Mito o realidad, que influencia de la ideologia en la percepcion social del acoso sexual
Enviado por Yunior Andrés Castillo Silverio
El acoso sexual se ha convertido en un problema de gran importancia en la actualidad social, que sin embargo está invisibilizado. El objeto de este trabajo se centró en indagar posibles factores que influyen en la percepción social del acoso. En un primer estudio, 177 participantes leyeron un escenario de acoso sexual donde un jefe acosa a una trabajadora. Posteriormente contestaban las medidas de interés. En un segundo estudio 65 participantes leyeron un escenario, donde un profesor acosa sexualmente a una estudiante, y después contestaban las medidas de interés. Los principales resultados mostraron que los participantes que toleraban más el acoso, poseían más mitos hacia el acoso sexual y actitudes sexistas, atribuían una mayor culpabilidad a la víctima y percibían la conducta como menos acosadora. Estudios como este podrían ayudar a crear una mayor conciencia social acerca del acoso sexual, con el objetivo de poder detectar e intervenir sobre tales situaciones.
El acoso sexual se ha convertido en un problema de gran importancia en la actualidad social, y más concretamente dentro del ámbito organizacional, como consecuencia de la cada vez mayor inclusión de la mujer en el mundo laboral (Cunningham y Benavides-Espinoza, 2008; Leskinen, Cortina, y Kabat, 2011; Silverschanz, Cortina, Konik, y Magley, 2008; Smith y Konik, 2011).
A pesar de que existen distintas aproximaciones para definir el acoso sexual, la mayoría de los investigadores coinciden en que se trata de "una experiencia psicológica basada en un comportamiento sexual no deseado, ofensivo y amenazante, que tiene lugar en el contexto laboral" (Topa, Morales, y Depolo, 2008). Su etiología parece estar relacionada con los roles atribuidos a hombres y mujeres (Acker, 2009; Cantera y Blanch, 2010; Pina, Gannon, y Saunders, 2009) y tener más que ver con un mecanismo de subordinación y control de las mujeres por parte de los hombres, que con algún tipo de expresión del deseo sexual de estos últimos (Hersch, 2011), lo que pone de manifiesto la persistente desigualdad entre unos y otras en nuestra sociedad.
Si bien se trata de una situación que podrán sufrir tanto hombres como mujeres, la investigación señala que son las mujeres, de forma abrumadora, las víctimas de este fenómeno, y los hombres, en la mayoría de los casos, los acosadores (Berdahl, 2007; Berdahl y Moore, 2006; Cortina et al., 2002). De hecho, una de cada dos mujeres ha experimentado alguna forma de acoso sexual o comportamientos no deseados en su vida (Pina et al., 2009), aunque resulta difícil estimar su incidencia real, entre otras razones, porque se trata de uno de los problemas sociales menos informados (Temkin y Krahé, 2008).
Para combatir esta realidad, la primera condición es que los casos de acoso sean percibidos como tales, habiendo mostrado las investigaciones que las percepciones sobre el acoso sexual dependen de múltiples factores como el género, el contexto, la ideología, e incluso, la relación que mantienen la persona que lleva a cabo la conducta de acoso y quien la recibe o sufre, por citar algunas (Benavides-Espinoza y Cunningham, 2010; Campbell, Ahrens, Sefl, Wasco, y Barnes, 2001; Pina et al., 2009).
Con respecto al género, la investigación muestra que las mujeres tienden a percibir, en mayor medida que los hombres, los comportamientos de acoso sexual como tales, así como también consideran más negativas las consecuencias derivadas de estos (Benavides-Espinoza y Cunningham, 2010; Escartin, Salin y Rodriguez-Carballeira, 2013; Herrera y Expósito, 2013).
Como se ha comentado anteriormente, a pesar de que existen distintas definiciones de lo que constituye una conducta de acoso sexual, la mayoría de los autores la sitúan en un contexto laboral (Gannon, 2009). Incluso determinados autores señalan que una situación de acoso sexual sólo puede ocurrir en el contexto laboral o en el académico (Fairchild y Rudman, 2008). Sin embargo, una de las condiciones que favorece que se produzca acoso sexual es la proporción de mujeres y hombres presentes en el contexto donde se produzca dicha situación (Willness, Steel, y Lee, 2007), sea éste laboral, académico o interpersonal, por citar algunos. Con respecto al acoso sexual en el contexto académico (conductas de acoso sexual hacia estudiantes, en su mayoría mujeres), éste puede darse en forma de conductas sexuales explícitas con el fin de controlar, influir o afectar las oportunidades educativas, calificaciones y/o aprendizaje del estudiante (Imonikhe, Aluede e Idogho, 2012).
Pero sin duda, una de las posibles causas de la invisibilización del acoso sexual pueden ser las actitudes que las personas mantienen acerca de las víctimas, acosadores, y el acoso en sí mismo, lo que influye negativamente en la percepción del fenómeno (Ménard, Nagayama Hall, Phung, Erian Ghebrial, y Martin, 2003).
