La Religión Crística a la luz de las enseñanzas originales de Jesús El Cristo (Parte III)
Enviado por JOSE ANTONIO BONILLA CASTILLO
- La Biblia
- Los cuatro libros intermediarios del Antiguo Testamento: salmos, proverbios, eclesiastés y el cantar de los cantares
- Los Profetas
- El Nuevo Testamento
- Los Evangelios apócrifos
- Los otros libros del Nuevo Testamento
- Bibliografía consultada
La Biblia
== EL ANTIGUO TESTAMENTO
LOS 18 LIBROS MÁS ANTIGUOS DE LA BIBLIA
No es propósito del autor hacer un estudio profundo sobre la Biblia, como también no será hecho sobre los textos sagrados de otras religiones. La idea a ser desarrollada es una breve historia de los 66(*) libros que componen aquella obra, con algunos comentarios que nos ayudarán a comprender mejor los Evangelios, que serán desdoblados en Luna próxima Monografía. .
El presente ítem será dividido será dividido en 3 partes:
Antiguo Testamento: Él cubre 872 páginas en la versión estudiada (La Biblia, 1). Para mayor claridad, esta parte será subdividida en tres:
a) La primera, involucra 18 libros, desde el Génesis hasta Job, cubriendo, aproximadamente un milenio (entre 2000 y 1000 A.C.)
b) La segunda, cubre un periodo relativamente corto, centrado en la época de los Reyes Saúl, David y Salomón (1030 a 930 A.C.), siendo un total de 4 libros.
c) La tercera, es relativa a los Profetas de Israel, con un total de 17 libros. La época de estos personajes se extiende entre 850 y 400 A.C. Cabe señalar que desde esta época hasta el nacimiento de Jesús no hay ninguna información en La Biblia.
d) En el ítem siguiente ("El Nuevo Testamento" ), se harán algunas consideraciones básicas sobre ese tema y en la próxima Monografía se comentarán exclusivamente los Evangelios.
Los cinco primeros libros de la Biblia son atribuidos a Moisés, que desarrolló un formidable trabajo entre 1250 y 1200 A.C. aproximadamente.
El primero de ellos y seguramente el más famoso es Génesis, donde se relatan muchos acontecimientos, tales como la creación del Universo y del ser humano, Adán y Eva, el diluvio, la torre de Babel, el patriarca Abraham y otros hechos significativos.
Según el Concilio de Trento, que comenzó en 1564 y duró 18 años, fue prohibido poner en duda la inspiración divina de la Biblia, inclusive el Antiguo Testamento. Sin embargo, eso provocó problemas desde el inicio, exactamente a partir de la segunda página del Génesis.
En efecto, en el Capítulo 1, versículo 27 se dice: "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó"; ya en el Capítulo siguiente, versículo 22 se dice: "De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre".
Creemos que los versículos antemencionados, destruyen definitivamente, la idea de inspiración divina literal de la Biblia.
Con seguridad, hay mucha cosa importante, escondida en los diversos libros de este texto sagrado (como en los otros), pero una papilla literal del contenido escrito del mismo, es claramente una ofensa a la inteligencia humana. Si se tuvieran las claves correspondientes(*) tal vez se pudiese resolver esa contradicción, pues es evidente que si hombre y mujer fueron creados simultáneamente (Génesis 1:27), la mujer no podría haber nacido de la costilla de Adán, (Génesis 2:22)
Obviamente, sabemos que ninguna mujer nació de esa manera, pero aquí es que vive el peligro: utilizando literalmente ese versículo bíblico, "inspirado divinamente", según el Concilio de Trento (1546), se pasa fácilmente a establecer el dominio "divino" y no apenas físico o económico del hombre sobre la mujer, que llevó al patriarcalismo hebreo y al machismo moderno, exacerbado por Pablo (ver próxima Monografía).
