Por una parte en una novela que se llama Días giratorios de la noche en la que la protagonista pierde la dimensión sónica de forma repentina y se enfrenta a un mundo al que le falta esta dimensión. Por otra parte, me acaban de invitar a realizar para la Tate Modern el Árbol de Borges. Es un árbol del que cuelgan citas de Borges. También empecé a co-editar con Isabel del Río, una escritora bilingüe que escribe cuentos deliciosos, una antología de escritoras hispanas que viven en Inglaterra. Somos muy pocas, pero como que formamos parte de un satélite hispano en Londres. De broma, me refiero a este proyecto como "una antología de morenas hispanas con ojos morenos residentes en Inglaterra, con la excepción de dos de ojos azules y pelo plateado". Queda por encontrar editorial. Es un proyecto interesante, pero difícil.
-¿Nos podrías recomendar algunos Libros?
La lectura es siempre un encuentro, como cuando te embarcas en una amistad nueva, lo haces porque de alguna forma esa persona te toca. Y también es algo en parte generacional. Como ya he mencionado, la primera obra que verdaderamente me impactó fue Hojas de Hierba de Walt Whitman …
… Rápidamente y al azar, te digo lo que se me pase por la cabeza durante los próximos veinte segundos:
J. G. Ballard acaba de morir. La exposición de atrocidades y sus cuentos y luego todo lo demás, excepto Corriendo al Paraíso.
La obra teatral de Beckett.
En las montañas de Holanda de Cees Noteboom, sobre el deseo (Me encontré este libro en la calle, sin tapas. No sabía quién era su autor y el libro me sorprendió).
Los viajes de Gulliver, de Swift
El Aleph de Borges y explorar su obra.
Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino.
El país de las maravillas, de Lewis Carrol.
El país de las últimas cosas, de Paut Auster y Trilogía de Nueva York.
La Habitación Sangrienta, de Angela Carter.
La literatura portátil de Enrique Vila-Matas, que en cierto modo Roberto Bolaño retoma y desarrolla.
Me interesan las lecturas contrastadas. Leer a Paul Celan y la poesía de Bukowski, los cuentos de Cortázar ("Adiós Robinsón") y la obra seleccionada de Kathy Acker.
¿Qué consejos darías al lector de esta revista, hombres y mujeres con ganas de reflejar sus propias historias?
Que se adhieran a la silla y se pongan a plasmar lo que quieran plasmar, que hagan todo lo que consideren necesario para hacerlo, que creen las circunstancias propicias para poder adherirse a la silla.
-Regálanos unas últimas palabras sobre cualquier tema que te interese…
Afortunadamente y desafortunadamente me interesan casi todos los temas. Me fascina la neurociencia. Nos puede dar claves para que nos entendamos mejor como seres humanos, para aclararnos. El cerebro es un órgano asombroso. Billones y billones de neuronas en danza increíble …Termino con un trozo que está al principio de Slumberville:
Le fascinaba la vida invisible, sobre todo la vida invisible del cerebro, los billones de células que estaban en un estado incesante de comunicación, como si nunca se cansaran, durante la vigilia, al dormir, al soñar. Veinticuatro horas al día. Y ahora ante la calculadora del ordenador, Eureka recordó que el día que le entrevistaron para el trabajo, la doctora Mossman le dijo algo que había oído varias veces. Le dijo que cada cerebro era como una galaxia, cada cerebro era único, cada cerebro era diferente, cada neurona era diferente, como era diferente su relación con las otras neuronas. Y que si se unieran las conexiones neuronales en una línea, llegarían a medir 800,000 kilómetros de longitud. Todo eso ella ya lo sabía, pero de alguna forma le costaba creérselo, como también le costaba creerse lo que se decía de que si se unieran las conexiones neuronales en una línea, la línea podía cubrir la distancia de ida y vuelta a la luna. Lo que más le sorprendía eran las cantidades exorbitantes, el que en cada cerebro hubiera billones de células, el potencial incesante que esos datos implicaban, la orgía de posibilidades que cada cabeza albergaba.
[*] Fundador de la Revista de Creación Los Herederos del Kaos. California, EEUU.
