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Lenguaje del cuerpo: Intuiciones que nos protegen…

Enviado por Felix Larocca


  1. ¿Qué nos dicen algunos gestos?
  2. ¿Qué dicen nuestros brazos?
  3. ¿Qué dicen nuestros cabellos?
  4. ¿Cómo nos delatan nuestras piernas?
  5. ¿Manos?
  6. ¿Cómo nos comportamos con los gestos con nuestra pareja?
  7. ¿Al caminar qué decimos?
  8. Más Lenguaje no verbal
  9. ¿Cómo darle el valor que se merece al lenguaje no verbal?
  10. En resumen
  11. Las apariencias engañan
  12. Ser y aparentar lo que somos…
  13. Bibliografía

El lenguaje no verbal ayuda a aprender más sobre uno mismo, a mejorar las relaciones con los demás y a saber qué tipo de persona se tiene por delante, pero debemos tener cuidado, las personas que dominan el lenguaje silencioso del cuerpo y controlan los movimientos inconscientes que puedan hacer mientras hablan, generalmente olvidan que hay partes de su cuerpo que siempre les revelan sus intenciones y contradicen sus verdaderas propósitos. Siempre tengan presente que una persona con movimientos limitados y estudiados, es posible que esté ocultando la verdad detrás de su exposición y que quiera deliberadamente tergiversar una situación para favorecerse a sí misma.

El cuerpo tiene su propio lenguaje, es un idioma callado, instintivo y de naturaleza adaptadora, pero tan expresivo que comunica mucho más que las palabras porque existía antes de que el lenguaje hablado existiera. Los expertos estiman que en una conversación el 65 por ciento de la comunicación se produce de forma no verbal, las palabras son el 35 por ciento restante, aún así, influyen más el tono y los matices que las palabras mismas, éstas pueden llegar a engañar pero los gestos corporales son inequívocos. Lo son, porque poder interpretar las intenciones del desconocido, aunque no diga nada en nuestro pasado prehistórico, significaba la diferencia entre la vida y la muerte.

Las mujeres puede que, como madres potenciales, nazcan con una habilidad innata para percibir y descifrar señales no verbales, si creen que se les están mintiendo, mientras las palabras dicen otra cosa, el lenguaje del cuerpo les cuenta otra historia y eso ellas lo captan.

La percepción femenina no es accidente sino el resultado de una mayor actividad de áreas del cerebro donde se establecen las intuiciones y las respuestas instintivas, el cual es el encargado de las funciones instintivas.

La opinión sobre una persona se forma en el primer minuto de conocerla, sin que intervenga ni la lógica, ni la razón.

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No puedes quitarme los ojos de encima…

¿Qué nos dicen algunos gestos?

  • Cruzar los brazos: Denota una actitud defensiva

  • Llevarse la mano a la boca: Es disimular una mentira

  • Acariciar la barbilla: Es evaluar, ponderar y decidir

  • Comerse las uñas: Inseguridad o nerviosismo

  • Ponerse los dedos en la boca: Denota necesidad de seguridad, nerviosismo

  • Una sonrisa falsa: Engaño, traición, falsedad

  • Si te miran a tus ojos fijamente: Denotan que no hay nada que esconder, es limpia la conversación, también indica control de la situación

  • Si los ojos no sonríen y se muestran esquivos y la mirada es falsa: Significa engaño

  • Cuando los pulgares asoman por el bolsillo: Expresan dominio y seguridad

  • Acariciarse la quijada: Toma de decisiones

  • Entrelazar los dedos: Autoridad

  • Dar un tirón al oído: Inseguridad

  • Mirar hacia abajo: No apreciar lo que se escucha

  • Frotarse las manos: Impaciencia

  • Apretarse la nariz: Evaluación negativa

  • Golpear ligeramente los dedos: Impaciencia

  • Sentarse con las manos agarrando la cabeza por detrás: Seguridad en sí mismo e ínfulas de superioridad

  • Inclinar la cabeza hacia delante: Interés

  • Palma de la mano abierta: Sinceridad, franqueza y candor

  • Caminar erguido: Confianza y seguridad en uno mismo

  • Jugar con el cabello: Falta de confianza en sí mismo e incertidumbre

  • La cabeza descansando sobre las manos o mirar hacia el piso: Tedio

  • Unir los tobillos: Temor

  • Manos agarradas hacia la espalda: Furia, ira, frustración y temor

  • Cruzar las piernas, balanceando ligeramente el pie: Aburrimiento

  • Brazos cruzados a la altura del pecho: Actitud a la defensiva

  • Caminar con las manos en los bolsillos o con los hombros encorvados: Abatimiento, agotamiento, cansancio