La contradicción específica que mencionamos en el Génesis y sus consecuencias, se arrastran sobre varios asuntos, entre ellos uno crucial, que se desarrolla en el Capítulo 3 de ese libro: el "pecado" entre Adán y Eva, transformado más tarde por San Pablo en el "pecado original".
La forma en que se narra el "pecado" entre Adán e Eva, en el entendimiento moderno y especialmente en el cibernético siglo XXI parece infantil: un Ser poderoso castigando a dos jóvenes con penalidades terribles por una simple desobediencia. Esto nunca pudo haber salido de los labios de Jesús, pero el Génesis fue escrito 12 siglos antes que Él naciese, y la rigidez mosaica era una característica prevaleciente.
El "pecado" de Adán y Eva representa, en realidad, un pasaje crucial en la evolución humana: los seres espirituales que poblaron la Tierra en forma humanizada, precisaron oscurecer sus lazos con las Energías Superiores, porque deberían preparar su cuerpo físico y mental para sobrevivir primero y luego conquistar la materia, el mundo exterior.
Así "con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra… porque polvo eres y al polvo volverás" (3:19). Ya antes, Jehová había "formado el hombre del polvo de la tierra…" pero también: "sopló en su nariz, aliento de vida y fue el hombre un ser viviente" (2:7).
O sea, se está hablando de la doble naturaleza humana: la espiritual, simbolizada por el soplo divino y la física, simbolizada, por el polvo terreno.
Y en ese "polvo físico" tenemos que ganarnos el sustento y sufrir las inclemencias ambientales y humanas que nos toque enfrentar.
No hubo pues "pecado original" que después, como una epidemia incurable, envenenó a la Humanidad por todos los tiempos. Lo que hubo fue "oscurecimiento" de su espiritualidad, para aprender a desempeñarse en el mundo físico. Pero ese descenso, no fue consecuencia del "pecado", pues estaba previsto en el Plan Divino.
Es claro que la institucionalización de esta idea permitió pingues ganancias a los administradores del "perdón de los pecados", hasta tal punto que en la Edad Media, el Papado vendía las indulgencias a alto precio; ellas permitían a los ricos "ir al Paraíso" ¡Que bajeza!
Fo, Tomat y Malucelli (2), describen la Tasa Camarae (año 1517), constituida por 35 tarifas, variando sus precios según el crimen. Algunas de ellas son:
Pecado carnal cometido por sacerdote (aún con una monja): 67 libras.
Monja que quiera ser abadesa, después de haber tenido relaciones sexuales: 131 libras.
Mujer adúltera (absolución y permiso para continuar): 87 libras.
Ya asesinato era más barato: cualquiera (que no sea sacerdote): 15 libras, pero si era familiar (hijo, padre, madre, etc.) había recargo: 17 libras. Pero si era sacerdote, la tarifa subía violentamente: 131 libras.
¡También se podía pagar por absolución adelantada de homicidios! (168 libras).
El Génesis tiene muchísimas historias como las de la Torre de Babel, el Diluvio Universal y el Arca de Noé. En esta última, Dios se arrepiente de haber creado el hombre debido a su maldad (Génesis 6:6), pero encuentra "gracia" en Noé (6:8) y le da oportunidad de salvarse. Esto, considerado literalmente, es absurdo. Si Dios es el Creador, Omnipotente y Omnisapiente, ¿cómo podría tener el atributo humano de "arrepentimiento? Si Él hubiese hecho cosas erradas, todo el edificio espiritual sobre el cual las religiones se apoyan, sería completamente destruido.
El "Diluvio Universal" no es otra cosa que el hundimiento de la antigua Atlántida, de la cual aún sobreviven sus picos más elevados; las Islas Azores, Canarias, etc. Ese inmenso territorio era poblado por seres muy adelantados, de los cuales algunos utilizaron muy erradamente los poderes espirituales que poseían, lo que finalmente llevó al desastre.
Los sobrevivientes, de índole constructiva, consiguieron escapar antes del cataclismo, rumbeando para el Este llegando a la actual Europa y al Cercano Oriente (Egipto) y después al Irán y a la India. Es por eso que surgen en esos países las religiones más avanzadas (vedismo, zoroastrismo, religión egipcia y posteriormente el judaísmo).
