Descargar

Introducción a lo humano. Reflexiones sobre el libro de Ricardo Peter


    Introducción a lo humano. – Monografias.com

    Introducción a lo humano.

    (Reflexiones sobre el libro de Ricardo Peter)

    Al leer este texto es imposible no sentir un llamado a la reflexión. Un llamado a revalorar cuales son mis propias "ventanillas" desde donde percibo la vida. La falibilidad del hombre como condición intrínseca a la naturaleza humana me parece un tema poco revisado dentro del funcionamiento psíquico del hombre. ¿Por qué el análisis de lo defectuoso, de la falla, del error, se encuentra tan poco revisado dentro de nuestra cultura? ¿Es posible que tengamos una resistencia gigante a reconocer algo tan esencial como la falibilidad humana? Esta lectura me invita a revisar y cuestionar mis propios esquemas perfeccionistas. Me aporta una manera diferente de comprender la experiencia humana. Me invita también a darle un espacio en mi vida al absurdo, a lo ilógico, a lo falible y por consiguiente tener una visión más amplia de la complejidad del fenómeno humano.

    El análisis de la imperfección y su introducción al mundo de la psicoterapia me parece sumamente útil en el mundo que vivimos actualmente. La cultura de hoy no le da espacio a esta característica esencial de la existencia humana. La terapia de la imperfección puede parecer una teoría contrastante, que choca con los ideales de este mundo que se mueve de acuerdo la gran maquinaria productiva, que exigen del hombre una mayor eficacia, eficiencia y cero defectos. Me parece una filosofía que le devuelve al ser humano el derecho a errar, el derecho a tener una visión de si mismo mas real y mas completa.

    Me parece sumamente interesante la invitación de Ricardo Peter a un cambio de perspectiva. Nos plantea un cuestionamiento profundo a la "actitud" occidental que le arrebata al sujeto la capacidad de aceptarse tal cual es, a rescatar su humanidad, y dejar entrar lo que le otorga su carácter meramente humano, la falla, el error, la característica esencial y propia de lo que está vivo, lo accidentado de la vida, la imperfección que nos hace humanos.

    Nos invita a cuestionar nuestra realidad sesgada por el afán de perfección, la negación de lo "real" distorsionado por una percepción que no corresponde a la naturaleza misma de la existencia. Nos invita a reconsiderar nuestra perspectiva. Se hace presente una paradoja, la perfección se estropea por si misma queriendo repararse. Nuestro rechazo a lo indeseable en nuestras vidas (la falla), termina sumergiendo al sujeto en una enfermedad aun peor, la negación de su propia constitución, cubierta por un velo racional de perfección que supone una fragmentación del ser. Surge entonces el sufrimiento, el sufrimiento de no ser, la indigencia humana. La actitud perfeccionista niega lo real y se forma una realidad falsa. Nunca tenemos una percepción exacta de lo "real", pero el no reconocimiento de nuestro límite representa un alejamiento muy marcado de lo que somos. No estamos tan alejados de una percepción de nosotros mismo mas humana como cuando negamos lo falible de nuestra existencia.

    El perfeccionista se engaña a si mismo frente a su necesidad de estructura. Asienta su realidad en lo que él supone que "debe ser". Subyace una fuerte necesidad de control, para el perfeccionista el mundo es un proyecto que se "debe" realizar de una forma determinada. No permite que la vida lo sorprenda, no se abandona al flujo de la vida, necesita sentir que puede interferir en las situaciones, en las cosas, en los demás. El perfeccionista vive un cuento ideal sumamente desgastante, aunque lo real de la vida le demuestra lo contrario a cada momento y por ello sufre.

