- Vida y obra de Maurice Blondel (1861 – 1949)
- Análisis de la obra Diálogo Con Mauricio Blondel, por Michele Federico Sciacca
El presente estudio que quiero compartir, está estructurado en dos partes complementarias. Una primera parte la vida y obra de Maurice Blondel (1861-1949), y una segunda parte, el estricto análisis de la obra (Diálogo con Mauricio Blondel, por Michele Federico Sciacca). Y por último terminar con algunas conclusiones.
Espero, que sea de agrado, así como Maurice Blondel nos ofrece una filosofía concreta, dinámica e integral, que toma en cuenta los problemas que más tienen que ver con la existencia humana. Desde luego, los primeros pasos de su pensamiento y, partiendo de la propia experiencia no podría ser dejado de lado en nuestra reflexión filosófica.
VIDA Y OBRA DE MAURICE BLONDEL (1861 – 1949)
Maurice Blondel, "muy frágil" desde los dieciséis años, delgado, pequeño de estatura además no desmintió de ser la "raza fuerte" a la que pertenecía: nacido el 2 de noviembre de 1861 en Dijon, un día antes de su muerte, a los ochenta y nueve años, firmó el contrato del libro, publicado como póstumo, Exigencias filosóficas del Cristianismo[1].
Meditabundo y de vigorosa vida interior, recogido y alejado de la mundanidad, ya a los seis años, era un entusiasta, un optimista, también un poeta, si la palabra significa saber ver la belleza de la naturaleza y de la vida. Se dice que de niño se alimentaba de insectos; pero al entomólogo, poeta y filósofo, le gustaban sus nombres expresivos, sus modos de vivir. Probablemente, si hubiese elegido esa vocación habría tenido otras alegrías, es indudable que le habrías sido ahorrados los fastidios que le ha proporcionado la filosofía. De salud frágil, ¡desde joven fue un deportista! Esgrima, equitación, pedestrismo; también practicó la caza como lo saben las tres liebres cobradas en una mañana.
Perenne juventud, vivacidad y optimismo los conservó hasta su muerte: a los 85 años, en los paseos de algunos kilómetros por la campiña de Aix, con lo poco que le daban sus ojos y lo mucho que en ello ponía su corazón, se maravillaba de la belleza de esa naturaleza, como si la viese por vez primera.
Se enorgullecía de ser francés de antigua y de pura sangre, de aquella sana burguesía provinciana aferrada al deber y a las tradiciones, católica casi por derecho de nacimiento; en efecto, nacido en provincias, vivió siempre allí, indiferente a la "Ville lumière". A Luis Lavelle que, con alusión evidente a su estilo a veces oratorio y sobreabundante, le recordaba ser Dijon "patria de oradores", a Blondel no le disgustaba haber nacido en la ciudad de Bossuet y de Lacordaire.
La anécdota simboliza también la auténtica vocación de Blondel: la indagación filosófica al servicio de la religión cristiana, el firme convencimiento que la filosofía, en cuanto es indagación crítica exigente y radical, no puede no "abrirse" a la fe, no ser apologética.
Esta idea – programa, que Blondel profundizó durante toda su larga vida de pensador, la tenía presente en la preparación de las dos tesis de doctorado también bajo el impulso de los escritos y de la palabra de su maestro León Ollé-Laprune, que desde 1881 a 1884 había oído en la Escuela Normal Superior. La tesis instituida La Acción: ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica fue aprobada en la Sorbona en 1893, no obstante las oposiciones harto significativas de algunos jueces que fieles a un racionalismo de moda, no reconocieron en ella un método de filosofar conforme a los cánones académicos.
Blondel profesor de cuatro liceos de provincia, tras su breve estadía en Lille, fijó, desde 1896 hasta su muerte, su residencia en Aix, en cuya Universidad enseñó desde diciembre de 1897 a junio de 1927, cuando una enfermedad ocular lo obligó a dejar, antes de tiempo, su cátedra.