Alrededor de 1900 A.C. surge Abraham, que vivía en la ciudad caldea de Ur pero fue llamado por Jehová para ir a poblar una nueva tierra, "donde tus descendientes van a formar una gran nación". Ella se llamaba Canaán(*). Aquí Abraham se instala y derrota "los reyes", teniendo posteriormente un encuentro con Melquisedec (Génesis 14:17) a quien da un décimo del botín conquistado.
Melquisedec es un personaje del cual los representantes de la religión cristiana no gustan hablar, no por este encuentro con Abraham y sí por lo que posteriormente se dice en el Nuevo Testamento (Hebreos, 5:6 y 7:3), donde se explica quien era ese ser misterioso, reverenciado por el victorioso Abraham..
Abraham tuvo como primogénito a Isaac, quien con Rebeca tuvo dos mellizos: Jacob y Esaú, Jacob es llamado posteriormente de Israel y tuvo doce hijos Rubén, Simeón, Levi, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, Neftalí, Gad, Aser, José y Benjamín (el menor). Ellos fueron los patriarcas, de donde provienen las doce tribus de Israel entre las cuales, Josué repartió la "Tierra Prometida", cuando los israelitas retornaron de Egipto (1200 A.C.)
En Éxodo, se trata del acontecimiento más importante del pueblo de Israel, cuando ellos, conducidos por Moisés, huyen de Egipto, donde eran esclavizados. La historia de este líder es contada en este libro (Éxodo 2: 1-10) como un niño de la tribu de Levi, recogido por la hija del Faraón de una cesta boyando en al Nilo. Ya Schuré (3), a partir de datos del sacerdote egipcio Manetón (siglo II D.C.), quien describió con detalles los acontecimientos de la época en Egipto, era hijo de la princesa real, hermana de Ramsés II y su nombre era Hosarsiph, iniciado en la visión monoteísta que Aquenaton desarrolló un siglo antes y que quedó sepultada (exteriormente) entre las ruinas de Tell-el-Amarna. El propio Clemente de Alejandría reconoce este último hecho.
¿Cuál fuente será la verdadera? Schuré (3) afirma que la egipcia tiene un valor mayor, pues los sacerdotes egipcios no tenían ningún interés en hacer creer a griegos o romanos que Moisés era uno de ellos. Ya para los israelitas, el amor propio los ordenaba hacer del fundador de su religión, un hombre de su misma sangre.
La parte más importante de este libro es, sin duda, el Capítulo 20, donde en 17 versículos se detallan los 10 mandamientos, pieza clave de la nueva religión que Moisés creó y que se denominó de judaísmo.
El libro siguiente es Levítico. En él se encuentran las normas que Dios instruyó a Moisés para dar al pueblo de Israel, especialmente relacionadas con rituales: reuniones de adoración, sacrificios a ser ofrecidos a Dios y deberes sacerdotales. En el versículo 19:18 hay una anticipación de una de las enseñanzas principales de Jesús: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
El cuarto libro del Pentateuco es Números y en él se hacen dos censos: uno, cuando los israelitas salen de Egipto y otro, cuarenta años más tarde, antes de entrar en la "Tierra Prometida". Esos censos eran específicos para hombres en edad militar (por lo menos 20 años); en el primero el total fue de 603.550; en el segundo 601.730. O sea, hubo una leve reducción.
Finalmente ocurre la batalla con los medianitas, a quienes derrotan acercándose así, finalmente a la "Tierra Prometida". Con todo, Moisés no nos deja de sorprender, pues dice (Números 31:16-17.) "¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres?… Matad, pues, ahora, a todos los varones de entre los niños y a toda mujer que haya conocido varón carnalmente". Entonces sólo se salvan las mujeres vírgenes.
