"Para escapar a la masacre, muchos de ellos se hicieron nómades de la mar, pero en sus embarcaciones tampoco estuvieron a salvo. […] Con la quema de millones de hectáreas de bosque ya los habían condenado a desaparecer, pero no les bastó. Tenían que exterminarlos a todos, uno por uno. ¿Escuchó alguna vez hablar del tiro al pichón helado? Ese era el deporte de los ganaderos, de los Mac Iver, […] de los Spencer, y consistía en subir a una familia entera de indios sobre un trozo de hielo flotante, sobre un iceberg. Entonces venían los disparos, primero a las piernas, luego a los brazos, y se cruzaban apuestas respecto a cuál de ellos sería el primero en ahogarse o morir por congelación."[1]
Entre 1772 y 1775, el inglés James Cook circunnavegó por primera vez la Antártida, una Bahía lleva su nombre, y es allí donde habitan, entre otras especies faunísticas, las ballenas enanas, las azules y las calderón.
En la historia del "Mundo Del Fin Del Mundo" uno de los marinos, Don Pancho, que navega con el protagonista adolescente, marca sobre una carta marina los lugares por donde tienen que pasar.
"…Veinte millas más al este empieza el Canal Ballenero. Ahí, en la costa norte de Isla Londonderry tenemos la factoría[2]Algunas millas más al este se abre el Canal Beagle, y en Bahía Cook nos estarán esperando las ballenas…"[3]
Hasta 1843 siguieron explorando las costas antárticas. Luego, durante cincuenta años no hubo nuevas expediciones, salvo los cazadores de ballenas y focas. Desde el VI Congreso Internacional de Geografía de 1895, y la Conferencia Internacional de 1900, algunas potencias comenzaron a reclamar derechos sobre este continente. En 1991, la XI Reunión Consultiva Especial del Tratado Antártico aprobó un protocolo que prohíbe por cincuenta años las exploraciones petroleras, alienta la investigación científica, protege la flora y la fauna y dispone medidas para evitar la contaminación marina.
El continente antártico es de gran valor ecológico, pues participa en la regulación del clima en todo el planeta, y en el flujo de las corrientes oceánicas. El riesgo de la alteración de un ecosistema de tal importancia impulsó, a partir del Tratado Antártico de 1959, la acción de muchos grupos de científicos y ecologistas, que propician declarar a la Antártida reserva ecológica de la humanidad.
Captura indiscriminada de las ballenas
Uno de los peores ejemplos de explotación de la naturaleza en la historia de la humanidad es la caza de ballenas. Esta actividad data de hace cientos de años. Al principio, el tamaño y la velocidad de varias ballenas, como la ballena azul, hacía que estuvieran fuera de los límites de los balleneros. Con la llegada del siglo XX este patrón cambió y el índice de mortalidad comenzó a incrementarse de cientos a decenas de miles, llevando a muchas especies al límite de la extinción en menos de medio siglo.
Como consecuencia de los avances en la construcción naval y de la invención del cañón de arpones en 1870 se empezaron a fabricar buques para la caza industrial de ballenas. Estos barcos poseían una velocidad, alcance y capacidad de carga que les permitieron navegar alrededor del mundo en busca de su presa, una búsqueda que les condujo hasta la Antártida.
La primera estación ballenera se estableció en la Antártida en 1904 con un índice de captura de varios cientos de ejemplares cada año. Diez años más tarde la tasa de mortalidad se había incrementado a varios miles hasta alcanzar el 40% del total mundial de las capturas. En 1925 comenzaron a llegar los buques factoría. Estas primeras incursiones fueron lideradas por las flotas británica y noruega. A mediados de los años treinta, las aguas que rodean la Antártida se habían convertido en un campo de exterminio de ballenas a nivel internacional. Flotas competidoras procedentes de Gran Bretaña, EEUU, Argentina, Dinamarca, Japón, Noruega, Holanda, Rusia y Alemania rápidamente mermaron la población de ballenas. Una década más tarde la supervivencia de las ballenas estaba seriamente amenazada y la comunidad internacional ya no podía ignorar por más tiempo tanta avaricia.
