Las publicaciones periódicas, tribuna de las nuevas ideas (1925-1940)
Resumen
Con la década del veinte del siglo XX aparecen en el panorama cultural cubano algunas de las más importantes publicaciones de la cultura cubana, entre ellas las revistas: "Social", "Carteles", "Bohemia" y "Avance", convertidas en difusoras de las nuevas ideas y tendencias en Cuba y el mundo.
La revista "Social" de Conrado Massaguer vive dos etapa durante este período, el primero a partir de 1916, fecha de su fundación, hasta la caída del régimen de Gerardo Machado (1933), período caracterizado en la revista por el trabajo de Emilio Roig y el Grupo Minorista, que colaboraron profusamente en la misma, haciéndola tribuna de la vanguardia intelectual de la época. Paralelo a esto la revista mantiene su perfil de revista de variedades, en las que se plasma la crónica social, los deportes y los espectáculos, todo facturado con el mejor diseño y las ilustraciones de su director el dibujante Conrado Massaguer.
La segunda época de la revista (1935-1938) se desvanece en la frivolidad de la crónica social y el anuncio y comentarios de los espectáculos elegantes, desapareciendo la intención de hacer alta cultura o reflejar el pulso social del momento.
La revista "Carteles" aparece en 1919, cambia de formato en 1924 cuando se le añade el subtítulo de "Semanario Nacional". Ese mismo año asume su dirección Alfredo T. Quilez, con Emilio Roig al frente de la dirección artística. En 1925 Alejo Carpentier asume la jefatura de redacción.
"Carteles" es una revista de actualidad e información, desde 1924 añade la sección editorial sobre política interna, suspendida en 1932 por la dictadura machadista hasta su caída. La revista no eludió presentar los acontecimientos políticos y sociales de Cuba y el mundo, en reportajes, artículos y entrevistas, pero incluyó secciones fijas dedicadas al "costumbrismo" histórico y político a cargo de Emilio Roig de Leuchsenrig, además de publicar trabajos literarios de relevantes intelectuales cubanos.
La revista "Bohemia" fue dirigida desde su fundación en 1908 hasta 1926 por Miguel Ángel Quevedo (padre), a partir de esta fecha se hizo cargo de la misma su hijo de igual nombre, quien cambió el formato de la revista, aumentó el número de páginas y va poco a poco introduciendo en sus temáticas la política interna, llegando a convertirse en uno de los más fuertes críticos del presidente Machado. En la década del 30 ya es una revista de actualidad político-social de amplia tirada, en la que colaboran prestigiosos intelectuales cubanos del momento.
La "Revista Avance…" apareció en marzo de 1927, su título real era el del año en que se editaba: 1927, 1928, 1929 y 1930, lo demás era el subtítulo. Tuvo entre sus editores fundadores a: Martín Casanova, Alejo Carpentier, Francisco Ichaso, Jorge Mañach y Juan Marinello. En el segundo número sale Carpentier y entra José Zacaría Tallet, luego expulsan de Cuba al español Casanova y entra Félix Lizaso, finalmente detiene a Tallet y los editores se reducen a cuatro. En 1930 decidieron no seguir la publicación de la revista por las presiones que sobre ellos ejercía el gobierno de Machado.
La "Revista de Avance…", es la más importante publicación del período, deja una profunda huella en la cultura cubana y se convierte en tribuna de las inquietudes renovadoras de la generación minorista. La revista difundió lo nuevo que se hacía en Europa y América en cuanto a cultura; publica los trabajos de los jóvenes creadores cubanos y aboga abiertamente por los cambios en la cultura y la sociedad, en ella también colaboraron importantes intelectuales latinoamericanos y europeos que hicieron de este un gran momento para la cultura nacional.
Una de las labores más importantes emprendida por los editores de la "Revista Avance…" lo constituyó la creación de una editorial para publicar autores noveles. Llegaron a publicar 14 títulos de diversas temáticas, de autores jóvenes por ese entonces, como Regino Boti, Carlos Montenegro, Eugenio Florit, Félix Lizaso, Jorge Mañach y José Antonio Fernández de Castro, entre otros.
La mayoría de las publicaciones culturales del período tenían una vida efímera, aunque muchas de ellas tenían colaboradores de valía dentro del ámbito cultural nacional.
