- Sobre el campesino
- La territorialidad
- La lucha por la tierra
- El carácter de género
- Referencia bibliográfica
Hay quienes consideran que el campesino es una especie en extinción ¿realmente es así? Si esto fuese verdad un modo de realidad de apropiarse de la naturaleza estaría desvaneciéndose, lo cual traería una serie de consecuencias para la naturaleza y para las sociedades. Por ello es importante indagar qué configura la realidad campesina, qué elementos nos pueden ayudar a comprender al campesino dentro del contexto cambiante de la ruralidad.
El presente ensayo aborda una reflexión sociológica y antropológica[1]sobre el campesino, de tal forma que permita dar elementos para una mayor comprensión y reflexión sobre la realidad campesina. En un primer momento se realiza una introducción donde se problematiza el tema y luego se presentan algunos elementos teóricos que ayuden a contextualizar[2]los cambios de lo rural en los estudio de la sociología rural. Para luego abordar 5 líneas de reflexión que ayuden a comprender la realidad campesina. Estos elementos son: fundamento histórico, apropiación del campo, territorialidad, la lucha por la tierra y el carácter de género. Para finalmente presentar algunas conclusiones y consideraciones finales.
Introducción
La modernidad generó un impacto en el concepto de desarrollo, lo cual dio pie a una transformación de la sociedad. La ciencia moderna y la industria, producto de aquella, ha llevado a comprender lo rural como algo atrasado, arcaico, que no tiene cabida en un proyecto de modernización. De este modo, se impulsa el desarrollo rural para adecuar el campo en un proceso de industrialización que empate con el proyecto de la modernidad, pero que modifica el modo de entender el campo y al campesino.
El cambio social en la sociedad rural se convierte en objeto de estudio de sociólogos y antropólogos. En el caso de México, el surgimiento del interés por la sociología rural viene dado por las mismas instituciones públicas entre los años de 1960 a 1970. Las universidades toman cartas en el asunto hasta los años ´70 (Universidad de Chapingo y la UNAM). En estos primeros momentos el trabajo "fuerte" fue interdisciplinario con temas relacionados con lo rural. Los temas están centrados en la reforma agraria y el desarrollo rural impulsado por la relación Estado-Campesinos. (Sánchez, 2006).
En los años ´80 se da una crisis de paradigma en las ciencias sociales que coincide con la caída del socialismo. Los sociólogos se cuestionan cómo redefinir su objeto y paradigma. En la sociología rural, dado que desde un principio ha sido un trabajo interdisciplinario, se han compartido conceptos y metodologías, lo cual impide una imposición en la investigación y se pueda adaptar a realidades específicas, además permite que los investigadores estén motivados por afinidad. En el caso de lo rural se ve una proyección del aspecto latinoamericano y la situación del nuevo modelo de globalización, lo que genera el tema de la nueva ruralidad (ya no es el aspecto tradicional vs modernidad, sino el continuo rural-urbano). (Sánchez, 2006).
Ante esta nueva perspectiva de lo rural parece que es necesario transformarse o morir. En este sentido, parece que se nos presenta dos corrientes con respecto a las sociedades rurales, y por ende, a la misma sociología rural. Por un lado, existe la postura que considera que el campesino e indígena son cosas en extinción, porque se ha dado un fuerte descenso en su población, además de que lo rural y urbano parece diluirse; por lo tanto, no tiene sentido una especialización en la sociología de lo rural. (Sánchez, 2006).
Por otro lado, está la postura de la utopía que se pregunta si un mundo mejor es posible, ya que visualiza experiencias de organizaciones campesinas, de productores, mujeres, indígenas, etc., que van más allá de sus propias fronteras físicas ante un mundo globalizado. Por lo tanto, existen nuevas problemáticas que requieren esta especialización: el desarrollo sustentable, la biotecnología, la cuestión de identidad y movimientos sociales, la migración, el papel de la mujer, el narcotráfico y el campo, la relación de lo global y local, entre otros, lo cual permite al sociólogo rural una amplitud del campo de estudio. Se considera que muchos de estos problemas son resultados del impacto del sentido del ser latinoamericano que se comparte en congresos y foros internacionales. (Sánchez, 2006).
