La Teoría de la evolución cumple ciento cincuenta años y Darwin, ya celebra sus doscientos (página 2)
Enviado por Felix Larocca
HMS Beagle
Darwin nació el 12 de febrero del 1809 (el mismo día en que Abraham Lincoln naciera), en Shrewsbury, Inglaterra. Su madre, hija del acaudalado fabricante de porcelanas, Josiah Wedgwood, murió cuando Charles apenas cumpliera los ocho años de edad. Lo que dejaría una huella permanente en el desarrollo psicológico del huérfano. Su crianza recaería en sus hermanas mayores, quienes, se cree, que le proporcionaron adecuados cuidados.
Cuando el joven Darwin llegó a la edad de decidir en una carrera, sus inclinaciones se dividían entre la medicina y la vocación eclesiástica, lo que nunca resolvería, ya que dejó la medicina poco tiempo de haber comenzado su estudio, abandonándola como carrera. Finalmente, conminado por su padre, concluyó los estudios en teología, con muchas dificultades, nunca aceptando una posición eclesiástica.
En su lugar, el inquieto Darwin, se enroló en un curso en botánica que enseñaba John Stevens Henslow, comenzando, simultáneamente, a coleccionar escarabajos, logrando adquirir mucha fama en este último proyecto.
El viaje del HMS Beagle
Por recomendación de Henslow, a Darwin se le ofreció la posición de naturalista, para participar en el segundo viaje de circunnavegación del HMS Beagle. Cuya misión era la de inspeccionar la costa de la Patagonia y la Tierra del Fuego.
Este buque zarpó en diciembre del 1831 y regresó a puerto en octubre del 1836.
Fue durante este viaje que Darwin llegaría a las conclusiones que transformaran sus ideas y las del resto del mundo acerca de la evolución de las especies vivientes.
Grosbeak
Cuando regresó a Inglaterra, Darwin contrajo nupcias con su prima hermana Emma, heredera de la inmensa fortuna de porcelana de Josiah Wedgwood, lo que permitiría a la pareja vivir sin preocupaciones económicas, en suficiente confort, y sin que Darwin tuviera que alejarse de su hogar, ya que lo plagarían muchos trastornos de salud por la duración de toda su vida.
En noviembre 24 del 1859, Darwin superó sus indecisiones para publicar, ya que habiendo recibido un manuscrito enviado por Wallace, realizó que alguien más había llegado a sus mismas conclusiones. En lugar de esperar, como tanto había hecho, Darwin publicó el Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural, o la Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida.
Esta obra atrajo mucha controversia, pero asimismo fue de tal éxito inmediato que resultaría en gran fama y reconocimiento para su autor.
El origen del Origen
Cuando, a la edad de 26 años, Darwin desembarcara en las Islas Galápagos en el 1835, donde arribara abordo del Beagle, el joven científico se percató, aunque de manera muy poco crítica, de la presencia de unas avecillas que hoy se asocian íntimamente, aunque equívocamente, con su nombre.
El perplejo naturalista, clasificó incorrectamente, como grosbeaks, las especies de ciertos de los pajarillos, a los que hiciera famosos de manera recíproca.
Grosbeak es el nombre dado a un grupo taxonómico que contiene varias de pájaros comedores de semillas. Éstas son aves de picos grandes, miembros de la familia paseriforme. A pesar, de que todos estos pájaros pertenecen a la súper familia Passeroidea, éstos no constituyen en sí un grupo natural, sino que, más bien, son una variedad polifilética — miembros del grupo de las aves cantoras.
Los pinzones, no los "descubrió" Darwin, como, en seguida, veremos.
Luego de que Darwin retornara a Inglaterra, el ornitólogo y artista, John Gould comenzó a hacer ilustraciones de un grupo de los pájaros preservados como especímenes que abarrotaban las bodegas del HMS Beagle, reconociendo de inmediato, que todos ellos no eran más que diferentes variedades de pinzones.
Pinzón dorado
Del examen de los dibujos de Gould, el naturalista y autodidacta que Darwin fuera, llegaría a entender que las estructuras de los picos de estas aves variaban para conformarse al nicho ecológico correspondiente a los requerimientos de sus estrategias de comer en las diferentes de las Islas Galápagos en que vivieran.
