El personaje y su psicología en la obra de Jean Paul Sartre: ¨La infancia de un Jefe¨ (página 2)
Enviado por Ari�n Laverdeza Reyes
Subsistema ideotemático
Existir es ser un ser que se elige a sí mismo.
Vicente Fatone.
El artículo de Sara Vasallo: "Ser" escritor, "Ser" criminal, "Ser" fascista, evidencia claramente en su título "el deseo de ser" que logra una de sus formas más elementales según la expresión común "ser alguien" y señala como tema principal en la novela La infancia de un jefe, la identidad social (componente del elemento existencial). Este aspecto circunda toda la obra aunque también se aprecian subtemas como: la identidad sexual, genérica, el respeto a la familia, la jerarquía social, el odio a los extranjeros y no se debe obviar la presencia de una crisis existencial (la rabia de "no ser nadie") que por un instante cree el protagonista poder resolverla con el suicidio.
[…] Lo que hacía falta era un acto, un acto verdaderamente desesperado que disipara las apariencias y que mostrase a plena luz la nada del mundo. Una detonación, un joven cuerpo ensangrentado sobre una alfombra, unas cuantas garabateadas en una hoja de papel «Me mato porque no existo. Y vosotros tampoco, hermanos. Sois nada.» […]
Lucien, el protagonista, manifiesta conflictos internos. Primero, en la etapa de la infancia, generados por el trato afectivo que recibe en exceso y la vestimenta empleada, hasta el límite de pensar que realmente es una niña, una muñequita. Estos conflictos continúan y varían extraordinariamente: se manifiesta inconforme con su cuerpo (es el más alto de todos los compañeros de su clase, un «espárrago») que sumado a la crisis de identidad sexual garantizan el nacimiento de un nuevo conflicto, el existencial. La posible aparición de Bergére y el vengativo Berliac lo comprometen, el odio a la clase judía lo limita, pero sin lugar a dudas el mayor problema es el de aprender a mandar a los obreros, imponer respeto como su padre, ser un verdadero jefe (identidad social).
El argumento de la novela se materializa con el tránsito de la vida del niño hasta alcanzar la pubertad. Lucien Fleurier es un muchacho que nace en el seno de una familia acomodada, como todo hijo único la familia lo mima desmedidamente y trata de complacerlo en todo. La historia muestra los pensamientos de Lucien desde su más tierna infancia, cuando las amigas de su madre lo miraban con ternura y decían que parecía una verdadera nenita, hecho que empieza a causar una crisis de identidad en él. A medida que Lucien empieza a crecer sus dudas existenciales son cada vez mayores; un hecho importante que marca su vida es el momento en que su padre lo lleva a la fábrica de la que es dueño y le dice que algún día él será patrón de todo, el jefe. Luego viene la época escolar, las nuevas amistades, la adolescencia y el despertar sexual inmaduro, así hasta llegar a adulto donde comprende la necesidad de continuar la obra de su padre.
Narrador y narratario
La figura del narrador (instancia que nos guía y cuenta la secuencia de acciones) es la proyección ficcional del autor real en el texto, el cual se erige como locutor de la voz narrativa, como autor ficticio del discurso y, dirigiéndose al lector, le presenta el mundo narrado.
Se utiliza a un narrador no marcado, en tercera persona, para narrarnos los sucesos de la novela. Este será entonces un narrador-omnisciente (dios que todo lo sabe) que ocupa un espacio distinto e independiente del espacio donde sucede lo que narra. Este narrador asume la posición de un observador respecto a los personajes, pero no los observa del modo en que lo haría un personaje del relato. Puede ver más y saber más. Logra estar en todas partes con los actantes, y si no lo está, puede saber lo que pasó. Este relato es ejemplo de omnisciencia limitada, pues el narrador no está a la misma distancia de todos sus personajes sino más cercano a uno de ellos, a la mente en la que entra. A través de esta omnisciencia el autor puede moverse con alguna libertad, pero no del todo. No puede conocer lo que piensan todos los personajes. Solo puede interpretar los pensamientos y las acciones de un personaje específico y mirar a los otros externamente. Observa con precisión microscópica, pero no presume de alcanzar ninguna verdad universal. El autor no pierde de vista los hechos objetivamente pero también otorga el acceso a la mente del personaje.
