- ¿Por qué estudiar la Biblia?
- Acercarnos al texto bíblico: Una maravillosa aventura (Lección 1)
- Adentrándonos en aguas profundas: De la Interpretación al Análisis (Lección 2)
- Disponernos para investigar la Biblia (Lección 3)
- La importancia del contexto del pasaje bíblico que estudiaremos (Lección 4)
- Una visión panorámica: Los bosquejos de libros y porciones de la Biblia (Lección 5)
- ¿Qué importancia tienen la gramática, la sintaxis y las palabras en el estudio de la Biblia? (Lección 6)
- El papel de las figuras literarias en el Estudio de la Biblia (Lección 7)
- Fuentes de Información que nos ayudan en el Estudio Bíblico (Lección 8)
- Los libros de la Ley (Lección 9)
- Los libros Históricos (Lección 10)
- Los libros Poéticos (Lección 11)
- Los Libros Proféticos (Lección 12)
- Los Cuatro Evangelios (Lección 13)
- Hechos de los Apóstoles: el Libro Histórico del Nuevo Testamento (Lección 14)
- El Apocalipsis, libro Profético del Nuevo Testamento (Lección 16)
"Dios desea que usted le diga NO al mundo, basándose en su fe en Él. Cuando usted les habla de Cristo a los demás, siente una extraordinaria sensación de poder. Ya usted no depende por completo de las circunstancias para que Dios le dé lecciones. En su lugar, usted depende directamente de Él mediante Su palabra. Usted tiene un renovado entusiasmo en su relación con Dios, porque ha aprendido a escuchar cuando Él le habla por Su Palabra."(Charles Stanley. "Trátelo con oración". Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 17)
¿Por qué estudiar la Biblia?
Cuando vemos un ejemplar de la Biblia, nos asaltan dos inquietudes: La primera, el deseo de profundizar en su mensaje y de qué manera puede arrojarnos luces para nosotros hoy, y la segunda: ¿Es en verdad un libro complejo, lleno de misterios y difícil de entender como nos dijeron los abuelos?
Esa idea me da vueltas una y otra vez, porque interpreta la perspectiva que pueden tener infinidad de personas hoy día. Pero sumo algo más: La preocupación respecto a cuánto tiempo pasamos frente a las Escrituras quienes ejercemos algún grado de liderazgo.
Recuerde un dirigente juvenil a quien visité en su apartamento, y me mostro lo enriquecida que tenía su Biblioteca: Había textos de economía, política, historia, geografía, biología… y solamente dos libros que asocié con temas bíblicos. Su respuesta fue sincera: "Leo la Biblia cada vez que debo repasar una lección para dictar en la clase".
Probablemente sea su caso. En el mío lo fue durante los tres primeros semestres de la Licenciatura en Teología. Cuando hicieron una encuesta en el Seminario y se revelaron los resultados quedamos sorprendidos: Sólo el 47% de los estudiantes de pre-grado leían la Biblia y únicamente el 32% pasaban tiempo en oración.
Por aquél entonces presidía el consejo estudiantil de la institución y me pregunté: ¿Qué líderes cristianos nos estamos formando aquí? No concebía que pasado un tiempo estuviéramos frente a una buena cantidad de personas, ávidas de formación espiritual, sin que nosotros mismos nos hubiésemos dejado permear y transformar por los autores bíblicos.
Hace pocos días me golpeó duramente—lo digo para bien—un libro que leí del doctor Charles Stanley, en el que indica: "Primeramente lee tu Biblia a menudo. Aparta un tiempo cada día para leerla. A medida que lees tu Biblia, pídele al Señor que use lo que lees para aumentar tu fe. Cada vez que la abras haz esta confesión: "Creo que lo que está escrito aquí, es cierto, porque Dios dice que es cierto y eso es suficiente."(Charles Stanley. "Trátelo con oración". Editorial Vida. EE.UU. 1994.Pg. 39)
Es esencial que pasemos tiempo en oración, pero también delante de la Presencia de Aquél que produce en nuestras vidas transformación y crecimiento personal y espiritual.
Otro elemento que no me llamó la atención sino que me preocupó cuando recibí el listado de asignaturas académicas del Seminario Bíblico, se refiere a la Hermenéutica. No tengo claro si en ese momento asocié el nombre con un jarabe expectorante o una nueva mermelada que hubiera entrado en el mercado. Pero la palabra aquella me asustó, y si algo me provocaba revoltijo en el estómago, eran los martes cuando debía ver fundamentos de Hermenéutica. Por tres semestres fue mi dolor de cabeza.
Fue entonces que hice un alto en el camino. Ya estaba bien con Hebreo y el Griego—que me despertaban inquietud—para sumarle otra materia. "No puedo dejarme vencer", repetía con resolución una y otra vez, hasta que me decidí a entender la Hermenéutica y hacia el futuro, procurar explicarla con mucha sencillez.