Veinte años después Darwin traduciría estos entendimientos de la adaptación de los pinzones al entorno de las diferentes islas, en una teoría coherente que explicaba la evolución, de estas aves en particular, y la de todos los seres vivientes en general.
A pesar de sus críticas, la teoría de Darwin en el presente continúa inspirando investigaciones experimentales, aun al nivel molecular.
Los pinzones famosos perpetúan su rol en el suministro de nuevas preguntas y nuevas respuestas a la evolución de la vida y de las especies. El mismo Darwin, asumiría en su tiempo, que el proceso evolutivo era tan, pero, tan lento que su paso procedía con el transcurso de las edades. Un movimiento tan pausado, que sería imperceptible para los ojos de observadores humanos.
En vez, los pinzones se han tornado en sujetos ideales para el estudio de la evolución en la actualidad, ya que se reproducen relativamente de manera rápida, están confinados a las islas donde viven y muy raramente migran.
Llegan dos nuevos contribuidores a la evolución de los pinzones: B. Rosemary Grant y Peter R. Grant de la Universidad de Princeton
Esta pareja, dedicada al estudio de la ciencia, desde el año 1973 ha pasado seis meses de cada año usado el laboratorio extraordinario y enorme de la Daphne Gran Isla, en el archipiélago de las Galápagos, para estudiar más de 20,000 pinzones. Demostrando de manera conclusiva, el modo cómo los picos y la envergadura de los cuerpos de estas avecillas se transforman, a medida que ocurren cambios en el tiempo, por los efectos de las corrientes provocadas por el fenómeno climático del Niño. Ellos han podido ser testigos de cómo, aún, algunas nuevas especies han aparecido.
Los esposos Grant son uno de muchos grupos que están conduciendo experimentos para ser testigos de la evolución en acción y para corroborar que la evolución puede proceder en años, en lugar de los eones que Darwin previera.
Rana del género eleutherodactylus
Evolución de la evolución
Reflexiones acerca de la evolución, como idea, y de cómo el más apto sobrevive, poseen un pasado muy antiguo, precediendo aún a Sócrates. Sin embargo, la evolución, por Darwin concebida, ha sido la única idea capaz de resistir todo escrutinio de la ciencia, desde que se formulara hacen unos 150 años.
La Teoría de la Evolución constituye un verdadero pilar de la ciencia moderna que merece estar junto a la Teoría de la Relatividad, la Mecánica del Quantum y otras estructuras científicas mayores.
La Selección Natural
La Selección Natural, parte fundamental de la Teoría, ha sido definida por el biólogo evolucionista Francisco J. Ayala, de la Universidad de California en Irvine, como "diseño sin diseñador". Término que resulta ofensivo a muchos teólogos que pretenden desacreditar e invalidar esta teoría, ya que creen que opone la idea del creacionismo o de un "diseño inteligente" — significando, la mano de Dios.
En este año de aniversarios, la contribución mayor que la ciencia ha heredado de Darwin puede encontrarse en el enorme volumen de investigaciones y teorizaciones que derivan directamente de sus escritos. Igualmente sirve para ilustrar cómo la evolución ha evolucionado, conformemente, en los ciento cincuenta años transcurridos, especialmente con el descubrimiento del gene, algo que Darwin no pudo aplicar, porque este último conocimiento no se había difundido, cuando él viviera, en el campo de la ciencia.
La senda apartada que Darwin recorriera
Igual que sucediera con Albert Einstein y otros genios excepcionales, Darwin procedió por sí mismo. En sus años formativos Darwin no demostraría signos de precocidad académica. Miembro de una familia dotada con sólidos medios económicos, como estudiante, el joven, futuro naturalista, sería considerado mediocre.
Igualmente que Einstein ambos odiaban la regimentación académica, prefiriendo ocuparse sólo con aquellas cosas que les atrajeran.
Los pinzones de Darwin
La oportunidad de viajar en el HMS Beagle, que llegaría por serendipia, constituyó la primera educación formal, que Darwin tuvo, en lo que, desde niño, realmente le cautivara.