En 1946, surgió un nuevo frente de batalla en la caza de ballenas. Se fundó la Comisión Ballenera Internacional (CBI), cuya Carta declaraba: "Considerando que la historia de la caza de ballenas ha asistido a la sobreexplotación de una zona tras otra hasta tal punto que resulta esencial proteger de la sobrepesca a todas las especies". Sin embargo, el poder de la industria era demasiado grande para la CBI y la devastación continuó. El primer intento de la CBI para establecer un área protegida para las ballenas, denominada "El Santuario", cubría una cuarta parte de lo que actualmente se conoce como el Océano Antártico, y duró solamente nueve años. La disminución de las capturas en las aguas circundantes llevó a su suspensión.
En 1965 la CBI prohibió finalmente la captura de la ballena azul en la Antártida. Los balleneros respondieron a esta prohibición de dos maneras: con la captura de especies más pequeñas y con el fraude.
En el libro "Mundo Del Fin Del Mundo" se menciona la trampa que utilizan los japoneses para cazar fuera de la ley.
"Los japoneses habían descubierto un método para cazar ballenas ilegalmente. Con toda seguridad el Nishin Maru navegaba rumbo a Madagascar, pero ése era el Nishin Maru II. La otra nave, camuflada bajo el certificado de desguace entregado por las autoridades de Timor[4]podía navegar por los mares australes con la impunidad de un barco fantasma."[5]
Hacia 1979 Noruega, el Reino Unido y Holanda interrumpieron la caza comercial de ballenas en la Antártida. Por su parte, Rusia y Japón dirigieron su atención a la más pequeña de las grandes ballenas, el rorcual aliblanco.
Durante los últimos 30 años, Greenpeace[6]se ha enfrentado a la flota ballenera de países como Australia, Noruega, Rusia, España, Islandia, Perú y Japón. En todo este tiempo, los activistas han arriesgado repetidamente sus vidas para defender a las ballenas de los arpones. Han sido golpeados y magullados, detenidos y encarcelados. Apoyado por un respaldo público aplastante, en 1985, un año antes de que la CBI declarara la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas, Greenpeace envió un millón de firmas a la CBI demandando el cese definitivo de la caza. Posteriormente, en 1993, se enviaron dos millones de firmas al Gobierno de los EEUU para reclamar la creación del Santuario Antártico. En 1994, la CBI designó el Océano Antártico como "Santuario Ballenero".
De acuerdo con la moratoria internacional, Japón redujo las capturas anuales en el Océano Antártico a 300 rorcuales aliblancos etiquetándolas como "científicas", lo cual respetaba las normas de la CBI aunque no su espíritu. Sin embargo, durante la presente temporada, los balleneros han incrementado el número de capturas a la asombrosa cantidad de 935 rorcuales aliblancos, además está prevista una ampliación a otras especies de mayor tamaño, como los rorcuales comunes y yubartas, a lo largo de los próximos dos años. Además, la CBI dejó varios flecos sin atar: primero, el acuerdo de la moratoria es voluntario, de manera que cualquier país puede oponerse a ello y no tener que obedecer las normas que imponga; segundo, existen excepciones para la caza llevada a cabo por aborígenes, (los esquimales americanos aún pueden cazar algunas especies, como la ballena gris); y tercer punto, la caza letal para la "investigación científica" todavía está permitida.
Los grupos japoneses se han inventado excusas para continuar con la caza. Según ellos, lo primero es la Ciencia, basándose en la necesidad de tomar todas las medidas posibles y reunir cuantos más datos mejor para así poder realizar una actividad comercial sostenible. En segundo lugar, destacan su cultura, ya que la caza de ballenas cuenta con un amplio historial y la carne de ballena es de gran importancia en su dieta. Y el último punto, y quizás el más absurdo de todos, es que las ballenas comen demasiado pescado, y ponen en peligro los stocks.
Análisis literario
El libro que hace referencia al tema elegido, la captura indiscriminada de las ballenas, es "Mundo Del Fin Del Mundo". A través de la historia que narra el autor, el lector se va enterando entre leyendas, aventuras e información verídica, de lo que sucede realmente con estos grandes mamíferos en el mar austral y de la crueldad del hombre hacia el hombre mismo y hacia otros seres vivos.
Cabe hacer una comparación con la novela Moby Dick[7]de Herman Melville, que si bien no aborda de pleno la aberración cometida contra los grandes cetáceos, trata de la obsesiva y autodestructiva persecución de una gran ballena blanca realizada por el capitán Ahab, que busca venganza contra el animal que lo mutiló. No obstante, el tono de la misma, al margen de los pasajes que describen la persecución y transformación que va sufriendo el personaje, es eminentemente enciclopédico, incluyendo el autor extensas y detalladas descripciones de la pesca de las ballenas en el siglo XIX y multitud de otros detalles sobre la vida marinera de la época.