Este libro—publicado inicialmente en www.escuelabiblicaministerial.blogspot.com— es el fruto de ese compromiso que hice conmigo en aquella ocasión, de procurar transmitir los fundamentos básicos de algunas asignaturas académicas, en un lenguaje sencillo y lo más práctico que pudiera. ¡Doy gracias al Señor Jesús porque me permitió perseverar en ese propósito!
¿Desea ser un buen expositor de la Biblia?¿Anhela transmitir principios, valores y fundamentos para la realización personal y espiritual a partir del libro de los triunfadores, que es la Biblia?¿Tiene el propósito de alcanzar muchas almas para el Reino de Dios? Si es así, estos tres interrogantes tienen respuesta en una sola meta: Ore y lea diariamente las Escrituras.
Cito nuevamente al reverendo Charles Stanley cuando señala: "Casi cualquier predicador puede preparar un sermón. Puede escribir un bosquejo, reunir algunos relatos y allá va eso. Pero un predicador no puede recibir el mensaje de Dios para un pueblo hasta que espere en su consejo, hasta que busque el rosto de Dios, y hasta que Dios le dé una palabra desde el cielo."(Charles Stanley. "Trátelo con oración". Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 17)
Mi sincero deseo es que le saque el mejor provecho al material, pero también, que lo comparta con sus líderes en su congregación. Puedo asegurarle que no solo contribuirá a dar solidez a los conocimientos que ellos adquieren sobre la Biblia sino que además, permitirá que tomen amor por el estudio de la Palabra de Dios. ¡Estamos formando líderes, y deben ser los mejores!
Doy gracias al Señor Jesús por tenerme por digno de servirle en la extensión del Reino de Dios, aun cuando reconozco que no tengo los méritos para hacerlo; agradezco la comprensión de mi amada esposa Lucero y a mis hijos, por entender la razón de mi ausencia muchas veces, mientras me dedicaba a escribir; y por último, mi testimonio de gratitud al Centro de Restauración Familiar, de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en Cali (Colombia), en donde he servido por muchos años como co-pastor.
Y a todos ustedes también: Gracias, no solo por leer el material sino por compartirlo con otras personas a las que pudiera resultarles útil.
Siempre encontrarán en mí a un amigo si les asalta alguna inquietud. Basta que me escriban a [email protected] o me llamen al teléfono móvil (0057)317-4913705, en la certeza de que siempre atenderé –en la medida de las posibilidades–, sus inquietudes.
© Fernando Alexis Jiménez
Acercarnos al texto bíblico: Una maravillosa aventura (Lección 1)
Si hay una idea equivocada que ha tenido el ser humano por muchos años, es que leer la Biblia resulta aburridor y es propio de los intelectuales, los religiosos o de aquellos que desean ampliar su horizonte de conocimiento. ¡Tremendo error! Acercarnos a las Escrituras es algo apasionante, una aventura sin parangón a través de loa cual entramos en contacto directo con el mensaje de Dios para nosotros hoy.
¿Cómo podemos disfrutar, entonces, el abrir las páginas de su ejemplar de la Biblia y sacarle el mejor provecho? La respuesta es sencilla: quitando de en medio de nosotros todo paradigma y todo prejuicio.
—Jamás pensé que estudiar la Biblia era tan maravilloso–, me dijo en Venezuela una joven universitaria que recién había comenzado a leer algunos capítulos–. Hay momentos en que quiero leer más y más, y siempre, en cada página, encuentro algo nuevo–.
A esta opinión se suma la de un ingeniero civil con el que cursé la formación teológica:
—Por años creí que las Escrituras eran aburridoras, y que las enseñanzas eran difíciles de entender. Hoy mi opinión ha cambiado hasta tal punto que no creo—como otrora—que leer la Biblia era para fanáticos sin ninguna formación; por el contrario, es también para los profesionales y para todo aquél que desee experimentar crecimiento personal y espiritual–, explicaba.
Debo confesar que en la secundaría tenía literalmente pavor cuando llegaba la profesora de álgebra. Dos horas que asociaba con una película de terror. Tiempo después descubrí que el problema en sí no era la materia, sino quien dictaba las clases. No sabía transmitir de una manera apropiada el mensaje, de ahí que considerara el álgebra como una asignatura para sabios.
Es lo que nos pasa con la Biblia, quizá no ha habido un buen maestro a nuestro lado que nos explique los pasajes, o tal vez la versión que estamos consultando está en un lenguaje confuso. En tal caso es aconsejable buscar un ejemplar con lenguaje popular, como el que hablamos diariamente.
Tres pilares para acercarnos a la Biblia
Cuando emprendemos la maravillosa aventura de abrir la Biblia y comenzar a leerla, sin duda atravesamos por tres pasos que llamarían pilares para desarrollar un estudio sistemático del texto. En su orden son: aproximación, interpretación y aplicación. Le invito para que consideremos cada uno de estos fundamentos o la ruta que normalmente seguimos:
1. Aproximación. Es el paso más elemental. Comenzamos a leer sin ninguna pretensión. Quizá como alguien que abre las páginas de un periódico y desea enterarse de las últimas noticias. Hágalo usted: simplemente comience a leer. En una primera exploración no tiene que sacar grandes conclusiones, simplemente leer.