    Me parece fundamental también la invitación de Ricardo Peter a revalorar la intuición. La razón no es la instancia a adecuada para comprender y enriquecer la existencia. El mundo occidental ha sustituido la "sabiduría" por la "inteligencia". Creo que las instituciones educativas refuerzan este terrible hecho. La educación tal y como se viene aplicando actualmente no forma seres humanos "sabios" responsables de su propia existencia y capaces de vivir una vida mas saludable. Me parece que el mundo emocional que es parte constitutiva del ser humano se encuentra devaluada en nuestros días, ha perdido su valor, el discurso actual hace elogio de lo práctico, lo pragmático, menos cerebro límbico y más neo-corteza.

    La psiquiatría procura curas rápidas que mantengan a los seres sufrientes en un estado neutral, ausente de conflictos, lejos de sus emociones, ausentes de su propia existencia. Las instituciones educativas forman seres con ciertas capacidades técnicas para desempeñar un trabajo eficiente y eficaz en el mercado laboral. No tenemos escuelas en donde se oriente al hombre en un camino más real y honesto consigo mismo. La terapia de la imperfección (TI) aporta una luz en la actual oscuridad de la condición humana. No plantea un rechazo a la razón sino más bien nos ubica en una nueva perspectiva. La razón no es la indicada para tratar asuntos de la existencia.

    Los que llamamos civilización que para mi fue "la invención de la barbarie", ha desembocado en una estructura de carácter que atiende muy bien a los rasgos obsesivos-compulsivos de la personalidad. Vivimos en una sociedad acumuladora, mezquina, perfeccionista, donde el control absoluto de la circulación de la moneda se ha vuelto la obsesión predominante. El obsesivo compulsivo no da lugar al error, es rígido en su forma de realizar las cosas. Exige perfección no solo de él mismo sino de la gente que lo rodea. El control que ejerce el obsesivo no solo es sobre las cosas u objetos externos, su compulsión por el orden externo refleja una necesidad de ordenar su propia existencia. Necesita una referencia externa que le confirme si esta o no haciendo lo que "debe de hacer". Pide opiniones, es indeciso, necesita que alguien más lo oriente en su compulsión desmedida de ordenar a la perfección los fragmentos de su existencia.

    La inclusión del límite a la propia estructura mental nos otorga salud. Conciliarse con nosotros mismo implica reconocer nuestro límite. Reconocer la falibilidad de nuestra condición humana. El rechazo de la posibilidad de errar conduce según la terapia de la imperfección al sufrimiento psicológico. La culpa es un ejemplo muy claro del rechazo a nuestro propio limite. Cuando nos habita la culpa nos habita también el autorechazo, el juicio severo hacia nosotros mismo, negamos lo que somos, negamos nuestro humano derecho a errar.

    En libro de Ricardo Peter "Ética para errantes", hace referencia a la parábola del hijo prodigo. Llama la atención la actitud del padre que no solo no condena la conducta del hijo menor, sino que además celebra el retorno de éste. El festejo del padre parece un acto de misericordia. Creo que la Iglesia católica ha llevado hasta las últimas consecuencias el concepto de "pecado". Ha moralizado el concepto para ejercer dominio, control, temor y culpa. El concepto de pecado se asienta en una estructura culpógena y se convierte en un instrumento auto flagelante para quien lo carga. En su etimología griega la palabra pecado significa "una flecha que no da en el blanco", es decir errar. Ya Evagrius Ponticus monje cristiano nacido en Turquía en el siglo cuarto hablaba del pecado en términos de error.

    Una persona que toma una actitud de rechazo hacia sus propios límites, no solo repercute en su sistema mental, también se niega la posibilidad de comprender el límite de los demás. Un sistema mental que reconoce el límite y lo integra a su forma de concepción de mundo genera menos fricción entre su propia realidad y lo "real". Por consecuencia directa tiene una vida mas honesta, mas en contacto con una dimensión mas profunda de su ser. También se predispone a una vida más armónica y con mayor salud no solo orgánica sino también espiritual.