Basándose en los niveles narrativos, Genette, ofrece cuatro tipos de narrador. De acuerdo con esto, en la historia, cuando el narrador nos habla desde la tercera persona gramatical se clasifica como extradiegético-homodiegético: se encuentra implícito y no participa en la historia que cuenta:
[…] La clase de matemáticas del liceo Cordocet tenía treinta y siete alumnos […]Los iniciados despreciaron a Lucien hasta el primero de noviembre, pero el día de los Santos , Lucien fue a pasearse con Garry, el más iniciado de todos[…]
Entre las subcategorías (actitudes del narrador) de este subsistema se aprecian: el privilegio hacia Lucien (protagonista) mientras se aleja de los restantes personajes; se expresa como un narrador neutral (el narrador se calla los posibles comentarios, no opina). Su grado de conocimiento corroboran su sabiduría: omnisciencia. Se desarrolla como un narrador contemplativo, ya que no es personaje de la historia contada. Este tipo de narrador (tradicional, extradiegético) tiene necesariamente una visión externa de los hechos. Además no se cuestiona él mismo el hecho de narrar por lo que estamos ante un narrador transitivo.
El narrador nos relata en un tono inestable la diégesis (historia) en correspondencia con los estados de ánimo del personaje protagónico: nos trasmite su alegría, su odio, su inocencia, la inmadurez, su miedo hasta llegar a la necesidad de responsabilidad. Por otra parte, de las cinco funciones que señala Genette sobre este subsistema, sólo se manifiestan, la narradora y la comunicativa.
Según Prada Oropeza el narratario (el interlocutor del narrador) se ubica en el polo de la descodificación; así, como el narrador se diferencia del autor real y del autor implícito, el narratario se constituye conceptualmente como una entidad que no debe confundirse ni con el lector real (ya que es ficticio o es una función) ni con el lector virtual o implícito, que es la imagen del lector en función de la cual se ha codificado el texto, ni con el lector ideal dotado de la máxima competencia que un determinado texto pueda exigir. Es una función presupuesta en todo texto aunque su presencia pueda no estar marcada. Este es el receptor inmanente de un discurso narrativo que justifica la "fenomenicidad" del mismo.
El narrador en tercera persona permite la presencia de un narratario ausente, según el criterio de Prince (grado de perceptibilidad), teórico norteamericano que se ha interesado mucho en la existencia de este constructo ficcional (quién es, cómo se identifica y qué tareas narrativas realiza). Lo denomina ausente porque se encuentra aparentemente implícito, no se marca su presencia dentro del texto. Desde otro punto de vista es un narratario auditor porque se le comunica un relato oral. Prada Oropeza, según los niveles narrativos, lo caracteriza como narratario extradiegético porque solo escucha y no está involucrado en el relato:
[…]Lucien estaba a todas horas en sus faldas, como de costumbre, y charlaba con ella como un verdadero hombrecito. Le pidió que le contara Caperucita roja y mamá lo subió sobre sus rodillas […]
Este narratario cuenta con un elevado grado de conocimiento debido a su dependencia con el narrador omnisciente.
Focalización
Por punto de vista se entiende el foco de percepción que remite a la instancia perceptiva, a través de la cual se enfoca el mundo de la ficción, que no tiene por qué corresponderse con la instancia que narra. Este aspecto depende del tipo de narrador.
Al apoyarnos en las definiciones de Genette, podemos ubicar dentro de la ficción a un narrador omnisciente por lo que se observa una ausencia de focalización (o focalización cero), aquí el narrador (grado de sabiduría) sabe más —o mejor, cuenta más— de lo que saben los personajes. Es el caso, frecuente en la novela hasta nuestro siglo, de relatos con narradores omniscientes que cuentan todo lo que pasa y lo que piensan los distintos personajes.
Como se observó anteriormente, Genette se basa en el grado de conocimiento del narrador para determinar la focalización; Prada Oropeza por su parte define lo anterior como una focalización cero o totalizadora.
Cronotopo
Mijail M. Bajtin define el "cronotopo", en sus propios términos, como "lo que literalmente se podría traducir por ¨espacio-tiempo¨: la correlación esencial de relaciones espaciotemporales asimilada artísticamente en la literatura".