2. Interpretación. Una vez haya hecho la Aproximación al texto, procedemos a un segundo nivel, sencillo pero enriquecedor para nosotros: la Interpretación. Procuramos descubrir qué está diciendo Dios, a quién o quiénes y qué enseñanza representa—no solo para los destinatarios originales sino para los lectores de todos los tiempos.
Si tiene a mano una libreta de notas, tome apuntes de aquellos aspectos que le llaman poderosamente la atención. Prepárese para anotar pero también para subrayar o tachar. La Interpretación debe ser sencilla, pero a la vez, una herramienta para tratar de sacar lo más relevante, incluso, lo que llama su atención.
3. Aplicación. Es el tercer paso, el más sencillo pero a la vez, el más apasionante. ¿La razón? Es el momento en el que usted descubre qué significa ese mensaje para usted, y de qué manera llevarlo a la práctica en su cotidianidad.
La Aplicación de la enseñanza bíblica nos lleva a remplazar los viejos patrones de vida (cf. Romanos 12:2) para dar lugar a nuevos cimientos, rodeados de principios y valores que nos permiten una vida plena, pero además, mejorar la calidad en la relación con otras personas. En esencia aplicar las pautas bíblicas tiene implícita transformación individual y colectiva.
¿Qué nos impide una buena interpretación?
Aun cuando se trata de un proceso sencillo, el acercarnos a las Escrituras presenta obstáculos ya que todos nosotros tenemos un entorno cultural, religioso, social y hasta político que se constituye en el "filtro" que aplicamos a todo cuanto aprendemos diariamente.
En nuestras vidas al aproximarnos a la Biblia influyen los prejuicios, lo que culturalmente hemos aprendido, la concepción que nos inculcaron sobre religión, entre otros aspectos.
Estas "cargas" que llevamos a cuestas nos llevan a dos interpretaciones de la Biblia: una de carácter subjetiva, es decir influenciada por los factores que acabamos de citar, y otra objetiva, cuando nos despojamos de creencias preconcebidos y buscamos lo que realmente Dios quiso enseñar a su pueblo en la época en la que se escribieron los textos, y lo que nos enseña hoy.
Dios, el autor de las Escrituras
Aunque se transmitió el mensaje a través de seres humanos, proclives a fallar como usted o como yo, quien inspiró el mensaje fue Dios mismo (2 Timoteo 3:16, 17). No es algo que una persona desocupada se inventó de buenas a primeras, sino que constituye en esencia la revelación del Padre a Su pueblo (Gálatas 1:11, 12)
Si tenemos una clara comprensión de este asunto, entraremos a un análisis Escritural generalmente adoptando un método sencillo de estudio sistemático, pero con mucha expectación porque nos acercamos es a la voz escrita de Dios.
Tenga presente que no es lo que yo quiera que diga la Biblia sino lo que Dios nos dice a través de la Biblia.
Tres principios para una buena interpretación
Si deseamos una buena interpretación bíblica es importante que, una vez estamos leyendo un pasaje, nos formulemos tres interrogantes:
1. ¿Qué dice Dios en el pasaje? No es lo que creemos, sino lo que dice Dios. Por ese motivo es importante tener a mano una libreta de notas de tal manera que podamos hacer los apuntes que consideremos oportunos.
2. ¿Qué enseña Dios en este pasaje? Toda Escritura tiene un mensaje. De hecho desde el momento en que nuestro amado Padre celestial la concibió en su corazón para transmitírsela a uno de sus siervos, tenía definido el objetivo, lo que quería alcanzar.
Recuerde que el Señor tenía unos destinatarios iniciales del texto, pero usted y yo somos hoy los destinatarios finales de la enseñanza.
3. ¿Cómo se aplica esta enseñanza del pasaje en mi vida? Recuerde que al reconocer que la Biblia es la voz escrita de Dios, procuramos que la enseñanza toque también nuestros corazones y se constituya en valiosa herramienta para el crecimiento en todas las áreas de nuestra vida.
Lo que hacemos no es otra cosa que Interpretar el pasaje, es decir, tener una aplicación simple procurando que –sin mayores complicaciones—podamos incorporar los nuevos principios a nuestra forma de pensar y de actuar.
Estoy seguro que si comienza desde hoy a aplicar esta enseñanza–que le invito a leer de nuevo—, podrá ir avanzando en la maravillosa experiencia de recorrer la Biblia libro por libro, aprendiendo siempre cosas nuevas.
Viene a mi memoria Carlos Alberto Gómez, un escultor caleño, un artista que rompió los esquemas. Es empírico, muy creativo y trabajador incansable. Por años recorría las montañas sin encontrar más que tierra y vegetación. Un día creyó que en algunas formas irregulares del terreno, se podían apreciar figuras. Y ese fue el comienzo de su proceso artístico, esculpiendo en paredes naturales de arcilla.