  • Manos en las mejillas: Evaluación, interés

  • Frotarse un ojo: Dudas

  • Tocarse ligeramente la nariz: Mentir, desconfiar o rechazar algo

  • Mirar el reloj mientras se habla: Es un gesto rudo que revela impaciencia, es algo así como: "Acaba de decir lo que tengas pendiente, porque tengo otras cosas por hacer".

  • Un tono de voz demasiado alto: Sugiere una personalidad agresiva o impetuosa, capaz de actuar con violencia en cualquier momento determinado.

  • Pisadas repetidas en el suelo, mientras se está estático: Sugiere nerviosismo, impaciencia, intranquilidad. Se está acumulando tensión, y es posible que estos sentimientos reprimidos estallen en algún momento.

  • Si una mujer estrecha un objeto contra su pecho (los libros, un regalo, o cosas parecidas.): Manifiesta un instinto maternal desarrollado que espera satisfacción. También es un gesto que puede sugerir determinado complejo físico, se avergüenza del tamaño de sus senos (por grandes o pequeños); teme una provocación física (porque se considera vulnerable), ésta siendo su manera de protegerse.

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No me mires…

¿Qué dicen nuestros brazos?

  • Si los cruzamos sobre el pecho: Es una postura defensiva y protectiva, ya hemos dicho

  • Subir los brazos por encima de la cabeza es una señal sin temor a equivocarnos, de bienestar y de relajación

  • Brazos por encima de la cabeza y manos entrecruzadas en la nuca: Es una posición de superioridad, de dominio y de seguridad

  • Si se estiran las piernas y se apoyan en el escritorio, se demuestra una actitud muy prepotente e insegura

  • Brazos apoyados en las caderas: transmite una actitud de arrogancia y de superioridad, a veces, fingida.

¿Qué dicen nuestros cabellos?

  • La configuración de las entradas o la calvicie, producto de un exceso de testosterona, genera un carácter especial, conductas más agresivas, con más impulsividad, y falta de reflexión en las respuestas

  • ¿Cabello largo y corto?

  • Pelo largo: serenidad, tranquilidad, equilibrio

  • Saque usted sus propias conclusiones sobre el cabello corto. ¿Se ha puesto a analizar los perros de ataque? Ellos llevan el pelo corto, para que no se les enreden, ni se queden amarrados en ninguna parte, esto muchas veces se evidencia de igual forma en las personas.

¿Cómo nos delatan nuestras piernas?

  • Si la persona se sienta con las dos piernas unidas paralela una a la otra: denota una personalidad cuidadosa, ordenada, equilibrada, compulsiva

Si el individuo cruza la pierna en ángulo de 90 grados, al nivel de la rodilla: es ambicioso, competitivo y, en ocasión, grosero (ésta posición es poco común o deseable, entre las mujeres).

  • La mujer que se sienta en la posición anterior, o con las piernas abiertas: revela independencia, un concepto muy definido de su imagen; aunque masculina y agresiva para lograr sus propósitos

Cuando se cruza una pierna sobre la otra al nivel de la rodilla, pero se tuercen una de las dos: se trata de una persona perfeccionista, aunque insegura y ansiosa

  • El hombre que se sienta con una pierna sobre la otra (apuntando hacia al suelo): manifiesta una personalidad balanceada, una actitud pasiva ante situaciones que se le puedan presentar en la vida, las cuales resuelve sólo después de un análisis meticuloso

  • Si la persona se sienta sobre una pierna (esconde la otra): sugiere una personalidad conformista, a quien no le es siempre fácil tomar decisiones.

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Te va gustar… ¿A mí?

Si nos encontramos de pie:

  • Piernas muy juntas y postura erguida: Es una posición que denota rigidez y tensión. La persona que se encuentra así está incomodísima en esa situación

  • Piernas ligeramente separadas: persona relajada y tranquila, segura y confiada. Es una postura que revela comodidad y naturalidad

  • Piernas muy abiertas: a medida que las piernas se van separando, empieza a haber una cierta carga de agresividad, además de ser una mala postura para las mujeres.