    Me parece muy interesante el análisis profundo que se realiza en el texto para trata de comprender desde donde adoptamos una posición ante las circunstancia de la vida. Se plantea una base previa a la percepción en la TI denominada "perspectiva". A diferencia de las teorías cognitivas las cuales se centran en los procesos mentales derivados de la percepción, la TI propone una visión mas profunda a este problema. Nuestra manera de percibir el mundo ya esta determina por el lugar desde donde lo vemos. Como se menciona en el autor en el texto "La percepción es una elección que obedece a la perspectiva como la nave al timón ".

    El perfeccionista se propone lo imposible, no tiene consciencia de su límite, lo real se presenta tal cual "es". No hay posibilidad de imponerse ante la vida. Tratar de corregir lo incorregible representa un gasto inútil de energía. Una negación de nuestra naturaleza. Una ilusión que nos desgarra.

    Me parece que la ciencia colabora para la formación de un ideal imposible. El esfuerzo perpetuo del hombre de transformar la naturaleza. Hoy mas que nunca los medios de comunicación nos venden un ideal de belleza, las nuevas cirugías estéticas se convierten en un instrumento medico de construcción de un ideal.

    Puede resultar muy difícil funcionar en este mundo con plena conciencia de nuestros límites. El hombre como ser falible, defectuosos, repleto de errores, parece no ser el modelo adecuado para la industria. Es posible que para tener una vida más humana y real sea necesario tener el valor suficiente para sacrificar la fantasía por la realidad en beneficio de nuestra salud física y espiritual ¿Cómo poder hablar de una verdadera comprensión del otro, cuando ni siquiera tenemos conciencia de nuestros propios limites, y no obstante exigimos a los padres, a los hijos, a la pareja, etc. que se ajusten a nuestros estándares de perfección?

    No se pretender que las cosas siempre fallen, sino más bien, reconocer la posibilidad de la falla en los sucesos de la vida. Dejar de aferrarse al control continuo de las circunstancias. Permitir que la vida sea como "es" a pesar de que vaya en contra de lo que esperamos. Se trata de formarnos una realidad personal más aproximada a lo "real".

    Es necesario errar para reorientarse en las circunstancias de la vida. El fallo lejos de ser un obstáculo, representa una oportunidad de crecimiento. El error nos señala el camino adecuado. Nos demanda una reevaluación y una nueva ruta. Errar es crecer. El perfeccionista forma todo un ideal en torno a lo que el "debería ser". Genera conductas rígidas, inflexibles, genera prejuicios, se condena así mismo y el otro. No tolera su propia falibilidad y tampoco acepta el error del otro. Lo real no cuadra con su esquema cuadrado de pensamiento. Su realidad es una imagen cuidadosamente construida, que no da lugar a la falla. El perfeccionista arma sus propios instrumentos de tortura.

    La epistemología que se maneja en la terapia de la imperfeccion, hace referencia a los procesos bajo los cuales se estructura la percepción, como dice el autor "la manera de pensar como pensamos" o "la manera percibir como percibimos". Nuestra percepción es presupuesta. La cultura se encarga de establecer las pautas de percepción según el desarrollo del individuo. El modo de ser de una persona esta determinado por sus procesos perceptivos que a la vez están moldeados por su condicionamiento cultural, pero existe a priori una perspectiva desde donde se inicia todo el proceso.

    El éxito terapéutico radica en la capacidad para generar un cambio en el nivel epistemológico que sustenta todo el proceso de percepción. Procurar una intervención sin llegar a este nivel de profundidad implica no centrarse en el proceso meramente perceptual, si no más bien, llegar a modificar la perspectiva. El mundo psicológico académico parece darle un peso muy fuerte a los estudios neurofisiológicos y técnicas de modificación de conducta. Me parece que esta tendencia nos limita a avanzar en la comprensión de la subjetividad humana. Por mucho que comprendamos los procesos neurofisiológicos, será difícil llegar a comprender la trama simbólica que constituye la mente humana. Nunca se podrá producir en las situaciones controladas de un laboratorio, la destreza de Monet, la esencia de Neruda o la inspiración de Shostakovich.