La influencia de dichas actitudes sobre la invisibilidad de otras formas de violencia contra la mujer ha sido constatada por la investigación (Gracia, 2002; Herrera y Expósito, 2009). Así, determinadas actitudes incluyen, por ejemplo, culpar a la víctima, minimizar el impacto psicológico del problema y justificar las acciones del acosador (Lonsway, Cortina, y Magley, 2008). Todas ellas llevan a aumentar la tolerancia hacia dicha situación y consecuentemente, a repercusiones negativas sobre las víctimas, obstaculizando su proceso de recuperación (Campbell, Ahrens, Sefl, Wasco, y Barnes, 2001) y disminuyendo la probabilidad de que estas lo denuncien. La investigación ha mostrado que cuanto más se adhieren, tanto hombres como mujeres, a los roles de género tradicionales, más propensos son a considerar ciertos comportamientos de acoso sexual como aceptables o dentro del rango de normalidad (Quinn, 2002).
Concretamente, la literatura muestra que la ideología sexista está fuertemente relacionada con una mayor tolerancia hacia el acoso sexual (Sakalli-Ugurlu, Salman, y Turgut, 2010). Aunque la mayoría de las personas identifican el sexismo con actitudes negativas hacia las mujeres (sexismo hostil), también es cierto que el sexismo con frecuencia incluye una visión positiva de éstas y limitada al desempeño de ciertos roles tradicionales como madre, esposa o ama de casa (sexismo benévolo) (Glick y Fiske, 1996). En definitiva, el sexismo, tanto en su versión hostil como benevola, es una ideología o conjunto de creencias que contribuye a mantener la desigualdad entre hombres y mujeres, y que es sostenido por ambos sexos. La importancia del sexismo (Glick y Fiske, 1996) en la percepción del acoso sexual ha sido ampliamente documentada en la literatura psicosocial (Wiener, Reiter-Palmon, Winter, Richter, Humke y Maeder, 2010).
Russell y Trigg (2004) estudiaron la posible influencia del sexismo ambivalente, tanto hostil como benévolo, sobre la tolerancia hacia el acoso sexual, medida a través de la Escala de Actitudes hacia el Acoso Sexual (SHAS; Mazer y Percival, 1989). Los resultados mostraron que cuanto mayores eran las actitudes sexistas, mayor era la tolerancia hacia el acoso sexual.
En la misma línea, Lonsway et al. (2008) estudiaron la influencia de los mitos hacia el acoso sexual, encontrando que tanto la ideología como las actitudes sexistas, influían sobre el perceptor social, llegando éste a atribuir una mayor responsabilidad/culpabilidad de lo sucedido a la víctima de acoso que al acosador, creyendo que la víctima "deseaba" o "disfrutó" con lo sucedido, o que el acosador" no tenía intención" de hacer daño alguno.
En base a estos resultados, el principal objeto de estudio de este trabajo se centró en indagar los posibles factores que influyen en la percepción social del acoso sexual.
Estudio 1
El objetivo del primer estudio fue analizar la percepción social de un episodio de acoso sexual en el trabajo, concretamente la atribución de culpabilidad y gravedad de la situación descrita, así como la influencia de la tolerancia del perceptor social hacia el acoso en dicho proceso.
Para llevar a cabo estos objetivos se plantean las siguientes hipótesis:
1) En primer lugar, se espera encontrar que los participantes, en general, atribuyan mayor culpabilidad al acosador que a la víctima de acoso, así como que consideren el comportamiento de acoso como una situación grave.
2) En segundo lugar, se espera encontrar un efecto de la tolerancia hacia el acoso, de manera que los participantes que tengan mayor tolerancia hacia el acoso sexual, tenderán en mayor medida a culpar a la víctima, culparan menos al acosador y percibirán el acoso como una situación menos grave que quienes tengan menos actitudes tolerantes hacia el acoso.
3) En tercer lugar, se espera un efecto del género del participante, de manera que los hombres, en comparación con las mujeres, culparán más a la víctima de acoso que al acosador, percibirán la situación como menos grave y presentarán una mayor tolerancia hacia el acoso sexual.
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 177 estudiantes de la Universidad de Kent (Canterbury, UK) y población general (17,5% hombres, 82,5% mujeres), con edades comprendidas entre los 18 y los 48 años, con una medida de edad de 20,43 años (DT =4.77).
Procedimiento
La población universitaria contestó un cuestionario mediante la website del Departamento de Psicología de la Universidad de Kent: QMS.
La muestra correspondiente a la población general fue recogida mediante muestreo no probabilístico incidental. Las instrucciones, tanto verbales como escritas, garantizaban el anonimato y la confidencialidad de sus respuestas. Todos los participantes aceptaron contestar el cuestionario de manera voluntaria.
Instrumentos
Se construyó un cuestionario en el que se recreó un escenario ficticio, donde un jefe realiza hacia una empleada un comportamiento sexualmente acosador:
"María trabaja para una compañía como secretaria. Un día, se queda trabajando hasta tarde en la oficina a solas con su jefe, Francisco, cuando éste se sienta junto a María y empieza a tocarle las piernas. María está muy sorprendida e intenta alejarse, pero Francisco insiste e intenta abrazarla y besarla, a pesar de que María se niega".
A continuación, se presentaron las siguientes medidas:
Culpabilidad hacia la víctima: ¿Cree que María ha provocado este comportamiento? (1= En absoluto, 7=Totalmente).
Culpabilidad hacia el acosador: Cree que el comportamiento de Francisco es (1=Apropiado, 7=Inapropiado).
Gravedad de la situación: ¿En qué medida considera el comportamiento de Francisco hacia María como un incidente serio? (1=Nada serio, 7= Extremadamente serio).
