- ¿Qué es la globalización?
- Dimensiones de la globalización
- El movimiento "antiglobalización"
- La Iglesia, como Iglesia Mundial
- Valoración crítica de la globalización
- Aspectos negativos de la globalización
¿Qué es la globalización?
Empezamos por definir la globalización misma.
Se trata de un proceso objetivo, no de una ideología, aunque haya sido utilizado por la ideología neoliberal como argumento para pretenderse como la única racionalidad posible. Y es un proceso multidimensional, no solo económico. Su expresión más determinante es la interdependencia global de los mercados financieros, permitida por las nuevas tecnologías de información y comunicación y favorecida por la desregulación y liberalización de dichos mercados. Si el dinero (el de nuestros bancos y fondos de inversión, o sea, el suyo y el mío) es global, nuestra economía es global, porque nuestra economía (naturalmente capitalista, aunque sea de un capitalismo distinto) se mueve al ritmo de la inversión de capital. Y si las monedas se cotizan globalmente (porque se mueven dos billones de dólares diarios en el mercado de divisas, las 24 horas del día, durante los 365 días del año), las políticas monetarias no pueden decidirse autónomamente en los marcos nacionales.
También está globalizada la producción de bienes y servicios, en torno a redes productivas de 53.000 empresas multinacionales y sus 415.000 empresas auxiliares. Estas redes emplean tan sólo a unos 200 millones de trabajadores (de los casi 3.000 millones de gentes que trabajan para vivir en todo el planeta), pero en dichas redes se genera el 30% del producto bruto global y 2/3 del comercio mundial.
Por tanto, el comercio internacional es el sector del que depende la creación de riqueza en todas las economías, pero ese comercio expresa la internacionalización del sistema productivo. También la ciencia y la tecnología están globalizadas en redes de comunicación y cooperación, estructuradas en torno a los principales centros de investigación universitarios y empresariales. Como lo está el mercado global de trabajadores altamente especializados, tecnólogos, financieros o futbolistas, por poner ejemplos. Y las migraciones contribuyen a una globalización creciente de otros sectores de trabajadores.
Pero la globalización incluye el mundo de la comunicación, con la interpenetración y concentración de los medios de comunicación en torno a siete grandes grupos multimedia, conectados por distintas alianzas a unos pocos grupos dominantes en cada país (cuatro o cinco en España, según como se cuente). Y la comunicación entre la gente también se globaliza a partir de internet (nos aproximamos a 500 millones de usuarios en el mundo y a una tasa media de penetración de un tercio de la población en la Unión Europea).
En fin, también las instituciones políticas se han globalizado a su manera, construyendo un Estado red en el que los Estados nacionales se encuentran con instituciones supranacionales como la Unión Europea o clubes de decisión como el G-8 o instituciones de gestión como el FMI para tomar decisiones de forma conjunta.
La globalización implica obviamente fenómenos económicos, como son la globalización de los mercados, las empresas y las finanzas.
Se pueden resumir en 3 las principales causas de la actual globalización:
1. El aumento de los intercambios de servicios, mercancias e inversiones.
2. La liberalización absoluta de los mercados de capitales, y
3. La revolución de la informática y de las telecomunicaciones.
Dimensiones de la globalización
Es conveniente mencionar algunas de las dimensiones de la globalización:
1. Por lo menos en una primera impresión, la globalización parece ser principalmente un fenómeno económico. La economía y los mercados financieros operan cada día más al margen de las fronteras nacionales. El progreso tecnoeconómico en los sectores del transporte y de las telecomunicaciones ha hecho posible una nueva división internacional del trabajo, en que las empresas transnacionales van ganando importancia. La liberalización del comercio mundial promete crear más bienestar para todos por medio de un uso eficiente de recursos escasos.
Todavía más: la globalización conoce ganadores y perdedores. Los ganadores parecen ser capitalistas, especuladores financieros y, en los países del Sur y del Este, élites estatales. Los perdedores -por diversas causas- van siendo excluidos y empobrecidos. Se trata de personas, grupos de población y regiones enteras caracterizados por ser poco productivos, y que pueden acabar protagonizando violencia social y deterioro de los marcos democráticos.
2. Pero la globalización es también muy esencialmente un fenómeno sociocultural. Diariamente, los medios de comunicación modernos, las exportaciones (como «ideas cosificadas») y el turismo difunden los valores (positivos y negativos) de la forma de vida occidental por todo el mundo; y despiertan (automática o conscientemente) la expectativa de un «desarrollo global». Pero, de hecho, crece la distancia estructural entre ricos y pobres. Y así, por ej., la publicidad extiende mundialmente el modelo de consumo de los países ricos, mientras que la distribución real de los bienes privilegia solo a los países ricos y a las minorías ricas de los países pobres.