La excepción era la revista "Orto", fundada en 1912 y que se mantuvo saliendo hasta 1957, sostenida por Juan Francisco Sariol en Manzanillo y en la que publicaron autores como Nicolás Guillén, Luis Felipe Rodríguez, Manuel navarro Luna, Juan Marinello, Alejo Carpentier, Raúl Roa y Pablo de la Torriente Brau, entre otros.
"Gaceta de Bellas Artes" (1914) editada en La Habana mensualmente por el Club Cubano de Bellas Artes; "Smart" (Habana, 1927), con destacados colaboradores como Villena, Serpa, Núñez Olano, etc.); "Cervantes" (Habana, 1918) de Ricardo Veloso, dueño de la Librería "Cultura S.A", especializada en temas bibliográficos y divulgación literaria; "Revista Martiniana" (Habana, 1921), dirigida por Arturo R. de Carricarte, especializada en el tema martiano y en la que aparecen por primera vez muchos escritos de José Martí; la revista infantil "Martí" dirigida por Gabriele García Galán; "Archivo del Folklore Cubano", dirigida por Fernando Ortiz, vocera de la Sociedad del Folklore Cubano.
En otras ciudades del país las publicaciones culturales también fueron frecuentes, en Santiago de Cuba se editaba la revistas, "El chofer de Cuba" (1926) órgano de ese gremio pero que al mismo tiempo publicaba abundante literatura; "Revista Oriente" (Santiago de Cuba, 1927), difusora de temas literarios; "Archipiélago" (Santiago de Cuba, 1928), dirigida por Max Henríquez Ureña y "Castalia" (Manzanillo, 1938).
El Grupo Minorista que marca la pauta de la vanguardia en la Cuba de ese momento, se hace sentir en las publicaciones del país pero también funda sus medios de expresión, el primero de ellos fue, "Venezuela Libre" (1925), dirigido por Rubén Martínez Villena; Contaba entre sus editores a Agustín Acosta, Alejo Carpentier, José Antonio Fernández de Castro, Jorge Mañach, Juan Marinello, Julio Antonio Mella, ya por entonces un destacado líder estudiantil, Enrique Serpa y José Z. Tallet; "América Libre", fundada en 1927 por un grupo de profesores de la Universidad Popular "José Martí", que había sido inaugurada en 1923 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, aunque funcionaba en diversos locales de varios sindicatos de la ciudad; la revista, que tenía por subtítulo "Revista revolucionaria americana" puede considerarse una continuación de Venezuela Libre, y fue dirigida también por Martínez Villena; era una publicación Antimperialista y su clausura coincidió con el cierre de la Universidad Popular José Martí ese mismo año. Otras publicaciones en las que colaboran los minoristas fueron el suplemento literario dominical del Diario de la Marina (1927-1930), dirigido por José Antonio Fernández de Castro, Atuei (1927-1928) y Revista de La Habana (1930).
La prensa diaria en este período está encabezada por el influyente "Diario de la Marina", órgano de la oligarquía nacional, dirigido desde 1919 por José Ignacio Rivero, el periódico mantuvo a partir de la década del 20 un suplemento literario que dirigido por José Antonio Fernández de Castro se convirtió en la más importante publicación literaria de la etapa. Se publicaba los domingos y en el colaboraban intelectuales de la valía de Alejo Carpentier, Enrique de la Osa, Ramón Guirao, Raúl Roa, Nicolás Guillén, etc.
Otros periódicos habaneros de gran influencia fueron "El Mundo", tenía también un suplemento cultural, "La Lucha", veterano diario que se publicó hasta 1931; "El País" de Alfredo Hornedo", fundado en 1922; "Ahora" creado en 1931 y reaparecido en 1933 hasta 1935, dirigido por Guillermo Martínez Márquez, con un suplemento cultural en el que colaboraron Juan Marinello, Emilio Roig, Pablo de la Torriente, Regino Pedroso y Andrés Núñez Olano, entre otros. Por último el "The Havana Post", único diario bilingüe de la ciudad.