    Un sistema mental que tiene una epistemología que no reconocer la falibilidad, rechaza toda posibilidad de anormalidad en los sucesos de la vida. Se experimenta como tragedia aquello que es parte de la naturaleza. Cuando un individuo se maneja desde una epistemología de indefectibilidad es como si se sintiera en la necesidad de enmendar algo. Pareciera que algo ha quedado inacabado y debe completarse. Es una tendencia a arreglarlo todo. En el plano de la existencia parece haber una paradoja. En el intento de arreglar la realidad, ésta se estropea.

    El camino que plantea la terapia de la imperfección para lograr vivir una vida mas real y menos obsesionada con ideales de perfección es la aceptación de lo que "es". Esto implica ponernos en paz con la falibilidad de la vida. Reconocer que nada de lo que hay en este mundo es perfecto. Aferrarse a un ideal perfeccionista que genera rechazo de lo que somos, de nuestra propia constitución como "ser en el mundo", nos genera sufrimiento. Gran parte de nuestro sufrimiento tiene que ver con la incapacidad para aceptar aquello que no podemos cambiar. Las circunstancias de la vida puede ser desgarradoras, inesperadas, duras, pero nuestra capacidad de aceptar lo que la vida nos presenta podría colocarnos en una nueva perspectiva. El error nos hace evidente la perspectiva desde donde evaluamos las cosas.

    El error es un golpe a la estructura del perfeccionista. Toda la energía que ha puesto en intentar controlar absolutamente todo, se ve amenazada ante la inevitable falibilidad de la vida. El perfeccionista necesita seguridad y la busca en el control. Ante la aparición inevitable de lo "real" el perfeccionista entra en pánico. Su proyecto de control se ve amenazado. El perfeccionista se llena de miedo y es posible que se genere lo que Viktor Frankl llamaba "intención paradójica". Aquello que tanto teme aparece frente a sus ojos como un recordatorio de lo frágil que es el hombre frente a la vida. Pretender controlar la vida me parece una falta de respeto con el misterio que representa.

    En la TI se hace referencia a la neurosis de perdida del sentido de orientación. Lo que pierde el neurótico es su ubicación frente a la indigencia. El neurótico se ha alejado de su ser limitado. A diferencia de la neurosis noógena, la pérdida del sentido de orientación se basa en la negación de lo "real" en la naturaleza del hombre. No integra a su experiencia la posibilidad de la falla. Se despista de su ser limitado aunque sufra por ello.

    Tenemos dos "órganos" de percibir lo real. Tenemos un aparato racional y otro intuitivo, ambos nos sirven para configurar nuestra realidad a partir de los estimulo que recibimos. El procesador racional actúa como un programa de resolución de problemas. Es útil para generar ideas, pensamientos, hacer una evaluación critica, etc. Es cuna del ideal perfeccionista. Evalúa lo real y trata de enmendarlo, de arreglar, trata de darle lógica a lo que se presenta como ilógico y absurdo. Por otro lado el procesador intuitivo es aquel por el cual "comprendemos" la realidad. Es el instrumento con el cual perdonamos, somos creativos, compasivos, bondadosos, su pauta de funcionamiento no es lo racionalmente adecuado, lo correcto, sino más bien acepta y acoge lo que "es". Ambas epistemologías son incompletas cada una nos muestra lo real de una manera parcial. Lo importante es saber en que momento las circunstancias nos exigen utilizar una u otra. La actitud que el sujeto toma frente a su limite deja entrever el lugar desde donde se asienta su propia epistemología.

    La razón nos confunde, nos aleja de nuestra propia existencia, tal vez en esta etapa de la humanidad en la que vivimos seria conveniente cambiar el planteamiento de Descartes "pienso, luego existo" por "existo luego pienso". La razón elabora juicios de valor, evalúa lo perfecto de lo imperfecto. Nos aleja de la posibilidad de vivir el absurdo, el sin sentido. Nos quita la posibilidad de vivir la falla y aprender de ella. Como bellamente menciona el autor "la intuición me rescata del tribunal que en ocasiones erige la razón contra su propio dueño".