Existe por lo tanto una problemáticas que nos ocupa y que requiere nuestra atención ¿Quién es el campesino en medio de estas transformaciones? ¿Realmente está en peligro de extinción? Las nuevas posturas teóricas de la sociología rural consideran que no es así, que aun hay elementos para seguir considerando el medio rural como un espacio de interés de investigación. El medio rural sigue siendo una realidad que interpela a quien se acercan a estudiarlo. Lo urbano parece querer comerse lo rural y lo rural quisiera resurgir en lo urbano. En medio de este espacio rural, hay diversos actores que conforman una red imbricada de relaciones que hoy en día no es ajena a otras realidades. Sin embargo, considero que el actor principal del medio rural sigue siendo el campesino.
Ante una realidad cambiante del medio rural, donde aparentemente ya no se puede mantener una visión tradicional del campo y el campesino, ¿cuál son los elementos que permiten definir al campesino hoy en día? ¿Qué hace ser campesino? ¿Qué lo va configurando que nos permita distinguirlo de otros actores? ¿Aquel que migra de lo rural a lo urbano sigue siendo campesino? ¿El empresario agroindustrial puede considerarse campesino, y los jornaleros? Si la actividad agrícola ya no es la labor del sujeto rural, qué es lo que define ahora al campesino.
Es problemático hablar de lo rural ante las diversas transformaciones que se han venido dando en el medio rural, por lo cual es también problemático poder hablar de quién es el campesino hoy en día. El presente ensayo pretende abordar esta problemática, para dar algunas perspectivas de reflexiones de los elementos teóricos que nos permitan discernir quién es el campesino. Antes veamos un breve panorama del contexto teórico en el acercamiento al medio rural.
Contexto teórico de los cambios en el estudio del medio rural.
La investigación social o antropológica, desde sus comienzos, se ha enfocado en un acercamiento a lo rural desde la concepción de algo rústico que debe ser impulsado al desarrollo. Este modo de acercamiento ha sido criticado constantemente por la misma sociología. El mismo Stavenhagen(1965) menciona que al nacer la sociología rural de los estudios antropológicos enfocados en lo indígena y los medios rurales, además de las influencias de la sociología desarrollada por norteamericanos, se quedó con un enfoque limitado y sin visión global.
Por su parte, Luz Pérez Prado(1993) presenta cómo la teoría de la modernización fue la corriente que predominó en los estudios de la sociología rural. Esta teoría considera una dicotomía tradicional-moderna en los medios rurales analizados, lo cual presupone que los medios tradicionales han de ser substituidos por los medios modernos de producción, y los contextos socio-culturales entran en conflicto y mutua exclusión. Stavenhagen ya había señalado que muchos de estos estudios han sido desarticulados y no existen trabajos sistemáticos que abarquen la problemática global, además de perseguir ciertos intereses políticos y económicos, pero sin fijarse en estos aspectos de forma concreta en las comunidades y sociedades de estudio.
Por lo tanto, consideraba Stavenhagen(1965) que es necesario fomentar el interés por metodologías concretas, objetivas y globales. Ya que muchas de las existentes son fáciles de manipular los datos, no dar una visión objetiva y quedarse en una simple interpretación general sin unir las particularidades. Ante esta situación, y la preocupación por los impactos de transformaciones en las localidades rurales frente a los espacios urbanos, nos dice Luz Pérez(1993), que la dicotomía de lo tradicional-moderno aparece con el de rural-urbano.
El enfoque rural-urbano sigue manteniendo supuestos que no permiten separar lo antagónico de la situación y tener una perspectiva más completa de los procesos de transformación. Por lo tanto, para Luz Pérez Prado (1993), es necesario tener una visión histórica del trabajo social que permita comprender los cambios que se van generando en el medio rural. Justamente, varios de los trabajos de algunos sociólogos (presentados en su artículo) refuerzan la idea de dar mayor importancia a la dimensión histórica en la comprensión de los cambios en las comunidades rurales.
Cada uno de los nuevos enfoques teóricos como la nueva ruralidad, la territorialidad, el desarrollo rural sustentable y la agroecología, tratan de abordar la situación rural ante las transformaciones que se han dado en el contexto de un mundo globalizado y de políticas neoliberales que han impactado los medios rurales. Lo cual ha obligado a un trabajo inter y multidisciplinario del estudio de los diversos fenómenos que surgen. Lo obligado de este tipo de trabajo multidisciplinario, ya lo había mencionado Luz Pérez cuando resalta la visión histórica que permita ver lo urbano-rural como un entretejido complejo y no como simples polos opuestos. Hoy en día se necesitan enfoques más integrales y unificados de los aportes teóricos y empíricos que aporten las diversas disciplinas.
