingüísticas del pensamiento abstracto, tales como símbolos, fórmulas, etc., lo que expresa las características que adopta la relación pensamiento-lenguaje en un nuevo nivel cualitativo de desarrollo. No obstante, aún se presentan determinadas limitaciones: las teorías que elabora el adolescente son simples y en ocasiones carecen de fundamentación y de elementos creativos, al igual que las argumentaciones que dan a sus juicios.

En esta etapa del desarrollo adquiere nuevas particularidades la esfera afectivo-motivacional y moral. El adolescente se caracteriza por su gran excitabilidad emocional, lo cual es muestra de su elevada sensibilidad afectiva, sus sentimientos se hacen más variados y profundos y surgen otros (por ejemplo, los amorosos), logrando un mayor control consciente de la expresión de los mismos.

El desarrollo moral se va a caracterizar por la aparición de un conjunto de puntos de vista, juicios y opiniones propias, que participan en la regulación del comportamiento del mismo, con relativa independencia de las influencias situacionales. No obstante, aún las posiciones morales que adopta, dependen en gran medida de las exigencias vigentes en su grupo de coetáneos. Este desarrollo moral no alcanza en esta etapa el nivel superior (autorregulación) pues aún no se ha conformado una concepción moral del mundo.

A través de la investigación desarrollada por la profesora Otmara González (citada por Laura Domínguez, 2006) sobre el proceso de autorregulación moral en diferentes edades, se puso de manifiesto que: en los diferentes grupos (escolares, adolescentes y jóvenes) se presentaron dificultades con el conocimiento de los contenidos esenciales de la norma honestidad, …"en ellos el comportamiento honesto se lleva a cabo fundamentalmente por la necesidad de aprobación social; no obstante comienza a aparecer de manera incipiente la necesidad interna de comportarse moralmente, característica en los jóvenes".

La esfera moral del adolescente no resulta todavía lo suficientemente estable, pues no se apoya en convicciones morales y por eso puede ser modificada de forma relativamente fácil bajo la influencia de la opinión social. Kohlberg plantea, …"la asimilación de las normas morales en la adolescencia ocurre como resultado de los tres procesos siguientes: el deseo de conquistar la estimación o evitar la reprobación; la aspiración a identificarse con el modelo aceptado o el deseo de coincidir con sus propias valoraciones…", que ya en esta edad se asimilan del medio que los rodea y se convierten en internas.

Otro aspecto característico es el surgimiento de un nuevo nivel de autoconciencia, muy ligado al desarrollo moral, determinada en gran medida por la necesidad de conocerse a sí mismo y ser independiente, la que adquiere un carácter generalizado, permitiéndole una mayor objetividad en sus juicios, así como, en la valoración de sus propias cualidades y las de otras personas, aspecto que influye de manera significativa en el desarrollo de la autovaloración, la cual en esta etapa adquiere un carácter consciente y generalizado; el adolescente aún no realiza una fundamentación adecuada de sus características personales como sistema y en ocasiones, las cualidades que destaca al autovalorarse son abstractas, no lográndose establecer un vínculo adecuado entre estas y su comportamiento diario.

Muy relacionadas con el desarrollo de la autovaloración se producen transformaciones en los ideales, formación motivacional compleja que también juega un importante papel en la regulación del comportamiento. Los ideales adquieren un carácter generalizado y pueden estar representados por uno o varios modelos en los que se destacan cualidades concretas y abstractas; estos modelos, en muchos casos, son portadores de valores morales elevados, por lo que le resulta difícil imitarlos en su comportamiento cotidiano. L.I. Bozhovich señala que se produce una preferencia por la elección de personajes heroicos, cuyas cualidades le sirven de patrón de valoración de su propia conducta y la de otras personas.

A pesar del nivel cualitativamente superior de desarrollo de la esfera moral en esta etapa con respecto a periodos anteriores, las cualidades psicológicas de la misma permiten que el adolescente asuma comportamientos muy diferentes a los que expresa en sus valoraciones y juicios relacionados con el cumplimiento de las normas sociales. El acatamiento de las normas (o conducta conformista) no se encuentra internalizada y por tanto se violan con relativa facilidad.