La publicación de La Acción originó una tempestad de polémicas y críticas: "desde la izquierda", el pensamiento laico oficial racionalista y positivista que negaba derecho de ciudadanía filosófica a la religión y hasta el problema de sus relaciones con la filosofía; retumbó, "desde la derecha", el pensamiento no menos oficial de la ortodoxia tomista, que temía ver comprometida en la tesis la neta distinción entre el orden natural de la razón y el sobrenatural de la Gracia; Blondel, "en el centro", se defendió por su parte, pero con poca esperanza de hacerse comprender en el justo sentido por unos y otros. A la Acción, punto de partida y de inspiración, le siguió una serie de escritos diversidad de temas y al mismo tiempo, unidad fundamental entre los cuales la famosa Carta sobre las exigencias del pensamiento contemporáneo en materia de apologética y sobre el método de la filosofía en el estudio del pensamiento religioso, de 1896 y la otra de 1904, no menos significativa sobre Historia y dogma. Pero ya por entonces se enfurecía la polémica modernista; Blondel, fiel a las enseñanzas de la Iglesia Romana no se dejó trastornar, resistió a cuantos modernistas y restauradores buscaron llevarlo a su lado; se encerró en el silencio por casi treinta años, fecundísimos de meditaciones, siendo única excepción el escrito polémico la semana social de Burdeos, de 1910, publicado en los "Anales de filosofía cristiana", una de la voces más significativas del pensamiento social católico.
Obras: durante esos treinta años maduró aquella serie de obras voluminosas, cuya publicación comenzó en 1932 con El problema de la filosofía católica, que se relaciona con Historia y Dogma, de 1904; siguieron los cinco tomos de la "Trilogía": El pensamiento (1934), El ser y los seres (1935) y La Acción (1936), cuyo primer tomo es nuevo y el segundo reproduce parcialmente la tesis de 1893, aparte de los escritos póstumos e inéditos, los dos gruesos volúmenes de los tres proyectados sobre la filosofía y el espíritu cristiano, publicados entre 1944 y 1946, concluyen el itinerario intelectual de Maurice Blondel, ese "realismo integral" que ha tenido un solo motivo inspirador, en el fondo, más de carácter religioso que filosófico.
La Acción, de 1893, no todavía ensombrecida por excesivos escrúpulos y preocupaciones, no recargaba por las repeticiones y las tiradas oratorias de las que sufren los escritos posteriores, también a causa de la enfermedad a la vista y luego al oído le obligó al viejo y tenaz filósofo dictar y hacerse leer por la fidelísima secretaria, la señorita Panis, que desde la muerte del maestro es la custodia diligentísima del "Archivo" de Aix y de su memoria. En el Congreso de filosofía "Descartes", tenido en Pavía en 1937, en el momento de tomar la palabra frente al auditorio fijo y atento, el venerando pensador rindió su público tributo a la señorita Panis que lo acompañaba diciendo: "A ella le debo el que no sea aquí ni mudo ni iletrado".
A partir de 1938 y los de 1940 y 1947 señalan la curva ascendente de su "espiritualismo cristiano". Además, dentro de sus obras existen muchas cartas publicadas en esta obra misma (Diálogo con Maurice Blondel)
La filosofía de Maurice Blondel[2] puede considerarse, como las del espíritu Agustiniano – platónico, un "itinerario de la mente hacia Dios" según las exigencias fundamentales del hombre, pero es un itinerario nuevo, que ha contribuido, sobre todo a principios de nuestro siglo, a rejuvenecer la cultura católica en Francia en los ambientes eclesiásticos y también laicos, a renovar los esquemas escolásticos, a hacer repensar el tomismo, a promover estudios e investigaciones sobre la filosofía del Cristianismo y de historia de la filosofía que van desde los de los hermanos Auguste y Roberto Valensin a los otros teoréticos de Jacques Paliard, J. Chaix – Ruy, M Nédoncelle, H. Duméry, etc.; Se puede decir, que ha dejado interés en Italia y en Alemania. Filosofía personal y al mismo tiempo tradicional, renovadora de la problemática del pensamiento católico en contacto con las exigencias más vivas del pensamiento moderno contemporáneo, instigadora, durante más o menos un decenio, de discusiones y polémicas, ha tenido admiradores entusiastas y críticos radicales. Desde 1945 para acá, ha sido cribada serenamente en su perspectiva histórica, filtrada a través de un examen crítico, que ha puesto en evidencia los límites de un exigencialismo insuficiente, para fundar una metafísica, y de una especulación que en el fondo, no tiene problemas que resolver porque todos están resueltos implícitamente en la oposición de partida. Pero dejando de lado estos y otros relieves, el "realismo integral" sigue siendo uno de los testimonios más vivos, más ricos de sugestiones y despuntes geniales de nuestro tiempo: encuadra sobre motivos intrínsecos el problema de las relaciones entre filosofía y religión y reivindica al pensamiento concreto frente al pensamiento abstracto y nocional en nombre de un humanismo que tiene derecho de llamarse integral sólo si encuentra su cumplimiento en la revolución cristiana.