Entre todos estos enfoques, resalta la inquietud de qué es realmente la ruralidad, cuáles son los elementos constitutivos y esenciales que definan lo rural. Los nuevos enfoques que nos presenta Miguel Ángel Sámano(2010) tienen de fondo esta discusión, ya que se ha dado una serie de transformaciones que no parecen encajar con la definición de lo rural que se venía utilizando.
El meollo del asunto lo presenta, a mi parecer, cuando indica que la noción de ruralidad en diferencia a lo urbano, ha sido dada por las actividades primarias como la agrícola, en determinados espacios territoriales como base del sustento económico. Sin embargo, se han dado cambios en estos territorios y los ingresos provienen de actividades no agrícolas. Lo cual ha desdibujado la noción de ruralidad que ha sido problemática para la misma sociología rural desde su inicio. (Sámano, 2010).
¿Qué elementos nos ayudan a comprender la realidad campesina?
Miguel Ángel Sámano, en la presentación de estos enfoques, logra, según mi juicio, revelar algunos de los elementos necesarios para comprender la ruralidad y, por lo tanto, su acercamiento y una mejor compresión del campesino. Uno de estos elementos es considerar el aspecto territorial que delimita no sólo un espacio concreto, sino un modo de estar. Otro aspecto son los actores o agentes que conforman parte de estos territorios y que definen los procesos y aspectos que van dando su peculiaridad a lo rural. Y el último aspecto, es la cuestión de los fenómenos sociales específicos que se generan en estos espacios territoriales con los determinados actores.
Estos aspectos nos permiten ir identificando que notas son importantes para tomar en cuenta sobre la realidad del campesino. La realidad de ser campesino está implicada por elementos externos que determinan ese modo de realidad; pero, también, el mismo campesino en sus propias acciones se va configurando en la convivencia con otros.
Ante todo esto, es necesario analizar algunos elementos y generar líneas de reflexión que nos permitan clarificar el modo de realidad y ser del Campesino.
El sustento histórico.
En México, la realidad del campo se ha visto desde una perspectiva del desarrollo tecnológico y ante el fracaso de los programas implementados hasta ahora, simplemente se ha abandonado el campo a una serie de programas de apoyos económicos mínimos, sin atender los problemas de fondo (Reina, 2011). Además, se ha dado el fenómeno de que las ciudades están absorbiendo los medios rurales (Pérez, 1993). Lo cual ha modificado el modo de vida del campesino.
Por su parte, los campesinos ante esta realidad que les ha heredado las circunstancias históricas del país, han tenido que afrontar las situaciones para poder sacar adelante a sus familias: algunos han emigrado a Estados Unidos, o a zonas urbanas buscando diversos empleos, otros se han quedado en su tierra e intentan sobrevivir con lo que logran cosechar año con año, otros se han dedicado al cultivo de productos ilícitos como la mariguana, entre otras posibilidades que se les presentan.
De las diversas circunstancias de la vida de los campesinos y de la concepción del mundo que han heredado de sus padres, se van forjando sus propias experiencias y modos de entender cómo afrontar la realidad que se les presenta. La historia es un proceso que posibilita la vida humana y, como proceso se apoya en los sucesos anteriores y sostiene las posibilidades que capacitan al ser humano en tomar decisiones (Zubiri, 2006). Las circunstancias históricas y los modos heredados de afrontar la realidad, han capacitado a los campesinos para elegir entre las posibilidades que tienen para satisfacer sus necesidades básicas y de consumo familiar, con lo cual han configurado un modo de ser.
Además, todo hombre tiene una concepción del mundo y de la realidad que se le presenta, pero está tiene su fundamento ultimo en la vida misma. Las experiencias de vida van constituyendo nuestra concepción del mundo y forjan los modos de expresión y respuestas que damos ante las diversas circunstancias. (Dilthey, 1990). En otras palabras, la concepción del mundo que brotan de nuestras experiencias de vida, determina los medios y fines que se eligen en la vida cotidiana y configuran nuestro propio modo de realidad.