Las normas sociales, las costumbres y tradiciones se trasmiten de generación en generación a través de los diferentes grupos humanos o agentes socializadores, renovadas y enriquecidas en cada nueva época, por las circunstancias histórico-sociales. Existen normas que se cumplen sin que las personas sean conscientes de ellas, estas son las implícitas y existen las evidentes o explícitas de las que si son conscientes. La socialización es el proceso que permite la interiorización de estas normas, valores sociales y pautas de comportamiento, que le dan la posibilidad de integrarse a la vida social y establecer los vínculos sociales necesarios para ellos. En la interacción con los otros, el individuo asimila y se apropia de la cultura humana, se define el lugar del hombre en el sistema de actividad social y se conforma un sistema de influencias que en la historia individual va configurando su subjetividad.

Es en ese proceso de socialización, que en cada etapa del desarrollo se concreta con particularidades bien definidas en el sistema de actividad y comunicación, donde se establecen las premisas necesarias para un adecuado desarrollo de las cualidades morales del adolescente y por tanto las influencias (positivas o negativas) que ejercen los agentes de socialización, se constituyen en factores causales de la desviación del comportamiento por su configuración específica en la subjetividad.

El presente trabajo persigue como objetivo analizar las posibilidades que brinda la categoría configuración subjetiva para el estudio de las causas de la conducta desviada delictiva en adolescentes transgresores de la ley.

Desarrollo.

En términos gnoseológicos la subjetividad es un objeto de conocimiento con la misma legitimidad ontológica que cualquier otro, solo que es constituyente del propio sujeto del conocimiento. La subjetividad es la constitución de la psiquis en el sujeto individual e integra también los procesos y estados característicos a este sujeto en cada uno de sus momentos de acción social, los cuales son inseparables del sentido subjetivo que dichos momentos tendrán para él. Simultáneamente, la subjetividad se expresa a nivel social como constituyente de la vida social, momento que se ha designado como subjetividad social y no se diferencia de la individual por su origen sino por el escenario de su constitución.

El desarrollo social de la subjetividad no es un proceso que ocurre por analogía de las formas subjetivas en relación con hechos o fenómenos tienen lugar en lo social, considerados desde esta posición como algo externo. Lo social se constituye como parte del desarrollo subjetivo en términos relacionales, no objetales.

No son los objetos externos los que definen por su reflejo en el plano psíquico el fenómeno de la subjetividad, sino las diferentes formas de relación en las que el hombre actualiza sus potencialidades en cada uno de los momentos de su vida social, las cuales se organizan y se constituyen a nivel subjetivo. La constitución de la subjetividad individual es un proceso singular, que se define no desde afuera sino en la compleja unidad dialéctica entre el sujeto y su medio actual, considerada en términos de sus acciones, a través de las cuales su historia personal y la del medio en que se desarrolla confluyen en una nueva unidad, susceptible de constituirse a nivel subjetivo en la misma medida en que este medio es construido por el sujeto. La constitución subjetiva de lo real y su construcción son procesos simultáneos que se interrelacionan entre sí; pero no a través de la intención del sujeto, la cual no es más que un momento de este complejo proceso.

Las expresiones de esta compleja organización individual ante las exigencias de lo social, se constituyen a nivel subjetivo y dan lugar a un nuevo sistema en la ontogénesis, que se comienza a legitimar en su propia historia: la subjetividad, sistema constitutivo del sujeto individual, que se expresa y reconfigura de forma simultánea ante las exigencias de los diversos momentos de la vida social del sujeto.

La personalidad representa un proceso permanente de desarrollo en el cual cada uno de sus momentos está estrechamente vinculado a la situación vital concreta que enfrenta el sujeto, quien simultáneamente forma parte de los dos sistemas que lo implican: su subjetividad y el sistema de relaciones que lo define en su vida social, ante los cuales mantiene una posición activa definida como momento esencial de integración de ambos sistemas en cada nuevo momento de su desarrollo personal. Sin embargo, la capacidad de acción del sujeto en el sentido de modificar las configuraciones subjetivas que le afectan no es una respuesta inmediata; sino un proceso largo y complejo, dentro del cual el sujeto va modificando gradualmente representaciones, creencias y vivencias que le permiten enfrentar de otra forma sus vínculos ya constituidos, proceso en el que se modifica su propia constitución subjetiva.