En el caso específico del tiempo en la narración: se respeta la linealidad temporal. El cuento sigue un esquema ordenado como el argumento narrativo. El tiempo de la trama (discurso) coincide con el tiempo de la historia (diégesis).
[…]Miró con desconfianza al matorral de ortigas, bien se veía que era un lugar prohibido. En general Lucien era un niño muy obediente, pero ese día tenía ganas de desobedecer. Miró con desconfianza […]
En el ejemplo anterior se observa, basándonos en el criterio de Genette, la narración ulterior (es la que narra lo que ha sucedido). El narrador se sitúa en el presente para narrar hechos que han ocurrido en el pasado (mediato o inmediato). Emplea para esto los tiempos: pretérito y copretérito, aunque en el texto abundan también el pospretérito y otros tiempos compuestos que trasmiten al lector una imagen del pasado.
El tempo narrativo (dinámica dentro de la narración) es rápido, fluido. Las técnicas de desarrollo presentes tales como, el uso de disgreciones del narrador y descripciones, son tan sutiles que en el caso de las segundas la única descripción sólida es la fotografía del cuarto de Bergére mientras que se perciben características muy breves de los personajes.
Se debe señalar en la novela la presencia de escasos y efímeros diálogos (pausas cortas) en estilo directo que detienen el tempo narrativo momentáneamente. La mayor aceleración se logra a través del empleo de las elipsis o saltos temporales: reflejan un tiempo que pasa en la historia, pero que no se cuenta. Estas producen lagunas temporales de conocimiento en el lector y dan sensación de ritmo dinámico en la narración, expresiones como: ¨al jueves siguiente¨, ¨dos días más tarde¨, ¨los meses siguientes¨ (elipsis explícita e indeterminada) y ¨poco tiempo después¨ (elipsis explícita e indeterminada). Esto, sumado a fechas que corroboran el tránsito de períodos temporales y algunos resúmenes donde el narrador en pocas líneas aglutina una serie de acciones (no se especifica con nivel de detalle la vida del protagonista) facilitan el ritmo apresurado.
Respecto a la acepción lingüística, es decir la forma en que se manejan los tiempos verbales, se ve la presencia del modo indicativo (tipo de relato efectivo).
Según Raúl Aguiar, y ya fuera del tiempo entendido como cronología o duración, se puede decir que los hechos se relatan en pasado, se utiliza el pretérito perfecto simple (perfectividad) en mayor grado que el pretérito perfecto compuesto (regularidad, continuidad). El primero sitúa el acontecimiento en el pasado cortándolo del momento de la enunciación, cual sea la distancia temporal que los separa (en este caso el número de años); con el segundo la postura del locutor ante el acontecimiento cambia, se modifica. Hay en la forma compuesta la expresión de los sentimientos implicados, de lo que afecta, mientras que el pretérito perfecto simple acentúa el carácter caduco y la ausencia de relación con el momento presente. La noción de « duración » es efectivamente uno de los efectos de significado del pretérito imperfecto, pero no es el único. Mientras que el pretérito perfecto simple da una visión global del hecho y puede producir un efecto de significado de instantaneidad.
En el caso del aspecto espacial: los personajes, y específicamente el protagonista, se desarrollan en Francia (espacio nominado). Lucien vive inicialmente en un lugar campestre (Ferolles) y más tarde se muda a la ciudad de París con sus padres, luego viaja a Inglaterra pero regresa a su país natal. Los espacios referenciales o toponímicos (físicos) ,de modo general, son múltiples. Se detallan calles como: Petit champs o la calle Raynociard. Sartre nos remite desde un liceo (Saint Louis) hasta un burdel (de la calle Cordeliers) o a un simple jardín. Hay gran exactitud y marcado realismo en los lugares que emplea el autor implícito, por lo que estos espacios garantizan la verosimilitud del texto. Las calles y el jardín representan espacios abiertos, exteriores; las escuelas, las casas, el bar, el prostíbulo y el hotel constituyen espacios cerrados e interiores. Se evidencia también el paradigma espacial urbano-rural (infancia y adolescencia del protagonista). Entre los espacios de transición (fronteras entre dos espacios bien delimitados) se encuentran las avenidas y las puertas.
Personajes
«Un ser humano adulto no puede ni debe estar defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su infancia, eso es mala-fe y falta de madurez».