La caída del régimen de Gerardo Machado trae un período de muchas publicaciones, aprovechando el restablecimiento de la libertad de imprenta, muchas de ellas son efímeras, otras se mantendrán más tiempo y las menos se arraigarán en el entramado social criollo. Sus temáticas iban desde lo cultural a lo político, predominando en los primeros momentos de la salida del dictador muchos boletines, periódicos y revistas de izquierda o de carácter progresista.
A la caída de Machado los dueños de los diarios tradicionales deciden no publicar, en tanto los trabajadores de muchos de ellos decidieron seguir publicando los mismos de forma cooperativa y bajo otros nombres. Así surgieron en 1933 y de manera breve los diarios alternativos, "La Mañana" publicado por los obreros del "Diario de la Marina", "El Nuevo País" por los del diario "País" y "Ahora" por los del "El Mundo".
La prensa de izquierda predomina en este año 1933 y se mantuvo esta tendencia hasta la huelga de marzo de 1935 cuando la mayoría de estos periódicos fueron clausurados, estableciendo Batista una férrea censura.
De esta etapa son, "Bandera Roja", órgano del Partido Comunista de Cuba, quien también patrocinó "El Centinela", dirigido a las fuerzas armadas; "Juventud Obrera" de la Liga Juvenil Comunista; "Iskra" de la Unión Radical de Mujeres; "Mella" de Defensa Obrera Internacional, "Alma Mater" de la Federación Estudiantil Universitaria, aparecido como diario en 1933; "Línea" del Ala Izquierda Estudiantil también circula como diario; también reaparecen los periódicos comunistas, "El Trabajador" y "Lucha de Clase".
En el período entre la caída de Machado y el año 1939 se publican 20 diarios en La Habana, algunos nuevos, otros reaparecidos tras la caída del régimen. Solo siete de ellos se mantuvieron publicando asiduamente, los que unidos a los fundados con anterioridad sumaron doce cerrado este período: "Diario de la Marina", "The Havana Post", "El Mundo", "Wah Man Sion Po" , desde 1913 diario comercial chino; "El País", Información "(1931), "Acción" del ABC, "El Crisol" (1934); "El avance criollo" (1935); "Alerta" (1936); "La Discusión" fundado en 1879, que reaparece en 1936; "Pueblo" (1937) y "Noticias de Hoy" (1938), periódico de los comunistas cubanos.
"Mediodía" (La Habana, 1936- 1939) cuenta entre sus editores a Nicolás Guillén, María Villar Buceta, Ángel Augier, Carlos Rafael Rodríguez y José Antonio Portuondo. Era una revista de izquierda que fue víctima constante de la represión durante el primer período del batistato. Se mantuvo como tribuna de la cultura de izquierda hast la fundación del periódico "Hoy", con un suplemento cultural dominical.
En 1937 aparece en La Habana la revista "Baraguá" dirigida por José Antonio Portuondo, también de contenido político cultural; "El Comunista" (La Habana, 1939-1941) publicación teórica del Partido Comunista de Cuba cuyo consejo editorial estaban Blas Roca y Carlos Rafael Rodríguez, Fabio Grobart y Aníbal Escalante. Ángel Augier y Julio Le Riverend, fundan en 1934 la revista "Páginas".
La Dirección de Cultura del Gobierno crea la "Revista Cubana" dirigida por José María Chacó y Calvo (1935), dedicada a la crítica y al ensayo como una gran cantidad de colaboradores nacionales y extranjeros; "Isla"(1936) de contenido amplio se dedica a examinar los problemas nacionales, en ella colaboraron, entre otros, Camila Henríquez Ureña. Emilio Ballagas, Carlos Rafael Rodríguez y Jorge Mañach; "Ultra" (1936-1947) dirigida por Fernando Ortiz, tiene el objetivo de ser una revista de revistas, en la que se publica una selección de lo aparecido en la prensa nacional y extranjera; "Lyceum" (1936) editada por la sociedad femenina del mismo nombre y dirigida por Camila Henríquez y Uldárica Mañás; "Revista Bibliográfica Cubana" (1936), dirigida por Lorenzo Rodríguez Fuentes; "América" (1939), órgano de la Asociación de escritores y Artistas Americanos, con mucho material reproducido de la prensa extranjera y colaboraciones de intelectuales cubanos y latinoamericanos; "Boletín Anuario Bibliográfico Cubano" (1938-1949), editado por Fermín Peraza; "Verbum" (1937), creada por los estudiantes de derecho de la Universidad de La Habana y "Espuela de Plata" (1939), revista bimestral de arte y poesía dirigida por José Lezama Lima, Guy Cisnero y Mariano Rodríguez.
