¿Sabía qué los textos bíblicos más antiguos en las lenguas originales no estaban divididos en capítulos ni en versículos? En los "originales" no había separación entre las palabras, ni vocales, ni signos de puntuación, ni títulos de cabecera que ayudasen a localizar los pasajes bíblicos. Estas divisiones se incorporaron durante el Renacimiento cuando se comenzaron a editar los primeros libros con páginas, títulos, capítulos e índices, para facilitar la lectura.
Las modificaciones en firme se produjeron durante la Edad Media cuando los masoretas (especialistas judíos encargados de fijar, conservar el texto exacto de la Biblia), concibieron una división en frases cortas, pero con sentido completo, lo cual permitía dar un cierto ritmo a la voz del lector.
La actual división en capítulos parece haber sido esbozada en el siglo XI por Lanfranc, consejero de Guillermo el conquistador. En los albores del siglo XIII, en París, Stephen Langton, profesor en la Sorbona, que llegó a ser arzobispo de Canterbury, desarrolló la estructura al establecer una división en capítulos, más o menos iguales o muy similares a la que tenemos en nuestras Biblias impresas.
Hacia el 1226, los libreros de París, introducen estas divisiones en capítulos en el texto bíblico, dando lugar a la que se conoce como la Biblia Parisina. Desde entonces esta división se hizo universal. En 1565, Teodoro de Beza inscribe los números de los versículos en el interior del texto mismo.
La división en los capítulos y versículos tienen sus ventajas y desventajas: Una de las ventajas, por la fácil ubicación de un texto, pero a la par, una desventaja en el hecho de que las divisiones no corresponden a la terminación de una idea para abordar la otra.
II. Los libros con y sin estructura
En este punto es importante hacer notar que hay libros que tienen capítulos o pasajes que son totalmente independientes y por tanto, no puede definirse fácilmente su estructura. Me refiero a textos como Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares y las tres cartas universales de Juan.
Los libros que fácilmente se pueden bosquejar son Génesis, Job, Jonás, Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Romanos, Efesios, Filemón, y el Apocalipsis.
III. Identificando la estructura o bosquejo
La recomendación siempre será la misma: Tomar papel y lápiz y comenzar a hacer anotaciones conforme se avanza en la lectura del texto. Los aspectos que llaman la atención, apuntarlos.
Tenga presente que todo autor bíblico tenía un propósito en mente. Generalmente ordenó sus ideas. Las plasmó por escrito con ayuda del Espíritu de Dios le hablaba. No escribieron por llenar espacio únicamente. Si esa idea nos asiste, nos será más fácil a la tarea de descubrir las ideas relevantes.
Cuando vamos definiendo una posible estructura para el libro o pasaje, vamos teniendo una mayor comprensión de lo que quería expresar el autor, de la forma como pretendía llegar a los destinatarios finales y, también, qué buscaba como reacción una vez se leyera el escrito.
Si bien es cierto hay libros que nos ayudan con los bosquejos, lo ideal es que usted y yo elaboremos nuestros propios bosquejos del libro, y por supuesto, de los capítulos.
IV. Definiendo ideas principales y secundarias
Las ideas principales que encontramos en el libro, nos ayudarán a definir cuál es el mensaje central. Es necesario valorarlas para mirar cuál está en primer orden. En algunos casos, varias ideas principales tendrán elementos coincidentes, con lo que resultará mucho más fácil encontrar la idea central.
Usted una vez define las ideas principales, las separa. Son los puntos centrales. Ahora, preste atención a un aspecto interesante: En la mayoría de los casos encontraremos capítulos que están ligados a esas ideas principales. Si lo que está es estudiando un capítulo, encontrará versículos que giran alrededor de las ideas principales, les sirven de soporte.
Hay dos preguntas que resultan una valiosa ayuda cuando estamos definiendo la estructura o bosquejo de un libro o un pasaje. Quizá las recuerde. Si no es así, las cito nuevamente: La primera, ¿cuál es el mensaje principal que encuentro en este libro o pasaje?, y la segunda: ¿Qué capítulos o versículos giran alrededor del tema principal?
El trabajo se facilita cuando tenemos en cuenta tres aspectos:
a. Esquema cronológico – Los tiempos transcurridos entre uno y otro hecho
b. Esquema de acontecimientos
c. Esquema de temas – Unir los que son afines o complemento uno de otro
Hay que tener en cuenta la repetición de frases o palabras clave; los relatos o historias o los temas puntuales que se abordan.
A continuación le compartimos dos ejemplos de bosquejos de libros, tomados del autor cristiano, Daniel Alejandro Flores:
Bosquejo del Evangelio de Mateo
I. Preparación para el ministerio, otoño, 27 d. C., 1:1-13.
II. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 1:14 a 7:23.A. Primer ministerio en Galilea, 1:14-34.B. La primera gira misionera, 1:35-45.C. Ministerio en y alrededor de Capernaúm, 2:1 a 3:19.D. La segunda gira misionera, 3:20 a 5:43.E. La tercera gira misionera, 6:1 a 7:23.III. Retiro del ministerio público, primavera a otoño, 30 d. C., 7:24 a 9:50.A. Ministerio en las regiones limítrofes a Galilea, 7:24 a 8:10.B. Vislumbres de la cruz, 8:11 a 9:50.
IV. Ministerio en Perea, otoño 30 d. C. a primavera 31 d. C., 10:1-52.
V. Conclusión del ministerio en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 11:1 a 15:47.A. Conflictos con los escribas y los fariseos, 11:1 a 12:44.B. Profecía de Jesús en cuanto a la caída de Jerusalén y su segunda venida, 13:1-37.C. Arresto y juicio de Jesús, 14:1 a 15:20.D. Crucifixión y entierro de Jesús, 15:21-47.
VI. Resurrección y apariciones de Jesús, 16:1-20.
I. Nacimiento, infancia y niñez, 1:1 a 2:23.A. Antes del nacimiento de Jesús, 1:1-25.B. La niñez de Jesús, 2:1-23.
II. Preparación para el ministerio, otoño (septiembre-noviembre) de 27 d. C., 3:1 a 4:11.A. Ministerio de Juan el Bautista, 3: 1-12.B. El bautismo, 3:13-17.C. La tentación, 4:1-11.
III. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 4:12 a 15:20.A. Comienzos del ministerio en Galilea, 4: 12-25.B. El Sermón del Monte, 5:1 a 8:1.C. El poder de Jesús sobre la enfermedad, la naturaleza y los demonios, 8: 2 a 9:34.D. Instrucción sobre métodos de evangelización, 9:35 a 11:1.E. La delegación enviada por Juan el Bautista, 11:2-30.F. Conflicto con los fariseos, 12:1-50.G. El sermón junto al mar: parábolas del reino, 13:1-52.H. Fin del ministerio público en Galilea, 13:53 a 15:20.
IV. Terminación del ministerio público, primavera a otoño (marzo-noviembre), 30 d. C., 15:21 a 18:35.A. Ministerio en las regiones vecinas a Galilea, 15:21-39.B. Nuevos conflictos con los fariseos, 16:1-12. 269C. Preparación para la cruz, 16:13 a 17:27.D. La importancia de la humildad en las relaciones humanas, 18:1-35.
V. Ministerio en Perea, otoño a primavera (septiembre-mayo), 30-31 d. C., 19:1a 20:34.A. Enseñanzas en Perea, 19:1 a 20:16.B. El último viaje a Jerusalén, 20:17-34.
VI. Ministerio final en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 21:1 a 27:66.A. Conflicto con los escribas y fariseos, 21:1 a 23:39.B. Instrucciones en cuanto a la segunda venida de Cristo, 24:1 a 25:46.C. El arresto y el juicio, 26:1 a 27:31.D. La crucifixión y la sepultura, 27:32-66.
VII. La resurrección; apariciones posteriores, 28:1-15.A. La gran comisión, 28:16-20.
(Texto de Daniel Alejandro Flóres)
Bosquejo del Evangelio de Marcos
I. Preparación para el ministerio, otoño, 27 d. C., 1:1-13.
II. Ministerio en Galilea, de pascua a pascua, 29-30 d. C., 1:14 a 7:23.A. Primer ministerio en Galilea, 1:14-34.B. La primera gira misionera, 1:35-45.C. Ministerio en y alrededor de Capernaúm, 2:1 a 3:19.D. La segunda gira misionera, 3:20 a 5:43.E. La tercera gira misionera, 6:1 a 7:23.
