La crisis del petroleo y sus consecuencias en la economia latinoamericana (página 5)
Enviado por valdeosm
También anunció que Washington estudia en la actualidad la posibilidad de utilizar de nuevo sus reservas estratégicas, como hizo el pasado octubre, para intentar influir en las cotizaciones internacionales del petróleo, según informa Efe.A diferencia de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) aún no está preparada para liberar sus reservas estratégicas de petróleo y no pedirá a la OPEP un aumento de producción para enfriar los elevados precios del crudo , según la comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio. 끬gunos estados miembros han pedido la liberación려e reservas estratégicas, dijo De Palacio, pero por el momento no hay una decisión sobre eso뮋La comisaria española dijo que la subida de los precios del petróleo causarán casi la mitad de la inflación en la zona euro, y ha reducido el crecimiento del área en un 0,3%.댡 persistencia del nivel de precios elevado supone una amenaza de desaceleración del crecimiento económico mundial que no es beneficioso ni interesante para nadie묠señaló, por su parte, Christian Pierret, responsable francés de Energía. En su opinión, 륳 necesario que los precios recuperen unos niveles y una estabilidad compatibles con la continuación del crecimiento económico mundial뮠Sin embargo, afirmó que el crudo tiene que mantener un precio 벡zonable렰ara incitar a las compañías a invertir en la realización de las capacidades de producción que se requerirán en el futuro.Pierret explicó que un precio 벡zonable려ebe situarse en torno a los 25 dólares, lo que coincide con los objetivos a largo plazo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.Por su parte, el ministro indio del Petróleo, Ram Naik, subrayó en nombre de los países en vías de desarrollo, la 뮥cesidad urgente de tomar las medidas necesarias para bajar el precio del petróleo령 exhortó al cártel a 륳tudiar un mecanismo de fijación de precios favorables a los países en vías de desarrollo en el que se incluyan pagos a plazos, créditos blandos y otras medidas similares뮋Y es que el petróleo seguirá siendo la principal fuente de energía en los próximos años, hasta alcanzar una demanda de 115 millones de barriles diarios en el 2020, frente a los 76 millones actuales, según el director de la Agencia Internacional de la Energía, Robert Priddle.
www.elmundo.es
Arabia Saudita dispuesta a aumentar producción petrolera a 500 mil barriles diarios EFE
Arabia Saudí está dispuesta a aumentar en 500.000 barriles diarios su producción de petróleo "en un breve plazo" si los precios siguen altos.
Según dijo el ministro saudí del Petróleo, Ali Al Naimi, en declaraciones a la agencia saudí SPA, el aumento de producción de su país se llevará a cabo "en los próximos días", siempre que los precios no bajen de los 30 dólares actuales hasta más allá de los 25 dólares por barril.
Al Naimi aclaró que la decisión se tomará "en coordinación con otros productores", en alusión a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en la que Arabia Saudí es el país más poderoso gracias a sus reservas.
"No queremos que los precios sigan a este nivel tan alto. Hemos intentado, y lo seguiremos haciendo de todas las formas posibles, hacer bajar los precios y llevarlos al nivel buscado, que es de 25 dólares para la cesta de referencia de la OPEP", dijo el ministro.
La OPEP ya decidió el pasado 21 de junio aumentar la producción de sus socios hasta los 25,4 millones de barriles diarios, pero ni siquiera así consiguió que descendieran los precios, que siguen por encima de los 30 dólares por barril.
"El Reino (saudí), en cooperación con los otros productores, actuará sin descanso para evitar una crisis petrolera, para que no haya repercusiones negativas sobre la economía mundial".
www.unionradio.com.ve/noticias/economia/
Anexo Uno de los principales problemas del petróleo son las constantes luchan entre Estados Unidos y los paises del medio oriente; aquí un breve reseña de dicha lucha y sus consecuencias directas sobre esta crisis petrolera.