SUSANA MEDINA nació en Inglaterra (Hampshire) en 1966. De madre alemana de origen checo y padre español, tras vivir unos meses en Alemania, su familia se trasladó a España (Valencia) en 1968, donde se educó. Al leer en las cubiertas de libros que los escritores a menudo viven en otros países, cuando tenía 19 años se fue a Londres. Fascinada por el 'multi-culturalismo' y las subculturas de esta ciudad, estudió Historia del Arte e Italiano en University College y vivió durante un año en Venecia y Bolonia donde estudió en el DAMS con Umberto Eco y Dario Fo.
Aunque más o menos residente en Londres desde 1987, hasta hace poco tiempo ha escrito en español, su lengua materna. Trozos de Una, una anti-novela escrita cuando tenía 25 años, recibió una Beca Creativa de la Generalitat de Valencia. Otras aventuras narrativas incluyen Cuentos Rojos (1997) que incluye el Premio Internacional de Cuentos Max Aub y Souvenirs del Accidente (Germanía, 2004), que reúne poemas, aforismos y textos. Philosophical Toys (2007) es su primera novela en inglés, de la cual proviene el corto cinematográfico Buñuel's Philosophical Toys (24 mins), que se ha mostrado internacionalmente.Siempre ha escrito en una diversidad de medios interdisciplinarios, fascinada sobre todo por los huecos existentes entre las artes, los géneros y las disciplinas, lo lúdico y lo mortalmente serio. ("A menudo se confunde la coherencia con la homogeneidad. Para ser coherente, el arte debería disparar en todas direcciones", dice en Souvenirs del Accidente). En 1992 y 1993 recuperó una serie de espacios abandonados para organizar varias exposiciones internacionales que gozaron de buena acogida por parte de la crítica y la prensa, en especial Space International y Reproducciones, en conjunción con el video-artista Derek Ogbourne y John Russell (editor de Frozen Tears). Ha colaborado con artistas, y revistas sobre arte, así como publicado y dado una serie de ensayos y conferencias sobre arte, literatura, cine y fotografía. Su obra literaria se ha publicado en numerosas antologías y revistas y ha sido traducida a varias lenguas. Es traductora voluntaria para PEN, en el Programa de Escritores Encarcelados.Actualmente está inmersa en Slumberville (una novela sobre sueños). En junio 2006 obtuvo su doctorado, Borgesland (sobre espacios imaginarios en la obra de Jorge Luis Borges), que realizó en Birkbeck University de Londres, donde originalmente cursó su MA en Estudios Hispánicos. Enseña literatura hispánica en la Universidad de Middlesex, Londres.Otros honores incluyen la beca de investigación 'Arts and Humanities Research Board', el premio 'The Snowdon Award' y una beca de escritura del Arts Council (febrero 2008), para su novela, Días giratorios de la noche.
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Juan Carlos Vasquez
(Valencia, Venezuela, 1972). Autor del libro de relatos Pedazos de Familia (Estival teatro, Venezuela 2000). Otros textos han sido publicados en diversos volúmenes colectivos y antologías en Chile, México, Estados Unidos y España; asimismo en columnas periodísticas del Diario El Impulso (Barquisimeto, Venezuela). Formo parte del proyecto Literario y artistico Mirages from an Unreal World by Laura Orvieto, Author house (New Jersey, Estados Unidos 2010). Integrante del grupo cultural Spanic Attack (New York 2004). Obtiene distinciones en los Concursos de Poesía Pro lingüístico y Multimedia Premio Nosside (Calabria, Italia), Edizione 21/2005, Edizione 22/2006. Semifinalista en el Concurso de poesía Pasos en la Azotea (DF, México 2006). Ha vivido en Tampa, FL, Nueva York, San Francisco (California) y Barcelona (España).