Durante la jornada, el joven naturalista estudió las especies tropicales de Brasil, explorando fósiles, habiendo encontrado el fósil de un perezoso gigantesco (género Bradypus y Choloepus), 400 millas al sur de Buenos Aires, lo que le hiciera pensar en cómo estos animales fueron extintos. Mientras que historias narradas por los gauchos de las pampas, le hicieron ponderar los instintos territoriales y primordiales, tanto en los hombres como en los animales.
Y, por supuesto, la etapa más importante, fue la de desembarcar por cinco tórridas semanas en las Islas Galápagos, donde su nombre hoy se venera.
En estas islas observó sinsontes que difirieran morfológicamente entre islas vecinas, implicando un antepasado común.
Durante una visita a los Andes, encontraría un depósito de procedencia marina, a unos 7,000 pies de altura que soportaban las ideas avanzadas por Charles Lyell, acerca de la función del "catastrofismo".
Capitán Robert FitzRoy, comandante del HMS Beagle, visto con uniforme de vicealmirante
Cuando el Beagle, finalmente, llegara de nuevo a su puerto de origen en octubre del 1836, las cartas que Darwin hubiese enviado ya habían circulado entre la comunidad científica, lo que sirvió de aliento a su padre.
Muy pronto, contrajo nupcias, mudándose con su nueva esposa a un paraíso de huertas y viveros donde, gracias a la situación económica de que gozara, pudo dedicarse al estudio de sus especímenes favoritos.
Muy poco tiempo después empezarían las palpitaciones y espasmos musculares que, con otros síntomas adicionales le restringieron la capacidad de abandonar su ámbito familiar.
Los orígenes de una teoría
Darwin comenzó a desarrollar sus pensamientos científicos a fines del 1830, pero, por miedos a la reacción de su esposa, persona muy religiosa, y a la del público victoriano, esperaría veinte años para publicarla. Pero, habiendo leído el manuscrito que recibiera enviado por Alfred Russel Wallace, comprendió que tenía un competidor muy fuerte. Lo que lo impulsaría, finalmente, a publicar.
El proceso mismo de elaborar su teoría, en, Darwin, procedería a un paso muy lento y parsimonioso. Desde que interpretara los pensamientos formulados por Lyell, el joven científico reconocería que los cambios graduales de los paisajes geológicos, de alguna manera serían aplicables a los biológicos: una especie debe de causar la siguiente.
Darwin descartó esta progresión sucesiva en línea directa, en favor de lo que hoy conocemos como la evolución ramificada. En ésta, algunas especies divergen de un antepasado común, progresando en caminos diversos, lo que contradice el punto de vista aceptado de que existen límites fijos en lo que algunas especies pueden divergir de la original ancestral.
Darwin notaría que las tres especies de sinsontes que observara en las Islas Galápagos, podrían ser trazadas a un simple espécimen que él observara en la América Latina. Lo que resultaría en su ilustración del Árbol de la Vida, que representa la única ilustración en El Origen de las Especies…
El concepto de un árbol de la vida todavía no explicaba la razón misma para que la evolución existiera, lo que dejaba un hiato en la teoría. Habiendo leído los trabajos de Thomas Malthus, Darwin reconocería que poblaciones, en general, tienden a crecer rápidamente agotando los recursos para ellas existentes. De las observaciones que hiciera en sus viveros y hortalizas, se daría cuenta que la Naturaleza, en lugar de "escoger" deliberadamente los rasgos favorables de una especie, como lo haría un criador de ganado, lo haría ciegamente, eliminando los individuos con las características menos favorables. Además de esto, si dos poblaciones de la misma especie permanecen lejanas entre ellas por mucho tiempo, pueden transformarse en variedades enteramente diferentes, incapaces de reproducirse entre ellas. A este mecanismo Darwin llamaría la selección natural.
El Árbol de la Vida de Darwin
Debido a los prejuicios que reinaban en su época, Darwin evitaba discutir en detalle la evolución del ser humano, aunque se entiende que era parte esencial de sus teorías, las que evolucionaran sin el apoyo de la ciencia genética.