Si realmente Moisés dijo eso, no era Hosarship, el alto iniciado egipcio, sobrino de Ramsés II, inclusive esto no se sintoniza con el mencionado versículo 19:18 de Números: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", con el agravante de que en este caso se trataba de niños y mujeres indefensas.
Lo más probable es que esto haya sido agregado después a los textos originales, para mostrar el poder de la nueva nación.
El quinto y último libro del Pentateuco es el Deuteronomio, cuyo núcleo principal está formado por tres discursos de Moisés, donde rememora la fuga de Egipto, los 40 años en el desierto y finalmente, la esperanza de la "Tierra Prometida", exigiendo al pueblo obediencia a Dios, amenazándolo con castigos si fueran desobedientes. Finalmente, designa a Josué como su sucesor y muere a la edad de 120 años (Deuteronomio 34:7.)
La principal grandeza de Moisés no es la conquista de la "Tierra Prometida" y si su espíritu férreo, que llevó a los israelitas a construir una identidad, basados en la adoración a Jehová, lo que permitió continuar las enseñanzas de Aquenaton, el primero a proclamar públicamente, la existencia del Dios Único, al cual llamaba de Aton y que se habían evaporado después de su muerte y de la destrucción de su ciudad maravillosa, Tell-El-Amarna.
Con todo, da para percibir claramente en el Pentateuco (y en varios otros libros que le siguen) que la sabiduría egipcia(*) está todavía bastante mal comprendida y que el Dios Jehová es más un Dios tribal que el Dios Universal de Akenaton. Saurat (4) lo explica así: "La santidad de Jehová no es absoluta, pues él impele a los hombres al pecado, para poder castigarlos… Él los conduce a la tentación"… "Él endurece el corazón del pecador"… "Es, en resumen, un dios cruel, pérfido y bastante ingenuo"(*).Y ese autor agrega: "Los profetas tendrán bastante trabajo para limpiarlo" y así transformarlo en el Dios Único, aquel que era adorado por Akenaton.
O sea, Jehová fue lanzado por Moisés como el Dios de Israel (esto es monolatría y no monoteísmo) ya que no había posibilidad en la época, de comprender a nivel de las masas atrasadas que pululaban en la Palestina, las grandiosas concepciones que involucraban el reconocimiento de un Dios Único. Tal vez Moisés (o el iniciado Hosarship), haya comprendido lo que se le escapó al soñador Akenaton: no se puede avanzar más que lo que las personas (el círculo externo) puede absorber. Vuelos más osados sólo pueden ser realizados en el círculo interior. Ya lo dijo Jesús El Cristo de forma bastante fuerte: "No echéis vuestras perlas delante de los cerdos" (Versión resumida de Mateo 7:6.)
Los próximos libros del Antiguo Testamento son Josué, Jueces y Ruth.
Josué es el sucesor de Moisés, que finalmente conquista la "Tierra Prometida" derrotando a nada menos que 31 reyes.
Jueces eran generalmente jefes militares que cumplían sus funciones propias a las que adicionaban actividades de justicia, resolviendo los problemas legales de la población. En el transcurso de este libro, se narran muchas historias relacionadas con el abandono de la adoración a Jehová por parte de los israelitas, lo que les aparejó consecuentes castigos de aquel. Ellos consistían en dejarlos derrotar por sus enemigos.
Esclavizados, los israelitas se volvían otra vez a Jehová y él les mandaba líderes que le hacían recuperar la libertad, tales como Otoniel, Gideon, etc.
Pasado un tiempo, ellos volvieron a la desobediencia y entonces Jehová los castigó, dejando que los filisteos los esclavizaron durante 40 años. Un nuevo héroe, inspirado por Dios, Sansón, con poderes físicos fabulosos, los derrota. Pero, traicionado por su mujer filistea, Dalila, pierde su poder y sus ojos son cegados y puesto a trabajar en la prisión. Con el tiempo, recupera su poder y derriba el templo donde estaban los gobernadores filisteos. Todos mueren, inclusive él y Dalila, la traidora.