La personalidad, es una organización compleja de configuraciones, formaciones, niveles de integración y síntesis diferentes que coexisten en complejas relaciones dialécticas dentro de su organización general, constituida de forma diferencial en cada sujeto concreto. El sujeto psicológico concreto se expresa en sus diferentes funciones psicológicas a través de sus recursos y motivaciones diversas, las que simultáneamente se reorganizan en su propia expresión y no actúan como atributos rígidos que definen a priori su expresión individual (Gonzalez Rey, 1998).

En este entramado juegan un papel primordial la unidad de sus procesos cognitivos y afectivos subyacentes, a su vez, a la formación de los sentidos subjetivos que constituyen la célula básica y funcional de la personalidad. Siendo los procesos cognitivos aquellos que permiten el reflejo de la realidad que rodea al individuo; es decir, las percepciones, las representaciones, el pensamiento, la memoria, la atención y los afectivos van a expresar la manera en que ese reflejo de la realidad afecta al ser individual, cómo es vivenciada por cada ser humano; aportando en consecuencia, energía, activación e intensidad al comportamiento. Se expresan en sentimientos, emociones, intereses. Estos poseen expresión física y psíquica; además son más primitivos que la cognición. Constituyéndose en dicha unidad la base de la función reguladora de la personalidad.

Como parte de la constante interrelación dinámica con el medio histórico, social y cultural el individuo, en la medida de la satisfacción de sus necesidades y la representación sobre ello, va experimentando sentimientos y emociones que conforma en vivencias y ciertos estados dinámicos; los cuales al entrar en relación con otros adquieren un determinado sentido subjetivo y conforman las configuraciones subjetivas. Solo en este espacio se define su verdadero sentido.

Son diversos los autores de orientación marxista que han profundizado en el estudio de la personalidad, sin embargo, desde el punto de vista configuracional son válidas para la presente investigación las concepciones de González Rey en torno a la categoría configuración subjetiva, la que se emplea para expresar la constitución subjetiva de los distintos tipos de relaciones y actividades que caracterizan la vida social de la persona. Las configuraciones son categorías complejas, pluridimensionales, que representan la unidad dinámica sobre la que se definen los diferentes sentidos subjetivos de los eventos sociales vividos por el hombre, de modo tal que las configuraciones son pluridimensionales, en el sentido que ellas expresan la integración necesaria de diferentes elementos que, por una u otra vía, se han convertido en estados dinámicos, es decir; estados portadores de un valor emocional estable que constituyen verdaderas necesidades para el sujeto. Estos estados, sin embargo, tendrán un sentido subjetivo solamente dentro de su interrelación necesaria con otros estados constituidos en las configuraciones subjetivas a las que se integre.

Las configuraciones han sido definidas como la interrelación entre estados dinámicos diversos y contradictorios entre sí, que se produce en el curso de las actividades y relaciones sociales del sujeto a través de las diferentes emociones producidas en dichas actividades. Tales estados dinámicos, al constituirse en sentidos subjetivos dentro de una configuración, pueden generalizarse a otras configuraciones en dependencia de su fuerza y sentido en la constitución subjetiva actual de la personalidad.

Las configuraciones existen en permanentes vínculos entre sí, que tienen mucho que ver con las situaciones actuales que el sujeto enfrenta. Las configuraciones se modifican ante las emociones que aparecen en los diferentes momentos de la vida del sujeto, a la vez que son parte de los determinantes de dichas emociones.

La categoría configuración da cuenta del carácter dinámico, complejo, individual, irregular y contradictorio que tiene la organización de la personalidad. Se constituyen a nivel psicológico; pero simultáneamente expresan la calidad de las diferentes actividades y relaciones sociales desarrolladas por el sujeto, no como expresión de una lógica de lo interno y lo externo, sino desde una lógica donde lo interno y lo externo se integran y dan lugar a un nuevo proceso, en el que lo interno se externaliza permanentemente y viceversa. Las configuraciones son unidades constitutivas de la personalidad que responden a su condición subjetiva.