Escala de Actitudes hacia el Acoso Sexual (SHAS, Mazer y Percival, 1989). Consta de 19 ítems que miden el grado de acuerdo o desacuerdo con frases que reflejan actitudes hacia el acoso sexual, en una escala de 5 puntos tipo Likert, desde 1 = Totalmente en desacuerdo, a 5= Totalmente de acuerdo. Diez de los ítems corresponden al Inventario de Tolerancia hacia el Acoso Sexual (TSHI; Lott, Reilly, y Howard, 1982; Reilly, Lott, y Gallogly, 1986); de los 9 restantes, 3 los crearon los autores de la escala SHAS y 6 Beauvais (1986). Estos 9 ítems miden conceptualizaciones feministas contemporáneas de acoso y definiciones de acoso. Un ejemplo de ítem es: "La mayoría de las mujeres que son acosadas sexualmente por un hombre, lo provocan a través de su forma de hablar, actuar o vestirse". El SHAS demostró una buena consistencia interna con un coeficiente a = .75, similar al obtenido en otros estudios (Angelone, Mitchell, y Carola, 2009). Cuanto mayor es la puntuación en esta escala, mayor aceptación y tolerancia hacia el acoso sexual, y menor acuerdo con las causas feministas del problema.
Resultados
Con el objetivo de obtener las puntuaciones de los participantes (hombres y mujeres) en las diferentes medidas del estudio, se realizó un análisis descriptivo así como un análisis correlacional. Los resultados se muestran en la tabla 1.
[Insertar Tabla 1]
Como se puede observar en la tabla 1, la medida de culpabilidad de la víctima correlacionó positivamente con la tolerancia hacia el acoso sexual (SHAS) (r = .29, p < .01), (Hipótesis 2) y negativamente con la culpabilidad del acosador (r = -.31, p < .01), y la gravedad de la situación (r = -.23, p < .05). La culpabilidad del acosador correlacionó positivamente con la gravedad de la situación (r = .42, p < .01) y negativamente con el SHAS (r = -.26, p < .01) (Hipótesis 2).
En general, los participantes culpan más al acosador que a la víctima de la situación de acoso, consideran dicho comportamiento como un incidente serio, y muestran unas actitudes de baja tolerancia hacia el acoso sexual, cumpliéndose la hipótesis 1. Además, los resultados mostraron que los hombres (M= 2.64) en comparación con las mujeres (M= 2.41) toleran más el acoso sexual, p= .025 (Hipótesis 3).
Género y Tolerancia hacia el Acoso Sexual como predictores de la atribución de culpabilidad y percepción de gravedad
Con el objetivo de comprobar el efecto de la tolerancia hacia el acoso y el género de los participantes sobre la atribución de culpabilidad en la situación de acoso sexual, así como sobre la percepción de gravedad de dicha situación, se realizaron varios análisis de Regresión lineal por pasos, utilizando en el primer paso el género del participante así como la variable de tipo ideológico (SHAS), y en el segundo paso las interacciones de segundo orden; y como variable criterio, las variables culpabilidad de la víctima, culpabilidad del acosador y la percepción de gravedad de la situación de acoso, respectivamente. Los resultados se recogen en la tabla 2.
[Insertar Tabla 2]
Como puede observarse en la tabla 2, en todos los casos únicamente la variable ideológica tuvo peso en la ecuación de regresión. Así, el que los participantes presenten una mayor tolerancia hacia el acoso sexual, predice una mayor atribución de culpa a la víctima de la situación de acoso (ß = .30, p <.001), menor culpa al acosador (ß = -.28, p < .001), y una menor percepción de la situación como grave (ß = -.30, p = .005), confirmando la hipótesis 2.
Discusión
En general, y según los resultados del estudio 1, los participantes atribuyen mayor culpabilidad al acosador en comparación con la víctima de acoso, y consideran el acoso sexual como un incidente serio. Sólo se encontraron diferencias de género en las puntuaciones del SHAS, con los hombres presentando mayor tolerancia hacia el acoso en comparación con las mujeres.
Cuando se estudiaron los factores que podían predecir la percepción de la situación de acoso, se encontró que únicamente las actitudes de tolerancia de los participantes hacia el acoso (SHAS) tuvieron influencia sobre dicho proceso, de manera que cuanto más tolerantes son los participantes hacia el acoso sexual, en menor medida culpan al acosador, en mayor medida culpan a la víctima y consideran la situación de acoso como un incidente poco grave.
Por lo tanto, los resultados apuntan a que es la ideología, y no tanto el género del participante, la variable que estaría jugando un papel fundamental en la percepción del acoso sexual. Concretamente, la atribución de culpa y responsabilidad en una situación de acoso sexual podría estar relacionada con ciertos mitos presentes tanto en hombres como en mujeres, a través de los cuales se atribuiría cierta culpabilidad a la víctima de acoso sexual por permitir que ocurriera o "provocar" al hombre (Lonsway et al., 2008). Además, otra variable que podría influir en la percepción del acoso sexual podrían ser ciertas creencias sexistas presentes en el perceptor social, a través de las cuales se le podría restar importancia a la situación de acoso normalizándola (Sakalli-Ugurlu, Salman y Turgut, 2010).
A la luz de estos resultados, en el siguiente estudio se pretende indagar en el papel que juegan los mitos hacia el acoso sexual así como la ideología sexista en la percepción del acoso.