El libro de Ruth no agrega nada nuevo.
Los próximos libros son: Samuel I y II, Reyes I y II, Crónicas I y II.
En Samuel (I) se cuenta la historia del último juez, Samuel y el inicio del período de los Reyes. Él fue un juez venerado por el pueblo, pero sus hijos, Joel y Abías, que actuaban como asistentes de él, gustaban de propinas y no administraban con justicia. Así, al alcanzar edad avanzada, los líderes de Israel pidieron un Rey, que los guiara en las batallas con sus enemigos.
Jehová indicó a Samuel ese Rey, cuyo nombre era Saúl, que gobernó durante unos 20 años (1030 a 1010 A.C.) Una vez más, Jehová es desobedecido, ahora por Saúl. Aquel había ordenado destruir a los amalecitas "destruye lo que tienen y no te apiades de él: mata hombres, mujeres y niños, vacas, ovejas, caballos y asnos" (Samuel I, 15:3).(**)
Jehová unge un nuevo Rey, David que se ha casado con la hija del Rey Saúl y al que le concede una fuerza extraordinaria, tal que derrota al invencible gigante Goliat con un hondazo en la cabeza. Pero Saúl se vuelve celoso de David y éste huye. En el ínterin, los filisteos atacan Israel y matan Saúl.
En Samuel (II) se cuenta la historia de David, ahora Rey, poder que ejerció durante 40 años (1010 a 970 A.C.), inicialmente como Rey de Judá y después, de lo que se llamó el Reino Unido de Israel. David derrota definitivamente a los filisteos, moabitas y otras tribus hostiles.
También tuvo que luchar contra su hijo Absalón, quien quería usurpar el trono.
La historia del Rey David, el más querido por el pueblo de Israel, continúa en Reyes I. Ya era muy viejo y le quedaban dos hijos: Adonías y Salomón, que era el menor y también el preferido de David. Finalmente fue coronado Salomón, que reinó durante un tiempo similar a su padre (970 a 930 A.C.) Él es reconocido como el más sabio de los israelitas, destacado por su integridad y su sentido de justicia.
Había en la época, una gran prosperidad entre los hebreos. Aprovechado la paz y tranquilidad que reinaba en la región, Salomón mandó erigir el Templo de Jerusalén que era una promesa debida a Jehová. Él comenzó a ser construido en 966 A.C. por Hiran, rey de Tiro, siendo terminado 20 años después.
Un acontecimiento interesante en la vida de Salomón fue su encuentro con la Reina de Saba. El romance entre ellos está contado de forma fascinante en el libro "El Cantar de los Cantares", que será comentado posteriormente. También escribió otro libro del Antiguo Testamento, denominado "Proverbios".
Sin embargo, por más sabio que Salomón fuese, se apartó de su Dios, adorando a Astaroth, diosa de los sidonios y a Moloch, "el ídolo abominable de los amonitas" (Reyes I, 11:7). Tenía 700 esposas y 300 concubinas, generalmente extranjeras. Al morir dejó como Rey a su hijo Roboam y enseguida estalló una cruel guerra contra las tribus del Norte, que constituyeron el llamado Reino de Israel, separándose del Reino del Sur (Judá).
Ambos reinos continuaron separados y el resto de su historia es contada en Reyes II. En la medida en que los israelitas caían en decadencia y se apartaban cada vez más de su Dios, nuevas fuerzas espirituales emergían del pueblo hebreo, a través de los Profetas. En el ítem 2.1.3, ellos serán presentados en forma más detallada. Aquí sólo se dirá que por vuelta de 850 A.C. surge uno de los primeros profetas, y tal vez el más importante: Elías. Nueve siglos más tarde él reencarnará como Juan Bautista (Ver Mateo 11:14; 17:12-13 y Marcos 9:13).