    La actitud dirigida hacia la mujer a través de la historia la convierten absurdamente en la viva imagen de la imperfección. Los judíos muy ortodoxos comienzan el día diciendo "gracias señor por no haberme hecho mujer". San Juan Crisóstomo decía que cuando la primera mujer habló provocó el pecado original. San Ambrosio pensaba que si a la mujer se le permite hablar de nuevo volvería a traer la ruina al hombre. Los fundamentalistas musulmanes les mutilan el sexo y les cubre el rostro.

    En la frase popular "detrás de un gran hombre hay una gran mujer" se le otorga el triste lugar de respaldo de silla. Y por si fuera poco hoy en día se siente insegura por su aspecto físico, los médicos han desarrollado la tecnología quirúrgica de corrección de imperfecciones. Desafortunadamente estas intervención no corrigen el trasfondo existencial que se esconde deja bajo de los supuestos "errores anatómico". La mujer aun en nuestros días tiene un papel aplastante por la estructura patriarcal de la civilización. La demanda de perfección que pesa sobre la mujer es muy evidente en su función como madre abnegada, hija perfecta, esposa resignada, etc.

    La terapia de la imperfección no se limita al plano psicológico de la experiencia. Es imposible limitar sus premisas a meros procesos cognitivos. La Terapia de la imperfección toca la dimensión subjetiva, existencial, epistemológica de la constitución del sistema mental. Basándose en el concepto de limite, como elemento constitutivo de todo lo que "es". Mueve lo cimientos en los que se edifican las ideas ilusorios de perfección predominantes en la cultura occidental. Como propuesta terapéutica devuelve al individuo su orientación epistemológica. Lo lleva una percepción de si mismo más cerca de lo "real". Le muestra lo ilusorio de sus fantasías perfeccionistas. Le devuelve la compasión por sus propios límites, le regresa a la persona el humano derecho a errar. La transformación y la madurez del hombre proviene del tropiezo con sus límites existenciales. La TI Favorece la conciencia de la propia perspectiva mediante la inclusión del limite. La meta es incluir en la percepción del individuo sus propios límites existenciales y mostrarle de que manera puede aprender de ello. Invita a una comprensión de su existencia como ser limitado sin entrar en conflicto con ello. El proceso de aceptarse es un proceso continuo y de toda la vida.

    La inclusión del límite se aplica en tres pasos fundamentales

    • 1) La conciencia de los propios patrones perfeccionistas.

    • 2) La revisión critica del origen de los paradigmas perfeccionistas.

    • 3) La aplicación de los esquemas mentales alternativos.

    La terapia de la imperfección pone de manifiesto al sujeto los juegos psicológicos que utiliza para enmascarar su ser falible. El perfeccionista se esconde bajo una imagen de perfección. Un ideal de lo que "debería de ser" y no de lo realmente "es". Esta aportación a la psicoterapia me parece muy actual y útil en el mundo en el que vivimos hoy. Integrar la falibilidad del hombre a su estructura mental es una posibilidad de encontrarnos con lo que somos. Nos da la oportunidad de vivir vidas más reales, mas honesta, y amortigua la enorme carga de occidente que tanto énfasis pone sobre la excelencia. Es una filosofía que va contra corriente. Contrasta con los ideales actuales de la cultura. Un ejemplo sobre lo patológico que resulta el perfeccionismo extremo podríamos rastrearlo en Japón, en donde se ha desarrollado un término específico (Hikikomori) para señalar un fenómeno nuevo de aislamiento social en jóvenes. En un país con un sistema que demanda alta competitividad y una fuerte presión familiar en relación a la productividad, existen sujetos que desertan socialmente. En una sociedad como esta no hay lugar para el error. En occidente cada vez más tenemos gente con trastornos de ansiedad severos generados por los grandes ideales de perfección establecidos por la cultura.

     

     

    Autor:

    José Eduardo Suárez Santiago