III. Retiro del ministerio público, primavera a otoño, 30 d. C., 7:24 a 9:50.A. Ministerio en las regiones limítrofes a Galilea, 7:24 a 8:10.B. Vislumbres de la cruz, 8:11 a 9:50.
IV. Ministerio en Perea, otoño 30 d. C. a primavera 31 d. C., 10:1-52.
V. Conclusión del ministerio en Jerusalén, pascua, 31 d. C., 11:1 a 15:47.A. Conflictos con los escribas y los fariseos, 11:1 a 12:44.B. Profecía de Jesús en cuanto a la caída de Jerusalén y su segunda venida, 13:1-37.C. Arresto y juicio de Jesús, 14:1 a 15:20.D. Crucifixión y entierro de Jesús, 15:21-47.
VI. Resurrección y apariciones de Jesús, 16:1-20.
(Texto de Daniel Alejandro Flóres)
Una recomendación oportuna es que, en adelante, cada vez que lea un pasaje bíblico, trate de tener un panorama completo para que sepa de qué trata en su conjunto y pueda encontrar más fácilmente las particularidades.
© Fernando Alexis Jiménez
¿Qué importancia tienen la gramática, la sintaxis y las palabras en el estudio de la Biblia? (Lección 6)
Comparto con usted una infidencia: Aun cuando paso mucho tiempo escribiendo, por años creí aburridor estudiar la estructura de los textos, desde los capítulos de un libro hasta segmentos específicos del material que estaba leyendo. Lo que aprendí mientras cursaba la carrera me parecía que no tenía sentido profundizar en reglas ortográficas, de construcción de las oraciones etc.
¿Cuál es mi perspectiva ahora? Que estaba en un error. Y lo comparto con usted: tremendo error desconocer la gramática, la sintaxis y el análisis de las palabras, muchísimo más cuando nos adentramos a escudriñar las Escrituras. Y aplicando un refrán latinoamericano, le invito para que "Al mal paso le demos prisa". Aprendamos por tanto acerca de estos tres elementos fundamentales para todo estudiante serio de la Biblia…
La gramática en el estudio de la Biblia
En primera instancia definamos la gramática y miremos su importancia: "La gramática es el estudio de las reglas y principios que gobiernan el uso de las lenguas y la organización de las palabras dentro de unas oraciones y otro tipo de constituyentes sintácticos. También se denomina gramática al conjunto de reglas y principios que gobiernan el uso de una lengua concreta determinada; de esta manera entendemos que cada lengua tiene su propia gramática."
¿Cómo encaja en el estudio Escritural? Cuando nos acercamos a un pasaje bíblico es importante identificar dónde comienza una idea, dónde termina y en dónde inicia una nueva idea. Recuerde que los escritores de la Palabra escribieron con fundamento en ideas específicas que, concatenadas, daban lugar a un mensaje completo. Nuestra pericia debe enfocarse en identificar ideas completas.
Ahora, hay pasajes que no permiten identificar fácilmente dónde termina y comienza una nueva idea. Le pongo dos ejemplos: Juan 1:1-5 y también Hebreos 10:1-25. Le invito para que lea estas porciones de la Palabra. Descubrirá que en apariencia hay ideas que se podrían señalar como muy definidas, pero si mira la estructura, encontrará que el asunto no es tan fácil. Las ideas están tan íntimamente ligadas, en los dos pasajes, que ameritan un estudio cuidadoso, libreta de apuntes en mano.
Piense que algunas de las ideas de los pasajes están concatenadas y deben ser descubiertas paso a paso, para no incurrir en errores teológicos y doctrinales cuando las exponemos a la comunidad de creyentes. Ninguna oración o idea de un texto puede ser extraída, sin tener en cuenta el contexto. Como lo hemos visto en Lecciones anteriores, deben mirarse como parte de un conjunto de textos bíblicos, evaluando cuidadosamente lo que hay antes y lo que hay después.
Ahora, ¿qué ocurre cuando estamos estudiando una oración, párrafo o versículo específico? Debemos procurar cómo se estructuró. En el Español utilizamos una lógica sencilla:
SUJETO ( VERBO ( COMPLEMENTO ó PREDICADO
Es a lo que estamos acostumbrados. En el griego—idioma en el que se escribió gran parte del Nuevo Testamento–, que sentó buena parte de las bases para el español, el esquema es muy similar:
SUJETO ( VERBO ( OBJETO
La variación más significativa la encontramos en el hebreo, idioma del Antiguo Testamento. En este caso la estructura de las oraciones vendría a ser la siguiente:
VERBO ( SUJETO ( OBJETO.
Ahora, si hilamos un poco más fino, encontramos que en el hebreo, original de muchos textos, las oraciones son nominales y la estructura es:
SUJETO ( PREDICADO
¿Comprende ahora la importancia de tomar una oración, párrafo o versículo para estudiarlo cuidadosamente? Es importante no sacar conclusiones fáciles o superficiales, sino estudiar a fondo el texto, observando la estructura que presenta.
La sintaxis en el estudio de la Biblia
Vamos a un segundo aspecto, definir lo que es sintaxis: "La sintaxis es la parte de la gramática que estudia las reglas y principios que gobiernan la combinatoria de constituyentes sintácticos y la formación de unidades superiores a estos, como los sintagmas y oraciones gramaticales. La sintaxis, por tanto, estudia las formas en que se combinan las palabras, así como las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas existentes entre ellas."
Si la gramática estudia las reglas que gobiernan una oración, la sintaxis se orienta a definir las reglas que gobiernan la unión de varias oraciones, párrafos o versículos.
¿Qué es entonces lo que debemos hacer? Primero, estudiamos una oración específica, y luego la miramos dentro de su contexto. La idea es que no saquemos ninguna oración o párrafo de su contexto. Es un principio que debe animar a todo estudiante de la Biblia.
Una de las formas aconsejables de estudiar textos e identificar ideas específicas en oraciones, párrafos o versículos, es la utilización de varias versiones de la Biblia. A la tradicional Reina Valera 1960, que dicho sea de paso tiene algunas inconsistencias, sería aconsejable sumarle Versiones Populares o en traducción contemporánea.
Importancia a de las palabras en un texto bíblico
Cuando estamos estudiando un texto bíblico (que hemos aprendido a dividir en oraciones, párrafos o versículos con el fin de identificar las ideas completas) es importante que nos enfoquemos en palabras específicas que pueden constituir el eje central de una oración o bien, llaman nuestra atención. ¿Cuál es la razón? Es importante que investiguemos su raíz original de acuerdo al idioma al que pertenezcan: hebreo, arameo o griego.
Aquí es importante recabar que muchas de las formas como se vierten estas palabras al español, no interpretan todo su sentido o, al menos, parte de su sentido original.
Para hacer este estudio y sin que usted sea un erudito en lenguas, podría consultar el Diccionario Hebreo – Griego, de Vine, o bien la Concordancia Exhaustiva Hebreo – Griego, de Strong. Incluso puede resultar valioso un Diccionario de Español, en términos sobre los que tengamos dudas.
En todo este proceso, reitero, es importante tener a mano una libreta anotar las palabras que vamos a investigar. Junto al término se anota su ubicación: libro, capítulo y versículo específicos.
Comparto finalmente cinco claves que le ayudarán en el estudio de los textos:
a. ¿En qué contexto se escribió esta palabra—tener en cuenta el antes y el después–?
b. ¿Cómo se usa esa misma palabra en otro pasaje bíblico?
c. ¿Cómo se usa esa misma palabra en otros libros de la Biblia?
d. Tener en cuenta que la palabra puede tener varios significados en su idioma origina
e. No pretender buscar "significados ocultos" en esas palabras
No olvide que el estudio de un texto o palabra, tiene en cuenta el contexto, la gramática, la sintaxis y los idiomas originales como acabamos de ver.