La muerte horrenda de las ballenas provocada por los arponeros también es tema de poesía. Roberto Carlos, a través de los versos de su canción "Las Ballenas" pretende llegar a lo más profundo de los sentimientos de quienes empuñan el arpón, haciéndoles saber que se pueden sentir verdaderos vencedores sin tener la cruel necesidad de matar.
Recuerdos del mundo del fin del mundo
La historia comienza cuando el protagonista se encuentra en el aeropuerto de Hamburgo, esperando el avión que lo llevará a Chile, su país natal, desde donde partió hace veinticuatro años. Entre sus cosas lleva el libro "En La Patagonia" de Bruce Chatwin[8]cuya lectura fue la que le devolvió el deseo de regresar a las tierras más australes, a ¡su tierra!, al mundo del fin del mundo.
Mientras aguarda la partida del avión, un sin fin de recuerdos vienen a su mente, el más fuerte es el que lo traslada a sus catorce años: su Tío Pepe, considerado la oveja negra de la familia, le había regalado libros, entre los que se encontraba aquel que marcó su vida, Moby Dick de Herman Melville. A partir de ahí, su deseo por conocer los barcos balleneros y los hombres que en ellos navegaban, no lo detuvo hasta conseguir el permiso de sus padres para viajar a Puerto Montt. Allí, gracias a las gestiones de su Tío Pepe, lo aceptaron como tripulante en un barco que se dedicaba a llevar y traer mercancías y pasajeros. El barco se llamaba Estrella del Sur y se dirigía a Punta Arenas. La tarea que se le había encomendado era "pinche de cocina", (pelar papas, cebolla y ajos). El viaje duró una semana y pasaron por muchos lugares, cuyos nombres le eran conocidos a través de las aventuras que había leído. Lo más impactante fue el Estrecho de Magallanes. Cuando llegaron allí tanto el capitán como los oficiales, se pusieron muy tensos, ya que atravesar el lugar no era nada fácil.
"…Ahora empieza la parte jodida del viaje, grumete. Vamos a tomar el estrecho en el mejor sentido de la palabra […] Ahí tenemos la costa sureste de Isla Desolación. Arrecifes mortales y, como si no bastara, en pocas millas toparemos con las correntadas del Canal Abra que trae toda la fuerza de la mar abierta…"[9]
Al arribar a Punta Arenas se alojó en la casa de los Brito, una pareja de conocidos de su Tío Pepe. Don Félix, que era locutor de radio e investigador de biología marina, le contó historias interesantes sobre ballenas y balleneros, pero él no se conformaba con escucharlas, quería vivirlas.
"Parece que tienes muy metido el bicho de embarcarte en un ballenero. […] En esta época los pocos balleneros que quedan están en la mar, pero sé que en Puerto Nuevo fondea un amigo mío con su barco en reparaciones…"[10]
Con el deseo grande de hacer realidad su sueño, se dirigió a Puerto Nuevo en busca de Antonio Garaicochea, conocido como "el Vasco" y su barco "el Evangelista". En una pensión fueguina conoció al amigo de don Félix y a don Pancho Armendia, dos hombres de aspecto rudo, muy altos y corpulentos. Les comentó que su intensión era embarcarse con ellos, que tenía la ilusión de navegar en un ballenero desde que había leído una novela que trataba sobre la persecución de una gran ballena blanca y allí narró para los presentes la odisea del capitán Ahab. Después de escuchar la historia lo invitaron a integrar la tripulación.
En esta parte se presenta una similitud entre El Mundo Del Fin Del Mundo y Moby Dick, ya que en ambas narraciones un joven se embarca en un navío ballenero en busca de nuevas experiencias.
A bordo del "Evangelista" tenía por misión atender a la información meteorológica. Estaba fascinado, cada experiencia era única, como el avistaje de un grupo de graciosos delfines o la visita a la factoría donde se encontró con las osamentas de cientos de ballenas faenadas en la playa.
"…Este es el destino final de las ballenas. Primero las arponeamos con el cañón para tenerlas seguras, las terminamos de matar con los arpones de mano, y luego las traemos hasta la factoría donde entran en acción los cuchillos…"[11]
Pero lo más emocionante y cruel aún estaba por verse. Después de una tensa navegación, llegaron a la Bahía Cook y allí apareció la primera presa, pero la tuvieron que dejar ir por tratarse de una hembra.