Estas experiencias de vida, son las que forjan en el campesino las condiciones para elegir un medio de subsistencia familiar. Pero no sólo eso, sino que van determinando una identidad y una realidad que les es dada y se van apropiando a la vez que recreando. La realidad de ser Campesino se sustenta en el proceso histórico que envuelve al hombre que nace en el seno de una familia rural. Posteriormente cada individuo ira optando, apropiando e inventando el modo de presentarse ante su realidad. Este modo de realidad, que nace o se hereda de una familia rural, es lo que hemos de llamar Campesino.
Por lo tanto, el ser campesino no es algo que surja de la noche a la mañana, hay un fundamento histórico en la vida de la persona que le permite irse apropiando a ese modo de realidad. Puede darse por el simple hecho biológico y social de nacer y crecer en el seno de una familia rural, o en aquél que en sus experiencias de vida va apropiándose de ese modo de realidad. Por lo cual, tampoco es posible entender al campesino simplemente como individuo, aunque tenga su concreción personal, sino precisamente en con-vivencia con otros que le conforman un modo de realidad campesina.
La apropiación del campo y la diversidad de actividades.
Hay una cuestión que anteriormente, desde una postura clásica, se consideraba como esencial para identificar al campesino, la actividad agrícola (la cual debe ser entendida como todo aquella labor que tiene que ver con las cuestiones productivas). Aunque dicha actividad se ha visto transformada y, desde las políticas económicas neoliberales, ha sido considerada como algo ineficiente y poco productiva en sentido monetario, por lo que ha quedado rezagada de las políticas económicas y sólo se toma en cuenta, desde la perspectiva agroindustria, cuando entra en una lógica industrial y capitalista de producción.
Varias de las propuestas teóricas que abordan la situación de los cambios en el espacio rural, consideran que ya no es posible entender la ruralidad desde la actividad agrícola, pues hay una gran diversidad de actividades que hoy en día los campesinos realizan. Sin embargo, considero que estas perspectivas están partiendo del supuesto que todo agente rural es campesino. Lo cual, es contrario al supuesto del que he partido en este ensayo: de que hay diversos actores sociales en el medio rural y que uno de ellos es principalmente el campesino.
Ciertamente la ruralidad no es posible ser entendida sin la alteridad de otras realidades. Así la ruralidad, tan lo han dicho las propuestas teóricas como la nueva ruralidad, hoy no es posible ser entendida, sino desde la realidad urbana-industrial. Pero no exclusivamente, hay una tercera realidad y esta es la Naturaleza. El ser humano organizado en sociedad afecta a la naturaleza en dos dinámicas: una es la apropiación y uso de los recursos naturales, y la otra, es el retorno a la naturaleza de desecho de productos transformados. Así, la naturaleza toma parte de la sociedad en una relación donde provee a la personas recursos naturales y absorbe o recicla los desechos materiales de la sociedad. (Toledo et al., s.f., Estudiar lo rural…).
Por lo tanto, "la apropiación de la naturaleza constituye el primer acto del proceso metabólico que la especie humana erigida en sociedad establece con el universo natural y constituye el acto clave que permite distinguir lo rural de los otros dos universos [lo natural y lo urbano-industrial]" (Toledo et al., s.f., Estudiar lo rural…, p. 66). Lo cual no implica ser vistos como los polos opuestos, sino desde la relación de imbricación que se tienen.
Desde esta perspectiva y desde la concepción del término de apropiación que refiere a un momento concreto de articulación del hombre con la naturaleza, el campesino es considerado como aquel que tiene una vinculación más estrecha con la naturaleza, en el proceso general de la producción a través de su trabajo. Por lo tanto, la actividad agrícola sigue siendo un elemento primordial de apropiación del campo y más en México. No importa qué otras actividades realice el campesino, mientras mantenga en cierta medida una vinculación con la tierra, en esa misma medida se ira apropiando del modo de realidad campesina. La apropiación del campo, sigue fundamentando el modo de realidad del campesino.