© Fernando Alexis Jiménez
El papel de las figuras literarias en el Estudio de la Biblia (Lección 7)
Cuando estudiamos cuidadosamente la Biblia, encontramos dos hechos significativos: el primero, que Dios utilizó hombres del común para escribir los textos, ajustados a su realidad y el los términos de lenguaje que dominaban, y el segundo, que la forma como se expresaron era fácil de entender para todos los destinatarios.
Ahora, cuando se redactaron los textos en las Escrituras, se utilizaron dos formas: las expresiones literales—sin mayor complicación—y el lenguaje simbólico o figurado. Hablamos de un lenguaje figurado cuando el mensaje es representado por un objeto o persona.
Ahora, las palabras evolucionan así como su significación en medio de una cultura o de una región específica. Igual ocurre con las figuras. Este hecho lleva a que, al escudriñar las Escrituras, no pretendamos sacar una "revelación" especial u oculta en un pasaje en el que se utilizan figuras; lo aconsejable es mirar de qué figura se trata y evaluar—con sumo cuidado y de ser posible comparando otros textos bíblicos.
¿Dónde son más comunes las figuras literarias? En el Antiguo Testamento más que en el Nuevo Testamento, salvo en el libro de Apocalipsis en donde abundan.
Quizá usted se pregunta: ¿Qué es una figura? Es una imagen o expresión que encierra simbología. Permítame aquí ponerle un ejemplo. Tomemos la palabra andar (del griego peripateo) Usted y yo, en occidente, entendemos que es caminar.
Cuando vamos a Marcos 2:9, Juan 5:8 y Hechos 3:6, hallamos el término andar expresado literalmente, que es caminar. Cuando vamos a textos como Gálatas 5:16, 1 Tesalonicenses 2:12, Colosenses 1:10 y Efesios 4:1, encontramos que andar se está refiriendo a asumir un nuevo estilo de vida y movernos en esa dimensión, lo que por supuesto, está asociado a cambiar paradigmas de pensamiento y comportamiento.
Comprende ahora el por qué resulta complicado sacar deducciones de primera mano, al leer un texto bíblico que contiene figuras literarias, sin antes hacer un cuidadoso análisis. Insisto en que es esencial distinguir lo literal de lo figurado.
¿Cómo podemos hacer la diferencia entre literal y figurado?
Con frecuencia la primera pregunta que surge en los estudiantes de la Biblia es: ¿Cómo podemos hacer la diferencia entre literal y figurado en un pasaje bíblico? En esencia hay tres formas de saberlo:
a. Cuando la figura que se utiliza no tiene relación con personas o eventos
b. Cuando humanamente resulta imposible concebir que esa figura esté asociada con algo del común, como podemos apreciar en Mateo 8:22; 18:8, 9 y Juan 15:5.
c. Cuando un pasaje bíblico entra en conflicto con otro justo cuando se refiere a una persona o evento en particular. Para ilustración, comparto dos ejemplos: 1 Corintios 15:22 frente a Juan 11:26 y Juan 2:19 frente a Juan 2:21.
Algunas figuras literarias
Para que tengamos un panorama mucho más claro respecto a las figuras literarias, que no son nada del otro mundo o que deba infundir temor—comprendo que lo académico no siempre resulta atrayente—comparto algunas de las más reconocidas:
1. Modismos. Son las formas muy particulares utilizadas en regiones o ciudades actualmente, pero que también en los tiempos bíblicos tenían ocurrencia. Le invitamos a tomar como ejemplo Josué 2.11; 5:1; 7:5; 2 Samuel 17:10; Isaías 13:9-11; Ezequiel 32:7, 8; Joel 2:10.
2. Símil. Comparación de dos cosas, objetos, eventos o personas utilizando el conectivo "semejante a" y también "es como". Todo con el propósito de compartir una enseñanza. Le invito a leer Jeremías 23:29; Mateo 13:33.
3. Metáfora. Cuando se alude a dos objetos, cosas o personas que convergen para dar una enseñanza específica. Le invito a leer Génesis 49:9; Mateo 5:13-16; Juan 8:12.
4. Metonimia. Una figura utilizada cuando algo es específico y se sustituye por otra persona, objeto o cosa. Por favor lea Amós 7:9; Lucas 16:29; Mateo 26:27.
5. Sinécdoque. Cuando una parte de algo puede referirse al todo de ese algo o un todo, puede referirse a algo específico. La mejor ilustración la encontrará en Lucas 2:1; hechos 24:5; Romanos 1:8; 19:27.
6. Hipérbole. Se trata de una exageración, a veces ciertas, por parte del autor con el fin de enfatizar una enseñanza (Génesis 15:1-6; Números 13:33; Deuteronomio 1:28; Juan 21:25)
7. La personificación. Una figura mediante la cual se atribuye a un objeto algo propio de quien tiene vida o se le asocia con lo que haría una persona. Para mejor ilustración lea Isaías 3:26, 14:7, 8; Salmo 114: 3, 4 y Habacuc 3:10, 11.
8. La ironía. Figura a través de la cual se busca decir algo, despertando un aire jocoso, con el fin de enfatizar una enseñanza. Generalmente se llama ironía porque lo que se busca enseñar es diametralmente opuesto de la persona, objeto o cosa que se menciona. Le invito a leer Job 12:2, 1 Reyes 18:27; Mateo 27:29; 1 Corintios 4:8).
9. Eufemismo. Se trata de un lenguaje agradable y en cierta medida diplomático que sustituye lo que podría sonar ofensivo. Ejemplos específicos los encontramos en 1 Samuel 24:3.
10. Alegoría. Se trata de un relato con una enseñanza espiritual. Le invito a leer Proverbios 5:15-18; Efesios 6:11-17 y Gálatas 4:21-31.
11. Parábola. Es una figura que se caracteriza por un símil prolongado. Es una historia con una moraleja o enseñanza especial (2 Samuel 12:1-6 y las enseñanzas del Señor Jesús en los Evangelios)
Otras figuras sobre las que no abundaremos en detalles porque se presentan pero muy escasamente en la Biblia, son la Litole, la Aposiopesis, el Proverbio y la Hendiadis.
© Fernando Alexis Jiménez
Fuentes de Información que nos ayudan en el Estudio Bíblico (Lección 8)
Cuando nos disponemos a seguir profundizando en el estudio de la biblia es necesario que llevemos también con nosotros una Caja de Herramientas. Nos serán muy útiles en el trabajo que nos disponemos a emprender.
Le describo a continuación algunos de sus principales apoyos o fuentes de información, que le serán muy útiles:
1. Una Concordancia Bíblica: Debido a que relacionan en qué versículos de toda la Biblia se encuentra una palabra específica, resulta muy oportuna y necesaria cuando estamos estudiando un tema específico. De ser posible, hagamos el ejercicio de ver cómo se aplica esa palabra en otros pasajes Escriturales.
2. Una concordancia hebreo-griego: Como la Biblia se escribió originalmente en hebreo, griego y algunos fragmentos de arameo, es importante tener una Concordancia Hebreo-Griego. Una que se recomienda es la Strong, que resulta muy completa. También la Vine es muy completa.
3. Varias versiones de la Biblia: Además de la tradicional Biblia Reina Valera 1960, muy difundida en América Latina, conviene tener a mano versiones en lenguaje actual, que ayudan a dilucidar interrogantes cuando estamos leyendo un texto específico. Es bueno comparar lo que dicen las versiones.
4. Una Biblia Temática: Generalmente desarrollan temas específicos y asocian los versículos que sirven de soporte. Si hablan de FE, inmediatamente citan los pasajes que están íntimamente ligados a esta temática.
5. Un Diccionario Bíblico: Resulta muy necesario porque explica aspectos, temas, personajes, eventos y muchos aspectos de las Escrituras que nos permiten despejar inquietudes y, además, ampliar nuestro panorama de información cuando estamos desarrollando el estudio sistemático.
6. Una Enciclopedia de la Biblia: es mucho más completa que un Diccionario Bíblico y hace posible no solo despejar interrogantes sino, además, profundizar en el análisis que hacemos de cualquier pasaje de las Escrituras.