Jean Paul Sartre
León Surmelian designa al personaje como la fuerza motriz en la ficción. Dice además que su caracterización es un arte complejo y esquivo y no puede reducirse a reglas exactas o a una exposición comprensible; afirma que cuanto más hablamos de ello, más nos parece que dejamos algo fuera, pues la personalidad humana es aún un misterio, sujeta a fuerzas oscuras, es un universo en sí misma, y nosotros somos unos extraños aun para nosotros mismos.
El texto narrativo es ávido en personajes. El principal (activo) o protagonista es Lucien Fleurier, este cumple funciones decisivas en el desenvolvimiento de la acción, cambiando sus estados de ánimo e incluso su personalidad; la madre, su primo Riri, Berthe, la criada Germaine, los compañeros de estudios primarios, el abate, la hija de un obrero que va a trabajar a la casa, Guigard, la hermana de este y Maud, entre otros: son personajes terciarios (no juegan un papel determinante en la novela). La mayoría son episódicos (sirven para la representación del medio social, del ambiente o para complementar la caracterización del protagonista). Por otro lado, el padre (señor Fleurier), Bergére y su imitador Berliac, constituyen no solo personajes episódicos sino también secundarios (pasivos). Estos últimos suelen ser el recubrimiento isomórfico simple y llano de un actor más el papel que asume: el amigo, el progenitor, y aunque su función sea de relleno no por eso es menos importante.
El narrador omnisciente caracteriza a los personajes primarios y secundarios físicamente pero no se inserta en el interior de estos, incluso no analiza su evolución desde el aspecto anatómico. Estos personajes son estáticos por lo que responden a los patrones arquetípicos, modelos sociales. El personaje estático (según Foster, los personajes planos -flat- no cambian a lo largo de la acción) atraviesa experiencias, pero sus cambios no borran o corrigen la decisión con que han sido trazados.
La mayor atención se ubica en el protagonista, en su desarrollo corporal y mental. A través del proceso de caracterización externa se observa a un Lucien (personaje dinámico) con un carácter que va evolucionando, moldeándose con el paso del tiempo y a través de la trama. Este tipo de personaje según otro criterio se evidencia como redondo (round).
Varios elementos influyen en la psicología de señorito Fleurier , estos se van acumulando desde la niñez y muchos inciden mayormente por el grado de inmadurez y la inocencia del muchacho, el cual posee una mente manipulable.
El autor implícito logra revelarnos el mundo interno del adolescente, sus ideas, cómo reacciona ante los distintos conflictos que padece, como yerra, brindándole así al lector la posibilidad de conocer, sin necesidad de monólogos interiores, el pensamiento del personaje.
Lo interno puede rebelarse a través de la apariencia externa- especialmente aspectos dinámicos como el habla y los gestos-.
[…] Lucien sentía un voluptuoso placer en cambiar con ellos palabras llenas del más grosero sentido común […]
El contacto con el surrealista Bergére y Berliac van transformando su lenguaje y su forma de pensar, esto marcará las futuras expresiones que utiliza como: maricón, cabrón sobaco, etcétera. La vestimenta que usa en su infancia (¨vestidito de ángel¨) le provoca dudas acerca de su verdadero género. El ser tan lindo permite que lo llamen: muñequita, nena y lo traten como a una niña. Las palabras de su tía, refiriéndose a su comportamiento con Riri, le ocasionan una crisis existencial (se manifiesta seguidamente por varios motivos), piensa que el mundo no existe, que él no existe, se siente defraudado y observa la muerte como una solución.
El carácter se puede observar mejor mediante la conducta (dígase actividad). Es decir la interrelación dialéctica entre lo que el personaje piensa, siente, quiere y cómo se comporta. Este proceder se revela con la unión de tres categorías: la ideológica, la psicológica y la moral.
En lo ideológico influye en gran medida el proceso de guerra mundial, período cercano a la creación de la obra literaria. Esta cosmovisión del escritor se evidencia en la construcción del personaje invadido por el existencialismo, la presencia de la angustia y la búsqueda de la muerte. En la obra se resaltan la actividad de los alemanes (bombardeos), motivo por el cual Riri y su mamá vienen a vivir con Lucien. Se realizan también algunos criterios valorativos sobre estos. El protagonista utiliza una conducta agresiva contra los judíos debido al marco social donde se desarrolla y se realiza una aguda división entre los franceses y extranjeros (judíos).