Contemplamos atónitos como por todo el mundo nos encontramos con los mismos productos: las mismas películas, las mismas series televisivas, las mismas informaciones, las mismas canciones, los mismos ídolos, la misma publicidad, las mismas mercancías, los mismos vestidos, los mismos coches,… En este sentido podemos remitir a otro término que también ha adquirido cierta notoriedad como es el de "Mcdonalización de la sociedad".
Además, el modelo de bienestar occidental no es universalizable. Efectivamente, la globalización, tal como hoy se entiende, o bien es posible sólo para una minoría de la humanidad, o bien es autodestructiva, porque su triunfo destruiría los recursos naturales y el medio ambiente mundial. Así pues, la globalización del modelo occidental actual no es globalizable.
Al mismo tiempo, los principios rectores de la civilización occidental entran en fuerte conflicto con cosmovisiones y escalas de valores que están muy enraizadas cultural y religiosamente. Por ello, dicho modelo es recibido por muchos como una amenaza o como una forma de imperialismo cultural. Dichos particularismos viran muy a menudo hacia el fundamentalismo y hacia la violencia ciega.
3. La globalización es también un fenómeno político muy ambivalente. La difusión de valores universales como los derechos humanos parece ofrecer una oportunidad a la paz universal y al aumento de la justicia. La conexión en redes mundiales alimenta la esperanza del fin de los prejuicios nacionalistas y de las guerras. La conciencia de la recíproca dependencia puede hacer avanzar la responsabilidad ecológica. Finalmente, el despliegue de una sociedad civil internacional constituye un importante progreso hacia cotas mayores de democracia, participación y cooperación planetario. Sin embargo, los procesos de globalización conducen a una reducción del papel de los Estados-nación.
4. La globalización del sistema financiero y el aumento exponencial de los movimientos de capital a muy corto plazo, sin marco regulatorio que los haga previsibles. Más del 90 por ciento de estos flujos de capital se realizan en un plazo inferior a una semana, sin que respondan a las clásicas operaciones de intercambio de bienes o servicios. Las crisis financieras de esta década, han puesto de manifiesto el efecto perverso del doctrinarismo neoliberal. Se ha producido lo que algunos llaman la "financiarización" de la economía. Esta globalización financiera es un hecho incuestionable.
5. La globalización de la economía y el comercio, que produce una alteración sustancial de la dimensión y estructura de las empresas y de los mercados, de las relaciones industriales y de la localización de las inversiones. Aumenta la productividad, se produce paro tecnológico, se reparten sin equidad los excedentes y se cuestiona el concepto tradicional de empleo.
6. La globalización de la información, como revolución comunicacional que acorta tiempo y distancia, estableciendo relaciones, en tiempo real, con cualquier rincón del planeta y sobre cualquier materia.
7. Con todo, al mismo tiempo que la universalización, se da el movimiento inverso de la localización, el énfasis puesto nuevamente en la gestión local, el recrudecimiento de los nacionalismos y el renacer consciente de las diferencias y las identidades locales, étnicas y culturales.
El movimiento "antiglobalización"
¿Qué es ese movimiento antiglobalización? Sabemos que es muy diverso, e incluso contradictorio, como todos los grandes movimientos. Pero ¿qué voces salen de esa diversidad? Unos son negros, otros blancos, otros verdes, otros rojos, otros violeta y otros etéreos de meditación y plegaria. Pero ¿qué dicen? Unos piden un mejor reparto de la riqueza en el mundo, rechazan la exclusión social. Otros defienden al planeta mismo, a nuestra madre Tierra, amenazada de desarrollo insostenible. Otros defienden la universalización efectiva de los derechos humanos. Otros defienden los derechos de los trabajadores en el norte y en el sur. O la defensa de la agricultura tradicional contra la revolución genética.
Muchos utilizan algunos de los argumentos señalados para defender un proteccionismo comercial que limite el comercio y la inversión en los países en desarrollo. Otros se declaran abiertamente antisistema, anticapitalistas. Y también hay numerosos sectores intelectuales de la vieja izquierda marxista que ven reivindicada su resistencia a la oleada neoliberal. Todo eso es el movimiento antiglobalización.