7. Un Atlas de la Biblia: Debido a que las Escrituras con frecuencia citan lugares geográficos específicos, resulta necesario ubicarlos. Nos ayudan mucho para conocer las condiciones de terreno—si es desierto o costa–, y contribuyen a despejar inquietudes para tener un contexto claro de lo que estamos leyendo en la Palabra.
8. Comentarios Bíblicos: Recuerde que, al estudiar la Biblia, somos usted y yo quienes sacamos nuestras propias conclusiones a partir de las enseñanzas que contiene el texto. No obstante, vale la pena consultar—una vez hayamos hecho nuestro propio estudio—qué dicen respecto de determinado pasaje otros autores contemporáneos.
Lo más importante es que nos demos al estudio de la Biblia de una manera concienzuda no solo para nuestra propia edificación sino por la enorme responsabilidad que tenemos al enseñar a otras personas.
Se avecina un nuevo nivel
Hemos terminado un primer Ciclo en el proceso de Interpretación de la Biblia. Las próximas Lecciones estarán encaminadas a profundizar en el estudio Escritural. Si hay alguna Lección que no ha leído aún, le sugerimos tomarse el tiempo para hacer el respecto análisis.
© Fernando Alexis Jiménez
Los libros de la Ley (Lección 9)
La hemos atravesado una de las etapas más dispendiosas pero a la vez enriquecedoras: el análisis de los textos bíblicos, observando con cuidado su contexto, normas gramaticales, de sintaxis así como las diferentes figuras y géneros literarios utilizados. Comprendo que puede parecer engorroso, pero es esencial si queremos tener una aproximación más profunda a la Palabra de Dios.
Le invito para que nos acerquemos a una división sencilla de los diferentes libros que contemplan el conjunto de la Biblia, para luego adentrarnos en los libros de la Ley.
Libros del Antiguo Testamento
Estos libros se dividen en cuatro grandes segmentos, de la siguiente manera:
Libros de Poesía (5)
Libros de Profecía (17)
Libros de la Ley (5)
Libros de Historia (12)
Libros del Nuevo Testamento
Libros de Biografía (4)
Libros de Historia (1)
Epístolas (21)
Profecía (1)
Ahora, ¿Cómo identificamos a qué categoría pertenecen? Es necesario un estudio detenido, teniendo en primera instancia, una aproximación al tipo de prosa que se utiliza. Ese paso será muy útil en el proceso de saber si se trata de libros de poesía, historia, profecía, la ley, biografías o epístolas.
¿Cuáles son los Libros de la Ley?
Los libros de la Ley son cinco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Les invito para que veamos una breve síntesis de cada uno de ellos:
Génesis. Significa "generación" u origen. El nombre nos indica que este primer libro de la Revelación contiene los misterios de la prehistoria y los comienzos del Reino de Dios sobre la tierra. Describe, en particular, la creación del universo y del hombre, la caída de los primeros padres, la corrupción general, la historia de Noé y el diluvio.
Luego el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre de Babel, la separación de Abraham de su pueblo y la historia de este patriarca y de sus descendientes: Isaac, Jacob, José, para terminar con la bendición de Jacob, su muerte y la de su hijo José. En esta sucesión de acontecimientos históricos van intercaladas las grandes promesas mesiánicas con que Dios despertaba la esperanza de los patriarcas, depositarios de la Revelación primitiva.
Exodo, es decir, "salida", se llama el segundo libro, porque en él se narra la historia de la liberación del pueblo israelita y su salida de Egipto. Entre el Génesis y el Exodo median varios siglos, es decir, el tiempo durante el cual los hijos de Jacob estuvieron en el país de los Faraones. El autor sagrado describe en este libro la opresión de los israelitas; luego pasa a narrar la historia del nacimiento de Moisés, su salvamento de las aguas del Nilo, su huida al desierto y la aparición de Dios en la zarza.
Refiere después, en la segunda parte, la liberación misma, las entrevistas de Moisés con el Faraón, el castigo de las diez plagas, el paso del Mar Rojo, la promulgación de la Ley de Dios en el Sinaí, la construcción del Tabernáculo, la institución del sacerdocio de la Ley Antigua y otros preceptos relacionados con el culto y el sacerdocio.
Levítico es el nombre del tercer libro del Pentateuco. Derívase la palabra Levítico de Leví, padre de la tribu sacerdotal. Trata primeramente de los sacrificios, luego relata las disposiciones acerca del Sumo Sacerdote y los sacerdotes, el culto y los objetos sagrados.
Con el capítulo 11 empiezan los preceptos relativos a las purificaciones, a los cuales se agregan instrucciones sobre el día de la Expiación, otras acerca de los sacrificios, algunas prohibiciones, los impedimentos matrimoniales, los castigos de ciertos pecados y las disposiciones sobre las fiestas. En el último capítulo habla el autor sagrado de los votos y diezmos.
Números es el nombre del cuarto libro, porque en su primer capítulo refiere el censo llevado a cabo después de concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del monte de Dios. A continuación se proclaman algunas leyes, especialmente acerca de los nazareos, y disposiciones sobre la formación del campamento y el orden de las marchas.
Casi todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el último año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los sucesos de los treinta y ocho años precedentes. Descuellan algunos por su carácter extraordinario; por ejemplo, los vaticinios de Balaam. Al final se añade el catálogo de las estaciones durante la marcha a través del desierto, y se dan a conocer varios preceptos sobre la ocupación de la tierra de promisión.
El Deuteronomio es, como expresa su nombre, "la segunda Ley", una recapitulación, explicación y ampliación de la Ley de Moisés. El gran profeta, antes de reunirse con sus padres, desarrolla en la campiña de Moab en varios discursos la historia del pueblo escogido inculcándose los divinos mandamientos.
En el primero (1-4, 43), echa una mirada retrospectiva sobre los acontecimientos en el desierto, agregando algunas exhortaciones prácticas y las más magníficas enseñanzas. En el segundo discurso (4, 44-11, 32) y en la parte legislativa (caps. 12-26), el legislador del pueblo de Dios repasa las leyes anteriores, haciendo las exhortaciones necesarias para su cumplimiento, y añadiendo numerosos preceptos complementarios.
Los dos últimos discursos (cap. 27-30) tienen por objeto renovar la Alianza con Dios, lo que, según las disposiciones de Moisés, ha de realizarse luego de entrar el pueblo en el país de Canaán. Los capítulos 31-34 contienen el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, el cántico profético de éste, su bendición, y una breve noticia sobre su muerte. El Deuteronomio es, según dice S. Jerónimo, "la prefiguración de la Ley evangélica" (Carta a Paulino). (Los textos fueron tomados de la Sección Pentateuco de Aciprensa.com)
La Ley es conocida en la codificación de la Biblia hebrea como La Torá.
Características de los libros de la Ley
1. Los libros de la Ley contemplan las normas de Dios para el pueblo de Israel, muchos de los cuales aplican a nuestro actual.
2. Los libros de la Ley se fundamenta en el Pacto de Dios con Israel (Éxodo 19)
3. Los libros de la Ley contemplan normas específicas que tocaban la realidad del pueblo de Israel y ponían orden en medio de sociedades paganas en las que se desenvolvían.
4. Ninguno de los libros de la Ley es modificado, refutado o puesto en tela de juicio en el Nuevo Testamento.
5. Los libros de la Ley fueron reafirmados por los autores del Nuevo Testamento. Hay concordancia y no contradicción entre sí.
6. Los libros de la Ley si los aplicamos a nuestro contexto, resultan edificantes especialmente en aspectos de moral porque las prácticas paganas—caracterizadas por la inmoralidad—son las mismas que prevalecen en nuestro entorno (perversión sexual, incesto etc.)
7. Los libros de la Ley son paralelos a leyes que se conocen desde 1600 a.C., entre los que podemos citar el Código Hammurabi.
La Ley ponía freno a Israel
Aunque las normas trazadas en los libros de la Ley ponían orden al pueblo de Israel, con frecuencia—era una de sus características–, la quebrantaban. Dios les reconvenía por su actitud, pero ellos recaían en lo mismo.