LA GUERRA DEL GOLFO, PRIMER EPISODIO SANGRIENTO DE UNA ECONOMÍA CAPITALISTA MUNDIAL DE POSGUERRA EN CRISIS
Abdel-Yelil Bedui*
Más allá del aspecto militar de la crisis del Golfo, la guerra que tuvo lugar es, fundamentalmente, una guerra económica, entre un Iraq que se presenta como una potencia regional ascendente y potencias mundiales descendentes, una de las cuales la principal, a saber, Estados Unidos, está en peligro de perder su papel de liderazgo mundial en provecho de otras potencias económicas mundiales ascendentes, tales como Japón y Alemania.
Para comprender esta dimensión económica de la guerra del Golfo, el economista es rernitido al análisis de la economía capitalista mundial en su doble dimensión: por un lado, la de la dominación del Norte sobre el Sur donde lo que está en juego es la dinámica de la reproducción del capital a escala mundial, y, por el otro, la de la competencia entre países del Norte, donde lo que se juega, estructuralmente, es el reparto del excedente mundial, y, coyunturalmente, el papel de liderazgo. Esta última batalla cobra particular importancia durante las fases de mutaciones que generalmente sobrevienen en los periodos de crisis estructurales del capitalismo, como sucede actualmente.
La guerra, como último recurso, es producto de una dinámica contradictoria, que anuncia el fin de un viejo orden y prepara el advenimiento de uno nuevo, a través de una reestructuración de las alianzas y de una redefinición de los papeles y de las funciones de las partes en conflicto.
Pero ¿permite realmente la actual crisis del capitalismo la rápida emergencia de ese nuevo orden, o hay que considerarla simplemente como el primer episodio de una fase de mutación destinada a durar todavía?
Intentaremos sacar elementos de respuesta a partir de un análisis de la economía mundial en su doble dimensión, la cual será objeto de las dos primeras partes de este articulo. La tercera y última parte estará reservada al análisis del probable impacto de la crisis del Golfo en los enfoques y las prácticas de desarrollo económico en los países magrebíes, en particular, y en los del Sur, en general. Esta última parte nos permitirá aportar nuevos elementos de respuesta sobre el futuro de la dinámica socioeconómica.
1. La renta petrolera y las relaciones Norte-Sur
Es evidente que lo que se jugó fundamentalmente en la guerra del Golfo fue el petróleo árabe. En efecto, por el lado iraquí, el control de este recurso y de su precio se convirtió, en un momento dado de su desarrollo, en un medio vital para la realización de sus proyectos económicos y de sus ambiciones de tener acceso al rango de potencia regional. Después de ocho años de guerra contra Irán, Iraq adquirió indiscutiblemente un poderío militar amenazador, desarrolló un cierto dominio tecnológico en este campo, montó un conjunto de industrias de producción de armas convencionales y no-convencionales y reforzó sus posibilidades científicas y económicas.
Pero salió de esa guerra endeudado, con problemas de reconstrucción y con nuevas exigencias engendradas por la necesidad de preservar esos logros y consolidarlos, en base a la construcción de un tejido económico más complejo y más denso.
Ahora bien, resulta que Iraq no podía satisfacer estas nuevas exigencias recurriendo al mercado financiero capitalista internacional. Pues los países capitalistas, encabezados por EE.UU., comenzaban a inquietarse por el ascenso de esta potencia militar regional, que amenazaba peligrosamente los equilibrios geopolíticos en una región vital para el capital internacional y para su reproducción. Para convencerse de ello basta con recordar la negativa del Club de París de aceptar la reprogramación de la deuda iraquí; la campaña llevada a cabo contra Iraq en torno a un espía inglés y la importación iraquí de detonadores para bomba atómica y de piezas de artillería pesada, etc. De modo que, para evitar la asfixia y proseguir la realización de su proyecto, Iraq no podía sino reivindicar un aumento de su renta petrolera … lo cual plantea el problema del reparto de las sobreganancias de los cárteles petroleros y da lugar a un replanteamiento del orden económico mundial establecido.