A su técnica se le denomina barranquismo y para aplicarla se necesita un terreno especial, mejor aún si es arcilloso y blando. La tintura natural de la tierra ayuda a mejorar los relieves, y la humedad facilita moldear la montaña. Si algún día viene a Cali, no deje de preguntar por estas singulares esculturas.
Ahora, decía que venía a mi memoria este artista porque de lo intrascendente—en apariencia—comenzó a descubrir verdaderos tesoros y hoy son decenas de personas las que aprenden de su laboriosa labor armado de espátula, agua y pintura. Él aprendió pero enseña a otros. Está multiplicando su talento.
Igual cuando vamos a la Biblia. Descubrimos el mensaje, lo aplicamos a nuestra vida e impactamos a otras personas, a quienes nos rodean.
Para terminar y en breves palabras, trataré de explicar lo que significan algunos términos que quizá haya escuchado cuando se habla de estudiar la Biblia…
Hermenéutica: Es la interpretación de las Escrituras. Una ciencia que nos ayuda a saber qué procuraba el mensaje originalmente y cuál el impacto esperado y ver de qué manera aplica a nuestro tiempo.
Exégesis: Es el estudio sistemático de las Escrituras para descubrir el mensaje original, acudiendo incluso a los idiomas en los que se escribió cada texto.
Homilética: Es el estudio de la preparación de los sermones y mensajes, haciendo acopio de la Hermenéutica y de la Exégesis cuando se hace acercamiento a un texto, de manera tal que se logre una adecuada interpretación.
Permítame insistirle en la importancia de revisar lo que hasta ahora hemos aprendido, de manera tal que leer la Biblia comience a ser desde hoy una maravillosa y enriquecedora experiencia espiritual y personal
© Fernando Alexis Jiménez
Adentrándonos en aguas profundas: De la Interpretación al Análisis (Lección 2)
Imagino que está dando los primeros pasos orientados a una aproximación objetiva al texto bíblico. Recuerde, es la Interpretación. Ahora, sumemos otros tres elementos que son esenciales, y los cuales explicaremos con detenimiento:
a. Información
b. Comprensión del texto
c. Aplicación
Léalos de nuevo. Son tres pilares que, en adelante, debe aplicar cada vez que se acerque a un pasaje bíblico, trátese de un capítulo, una selección de versículos o, incluso, un solo versículo. Cuando lo hacemos, abrimos nuestro ser para que el texto de las Escrituras deje de ser letra muerta y se convierta en algo vivo, real para nuestra vida cristiana.
I. Información
Parto de la base que usted ha seleccionado un pasaje que quiere estudiar. Si no lo ha hecho, búsquelo ahora. Escoja uno de los que haya resultado edificante para su vida. Ármese además de una libreta de notas. ¿Lo hizo? Ahora acérquese al texto. Usted hace una primera lectura de la totalidad de los versículos o versículo que haya escogido. Formúlese a continuación el siguiente interrogante: ¿Cuáles son las ideas principales de éste pasaje?
Si no ha captado lo suficiente, mi sugerencia es que vuelva a leer el texto. Le ayudará muchísimo porque su grado de comprensión aumentará. Tome las notas que considere oportunas. Las ideas que exprese por escrito deben ser cortas; le facilitará más adelante, recordar y tener un panorama claro de lo que está leyendo.
¿Lo hizo? Pues bien, ahora hágase otra pregunta, igualmente relevante: ¿Cuáles son los personajes que intervienen en el pasaje?
Identifíquelos. Anote sus nombres. A un lado de cada personaje, trate de escribir cuatro aspectos que son muy importantes:
a. Sus errores
b. Sus aciertos
c. Sus debilidades
d. Sus fortalezas
Recuerde que todo personaje en la historia bíblica aportó o quizá fue protagónico en los hechos que se relatan. Si están allí relacionados, es porque contribuyeron en algo a la historia –positiva o negativamente–.
Otras preguntas que le ayudarán en el proceso de exploración bíblica son las siguientes: ¿Cuáles son los lugares geográficos descritos en el pasaje bíblico? Si le es posible, ubique en un mapa del Antiguo o Nuevo Testamento—dependiendo del caso—el lugar del que están hablando.
También pregúntese: ¿Cuáles son los términos que le llaman la atención? Las palabras son muy importantes en la Biblia. Si no le quedan claros, tómese el trabajo de buscarlos en un diccionario. También ayuda que tenga a mano otras versiones de la Biblia en las que pueda consultar el pasaje que está estudiando.
II. Comprensión del texto
Comprender un texto bíblico a veces no resulta fácil en una primera lectura. Recuerde que el contexto religioso, cultural, político y económico de muchos acontecimientos descritos en las Escrituras es distinto a lo que tenemos hoy. Con ese propósito, me remito a recomendarle varias lecturas del pasaje—dos o tres están bien–, e igualmente tomar anotaciones.