El Señor Jesús, durante su ministerio terrenal, fue claro en enfatizar: "No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir"(Mateo 5:17. La Biblia de Las Américas)
Cabe recordar que las Leyes tenían dos categorías muy particulares: Unas eran de carácter civil, y otras de carácter ritual.
Pautas para la interpretación de los libros de la Ley
Cuando nos encontramos ante libros de la Ley es importante formularnos algunas preguntas: ¿Cómo afectaron estas leyes al pueblo de Israel?¿Cómo se aplican estas leyes a nuestro contexto?¿Cómo debemos interpretarlas?
Recordemos, y permítame enfatizar en esto, que muchas de las Leyes todavía tienen particular vigencia para nosotros ahora.
Jamás deje de ver la totalidad de los libros de la Ley como parte de la Palabra de Dios, inspirada, útil para nuestra edificación. ¿La razón? Contienen altos estándares que nos pueden resultar muy útiles hoy, ahora.
Si tiene alguna inquietud, por favor no dude en escribirme a [email protected] o llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
Los libros Históricos (Lección 10)
Generalmente los estudiantes de la Biblia muestran reticencia a profundizar en los libros de la Ley o la Torá. No obstante el panorama cambia cuando nos aproximamos a los libros Históricos. Una de las primeras razones es el lenguaje como se escribió, la figura narrativa que se utiliza y porque, generalmente, refiere a incidentes que muestran el cumplimiento del Plan de Dios en medio de Israel, Su pueblo, al que pertenecemos nosotros hoy espiritualmente.
Ahora, tenga en cuenta que la narrativa es la forma prevaleciente en los libros del Antiguo Testamento. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que constituye el 75% de la totalidad de los textos que contiene el Canon veterotestamentario.
¿Recuerda cuáles son los libros Históricos? Por si los ha olvidado o sencillamente no los conoce, se los relaciono a continuación: Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 t 2 de Crónicas, Ester, Esdras y Nehemías. Cuando estamos leyendo la Biblia católica, deberíamos incluir a Tobías, Judit, y 1 y 2 de Macabeos.
Otro elemento sobre el que llamo su atención es que originalmente los dos libros de Samuel eran uno solo así como Reyes y Crónicas. Posteriormente y para facilitar su estudio, se dividieron en dos.
Características de los libros Históricos
A diferencia de otros libros de la Biblia, los libros Históricos presentan algunas características que le comparto, y de las que le ruego tomar nota:
Los autores seleccionaron los hechos. No espere encontrar la totalidad de los acontecimientos que han rodeado la evolución de la historia humana, porque no los hallará. Los autores llamados por Dios fueron selectivos.
Los temas de los libros son específicos. Dado que los autores fueron selectivos, la temática que abordan gravita alrededor de aspectos religiosos o teológicos. Enseñan acerca de Dios, su propósito, su plan y el cumplimiento de sus designios.
Hay diferencias con los textos seculares. Muchos historiadores seculares se empecinaron en minimizar o tratar de desaparecer del devenir de la humanidad, lo que hizo Dios; esa es la razón por la que muchos acontecimientos que halle en la Biblia no tengan punto de comparación en la historia tradicional.
Los textos coinciden en los dos Testamentos. Tanto los textos del Antiguo Testamento como los que se citan en el Nuevo, no se contradicen. Coinciden. Todo obedece a que están en el marco de un plan de Dios para la humanidad.
Los escritos son ricos en detalles. Cuando se trata del obrar de Dios, los textos bíblicos abundan en detalles. No escapan aspectos que hoy, a la luz de los descubrimientos arqueológicos, han permitido la veracidad de lo que se relataba.
¿Cómo acercarnos a los libros Históricos?
Si se pregunta cómo acercarse a los libros Históricos, en primera instancia le recomiendo que a partir de un solo versículo no trate de sacar conclusiones definitivas o sentar doctrina. Puede ser un tremendo error.
Hay cinco preguntas que le sugiero, se formule mientras estudia los textos:
a. ¿Qué dice el autor?
b. ¿Dónde y cuándo ocurrieron los acontecimientos?
c. ¿De qué manera intervino Dios en el evento?
d. ¿Cuáles fueron las consecuencias?
e. ¿Qué puedo aprender del incidente o relato?
Es importante que no saquemos conclusiones de primera mano. Lo aconsejable es ir despacio, mirando cada línea y, en caso de existir referencias de otros pasajes bíblicos, consultarlos.
Otra recomendación es que mire el contexto en el cual se produjeron los acontecimientos. El antes y el después son dos líneas muy importantes que debemos seguir como estudiantes de las Escrituras.
Trate de comprender de qué manera la cultura se vio afectada, así como el marco político, social, cultural y religioso que se estaba dando en ese momento.
Cuando haya algún nombre, término, lugar o mención de personaje especial que escape a su comprensión, trate de ubicarlo en un Diccionario Bíblico o en un Atlas, en el caso de tratarse de un lugar geográfico.
Esto le ayudará a comprender cuál fue la importancia que tuvo para aquella época los incidentes relatados, y de paso nos permite tener claridad de qué podemos aprender de lo ocurrido.
¿Cómo descubrimos un relato o escrito narrativo?
Con frecuencia hallamos algunos escritos poéticos o proféticos que pueden ser confundidos con los relatos o narrativa propiamente dicha. Descubrirlo es fácil en la medida en que nos preguntemos y respondamos apropiadamente ¿Quiénes son los personajes principales?¿De qué manera están involucrados en el texto?¿Obraron bajo la guía o al margen de lo dispuesto por Dios?¿Cuál fue su grado de influencia?.
Por supuesto, recuerde que una historia como las que encontramos en los textos narrativos, generalmente tiene un principio y un final. Es bueno tenerlo en cuenta. Ayuda también el que prestemos atención a los detalles que relaciona el pasaje que estamos estudiando.
Le felicito por ir avanzando de la mano de los autores de este material, en el estudio sistemático de la Biblia. Puedo asegurarle que adentrarse en su contenido es una maravillosa experiencia que le resultará enriquecedora.
© Fernando Alexis Jiménez
Los libros Poéticos (Lección 11)
Los libros Poéticos son también conocidos –al menos cuatro de ellos–como Literatura Sapiencial, y son en su orden: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares. La forma como fueron escritos, aun cuando encierran profundas enseñanzas del amor y obediencia a Dios, contiene la línea poética de los hebreos. En algunos casos relatan algo, en otras son letras concebidas para adorar o alabar a Dios, y en casos específicos como los Proverbios, son enseñanzas breves que formaban parte de la tradición popular.
Para los estudiosos de la Biblia, entre los cuales se encuentra usted, este género de literatura representa un enorme reto ya que su interpretación no se ajusta a la que se utiliza o se sigue en otro género de la literatura bíblica, y en especial del Antiguo Testamento.
Una de las razones es que en los pueblos antiguos, debido a que dependían de la transmisión oral de información, muchas de sus composiciones eran en poesía, propia de muchas culturas que al plasmar los contenidos en el papiro, ponían especial cuidado en su redacción. Además resultaba de fácil memorización y recordación incluso para las nuevas generaciones. Sobre esa base, permítame informarle que no solo en los libros poéticos encontrará usted poesía sino en muchos de los escritos históricos y proféticos.
Características de los escritos poéticos
Los libros o escritura poética del Antiguo Testamento, reúne algunas características que comparto con usted:
Los escritos poéticos encierran en algunos casos simbolismo, pero en su gran mayoría, mucho sentimiento. Describe cómo se siente el autor. Posee una característica especial, y es el ritmo o compás, incluso los llamados versos libres o independientes.
El lenguaje que se utiliza es mucho más figurado que el tradicional y condensa en pocas palabras lo que desea expresar el escritor.
Las estrofas ocupan el lugar de los párrafos al tiempo que se caracteriza cada una de ellas por la utilización de sangrías o entradas. Ahora, otra peculiaridad—al menos en la poética hebrea—es que no necesariamente debe rimar. En cambio tiene algunas formas especiales como por ejemplo que el primer renglón comienza con una letra del alfabeto, utilizando en muchos casos las veintidós que componen toda su estructura.