Como propuesta Maurice Blondel nos enseña a "vivir" la filosofía de un modo particular y dentro de un determinado "clima" espiritual, como búsqueda y descubrimiento del sentido último de la existencia humana y de lo creado; posesión que participa de la vida espiritual en su integralidad y en su dinamismo interior, que, no obstante ser autónomo, implica la apertura a la religión cristiana; como logro del equilibrio altísimo y difícil, del orden de la inteligencia y de la caridad.
Por tanto, personalmente el pensamiento cristiano no se puede quedar en Blondel, sino empezar a construir el sentido de la vida.
Y por último como altamente educativo, el mensaje Blondeliano está simbólicamente expresado en el ex libris: dos espigas de grano que tienen encima un racimo de uvas coronado de pámpanos extendidos en las ramas de un árbol frutecido, sobre el cual trabaja una abeja; debajo de todo se leen las siguientes palabras: Per ea quae videntur et absunt ad ea quae non videntur et sunt. Frase de puro contenido platónico – agustiniano que está indicando el itinerario del hombre del mundo a Dios, de las cosas que aparecen y están ausentes a aquéllos, los valores eternos, que no aparecen y realmente son[3].
SEGUNDA PARTE:
ANÁLISIS DE LA OBRA DIÁLOGO CON MAURICIO BLONDEL, POR MICHELE FEDERICO SCIACCA)
A modo de introducción a la obra: Diálogo con Mauricio Blondel, por Michele Federico Sciacca, recupera para la historia del pensar, para el hombre del siglo XX, las mejores tradiciones espirituales de occidente.
Maurice Blondel, en primer lugar, fue la punta de una ola que habría de crecer sobre dos horizontes: el horizonte del pensamiento "religado" que cavando en el ser del hombre lo abre al misterio de la trascendencia y el horizonte de a praxis, la acción, con palabras Blondelianas.
Con Blondel, por eso nace un nueva forma de filosofar: no se trata ya de pensar al hombre como ser "separado" como ser desligado de si fundamento; separación que luego curarían sucesivas y crecientes "alienaciones" en cuyas metas habita la muerte y la soledad. No; el pensamiento, la acción humana, implican siempre ya, una disposición, un ponerse y ser en a apertura ontológica que se hace del hombre un más que sí mismo, el mágnum mysterium señalado por San Agustín.
También señalar en cuanto a Michele Federico Sciacca, trata de orientar a esa misma luz, que mira hoy y siempre, la misma meta y el mismo destino comprendiendo el sentido de la existencia.
Además, esta obra según Sciacca, es asistir a un diálogo vivo y existencial, a un logos que va y viene de pensar Blondeliano y pensar de Sciacca. Y desde luego, es asistir a una dialéctica que resume toda la historia del ser que se revela en la tradición más alta de la filosofía y es cierto, abrirse a la comprensión de lo que hoy pasa en la tradición; que pasa hoy porque se trata de cosas que nunca pasan, verdaderamente: que en realidad se quedan con el hombre y habitan con él a lo largo de toda la historia.
En este sentido podemos empezar a presentar esta obra. Ciertamente aclarar que me limitaré a un análisis valorativa y además para ser fiel a la obra citaremos en pie de página para su mayor veracidad.
Maurice Blondel, para difundir sus ideas publica sus teorías en los "anales de la filosofía". Su discurso de basa en el modo en que analiza el Cristianismo y la relación existente entre la religión y la filosofía. Todo su pensamiento se resume en "La Acción".