En Reyes II, se cuenta la historia de los 2 reinos, el del Sur (Judá) que resiste hasta la caída de Jerusalén (587 A.C.) y el del Norte (Israel) que ya había capitulado en Samaria, más de un siglo antes (722 A.C.) En medio del desastre suena el clamor de los Profetas: Jonás, Amós, Óseas, Miqueas, Isaías, Jeremías, Sofonías, Habacuc, Ezequiel, etc.
Las Crónicas cubren la misma época que los libros de Samuel y de los Reyes, apenas que de puntos de vista diferentes. Crónicas I, exhibe genealogías, la muerte de Saúl y el reinado de David. Ya Crónicas II cubre el período desde el reinado de Salomón (970 A.C. hasta la caída de Jerusalén, ocurrida en 587 A.C., o sea un período de 400 años).
Esdras cuenta la vuelta de algunos israelitas, que estaban presos en Babilonia y fueron liberados por el Rey Ciro. El segundo grupo es comandado por Esdras y comienzan la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Este regreso se inicia en 538 A.C.
Nehemías es el encargado de la reconstrucción del Templo y la Muralla de Jerusalén, cuyos detalles son narrados en ese libro (este ocurre alrededor de 450 A.C.)
Ester cuenta la historia de una joven israelita que se convierte en reina de Persia por causa de su casamiento con el Rey Jerjes. El primer ministro, Hamán, tenta acabar con todos los hebreos, pero Ester, con la ayuda de su primo Mardoqueo, lo derrota. Para festejar la victoria, los israelitas conmemoran la fiesta de Purim, que celebran hasta hoy.
El último de los libros contenidos en este ítem es el de Job. Se trata de un libro que podemos llamar de filosófico. Job era un hombre bueno, rico y feliz, pero en un momento perdió todo: salud, riqueza e hijos. En esa época se creía que todo sufrimiento era causado por el "pecado". El libro contiene básicamente, las conversaciones entre Job y sus amigos. Éstos le aseguran que él pecó (aunque fuera en secreto) para atraer tantas desgracias.
Pero Job no acepta la posición de ellos. Lleno de dudas y angustias, desafía a Dios a que le explique el porqué de su sufrimiento, siendo reconocido por todos como un hombre bueno, correcto y honesto. Dios no responde las preguntas de Job, pero le muestra la insignificancia de éste ante la magnificencia de aquel, que creó el mundo, con todo su contenido. Job se disculpa y dice: "Yo hablaba de lo que no entendía, de cosas maravillosas para mí, que yo no comprendía" (Job 42:3).
El libro de Job, a diferencia de la gran mayoría de los libros anteriores, centrados en aspectos históricos, entra profundo en el corazón humano y sus experiencias buenas y malas, felices, alegres y tristes. La incomprensión de Job es similar a la de muchas personas hoy en día; la respuesta que le dio Jehová, traducida a nuestro lenguaje moderno, merece algunos comentarios especiales que serán hechos más adelante, en este mismo ítem.
== Conclusiones
Este ítem, abarcó 18 libros del Antiguo Testamento y 523 páginas en la versión de la Biblia (1), que cuentan 15 siglos de la historia del pueblo de Israel. ¿Cuáles serían las conclusiones básicas de que podrían ser extraídas de este inmenso material? Creemos que ellas podrían ser resumidas así:
1. La comprensión de algunos pasajes del Antiguo Testamento se ve comprometida por lo menos por dos factores:
a) Traducciones de épocas antiguas, pierden mucho del sentido original.
b) El idioma hebraico, como otras lenguas, por ejemplo el sánscrito(*) no fue creado para representar con claridad los aspectos físicos del Universo, como tan bien lo hacen los idiomas modernos.
Para los hebreos cada letra y cada número, tenía un significado especial. Esto es desconocido para nosotros, a no ser para profundos estudiosos de la Cábala (hoy deformada y usada como tentativa vana de acertar en la lotería.)