http://arquetiposdemiyo.blogspot.com
Tres días
Por Juan Carlos VásquezAbro los ojos, me pongo de lado, veo la silueta de Marisa, me alegro de que nos hayamos reconciliado. Trato de decirle algo, pero está profundamente dormida. De madrugada la oí delirar en un par de ocasiones. Eran casi las tres de la madrugada. La había observado infinidad de veces, nunca me había sentido tan feliz. Al menos he desarrollado una nueva capacidad casi prodigiosa, y eso me permite hablar de lo que ella quiere y, a la vez, pensar en otra cosa.Anoche traje vodka; aprendió con esa bebida qué es la subida, la crisis, la alucinación. La vi sacudir la cabeza. Aunque fingía indolencia, no le importaba explicarme que se vomitaría encima.La Etamina, Zyprexa y quizá el Dipamine, forman un cóctel estupendo, cuando menos para hacer un viaje astral. ¡Cómo nos reímos, aunque le temblaba todo el cuerpo se dejó amar! Marisa y yo, al menos, hemos padecido diez rupturas; algunas por razones muy justificadas… otras sin causas aparentes.
El primer obstáculo fue la familia, la segunda amantes diversos, y la más reciente una extraña vocación de sacerdotisa que casi arruina nuestro amor.En pijama me reprochó no haberse curtido en caminos espirituales, anoche la escuché, en tiempos de crisis esto lo aprendes pronto. Han pasado doce horas desde entonces y ella sigue descansando, pronto todo se repite. Despierta, me abraza. Otra vez me veo siguiendo sus pasos por un laberinto de pasillos. Luego dormir con la radio encendida. Recuperar algún tema de discusión. Que mis hábitos, que sus hábitos, que soy un desorganizado. Incapaces de buscarle soluciones a eso nos besamos.
Anoche a su manera salimos de la rutina, mientras la vi alejarse hacia el cuarto tenía un clamoroso pánico del futuro, empuñaba la botella de vodka y una jeringa casi se le salía del pantalón. Ignoro lo que haría en aquellos minutos. Ignoro si debía acompañarla. Que más le contaría si todo se lo había contado. De la enfermedad, de los ingresos, del cajón abarrotado de pastillas, porque nuestras vidas habían sido una montaña rusa, subiendo, bajando, perdiendo trabajos, buscándole justificación a mis viajes sin fecha de retorno. Desde el salón la escuché cantar, luego tiró algo contra el piso y me llamó. Al ver que no iba me pregunto si con el tiempo resultaríamos favorecidos. No sé a que se refería. Entonces volvió a cantar.Anoche me acosté y la vi con sus ojos semiabiertos rasgándose la cara. Tenía un motor de inyección que gobernaba su decisión. Viajaba como siempre, ella hacía y deshacía yo la miraba tratando de entender todos sus gestos.-¿Cuánto tiempo ha pasado desde aquella noche?Ya no pierde peso, ya no me dice nada, se le fue mitigando el hambre en forma paulatina. Ya no hay excursiones secretas al refrigerador. Su cuerpo pesado, amorfo, desajustado, pero no tengo instrumentos para hacer nada. Un día más un día menos según se mire.Siento deseos de abrazarla, de acariciar su cabello, reparar nuestra intimidad. He vuelto a reír duro. No sé si lo suficiente. Hurgo en mi memoria un dicho, una cita, algo que la haga reír, me siento, me planto a beber, me emociona tanto el trago que pongo música. Me demoro en decir algo al pensar pero se lo digo gritando y uso una de sus pastillas buscando estrategias. Me causa temor el que no hable nada entonces no puedo más y la toco, la tomo por un brazo y la empujo hasta colocarla boca arriba.No me reconoce, se ha encerrado, no quiere ningún contacto con el exterior. Si me lanzara una silaba no la molestaría más pero no lo hace, le reprocho.
-¡Que siempre colaboro! -insisto en molestarla para que reaccione. Le pido nuestros ahorros. Marisa puede decir misa pero igual despilfarra. Inventará algo. Como yo escribo poesía aquella vez me dijo que la música también era poesía, me mostró un pentagrama con una encadenación de notas y salió corriendo para comprar un piano. Una semana sin comer. Allí comenzó otro de los tantos episodios desfavorables que no quiero repetir. Cuántas veces lo hice.Ahora estaba seguro de lo que deseaba. Rápido me puse de su lado y la abrace explicándole que ya no me iría. Nunca me había prohibido nada y la única forma que tenía de vencer un pecado es ceder ante ellos y ya yo había cedido ante todos como Marisa. Ahora mi única tentación era su amor y su cuerpo.