Hacerlo es posible cuando procuramos tres fundamentos: El primero, una lectura cuidadosa, el segundo, un análisis del significado del mensaje, y en tercer lugar, identificar el contexto.
Jamás olvide que no estamos en una maratón de lectura, de ahí que se debe leer despacio, con entendimiento; procurar descubrir qué significaba en su momento ese mensaje y, además, qué estaba ocurriendo. Es allí donde entra el contexto. Por ese motivo, leemos un capítulo antes—o dos, si es necesario—y uno o dos capítulos posteriores al texto que está estudiando.
Hágase, en esta parte del análisis, dos preguntas adicionales que revisten importancia: ¿El mensaje es claro o quizá confuso (en cuyo caso deberá procurar saber más de lo que se estaba viviendo en ese momento entre los destinatarios del mensaje)? Y el segundo interrogante: ¿El mensaje implicaba cambios profundos en la vida, pensamiento y acciones de los destinatarios finales?
Por favor, tenga en cuenta que estamos procurando llegar más al fondo. No quedarnos en la lectura primaria, sino profundizar. En caso que sea necesaria una tercera lectura del pasaje, por favor hágala. Trate de ser objetivo en la lectura, y no subjetivo. En otras palabras, tratar de encontrar el mensaje tal como se envió y no aplicar el mensaje a su conveniencia.
III. Aplicación
Hemos dado dos pasos muy importantes, y llegamos al tercero, al menos en esta ocasión. Se trata de la aplicación. Ningún mensaje se escribió por improvisación, y más cuando se trata de la Palabra de Dios.
Ese texto bíblico significó algo para los destinatarios finales—en su época–, pero también tiene una significación especial para nosotros hoy, y más en su caso particular.
Sobre esta base, le invito a que se formule los siguientes interrogantes conforme avanza en la lectura del pasaje:
a. ¿Cómo se aplica este pasaje bíblico en mi tiempo, y en mi vida?
b. ¿Es importante este pasaje bíblico sólo a nivel histórico?
c. ¿Qué ilustración nos ofrece para nuestra vida cotidiana?
d. ¿Tiene alguna enseñanza en particular?
e. ¿Aplica a nosotros alguna verdad Escritural que hemos venido pasando por alto?
f. ¿Contiene un mandamiento divino que es vinculante, es decir que también me obliga hoy a mí?
Estas preguntas no son triviales. Revisten una importancia singular. Recuerde que la Biblia no se escribió únicamente para otros, sino para nosotros.
Tenga presente que leer la Biblia debe producir en nosotros una reacción. No es leerla por leerla, por mero conocimiento. El fundamento es que la Escritura ayude en nuestro proceso de transformación personal y espiritual.
Terminamos la lección de hoy con dos preguntas que deben quedar rondándole en su cabeza: ¿Qué me enseña este pasaje Bíblico?¿Qué cambios debo aplicar en mi vida con base en la enseñanza Escritural?
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a [email protected] o llamarnos al (0057) 317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
Disponernos para investigar la Biblia (Lección 3)
Hace algún tiempo escuché la historia de una mujer de avanza edad que, en un pueblo perdido de Centroamérica, no perdía servicio en la Iglesia. ¡No sabía leer pero prestaba mucha atención cuando leían la Biblia! Literalmente, a sus 74 años, memorizaba cada pasaje.
Hacia el atardecer del domingo, aprovechando que muchas personas iban al parque, llevaba su vieja Biblia. Se acercaba a cualquier parroquiano y le pedía el favor de buscar determinado texto. Nadie se negaba, por supuesto. Luego le pedía que leyera el texto en alta voz. Y cuando terminaban de hacerlo, ¡les predicaba el Evangelio de Jesucristo!
Esta humilde señora no tenía limitación alguna, a pesar de que no sabía siquiera deletrear. A su manera, interpretaba las Escrituras, las aplicaba a la cotidianidad… ¡Y predicaba las Buenas Nuevas de Salvación!
No podemos, entonces, entender los impedimentos y barreras que muchas personas levantan cuando de estudiar la Biblia se trata. Es muy sencillo. Es esencial que desde hoy desmitifiquemos la idea de que sólo es para eruditos, personas con alto nivel académico, intelectual, líderes de iglesia o personas sumamente espirituales. ¡Usted y yo estamos llamados a desarrollar la capacidad de hacer un estudio sistemático de lo que nos enseña el libro Sagrado para poder enseñarlo a otras personas.
Depender de Dios al acercarnos al texto bíblico
Hemos visto hasta el monumento tres grandes fundamentos: la lectura inicial del pasaje bíblico (Información), el descubrir lo que enseña (Interpretación o también Observación) y la manera como podemos asimilar cada principio en nuestra cotidianidad (Aplicación)
Cuando lo hacemos, es decir, estudiamos la Biblia, lo hacemos con reverencia, de ahí que es esencial que pidamos a Dios que nos conceda sabiduría (Santiago 1:5). Recuerde que aproximarnos a Su Palabra no nos traerá confusión, porque Dios nos guiará en los pasos apropiados. Él es un Dios de orden, no de confusión (Cf. 1 Corintios 14:33)
En ese orden de ideas, la disciplina que debemos asumir diariamente si deseamos ser buenos estudiantes de la Biblia, tiene dos pilares: el primero, oración, y el segundo: estudio sistemático de las Escrituras.