Incluye una franja violenta, minoritaria, para quien la violencia es necesaria para revelar la violencia del sistema. Es inútil pedir a la gran mayoría pacífica que se desmarque de los violentos, porque ya lo han hecho, pero en este movimiento no hay generales y aun menos soldados.
Tal vez sería más productivo para la paz pedir a los gobiernos que se desmarquen de sus policías violentos, ya que, según observadores fiables de las manifestaciones de Barcelona y Génova, la policía agravó la confrontación.
Dentro de esa diversidad, si un rasgo une a este movimiento es tal vez el lema con el que se convocó la primera manifestacion, la de Seattle: "No a la globalización sin representación".
Están surgiendo nuevas iniciativas de un acelerado desarrollo y confluencia como «ATTAC» (Acción a favor de un impuesto a las transacciones para ayudar a los ciudadanos más desfavorecidos) [tasa Tobin]: movimiento internacional por el control democrático de los mercados financieros y sus instituciones, adquieren un peso real en ambientes amplios. ATTAC se ha convertido desde fines del año pasado en un fenómeno casi sin par, al menos en el último lustro, de reflexión-confluencia-organización en Europa. Cerca de 10 mil asociados-militantes sólo en Francia, país donde se originó la iniciativa, es una prueba de su potencialidad.
Por otra parte, y no menos trascendente, por primera vez desde décadas, el Movimiento solidario aparece como promotor y gestor (constructor) de propuestas propias y banderas arraigadas en su práctica cotidiana. Muchas de esas organizaciones están promovidas por las Iglesias cristianas y han logrado una representación ante las Naciones Unidas.
La Iglesia, como Iglesia Mundial
La globalización no es sólo el tema del día, sino que de ella depende el futuro de la humanidad. La globalización constituye uno de los problemas más graves que se le plantea a la humanidad al comienzo del presente milenio. La Iglesia no puede quedar al margen de un fenómeno del que depende la suerte de aquellos seres humanos que, de hecho, no participan de la fiesta del progreso y el bienestar. Estos seres humanos necesitan quien les ayude no sólo a sobrevivir, sino también a vivir una vida digna de "hijos de Dios". Por eso propugnamos un nuevo modelo de "globalización humanizada", al que la Iglesia debería contribuir, no sólo aportando los valores evangélicos -opción por los pobres, solidaridad mundial e intergeneracional, etc.-, sino también convirtiéndose -ella misma- en comunidad que aprende de las otras comunidades.
La globalización no es algo exterior a la Iglesia: es una de sus características distintivas, ya que desde su origen y en su misión ella se comprende como Iglesia mundial. La Iglesia Católica está especialmente concernida, ya que desde siempre se ha comprendido a sí misma como Iglesia mundial, y constituye además un «actor global» mucho más antiguo que cualquier empresa transnacional.
Sin embargo, es muy significativo el silencio de la Iglesia. Teniendo una misión y un cariz católico = universal, que no hable más y que no denuncie con más fuerza y asiduidad los desmanes de la globalización. Sirva, pues este granito de arena para decir que esta globalización, que hoy se está haciendo no es humana, ni mucho menos cristiana, que buscan enriquecerse y que no tiene ética.
No son fáciles las buenas respuestas a la globalización, pero son posibles.
La gran paradoja de este momento histórico, es que nunca antes se habían ofrecido a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas ancestrales de desigualdad, de hambre, de enfermedad o carencias de educación. Pero las oportunidades están siendo utilizadas para aumentar las distancias, no para acortarlas. Nuestra decisión es cambiar esta orientación, para utilizar la globalización en beneficio del progreso humano.
Valoración crítica de la globalización
No cabe duda que la globalización tiene sus aspectos positivos y no faltan defensores acérrimos de ella, como por ejemplo Mario Vargas Llosa, que afirma:
"Estamos asistiendo a un fenómeno extraordinariamente positivo, quizá lo mejor que le ha ocurrido a la humanidad en toda su historia, que es la internacionalización total del planeta, la disolución progresiva de fronteras en todos los campos, en lo cultural, en lo tecnológico, en lo económico".
Es cierto que se ha producido una globalización económica y financiera de gran impacto sociocultural, pero todavía no se ha globalizado la protección de los derechos humanos, la gestión del medio ambiente o el mantenimiento de la paz que tanto afectan a la comunidad internacional.
Pero la mayor paradoja, por la dificultad de la respuesta y las contradicciones que entrañan para todos, es la que se plantea a un mundo que va haciendo desaparecer las fronteras y las barreras para la información, el comercio, las inversiones, los movimientos de capital y el intercambio de servicios, mientras que levanta murallas a la libertad de movimientos de los seres humanos. ¡Todo libre para moverse, salvo las personas, prisioneras de su propio destino en su propia tierra, aunque les depare un porvenir intolerable, indigno!.