"Mala pata. Es una hembra…"
"Se ve en la forma de emerger: lenta y con el cuerpo casi horizontal al tocar la superficie"
"…Nadie mata a la gallina de los huevos de oro"[12]
Transcurridos tres días, don Pancho arponeó a un cachalote[13]la caza del animal fue dura. La lucha de la ballena por zafar se contraponía a la de los hombres por capturarla. Al fin terminaron con la vida del mamífero y lo trasladaron hasta la playa, donde lo abrieron con cuchillos.
"…La sangre bañó las piedras y conchuelas formando oscuros ríos que enrojecieron el agua…"[14]
"…Como es posible que soporte tu conciencia, mirar los ojos de quien muere frente a ti. […] No es posible que en el fondo de tu pecho, tu corazón no tenga lágrimas guardadas, que derramar sobre ese rojo derramado, en esas aguas que has dejado tu manchadas…"[15]
Aquí se puede apreciar como, al igual que la historia del "Mundo Del Fin Del Mundo", la poesía a través de sus versos hace mención a la muerte del animal; con la diferencia que la historia narra el suceso como simple medio de vida, en cambio la poesía lo hace desde el punto de vista de los sentimientos, refiriéndose al dolor de quien es capturado y al comportamiento de quien lo captura.
Terminada la faena regresaron a Puerto Nuevo. El viaje había sido fascinante pero el ser ballenero realmente no le agradaba. El Vasco se alegró de que así fuera.
"…me alegra de que no le haya gustado la caza. Cada día hay menos ballenas. […] Es hora de dejarlas en paz…"[16]
Se despidió del Vasco y de don Pancho, pero el cariño y el recuerdo quedarían guardados por siempre en lo más hondo de su corazón.
El misterioso barco fantasma
El protagonista, después de varias postergaciones decide viajar a Chile. El motivo por el cual toma esta determinación, es un mensaje que reciben en la agencia de noticias alternativas, en Hamburgo, de la cual forma parte junto a otros tres socios. Dicha oficina se ocupa de los problemas ecológicos que sufre el planeta y para ello se encuentra conectada a las agencias alternativas de otros países. El mencionado mensaje había sido enviado por la corresponsal que tienen en la zona austral, una chica chilena llamada Sara Díaz. El mismo hacía referencia a un barco factoría, de bandera japonesa, que había arribado a Puerto Montt remolcado por la Armada chilena y reportaba dieciocho tripulantes desaparecidos en las aguas del Estrecho de Magallanes. El nombre del barco era "Nishin Maru" y el de su capitán, Toshiro Tanifuji.
Según la información que obtuvieron desde Greenpeace-Tokio, el barco japonés se encontraba navegando en cercanías de Islas Mauricio, con lo cual no podía ser que estuviera en el puerto de Chile. La vocera de Greenpeace-Hamburgo, al enterarse de lo sucedido, comentó que se trataba de algo terrible.
"…Dios mío, creo que estamos frente a un asunto gordo, gordísimo…"[17]
Arianne, la vocera, sabía de una licencia que el gobierno chileno había concedido para cazar cincuenta ballenas azules con fines científicos. El favorecido se había mantenido en secreto. Al parecer se trataba de Japón.
Aquí vale preguntar si realmente la importancia radica en la ciencia o simplemente es un comercio. La respuesta que se obtiene desde diversos sectores es que de cualquier punto de vista, se trata de una actividad económica que no deja espacio para los investigadores. No cumple en ninguna medida con el propósito científico autorizado por la Comisión Ballenera Internacional. El Instituto de Investigación de Cetáceos argumenta que la investigación letal es el único método válido para la recopilación de datos necesarios. Sin embargo, científicos de renombre de Nueva Zelanda afirman que esta "caza científica" que propone Japón carece totalmente de credibilidad. Ha quedado debidamente demostrado que existen métodos alternativos de medida no letales, como el análisis de muestras de biopsias, que revelan la cantidad de grasa o la tasa reproductora, y el análisis de heces, que ofrece información sobre la dieta alimenticia de las ballenas.