¿Manos?

  • En párrafos anteriores comentamos que el tapar la boca con la mano, es un indicio que descubre al mentiroso; ya que es un gesto inconsciente que hace acallar la falsedad que sale por la boca

  • Frotarse o juguetear con la oreja: denota una falta de atención o de interés en lo que se está diciendo

  • Apoyar la cabeza sobre la mano: Aburrimiento y falta de interés.

  • Apoyar la barbilla sobre el puño: Inseguridad

  • Mordisquear el dedo anular o índice mientras se apoya la cabeza en la palma de la mano: Inseguridad

  • Frotarse las manos: Es una manera de reflejar que intuimos el éxito, algo que, a veces, no es bueno revelarlo al adversario

  • Cruzar las manos por delante con los dedos entrecruzados: es una actitud que refleja frustración o desengaño

  • Manos agarradas hacia la espalda: Furia, ira, frustración y aprensión.

  • Comer en público con las manos, burdamente, reduce la atracción femenina.

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Así comen y así lucen las disoréxicas

Consejo: en todo momento, mantenga sus manos visibles. Ocultarlas debajo de las piernas, o detrás de un bolso o chaqueta, sugiere timidez, falsedad, temor e inseguridad.

Al sentarse, mantenga los brazos sobre sus piernas o sobre los lados de la butaca o sillón. Esta es una posición neutra que expresa muy poco de lo que usted está realmente pensando. De nuevo, ofrezca el mínimo de información a quienes compiten con usted de cualquier manera.

Tenga, siempre, cuidado con las manos, ellas lo revelan todo.

¿Cómo nos comportamos con los gestos con nuestra pareja?

Si los miembros de una pareja apenas se miran o se tocan: la relación es fría: es posible que existan serias diferencias emocionales entre ambos.

Una pareja, cuyos miembros constantemente están estableciendo contacto físico entre sí revela el poco interés que uno siente por el otro. Lo hacen para impartir que se aman, cuando no… En parejas con relaciones sólidas, sus miembros se sientan de modo natural, se comportan con espontaneidad, ya que nada les importa, porque están seguros de sus sentimientos mutuos.

Los cónyuges que se tocan constantemente en público, expresando "amor": es una manera de comunicar precisamente la inseguridad que amenaza esa relación débil en muchos puntos.

La mujer que no usa sostenes y revela su busto debajo de la ropa: es posible que adopte esta costumbre sin preocuparse mayormente del lenguaje silente que su cuerpo está proyectando a otros. Pero sí debe estar consciente de que su mensaje silente es interpretado por los hombres a su alrededor como una provocación sexual ("estoy disponible", "este es el premio que puedo darte si me conquistas", "ven y toca"), sobre todo en nuestra cultura latina. La misma interpretación se aplica a los hombres que usan sus pantalones demasiado ceñidos sugiriendo el área de los genitales.

Si el hombre toca el área de los genitales: es un gesto común en muchas culturas. Equivale a una reafirmación de una masculinidad de la que no siempre se está seguro: "(creo que) soy hombre y lo puedo demostrar en cualquier momento". Generalmente, cuando es tiempo de demostrarlo, escapan.

¿Al caminar qué decimos?

La persona que camina muy aprisa: sugiere una personalidad dinámica, inquieta, ansiosa por cumplir las metas que se traza en un tiempo determinado. No le gusta hacer esfuerzos en vano.

Si el individuo camina con pasos vacilantes, y no mantiene una dirección recta al caminar: denota una personalidad igualmente vacilante, errática, insegura, tímida, cansada por los embates recibidos en la vida. Es característica de las personas enfermas.

Más Lenguaje no verbal

Cuando se provoca la atención por la ropa y la forma en que uno se viste, no sólo se proyecta una personalidad exhibicionista, sino que se demuestra un carácter rebelde, independiente, muchas veces desconsiderado ("no me importa lo que puedas pensar de mí, porque en el fondo no me interesas").

"Jugar" con un lápiz o un objeto cualquiera (los espejuelos, una moneda, el encendedor, un pañuelo, las llaves, cortarse o limar las uñas), mientras se escucha a una persona: Es evidente que lo que la persona está diciendo provoca nerviosismo, inquietud, ansiedad o indiferencia. Como no sabemos qué reacción pueden provocar nuestros sentimientos reprimidos, preferimos "controlarlos" al jugar con un objeto determinado. Esta misma interpretación se aplica a los garabatos que hacemos mientras hablamos por teléfono, o mientras esperamos que nos llegue el turno de expresar nuestra opinión en una confrontación personal y directa.