Recuerde que el primer beneficiado será usted, porque la enseñanza traerá transformación a su vida. La Palabra de Dios permanece para siempre (1 Pedro 1:25)
¿Por qué razón? Porque cuando comprendemos lo que nos dice el Padre celestial en el texto, y lo aplicamos a nuestra existencia, estamos preparados para transmitir esos principios a otras personas.
Sugerencias útiles para comenzar
Recuerde tener siempre a mano:
1. Una o varias versiones de la Biblia
2. Leer cuidadosamente los títulos o encabezados de los pasajes bíblicos (Le orientarán sobre lo que trata el texto)
3. Lea las notas de referencia que le conducen a otro texto bíblico, porque le permitirá ampliar el conocimiento sobre algún tema, especialmente si se trata de pasajes paralelos
4. Lea con detenimiento las notas marginales, que generalmente son comentarios que hacen algunos eruditos sobre el pasaje que está leyendo
5. Si tiene la forma de hacerlo, consulte mapas y cuando haya referencia a algún sitio geográfico en esperial, búsquelo. Generalmente los hallará al final de la Biblia.
Características de un estudiante de la Biblia
Además de la oración y desarrollar un estudio sistemático de las Escrituras, todo estudiante de la Biblia debe observar al menos siete características que comparto con usted:
1. Disposición para aprender. Si en nosotros hay auto suficiencia o quizá prejuicios, tenemos de entrada una enorme dificultad para ser un buen estudiante bíblico. Recuerde: la Biblia es la Palabra de Dios y es necesario que estemos dispuestos a ser enseñados por Él (Esdras 7:10; Cf. Mateo 5:6)
2. Disposición de encontrar lo que Dios desea decirnos. No se trata de un libro cualquiera. La Biblia es un texto maravilloso en el que siempre aprenderemos algo nuevo de parte del Señor, quien nos habla a través de ella (Cf. Efesios 3:4)
3. Disposición para ser transformados por la Palabra. Cuando nos acercamos a la Biblia, aprendemos principios que—si los llevamos a nuestra vida–, nos traerán cambio y crecimiento personal y espiritual–. (2 Timoteo 3:16)
4. Aprender para poder enseñar a otros. A menos que nos dispongamos para Dios, para ser enseñados por Su Palabra, no podríamos enseñar a otros. Humildad para aprender, disposición para transferir a otros esos conocimientos, ese trato del Señor (2 Timoteo 2:15; Cf. 1 Pedro 3:15; Lucas 8:15)
5. Disposición para investigar. Si bien es cierto, la Biblia se interpreta así misma, es necesario que dispongamos nuestro corazón para inquirir y seguir buscando, tal como hicieron los cristianos de Berea, en el primer siglo (Hechos 17:11)
6. Disposición para librarnos de prejuicios. Quizá creemos que la Biblia es para fanáticos, religiosos, personas que se conforman con un versículo y se dejan lavar el cerebro. ¡Tremendo error! Siempre debemos observar humildad al leerla, dispuestos a encontrar algo nuevo, aprender y respetar las Escrituras porque provienen de Dios mismo (1 Tesalonicenses 2:13)
7. Depender de Dios para cambiar. No conozco a la primera persona que haya abierto su corazón al obrar de Dios a través de las enseñanzas de la Palabra, que no haya cambiado. Simplemente dispusieron su corazón al inquirir sobre las Escrituras, y dejaron que Dios tratara sus vidas. Los resultados, sin duda, son maravillosos–. (Santiago 1:22)
Tres recomendaciones finales
Para terminar la Lección de hoy, me permito formularle tres recomendaciones de suma importancia:
1. Lea despacio y con suno cuidado. Leer superficialmente no nos lleva a otra cosa que a los equívocos, a conclusiones erradas. Por eso, además de armarse de paciencia y perseverancia, tome una libre de anotaciones y apunte los aspectos relevantes de los estudios que vaya haciendo.
2. Use el entendimiento. No podemos desechar la lógica, porque con frecuencia leemos y leemos y no encontramos sentido a la lectura. Por ese motivo, si dispuso su corazón para estudiar la Biblia, es para adentrarse en ese proceso, y no leer por leer, para llenar un vacío.
3. Comprenda las diferencias inter-culturaes. Las personas a las que se dirigió inicialmente el mensaje tenían un marco cultural, religioso, económico y social distinto al nuestro. Ese simple hecho debe llevarnos a tratar de entender qué quería decir el autor, cómo recibieron los destinatarios el mensaje y—ahora sí—de qué manera aplica a nuestro tiempo.
Le invitamos a estar atento a la próxima Lección que, puedo asegurarle, será apasionante.