Blondel sostiene que la voluntad es el verdadero principio que mueve al hombre y no la razón. Y tratando sobre el problema de apologético concluye: "que ni ella (religión), ni la ciencia ni todo saber humano y el universo le bastan al hombre"[4]. También dirá: "es natural y siempre actual nuestro deseo de lo sobrenatural, pero es en sí ineficaz e insuficiente en cada momento de su actualidad"[5].
En consecuencia esa voluntad se traduce en Acción.
Es interesante cuando dice: "el cristianismo tiene dos aspectos, caritativo y especulativo, entrambos esenciales"[6].
Es decir, el cristianismo es caridad, pero también verdad: la eficacia de la acción amorosa es socorrida y alimentada por la fuerza de la convicción racional, intelectum valde ama…[7]
En este sentido la obra nos brinda un razonamiento filosófico, un alimento espiritual e intelectual, capaz de sostener nuestra vida cristiana, porque el es aspecto intelectual forma parte de los preámbulos racionales de la fe; pero esto no debe llevarnos a desconocer los límites de todo pensamiento y toda escuela.
Hablando de la apologética dice: "hoy es necesario un método nuevo, porque no se puede hacer apologética en abstracto, sin tener en cuenta el ambiente cultural y psicológico en el cual se debe actuar"[8].
Siguiendo un poco más sobre la apologética Blondel, está de acuerdo, como demuestra el cristianismo la vida interior, experiencia vivida y viviente, fermento de perfeccionamiento; por eso también la vida de santo vale más que tantos silogismos hilados y alineados en abstracto, pero es necesario de que el terreno teorético pase a ser práctico- social con el riesgo de limitar la apología del cristianismo católico[9].
De esta manera pasamos a la problemática Blondeliana, tal vez es el punto central de su pensamiento. ¿La filosofía de La Acción es una filosofía? Aun hoy, esta pregunta no tiene respuesta de ¿sí o no?, porque el pensamiento filosófico Blondeliano no ha sido adecuadamente discutido y profundizado como contribución a la investigación especulativa[10].
Es cierto que Juan Pablo II había dicho en un mensaje a Maurice Blondel como: pensador valiente y fiel a la Iglesia. Pero esto no bastó.
Ahora respondiendo a la pregunta la filosofía de La Acción, ciertamente todavía incompleta y diremos bosquejada, es una filosofía[11].
Si por filosofía se entiende una ciencia puramente racional y de abstractas y exangües referencias lógicas, la de Blondel no es filosofía, aunque no le falte estructura teorética; ¿pero es filosofía solamente un aparato exterior de formulas bien reunidas? Por lo demás, el desarrollo del pensamiento Blondeliano ha puesto en claro el carácter propiamente filosófico del "realismo integral": "filosofía religiosa", pero filosofía, a menos que quiera negar la posibilidad de una filosofía religiosa contra la esencia misma del filosofar, si es verdad como dice Blondel, que en La Acción es inmanente y siempre actual la presencia de la trascendencia, que explica el dinamismo de la acción misma[12].
Por otra parte, la filosofía de La Acción no es una moral ni una descripción de las costumbres, sino indagación del dinamismo interno de la voluntad ciertamente con un significado rico y complejo al mismo tiempo[13].
Considerando a Blondel como un trozo de El Pensamiento se puede decir: "no se puede tener conciencia de sí, si no tiene conciencia de un trascendente"[14]. Esta afirmación frente al realismo integral e idealismo positivista. Desde luego, el esfuerzo de Blondel ha sido precisamente profundizar el dinamismo integral del espíritu solicitado, aguijoneado, desde adentro, a trascenderse no hacia alguna cosa cualquiera, sino hacia la plenitud del Ser espiritual, que le es íntimo y lo domina un más allá que no es algo exterior, sino vida de nuestra vida interior.
Es así, que según Blondel, la filosofía más desarrollada y crítica no se encierra jamás en sí misma, como un círculo perfecto y redondo, porque su proceso no está nunca absolutamente concluido y además el dinamismo interior del espíritu empuja siempre a sobre pasar toda satisfacción, que no puede no ser parcial.
Además la filosofía de Blondel quiere realizar la unidad en la multiplicidad, la homogeneidad en la heterogeneidad[15].