Por detrás de la Cábala judaica está la doctrina secreta de Israel, cuyo primer texto parece ser el Sefer Yetzirah, atribuido a Abraham (o sea ¡escrito hace 4000 años!). David y Salomón fueron iniciados en esa Ciencia esotérica y cosmogónica. En la época de la destrucción del Templo de Jerusalén (587 A.C.), Simeón Ben Jochai escribió parcialmente las enseñanzas originales en un libro llamado Zohar, que significa "Esplendor" y que es la fuente literaria del Cabalismo.
Hodson (5) dedica varios capítulos a este tema, cuya complejidad no puede ser presentada aquí, pero puede ser consultada en forma resumida en Bonilla (6).
2. ¿Esto significaría una imposibilidad de comprender los significados profundos contenidos en la Biblia? Tal vez esto fuera cierto, si ese texto sagrado fuese el único válido para interpretar la vida espiritual del ser humano.
Felizmente, existen otros libros sagrados, pertenecientes a otras religiones y que muestran claramente que por detrás de las épocas, los pueblos y las costumbres, hay un hilo conductor único, la doctrina de los Iniciados(**), conducida por los seres humanos más desarrollados, capaces de penetrar los secretos del Universo y contactarse con las Energías Superiores, con los Reinos Angélicos, con el Supremo Instructor de los Ángeles y de los Hombres, Jesús El Cristo y con el propio Creador.
Una visión amplia acerca de la confluencia, no de las religiones, que muchas veces entraron en caminos oscuros y que muchas veces guerrearon entre ellas, y sí de los Altos Iniciados que con sus enseñanzas le dieron origen, puede ser encontrada en Schuré (3).
Este autor nos dice: "Al considerar las grandes religiones de la India, del Egipto, de la Grecia y de la Judea por el lado exterior, no se ve otra cosa que discordia, superstición y caos. Pero sondead los símbolos, interrogando a los misterios, buscad la doctrina madre de los fundadores y de los profetas, entonces la armonía se hará en la luz. Por diversos caminos, con frecuencia tortuosos, se llegará al mismo punto; de modo que penetrar en el arcano de una de esas religiones, es también penetrar en las otras. Es cuando se produce un fenómeno extraño. Poco a poco, pero en una esfera creciente, se ve brillar la Doctrina de los Iniciados en el centro de las religiones, como un Sol que disipa su nebulosa. Cada religión aparece como un planeta diferente. Con cada una de ellas cambiamos de atmósfera y de orientación celeste, pero siempre el mismo Sol nos ilumina. Hay una palabra especia para designar estos fundadores de religiones, estos Grandes Iniciados; esta palabra es Avatar(*).
O sea, la conclusión básica es que si en lugar de fanatizarnos con una rama especifica de una cierta religión, diferente de otra rama de la misma, en detalles secundarios, tuviéramos una visión más amplia, más holística, estaríamos abiertos a nuevas percepciones. O sea, en lugar del Job que no comprende porqué a veces el justo, sufre y el dañino parece prosperar, tendríamos que actuar como el Job que oyó la respuesta de Jehová, a partir de la cual, no sólo recuperó su prosperidad, sino que también la amplió considerablemente (Job, 42: 10-17).
3. ¿Y que de todo esto, podemos aprovechar para interpretar el Antiguo Testamento, o por lo menos los 18 primeros libros del mismo?
Si examinamos el texto con cierta atención, percibiremos que todas las historias giran sobre tres "personajes" básicos, independiente de la época en que ocurren: Jehová, el pueblo de Israel y los otros pueblos. Jehová es el Dios Todopoderoso, Israel es el pueblo que lo tenta seguir, lo que a veces consigue, pero fracasa otras veces, incurriendo en "desobediencia" y los otros pueblos son los "malos" de la historia.
Ahora bien, si aplicamos aquí lo comentado en el subítem 2, en el sentido de que podemos percibir una unidad básica en la diversidad aparente de las diversas enseñanzas religiosas, también podemos comprender que las centenas de historias bíblicas (o de cualquier otro libro sagrado), que exhiben una gran diversidad, no son otra cosa que combinaciones de las relaciones entre tres elementos.