© Fernando Alexis Jiménez
La importancia del contexto del pasaje bíblico que estudiaremos (Lección 4)
Entrar a disfrutar el mensaje de las Escrituras para nuestro tiempo, toma forma cuando al estudiar un pasaje o un versículo, trabajamos a partir del contexto en el que se encuentra ubicado. Quizá se preguntará: ¿Qué relevancia tiene? Mucha, porque dependiendo del contexto amplio o del contexto específico en el que se encuentre la porción Escritural, podemos aprender muchísimo más de lo que salta a primera vista.
Recuerde que en general contexto es lo que se encuentra antes y después del pasaje que estamos estudiando. El texto que hayamos escogido tiene un contexto específico, es decir, es como si fuera un bloque o ladrillo de una pared. No podríamos sacarlo de buenas a primeras, es necesario ver lo que hay alrededor.
Ahora, el pasaje que estudiaremos—que podría ser un versículo únicamente—se encuentra inmerso en un contexto amplio, es decir, rodeado por capítulos que hallamos antes y también después.
Pero algo más, el pasaje que nos proponemos estudiar, se encuentra rodeado por un contexto panorámico, que podemos descubrir cuando tenemos en cuenta el libro en el que está el texto objeto del análisis.
¿Comprende ahora, de manera sencilla, que no es asunto de escoger un conjunto de versículos y comenzar a sacar conclusiones? Es necesario mirar los tres contextos en los cuales está ubicado: el contexto panorámico, el contexto amplio y el contexto específico.
Una vez hemos realizado el trabajo de aplicar los tres principios, es decir los tres tipos de contextos, podemos comenzar a marcar los detalles del pasaje que hayamos escogido para estudiar.
1. Tenga en cuenta la variedad literaria
Dado que la Biblia en su conjunto fue escrita en un período de por lo menos 1.500 años por 40 escritores—ubicados geográficamente en espacios distintos y en la mayoría de los casos en épocas diferentes—, es apenas natural que hay diversidad en la forma de escribir, en algunos facilidad y en otros dificultad para expresarse.
Recuerde también que algunos tuvieron formación académica mientras que otros fueron empíricos.
Unos autores acudieron a la expresión poética, otros a la forma singular de la profecía, otros se centraban en la prosa sencilla, otros fueron muy parcos al escribir o hubo quienes conocían sobre a legislación de su época, y por tanto, enfatizaron en ese punto específico.
2. Diferentes enfoques de los autores
Como periodista profesional, y cuando laboraba secularmente cubriendo noticias, informaba muchas veces con un enfoque muy distinto del que lo hacía el colega de otro periódico. Los elementos esenciales no variaban en la noticia, pero sí la forma de suministrar la información. Dependía de muchos factores, entre ellos, del estado anímico, de la premura que se tenía de llevar los textos a impresión, del tamaño de página que tenía a disposición, entre otros.
Ahora piense en los autores de los libros bíblicos. Su perspectiva frente a un hecho era muy particular y así lo redactaron en su momento. El eje central que es Dios siempre estuvo presente, pero cada uno se expresó de acuerdo con su contexto.
3. Diferentes circunstancias
Lo que vivió Moisés es bien distinto que lo experimentado por Samuel, y a su vez lo que ellos vivieron, es diametralmente opuesto a las circunstancias en medio de las cuales se desenvolvieron Isaías o Jeremías.
Cada uno de ellos escribió influido por condiciones políticas, sociales, culturales, religiosas y hasta económicas muy particulares que se reflejan en cada línea que plasmaron sobre los pergaminos, papiros o material utilizado. Ese hecho nos debe llevar a ser muy cuidadosos al escudriñar un pasaje para estudiarlo, porque se deben tener en cuenta las diferencias circunstanciales.
4. Destinatarios finales
El libro del Apocalipsis tenía unos destinatarios muy distintos a la carta de los Hebreos y a su vez, estos dos escritos, tenían lectores finales diferentes que quienes leyeron el Pentateuco, o primeros cinco libros de la Biblia escritos—según la tradición—por Moisés.
5. Tenga en cuenta las referencias cruzadas
Generalmente sobre las márgenes de la Biblia encontramos referencias a otros textos, que coinciden o dicen lo mismo. Al estudiar un pasaje en medio de su contexto, debemos tener estas referencias muy en cuenta, y en lo posible, ir a buscarlas.
Otra herramienta de ayuda son los pasajes paralelos. Nos ayudarán a ver relatos que en esencia tienen el mismo objetivo, pero muchas veces, enfoques distintos. Es esencial que nos tomemos el trabajo de hacer la investigación de un pasaje de manera cuidadosa.
Puntos clave para estudiar el contexto
Cuando ya estamos, libreta de apuntes en mano, dispuestos a sacar la mayor información de un pasaje, debemos tener en cuenta los siguientes puntos clave:
1. El Autor. Tome tiempo para investigar en un Comentario o Diccionario Bíblico, quién fue el autor del libro que usted está leyendo. Procure adentrarse en las condiciones que vivió, así es que lea todo lo que tengan que decirle del escritor.