Estudio 2
Con el segundo estudio se pretendía comprobar si la Aceptación de los Mitos del Acoso Sexual (ISHMA), así como la Ideología Sexista (ASI), influían sobre la percepción de una conducta de acoso sexual en el contexto académico como tal, así como sobre las atribuciones de culpa y responsabilidad realizadas en tal caso.
El escenario usado en este segundo estudio se sitúa en el contexto académico. El acoso sexual no tiene porque producirse sólo en el ámbito laboral, sino en cualquier contexto donde se den las condiciones propicias para que un hombre acose a una mujer (Willness et al., 2007), y en este sentido, el contexto académico es uno de los escenarios más proclives a mostrar situaciones de acoso (De Souza, 2011).
Así, con este segundo estudio se pretendía analizar de manera exploratoria cómo la gente percibe una situación de acoso sexual en el ámbito académico, pues dicha percepción puede diferir en alguna medida dependiendo del contexto donde tenga lugar, debido precisamente, a la existencia de ciertos mitos presentes en el perceptor social, enmarcando por ejemplo una situación de acoso sexual solamente en el contexto laboral.
Para comprobar estos objetivos se plantean las siguientes hipótesis:
1) En primer lugar, se espera encontrar que los participantes consideren la conducta como acoso sexual, así como que atribuyan mayor culpabilidad y responsabilidad al acosador que a la víctima de acoso.
2) En segundo lugar, se espera encontrar un efecto de la ideología sobre la percepción de la conducta como acoso sexual así como sobre la atribución de culpa y responsabilidad. Concretamente, cuanta más aceptación de los mitos del acoso sexual y mayor ideología sexista tengan los participantes, en menor medida percibirán la situación de acoso como tal, en menor medida culparan y responsabilizaran al acosador y en mayor medida a la víctima.
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 65 participantes (15,4% hombres, 84,6% mujeres), estudiantes de la Universidad de Kent (Canterbury, UK) así como población general, con edades comprendidas entre 18 y 59 años, con una media de edad de 21.18 años (DT =6.55).
Procedimiento
La muestra de estudiantes fue recogida mediante la website del Departamento de Psicología de la Universidad de Kent: Research Participation Scheme"s (RPS).
La muestra correspondiente a la población general fue recogida mediante muestreo no probabilístico incidental. Las instrucciones, tanto verbales como escritas, garantizaban el anonimato y la confidencialidad de sus respuestas.
Instrumentos
Se construyó un cuestionario donde se recreó un escenario ficticio en el que un profesor realiza hacia una estudiante a la que imparte clase, un comportamiento sexualmente acosador:
"Antonio es un estudiante de doctorado que se encuentra en su ultimo año de beca. El está impartiendo clases de una asignatura de psicología social, por lo que una parte de sus tareas docentes consiste en evaluar al alumnado al que enseña. Un día María, una de las estudiantes de Antonio, va a su despacho para comprobar los resultados del último examen. Antonio se muestra encantado de recibirla y enseñarle su examen, por lo que María toma asiento y comienzan a hablar sobre la nota que ésta tiene. Durante la revisión del examen, María empieza a sentirse cada vez más incómoda. Antonio se sienta cerca de María y empieza a tocarle la pierna y a intentar abrazarla y besarla".
A diferencia del estudio 1, en este segundo estudio se cambió la medida de culpabilidad del acosador con el objetivo de aportar mayor claridad y adecuación al contexto académico. A su vez, se añadió un ítem de percepción de responsabilidad en la situación de acoso siguiendo lo que recoge la literatura relacionada (Lonsway et al., 2008). Por último, se incluyó un ítem de percepción de acoso sustituyendo al ítem de percepción de gravedad de la situación, pues el interés en este estudio se basaba fundamentalmente en conocer si los participantes perciben la situación que se les presenta como acoso sexual, y qué factores influían en dicha percepción.
A continuación, se presentaron las siguientes medidas:
Culpabilidad de la víctima: ¿Crees que María ha provocado el comportamiento? (1= En absoluto ha provocado el comportamiento, 7=Totalmente ha provocado el comportamiento).
Culpabilidad del acosador: ¿En que medida consideras que el comportamiento de Antonio fue mas allá de los limites de un comportamiento aceptable? (1 = En absoluto sobrepasó los limites de lo aceptable, 7 = Totalmente sobrepasó los límites de lo aceptable).
Responsabilidad: ¿En qué medida consideras que la persona responsable de lo sucedido fue Antonio o María? (1=María 100% responsable de la situación, 7=Antonio 100% responsable de la situación).
Percepción de Acoso Sexual: ¿En qué medida crees que el comportamiento de Antonio constituye un comportamiento típico de acoso sexual? (1 = En absoluto es acoso sexual, 7 = Totalmente es acoso sexual).
Inventario de Sexismo Ambivalente (ASI) (Glick y Fiske, 1996). Esta escala consta de 22 ítems, con un formato de respuesta tipo Likert de 6 puntos (desde 0 –totalmente en desacuerdo- hasta 5 –totalmente de acuerdo). Puntuaciones elevadas revelan actitudes más sexistas. La mitad de los ítems están relacionados con sexismo hostil y la otra mitad con el benévolo. El coeficiente a obtenido con los participantes en este estudio para el total de la escala fue de .78; de .72 en la subescala de sexismo hostil fue y de .65 en la subescala de sexismo benévolo.