Otras revistas del período son: "Atalaya" (Remedios, 1933) editadas por los hermanos Othón y Alejandro García Caturla; "Masas" (La Habana, 1934), órgano de la Liga Antimperialista; "Polémicas" (La Habana, 1934), entre cuyos redactores se contaba Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa; "Pros" (Artemisa, 1935) del grupo de igual nombre dirigido por Fernando G. Campoamor; "Claxon" y "El Porvenir" (La Habana, 1936), revistas obreras, pero con amplios espacios para la literatura y la cultura; "Adelante" (1937), divulgadora de las creaciones artístico literarias de la gente negra, en ella colaboran Nicolás Guillén y Marcelino Arozarena; "Horizonte" (Sancti-Spíritus, 1937), dedicada a la literatura; "Índice" (La Habana, 1937), dirigido por Alfredo del Valle; "Cúspide" (Central Merceditas, 1937), es una revista de gran calidad, que llamó significativamente la atención en la época y "Síntesis" (Güines, 1938), básicamente literaria.
Una revista que llamó mucho la atención en este período de post machadato fue "Grafos" (1933-1946) publicación de lujo, de gran calidad técnica, sostenida por la fortuna de su directora María Radelat Fontanills y el talento de su redactor y jefe de información. El crítico de arte Guy Pérez Cisneros. La revista conjuga la factura impecable, con el prestigio de sus colaboradores: Alfonso Hernández Catá, Emilio Ballagas, Gustavo Sánchez Galarraga, Ramón A. Catalá, José Antonio Fernández, Max Henríquez Ureña, José Lezama Lima, José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Lydia Cabrera, Medardo Vitier, entre otros. A esto una la calidad de sus secciones culturales ("Miniaturas Literarias", "Del pasado" (dedicada a la historia), sección de poesía, teatro, cuento, crítica, en una revista de lujo para la "alta sociedad habanera", de carácter gráfico, pero con amplios espacios para la cultura.
Revistas populares de gran tirada fueron, "Ellas" (1933) y "Vanidades" (1937) dirigidas al público femenino, con grandes espacios para las modas y espacios para el cuento y la novela de "folletín", otra revista a destacar fue, "Selecta" (1937), una publicación de variedades, de frecuencia semanal, ilustrada y gran formato.
En otras ciudades de la isla aparecen revistas, la mayoría de carácter cultural y literario, como fueron los casos de, "Ninfas" (Sata Clara, 1935), de tema infantil; "Ariel" (Guanabacoa, 1936); "Avances" (Guantánamo, 1936), "Géminis" (Santiago de las Vegas, 1937); "Matanzas Gráfica", (1938); "Sueños" (Ciego de Ávila, 1938) y "Surco" (Holguín, 1938).
De carácter científico aparecen en La Habana las siguientes publicaciones: "Revista de Ciencias Médicas" (1937), "Revista Farmacéutica Cubana" (1937), "Revista Educación" (1937), de la Secretaría del mismo nombre; "Colegio de Arquitectos" (1937), "Revista de Arqueología" (1939) y "Revista Minera y de Ingeniería" (1939), entre las más relevantes.
En otras ciudades del país se presentó la misma situación que en La Habana, un boom de periódicos, muchos de los cuales no se mantuvieron por diversas causas, la primera de ella la represión a la prensa de izquierda y luego la falta de fondos para mantener estos medios. En Santiago de Cuba aparecen los periódicos, "La Libertad" (1934), "Las Noticias" (1936) y "Oriente" (1936); en Camagüey, "La Libertad" (1935) y "El Sol" (1936); en Cárdenas, "La Antorcha" (1935), "Prensa Libre" (1935) y "El Comercio" (1938); "Orientación" (Manzanillo, 1934), "La Voz del Pueblo" (Guantánamo, 1935), "El Pueblo" (Banes, 1935), "La Protesta" (Matanzas, 1937), "La Tribuna" (Puerto Padre, 1938),"El Extracto" (Morón, 1938), "El tiempo" (Trinidad, 1938), "La Tarde" (Güines, 1938) y "El Censor" (Ciego de Ávila, 1939).