2. Fecha. Investigue cuándo se escribió el libro, y de ser posible, averigüe qué circunstancias políticas, sociales, culturales y económicas prevalecía en el momento.
3. Historia. Al leer el libro, en medio del cual se encuentra inmerso el pasaje que usted estudia, por favor pregúntese: ¿Cuándo y cómo ocurrieron los hechos?¿Qué circunstancias históricas reinaban en el momento?¿Por qué motivo se escribió el libro?
4. Forma literaria. Trate de determinar si se trata de profecía, prosa sencilla, poesía, si hay figuras o símbolos y todo cuanto más pueda sobre el pasaje que está leyendo.
5. Lugar. Determine a qué ubicación específica se está refiriendo o cuáles sitios menciona. Si le queda fácil, utilice mapas para encontrar los lugares mencionados. Puede acudir a su propia Biblia. En la última parte, generalmente hay buenos mapas.
6. Propósito del libro. Trate de ubicarse en los zapatos del autor. ¿Qué buscaba al escribir el pasaje, el capítulo o el libro en su conjunto? Adentrarse en esta dimensión, le ayudará a tener una mayor comprensión del texto.
7. Destinatarios. Una lectura detenida del texto, le permitirá identificar a quiénes estaba dirigido. Es muy útil hacerlo.
8. Mensaje o tema central. Todo libro, capítulo o pasaje en particular, tiene un mensaje o tema central. Como se está ayudando con una libreta de notas, trate de identificar cuál es el eje principal. Comprobará cómo le ayuda este ejercicio.
9. Bosquejo. Cuando elaboramos nosotros mismos un bosquejo, separando los textos por bloques temáticos, logramos tener un panorama mucho más claro de lo que aborda el autor. Una forma sencilla de hacerlo, es decir, de articular un bosquejo, es mirando la estructura de los diferentes textos. Tenga en cuenta si un capítulo tiene varios temas. Sepárelos. Eso le ayudará a tener una perspectiva amplia y más clara. Y así sucesivamente con el resto del libro. Puede que al comienzo considere que no es fácil, pero con el paso del tiempo le resultará muy práctico y sencillo hacerlo.
Recuerde que usted se está formando para ser un excelente estudiante de la Biblia. No hacer las cosas a prisa, sino a conciencia, y dejarse utilizar por Dios como instrumento útil para llevar el mensaje a Su Pueblo hoy. Sobre esa base, no importa cuánto tiempo deba invertir en la investigación de un pasaje. Hágalo con responsabilidad, como debe hacerlo todo ministro de Jesucristo en nuestro tiempo.
© Fernando Alexis Jiménez
Una visión panorámica: Los bosquejos de libros y porciones de la Biblia (Lección 5)
Una pregunta que se formulan muchas personas cuando comienzan a caminar en la maravillosa experiencia de estudiar la Biblia, es: ¿Por qué debemos elaborar bosquejos de libros y porciones de la Escritura?
Permítame responderle con una gráfica mental. ¿Qué hace usted cuando desea ver toda la ciudad en su extensión? Subir hasta el último piso de un edificio puede ayudar; sin embargo, la visión que tendrá será muy limitada. El horizonte no será amplio.
¿Qué hacemos en tales casos? Subimos a un montículo o montaña cercanos. Entonces tenemos una visión panorámica que nos ayuda a determinar dónde quedan los lugares emblemáticos como alcaldía o ayuntamiento, parque principal, biblioteca, escenarios deportivos e incluso, la extensión de los sectores o barrios.
Es lo mismo que ocurre cuando leemos al menos dos veces un libro de la Biblia con el propósito de identificar su contenido. Lo que obtenemos es una visión panorámica. Logramos determinar varios aspectos como:
a. Tema principal del libro
b. Sub temas
c. Temas puntuales o particulares
Esta visión panorámica aplica para todo un libro o conjunto de capítulos, pero también, aplica a un capítulo o conjunto de versículos en particular. En este caso le llamamos panorama del pasaje o del capítulo.
Cuando elaboramos un estudio del libro y comenzamos a particularizar segmentos de texto, es decir, irnos hacia los capítulos, estamos moviéndonos de lo macro a lo micro. Nos vamos acercando al conjunto de versículos que deseamos estudiar.
Como verá, tanto la visión panorámica del libro como la visión específica nos ayudan enormemente porque nos hacemos a una idea clara del contexto.
1. Los capítulos y versículos: Problema o ayuda
Un estudiante de la Biblia que esté en el proceso de bosquejar la estructura de un libro, puede encontrar dificultades y— al mismo tiempo—, gran ayuda con la división que presentan las Escrituras en capítulos y versículos. ¿La razón? Muchas veces un capitulo no concluye apropiadamente un tema, lo deja inconcluso y es necesario acudir al siguiente capítulo para encontrar el desenlace. Igual ocurre con los versículos.
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