Además, habían recibido la llamada de un hombre, Jorge Nilssen, comunicándoles que el Nishin Maru, con tripulación completa, se encontraba cerca de Puerto Montt y que andaba tras ballenas piloto, también llamadas calderón. La caza de esta especie, en peligro de extinción, ha sido terminantemente prohibida por la Comisión Ballenera Internacional. El misterioso hombre al saber que la flota del Arco Iris, perteneciente a Greenpeace no se encontraba en condiciones de hacerle frente a la barbarie japonesa, puso a disposición su barco "el Finisterre".
El hecho parecía ser cierto pero la información era poca y desde Tokio seguían comunicando que el barco Nishin Maru, navegaba rumbo a Madagascar. Cómo se explicaba este enigmático y complicado tema del barco fantasma que podía estar en dos partes al mismo tiempo. La resolución no tardó en llegar. La clave estaba en el desguace de los barcos. A través de una compañía chatarrera, conseguían los certificados y de esta manera navegaban por los mares australes con total impunidad. Los japoneses habían encontrado la trampa para cazar ilegalmente.
A través de otra comunicación telefónica con Nilssen, se enteran del asalto a Sarita Díaz, la periodista corresponsal de Chile, a quien le habían robado la evidencia fotográfica que poseía sobre el barco japonés en el astillero de la Armada.
"Sarita estaba en dificultades. […] los que se atreven a mover un barco cuya matrícula es un certificado de defunción no se andan con miramientos"[18]
El mundo del fin del mundo "hoy"
El protagonista finalmente arriba a Chile. Busca al capitán Nilssen en la caleta, como habían quedado por teléfono. El hombre tenía todas las características de los marinos que ya pocos quedan: crecida cabellera canosa, de andar seguro y la confianza plena que brotaba de su ser, cuando realmente se sentía a gusto. Se saludaron, caminaron en silencio y frente al fuego de la salamandra, después de una sabrosa cena y un par de copas, iniciaron una larga charla. Nilssen le contó su historia desde la llegada de su abuelo a los mares australes.
"…un aventurero danés que en 1910 se aventuró por las aguas magallánicas sin otra compañía que un gato y la esperanza de descubrir un paso de mar al noroeste de Isla Desolación…"[19]
También habló sobre la vida de los onas. Su madre había pertenecido a esa raza atacada y exterminada por los europeos que habían llegado al territorio con el fin de conquistar las tierras. Él había nacido a bordo del "Paso del Ona", un pequeño barco perteneciente a su padre. Toda su vida la había dedicado al mar, deambulando de barco en barco por el mundo. Al cumplir los sesenta años tuvo que abandonar esa profesión, ya que ninguna naviera lo contrataba como tripulante. Entonces, en compañía de Pedro Chico, un peón de abordo, noble y gigantón, regresó a los mares del sur del mundo para navegar por sus canales como lo había soñado en repetidas oportunidades.
Por último, y antes de retirarse a descansar, el capitán contó cosas horribles sobre el desastre ecológico provocado por los japoneses y la gente del régimen militar chileno. La deforestación masiva de las cordilleras costeñas, la tala del bosque nativo, había originado un lamentable proceso de desertización con el consiguiente exterminio de miles de especies. Pero eso no era todo, lo más cruel y espantoso sucedía en el mar: los barcos fantasmas succionaban todo lo que encontraban a su paso, devolviendo al agua los restos no deseados.
"…Esos barcos factoría son una de las monstruosidades más grandes inventadas por el hombre. […] La pesca no es su oficio. Andan tras grasa o aceite animal para la industria de los países ricos. […] no vacilan en asesinar los océanos."[20]
Al día siguiente, después de informarse sobre la salud de Sarita, zarparon en el Pájaro loco, un lanchón veloz, cuyos tripulantes eran: don Checho, hombre parco de palabras, y "el Socio", peón de abordo y cocinero. Tomaron rumbo hacia la Bahía de Corcovado, en busca del "Finisterre". Pero antes pasaron por el puerto para ver el barco japonés, el Nishin Maru se encontraba muy averiado y en reparación. Navegaron durante todo el día pasando por golfos, canales, cabos e islas. El viaje resultó entretenido, ya que a pesar del fuerte oleaje y las bajas temperaturas, fue interesante escuchar las historias de piratas y corsarios narradas por Nilssen.
El recorrido subsiguiente debió hacerse a caballo. Atravesaron cordilleras, ventisqueros, bosques y grutas hasta llegar al golfo donde se encontraba el barco del capitán Nilssen.
