La formación de valores, parte de la continuidad histórica de nuestro proceso revolucionario (página 2)
Enviado por Noraida Garbizo Flores
¿Crisis de valores?
La crisis de valores lo general acompañan a las conmociones sociales que tienen lugar en los períodos de transición de la sociedad. Se produce cuando ocurre una ruptura significativa entre los sistemas de valores de la conciencia y es en esta última donde con mayor plenitud se manifiesta esta ruptura. Al aumentar la aceleración de la dinámica social en períodos de cambios abruptos, esto sobrepasa sus límites normales, genera cambios bruscos en los sistemas subjetivos de valores y provoca la aparición de la crisis.
Entre los síntomas que identifican una situación de crisis de valores están los siguientes: perplejidad e inseguridad de los sujetos sociales acerca de cuál es el verdadero sistema de valores, que considerar valioso y no valioso; sentimiento de perdida de validez de aquello que se consideraba valioso y, en consecuencia atribución de valor a lo que hasta ese momento se consideraba indiferente o no valioso; cambio de lugar de los valores en el sistema jerárquico subjetivo, otorgándosele mayor prioridad a valores tradicionalmente más bajos.
Creo que es fácil notar que en mayor o menor medida estos síntomas están presentes en una parte no desestimable de nuestra juventud. Para provocarlos se han conjugado varios factores sociales externos e internos. Analicemos primeramente los factores externos.
Para nadie es un secreto que en la conciencia de muchos cubanos la comunidad socialista, y especialmente la Unión Soviética, representaba un paradigma social, de ideal alcanzar. Al derrumbarse el sistema socialista y desaparecer la URSS se destruye uno de los principales patrones valorativos. Además la caída del "socialismo real" puso en crisis al marxismo, sobre todo en su versión dogmática y anquilosada, que en buena medida se identificaba con la experiencia particular del socialismo en la URSS y con las ideas que la servían de fundamento y de apología. Téngase en cuenta que el marxismo se encuentra prácticamente generalizado a toda nuestra enseñanza y que la mayoría de nuestros profesores fueron formados en esa versión.
Tal y como estaba diseñada la teoría, los rápidos acontecimientos que se produjeron no podían encontrar explicación en ella. Este contraste entre realidad y teoría provocó que esta última cayera en descrédito y que no pocos adoptasen una actitud nihilista hacia el marxismo en general y hacia los valores a él asociados.
La unipolaridad política que le sucede a la debacle del socialismo y las manifestaciones ideológicas que la acompañan son otros tantos factores que influyen sobre una parte de nuestra juventud, que no vive en una cúpula de cristal y que no puede totalmente ajena a la crisis universal de valores que impera hoy en el planeta.
El cuadro no estaría completo si no tomásemos en cuenta la permanente agresión ideológica del imperialismo, agresión que se ha intensificado notablemente en estos tiempos y que ha tratado de sacarle todo el partido posible a nuestros problemas internos y a la crisis del movimiento revolucionario mundial.
La propaganda imperialista dirigida contra Cuba tiene el descarriado propósito de subvertir valores de la conciencia de nuestro pueblo y, especialmente, de nuestra juventud.
Entre los factores internos hay que mencionar, en primer lugar, la crisis económica. Las carencias materiales, el bajo nivel de satisfacción de la necesidades, provoca en muchos casos la disminución ostensible del valor que se le asigna a fenómenos de más alto vuelo (sociales, espirituales) y que se sobredimensione el valor de todo aquello que se asocia a la satisfacción de las necesidades materiales, individuales y familiares.
Como resultado nos topamos en esos casos con conductas más pragmáticas, más materialistas, menos altruistas y menos solidarias. Los problemas económicos también traen aparejado en algunos ciertos escepticismos sobre el futuro de la Revolución y su capacidad para enfrentarlos y, en otros al desbordar sus umbrales personales de resistencia, una vuelta de la mirada hacia la sociedad de consumo en busca de un escape a la difícil situación.
Otros de lo factores que incide es el desfasaje entre los dictados valorativos de la muy cambiada realidad cotidiana y su mucho más lento reflejo en el sistema de valores institucionalizado. Debido a este desfasaje el individuo, para satisfacer sus apremiantes necesidades cotidianas, se siente compulsado a adoptar una conducta práctica que aún no tiene respaldo legal ni reconocimiento oficial: compra y vende, participa en el mercado negro, busca fuentes alternativas de ingresos. Esta contradictoria relación entre las influencias valorativas que se reciben desde la realidad social en forma de contradicción entre psicología social e ideológica, y provoca un desdoblamiento de la conciencia y de la conducta según el sistema de valores que se adopte en cada caso.