González Rey señala "el sentido subjetivo de una nueva experiencia no aparece de forma directa como expresión del carácter interactivo de la experiencia y el sujeto, sino que es resultado de una compleja mediatización de la organización personológica, en la que interviene activamente el propio sujeto en su acción constructiva, aún cuando el sentido de esta acción no va a depender de su intención".

El concepto de configuración representa una construcción teórica en la que pierde sentido la división entre la cognición y el afecto, pues estas constituyen una unidad funcional de lo afectivo y lo cognitivo. En las configuraciones se constituye subjetivamente lo afectivo, pues en ellas las emociones diversas, asociadas a los estados dinámicos que la constituyen, se convierten en sentidos subjetivos estables del sujeto. Este es un proceso cuyo carácter dinámico no se define solo por componentes de naturaleza afectiva de la personalidad, sino por el propio sentido subjetivo de las operaciones y capacidades intelectuales organizadas alrededor de las relaciones y actividades que se constituyen a nivel subjetivo en las diferentes configuraciones de la personalidad.

Para el abordaje de una configuración subjetiva determinada es indispensable analizar los estados vivenciales del sujeto los cuales forman parte de la estructura estable aunque dinámica de la configuración. Arias, en 1992 estableció que, …"el estado vivencial expresa cómo el sujeto siente y se ha apropiado de los elementos de las experiencias cognoscitivas y emocionales. Es todo lo que él posea y haya construido para sí en su conciencia acerca de la realidad en la que se ha desarrollado y el tipo de relación que ha establecido con ella".

La unidad de cada configuración subjetiva viene dada por su capacidad para integrar elementos dinámicos contradictorios. Los elementos dinámicos constituyentes de cada configuración no logran un sentido subjetivo independiente de la configuración en que se constituyen.

Precisamente el carácter configuracional del proceso de construcción del conocimiento en la epistemología cualitativa, implica la posibilidad de configurar en su unicidad, el sentido de un determinado elemento o proceso psicológico en cada sujeto. En este sentido, esta definición epistemológica se expresa en un planteamiento metodológico constructivo e interpretativo, dentro del cual el escenario de la producción del conocimiento se define por los procesos que tienen lugar en los marcos del sujeto concreto y de la teoría.

Los estados dinámicos que integran las configuraciones subjetivas no corresponden a una taxonomía rígida de elementos separados, conformada de una vez y por todas como definitoria de la organización intrapsíquica del sujeto; sino que representan tendencias relativamente estables asociadas a la producción de un tipo particular de emociones relacionadas con la manera en que una o varias necesidades específicas aparecen constituidas en los motivos integrados a cada configuración subjetiva particular.

El nivel de estabilidad de cualquier estado dinámico integrado a una configuración de la personalidad, va a depender mucho de su presencia como elemento de sentido en cada nueva forma de actividad y relación que el sujeto emprenda. Es relativamente frecuente observar la presencia de estados dinámicos de una configuración constituida, como parte de otra recién constituida, lo cual no quiere decir que va a ser una parte definitiva de aquella, pues su suerte dependerá de la evolución de la nueva configuración ante la evolución del tipo de actividad o relación en cuyo curso se conformó. Los elementos o estados dinámicos integrados a las configuraciones nunca tienen un carácter estático, por el contrario, son históricos e individuales.

La comprensión de la dinámica supone una visión holística del ser humano en la que se integran contradicciones, conflictos, motivaciones, transformaciones, etc. Las configuraciones subjetivas expresan cierta movilidad. El sujeto no es capaz de modificarlas de manera brusca sino mediante un proceso donde se transforman paulatinamente las representaciones, creencias y vivencias que posibilitan su enfrentamiento a representaciones ya conformadas.

Las representaciones subjetivas constituyen un proceso a través del cual el individuo comprende la realidad objetiva con la que se enfrenta diariamente; mediante ella, al decir de Zaldívar (1999), "el hombre ve al mundo y opera sobre él". Constituyen formas de organizar los contenidos de lo real, incluyendo esto tanto la realidad objetiva como subjetiva, siendo esta última sentida y percibida a su vez como realidad; por lo que en esa relación también se actúa sobre lo subjetivo como parte de tal realidad (sin temor a caer en un trabalenguas sin sentido).