Escala Illinois de Aceptación del Mito del Acoso Sexual (ISHMA) (Lonsway, Cortina, y Magley, 2008). Esta escala consta de 20 ítems, con un formato de respuesta tipo Likert de 7 puntos (1=Fuertemente en desacuerdo, 7= Fuertemente de acuerdo). Puntuaciones elevadas revelan una mayor aceptación de los mitos del acoso sexual. El coeficiente a obtenido con los participantes en este estudio para la escala fue de .90, similar al obtenido en otros estudios (Diehl, Rees, y Bohner, 2012).
Resultados
Con el objetivo de obtener las puntuaciones de los participantes en las diferentes medidas del estudio, se realizó un análisis descriptivo así como un análisis correlacional. Debido a que en el estudio 1 no hubo diferencias significativas en las puntuaciones de hombres y mujeres en las principales variables dependientes, la variable género no fue incluida en los análisis del segundo estudio. Los resultados se muestran en la tabla 3.
[Insertar Tabla 3]
Como se puede observar en la tabla 3, la medida de culpabilidad de la víctima correlacionó negativamente con la medida de responsabilidad (r = -.32, p < .01), y positivamente con la aceptación de los mitos sobre el acoso sexual (ISHMA) (r = .42, p < .01) (Hipótesis 2). La percepción de acoso correlacionó negativamente con el sexismo benévolo (SB) (r = -.45, p < .01) (Hipótesis 2). Finalmente, el sexismo hostil (SH) correlaciona positivamente con el SB (r = .32, p < .05) y con el ISHMA (r = .44, p < .01).
A su vez, los participantes consideran que lo que hizo Antonio fue acoso sexual, culpan más al acosador que a la víctima de la situación de acoso, y consideran que éste fue más responsable de lo sucedido en comparación con María, cumpliéndose la hipótesis 1. Los resultados también revelaron una baja aceptación de los mitos hacia el acoso sexual, así como puntuaciones medias en sexismo (tanto benévolo como hostil).
Variables Ideológicas como predictores de la percepción de acoso y la atribución de culpa y responsabilidad
Con el objetivo de comprobar el efecto de las variables ideológicas de los participantes sobre la percepción de la situación como acoso sexual y la atribución de culpabilidad y responsabilidad, se realizaron varios análisis de Regresión lineal, utilizando las variables de tipo ideológico como predictores (SH, SB, ISHMA), y como variable criterio, la variable percepción de acoso, culpabilidad de la víctima, culpabilidad del acosador y responsabilidad. Los resultados se recogen en la tabla 4.
[Insertar Tabla 4]
Como puede observarse en la tabla 4, los participantes que puntúan alto en sexismo benévolo perciben en menor medida la situación como acoso sexual (ß = -.48, p < .001), y aquellos que puntúan alto en mitos hacia el acoso culpan a la víctima en mayor medida (ß = .45, p = .001), cumpliéndose la hipótesis 2.
Discusión
En general, y en la misma dirección que mostraban los resultados del estudio 1, los participantes culpabilizan en mayor medida al acosador en comparación con la víctima, y perciben la conducta de Antonio como acoso sexual. Sin embargo, este resultado se ve influido por la aceptación de los mitos del acoso sexual y la ideología sexista (ISHMA, ASI), de manera que cuantas más actitudes sexistas benévolas tienen los participantes, menos consideraban tal conducta como acoso, y cuanto mayor es la aceptación de los mitos del acoso sexual, en mayor medida culpan a la víctima de la situación de acoso. Por lo tanto, con este resultado se confirma lo apuntado en el primer estudio así como en anteriores investigaciones, destacando la influencia de los mitos y el sexismo a la hora de hacer atribuciones de culpa y responsabilidad en una situación de acoso sexual (Lonsway et al., 2008; Wiener et al., 2010).
Con esta investigación se pretendía un acercamiento a la percepción social del acoso sexual, así como estudiar la influencia de la ideología en dicho proceso.