Si un empleado, del mismo sexo, se aproxima bastante a su jefe (aunque sin violar su espacio vital): Está mostrando su solidaridad con los conceptos de su superior y respeto por la autoridad que ejerce — hay que tener cuidado cuando se estima la amplitud del espacio vital.

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Conquístame…

Por el contrario, si cruza las piernas o los brazos mientras habla con él, o si se mantiene en tensión, está revelando el nerviosismo que lo embarga ante la posibilidad de que el jefe pueda detectar sus verdaderos pensamientos ("estás equivocado, no comparto tu opinión ", "tengo que complacerte porque eres el jefe, pero… ya verás los resultados"); el terror que provoca en él (una expresión de temor).

Si un jefe convoca una reunión y comienza a hablar inmediatamente sobre el tema que motiva la reunión: sugiere que existe un grado de tensión alto. La "comunicación" en estas situaciones es casi imposible de lograr, porque este tipo de actitud didáctica, paternalista o de reproche casi siempre provoca rechazo en los demás. Mientras más demore la exposición que haga el individuo con autoridad a sus subalternos, menor es la posibilidad de que estos expresen su opinión y se establezca un verdadero diálogo. En el fondo, aunque no lo reconozcan, todos están intimidados en mayor o menor grado por la autoridad que deben aceptar.

Mientras una persona con autoridad habla, lo más probable es que evitemos establecer un contacto visual directo con ese individuo. Esta manifestación del lenguaje del cuerpo no significa respeto, sino "dame tiempo para considerar si voy a estar de acuerdo contigo, o no".

Los estudiantes que se sientan en los primeros asientos de un aula: Revelan receptividad a lo que les explica el maestro. Sus intenciones genuinas son las de aprender, participar activamente en los trabajos sugeridos por el profesor. No tienen nada que ocultar, y por eso se "muestran" de cuerpo entero.

Aquellos estudiantes que se esconden al final del aula, no tienen el mismo grado de interés por aprender lo que el profesor pueda enseñarles.

Los que hacen preguntas necias, para exhibir los conocimientos propios, aunque modestos, lo hacen para engrandecerse demostrando problemas con figuras en autoridad.

La persona que se mantiene siempre en una posición vertical: Muestra seguridad en sí misma, no tiene nada que esconder y por ello esta lista para responder ante algún "ataque" que le puedan hacer.

La persona que se encoge: Ha sufrido demasiado (emocionalmente, sobre todo), y en general está vencida por la vida. Es un gesto similar al "hombros caídos".

En un lugar público, mantenernos lejos de otras personas: Sugiere falta de independencia, un carácter básicamente introvertido, una personalidad posiblemente tímida y reprimida.

Silbar mientras se camina por un lugar solitario: No, no estamos llamando la atención, estamos simplemente haciendo un ajuste psicológico por el temor que sentimos de recibir cualquier tipo de agresión inesperada.

Hacer una ligera reverencia al estrechar la mano de una persona, o al despedirnos: No es señal de sumisión, como algunos interpretan, sino de consideración y cortesía. Generalmente esta reverencia se hace ante damas, personas mayores o de autoridad reconocida.

El entrecejo fruncido nos revela mucho sobre aquél con quien dialogamos. Es típico de los pensadores preocupados o de los malhumorados apretados.

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Ni lo intentes…

Hay gente que puede hacer gestos no sólo con el seño sino con la frente, la nariz y hasta con las orejas. Lo más común es que los gestos queden marcados en esas líneas de expresión que delatan su repetición constante: líneas en la frente, en los pómulos, alrededor de los labios y en la zona de los párpados, donde encontramos las tan denominadas "patas de gallo". La comisura de los labios también nos delata. Los labios caídos son típicos de la gente deprimida o depresiva que no ríe casi nunca.

En cambio las patas de gallo se asocian a las personas que siempre sonríen. La sonrisa es el componente de mayor poder en la gramática del rostro. Se ha comprobado que facilita las negociaciones, predispone al otro a escuchar con más facilidad, nos aproxima afectivamente a los demás, rompe el hielo entre los desconocidos, en fin, abre puertas y ventanas para quienes la usan con naturalidad y frecuencia.