Otro elemento que comparto usted como algo relevante es la utilización del paralelismo que, en su forma más primaria, utiliza dos renglones de poesía en los cuales el segundo tiene directa relación con el primero. Hay coherencia en su utilización.
Figuras especiales dentro de la literatura poética
Para ejemplarizar las figuras utilizadas en la literatura poética, permítame hace una breve relación:
1. Sinónimo. En ella el segundo renglón expresa lo mismo que se indica en el primer renglón (Salmo 24:1)
2. Antitético. Cuando el segundo renglón contrasta con el primer (Salmo 1:6)
3. Sintético. Ocurre cuando el primer renglón encuentra complemento o suplemente en el segundo renglón (Salmo 14:1)
4. Culminante o en Escala. Cuando el segundo renglón y quizá el tercero, repiten algunas palabras expresadas en el primer renglón. Los siguientes renglones añaden información (Salmo 29:1)
5. Emblemático. En este caso el primer renglón comienza con la palabra como y encuentra complemento a la idea, en el segundo renglón (Salomo 42:1)
6. Invertido. Se produce cuando la primera parte del primer renglón es paralela con la segunda parte del segundo renglón (Salmo 51:1)
¿Cómo podemos interpretar los escritos poéticos?
Haga una lectura cuidadosa del pasaje procurando identificar si el texto describe un hecho histórico, encierra una enseñanza o procura exaltar a Dios. Cada uno de los capítulos y versículos es muy particular.
Tenga en cuenta el contexto del pasaje. Si se trata de Salmos, tenga en cuenta lo que está antes y después. Si hay forma, determine los aspectos históricos que pueda encerrar.
Cuando se trata de Salmos, trate de identificar si son himnos, proclamación o exaltación a Dios, acción de gracias, lamentaciones—de carácter nacional o individual-, entre otros aspectos.
A continuación revise la estructura del libro. Es esencial. La forma más simple es mirando sus estrofas, las que nos arrojan enseñanzas particulares aun cuando están conectadas con todo el escrito de manera coherente—al menos en la mayoría de los casos–.
Por último, identifique lo que enseña el texto poético para nuestro tiempo. ¿De qué manera lo podemos llevar a nuestra cotidianidad?
Cuando se da a la tarea de explotar los libros Poéticos, encontrará ricas enseñanzas que alimentarán su vida personal y espiritual. ¡Le animamos a hacerlo ahora mismo!
© Fernando Alexis Jiménez
Los Libros Proféticos (Lección 12)
Hasta el momento hemos aprendido respecto a los Libros de la Ley, los que son de carácter histórico, y los Poéticos. Hoy estudiaremos los que son Proféticos. Son en conjunto diecisiete libros. Algo que debemos tener en cuenta es que Dios, en su momento, dio el mensaje a través de un profeta, que en esencia, es Su mensajero.
Ahora, debemos distinguir dos categorías: Los profetas Mayores (Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel) y los profetas Menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías)
Ahora, ¿cuál era el papel de los profetas? Es fundamental que lo tengamos muy claro. En esencia, insisto, eran mensajeros de Dios. Se les conocía como "profetas" (1 Samuel 3:20); "vidente" (1 Samuel 2:27); "varón de Dios" (1 Samuel 2:27) y "atalaya" (Ezequiel 3:17).
¿Cuál era el papel del profeta? Él recibía un mensaje de Dios y luego lo transmitía al pueblo Eran en esencia los labios del Señor (Cf. Éxodo 4:16; 7:1, 2) Esto nos debe llevar a reflexionar que es un error pensar que siempre los profetas tenían un mensaje para el futuro; es un equívoco porque primordialmente tenían un mensaje para su propio tiempo.
Lo que no podemos desconocer es que, en los libros Proféticos, encontramos el anuncio sobre la venida de Jesús, el Mesías. Sus mensajes giraban especialmente alrededor de exhortaciones y anuncios al pueblo de Israel, aunque en algunas excepcionales ocasiones, se refirieron también a otras naciones.
Como se recordará, el distintivo del verdadero profeta tenía tres fundamentos: El primero, sus mensajes tenía asidero en Dios y si anunciaban algo se cumplía, lo que no ocurría con los falsos profetas (Cf. Deuteronomio 18:18-22; Éxodo 4:8); lo que anunciaban no siempre era lo que el pueblo deseaba oír, a diferencia de los falsos profetas (Cf. 1 Reyes 22:6-28); y en tercer lugar, hablaban en Nombre de Dios, mientras que los falsos profetas lo hacían incluso en nombre de dioses paganos (Deuteronomio 13:1-3)
Aspectos relevantes de los mensajes de los profetas
Los profetas de Dios orientaban sus mensajes en tres direcciones: En primer lugar, poniendo de relieve que Dios es el soberano de toda la historia; en segundo lugar, la necesidad que tenían los israelitas de ser fieles al Señor; en tercer lugar, la importancia de vivir conforme a sanos principios morales que se debían aplicar a la religión y a la sociedad en general; en cuarto lugar, reconocer que Dios es un Dios santo y que Su Palabra contiene a la vez juicio y esperanza, y por último, la venida del reino mesiánico.
¿Cuándo profetizaron? En el siglo VIII antes de Cristo, desarrollaron su ministerio Joel, Jonás, Oseas, Amós, Isaías y Miqueas; en el siglo VII a.C., lo hicieron Nahúm, Sofonías, Jeremías y Habacuc; durante el período del exilio a Babilonia profetizaron Daniel, Ezequiel y Abdías, mientras que después del exilio lo hicieron Hageo, Zacarías y Malaquías.
Redondeamos la idea diciendo que los profetas no eran alguien más que un hombre llamado a hablar en Nombre de Dios.
Interpretación de los Libros Proféticos
Los profetas y sus escritos deben entenderse en su contexto. No podemos caer en el error de procurar "revelaciones" a la fuerza, sacando un mensaje de su contexto histórico, para pretender utilizarlo en nuestro tiempo. Eso sería tanto como llevar a nuestros oyentes a cometer un error igual o peor que el nuestro si actuamos así.
Cuando esté estudiando a los Profetas—sea Mayores o Menores—procure ir a las referencias bíblicas que hay al margen del texto–. Esto ayudará a ampliar su comprensión del tema al que se están refiriendo. Recuerde que la Biblia no se contradice (Cf. Hebreos 1:1, 2; 2 Pedro 1:20, 21).
Siempre es bueno, de un lado tener en cuenta el contexto que rodea el libro Profético así como el mensaje que trae. De ahí que debemos conocer las condiciones y cuándo vivió el profeta, cómo eran las circunstancias en las que se desenvolvía, qué momento atravesaba la Nación y como era la relación del pueblo con Dios. A partir de allí comprenderemos por qué dijo el profeta lo que dijo. Será mucho más fácil la comprensión.
Ahora, tenga en cuenta que en cuanto a la profecía como tal, hay aquella que tenía un mensaje de exhortación por el pecado o el distanciamiento de Dios, y otra de carácter predictiva. Sin embargo, uno de los principales mensajes fue la venida del Señor Jesús, el Mesías.
Cuando eran de la línea predictiva, las profecías tuvieron un cumplimiento próximo y otras en la línea de tiempo futura, es decir, muchos siglos después.
No podríamos terminar este tema sin insistir en la necesidad de ser muy cuidadosos cuando abordamos el estudio de los Profetas y el mensaje que trajeron a su tiempo y lo que nos enseñan a nosotros hoy.
© Fernando Alexis Jiménez
Los Cuatro Evangelios (Lección 13)
Cuando comenzamos a estudiar los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos encontramos con relatos que encajan perfectamente en el género literario de las Biografías.
Su importancia es relevante porque si bien el Antiguo Testamento nos anunció la venida del Hijo de Dios, en los relatos evangélicos vemos el cumplimiento de las profecías y el ministerio que terrenalmente desarrolló nuestro amado Salvador.
Como recordaremos, el Nuevo Testamento contiene relatos biográficos (los Evangelios), de carácter histórico (los Hechos de los Apóstoles), de doctrina y enseñanza (las cartas de Pablo, Pedro, Judas y Juan) y del género apocalíptico (el Apocalipsis)
La palabra Evangelio traduce, en el español, "Buenas Nuevas". Cada autor tiene su propia perspectiva, pero los cuatro relatos –en su conjunto—exaltan la obra liberadora y redentora del Mesías.