En el primer estudio, se esperaba encontrar que ante la situación de acoso sexual laboral presentada, los participantes atribuyesen mayor culpabilidad al acosador en comparación con la víctima, así como que percibiesen el acoso como una situación grave. Además, se esperaba que la tolerancia de los participantes hacia el acoso influyese sobre la percepción de la situación de acoso sexual. Finalmente, se esperaba que los hombres, en comparación con las mujeres, culparan más a la víctima que al acosador, percibiesen la situación como menos grave y puntuasen más alto en la tolerancia hacia el acoso sexual. En general, los resultados apoyaron las hipótesis, de manera que los participantes atribuían mayor culpabilidad al acosador que a la víctima, y percibían la conducta como una situación grave. Además, cuantos más tolerantes eran los participantes ante el acoso, culpaban más a la víctima, menos al acosador y percibían la conducta como menos grave. Sólo hubo diferencias de género con respecto a la tolerancia hacia el acoso en general, siendo los hombres los que puntuaron más alto que las mujeres. Puesto que no encontramos diferencias de género a la hora de hacer atribuciones de responsabilidad y culpa, y dado que únicamente la tolerancia hacia el acoso influyó sobre dicha atribución, este resultado nos dio la pista de que detrás podrían estar ciertos mitos que se tienen hacia el acoso sexual (presentes tanto en hombres como en mujeres), además de ciertas actitudes sexistas que pueden influir en la percepción de una situación de acoso. Por lo tanto, con el segundo estudio esperábamos encontrar que en una situación de acoso sexual académico, los participantes percibiesen la situación de acoso como tal, y culpasen y responsabilizasen más al acosador en comparación con la víctima. Además, se esperaba que los mitos hacia el acoso y las actitudes sexistas presentes en el perceptor, influyera en dicho proceso. Los resultados apoyaron las hipótesis, de manera que los participantes consideran que lo que hizo Antonio fue acoso sexual, culpan más al acosador que a la víctima de la situación de acoso, y consideran que Antonio fue más responsable de lo sucedido en comparación con María. Los participantes que sostenían más mitos hacia el acoso sexual y mayores actitudes sexistas benévolas, percibían la conducta como menos acosadora y atribuían mayor culpabilidad a la víctima. Resultados similares refrendan el papel de la ideología sexista en la percepción de otras formas de violencia contra la mujer, como la violencia de género (Fernández, 2004; Herrera, Valor-Segura, y Expósito, 2012; Lila, Gracia, y García, 2010). Es interesante que el hecho de tener una ideología sexista benévola, que enmascara la agresión hacia las mujeres a través de una desigualdad de género "positiva", conlleve una menor percepción de una conducta de acoso sexual como tal. En el presente estudio, la conducta que realiza el hombre hacia la mujer es una conducta de acoso explícita, que no debe ser menospreciada ni pasada por alto por nadie, ni siquiera teniendo una actitud sexista benévola (Glick y Fiske, 1996). Por lo tanto, hay que resaltar que tras este resultado se encuentran presentes los mitos hacia el acoso sexual que están influyendo sobre la atribución de culpa y responsabilidad de las mujeres hacia la situación concreta que se les presenta. El hecho de que no haya una definición consensuada que delimite el acoso en sus formas, relaciones y contextos, unido a la valoración subjetiva recogida en dicha definición más unánime (Topa et al., 2008), puede dar lugar a confusión a la hora de interpretar qué conductas son consideras acoso y cuáles no (Bosch y Ferrer, 2000). Todo ello, supone un importante obstáculo en la visibilización del problema y un impedimento en la puesta en marcha de posibles conductas de ayuda hacia las víctimas (Lonsway et al., 2008).
Este trabajo presenta algunas limitaciones que con seguridad, podrán ser subsanadas en un futuro para lograr realizar estudios de mayor rigor y calidad. Entre estas se encuentran el tamaño de la muestra empleada, sobre todo en el segundo estudio, la cual cuenta con un número muy reducido de participantes dificultando que se puedan extrapolar los resultados a la población general; además de la restringida nacionalidad de las mismas (muestra inglesa). En este sentido, hasta hace poco no existía ningún instrumento original o adaptado sobre Actitudes o Mitos hacia el Acoso Sexual en castellano, por lo que se decidió usar muestra de nacionalidad inglesa para estos estudios donde si se pudieron usar tales medidas. En un futuro, uno de los objetivos será sin duda el uso de una medida que ya se encuentra adaptada al castellano, la Escala de Mitos hacia el Acoso Sexual de Illinois (ISHMA; Expósito, Herrera, Valor-Segura, Herrera, y Lozano, en prensa), lo que permitirá obtener datos de otros países como España, con el objetivo de estudiar si hay diferencias entre unos y otros. Por otro lado, se podrían incorporar en el escenario otros comportamientos acosadores más sutiles, tales como comportamientos sexistas, que son más difíciles de percibir como acoso (Barak, 1997; Fitzgerald et al., 1997).
A pesar de estas limitaciones, este trabajo puede contribuir a conseguir esclarecer, en la medida de lo posible, los factores que se esconden tras la percepción de un comportamiento explícito de acoso sexual. El acoso es un problema social, que no solo atañe a los hombres (en su mayoría perpetradores de acoso sexual), o a las mujeres que lo sufren, sino también a la sociedad en general como principal perceptor. Por lo tanto, es de capital importancia trabajar sobre ciertas actitudes e ideologías como el sexismo o los mitos hacia el acoso, con el objetivo de poder detectar este tipo de conductas (algunas muy sutiles e incluso reforzadas socialmente).
En el ámbito de la justicia, este tipo de actitudes pueden afectar la toma de decisiones pudiendo llegar incluso a producir en la víctima una doble victimización, la que conlleva el hecho de ser una víctima de un delito, y la que supondría el no encajar en el imaginario de víctima de acoso que el jurado o juez tiene en su mente.
Por ende, han de tomarse medidas con respecto a la formación de todos los operadores jurídicos tanto en igualdad de género como en determinados casos como el que nos ocupa y que tienen un gran calado social. Su adecuada percepción ayudaría a una mayor identificación de las consecuencias negativas que suponen, y contribuiría a su denuncia y erradicación principalmente en un contexto, el laboral, donde el hombre tradicionalmente se ha servido de su posición de poder para intentar acentuar, más si cabe, la desigualdad existente entre hombres y mujeres a través del acoso.
Acker, J. (2009). From glass ceiling to inequality regimes. Sociologie du Travail, 51(2), 199-217. http://dx.doi.org/10.1016/j.soctra.2009.03.004
Angelone, D.J., Mitchell, D., y Carola, K. (2009). Tolerance of sexual harassment: A laboratory paradigm. Archives of Sexual Behavior, 38, 949-958.