E1 procedimiento iraquí consistió, en un comienzo, en arrastrar al mundo árabe a su estrategia. Esto se deduce claramente de la carta dirigida por el gobierno iraquí al secretario general de la Liga de los Estados Arabes el 16 de julio de 1990. En esta carta, los iraquíes acusan a Kuwait y a los Emiratos Arabes Unidos de haber inundado el mercado del petróleo con un excedente de producción fuera de la cuota que les asignó la OPEP, lo que engendró una peligrosa caída del precio del petróleo, que a veces bajó a 11 dólares, es decir, a un precio por debajo del fijado por la OPEP, que es de 18 dólares el barril(l). Los iraquíes estiman que cada vez que el precio del crudo baja un dólar, ellos pierden un billón, en calidad de ingresos anuales. Además, según los iraquíes, la caída de los precios registrada entre 1981 y 1990 hizo perder a los países árabes productores de petróleo alrededor de 500 billones de dólares (de los cuales 89 corresponden a Iraq).
Es por eso que Iraq propuso al conjunto de países árabes productores o no de petróleo elevar el precio del petróleo a 25 dólares; crear un fondo de ayuda y desarrollo árabe, que se abasteciera con cada dólar suplementario por barril vendido por los países productores a más de 15 dólares; y resolver la deuda interárabe, desde una visión nacionalista y según las exigencias de la seguridad nacional árabe común.
Este proyecto iraquí fue considerado por EE.UU. como una peligrosa amenaza para el futuro del capitalismo mundial, por diferentes razones.
La primera es que el petróleo constituye, y constituirá aún durante mucho tiempo, una mercancía vital para la reproducción del capital en muchos sectores de la actividad económica; y que una solidaridad árabe en torno a este asunto podría influir mucho sobre el curso de la acumulación del capital y, especialmente, sobre la dominante posición norteamericana y su papel de liderazgo mundial.
La segunda es que el precio de producción individual del petróleo árabe, en el Golfo y en África en otras palabras, su costo de extracción, es considerablemente más bajo que el del crudo norteamericano, no s610 porque la calidad del primero es mejor y contiene, por término medio, menos impurezas, tales como azufre, etc., y más UEC (unidad de equivalente carbón) y, por lo tanto, su costo de producción convertido en UEC es más bajo, sino también porque, teniendo como base mejores condiciones naturales (que proporcionan una renta diferencial), la perforación de crudo en el Golfo y en África lo hace brotar a la superficie más o menos espontáneamente. Por eso, el rendimiento de cada pozo aquí es hasta mil veces más alto que su rendimiento en Norteamérica. En efecto, en EE.UU., el rendimiento del crudo por pozo y por día, asciende a sólo dos toneladas, por término medio, mientras que en Oriente Próximo alcanza, según los pozos, de 500 a 1900 toneladas.
La tercera razón, que se desprende de la anterior, se refiere a la relación del precio de mercado de la energía con el precio de producción individual (costo de extracción) calculado en términos de UEC, que pone de manifiesto que, debido a sus cualidades naturales, el petróleo árabe permite realizar enormes masas de sobreganancias, ya que para un precio medio de 10 dólares el barril de petróleo árabe, los costos de extracción representan del uno al dos por ciento del precio de mercado. Esto muestra el interés del petróleo árabe para el capital internacional, desde el punto de vista de su valorización.
La cuarta razón es que lo esencial de esas sobreganancias se va a los cárteles del petróleo y a los Estados occidentales (a través de los impuestos sobre los aceites minerales obtenidos con la transformación del crudo, que recaudan estos Estados). Los Estados extractores reciben, sin duda, cierto porcentaje de la sobreganancia realizada por los cárteles del petróleo, a cambio del arrendamiento de las fuentes de petróleo. Pero ese porcentaje depende del nivel del precio del crudo. De modo que para reducir la renta cobrada por los Estados extractores, los cárteles multinacionales, así como los Estados consumidores, tienen un particular interés en que la base de cálculo de ese arrendamiento pagado a los Estados extractores es decir, el precio del crudo sea mantenido lo más bajo posible por debajo del verdadero valor de mercado del petróleo crudo. Observemos que si, como base de cálculo de ese arrendamiento, fuese tomado el precio real de mercado, correspondiente al valor de mercado del petróleo para calcular este valor hay que conocer los verdaderos costos de transformación del petróleo crudo en un producto acabado, así como los ingresos provenientes de sus subproductos, pero ambos forman parte de los secretos de los cárteles petroleros, el porcentaje de los Estados extractores en la sobreganancia realizada seria varias veces más alto que lo que efectivamente se les paga(2). Esta situación hizo que los Estados extractores siempre procuraran crear una relación de fuerzas que les permitiese aumentar, tanto como fuera posible, el precio del crudo, por no haber podido cambiar la base de cálculo del arrendamiento. Y eso es lo que Iraq trató de hacer en un primer momento, a partir de una visión nacionalista que preconiza la solidaridad árabe y recuerda sus intereses.
La quinta razón es que Iraq, con su procedimiento, amenaza reactivar la solidaridad en el seno de la OPEP y volver a poner al orden del día viejas reivindicaciones que EE.UU. siempre procuró enterrar. En efecto, desde comienzos de los años setenta, la OPEP y los países del Sur reivindican una revalorización de los precios de los productos básicos y la indexación de los precios de los productos exportados por los países del Sur a los precios de los productos manufacturados importados por ellos. Sin embargo, EE.UU. siempre consideró que estas reivindicaciones constituían amenazas que influyen peligrosamente en la reproducción del capital. En un discurso pronunciado en la séptima sesión de las Naciones Unidas, Henry Kissinger observó que "es paradójico que el cataclismo más devastador para el desarrollo económico durante esta década haya procedido no de la rapacidad imperialista, sino de un aumento de precios arbitrario, monopolístico, por parte del cártel de los países exportadores (de petróleo)". Hay que señalar a este respecto que si EE.UU. no reaccionó enérgicamente en ese momento (los años setenta) contra las alzas del precio del petróleo es porque entonces satisfacía más del 90 por ciento de sus necesidades de petróleo crudo con fuentes nacionales, y, por eso, los impuestos sobre los aceites minerales representaban poca cosa. Asimismo, en esa época, la URSS y el bloque socialista todavía desempeñaban un papel, que excluía a priori el uso de la fuerza militar contra un bloque de Estados (la OPEP), por añadidura solidario en ese momento. Por todas estas razones, y por estar saliendo de la guerra del Vietnam, EE.UU. prefirió utilizar esta alza contra sus economías rivales, japonesa y alemana, por una parte, y, por la otra, buscar el reciclaje financiero y comercial de la renta de los Estados extractores en beneficio propio. En cambio, la modificación de las circunstancias en 1990 (un 50 por ciento de las necesidades norteamericanas de petróleo bruto depende actualmente de la importación; una OPEP debilitada; debilitamiento y desmoronamiento del bloque socialista; una economía norteamericana fragilizada; un Iraq amenazador, etc.) induce a EE.UU. y a sus aliados cercanos a optar por el uso de la fuerza militar.
Pero más allá de estas razones relativas a la cuestión del petróleo, hay que destacar la determinación de los países del Norte de defender el orden económico mundial en su esencia y sus características fundamentales, tal como éstas se derivan de las exigencias de la reproducción del capital, y que desemboca indefectiblemente en una bipolaridad excesiva entre el Norte y el Sur.
En efecto, hay que recalcar que los mecanismos comerciales que rigen los intercambios mundiales son la causa de la transferencia de un colosal excedente de los países del Sur hacia los países del Norte. Y esta transferencia es la causa de esa bipolaridad excesiva, que hace que, en 1988, por ejemplo, los países más ricos (esencialmente, los países de la OCDE), que sólo albergan el 16,5 por ciento de la población mundial(3) y ocupan el 18,7 por ciento de la superficie del mundo, acaparen, ellos solos, el 81,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial.
Esta realidad es el origen de diferencias humillantes para la humanidad: en 1988, el PNB por habitante es de sólo 100 dólares en Mozambique, frente a 27.500 dólares en Suiza, esto es, una diferencia de 1 a 275. Esta realidad también es la causa de las altas tasas de mortalidad infantil (152 por mil en Sierra Leona país aliado, sin embargo, frente al 13 por mil en Suecia), de analfabetismo (la tasa neta de escolarización primaria es de sólo el 23 por ciento en Guinea, en 1987, mientras que en Suecia es del cien por ciento), de desnutrición (la aportación diaria por habitante es de sólo 1.595 calorías en Mozambique, frente a 3.645 en EE.UU., en 1986), de la diferencia de las esperanzas de vida (43 años en Guinea, frente a 78 años en Japón), etc.
Además, hay que destacar que los países del Norte aprovechan esta bipolaridad para reforzar aún más su dominación sobre los países del Sur bajo la apariencia de ayuda, asistencia y solidaridad internacional. En efecto, los países del Sur, al procurar luchar contra su miseria, están obligados a dirigirse a los países del Norte que acaparan más del 80 por ciento de la renta mundial, a fin de financiar sus proyectos de "desarrollo". Esto crea nuevas ocasiones que permiten al Norte someter al Sur a nuevos mecanismos de transferencia a través del endeudamiento (transferencia del servicio de la deuda). Más aún, este endeudamiento es un medio utilizado por el Norte para controlar el conjunto de los recursos concedidos (internos y externos), tanto sectorialmente (orientando la selección de los proyectos) como técnicamente (orientando la selección de las técnicas utilizadas), conforme a la división internacional del trabajo establecida según las exigencias de la reproducción del capital a escala mundial. De este modo se cierra el círculo, poniéndose en funcionamiento el conjunto de los mecanismos (comerciales, financieros y tecnológicos, además de los monetarios) para agravar aún más la transferencia del excedente generado en el Sur hacia el Norte. Estos mecanismos son la causa de la profundización de la bipolarización mundial.
Entonces comprendemos que cuando Iraq reivindica una revalorización del precio del petróleo, en realidad atenta contra los mecanismos fundamentales del circulo mundial (es decir, los mecanismos comerciales) y contra una mercancía vital, fuente de sobreganancias colosales, transferidas, en gran parte, hacia el Norte. En otras palabras, afecta un eslabón fundamental de la cadena de la dependencia, que puede poner en tela de juicio a los demás eslabones y, de este modo, modificar la reproducción del capital a escala mundial. Es por eso que Sadam se ha convertido en el enemigo que hay que derribar, tal como sucedió antes con el Dr. Mosadeg en Irán, con Allende en Chile o con Gadafi en Libia. Ni los jeques árabes los aliados de hoy se libraron de las balas de los medios de comunicación occidentales durante los años setenta, a consecuencia del alza del precio del petróleo, que, sin embargo, no había sido desencadenada por ellos.
Pero mientras dure esta realidad bipolar entre el Norte y el Sur, siempre habrá un "Hitler" en algún lugar del Sur que ocupará la primera plana de la prensa occidental. Y, entre tanto, y a la espera del próximo chivo expiatorio, esta prensa tendrá ocasión de hablar de "la libertad, la democracia y los derechos humanos" (sic).
2. Las economías capitalistas del Norte y la cuestión del liderazgo mundial
Ahora se trata de analizar, más allá de la aparente solidaridad de los países del Norte, las divergencias de sus intereses que ya fueron indicados por los respectivos papeles que desempeñaron los diferentes países de la coalición y que amenazan con influir sobre el desarrollo de los acontecimientos de la posguerra, tanto a nivel de las relaciones entre países del Norte, como a nivel de las relaciones Norte-Sur. Concretamente, estas divergencias surgirán con más fuerza aún cuando se trate de determinar la configuración de lo que se denomina Nuevo Orden Mundial, y cristalizarán en torno a la cuestión del liderazgo mundial.
Antes de analizar estos aspectos, hay que recordar que, desde hace unos veinte años, el capitalismo sufre una crisis que muchos califican como estructural. Es una crisis del régimen de acumulación intensiva centrada en el consumo masivo, que prevaleció en la mayoría de las economías capitalistas dominantes durante el período de la posguerra. Concretamente, esta crisis se revela en el agotamiento de las ganancias de productividad taylorianas y en el alza de la composición del capital en el proceso fordiano, que han generado tendencias a la baja de la rentabilidad y discordancias entre las transformaciones de las normas de producción y la orientación del consumo. También es una crisis de la regulación, de carácter esencialmente nacional durante el periodo de la postguerra, y que cada vez choca más con la creciente internacionalización de la producción y de la circulación, exigiendo, de ese modo, una regulación más bien a escala mundial(4).
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