Una característica que les identifica es que no abundan en detalles sobre la infancia y adolescencia del Señor Jesús y los escritores son selectivos poniendo por escrito escenas que tuvieron ocurrencia en por lo menos 51 días de los doce mil que vivió el Salvador.
Las descripciones que se realizan sobre el Redentor, en su mayoría, tienen soporte histórico, incluso por autores seculares. Aun cuando los Evangelios transfieren una enseñanza de carácter espiritual, hay fundamento que permite corroborar su ocurrencia en el tiempo y lugar geográficos que se indican. Esa es la forma como comprobamos que Dios ha intervenido en la historia del hombre y, sin duda, seguirá haciéndolo.
¿Existen discrepancias entre los Evangelios?
Los críticos de las Buenas Nuevas de Salvación toman un primer argumento para desestimar el ministerio del Señor Jesús. Señalan que hay discrepancias en los textos.
Ahora, tengamos en cuenta que los autores escribieron en circunstancias y lugares geográficos distintos, y que a su vez, el mensaje iba dirigido a públicos distintos. De ahí que haya detalles que parecieran no concordar al pie de la letra cuando se refieren a:
a. El ministerio de Juan el bautista –que preparó el ministerio del Señor Jesús–.
b. Los relatos sobre los milagros del Señor Jesús
c. La última semana que pasó el Señor Jesús en Jerusalén
d. Detalles sobre su pasión y muerte
e. Los relatos sobre la Resurrección
Insisto en que los autores tenían propósitos diferentes y estaban encaminados a públicos distintos, lo que lleva a pensar que las aparentes contradicciones obedecen a la diversidad de objetivos que se habían trazado al escribir.
Los escritores de los Evangelios utilizaron distintos métodos para organizar sus ideas y sus textos. Mientras que un relato puede ser cronológico, por rigurosidad histórica, otro puede enfatizar más en los temas que se abordan. Insisto: Todo depende del objetivo que tenía el evangelista.
Las enseñanzas del Señor Jesús estaban dirigidas a públicos variados y quizá los autores consideraron—desde su perspectiva—unas más relevantes que otras. No obstante la enseñanza final estuvo dirigida al mismo punto, si se toma el trabajo de hacer el paralelo entre un relato y otro.
Recordemos que tres de los Evangelios: Mateo, Marcos y Lucas, son muy parecidos y se les conoce como "sinópticos" mientras que el escrito por Juan, pareciera tener un enfoque distinto. No obstante, los cuatro tienen un común denominador: Exaltan al Señor Jesucristo.
Aspectos particulares y coincidencias de los Evangelios
Le invito a considerar el siguiente cuadro entre las singularidades y las coincidencias de los cuatro Evangelios, según uno de los teólogos contemporáneos de mayor influencia: Everett F. Harrison, en su libro "Introducción al Nuevo Testamento:
EVANGELIO | PECULIARIDADES | COINCIDENCIAS |
Marcos | 7 | 93 |
Mateo | 42 | 58 |
Lucas | 59 | 41 |
Juan | 92 | 86 |
Ahora, sin duda se estará preguntando: ¿Cómo cuatro relatos escritos en distintos lugares, en circunstancias disímiles y autores diferentes, tienen tantos elementos en común siendo que ellos no podían comunicarse entre sí? La respuesta puede obedecer a varios factores:
1. El primero y más grande: La inspiración de Dios. Todos ellos estaban cumpliendo un propósito: Exaltar a Jesucristo.
2. La transmisión oral que se hizo sobre los acontecimientos que rodearon al Señor Jesús fueron muy fieles a pesar del paso de los años.
3. La fuente de inspiración para los cuatro evangelios fue el Señor Jesús. Ninguno de los cuatro autores tenía el propósito de controvertir su ministerio terrenal.
4. En algunos casos, pudo darse que un autor evangélico tomó como fundamento, el relato de su consiervo evangelista.
5. El primero de los cuatro evangelios fue el de Marcos, que se considera—a pesar de ser el más corto—el que recoge hechos muy fidedignos.
¿Por qué se escribieron los Evangelios?
El argumento más sólido es que Dios ha dejado a través de sus siervos, testimonio de su intervención en la historia de la humanidad, y más tratándose del ministerio terrenal que desarrolló su Amado Hijo.
Los creyentes del primer siglo, comenzando por quienes fueron los discípulos de Jesús, querían dejar por escrito los acontecimientos de la obra Redentora y preservar para la posteridad lo que Él había enseñado.
Otro de los objetivos era dejar, sistemáticamente organizadas, las enseñanzas del Maestro que necesitaba la naciente comunidad de creyentes. Les transmitían qué creer, cómo comportarse y qué podían esperar: la vida eterna.
Otro elemento que debemos tener en cuenta es que al surgir la iglesia cristiana, se enfrentaba oposición y se debía refutar las enseñanzas contrarias.
¿Cómo aproximarnos a los Evangelios?
Si vamos a estudiar los Evangelios es esencial que tengamos en cuenta el autor, fecha en que se redactaron los textos, tema general, énfasis del autor y qué propósito le asistía.
Como en todo estudio sistemático de las Escrituras, es importante que tenga en cuenta el contexto: el antes y el después que se escribieron los libros—estudiando capítulo y versículos-.
Estudie, además del pasaje en el que se encuentra, los relatos paralelos. Tenga en cuenta esta recomendación, mucho más cuando se trata de fundamento para predicar un mensaje con base en esa selección de versículos.
Procure identificar el propósito que tiene el autor del Evangelio, cuál fue el énfasis que puso en el contenido y los objetivos que, se aprecia, podría tener. Recuerde que los autores registraron escenas de la vida del Señor Jesús que encierran una enseñanza.
Otra recomendación es tener en cuenta el contexto histórico. Evalúe en qué circunstancia se dio el relato. ¿Qué estaba ocurriendo?¿En qué lugar geográfico se encontraba en ese momento el Señor Jesús? ¿A qué público específico se dirige el autor?¿Cuál pudo ser la razón por la cual el autor registró el incidente?
Encuentre la enseñanza que encierra, para nuestro tiempo, el pasaje de los Evangelios que está usted estudiando.
Tenga en cuenta las parábolas
Las parábolas ocupan un lugar de significación en los Evangelios, no solo sirven para ilustrar un aspecto en particular, sino también para poner de presente alguna verdad del Reino de Dios (Cf. Mateo 13:10-16).
Su interpretación debe hacerse teniendo en cuenta las costumbres de la época, los valores que procuraban transmitir y de qué manera, se facilitaba su comprensión. Por lo general, las parábolas encerraban una única idea y es ese objetivo que se perseguía, el que debemos identificar claramente.
Es importante, si nos encontramos con una parábola, compararla con el texto paralelo que hay en los Evangelios.
© Fernando Alexis Jiméne
Hechos de los Apóstoles: el Libro Histórico del Nuevo Testamento (Lección 14)
Los Evangelios que relatan el cumplimiento de las profecías mesiánicas, van acompañados del único Libro Histórico que tiene el Nuevo Testamento. Nos referimos a los Hechos de los Apóstoles, donde se sientan las bases de lo que fue el surgimiento de la iglesia cristiana del primer siglo tras la partida al cielo de nuestro amado Salvador Jesucristo.
Contiene además uno de los hechos de mayor significación, y es el mover poderoso del Espíritu Santo, que ya el amado Señor Jesús había anunciado (Cf. Juan 14:15-18) Presenta además las primeras conversiones a Cristo y de qué manera los creyentes asumieron y desarrollaron el compromiso con la Gran Comisión.
El libro de los Hechos es la continuación del Evangelio de Lucas, que el autor dirigió a un público muy amplio y que tenía, entre otros destinatarios, a Teófilo. Algunos teólogos reconocidos señalan que posiblemente se trataba de un alto funcionario público, quizá vinculado a la esfera gubernamental de Roma. Eso explica los detalles—por un lado—pero por otro, la forma como se escribe, con un lenguaje de cierta altura.