Barak, A. (1997). Cross-cultural perspectives on sexual harassment. In W. T. O"Donohue (Ed.), Sexual harassment: Theory, research and treatment (pp. 263-300). Needham Heights: Allyn & Bacon.
Beauvais, K. (1986). Workshops to combat sexual harassment: A case study of changing attitudes. Signs, 12, 130-145. http://dx.doi.org/10.1086/494301
Benavides-Espinoza, C., y Cunningham, G. B. (2010). Bystanders' reactions to sexual harassment. Sex Roles, 63, 201-213. http://dx.doi.org/10.1007/s11199-010-9781-7
Benavides-Espinoza, C., y Cunningham, G. B. (2011). Antecedents and outcomes of sexual harassment: Examining the moderating effects of gender. Journal for the Study of Sports and Athletes in Education, 5, 85-104.
Berdahl, J. L. (2007). The sexual harassment of uppity women. Journal of Applied Psychology, 92, 425-437. http://dx.doi.org/10.1037/0021-9010.92.2.425
Berdahl, J. L., y Moore, C. (2006).Workplace harassment: Double jeopardy for minority women. Journal of Applied Psychology, 91, 426-436. http://dx.doi.org/10.1037/0021-9010.91.2.426.
Bosch, E. y Ferrer, V. (2000). La violencia de género: De cuestión privada a problema social. Intervención Psicosocial, 9 (1), 7-19.
Campbell, R., Wasco, S. M., Ahrens, C. E., Sefl, T., y Barnes, H. E. (2001). Preventing the "second rape": Rape survivors" experiences with community service providers. Journal of Interpersonal Violence, 16, 1239-1259. http://dx.doi.org/10.1177/088626001016012002
Cantera, L.M. y Blanch, J.M. (2010). Percepción Social de la Violencia en la Pareja desde los Estereotipos de Género. Intervención Psicosocial, 19 (2), 121-127. http://dx.doi.org/10.5093%2Fin2010v19n2a3
Cortina, L. M., Lonsway, K. L., Magley, V. J., Freeman, L. V., Collinsworth, L. L., Hunter, M., et al. (2002). What"s gender got to do with it? Incivility in the federal courts. Law and Social Inquiry, 27, 235-270. http://dx.doi.org/10.1111/j.1747-4469.2002.tb00804.x
Cunningham, G. B., y Benavides-Espinoza, C. (2008). A trend analysis of sexual harassment claims: 1992-2006. Psychological Reports, 130, 779-782. http://dx.doi.org/10.2466/PR0.103.7.779-782
De Souza, E.R. (2011). Frequency Rates and Correlates of Contrapower Harassment in Higuer Education. Journal of Interpersonal Violence, 26 (1), 158-188. doi:10.1177/0886260510362878
Diehl, C., Rees, J., y Bohner, G. (2012). Flirting With Disaster: Short-Term Mating Orientation and Hostile Sexism Predict Different Types of Sexual Harassment. Aggressive Behavior, 38,521-531. http://dx.doi.org/10.1002%2Fab.21444
Escartin, J., Salin, D., y Rodriguez-Carballeira, A. (2013). El acoso laboral o mobbing: similitudes y diferencias de género en su severidad percibida. Revista de Psicología Social, 28 (2), 211-224.
Expósito, F., Herrera, A., Valor-Segura, I., Herrera, M. C., y Lozano, L. M. (en prensa). Spanish Adaptation of the Illinois Sexual Harassment Myth Acceptance. The Spanish Journal of Psychology.
Fairchild, K. y Rudman, L.A. (2008). Everyday stranger harassment and women"s objectification. Social Justice Research, 21(3), 338-357. http://dx.doi.org/10.1007%2Fs11211-008-0073-0
Fernández, C. (2004). Dimensiones psicosociales en la Administración de Justicia sobre violencia de género. Intervención Psicosocial, 13 (2), 177-193.
Fitzgerald, L. F., Drasgow, F., Hulin, C. L., Gelfand, M. J., y Magley, V. J. (1997). Antecedents and consequences of sexual harassment in organizations: A test of an integrated model. Journal of Applied Psychology, 82, 578-589. http://psycnet.apa.org/doi/10.1037/0021-9010.82.4.578
Gracia, E. (2002). Visibilidad y tolerancia social de la violencia familiar. Intervención Psicosocial, 11 (2), 201-211.
Gannon, T. A. (2009). Working with sex offenders: day-to-day experiences of working in a secure setting [Lecture notes]. Kent, UK: University of Kent, School of Psychology.
Glick, P., y Fiske, S.T. (1996). The Ambivalent Sexism Inventory: Differentiating hostile and benevolent sexism. Journal of Personality and Social Psychology, 70, 491-512. http://dx.doi.org/10.1037//0022-3514.70.3.491
Herrera, M.C. y Expósito, F. (2009). Responsabilidad Compartida: Influencia de los Medios de Comunicación en la Atribución de Culpabilidad y Justificación de la Violencia de Género. Anuario de Psicología Jurídica, 19, 103-110.