En cuanto a la industria poligráfica, Cuba mostraba un notable balance de pequeñas y medianas imprentas, algunas de ellas con equipamiento moderno y dominio de novedosas técnicas, como era el sistema de impresión off-set utilizada por primera vez en el mundo para imprimir revistas por el sindicato de Artes Gráficas de La Habana, empresa que editó en 1925, "El Libro de Cuba", utilizando esa novedosa técnica. Era una obra de gran formato (43 x 34 cms.) y 908 páginas, con datos sobre la historia, la geografía, agricultura, comercio, literatura u otros de interés para la sociedad cubana, todo impreso con alta calidad.
Los libros de textos para la enseñanza constituían el principal negocio poligráfico en el país, mientras los libros de literatura y ciencia no constituían una alto volumen, por el número limitado de la tirada y el alto índice de analfabetismo del país. Esto sin contar la poderosa y desleal competencia de la poderosa industria poligráfica norteamericana desde donde venían hasta las matrices de los sellos de correos de la isla.
Las mayores empresas en este ramo en la capital eran, "Molina y Cia.", "Cultura S.A.", "Rambla, Bouza y Cia.", "P. Fernández", "La Propagandística", "Carasa y Cía" y "El Siglo". Las dos primeras publicaban alrededor de cien títulos anuales, mientras que el resto estaban en el rango entre 50 y 80 por año.
En el resto del país la publicación de libros era casi desconocida, con menos del 10 % de la impresión del país. Sobresalían las imprentas, "Arroyo y Hnos", "Ros" y "El Lápiz Rojo", de Santiago de Cuba; "Estrada" y "La Pluma de Oro" de Matanzas, "Ramantol" de Camagüey, "Arredondo" de Ciego de Ávila, "Pompillo Montero" de Sagua La Grande, "E, Lanier" de Santa Clara y "El Arte" de manzanillo, que fue una imprenta muy activa y prestigiosa en el país.
Como ya se ha dicho la mayor parte de los libros que se publican son para la enseñanza en tiradas que apenas exceden los dos mil ejemplares, en tanto que otros temas apenas sí llegan a los 500 ejemplares como promedio, en su mayoría costeados por sus autores, predominan en esta lista los libros de literatura, la historia, el derecho y la medicina.
El estado carecía de una política editorial que estimulara la producción de libros cubanos a bajo costo, con una sola impresa del gobierno que cumplía básicamente encargos del ejército.
Los intelectuales cubanos trataron de remediar este problema por su cuenta y hubo varios intentos de crear editoriales que nunca encontraron apoyo estatal: En 1935 se crea el Instituto del Libro bajo el auspicio de un grupo de personalidades, entre los que estaban, Antonio Sánchez Bustamante, Emeterio Santovenia, y Roberto Agramonte. Su objetivo era estimular la creación intelectual para costear libros sostenidos por cooperativas de lectores y creadores. Los socios pagarían un peso mensual, con derecho a recibir dos libros anuales. El proyecto fracasó.
La revista "Página", fundada en 1937 por un grupo de intelectuales, entre los que estaban, Mirta Aguirre, Ángel Augier y Julio Le Riverend, crearon la editorial "Páginas", para popularizar los libros cubanos, publicando y vendiendo obras más baratas sobre temas literarios, históricos y políticos.
La Oficina del Historiador de la Ciudad creada en 1933, comenzó en 1935 a publicar los "Cuadernos de Historia Habanera", en 1936 comienza a publicar las "Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana" y en 1938 inicia la publicación de la "Colección Histórica Cubana y Americana", junto a otros muchos proyectos editoriales de dicha institución dirigida por Emilio Roig de Leuchsenrig y que la convirtieron en la principal propagadora de la historia nacional, ya que todo el material publicado se distribuían gratuitamente en bibliotecas y escuelas.
La Dirección de Cultura de la Secretaría de Enseñanza, dirigida por José María Chacón y Calvo, creó el Premio Nacional de Literatura en varios géneros a fin de estimular la creación y fundó la Colección de Cuadernos de Cultura y otras publicaciones periódica.
Autor:
Ramón Guerra Díaz