Refiriéndonos a lo psicológico se debe precisar la autoridad del psicoanálisis de Freud. Este marca una etapa en la vida del personaje principal que se acrecenta cuando conoce a Berliac y posteriormente al surrealista. La personalidad del muchacho va cambiando pero antes tropieza con el fantasma de la pederastía (homosexualidad). La inseguridad lo torna vulnerable y se deja manipular con facilidad. Bergére lo hace leer a Rimbaud, al marqués de Sade (novela erótica), le habla a menudo del desorden sistemático de los sentidos y le llama incluso invertido (utiliza como símbolo la figura de Rimbaud). El carácter, la emotividad y la sensibilidad de Lucien buscan respaldo en los consejos y el trato afectivo de Bergére por lo que el primero manifiesta una regresión (el pasado retorna al presente, recuerda su infancia). Su voluntad sede y complace al surrealista sexualmente pero después se arrepiente.
Por otro lado la actitud moral es una forma definida de la conciencia social que refleja las relaciones humanas en las categorías del bien y del mal. Lucien no soporta a los judíos y siente desprecio hacia esa clase social. Su rectitud y principios no le permiten saludar al judío que le presenta Guigard y decide retirarse de la fiesta.
Analizando las palabras de George Lukacs: la categoría central, el criterio fundamental de la concepción realista es el tipo. Este se vuelve tipo no por su carácter medio, y mucho menos solo por su carácter individual, por mucho que sea profundizado, sino más bien por el hecho de que en él confluyen y se funden todos los momentos determinantes, humanos y socialmente esenciales de un período histórico. Lucien es un personaje tipo. Pues representa claramente la época en la que vive desde la perspectiva social y psicológica.
La descripción de la crisis existencial de Lucien evoca una auto-parodia de Sartre, ya que Fleurier intenta escribir un Tratado sobre la Nada, como en Las Palabras; debe jugar a ser alguien por lo que piensa que está harto de jugar a ser Lucien. Busca las raíces que le darán un arraigo social: se dice a sí mismo que Lucien Fleurier es un nombre de campesino, un nombre bien francés. Cuestiona su identidad sexual y se llama pederasta ("se contempla un rato en el espejo: «Soy un maricón» se djjo y se sintió hundido"). Sale de la crisis forjándose un "ser". Seducido por la lectura de los Déracinés de Barrès, invitado a militar en el grupo nacionalista Acción Francesa, ataca y hiere a un judío en el ojo durante una manifestación, en presencia de un grupo de amigos. Las dudas y las angustias anteriores terminan por encontrar una respuesta: "Soy un jefe" (auto-afirmación de su rol de patrón, rechazo de toda ambigüedad social o sexual, antisemitismo).
El personaje antagónico lo constituye sus propios conflictos internos, más que el miedo a la presencia de Bergére o Berliac. Es un antihéroe que logra salir al final de su frustración. Por lo que representa la lucha contra la contaminación existencial.
Aspecto estilístico
A pesar de no contar con técnicas narrativas el texto engancha con facilidad. No se pierde el interés ya sea por la compleja psicología que inunda la mente del protagonista o bien a través de los recursos expresivos. Estos últimos cubren de lirismo y belleza a la obra. Entre ellos se pueden citar: ojos de gacela (epíteto), pesado silencio (sinestesia), ojos como flores (símil), ojos fríos (metáfora), piernas abiertas como labios, placer amargo, etcétera.
Análisis semiótico de fragmentos significativos
Del texto se deben extraer cuatro fragmentos importantes: primero cuando el padre de Lucien explica la importancia de su destino: ser un jefe, más tarde su crisis existencial donde la obra acentúa este término. Luego del incidente con Bergére en el hotel viene el cuestionamiento sobre la identidad sexual y finalmente el relato se cierra con un sentimiento de seguridad que lo protege de la angustia. A la carencia de ser de la crisis inicial, el personaje responde llenando su falta con una identificación simbólica: ser jefe.