En la opinión de Rubinstein, J. L (1982), "la representación no es ninguna reproducción mecánica de la percepción, que se conserva en cualquier sitio como un elemento aislado e invariable para más tarde volver a aparecer en la superficie de la conciencia". Es una configuración dinámica variable, que cada vez se crea de nuevo bajo determinadas condiciones, reflejando la compleja vida de la personalidad".

La representación subjetiva, como proceso inmerso en la formación y funcionamiento de la configuración subjetiva del delito, es la reproducción consciente de imágenes y experiencias pasadas que constituyen la expresión y configuración de los sentidos subjetivos de los individuos.

Según Fernando González en el análisis de las configuraciones subjetivas es indispensable la indagación de las vivencias que subyacen en el fenómeno estudiado. La vivencia no es más que la relación afectiva del individuo con el medio; aquello que integra lo adquirido hasta el momento con lo externo. Constituye, refiere Vygotsky (1933) "…la unidad en que está representado lo experimentado por el sujeto y lo que éste aporta al proceso (relación afectiva con el medio)…". Están vinculadas, al proceso de desarrollo del individuo y el vínculo que sea capaz de establecer con el medio; al decir de González Rey & Mitjáns Martínez (1990, p.128) son las "…células psicológicas esenciales del proceso de desarrollo de la personalidad, sobre cuya base se aglutina un trabajo activo del sujeto para darle sentido a estos elementos en los marcos de su sistema personalizado actual lo que lleva a que este proceso crezca y se amplíe".

Es una integración dinámica de los procesos tanto cognitivos como afectivos, estableciendo dicha relación afectiva del individuo con el medio histórico-social y cultural. De ahí que Vygotsky, L. S. (1933) le adjudicara una orientación biopsicosocial, de funcionamiento intermedio entre el desarrollo de la personalidad y el medio. Con lo cual revela el significado de un momento dado de la realidad para el sujeto. Significado, sentido que tendría una estrecha relación con la satisfacción del sistema de necesidades y motivos del mismo; así como, la actitud que adopte hacia el entorno y su propio desarrollo.

Desde esta lógica emerge la relación estrecha que existe entre los procesos cognitivos y afectivos y su integración en la personalidad del individuo, para permitir la regulación por parte del mismo de su comportamiento; sin olvidar el vínculo constante con el medio, que demanda cambios y transformaciones en los contenidos de dicho individuo para su adaptación y desarrollo en la vida. Así como su capacidad para participar y regular los contenidos que integran su personalidad incluido su funcionamiento; en todo lo cual la vivencia: su contenido, valencia y el cómo el adolescente en conflicto con la ley la interprete e integre al entramado de sus configuraciones subjetivas del delito de acuerdo con la realidad vivenciada que adquiere un sello personal que impulsará su comportamiento delictivo.

Al decir de Fernando González Rey (1983, citado en Riquenes Suárez, 2009) la motivación es un proceso psicológico que regula y moviliza el comportamiento humano. En dependencia de ello van a ser la intensidad y la fuerza con que el individuo moviliza su personalidad para el logro de ciertos propósitos. Determina su orientación y está directamente asociado al surgimiento de motivos determinantes, suficientemente estables, que ocupan un lugar importante en la jerarquía de esta orientación. Ella está definida por la combinación de factores internos y externos.

Tiene su expresión en los motivos, los cuales según Calviño (2005, citado en Domínguez Carrazco, Maceo Vargas & Fonseca Pérez, 2009), "son la representación subjetiva o mental del objeto, lugar o cosa que satisface una necesidad" (p.19). O sea, que la motivación es ese impulso para la acción, para llegar a alcanzar dicho objeto, lugar o cosa que está asociado a la satisfacción de cierta necesidad. Dichos motivos se diferencian por la necesidad a la que responden, además de la compleja integración que forman pues pueden estar asociados a varias necesidades como varios motivos pueden ser el "objeto" de satisfacción de una necesidad.

En dichos términos la necesidad aparece como un sentimiento o estado de ánimo, que expresa la ausencia de algo, acompañada de mecanismos que estimulan a la persona a vencer esa ausencia y a satisfacer esas necesidades. La motivación, en relación con esta, regula, entonces la dirección (objeto – meta) hacia la cual va dirigida la actividad y la intensidad o activación del comportamiento y por tanto, se manifiesta como actividad motivada en interrelación con sus objetos y estímulos; teniendo como base a los motivos.