Para quienes son vendedores, halagar la esposa del comprador en su ropa, pelo, apariencias, color de su vestido en armonía con sus ojos, etc. Es de buen gusto. No lo es comentar que lo que usa esa persona proviene de Lord & Taylor. Pero más efectivo es sonreír, mirarla con apreciación y expresar, después de un silencio breve: "no puedo ocultarlo, usted luce muy atractiva con ese peinado".

¿Cómo darle el valor que se merece al lenguaje no verbal?

Una buena parte tiene que ver con el tono de voz, el modo en que hablamos, la forma en que empleamos el timbre, volumen, ritmo y cadencia. No hay que ser un buen locutor para hacer adecuado uso de nuestra voz.

Lo primero que debemos lograr es concentrarnos en el tono, que debe ser agradable y grato a los oídos de los demás. La amabilidad, la cortesía, las buenas maneras se expresan en el tono que empleamos al dirigirnos a los otros. Los tonos irónico y sarcástico, frío y distante, despectivo y denigrante, no hacen más que decirles a nuestro receptor que no lo aceptamos como interlocutor válido. Por eso, de nada sirve pretender utilizar palabras como "gracias" o "por favor" si el tono que las acompaña es altivo o desagradable.

Es importante emplear el tono más adecuado en el entorno social, aquel que va a tono con el estilo de la organización en la que trabajamos. Hay empresas en las cuales el estilo de relaciones humanas predominante impone un tono informal, alegre y amistoso. Otras en la que el tono debe ser más serio, formal y protocolar. Pero nuestra adaptación no puede sentirse forzada o fingida. Lo fundamental es ser nosotros mismos y demostrar la mayor sinceridad a través de nuestro tono de voz.

En resumen

Para finalizar con nuestro tema de lenguaje de los gestos, vale la pena tener presente que todos estos expresiones son manipulables por terceros, que hay personas que se dedican a estudiarlos y las usan a su favor. Si somos conscientes de que todas estas prácticas de la manipulación de la voluntad por medio del lenguaje del cuerpo se utilizan con tanta frecuencia, podemos evitar que las mismas nos sean aplicadas con el propósito de controlar nuestras decisiones y dictar nuestras actividades. Así que empléenlas con discreción y traten de no ruborizarse.

Continuamos en esta lección con otra que a ésta se relaciona

Las apariencias engañanedu.red

Dr. Félix E. F. LaroccaLos humanos somos seres complejos, polimorfos, con actitudes, emociones y comportamientos poco coherentes entre sí, si no abiertamente contradictorios.

Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares. Cada día pensamos una cosa y hacemos otro bien distinta; unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad… Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa — en otras, palabras nos volvemos manipuladores e hipócritas.

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Lo peligroso de este juego, el de las apariencias, el de los secretos y mentiras, es que muchos naufragan en él. Entonces, sobreviene el vacío: "¿quién soy en realidad?". Este fracaso, este desencuentro con uno mismo, puede deberse tanto a la pérdida (u olvido) de la propia identidad personal (de puro jugar, se olvida uno de lo real, lo que queda tras la representación), como al desconcierto y el temor que nos asolan ante las situaciones difíciles. Lo que no debe de parecernos extraño, porque las reglas, muy sutiles, no están escritas, y las experiencias ajenas difícilmente sirven. Estas representaciones actuadas, asumidas con naturalidad por casi todos, no serán perjudiciales si mantenemos la cabeza fría y sabemos distinguir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que, en definitiva, somos de verdad. Conocer a fondo el juego de las apariencias puede resultar entretenido y muy instructivo, además de que aprenderemos mucho sobre el género humano, y sobre nosotros mismos.

Pero, no olvidemos que es juego sin reglas y que es también, juego peligroso.

Cumplir con lo previsto

Crear nuestra imagen y consolidarla ante el exterior y ante nosotros forma parte del aprendizaje para la vida. A medida que crece la competitividad, lo hacen las comparaciones; de ahí la trascendencia de que cumplamos con el prototipo que entendemos se nos ha asignado. La duda surge cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento, son, exactamente, los que los se esperan en mí. O, aún peor, cuando nos interrogamos si cumplimos nuestras propias expectativas, si nos gustamos realmente. A fuerza de creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no seré nada, no me querrán o no me aceptarán, puedo interiorizar esa imagen–modelo, y acabar comportándome sin discernir si quien así actúa soy yo o mi proyección ficticia.