La síntesis moderna esperó a que se reconocieran las investigaciones del monje Gregor Mendel (1822 – 1884), las que abrirían las puertas a la aplicación de conceptos evolutivos, de selección natural y de adaptación, hasta entonces nunca imaginados.
El concepto de la evolución, ciento cincuenta años después, como forma de ramificación de especies procedentes de un tronco común, ha ganado su aceptación universal y terminante.
La patografía de Charles Robert Darwin
En su estudio de Darwin, John Bowlby, famoso por sus estudios en el apego del bebé humano, concluye que la muerte temprana de la madre plantaría la semilla que germinara en las muchas y debilitantes dolencias de las que este genio padeciera en todo el transcurso de su vida.
La patografía es la rama de las ciencias médicas que se ocupa de los aspectos clínicos de las biografías.
El rol de la enfermedad o minusvalía en la vida creativa de ciertos genios como fueran la sordera de Beethoven, la epilepsia de Dostoievski, la morfinomanía de William Halsted, han atraído a muchos investigadores que han seguido los pasos de Freud y Erikson en este respecto.
Pioneros fueron Freud cuando escribiera acerca de Leonardo y Moisés, y Erikson, cuando este último publicara su patografía de Martin Lutero.
Recientemente ha resurgido un entusiasmo en este campo de la literatura con estudios publicados de las vidas de Adolfo Hitler, Richard Nixon, Woodrow Wilson y Thomas Jefferson.
En el siglo XIX, durante la época en que viviera Darwin, esta etapa se distinguiría por la aparición de enfermedades indefinidas y debilitantes que afectaban personas que fueran prominentes y exitosas.
La Casa de Down. Donde Darwin viviría por cuarenta años de su vida
Entre las figuras más destacadas en este período, que fuesen víctimas de este tipo de dolencia, figuran: Florence Nightingale, Charles Darwin, Henry y William James, Henry Adams y Elizabeth Browning, entre otras.
Sir George Pickering, quien ha estudiado las vidas de muchas de estas personalidades, especialmente las de Darwin y Nightingale, considera que estas personas usaron sus síntomas psicosomáticos para retirarse de sus obligaciones sociales y sumergirse totalmente en sus labores científicas.
Los síntomas de Darwin caracterizados por náusea, vómitos, y debilidad marcada, han sido sujetos al estudio de muchos expertos quienes difieren muy poco en sus especulaciones. Ya que todos los autores coinciden en que son resultado del estrés crónico.
El hecho de que Darwin viviría más de 72 años, la mayoría de los cuales fueron señalados por la presencia de dolencias vagas nos provee evidencia de que él no sufría de ningún trastorno orgánico progresivo.
Darwin sufriría mucha tensión psicológica porque sus ideas eran contrarias al dogma establecido de su tiempo y porque oponían la religiosidad marcada de su devota esposa en todos los respectos.
Emma Wedgwood. Esposa de Charles Darwin
En resumen
La celebración fortuita de dos eventos significantes en la vida de Charles Robert Darwin nos ofrece una oportunidad de revisar su brillante carrera, recordar sus contribuciones al campo de las ciencias biológicas, y de celebrar los frutos que nos dejara como su legado intelectual.
Creo que es apto aquí decir: Happy Birthday to Charles Darwin and to The Theory of Evolution!
Bibliografía
Larocca, F: (2007) La serendipia revisitada en psikis.cl y en monografías.com
Bowlby, J: (1992) Charles Darwin: A New Life Norton
Colp, R: (1997) To be an Invalid: The Illness of Charles Darwin U of Chicago
Colp, R: (2008) Darwin Illness U Press of Southern Florida
Larocca, F: (2007) Los Trastornos del Comer: Una Tesis Evolucionaria Adaptada en monografías.com
Larocca, F: (2008) La Sociobiología de la Tristeza y la Depresión Según la Teoría de la Evolución en monografías.com
Larocca, F: (2008) Trastornos del Comer en monografías.com
Grant & Grant: (2006) Evolution of Character Displacements in Darwin"s Finches in Science, 224-226
Apéndice
Trayectoria del HMS Beagle en la América del Sur
Autor:
Félix E. F. Larocca
| Página siguiente |