Los motivos, son las formas en que la personalidad asume, procesa y elabora sus diferentes necesidades; que implica generalmente un nivel de reflexión y mediatización; lo cual no quiere decir que este proceso sea cien por ciento consciente. Proceso que subyace e interactúa con los sentidos subjetivos, quien asimismo será el espacio que precisará las diferentes actividades y formas de relación en que dichos motivos se expresan. Tienen, además, un contenido objetivo por lo que le imprimen dirección y fuerza a la personalidad; es decir, orientan la misma hacia la satisfacción de sus necesidades

Existen diferentes tipos de motivos, atendiendo a su funcionamiento en la jerarquía motivacional, que pueden estar presentes en la personalidad y desde donde funcionan; según González Rey (1989) estos son:

  • Motivos de carácter objetal: encarnan una necesidad y devienen motivos de comportamiento en este proceso. Esto se determina por el carácter inmediato de su gratificación, que se da para el objeto mismo.

  • Motivos presentes ante condiciones actuantes: solo se activan ante determinadas condiciones que los estimulan, por ejemplo, de tipo valorativo, estético, organizativo. No disponen de suficiente fuerza para manifestarse de manera autónoma.

  • Motivos orientadores de la actividad y de las relaciones del hombre: son los motivos que regulan de manera espontánea el comportamiento del sujeto, participan de él en las distintas relaciones y actividades en que se implica la personalidad. Pueden ser estables o no. Su expresión se automatiza y no exige la participación activa de la conciencia, predominan las vivencias positivas en el proceso de su realización.

  • Motivos orientadores del sentido: por regla general, la necesidad esencial de estos motivos coinciden por su contenido, lo que determina que en el proceso de su realización por la personalidad, predomine la vivencia positiva. Regulan el comportamiento básicamente en su expresión presente, sugieren reflexiones al sujeto acerca del sentido de la vida.

  • Tendencia orientadora de la personalidad: nivel superior de la jerarquía motivacional, orientado hacia los objetivos sociales en la vida; formada por los motivos que realmente orientan a la personalidad hacia sus objetivos esenciales en la vida, lo que presupone una estrecha relación de la fuerza dinámica de estos motivos con la elaboración consciente por los sujetos de sus contenidos.

Sobre la base de este proceso, los motivos adquieren un sentido consciente personal para el sujeto, todo lo cual propicia la organización de complejas formaciones motivacionales como: ideales y autovaloración conduciendo a la aparición de la autorregulación. El análisis de las necesidades y motivos, en cada configuración subjetiva conlleva al estudio del significado y el sentido subjetivo que adquieren las acciones de su comportamiento para la satisfacción y gratificación personal.

Los sentidos subjetivos se constituyen a lo largo de la vida del sujeto, de una creciente integración cada vez más compleja de procesos afectivos (emociones, estados de ánimos, sentimientos) y cognitivos (percepciones, representaciones, pensamiento). Emerge como resultado de la mediatización del sujeto portador de una personalidad, aun cuando el sentido de esta acción constructiva no va a depender de su intención.

Es por ello que una de las categorías importantes del enfoque configuracional es el sentido subjetivo el cual se constituye a partir de la unión de su especificidad y la historia irrepetible de la propia personalidad individual donde se configurará. Con esto se brinda especial atención al papel de la experiencia, como parte de la historia personal, en la vida del ser humano y en la formación del sentido subjetivo. Explicándose por las formas en que se integren, según González Rey (1997),…"los sistemas actuales de vida social del sujeto con las configuraciones subjetivas anteriores de su experiencia individual"…, combinación a la que Vygotsky denominó Situación Social del Desarrollo.