Vale la pena resaltar la diferencia que hace Víctor Toledo con respecto al modo de apropiación, pues hay un modo propiamente que configura el modo campesino y otros que deben ser denominados de otra manera. Para Toledo, hay un modo campesino que es propio del ser humano, prácticamente desde el origen de la especie. Y el otro modo, agroindustrial, surge desde el mundo urbano-industrial que hace uso de otras fuentes de energías que trajo consigo una serie de consecuencias para el mismo espacio rural. Pero, en la realidad estos dos modos no son puros y se tiene una gama amplia, según tiendan hacia un extremo u otro conforme a los distintos rasgos que ayudan a definir esa tendencia del modo campesino o el modo agroindustrial[3](Toledo et al., s.f., Estudiar lo rural…, cf., Toledo et al., 2002).
Estos rasgos son: (1) el tipo de energía utilizada durante la producción, (2) la escala de las actividades productivas, (3) el grado de autosuficiencia de la unidad productiva rural, (4) su nivel de fuerza de trabajo, (5) el grado de diversidad (eco-geográfica, productiva, biológica, genética) mantenida durante la producción, (6) su nivel de productividad ecológica o energética, (7) su nivel de productividad del trabajo, (8) el tipo de conocimientos empleados durante la apropiación/producción y (9) la visión del mundo (natural y social) que prevalece como causa invisible u oculta de la racionalidad productiva. (Toledo et al., s.f., Estudiar lo rural…, pp. 73-74).
Desde la propuesta de Víctor Toledo, los límites territoriales de estos tres universos que menciona, tienden a desvanecerse en el presente. Es un fenómeno que visto desde la perspectiva global parece que es necesario comprender al campesino en un espacio-tiempo del mundo como parte de un todo, lo cual transforma y marca la diferencias entre lo loca de lo mundial, lo tradicional de lo moderno, ocasionando que las relaciones y formas de vida se modifiquen y se hagan más complejas (Salas, 2006). Esta perspectiva de lo local-global, sin embargo, no logra separarse de la dicotomía de lo urbano-rural que nos permita ver de una forma más integral las dinámicas y relaciones que se dan entre estas dos realidades.
Hoy en día, la realidad rural está inmersa en unas series de funcionalidades y actividades que se mezclan con la realidad urbana-industrial, ya que "observamos que varios aspectos económicos, sociales, políticos, ambientales y culturales están estrechamente relacionados en los espacios rurales" (Sámano, 2010). Así, la apropiación territorial debe ser entendida como una construcción social que depende del posicionamiento del campesino frente a las demás realidades en un mismo espacio geográfico.
Ciertamente el espacio geográfico contiene determinadas posibilidades que configuran la acción de las personas, pero estas posibilidades son apropiadas por el hombre de tal forma que reconfiguran el espacio territorial con el modo propio de apropiarse de la tierra. El modo campesino hace suyo el territorio con todo lo que le ha configurado como parte de su realidad. Esta línea de reflexión nos puede llevar a comprender el aspecto cultural que delimitan las sociedades más allá de un espacio geográfico, al analizar la concreción particular de como cada territorio rural ha creado para representar su propia identidad de entender su relación con la naturaleza, lo divino y lo social.
Esta perspectiva de apropiación territorial de la realidad campesina, nos permite comprender las configuraciones que se puede dar en un espacio considerado más propiamente como urbano, ya que no tiene una implicación necesariamente de separar un espacio geográfico de otro, sino que pueden convivir ambos modos de realidad en la misma delimitación física. Sin embargo, siempre se ha de percibir ese modo de apropiación del campesino que se analizaba en el apartado anterior dentro de la amplia gama que Víctor Toledo indica. Es la existencia de una resistencia en las zonas periurbanas que desean dar continuidad a una historia-tradición de un modo de vivir, de apropiarse la tierra, aun en medios de cambios y transformaciones (Arias, 2002).
La implicación de una apropiación territorial ha generado históricamente una serie de acciones, por parte de los campesinos, para mantener su autonomía y su modo propio de relación con la naturaleza. En contra partida de la perspectiva de la civilización occidental dominante que se ha empeñado por separar la naturaleza, la producción y la cultura (Toledo, 1992).
Los movimientos sociales han tenido muy diversa formas de manifestarse y razones que los llevan alzar la voz para ser escuchados. Esta diversidad, dada por condiciones, intereses, posición social, etc., es lo que ha cuestionado a Alfonso Serna (1996), de tal forma, que ve en la diversidad de los movimientos campesinos una identidad fragmentada. Sin embargo concuerda que la lucha por la tierra, que hay de fondo en todos estos movimientos, es lo que ha permitido la unidad. De hecho, menciona cómo la figura de Zapata se ha convertido en un símbolo de identidad campesina en México.