La aparición de nuevas e inevitables formas de desigualdad social, asociada al cuenta propismo, al mercado agropecuario y a la tenencia de divisas, unidas a otras formas vinculadas al desvío y apropiación indebida de recursos y a la existencia de una multivariedad de modos de distribución de la riqueza social, alientan el sentido de la justicia como valor, mucho más en una época de crisis en que se produce de manera natural una hipersensibilización de las masas hacia toda desigualdad no basada en el trabajo o no proporcional a la cantidad y calidad del trabajo.
La familia en la formación de valores
La familia es un elemento de la estructura social de la sociedad que en su condición de comunidad social estable, desempeña un papel rector en la actividad vital de los hombres, a través de la organización en común de la vida de los cónyuges y sus descendientes sobre la base de un sistema único de relaciones familiares cotidianas, en cuyo seno tiene lugar la producción de la vida ajena mediante la procreación y el proceso inicial fundamental de la socialización del individuo. El proceso educativo de la familia además de ser estimulado por la sociedad depende de una serie de regularidades propias para cada familia determinada en las costumbres. Es por ello que la familia desempeña un papel primordial en la formación de que existe en la sociedad y su transmisión de una generación a otra.
La influencia directa de las condiciones socioeconómicas elementales y su influencia indirecta como presión social está en decadencia. La incertidumbre, la inseguridad, la preocupación por el futuro afectan los valores y los mismos aparecen en todos los espacios de relaciones y que no es capaz de atender a su hijo y a comunicarse con él y darle afecto de cómo puede ser solidario. ¿Cómo puede tener valores generales bien formados?.
Además la propia familia es depositaria de la doble moral y es necesario asumir la realidad de tal cual es, no como la queremos ver, porque para llegar a la realidad que queremos ver tenemos que entrar en la realidad que existe, no podemos desfigurarlos.
No basta con el reconocimiento formal de estos principios por parte de la familia hace falta que en la sociedad se continué trabajando con el objetivo de estos principios se convierten realmente en archivos reguladores de la conducta en el hogar puesto que los programas existente son todavía insuficientes otras veces no llegan a todas las familias.
Valor formador de la educación
Es incorrecto absolutizar el papel de la escuela o el maestro en la formación de valores pues esta jerarquía se forma en el individuo en su interacción con las diferentes esferas de la vida: familia, comunidad, trabajo, ambiente físico, ambiente social.
Con la interacción de la educación con la vida social y el trabajo se garantiza la preparación de las nuevas generaciones para resolver los problemas de la actividad laboral futura y la vida social en general, a partir de las condiciones del presente. Es una condición necesaria y esencial para desarrollar un proceso educativo de calidad.
La formación de los valores a que aspiramos es posible desde la arista pedagógica mediante un proceso de clarificación con los estudiantes de los diferentes niveles, educadas, padres de familia y representantes de las organizaciones, sobre cuales son los valores, asumir la responsabilidad de su comportamiento, expresar verbalmente los valores definidos, actúan de acuerdo con los mismo y encontrar su significado y orden jerárquico.
A la escuela le corresponde un papel importante para enfrentar las soluciones que día a día se producen relacionadas con los valores que se deben formar y que a ella corresponde instrumentar. En ese proceso pueden tenerse en cuenta las siguientes premisas:
- La formación de valores solo es posible mediante acciones conjuntas.
- Cada individuo es una personalidad y se autodetermina.
- Ayudar no es decidir por otros.
- Se violenta la ética cuando se trata de imponer los valores.
Es necesario que se adquiera mediante la práctica una significación social positiva en el individuo.
La interiorización de los valores en la escuela implica la relación adecuada de aquellos valores significativos que cada quien aprecia, puede y desea manifestar abiertamente en su grupo, de su grupo, de su acción y puesta en práctica de manera constante, tanto en las diferentes actividades docentes como en la vida personal en general y, por supuesto, la valoración y autovaloración de su desarrollo en diferentes momentos y contextos.
En síntesis, resulta necesario un sistema de influencias coherente con la participación de la familia, organizaciones, medios de difusión, crear las condiciones adecuadas para el desarrollo de las cualidades morales esenciales, teniendo en cuenta las particularidades de las edades, sus necesidades y motivos.
Los educadores son un elemento activo y fundamental del proceso de formación de valores. En su labor diaria es necesario tener presente qué valores se encuentran en formación, ya que la apropiación de esta es un resultado esencial educativo.
En el proceso de formación de valores en niños, adolescentes y jóvenes es importante clarificar que esperan los adultos y la sociedad de ellos; al mismo tiempo hay que tener en cuenta cuál es su percepción de ser estudioso, responsable, disciplinado y laborioso. En Martí encontramos parte de la respuesta a estas interrogantes cuando decía: "el amor es el lazo de los hombres, el modo de enseñar y el centro del mundo". Así señaló, además cómo deben ser los maestros: centrados en el amor a sus discípulos y a su profesión.