El sentido subjetivo es el significado que tienen para cada ser humano las diversas y complejas relaciones de la realidad. Se va formando a lo largo de todo el desarrollo de la persona y de las influencias socio-históricas que recibe y mediatiza, a partir de una creciente integración de procesos afectivos y cognitivos entretejiéndose en el complejo sistema de la personalidad. En relación a esto atribuye un sentido a su relación con el medio, que va a ser única e irrepetible, matizando el dinamismo de su personalidad y su función reguladora y autorreguladora

Los sentidos subjetivos se expresan a través del sistema de sentimientos (emociones que se estabilizan), motivos y valores que el sujeto experimenta en los diferentes procesos y momentos de su existencia, lo cual indica el grado de integración, de su implicación y compromiso con dichos procesos y momentos. Que en palabras de González Rey (1997) sería más bien que el sentido subjetivo de un motivo, o una configuración de la personalidad, se definirá por el tipo de emoción que caracteriza su expresión en diferentes actividades del sujeto, del estado dinámico; por tanto, el sentido está comprometido simultáneamente con la constitución subjetiva del ser humano en acción, de su expresión en la actividad concreta, en su comportamiento.

La conducta que viola la norma legal en tanto conducta de una persona, puede ser entendida como expresión de la subjetividad individual. Se encuentra determinada por las particularidades que asume la relación del individuo en los diferentes grupos humanos en su historia y que resulta a su vez un reflejo del macromedio social. Esto significa la existencia de una relación del individuo con los diferentes grupos y con la sociedad, que se refleja en su subjetividad y en ese sentido participa en la decisión de violar o no una norma legal.

Kudriavtsev (citado por Vasallo, 2006) señala al respecto: …"cada delito concreto de determinada persona, generalmente es provocado no por una causa aislada, sino por el conjunto de una serie de circunstancias que actúan en diferentes momentos y condiciones distintas. No obstante, dada la complejidad de estos factores influyentes pueden calificarse y dividirse en distintos eslabones de la cadena causal".

Para abordar este proceso es necesario determinar las causas de la acción delictiva concibiéndola como una cadena concatenada de hechos, condiciones o situaciones que dan lugar a la conducta desviada delictiva. Kudriavtsev denomina el primer eslabón de la cadena como acto volitivo subjetivo y lo relaciona con la decisión de cometer delito que permite buscar las causas más cercanas de la acción del hombre. Como segundo eslabón la interrelación de la personalidad y las condiciones objetivas en las que se encuentra la situación vital concreta y hace énfasis en el hecho de que a la decisión delictiva siempre le preceden premisas psicológicas, donde destaca intereses, necesidades y costumbres que determinan sus fines y motivos. Como tercer eslabón las condiciones de formación de la personalidad: la familia, la escuela y las características del barrio; de ahí la importancia de los grupos humanos en la educación de la personalidad.

En este sistema de interacciones, la subjetividad individual se va configurando como un producto de la relación del individuo con su realidad a lo largo de su historia y ella expresa en formas psicológicas la esencialidad de su funcionamiento.

Referido a la personalidad, la Dra. Norma Vasallo, 2006, plantea que resultan importantes las formaciones psicológicas que tienen un papel relevante en la regulación del comportamiento, como pueden ser el sistema de necesidades y motivos; la autovaloración, los ideales y los objetivos futuros; los que, en el vínculo que el individuo establece con la realidad, que puede ser conflictiva, problemática o carencial, participan como mediadores orientando el comportamiento del mismo en una u otra dirección.

En las edades tempranas de la vida el estudio de la conducta desviada se ha focalizado en las concepciones sobre los trastornos de conducta. En 1928 Vygotsky destaca la necesidad de estudiar a los "niños difíciles de educar", define el problema de los menores que presentan trastorno de conducta a causa de alteraciones funcionales o desviaciones de la norma de conducta; aprecia que la naturaleza de este tipo de niño está en el conflicto psicológico entre él y el medio, o entre los diferentes aspectos de la personalidad. Otros autores postulan acerca de las causas en las condiciones de la comunicación social y en el vínculo emocional afectivo con los otros, o sea, las condiciones externas desfavorables actuales.

En el marco de esta concepción, Vygotsky (citado por Norma Vasallo, 1989) acepta el esquema teórico-conceptual planteado por V. Grule, el cual plantea la siguiente clasificación: …"los casos de los niños difíciles de educar condicionados por las influencias traumatizantes del medio, los casos condicionados por los factores psicológicos internos en el desarrollo y los casos mixtos". Esta autora insiste, retomando a Grule, que los factores psicológicos internos no significan de modo alguno que haya aptitudes patológicas.

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