La lucha por la tierra no es sólo una cuestión agraria, sino una defensa por un modo de realidad de vincularse con la naturaleza. "Es pues en la defensa de la naturaleza (convertida en los recursos locales y concretos sobre los que se basa su propia producción), donde la lucha campesina encuentra un apoyo sustancial en su esfuerzo por lograr la emancipación económica y política" (Toledo, 1992, p. 84). Lo cual, llevada a un segundo nivel, de esa lucha política, se da la defensa por la cultura; así, el defender la cultura es también la lucha por la tierra. (Toledo, 1992).
La cultura es un modo de respuesta ante la realidad que se vive y configura un modo de ser. La defensa por la tierra es ya algo propio de la realidad campesina y a través del tiempo se ha incorporado a la respuesta cultural. Los sucesos que marcan la historia no surgen de cero, están cimentados en sucesos anteriores y se proyectan hacia adelante. En el caso de México, Leticia Reina (2011) hace un recuento de los acontecimientos históricos que han dado causa a los movimientos campesinos.
En el último siglo, estos movimientos, se centran en la revolución de 1910. Dicha revolución que es principalmente de la población rural, amaso las exigencias por la tierra. Además, en el México pos-revolucionario, los gobiernos y las políticas aplicadas no han proporcionado un bienestar y desarrollo de las familias campesinas, por ello la lucha ha quedado enmarcada en la realidad campesina. Incluso, los pueblos indígenas han dado un colorido propio a los movimientos campesinos. (Reina, 2011). Y sin embargo, esto no es exclusivo de México, toda América Latina esta empapada con la apropiación de estos tipos de movimientos.
La lucha por la tierra es una de las cosas que ha dado continuidad a los movimientos campesinos e indígenas. La luchas por la tierra sigue siendo el fondo, pero con nuevas problemáticas como la soberanía alimentaria, la sustentabilidad ecológica, la conservación de los recursos naturales y su biodiversidad, entre otros. Lo cual, está teniendo un eco importante a nivel global y, cuenta de ello es la Vía Campesina (http://viacampesina.org/es) que reúne la voz de campesinos y campesinas del mundo.
Sin embargo, para nuestro interés propuesto en este ensayo, no es solamente que los campesinos formen parte de un movimiento social concreto o una acción colectiva manifiesta, sino que es importante, para distinguir al campesino, cómo en su acción cotidiana, que es menos visible, suma esfuerzo a mantener un modo de realidad que se apropia, a través del tiempo, territorialmente de la naturaleza; a ese modo de realidad que le hemos llamado Campesino. Ya que las acciones particulares o colectivas de la vida cotidiana del campesino, contienen la lucha y la búsqueda de la apropiación de la tierra.
El fenómeno de la migración y los cambios que ello ha producido en las relaciones sociales, han dejado poner en relieve la participación de unos de los actores rurales olvidados de los estudios sociológicos y antropológicos, el papel de la mujer. Cuando el marido y los hombres de la casa han tenido que migrar para buscar otras oportunidades del sustento familiar, la mujer se ha quedado a cargo de las labores que antes se resaltaban en el varón.
Esto ha generado que el género femenino se vea participante en una serie de transformaciones que la vincula ha actividades más publicas y de participación social, "implican que las mujeres desempeñen funciones que hasta hace algunos años eran responsabilidad fundamentalmente de los varones" (Hernández & Meza, 2006, p. 238). Esto no quiere decir que antes no conformaban parte de la realidad campesina y que ahora que se resalta su actuación llegan a formar parte, sino que siempre lo han sido de una manera silenciosa, pero fundamental.
La participación de la mujer en la configuración de la realidad campesina, es algo que considero poco se ha estudiado y documentado, sin embargo son ellas las que primeramente transmiten un modo de realidad en su prole. No es sólo el factor biológico y cultural que se les ha dado, sino el factor de ser guardianas de un modo de realidad; factor que poco ha sido valorado y analizado. Hablar del modo campesino, es hablar de lo que las campesinas han transmitido a las generaciones en ese modo de apropiación de la naturaleza. Algo que es necesario rescatar, así como resaltar los movimientos de mujeres campesinas e indígenas que luchan por revalorar sus derechos sociales, agrios y reproductivos (Hernández & Meza, 2006). Por tal motivo enmarco el carácter de género en la comprensión de la realidad del Campesino y la Campesina.