Primer fragmento:
[…]«¿También yo llegaré a ser un jefe?» preguntó Lucien «Pues claro hijo mío para eso te he hecho» […]
Lexía1: «¿También yo llegaré a ser un jefe?»Preguntó Lucien
Lexía2«Pues claro hijo mío para eso te he hecho»
En la primera lexía se observa mediante la incógnita, un código enigmático. El protagonista pregunta a su padre si logrará ser como él, pues ve en el antecesor el modelo social a seguir. La palabra jefe constituye un código simbólico, esta connota: madurez, respeto por sí mismo, presencia de derechos (se aprecian finalizando la novela), superioridad (imagen social) y sobre todo, sentido de existencia. El código narrativo domina la obra en su integridad por lo que se plasma también en esta parte. La segunda lexía se usa para dar respuesta a la anterior. Se define en ella, según la opinión del padre, el fin del protagonista: nacer para ejercer esa importante función.
Segundo fragmento:
[…]«¿Quién soy yo? […]Me llamo Lucien Fleurier, pero eso no es más que un nombre[…]Nunca seré un jefe».Pensó con angustia[…]
Lexía1: ¿Quién soy yo?
Lexía2:Me llamo Lucien Fleurier, pero eso no es más que un nombre.
Lexía3: Nunca seré un jefe».Pensó con angustia
En estas lexías, él código enigmático se mantiene, pero esta vez conduce hacia un problema existencial. Al personaje principal lo invade el pesimismo, la angustia y siente que su nombre y él no representan nada. En la segunda lexía el nombre propio favorece la presencia de un código socio-étnico, pues Lucien Fleurier es un nombre de origen campesino y francés. En la tercera lexía niega ser un jefe, coloca de está forma una barrera con respecto a esa meta social (código simbólico).
Tercer fragmento:
Lexía1: «Soy un maricón» se djjo y se sintió hundido
Esta lexía es víctima de un lenguaje informal que de cierta manera le brinda realismo al texto. El protagonista sigue vencido por la crisis existencial, la cual se trastoca en un problema de identidad sexual.
Cuarto fragmento:
Una hora antes, un adolescente grácil e inseguro había entrado en aquel café. Era un hombre el que de él salía, un jefe entre los franceses.
Lexía1: Una hora antes, un adolescente grácil e inseguro había entrado en aquel café
Lexía2: Era un hombre el que de él salía, un jefe entre los franceses.
La primera lexía comienza con un código cronológico con el que se precisa detalladamente el tiempo que ha transcurrido. Esta oración anuncia el fin de una metamorfosis reflexiva en la conciencia del personaje principal. La segunda corrobora la aceptación de su futuro (decisión final). Se presencia otra vez el código simbólico y se cierra el enigma.
Conclusiones
Este trabajo corrobora el acceso a la psicología del personaje protagónico a través de un análisis hermenéutico-narratológico, cumpliéndose los tres objetivos destacados en la introducción. La infancia de un jefees una novela que siguiendo como idea central la identidad social señala otros pensamientos importantes: la crisis existencial y la identidad sexual de Lucien. La historia es contada por un narrador omnisciente, desde la tercera persona del singular, el cual utiliza un tono variable para relatarle a un narratario ausente los sucesos.
Este narrador utiliza una focalización cero o totalizadora. Nos ubica en Francia, trasladándonos desde un pueblo en el campo hasta la ciudad de París. Muestra con exactitud cada espacio permitiendo la verosimilitud del texto. El relato transcurre fluidamente debido a la brevedad de los diálogos y descripciones, además por la presencia de resúmenes y elipsis. En la novela se desdoblan numerosos personajes pero se indaga con mayor profundidad en el principal y sobre todo en la psicología del mismo, durante las facetas observadas de su vida ( se analizan los aspectos psicológicos, ideológicos y actitud moral), para lo cual se fracciona el discurso en cuatro momentos importantes, entre ellos el inicial (conversación de Lucien y su padre que marca la importancia de ser jefe) y el último (mutación donde toma la decisión de enfrentar su destino) que nos remiten al tema central del relato.
También se trata el aspecto estilístico mediante el cual se evidencia la maestría del escritor. Sartre no se vale de técnicas narrativas pero logra atraer la atención de cada lector insertando su filosofía para la culminación de novelas donde la existencia de los hombres es simplemente «pasión inútil».
Bibliografía
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Autor:
Arián Laverdeza Reyes
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