La globalización está produciendo incrementos de la desigualdad en todas las sociedades y entre las distintas comunidades humanas.
La globalización es una realidad, pero también es cierto que sólo ha beneficiado a los países más industrializados, a las potencias superdesarrolladas. Ha beneficiado y afectado a los países de mediano desarrollo relativo; y más es lo que ha perjudicado que beneficiado a los países más pobres y de menor desarrollo relativo. Se ha saludado la liberación de mercados, pero se la ha relativizado, porque los países más desarrollados predican liberalismo de mercados mientras continúan realizando un neoproteccionismo.
Como afirmaba el Ministro de exteriores de Bolivia: "Junto con el fenómeno llamado de la globalización, hemos globalizado también la pobreza, la desocupación y la corrupción y que, por tanto, necesitamos soluciones para todos, respuestas solidarias".
Aspectos negativos de la globalización
Se ha conseguido la globalización financiera, mientras que las otras globalizaciones (la política, la judicial o la ecológica) están muy limitadas y no se consideran los modos de gobernar y regular los excesos de la globalización financiera.
– Se está debilitando la democracia, porque la democracia pareciera consistir en elegir, no ya entre una derecha y una izquierda puesto que esta segunda ha comprendido al fin que la única política "natural" es la de la primera, sino entre cereales Kellog"s, Nestlé o Pascual. Habría que preguntar a sus hagiógrafos, no sólo a qué quedará reducida la democracia cuando esas tres firmas se fusionen en una sola, sino, y mucho más importante, qué supone la democracia para esas cuatro quintas partes de la humanidad que no pueden permitirse ni siquiera desayunar. Pero esto no importa, y no les importa porque su concepción neoliberal de la democracia queda reducida a un sofisma tan burdo como peligroso, tan ideológico como éste: Premisa mayor: "toda intervención del estado es peligrosa para la democracia"; premisa menor: "rechazar la globalización es pedir mayor intervención del estado"; conclusión: "rechazar la globalización es peligroso para la democracia".
El cielo que nos prometen es el del desarrollo económico, el de la generación ilimitada de riqueza, y lo alcanzaremos si aceptamos y cumplimos su nuevo evangelio manteniendo la fe en la privatización, en la desregulación y en la apertura de los mercados de capitales, mientras que los gobiernos deberán limitar sus actividades a equilibrar los presupuestos y luchar contra la inflación: "la globalización del comercio y de las inversiones ha reducido la independencia de los gobiernos…
las 225 personas más ricas del mundo tienen unas rentas equivalentes a la de los 47 países más pobres del mundo. Sólo el 4% de la fortuna de estas 225 personas bastaría para financiar las necesidades esenciales de los países en vías de desarrollo: alimentación, agua potable, infraestructuras sanitarias y educativas, etc., unas necesidades estimadas en unos 800 mil millones de dólares. Si nos quedamos sólo con las 3 personas más ricas del mundo, éstas poseen activos que valen más que el Producto Interior Bruto de los 48 países más pobres del mundo, poblados por unos 600 millones de personas.
Decimos NO A ESTA GLOBALIZACIÓN:
No a los programas del FMI y del BM, que perjudican a los más pobres.
No a la contaminación motivada por un modelo de desarrollo incontrolado.
No al pago de la deuda externa, que impide crecer y desarrollarse a los países afectados por los créditos, y
No a la opacidad y falta de transparencia de instituciones como la OMC.
No la especulación de los precios de las materias primas, tan necesarias para la vida de los países más pobres.
PEDIMOS:
La condonación de la deuda externa de los países más pobres
La regulación de flujos de capitales
El derecho a la salud de los pueblos frente a los grandes beneficios de las multinacionales farmacéuticas
Una Renta Básica de Ciudadanía
La internacionalización de la justicia, que haga imposible la impunidad de las dictaduras y tipifique los delitos económicos que están detrás de la mayoría de las guerras, etc.
Un COMERCIO JUSTO Y SOLIDARIO, que tenga en cuenta las necesidades de los productores y pague un precio justo por las materias primas y no sólo sirva para enriquecer, todavía más, a los más ricos.
Por lo tanto nuestro objetivo GLOBALIZAR LA SOLIDARIDAD: Necesitamos unir esfuerzos y coordinarnos TODOS para hacer frente al gran monstruo que actualmente es el MERCADO
Autor:
Pablo Turmero