Algunas consideraciones finales
La realidad campesina es mucho más compleja de lo que en este ensayo se ha analizado. Sólo se han dado algunas pautas de reflexión y elementos, que he considerado son importantes resaltar al momento de acercarse a un estudio social o antropológico de lo rural, desde la realidad del campesino. La complejidad radica no sólo en la misma realidad del campesino, sino que está en constantes cambios y transformaciones, cuenta de ello lo dan los estudios sociológicos y antropológicos.
Pero, aun así, es importante tener un acercamiento y una pauta que nos ayude a comprender qué es la ruralidad y quién es el campesino. En el ensayo he abordado 5 elementos que dan una línea de aproximación desde una perspectiva teórico, sería luego importante contrastar con una observación participativa en y desde la realidad del campesino. Claro que esta observación participativa implicará tener un grado de apropiación del modo de realidad campesina y al mismo tiempo una capacidad de reflexividad de la propia realidad del investigador para un mejor análisis.
El aspecto del fundamento histórico, la apropiación del campo y la territorialidad, considero son de los elementos más fundamentales, ya que sin ellos no se puede hablar de una realidad, si no hay en que se sustente. Claro que también esta el papel de la mujer y el hombre que conviven y dan sostén a transmitir un modo de realidad, lo cual es un supuesto que normalmente no se hace visible, por ello he querido resaltar en este caso el papel de la mujer, como parte de esos fundamentos de la realidad campesina.
Desde la territorialidad y el modo particular de apropiación, nos pueden llevar a la concepción de la cultura, que no he desarrollado en ensayo. En primer lugar por considerar que la realidad campesina es algo más radical que un modo particular de expresión cultural, segundo por que ello nos remite al aspecto indígena, pero indígena o no, se es primer momento campesino si hay en él ese modo de realidad.
Aunque ciertamente el aspecto indígena da un matiz y peculiaridad al modo de realidad campesina. Más aun, en el sustento histórico, el indígena ha esta más ligado a la realidad campesina desde mucho antes que así lo nombraran los investigadores. Un análisis cultural e indígena, nos debe generar elementos que ayuden a una mayor profundidad de la comprensión de la realidad campesina.
Pero, no se debe por ello entender que lo culturar e indígena es fundamento de esa realidad, ya que en todo caso, esta realidad ha dado pie a una gran variedad (con sus propias peculiaridades) de modos de expresiones concretas de vivir la realidad campesina que a través de la historia se ha ido consolidando y recreando en cada caso.
La lucha por la tierra, independientemente de sus divergencias, expresiones y demandas, ha estado presente en la realidad campesina por tanto tiempo que ahora lo marca y le conforma. No es un elemento, propiamente, esencial, pero si nos ayuda en el marco teórico e empírico a poder distinguir al campesino en la concreción del modo de apropiarse de la tierra y su distanciamiento con el modo agroindustrial que Víctor Toledo nos indica. Ya que esta lucha no es necesariamente una expresión de fuerza, sino de un deseo por dar continuidad a un modo de realidad y de apropiarse del campo.
Finalmente, es necesario seguir fundamentando el análisis teórico de lo rural y de la realidad campesina, desde las diversas perspectivas del conocimiento científico y social. Ya que sólo a través de una multidisciplinariedad nos llevara a tener una visión más holística e integral. Este ensayo ha tenido la perspectiva sociológica del caso de estudio, pero tiene una base de antropología filosófica en la comprensión del hombre y por lo tanto del campesino.
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Autor:
Joel Uribe Reyes
Sociología Rural
Universidad de Guadalajara / Iteso
Diciembre-2012
[1] La visión antropológica es una visión que parte de la propuesta filosófica de Xavier Zubiri para entender la realidad del hombre.
[2] Es una contextualización breve que parte principalmente de la clase de Sociología Rural que llevé en la Universidad de Guadalajara, durante el otoño del 2012.
[3] No es mi propósito exponer en este ensayo la propuesta de Víctor Toledo, pero recomiendo ampliamente su lectura para una mayor comprensión y ampliar la reflexión que aquí he comenzado.