A bordo del "Finisterre", navegaron hacia el sur para descubrir el misterio que guardaba el Nishin Maru y su tripulación. Según el capitán Nilssen, el destino que buscaba en aquel momento el barco japonés era una ensenada de más de cincuenta fiordos, donde se refugiaban varios grupos de ballenas calderón. Con la ayuda de un helicóptero, que con sus reflectores atraía a los cetáceos, los japoneses ametrallaron sin descanso.
"Al amanecer, los japoneses seguían subiendo ballenas muertas a bordo. […] es imposible saber cuántas mataron. El agua de la ensenada hedía a sangre y por todas partes flotaban restos de piel."[21]
Entonces, el capitán Nilssen contó cómo Pedro Chico sin temor se arrojó al mar y remó hasta alcanzar el barco japonés. Éstos se reían, le arrojaban agua, basura y le orinaban encima, cuando una ballena calderón emergió y empujó a Pedro lejos del barco. Luego con una llamada que estremeció hasta lo más profundo, un sin número de ballenas y delfines nadaron con mucha velocidad y estrellaron sus cabezas contra el barco. Repitieron el ataque una y otra vez, muriendo muchas de ellas reventadas por el impacto, empujando al Nishin Maru hacia la costa, cerca de los arrecifes. Algunos tripulantes se cayeron al agua, otros se tiraron con los botes salvavidas, todos eran destrozados a coletazos. El capitán Tanifuji dio la orden de alejarse sin importarle la suerte de sus tripulantes que aún quedaban en el agua. Todo lo que había ocurrido era increíble.
La historia Mundo Del Fin Del Mundo llega a su fin de una manera similar a la novela Moby Dyck, donde la gran ballena blanca, con su lomo cubierto de arpones retorcidos, no se deja vencer y arremete contra el barco, causando la muerte de sus ocupantes, al igual que las ballenas y delfines que destrozaron el barco japonés La diferencia radica en que el capitán japonés, Tanifuji, logra marcharse y salvar el barco, en cambio el capitán Ahab muere y su barco se hunde.
Finalmente, el protagonista después de haber vivido semejante experiencia regresa a Hamburgo en compañía de Sarita, no sin antes entregarles al capitán Nilssen y a Pedro Chico, un emblema de Greenpeace para colocarlo en el mástil del "Finisterre". Por su parte, ellos le obsequiaron una bellísima concha para llevársela al mayor de sus hijos que le había encargado una para escuchar el sonido del mar, de su mar, del mar del mundo del fin del mundo.
Autor:
Ferchu
[1] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 95 y 96)
[2] La factoría es la fábrica o industria donde, en este caso, faenan las ballenas.
[3] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 34).
[4] Timor: Isla de Indonesia, en el grupo de las islas menores de la Sonda. Allí se encuentra la compañía chatarrera Timor Metal Corporation que se ocupa del desguace de los barcos, cuyo mayor accionista es un consorcio japonés dedicado a productos del mar.
[5] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 69 y 70).
[6] Greenpeace: Organización no gubernamental ecologista, fundada en 1971 en Vancouver (Canadá).
[7] Moby Dick: la lectura de esta novela fue realizada sobre una reseña de la misma, es por ello que en la monografía no se encuentran citas textuales de dicho libro.
[8] Bruce Chatwin: (1940-1989) Arqueólogo y escritor británico. Realizó una serie de largos viajes que dieron pie a sus novelas. "En la Patagonia" está escrito con la más entretenida pluma inglesa. La duda infantil acerca de un pequeño trozo de piel supuestamente de un dinosaurio, trae a Bruce Chatwin a conocer la hermosa "Cueva del Milodón" en Puerto Natales, al sur de Chile en la Patagonia Chilena. Para ello, debe hacer un largo viaje pasando por la Patagonia Argentina, donde descubrirá y tratará de averiguar de los temas más diversos, hasta donde la curiosidad lo permiten.
[9] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 19 y 20).
[10] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág 22).
[11] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 36).
[12] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 39).
[13] Cachalote: Mamífero cetáceo de gran tamaño y color gris.
[14] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 41).
[15] Fragmentos de la canción "Las Ballenas", de Roberto Carlos
[16] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 42).
[17] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 52)
[18] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 76).
[19] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 93).
[20] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 102).
[21] Mundo Del Fin Del Mundo, de Luis Sepúlveda, (pág. 134).
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