En la formación de maestros y profesores se trabaja por la interiorización de valores a través de diferentes vías, entre las que se encuentra el trabajo con las diferentes disciplinas del plan reestudio. También a través de toda la práctica laboral investigativa en contacto directo con el educando y el ambiente del escolar, se logran entre los futuros profesores valores positivos, como por ejemplo el amor y respeto a los alumnos, su profesión y el medio que lo rodea, aprende a ser estudioso, a resolver los problemas mediante la investigación, encontrando alternativas de solución, aprende también a ser optimista, observador, a trabajar en grupo, estableciendo relaciones correctas en el orden profesional.
En ese proceso resulta esencial enfatizar en las cualidades estéticas del trabajo del maestro mediante el cultivo de la sensibilidad, ya que por esta vía se forman también valores. La celebración de esas efemérides y otras actividades en las que el estudiante, futuro profesor, sea un agente activo y haga suya la tarea, se convierten en su fuente de valores morales altamente deseables y apreciables.
No es posible esperar a que existan todas las condiciones materiales para trabajar intensamente en el proceso de formación de valores. Hoy más que nunca estamos urgidos de conservar y formar los mejores valores, esos que nos han permitido resistir todas las vicisitudes, consientes de que la educación no podrá resolver completamente los problemas presentes y futuros por sí solo, sino en el trabajo conjunto de todos los elementos integrantes de la sociedad para un mejoramiento general de la personalidad y todas las condiciones que lo rodean.
Consideraciones finales
Se deben adoptar líneas de trabajo que se reviertan en la elevación de la calidad del proceso de formación de la conciencia valorativa en las nuevas generaciones y a nuestra consideración deben ser:
- Debe evitarse en nuestro sistema de enseñanza una transmisión fría y esquemática de valores o sea preparar al joven para que pueda orientarse valorativamente de manera acertada ante cualquier contigencia de su vida personal o social.
- Es necesario pulsar permanentemente los dictados valorativos de la realidad, las exigencias prácticas de la vida cotidiana para lograr la eliminación gradual del sustento objetivo.
- Reconceptualizar nuestra utopía, nuestro proyecto, nuestra imagen de la "sociedad de llegada", de manera que sea posible otorgarle un sentido estratégico nítidamente socialista a todo lo que hacemos hoy y evite la impresión de que nos movemos irremediablemente hacia el capitalismo.
- Es imprescindible rescatar la credibilidad del marxismo, despojarlo de los vacíos dogmáticos y de las desfiguraciones históricas de que fue objeto.
- Es preciso poner permanentemente en evidencia ante nuestros jóvenes el nexo histórico y genético existente entre los valores que hoy la Revolución defiende y los que se encuentran en el fundamento y origen mismo de la nación cubana.
- Debe propiciarse a las nuevas generaciones un conocimiento mayor de la otra cara del capitalismo donde se encuentran la miseria, insalubridad, la incultura, la injusticia y la muerte que Cuba conoció y que nos volvería a tocar si abandonásemos la senda revolucionaria.
Para dar una respuesta fiel a nuestras interrogantes la humanidad está llamada a exigir una cultura diferente a las ya ensayadas, una "cultura de liberación para un proceso civilitario liberador".
Leonardo Da Vince se propuso volar como los pájaros y le resultó imposible. Verne solo pudo imaginar el Nautilus pero no construirlo. "Todo tiene su tiempo y todo lo que se hace debajo del cielo tiene su hora", nos recuerda el Eclesiastés.
Pero el despegue del Kutty Hawk y la travesía del primer submarino nos recuerda no solo el acierto de ese axioma bíblico pero que el largo proceso acumulativo de esfuerzos es lo que puede llegar un día a transformar en posible e incluso en realidad, lo que hasta un momento se situaba inalcanzable. El tema no es sí existe o no otra alternativa noble al status. Se trata de que no existe otra alternativa ética ni humana que no sea la de comprometerse una vez más en la lucha por un futuro más promisorio.
DATOS DE LOS AUTORES
Dra Alina Rodríguez Mendez
Medico, especialista en Medicina General Integral.
Profesora Asistente de la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del Río.
Profesora Adjunta de la Universidad "Hermanos Saiz Montes de Oca"
Dra. Susana E. Zamora Díaz:
Medico Especialista de I grado en Microbiología Medica
Profesora Instructora de la Facultad de Ciencia Médicas de Pinar del Río.
Profesora Adjunta de la Universidad "Hermanos Saiz Montes de Oca"
Dr. Osvaldo Morales Seguí.
Medico Especialista en Medicina General Integral
Profesor Instructor de la Facultad de Ciencia Médicas de Pinar del Río.
Dra. Maricela Rodríguez Muñoz.
Medico Veterinario.Especialista en Zoonosis.
Profesora Instructora de la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del río.
Año de la revolución Energética en Cuba
C. del Sur
Pinar del Río
2006
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