Herrera, A. y Expósito, F. (2013). Diferencias de género en la percepción de comportamientos de acoso sexual. En F. Expósito, I. Valor-Segura, M. Vilariño y A. Palmer (Eds.). Psicología jurídica aplicada a los problemas sociales. Violencia de género (pp. 71-80). Santiago de Compostela (España): Ediciones de la Universidad de Madrid.
Herrera, A., Valor-Segura, I., y Expósito, F. (2012). Is miss sympathy a credible defendant alleging intimate partner violence in a trial for murder? The European Journal of Psychology Applied to Legal Context, 4(2), 99-196.
Hersch, J. (2011). Compensating Differentials for Sexual Harassment. American Economic Review Papers and Proceedings, 101(3), 630-34. http://dx.doi.org/10.1257/aer.101.3.630
Imonikhe, J., Aluede, O., y Idogho, P. (2012). A Survey of Teachers" and Students" Perception of Sexual Harassment in Tertiary Institutions of Edo State, Nigeria. Asian Social Science, 8 (1), 268-274.http://dx.doi.org/10.5539%2Fass.v8n1p268
Leskinen, E. A., Cortina, L. M., y Kabat, D. B. (2011). Gender harassment: Broadening our understanding of sex-based harassment at work. Law and Human Behavior, 35, 25-39. doi:10.1007/ s10979-010-9241-5
Lila, M., Gracia, E., y García, F. (2010). Actitudes de la policía ante la intervención en casos de violencia contra la mujer en las relaciones de pareja: influencia del sexismo y la empatía. Revista de Psicología Social, 25 (3), 313-323. http://dx.doi.org/10.1174%2F021347410792675570
Lonsway, K. A., Cortina, L. M., y Magley, V. J. (2008). Sexual harassment mythology: Definition, conceptualization, and measurement. Sex Roles, 58, 599-615. http://dx.doi.org/10.1007/s11199-007-9367-1
Lott, B., Reilly, M. E., y Howard, D. R. (1982). Sexual assault and harassment: A campus and community case study. Signs, 8, 296-319. http://dx.doi.org/10.1086/493964
Mazer, D. B., y Percival, E. F. (1989). Ideology or experience? The relationships among perceptions, attitudes, and experiences of sexual harassment in university students. Sex Roles, 20, 135-147. http://dx.doi.org/10.1007/BF00287987
Ménard, K. S., Nagayama Hall, G. C., Phung, A. H., Erian Ghebrial, M. F. y Martín, L. (2003). Gender differences in sexual harassment and coercion in college students. Developmental, individual, and situational determinants. Journal of Interpersonal Violence, 18(10), 1222-1239. http://dx.doi.org/10.1177%2F0886260503256654
Pina, A., Gannon, T. A., y Saunders, B. (2009). An overview of the literature on sexual harassment: Perpetrator, theory, and treatment issues. Aggression and Violent Behavior, 14, 126-138. http://dx.doi.org/10.1016/j.avb.2009.01.002
Quinn, B. A. (2002). Sexual harassment and masculinity: The power and meaning of "girl watching." Gender & Society, 16, 386-402. http://dx.doi.org/10.1177/0891243202016003007
Reilly, M. E., Lott, B., y Gallogly, S. M. (1986). Sexual harassment of university students. Sex Roles, 15, 333-358. http://dx.doi.org/10.1007/BF00287976
Russell, B. L. y Trigg, K. Y. (2004). Tolerance of sexual harassment: An examination of gender differences, ambivalent sexism, social dominance, and gender roles. Sex Roles, 50, 565-573. http://dx.doi.org/10.1023%2FB%3ASERS.0000023075.32252.fd
Sakalli-Ugurlu, N., Salman, S., y Turgut, S. (2010). Predictors of Turkish Women"s and Men"s Attitudes toward Sexual Harassment: Ambivalent Sexism, and Ambivalence Toward Men. Sex Roles, 63, 871-881. http://dx.doi.org/10.1007/s11199-010-9847-6
Silverschanz, P., Konik, J., Cortina, L. M., y Magley, V. J. (2008). Slurs, snubs and queer jokes: Incidence and impact of heterosexist harassment in academia. Sex Roles, 58, 179-191. http://dx.doi.org/10.1007/s11199-007-9329-7
Smith, C. A. y Konik, J. (2011). Feminism and evolutionary psychology: allies, adversaries, or both? An introduction to a special issue. Sex Roles, 64, 595-602. http://dx.doi.org/10.1007%2Fs11199-011-9985-5
Temkin, J. y Krahé, B. (2008). Sexual assault and the justice gap: A question of attitude. Oxford, UK: Hart.
Topa, G., Morales, J. F., y Depolo, M. (2008). Perceived Sexual Harassment at Work: Meta Analysis and Structural Model of Antecedents and Consequences. The Spanish Journal of Psychology, 11(1), 207-218.
Wiener, R. L., Reiter-Palmon, R., Winter, R. J., Richter, E., Humke, A., y Maeder, E. (2010). Complainant behavioral tone, ambivalent sexism, and perceptions of sexual harassment. Psychology, Public Policy, and Law, 16(1), 56-84. http://dx.doi.org/10.1037/a0018434
Willness, C. R., Steel, P., y Lee, K. (2007). A meta-analysis of the antecedents and consequences of workplace sexual harassment. Personnel Psychology, 60, 127- 160. http://dx.doi.org/10.1111%2Fj.1744-6570.2007.00067.x
Página siguiente |