En cuanto conocer y obrar, Blondel explicita: "obrar es otra cosa aun que pensar; la idea de la acción no es no es la acción, la cual reforma, transforma y construye y su metafísica no es deductiva" "Según uno ha vivido, obrado, querido, amado, uno es otro, uno conoce de otra manera, se posee de otro modo, uno tiene de las cosas un tacto, una penetración, un gozo diferente". Blondel afirma que el hombre se conoce verdaderamente en la acción porque allí se descubre; sin que la acción llegue a abolir el pensamiento, en cuanto lo influye en una prospectiva superior y lo potencia. También el conocimiento para Blondel, tiene un dinamismo esencial en virtud del cual pensar es ya obrar; no se trata de negar el valor del conocer, sino de descubrir al espíritu como vida viviente, asirlo en todo su dinamismo, en su fecundidad real como iniciativa y eficacia.
En suma, el conocimiento está al servicio de la acción, pero no en forma pragmática, porque por medio de la acción el espíritu busca su finalidad suprema, su deber ser fundamental, imperativo anterior al conocer, su estímulo y guía[16].
El fin absoluto que la constituye es Dios: sin él, la persona y los fines que realiza la familia, la sociedad, la patria, la humanidad, caen de la altura que solamente hace de ellos valores espirituales y humanos[17].
Filosofar es seguir el dinamismo integral de La Acción; favorecer la actitud innata de buscar a Dios, descubrir nuestro esencial deseo de él, encarnarlo libremente en nuestra vida, reconocerlo y obedecerlo.
Concluyendo el análisis de la obra: Blondel, se coloca en la gran tradición metafísica cristiana que explica al finito por medio del infinito; en la estructura del pensamiento y de la acción hay fuerzas inmanentes, energías que se actualizan con la presencia en nosotros del Absoluto: "La Acción es un llamado y un eco del infinito; de allí viene y allí va"[18].
El dinamismo produce del infinito y va al infinito, antes también de la reflexión transforme al presentimiento o al sentimiento oscuro en idea de Dios; la conciencia, conociéndose y realizándose, busca el más allá interior, a Dios que está presente y la trasciende.
La filosofía es búsqueda de un más allá no remoto y abstracto, sino interior a la búsqueda viviente, vida de la vida espiritual, principio y fin del movimiento integral del espíritu; por lo tanto conexión del orden de la inteligencia y de la caridad.
Para Blondel, el ser implica el pensamiento y la acción, la acción, el ser y el pensamiento: realismo integral, precisamente; es el pleno riquísimo concepto de "espíritu" que es necesario tener presente si se quiere entender a la filosofía. Insistiendo: no hay pensamiento, para el filósofo de Aix, que como viviente, no sea también acción y no hay acción que no sea pensamiento[19].
La filosofía de Blondel, apunta precisamente a la indagación filosófica como la aptitud para acoger humildemente a la Revelación, al Verbo encarnado, crucificado y resucitado, a fin de que el hombre se recupere y se actualice integralmente como persona[20].
Se discutía y se discute todavía sobre La Acción y los escritos que la siguieron, pero las controversias desde 1983 han sido y siguen siendo más de carácter religioso – apologético que filosófico. Si esto es así, su pensamiento se puede insertar en la tradición y puede incluso armonizarse con el de Santo Tomás de Aquino.
Sin duda a todas las objeciones que se puede hacer es afirmar que la de Maurice Blondel no es una filosofía sino una apologética[21].
En este sentido, personalmente quiero rescatar su pensamiento con algunas preguntas ¿Si o No? ¿Tiene la vida humana un sentido? ¿Tiene el hombre un destino? Éste es el interrogante que ningún hombre puede evitar. Al igual que Blondel, la acción es la posibilidad de manifestar el amor y de este modo se abre el alma a Dios. Es decir, el amor abarca todas sus dimensiones ya sea individual, social, moral y sobre todo religiosa porque muestra la conexión íntima de esos diferentes aspectos. De aquí se sigue que nuestro obrar, todo hombre revela el poder de su ser y de su vida interior como vínculo profundo con su Creador. Así como el filósofo de Aix nos explica, que el alma religiosa encuentra su perfección en la práctica literal y sencilla de la religión revelada. Más allá de las maravillas dialécticas y las emociones fascinantes de la conciencia, se sitúa la acción por la que Dios penetra en nosotros. ¿Acaso no es así la eucaristía, que te abre a lo infinito y da al fiel lo infinito finito?