La datación del texto se encuentra alrededor del año 62 d.C., probablemente dos años después de que Pablo pasara dos años en una cárcel romana (Cf. Hechos 28:30, 31).
Algunos presupuestos sobre Hechos de los Apóstoles
El libro de Hechos de los Apóstoles ha generado muchas apreciaciones. Algunas de ellas giran alrededor de que se trata de un relato sistemático del ministerio de los primeros creyentes; que buscaba explicar quizá ante alguna autoridad de la época, las verdaderas motivaciones de los cristianos; que procuraba resaltar la obra misionera de los primeros creyentes; que buscaba explicar el porqué de la persecución que se desató en el primer siglo contra los cristianos, e incluso, que trataba de poner de relieve el mover del Espíritu Santo entre los creyentes en el Señor Jesús.
También presenta, con particular énfasis, la salvación por fe en Cristo, la forma como se comportaban los cristianos primitivos, y por último, muchos aseguran que se buscaba edificar a los creyentes que se encontraban dispersos.
¿Cómo estudiar el libro de Hechos de los Apóstoles?
Si hay un texto apasionante, de aquellos que no podemos soltar hasta que no terminamos la última página, ese sin duda en Hechos de los Apóstoles.
Es importante que al acercarnos a sus diversos pasajes, tengamos en cuenta que hay dos formas de entenderlo: la primera, que tenía un mensaje muy particular para los primeros creyentes, y la segunda, que tiene enseñanzas para nosotros hoy. El error que podríamos cometer es que nos basemos en un solo versículo de los que hay allí para desarrollar una doctrina. Si hemos de tomar una enseñanza, es importante que comparemos con otros textos de las Escrituras.
Debemos tener en cuenta que se trata de historia, y como tal, las narraciones sirven para sacar enseñanzas respecto a cómo debe comportarse un cristiano ante las circunstancias disímiles que debe enfrentar diariamente y que—por lo general—retan sus convicciones y fe.
Es aconsejable leer relatos específicos, para evaluar su contexto: ¿Quién es el protagonista?¿Dónde ocurrieron los hechos?¿Qué contexto social, económico, religioso y hasta cultural podemos deducir del relato?¿Qué enseñanza—no doctrina—nos puede brindar para el presente?
Tome en cuenta el antes y el después, es decir, todo el contexto. Esto nos llevará a mejorar la comprensión de los relatos.
Comprenda que el libro relata acontecimientos del primer siglo, que involucra dos grandes culturas: la romana y la griega. Sólo cuando tomamos tiempo para investigar en qué medio se movieron los apóstoles, comprendemos sus reacciones, estrategias de evangelización e incluso, el contenido posterior de las Cartas universales y apostólicas.
Procure meterse en los zapatos de los primeros cristianos que leyeron los diferentes pasajes de Hechos de los Apóstoles: ¿Qué pudo enseñarles?¿Cómo les animó?¿De qué manera los fortaleció para seguir profesando su fe en el Señor Jesús?
Hay dos grandes protagonistas, al menos que sobresalen en muchos de los pasajes. Sin duda sabe de quiénes se tratan. Está en lo cierto: Pedro y Pablo. También cuál fue su misión: Uno de ellos (Pedro) se dirigió a los judíos, mientras que el otro (Pablo) se enfocó en los gentiles, es decir, entre quienes no habían conocido al Señor Jesús como su Salvador personal.
Estudie los textos bíblicos de referencia
En varios capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles hay referencias bíblicas al Antiguo Testamento. Es importante que saque tiempo para estudiarlas. Le ayudará a comprender por qué cada uno de los apóstoles comprendía el papel histórico que estaban protagonizando en la extensión del Reino de Dios.
Ellos estaban convencidos de que su misión era muy grande, y en ese orden de ideas, no cesaron de proclamar a Cristo aun cuando arreciaba la persecución.
¿Estamos obligados a seguir los ejemplos de Hechos de los Apóstoles?
Resulta interesante que los tiempos cambian. Antes era más fácil ir casa por casa predicando, entregando un tratado; quizá también el hacer una buena presentación en un parque. No obstante, los hechos han cambiado y hoy—sin renunciar a la Gran Comisión y al propósito indeclinable de proclamar a Cristo—estudiamos otros métodos para alcanzar a quienes no tienen a Jesús en sus corazones.
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos arroja luces sobre sistemas de evangelización que, en su momento, rindieron resultados altamente eficaces y que, aplicados en nuestro contexto moderno, podrían ser muy útiles.
Pero también el compromiso que tenían los apóstoles de predicar utilizando todos los medios disponibles, debe llevarnos a comprender que podemos hoy trazar estrategias que ayuden a millares a ir tras el Señor Jesús.
Entonces, ¿Estamos obligados a seguir los ejemplos de Hechos de los Apóstoles?. Es evidente que no, porque debemos aplicar los métodos a nuestro tiempo. En lo que sí coincidimos es en el aspecto primordial: Nuestro compromiso indeclinable es predicar a Jesús el Señor y Salvador.
© Fernando Alexis Jiménez
Los Cartas del Nuevo Testamento (Lección 15)
Cuando hemos leído con detenimiento buena parte del Nuevo Testamento: Los Evangelios y le libro de los Hechos de los Apóstoles, nos hallamos ante un nuevo reto, enriquecedor y apasionante: Las 21 Cartas.
Recordemos un poco lo que hemos estudiado hasta el momento. Los Evangelios nos hablan de Jesús y su ministerio terrenal; el libro de los Hechos nos relata el surgimiento y a la vez, el afianzamiento de los primeros creyentes a quienes se llamó cristianos, y en las Cartas se nos brindan pautas sobre la manera práctica de vivir como cristianos.
El apóstol Pablo fue el que más escribió epístolas: 13 en total; le sigue Juan con 3 cartas, Pedro 2, Judas 1 y Santiago 1. ¿Qué decir de Hebreos? Aun cuando personalmente creo que la autoría del apóstol Pablo, muchos teólogos difieren de esta perspectiva y la atribuyen a un erudito creyente del primer siglo, aun cuando no lo identifican plenamente.
Las epístolas se escribieron entre los años 48 y 70 de nuestra era cristiana.
¿Cuál es el propósito de las Cartas?
Como hemos anotado, las Cartas ofrecen principios valiosísimos sobre cómo vivir a Cristo Jesús en medio de una sociedad sin principios y valores—ocurría en el primer siglo y sigue latente hoy–.
Los autores tenían la meta de que, una vez leída por un grupo de creyentes, los materiales fueron compartidos en otros espacios. Es decir, aun cuando tenían un destinatario o quizá destinatarios específicos, bien podían ser leídas por otras personas porque Cristo era el centro del mensaje y todos podían edificarse.
Generalmente abordan temas específicos y contienen ideas cuidadosamente organizadas, casi que en bloques, en los que se despejan interrogantes de los primeros creyentes y se arrojan luces sobre la forma de vivenciar su fe.
¿Cómo se escribieron? Una buena parte de ellas se redactó con la ayuda de amanuenses, que eran secretarios o escribientes de la época (cf. Romanos 16:22; Gálatas 6:11; 2 Tesalonicenses 3:17)
¿Cómo era su estructura? Se componía de tres puntos básicos: el Saludo, la Enseñanza o cuerpo de la carta, y finalmente, la despedida.
¿Cómo podemos interpretar las Cartas?
Las Cartas del Nuevo Testamento –recuerde, son 21 en total–, tenían dos enseñanzas: Una para los creyentes del primer siglo, y otro para nosotros, que aplica a las circunstancias en las que nos desenvolvemos. Son enseñanzas que debemos ser cuidadosos al analizarlas.
Comparto con usted algunas recomendaciones que en esa tarea de encontrar valiosas enseñanzas de las Cartas, le resultarán valiosas:
1. Reconozca que los primeros cristianos necesitaban orientación. Sobre esa base, muchas de las enseñanzas abordaban situaciones muy particulares de los primeros creyentes. No obstante, y ahí viene lo maravilloso, hay elementos que nos arrojan luces para vivir la fe hoy día.
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