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Es como si mi yo y mi réplica se entremezclasen de continuo consiguiendo una fusión. La trampa radica en que, al final, esa mezcolanza me resulte ajena, no sepa quién soy y, aún peor, qué quiero ser yo. O que la imagen que los demás se han hecho de mí (con mi colaboración y consentimiento) sea tan distinta de lo que soy en realidad que surjan esos contrastes que pueden sumirnos en las dudas, o propiciar alguna crisis de identidad. La imagen que he fabricado me protege de mi yo auténtico y me impide el encuentro con él, obligándome a vivir constantemente desde el sentir ajeno.

Mi comportamiento, en suma, llega a no depender de lo que quiero, siento o pienso, sino de lo que creo que en cada situación se espera de mí. Una manera de actuar que en lugar de regirse por el "yo así lo entiendo y así obro", se guía por el "quedar a la altura de las circunstancias", de las expectativas que hemos alimentado en los demás. El qué hacer queda supeditado a lo que intuyo que es "lo que ellos creen que debo hacer".

De ese modo, caemos en el engaño psicológico de adoptar a fondo el sentido de la Personalidad Mimética con todas sus complicaciones.

Limitamos la percepción de nosotros

Conceder demasiada importancia a la imagen, a cómo nos verán los demás, socava la autoestima y propicia miedos e inseguridad, además de incidir (muy negativamente) en la pérdida de referencias sobre uno mismo. A todos nos aísla del mundo, puesto que tan sólo permitimos que se nos conozca desde una perspectiva, la única que proyectamos hacia los demás cuando nos relacionamos. Muchas parejas, tras convivir durante décadas, descubren que no se conocen en lo mínimo, o en lo íntimo, aunque sepan al dedillo las manías y costumbres malas del otro. Para proyectar nuestro verdadero yo, tenemos que conocernos (no es fácil, porque requiere la introspección y formular preguntas, a veces complicadas, a las que hay que responder sinceramente), atendernos, evaluarnos y apreciarnos. Entonces, desde ese punto de partida, relacionarnos con los demás.

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Ahora bien, ser yo no significa ignorar las reglas sociales que cada espacio y grupo de personas requiere. Sin dejar de ser yo, no me mostraré de la misma forma cuando solicito un trabajo, hago el amor con mi pareja, la compra, o ceno con amigos. Sin arrinconar la conciencia de quién soy, adoptaré las maneras que entiendo convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de mi vida. La mejor fórmula para que me quieran es queriéndome yo como lo que soy: una persona auténtica, íntegra y real.

Ser y aparentar lo que somos…

Cómo encontrarnos mejor, desde nosotros mismos:

  • Atendiendo preferentemente a nuestros sentimientos, gustos y raciocinios (es necesario conocernos bien). Prestando sólo atención limitada a las expectativas de los demás.

  • Recordando que el derecho de vivir según pensamos y sentimos, también ampara a quienes nos rodean.

  • No juzgándonos a cada momento, sino reflexionando con cariño y espíritu crítico sobre nuestras decisiones.

  • Practicando la autoafirmación. Somos únicos, e irrepetibles. No hemos de copiar planteamientos ni criterios ajenos. Los nuestros son válidos, mientras no se nos demuestre lo contrario.

  • Teniendo claro que cada decisión corresponde a un "aquí y ahora" y que podemos cambiar de opinión, y de manera de actuar.

  • Aceptándonos, queriéndonos y gustándonos tal cual somos. Asumiendo nuestras contradicciones e intentando mejorar cada día.

  • Siendo cada uno nuestro mejor amigo, para poder llegar a ser un auténtico amigo de los demás. De quienes nos aprecien por cómo somos en realidad.

En resumen

Muchos se jactan de ser como las circunstancias requieren de una manera mimética y sin sentido moral. Mienten, manipulan y seducen sin reparar en que engañan — a todos y a aún ellos mismos.

Haciéndolo así se niegan a conocerse a sí mismos, relegándose a permanecer mediocres, merecedores de poca confianza, e infelices.

Para crecer y ser felices, tenemos que evitar enterrar nuestras cabezas en el suelo de la indiferencia.

Bibliografía

Se suministra por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca