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La Revolución Industrial en Gran Bretaña


Partes: 1, 2

  1. Inicios de la "Revolución Industrial"
  2. ¿Es correcto el término Revolución?
  3. La agricultura y la ganadería
  4. Las Industrias impulsoras
  5. Las innovaciones técnicas
  6. Los transportes y las comunicaciones
  7. Algunas conclusiones
  8. Bibliografía básica

Inicios de la "Revolución Industrial"

El antecedente holandés.

A partir del siglo XVII se observa un desplazamiento del foco de la actividad económica, desde las viejas potencias que fueron España y Portugal, hacia el noreste. Holanda, con centro en su más resonante puerto en Ámsterdam, recibió, como herencia portuguesa, importantes agencias en la India, y luego en las islas de Molucas y Sonda. De esta forma pudo controlar el monopolio comercial de las tan preciadas especias, fundamentalmente, la pimienta. Sus puertos eran los depósitos a donde todos los comerciantes del mundo acudían para proveerse de productos orientales. Además no solo manejó el comercio con Oriente, sino que mantuvo la supremacía comercial en el mar Báltico a pesar del intento de Inglaterra por arrebatarle tal posición. El hecho de que los holandeses consiguieran acaparar una parte tan importante del comercio mundial y hayan desarrollado una estructura financiera y comercial de tan considerables dimensiones, hizo más fácil la tarea para sus rivales y sucesores. Es así que podemos hablar no solo de rivalidad, sino también de simbiosis anglo-holandesa.

Según la opinión de Hobsbawm, la tendencia al monopolio introducida en el comercio por los holandeses puede también haber sido importante en otro aspecto. Podría dudarse de que antes del siglo XIX el mercado mundial podría haber sido lo bastante extenso como para permitir la industrialización simultánea de dos o más países en escala moderna (sabemos, en efecto, que la industrialización británica coincidió con la captación, por parte de Gran Bretaña, de virtualmente todos los mercados mundiales para todos los productos manufacturados, y el control de la mayoría de las zonas coloniales del mundo). La concentración holandesa resulta entonces extremadamente importante, aunque no se debe exagerar la "modernidad" de los holandeses.[1]

La actividad de los holandeses ayudó al avance del desarrollo industrial. Ellos ostentaron una estructura poderosa que permitió disolver las sociedades y economías feudales y llevarlas más eficazmente a una economía internacional. Entre las instituciones que aportaron al desarrollo del capitalismo comercial y financiero se destacan la Compañía de las Indias Orientales y el Banco de Ámsterdam. La primera fue fundada en 1602 y tuvo por espacio de 19 años el monopolio del comercio con las Indias Orientales, concesión que sería renovada en los años siguientes. Constituida como una sociedad por acciones, se inicio con un fondo de 60.000 florines y llego a 6.300.000 florines. La naturaleza de su forma societaria permitió a los hombres de negocios especular sobre el precio de sus acciones, desarrollando un amplio mercado bursátil. Además la organización de la Compañía sirvió de modelo para numerosas compañías comerciales que se crearon en otros países en los siglos XVII y XVIII. El Banco de Ámsterdam fue creado en 1608, tenía el carácter de una verdadera institución del Estado, ya que era operada y supervisada por magistrados municipales y funcionarios. Además, por su importante rol en las transacciones comerciales, prácticamente todos los mercaderes y negociantes tenían sus depósitos en el Banco, así se detalla la Memoria relativa al comercio y la navegación de los holandeses (1699): "para obtener crédito era menester tener cuenta en el Banco y pagar o recibir por su conducto, si se deseaba conservar el crédito". De aquí deriva pues, el escenario que luego aprovecharían otros países. Precisamente el ápice del éxito holandés, entre 1675 y 1725, coincide de hecho con el ascenso de sus competidores, principalmente Inglaterra

El Período: 1760 – 1850.

Es difícil establecer fechas estrictas a los sucesos que ocurrieron en la Gran Bretaña de aquellos años, según algunos autores va desde la quinta o sexta década del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Así a lo han detallado autores como Arnold Toynbee que en sus escritos[2]hizo coincidir el periodo de desarrollo británico con el con el regencia del Rey Jorge III (1760-1820) por expresa solicitud del monarca. Otro como Jonh U. Nef insistió en la aceleración sin precedentes del progreso industrial en 1780, y en base a este W. W. Rostow fijo fechas un tanto más exactas entre 1783-1802 para el "despegue" (take-off) de Inglaterra. Según Eric Hobsbawm, "un día entre 1780 y 1790, y por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadenas el poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios"[3]. En general un grupo de historiadores, como T. S Ashton,[4] tendieron a atribuir a 1760 como fecha de inicio y luego se sugirió en base a estudios estadísticos (como los de Dean y Cole) que en realidad el take-off se inicia en 1780. También se pueden ditinguir dos etapas: la primera entre 1760-1780 y 1800, y la segunda entre 1800 y 1830-1850. En la primera se observan procesos acelerados de innovación en sectores claves como son la industria textil y metalúrgica que transformó la organización socioeconómica de la región. La segunda etapa es de difusión de estas primicias y de las nuevas organizaciones a través del sistema de fábricas y la propagación de las nuevas fuentes de energía hacia el resto de los sectores de la economía.

Donde y Porqué.

Ya hemos mencionado la importancia del rol que desempeño Holanda en el proceso que más tarde desembocaría en la industrialización inglesa. Ahora profundizaremos, con mayor detalle, el donde y el porqué de tal industrialización. En general, a la hora de hablar del lugar de origen o comienzo de la revolución industrial se hace referencia a Gran Bretaña, considerando que dentro de la región se encuentran los países de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Es preciso subrayar que es en Inglaterra principalmente donde se observan los movimientos "revolucionarios" más rotundos, sin desmerecer el aporte de las naciones vecinas. Aquí se comenzarán a vislumbrar de manera fehaciente y sin dudas los primeros vestigios de un profundo cambio social, económico, cultural, demográfico, intelectual, en definitiva, general y que más tarde va a afectar a gran parte del mundo. Robert Heilbroner[5]señala que Inglaterra hacia el año 1750 se distinguía de las demás naciones por tres factores fundamentales. Primero era relativamente rica gracias a exploraciones exitosas, comercio marítimo de bienes y de esclavos, piratería, guerras y además dicha riqueza se encontraba esparcida dentro de una sociedad burguesa de clase media alta. Segundo se generó un escenario exitoso de transformación de la sociedad feudal en una sociedad comercial, precedente que Holanda ya había sentado con anterioridad. Y tercero Inglaterra era el centro de un entusiasmo único por la ciencia y la ingeniería que le posibilitó descubrir y desarrollar nuevas fuentes de energía y medios de transporte. Otras causas como las abundantes reservas de carbón y mineral de hierro o el otorgamiento de patentes de invención también favorecieron esta tendencia. Phyllis Dean atribuye el inicio del industrialismo en Inglaterra a causales como un aumento de la población, mejores técnicas de producción en alimentos, auge en el comercio exterior y gran desarrollo en el transporte. Por todo ello Inglaterra gozaba de de una extensa serie de factores conjugados que se potenciaron y multiplicaron dando lugar a un proceso de crecimiento industrial de notoria repercusión.

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¿Es correcto el término Revolución?

Ha sido imposible conformar un consenso general sobre la precisión del término Revolución Industrial. Se estima fue propuesto por primera vez por escritores franceses en el decenio de 1820 (Révolution Industrielle), para referirse a la mecanización de la industria del algodón en Normandía, otro autor como Bezanson remonta el uso original del término a una analogía con la Revolución Política francesa de 1789, comparación que se ha mantenido implícita desde entonces. Williams sugiere que su uso como instauración de un nuevo orden social, más que como un mero cambio técnico, debe atribuirse a Lamartin en la década de 1830. Después fue usado en este sentido por Friedrich Engels, John Stuart Mill y Karl Marx. Heaton sugiere que Arnold Toynbee tomó el término de Marx y lo puso en circulación académica[6]En fin, la expresión ha sido cuestionada por diversos autores, si tenemos en cuenta que un proceso revolucionario se desarrolla de manera súbita y violenta produciendo transformaciones radicales y profundas respecto al pasado inmediato y que si bien los eventos acontecidos en aquél momento produjeron sobresalientes efectos en la economía, la cultura y la sociedad en general, no fueron nada más y nada menos, que parte de un proceso lento y paulatino.

En base a este razonamiento ciertos autores han propuesto, prudentemente, la sustitución del vocablo revolución por el de evolución. También se ha asimilado el concepto de revolución industrial con crecimiento económico, ya que se observaron altos índices de producción industrial, cambios en las técnicas de producción, aumento de la inversión y la productividad para Vázquez de Prada[7]esta concepción es más acertada. Por otra parte, como se ha señalado, los cambios no fueron propiamente industriales, sino que también abarcaron ámbitos socioculturales, científicos e intelectuales.

Sobre lo que no hay lugar a duda es sobre el vertiginoso incremento de la productividad que comienza a "observarse"[8] como consecuencia del moderno sistema fabril, sistema que traerá importantes beneficios económicos pero a su vez grandes injusticias sociales.

La agricultura y la ganadería

Según Hobsbawn durante el proceso de industrialización que comenzó a desarrollarse en Gran Bretaña la agricultura estaba preparada para llevar a cabo tres funciones fundamentales: aumentar la producción y la productividad para alimentar a la población que crecía rápidamente; proporcionar un basto número de reclutas para la ciudad y la industria; y generar mecanismos de acumulación de capital utilizable en los sectores más dinámicos. A su vez sería capaz de generar un mercado suficientemente amplio y generar excedentes exportables[9]

Era necesario, para estimular el proceso, un brusco incremento de los suministros de alimentos a los cuales se arribó no sólo mediante transformaciones técnicas sino también sociales.

Avances técnicos.

Con respecto a las mejoras técnicas se destaca la llamada agricultura convertible, que implica la alternancia de cultivos agrícolas y pastos temporales, así fue que pioneros como Lord Townshend introdujeron la rotación cuatrienal: trigo, nabos, cebada y trébol, suprimiendo el barbecho[10]Un discípulo suyo, Sir Thomas Coke de Holkham fue quien popularizó el procedimiento y lo llamó "sistema Norfolk". A continuación se muestra un cuadro que ejemplifica el sistema.

Parcela A

Parcela B

Parcela C

Parcela D

1er año

trigo

trébol

cebada

nabo

2do año

nabo

trigo

trébol

cebada

3er año

cebada

nabo

trigo

trébol

4to año

trébol

cebada

nabo

trigo

La rotación de cultivos facilitó la renovación de los nutrientes del suelo, la obtención de forrajes para el ganado y una mayor variedad de cultivos. Gradualmente el trigo sustituyó a la cebada y el centeno como alimento básico. Las papas fueron de uso común y la carne dejó de ser un alimento de lujo gracias a la mayor oferta de ganado. Una dieta más variada y nutritiva tuvo notables efectos en la salud de los habitantes.

Otro innovador importante fue Jethro Tull cuyo principal aporte fue la modificación de la siembra en hileras en reemplazo de la siembra a voleo que hasta entonces se realizaba. Dicha reforma permitió limpiar las malas hierbas, remover la tierra cerca de las raíces, facilitar el riego y la recolección. También inventó una sembradora y una cultivadora tirada por caballos.

El aumento en la producción de hierro ayudo a sustituir la madera por el metal en la construcción del arado y de otros elementos posibilitando conspicuos rendimientos e importantes ahorros en mano de obra y animales de tiro.

En la ganadería también se observaron importantes mejoras. Robert Bakewell, dueño de una granja modelo en Dishley, logró sin tener conocimientos de genética sino que a través de métodos émpiricos producir ganado vacuno que daba mayor cantidad de carne[11]ganado equino con más fuerza y ganado ovino de mayor tamaño y peso. Fue el creador de una nueva raza de ovejas, la New Leicestershire consiguiendo que el peso promedio de los animales pasara de 14 a 40 kilogramos.

Las revueltas rurales.

Inglaterra se había desprendido hacia tiempo de sus supervivencias feudales. La vieja aldea se había transformado gradualmente por el impacto del comercio, la venta de las tierras, la delimitación de la propiedad y la penetración de las artesanías locales. El squirre o terrateniente remplazó al antiguo señor del feudo; gobernaba la aldea, designaba al párroco, arrendaba tierras y contrataba el trabajo asalariado de los empleados rurales. El comerciante, también poseía tierras en la aldea y se sentaba junto al terrateniente en el parlamento para defender sus intereses votando leyes mancomunadamente, así surgieron Acts of enclosure (leyes de cercado de tierras de 1801), subsidios y Corn Laws (leyes de cereales de 1815). A su vez, apoyaron la Ley de Pobres[12]y las Acts of Settlement (leyes de afincamiento) para la mejor vigilancia y control de los pobres.

La hostilidad hacia la delimitación de tierras fue sostenida y los disturbios por estas causas (aunque se produjeron sobre todo después de 1760) se prolongaron durante todo el siglo. Podemos mencionar algunas revueltas en Northamptonshire en 1710, en Wiltshire y Norwich en 1758, en Northampton y Oxfordshire en 1765, en Boston en 1771, en Worcester en 1772, en Sheffield en 1791 y en el distrito de Nottingham en 1798. Sin embargo, la antigua aldea inglesa, aunque minada desde hacía largo tiempo por las leyes de cercamiento, los terratenientes y la emigración a las ciudades, tardo más en morir que la ciudad fabril en nacer. Así los primeros años del siglo XIX estuvieron marcados por una serie de protestas sociales que denotaban la obstinación con que el antiguo campesinado inglés (y galés) se resistía a lo nuevo y se adhería a las antiguas formas de vida. De estos episodios el más notable fue quizás el caso de Bossenden Wood en Kent, donde once aldeanos devotos seguidores de Sir Williams Courtenay perdieron la vida en una batalla sin cuartel contra el ejército. Casualmente el episodio tuvo lugar en 1838, el mismo año en que Peoples Charter (Carta del Pueblo), el primer manifiesto popular de la nueva era industrial, fue redactado y promulgado en Londres. Pero solo fue un movimiento aislado que se redujo a un puñado de aldeanos dentro de un solo condado.

Por el contrario, las revueltas de "Swing"[13] de 1830 en los condados del sur de Inglaterra y las revueltas de "Rebeca" en 1839 y en 1842 en Gales, se desarrollaron en una escala mucho mayor. Los disturbios en los condados sureños estallaron como resultado de complejas causas políticas y sociales. Pueden haber desempañado algún papel en ello los cercamientos, los diezmos, las rentas, los salarios y la pobreza, la depresión agrícola, así como también la agitación radical. Gibbon Wakefield se inclinaba a considerar a los terratenientes y los párrocos, más que al arrendatario, como el villano de la obra.

Sea ello como fuere, hubo otras cuestiones más inmediatas que provocaron la ira y el resentimiento de los trabajadores. En primer lugar, fueron los salarios, que en Kent (condado de salarios relativamente elevados) oscilaban entre los 10 y 13 chelines por semana. Pero si los salarios eran la causa subyacente que generalizó los disturbios, la chispa que desató el movimiento no fue la negativa de los arrendatarios a pagar mejores salarios sino la introducción de las maquinas trilladoras. Hecho que aconteció en Canterbury en Kent, precedido a su vez de la contratación de mano de obra más barata procedente de Irlanda. Como resultado las maquinas fueron destrozadas por los trabajadores. En total antes que las revueltas fueran sofocadas, 16 condados habían sido más o menos seriamente afectados, mientras que se producían incidentes en otros lugares tan apartados como Leicester o Hereford.

En Inglaterra, al igual que en Gales, las revueltas rurales de 1830 y 1840 habían representado el último levantamiento de una clase social que desaparecía. A medida que la agricultura y la industria capitalista se desarrollaba, el campesino, como el tejedor de telar manual, estaban inevitablemente condenados.

Las Industrias impulsoras

Se ha observado que el despegue de la industria británica se origina en dos sectores bien determinados, por un lado la industria algodonera y por otro la del hierro.

La industria textil.

La industria textil de Gran Bretaña ya ocupaba, previamente, un papel preponderante en la economía europea ya sea a través de la lana (Inglaterra y Gales) o el lino (Escocia e Irlanda) mediante la utilización del sistema de putting-out[14]Sin embargo en el intervalo de tiempo que hemos establecido, la industria algodonera era relativamente nueva y de poca importancia; fue gracias al impulso de los hombres de ese momento y sus inventos que adquirió un notable desarrollo. La novedad de esta industria[15]le posibilitó la ventaja de no encontrarse sujeta a restricciones de tipo legal o gremial.

Las manufacturas textiles de aquel entonces tenían como principal restricción para la producción la baja productividad por hombre. Para resolver este problema fue que hombres como John Kay (mecánico de Lacanshire) o James Hargreaves (carpintero-tejedor de Blackburn) inventaron la lanzadera volante (1733) y la máquina de hilar de usos múltiples, también conocida como Jenny (1764), respectivamente. La primera consistió en un perfeccionamiento del antiguo telar que mediante una lanzadera se evitaba pasar a mano los hilos de la urdimbre, agilizando el trabajo. La segunda, Jenny, permitió multiplicar la cantidad de hilado producido por un trabajador. Estos inventos permitieron a una persona realizar el trabajo de varias personas al mismo tiempo y por ende, aumentar la productividad por hombre, aunque no necesariamente modificaron la forma de organización del trabajo ya que por sus costos y dimensiones podían ser instaladas tanto en fábricas como en los hogares. En primera instancia estas maquinas no requerían energía mecánica

Más adelante en 1768 Richard Arkwright construyó el bastidor de agua (water frame) el cual se alimentaba con energía hidráulica. A su vez requería alta inversión de capital lo que condujo a la instalación del factory sistem en las áreas cercanas a las corrientes de agua. El bastidor permitió obtener un producto más resistente utilizado para la urdimbre quitándole lugar al lino.

Debido a las patentes que Arkwright consiguió con su invento y las ulteriores mejoras (como por ejemplo, el cardado mediante cilindros) las innovaciones en este campo estuvieron paralizadas hasta que hacia fines de la década de 1770 Samuel Crompton logra desarrollar una máquina que permite obtener una hilaza destinada no sólo a la urdimbre sino también a la trama ampliando notoriamente el ámbito de acción de los textiles de algodón.

El aparato de Crompton recibió el nombre mula (mule) ya que combinaba características del torno y del telar movido por fuerza hidráulica. Una vez que se adaptó a la máquina de vapor la mula se convirtió en la herramienta predilecta de hilado y favoreció la instalación de numerosas fábricas textiles en ciudades donde el carbón era barato y la mano de obra abundante.

La mula de Samuel Crompton

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Otra ventaja que favoreció el desarrollo de la explotación textil aún no mencionada, es que una gran proporción de la materia prima de la industria algodonera provenía de colonias británicas que favorecidas por la mano de obra esclava y a la ampliación de las áreas de cultivo garantizaban el abastecimiento del producto. Durante todo el período la esclavitud y el algodón marcharon de la mano. Así fue que la cantidad de algodón importado paso de 5.000 toneladas en 1785 a 270.000 toneladas en 1850 (54 veces más) y la producción del telas de 36.500 km. a 1.900.000 km (52 veces mayor)[16].

La industria algodonera fue capaz de generar los excedentes necesarios para ser invertidos en otros sectores de la producción. En ella se vieron expresadas claramente ideas mercantilistas que pretendían una balanza comercial siempre positiva. Tal es así que en 1814 Inglaterra exportaba cuatro yardas de tela de algodón por cada tres consumidas en el país; en 1850, trece por cada ocho[17]

La industria metalúrgica.

La otra rama industrial que resaltamos por su importancia y por su papel de impulsora al desarrollo de otras ramas, fue la del hierro.

Por el año 1709, un herrero de Shropshire, Abraham Darby introdujo un cambio fundamental para obtener hierro de calidad utilizando coque o coke[18]Esta innovación se vio favorecida por dos motivos en particular, por un lado, la altura excepcional de los altos hornos donde se fundía el metal y por otro la adaptabilidad a los altos hornos del coque de Shropshire. La importancia de esta nueva forma de obtener hierro subyace en la posibilidad que otorgó para liberarse de la dependencia del carbón vegetal, un recurso relativamente escaso y que debía ser importado de la zona del Báltico.

Otros nuevos métodos de producción claves para industria fueron el pudelado y el laminado, ambos desarrollados y patentados en 1784 por Henry Cort. El pudelado permitió quitar las impurezas del metal, que antiguamente se realizaba con martillos manuales, a través del horno de reverbero. El laminado terminaba de purificar el metal mediante martilleo y moldeado a través de cilindros. Esto permitía obtener formas estandarizadas (vigas, barras, rieles) base para el desarrollo de otras industrias.

Paulatinamente se difundieron los métodos y se fueron instalando los altos hornos y las fundiciones en las cercanías de las zonas carboníferas. Se incrementó la oferta de hierro para la fabricación de objetos de uso extendido y se propagó la instalación de grandes fábricas que integraban los procesos de extracción del mineral y el carbón hasta la producción de varillas de hierro.

Debido a la mayor producción y el consecuente abaratamiento del precio la demanda de hierro se incrementó notablemente. Ya sea para la fabricación de maquinaria industrial, para la construcción de máquinas de vapor como para la fabricación de elementos agrícolas o, luego también, para el desarrollo del ferrocarril.

Las innovaciones técnicas

La revolución industrial se caracterizó por ser un período donde fue posible percibir un notorio incremento de las innovaciones tecnológicas. De aquí nace la necesidad de mencionar a Schumpeter quien se encargo de distinguir invención de innovación. Son términos que se relacionan de la siguiente manera, la invención es el descubrimiento de un nuevo método de producción, mientras que la innovación hace referencia a la aplicación, es decir, la puesta en práctica en el proceso productivo de las nuevas técnicas descubiertas.

Existieron dos notorias innovaciones técnicas que cambiarían el rumbo del desarrollo económico británico. Por un lado la sustitución del carbón vegetal por el coque, en la fundición de hierro, a la que ya hemos hecho mención; y por otro la invención de la máquina de vapor.

La energía del vapor.

La minería, de la mano con la creciente demanda de sus productos, fue el disparador para el desarrollo y la implementación de la energía del vapor. Históricamente, los mineros tuvieron que lidiar con los inconvenientes y los peligros del agua en las excavaciones. Primero fue Thomas Savery quien creó, hacia finales del siglo XVII, la llamada "amiga del minero" una bomba de vapor que se instaló fundamentalmente en las minas de estaño de Cournalles. Luego fue Thomas Newcomen quien perfeccionó la bomba de Savery a través de la bomba de vapor atmosférico. Sin embargo la bomba de Newcomen tenía problemas en la alternancia de temperaturas generando un gran desperdicio de energía potencial.

Fue James Watt (1736-1819), un escocés constructor de elementos de precisión, quien tuvo la brillante idea, alrededor de 1765, de introducir un condensador por separado que permaneciera frío, en tanto el cilindro interior se conservaba caliente permanentemente. Al inicio tuvo el apoyo financiero de John Roebuck quien sostuvo la participación de la patente desde 1769. Empero aún no podía realizar los retoques necesarios para producir una verdadera máquina industrial hasta que en 1774 Watt se mudó de Glasgow a Birmingham y comenzó a trabajar con el aval financiero de Matthew Boulton. Allí se acercó a diestros obreros y pujantes hombres de ciencia aplicada, como John Wilkinson, que le facilitaron las herramientas necesarias para concluir la máquina de vapor. Su tarea no concluyó ahí sino que se fue perfeccionando con una larga lista de inventos[19]que generaron eslabonamientos productivos que invadieron todas las ramas de la industria.

La máquina de vapor de J. Watt

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La introducción de la máquina de vapor de Watt (y de una larga serie de innovaciones) a la industria fue un hecho ciertamente revolucionario que transformó la vida de la sociedad británica. Se sustituyó la fuerza de trabajo humana con la mayor productividad de la maquinaria.

Los transportes y las comunicaciones

El Reino Unido cuenta con una ventaja excepcional en cuanto a comunicaciones y transporte se trata.

Posee una extensa red de ríos navegables que atraviesan todo el territorio de los cuales los más importantes son:

El río Támesis o Thames (es el principal río de Inglaterra). Nace cerca de Kemble y pasa por las ciudades de Oxford, Wallingford, Reading, Henley-on-Thames, Marlow, Maidenhead, Eton, Windsor y Londres.

El río Severn es el más largo y caudaloso del Reino Unido. El río nace cerca de Plynlimon, y atraviesa ciudades como Shrewsbury, Worcester y Gloucester. Desemboca en el océano Atlántico formando un estuario en el suroeste del país.

El río Trent nace en Staffordshire entre Biddulph y Mow Cop y desemboca en el mar del Norte en el estuario Humber, que comparte con el río Ouse. A través del río se conecta el centro y el este de Inglaterra con el mar del norte y los mercados del norte de Europa.

Y el río Gran Ouse nace en las inmediaciones de los pueblos de Syresham y Sulgrave, en Northamptonshire. Atraviesa las ciudades de Brackley, Buckingham, Milton Keynes en Stony Stratford, Newport Pagnell, Olney, Bedford, Saint Neots, Godmanchester, Huntingdon, Saint Ives, Littleport y Downham Market. Desemboca en el mar del Norte en el estuario Humber.

Los canales.

Antes de la generalización del ferrocarril fueron las rutas fluviales las que en buena medida condicionaron los asentamientos urbanos y las que posibilitaron una alternativa más segura, económica y eficaz, que las rutas terrestres, para el transporte de las mercancías, especialmente las voluminosas y de bajo valor, hacia los distintos centros urbanos.

Desde de 1660 se observaron tareas tendientes al mejoramiento de las vías de comunicación fluvial[20]Sin embargo estas actividades no fueron impulsadas por el Estado sino que nacen como una necesidad de las compañías y los empresarios para potenciar el desarrollo de sus negocios.

El auge de la construcción de canales se da a partir de 1750 período en el cual se triplicaron las vías navegables tendiendo una amplísima red de ríos y canales conectados con los principales centros de producción y consumo.

Phyllis Deane señalo al respecto: "la Revolución industrial requiere de un sistema de transporte seguro, de gran capacidad y de bajo costo; esto es precisamente lo que dieron los canales. Además constituían una parte esencial de la propia revolución industrial, pues eran construidos por la mano del hombre, representaban una aplicación de los conocimientos científicos a los problemas prácticos de ingeniería, y requerían grandes inversiones de capital con rendimientos a corto plazo."[21]

El segundo Duque de Bridgewater, Francis Egerton, fue un entusiasta inversor que en 1759 se propuso unir sus minas de carbón de Worsley con Manchester. Gracias al apoyo brindado por el constructor James Brindley logró llevar a cabo su cometido en 1761 y consiguió economizar casi el 50% del costo de transporte. Su énfasis por unir puntos estratégicos no terminó allí sino que se propuso extender el canal hasta el río Runcorn en la zona textil de Lacanshire. De ahí en más, debido a los altos niveles de inversión requeridos, se generaron una serie de compañías privadas destinadas a la construcción de diversos canales en el que se destaca el Gran Trunk que ensambló el canal de Brindley con las zonas salitreras de Chesire y la alfarera de Staffordshire, comunicando el río Marsey con el río Trent y el Humber.

Gracias al suministro de estos numerosos kilómetros o millas de canales la capacidad para insertarse y competir de algunos centros distantes de producción se incrementó notablemente y a su vez se convirtió en otro factor favoreció el desarrollo de la especialización industrial.

Los caminos.

El mantenimiento y la mejora de las vías terrestres correspondía a los municipios locales por lo que era natural que las carreteras se encontraran en un estado cuando menos precario. Sin bien desde 1690 el Parlamento concedió fondos para construir y conservar tramos y permitió a los autores cobrar derechos de portazgo y reducir sus cargas fiscales en general la política relativa a la red de caminos fue la de adaptar las carretas, el numero de caballos y los carruajes al estado de las rutas. A diferencia de las compañías comerciales que se habían organizado para la construcción de canales, aquí se constituyeron comités de supervisación.

A partir 1750 la estrategia se modificó, entre aquél año y 1770 la red terrestre paso de 3.400 millas a 15.000 millas. Entre los pioneros aparece John Metcalf que construyó rutas nuevas en Lacanshire y Yorkshire, más adelante surgen las figuras de Thomas Telford (primer presidente de la Sociedad de Ingenieros Civiles) y John MacAdam[22]quienes revolucionaron la industria de los transportes. Gracias a sus aportes en la construcción de caminos con cimientos sólidos y la utilización de pedernal apisonado que formaba calzadas convexas, los vagones reemplazaron a los animales de carga y se multiplicó el número de vehículos. Los efectos se observaron también en los servicios de correo, el comisionista reemplazó al cabalgador y los Reales Correos se convirtieron en un medio de comunicación mucho más eficientes.

Los ferrocarriles.

En las minas de carbón se vislumbraron los primeros pasos del desarrollo del ferrocarril. Al principio se trataba de vigas de madera por donde se trasladaban lo vagones que luego se mejoraron anexando a las vigas unas pestañas de hierro colado para facilitar el desplazamiento de los carros, sin embargo, hasta entonces solo se servían de animales de carga. Recién a partir de la sexta década del siglo XVIII se comenzaron las investigaciones para articular la reciente invención de la máquina de vapor a las líneas de las minas carboníferas.

El primer indicio se advirtió en 1801 cuando Richard Trevithick, que explotaba las minas de Cournalles diseño una máquina de alta presión que se trasladaba por caminos corrientes. Sin embargo los caminos no soportaban el peso de la maquinaria por lo que no tuvo gran éxito.

Por esos años se creía imposible la unión entre rieles lisos y ruedas igualmente lisas. Tal teoría se modifica en 1812 gracias a William Hedley. Unos años más tarde, en 1821, George Stephenson es contratado para realizar un ferrocarril de Stockton a Darlington, el ingeniero desarrollo una locomotora con una máquina de vapor fija que se servía de cables para trasladar las carretillas de carbón desde la mina hacia los muelles de carga. Y en 1829 su invención llamada "Rocket" ganó la competencia en Rainhill sobre el ferrocarril construido de Manchester a Liverpool.

La locomotora de G. Stephenson

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Con el ferrocarril se logro abaratar el transporte terrestre que siempre había sido más costoso que el fluvial. Además se redujeron los tiempos requeridos para el traslado de bienes y personas.

El impacto del ferrocarril fue más allá de las comunicaciones generando una serie de eslabonamientos productivos de gran importancia. Se convirtió en una fuente generadora de inversión (y trabajo) hacia atrás, donde impulsó nuevas inversiones en actividades proveedoras de insumos. La minería del carbón, la producción del hierro y el acero y la industria mecánica constituyeron los sectores más influenciados aunque no fueron los únicos. Y hacia delante gracias a la disminución de los costos de transporte y la ampliación de los mercados.

Los cambios demográficos y sociales

La demografía

El estudio de los cambios demográficos se hace imprescindible para entender otros rasgos de la revolución industrial. Las variaciones en los niveles poblacionales funcionan como variables que inciden de manera significativa en el proceso industrial aportando mano de obra abundante como potenciales consumidores.

En vísperas del desarrollo industrial hubo un aumento considerable de la población, no solo de Gran Bretaña sino que a nivel mundial, con la excepción de África.[23]

Según cifras de Mitchell y Deane la población de Inglaterra y Gales paso de 6.2 millones en 1750 a casi 18 millones en 1851 (año censal). Más específicamente, Londres a mediados del siglo XVIII era la única ciudad británica con mas de 50.000 habitantes (por aquel entonces eran 675.000 aproximadamente). Y en 1851 había 20 ciudades con más de 50.000 hab. y 9 con más de 100.000 personas.

Los estudios demográficos no encuentran una causa única para el crecimiento poblacional. Se puede destacar el aumento de la tasa de natalidad relacionada, posiblemente, con la disminución en la tardanza de contraer matrimonio. Los jóvenes podían establecer sus hogares más prontamente como trabajadores de las fábricas y talleres que como empleados en las zonas rurales. También se observó un descenso en la tasa de mortalidad a causa de varios factores como la introducción de la vacuna contra la viruela hacia 1798 junto con otros avances en área medicinal. Además la esperanza de vida se prolongó debido a una dieta más variada y abundante, al aumento de la producción de carbón que mitigó los efectos de los crudos inviernos, a la concientización sobre la higiene y el uso del jabón, entre otros motivos. En el siguiente cuadro se aprecia como la tasa de natalidad se mantuvo relativamente estable, mientras que la tasa de mortalidad tuvo una clara tendencia decreciente.

Tasas de Natalidad y Mortalidad en Inglaterra[24]

PERIODO

1700

1750

1780

1800

1818

1841

1850

1871

1880

1881

1890

1891

1900

TASA DE NATALIDAD

34.1

35.4

34

32.6

35.4

32.5

29.9

TASA DE MORTALIDAD

26

32

28.8

23.1

22.4

21.4

18

17

Por otro lado los movimientos migratorios también afectaron el total poblacional. Inglaterra y Escocia representaban un futuro esperanzador fundamentalmente para los irlandeses, pero también para los habitantes del continente europeo por lo que durante el siglo XVIII y XIX se observo una corriente continua de personas hacia esas latitudes. A su vez muchos británicos abandonaron el Reino Unido en busca de nuevas oportunidades en América y hasta otros fueron deportados a la fuerza. Según R. Cameron es posible que Gran Bretaña haya perdido más de lo que ganó con la migración internacional.

A nivel interno también hubo importantes procesos de reorganización de la población. Se destaca el éxodo de personas desde el campo a la ciudad, para 1851 la población urbana ya superaba a la rural y para fines del siglo XIX casi el 80 % de los británicos vivían en áreas urbanas. Cerca de 1700 el grueso de habitantes se concentraba al sur del Río Trent, un siglo más tarde cobraron importancia las áreas de Lacanshire (sinónimo de algodón), Yorkshire y las cuencas carboníferas del West Midlands lo que denota la importancia de las industrias textiles y carboníferas.

El nuevo empresario y la nueva clase obrera.

Partes: 1, 2
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