En una época en la que el racionalismo y la crisis modernista desnaturalizaban la revelación y amenazaban la fe de la Iglesia, Maurice Blondel recordaba, en una visión positiva, que la acción permite vislumbrar el obrar divino, comprometido con nuestra carne, así como el vínculo entre el misterio de la gracia divina y la conciencia o la acción del hombre. Pero, al final de su exposición filosófica, Blondel nos lleva al umbral del misterio, pues no existe una medida común entre lo que proviene del hombre, esta acción a la que atribuye un poder tan grande, y lo que proviene de Dios.
Esta obra no dejará de suscitar el asombro de filósofos y teólogos. Los primeros, porque Blondel parece demostrar demasiado; los últimos, porque demostrando, Blondel no parece observar suficientemente la distinción del orden natural y el orden sobrenatural. Pero a medida que los estudios sobre Blondel han ido progresando, ha aparecido con mayor claridad el rigor de toda la obra. La Acción nos permite captar, desde el punto de vista del creyente que utiliza el instrumento filosófico, que existe una armonía maravillosa entre la naturaleza y la gracia, entre la razón y la fe. Como en Pascal, el hombre a medio camino entre la nada y el todo, es conducido pacientemente a reconocer el precio divino de la vida.
En un mundo en que el relativismo y el cientificismo aumenta, la tesis de Blondel es preciosa por su búsqueda de unificación del ser y por su preocupación por la paz intelectual: es el razonamiento de un creyente dirigido a los no creyentes, el razonamiento de un filósofo sobre lo que supera la filosofía; estimulando la búsqueda del vínculum, esta victoria de la conciencia por la que se alcanza la unidad del obrar humano, se revela la consistencia de todo lo que existe y se expresa la connaturalidad que establece un puente entre el misterio de Dios y la acción humana.
Así, al finalizar este trabajo, quiero rescatar su pensamiento y vida, que supo aunar la crítica más rigurosa y la investigación filosófica más intrépida con el catolicismo más auténtico, sacando su inspiración de las fuentes de la tradición dogmática, patrística y mística. Esta doble fidelidad a ciertas exigencias del pensamiento filosófico moderno y al magisterio de la Iglesia no estuvo exenta de incomprensiones y sufrimientos, en un tiempo en que la Iglesia debía afrontar la crisis modernista, cuyos riesgos y errores Blondel había sido uno de los primeros en discernir. Alentado muchas veces por los Papas como León XIII, Pío X, Pío XI y Pío XII, Blondel prosiguió su obra aclarando incansable y obstinadamente su pensamiento, sin renegar de su inspiración.
Los filósofos y los teólogos actuales que estudiamos la obra de Blondel debemos aprender de este gran maestro precisamente su valentía de pensador, unida a una fidelidad y a un amor indefectible a la Iglesia. La Iglesia, hoy como siempre, tiene necesidad de filósofos que no teman abordar las cuestiones decisivas de la vida humana, de la vida moral, de la vida política y de la vida espiritual, para preparar la adhesión y el testimonio de la fe, principio de acción, para dar razón de la esperanza y abrirse el ejercicio de la caridad. La Iglesia, además, tiene necesidad de teólogos que apoyándose en un sólido razonamiento filosófico, sean capaces de expresar el dato revelado, a fin de iluminar tanto a los fieles como a los no creyentes.
Esperando el ejemplo de Maurice Blondel, creyente y filósofo, que de la intimidad con el Maestro (Jesús) tomó su deseo de la verdad, inspire a los filósofos cristianos de nuestros días, y pido a Jesús, sabiduría divina y reflejo de la gloria del Padre, que nunca nos deje de enviarnos su Espíritu para iluminar la inteligencia de cada uno de nosotros. De todo corazón estás invitado a La Acción.
Enviado por:
Juan Javier Carlo Q.
Filosofía.