Afuera empezaba a escucharse agitación, el ruido de los motores de los autos. Cuántos estarán en la misma confrontación. Yo quería elaborar un nuevo proyecto de vida por eso utilizaría todo el tiempo necesario para analizar mi relación con Marisa. Ninguna teoría de la vida me parecía tan interesante comparada con la vida misma.Sé que muchas veces la he molestado pero siempre nos hemos puesto de pie y hemos recorrido los caminos juntos, mientras pienso una aguda punzada me atraviesa, me hace temblar. De repente brota una bruma de lágrimas, abro mi mano y la pongo sobre su espalda, la frialdad me asombra, un aleteo me perturba en los oídos. Ella que siempre tuvo una temperatura tan alta.El color escarlata de sus labios se disipa y se torna oscuro entonces acerco mis labios a sus labios, la levanto, la vuelvo a poner sobre la cama, difícilmente puedo sacarla de su posición. Le quito la ropa, la cubro con las sabanas, la peino con mis dedos. Trato de reparar el descolor de sus labios pintándolos. Poco a poco fui sintiendo una risa surgir desde lo más profundo de mi estómago, me puse a jugar con un largo cortapapeles que tenía forma de caparazón de armadillo.
Comenzaba a preguntarme hasta qué punto resistiría. La puesta del sol alumbraba de un dorado extraño las ventanas superiores de la casa y me sentía totalmente feliz. Bastaba que volteara, observar a Marisa mientras sacaba un cigarro de la pitillera. Las hojas secas comenzaban a caer con la brisa y la incertidumbre junto a una risa nerviosa hacían una ilusión que trataba de descifrar.Marisa tenía las orejas tiesas con las puntitas negras. En aquel momento por primera vez vi más allá de la vanidad, de la farsa, de la estupidez, del vacío. Me había dado cuenta del profundo amor que sentía por Marisa. Empecé a retroceder, empecé a sentirme agotado, seguro de no haber logrado nada. Traté de pensar que cuando se tiene una experiencia inquietante la mente hace toda clase de malas pasadas. Pude distinguir mi ira. Marisa y su inmovilidad la habían provocado. Marisa y su diario cotidiano. Ese corto y delgado hilo que divide un amor grandioso de lo cursi, la cabeza me daba vuelta y sentí un mareo acompañado de nauseas. Recorrí la habitación con la mirada. Arrugué la nariz al oler un aire mohoso y viciado, mientras recuperaba recuerdos el calor se incrementaba, la gordura de su rostro.
Centrada en el techo ¿qué veía?Notaba una nube de desesperación suspendida. Era demasiado doloroso. Esta vez la sacudí más fuerte. Le hable durante más de dos hora sin detenerme. De la primera carta, de los poemas, de las mezclas. Su elección a mi entender era simple pero quería convencerla. Estaba obligado a escuchar algo de sus propios labios, le grité, le exigí con más fuerzas sacudiéndola por enésima vez con tal violencia que cayó de la cama. La cabeza me daba vueltas, respiré con dificultad, más bien resollaba. Sentía que se agotaban todos los tiempos. Horas en que me sentía más débil de tanto insistir en sus señas y me tambalee hacia atrás y el calendario.Tres días después no concebía un solo minuto más. Examiné mi aspecto, temblaba, Marisa estaba unida a mi existencia, mi ensueño transcurrió. Corríamos juntos y nos acercábamos de prisa. Ella se iba descomponiendo en su recorrido, planteándose nunca más ponerse en cuerpo entonces mi carrera bajaba de intensidad hasta quedar en medio esperando un diagnóstico.Haciendo guardia creí escuchar voces y ver una sombra que correteaba. Algo que le devoraba la piel. Aquel silencio fue sustituido por un sonido extraño, un hervir, como si miles de organismos minúsculos y pegajosos lucharan por un bocado dentro de sus ojos arrancándole la última mirada.
Autor:
Juan Carlos Vasquez
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