En el caso en análisis, esos tres elementos, literalmente expresados en el texto son: Jehová, Israel y los "otros". Pero ya dijimos que, en libros que contienen enseñanzas espirituales, la letra es engañosa (Ver Corintios II, 3:6: "la letra mata, el espíritu vivifica").
¿Y cuál sería el "espíritu"?
La Biblia y todos los libros sagrados hablan de la relación del ser humano con el Creador y los Mundos Superiores. Lo escrito es sólo una pálida muestra del "espíritu" que se transmite. Y ese "espíritu" corresponde a cada letra (o sea a cada "personaje"). Así tenemos:
Letra o personaje: Jehová; "Espíritu": Alma.
Letra o personaje: Israel; "Espíritu": Personalidad
Letra o personaje: Los otros pueblos; "Espíritu": Ser Exterior.
O sea, a través de alegorías se pretende hacer comprender al ser humano, su verdadera esencia ("Vosotros sois dioses, pero como hombres moriréis" Salmo 82:6-7).
El Alma es la parte divina del hombre ("sois dioses"); el Ser Exterior es la apariencia humana, el hombre físico ("como hombres moriréis") y la Personalidad es el diamante bruto que estamos puliendo dentro de cada uno de nosotros, desde el inicio de los tiempos. A veces seguimos el Alma, a veces nos perdemos, siguiendo el Ser Exterior y eso es necesario porque es la esencia del aprendizaje, única manera de evolucionar, a través de la experiencia.
4. Para profundizar este asunto, volveremos al libro de Job, anteriormente mencionado, capaz de arrojar una luz escondida dentro de toda la historia que allí se cuenta. Todas las enseñanzas auténticamente espirituales, están centradas en estimular el ser humano a acercarse a su Divinidad, a través de la evolución de su Personalidad(*).
Como vimos, Job era un hombre justo, honesto, trabajador y bien sucedido. De repente todo se vino abajo (familia, riquezas, felicidad). En los textos sagrados de la época, estaba claro que el sufrimiento de una persona no era un simple azar, una jugarreta del destino, un acontecimiento fortuito y que sí respondía a una Causa, que era básicamente entendida como desobediencia a Jehová y que algunos denominaban de "pecado" (y que no tenía nada que ver con Adán y Eva).
O sea, lo que enseñaba era la antigua ley mística de Causa y Efecto, más modernamente denominada "Ley de Compensación" (Ver Bonilla, 6) y que hasta la Física moderna la identifica como el Principio de Acción y Reacción.
Sin embargo, Job no había "pecado". ¿Por qué, pues, tanta desgracia cayendo sobre él? El sentimiento de Job se resume en una línea: "Maldito el día en que nací!" (Job, 2:11). En el largo relato de este libro, Job conversa con tres amigos: Elifaz, Bildade y Zofar acerca de su sufrimiento. Finalmente, un cuarto, más joven, Eliu, hace reflexiones muy profundas, afirmando – por ejemplo – que "los pecados humanos, por muchos que sean, no van a perjudicar a Dios y que si se hace el Bien, no se está ayudando a Dios, porque Él no precisa de nada (Job 35:6-8) y agrega que son los otros los que sufren, por causa del pecado que cometes y también son ellos los que son ayudados cuando se practicas el Bien" (Job, 35:8).
En una de sus defensas (Job, 21:19), afirma "Me dicen que Dios castiga el hijo por los pecados del padre… pero es el padre que debería ser castigado para que aprendiese la lección".
Al final, Job se arrepiente de haber desafiado a Dios, reconoce que "hablaba lo que no entendía"… "cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía" (Job, 42:3,4). A partir de este momento, Jehová lo perdonó y le cubrió de riquezas traídas por sus parientes. Tuvo después 7 hijos y 3 hijas y vivió feliz hasta los 140 años. ¡Un verdadero final feliz, como en las películas!
¿Pero cuál es la enseñanza que este libro nos deja?
A pesar que él está colocado después de la historia de la Reina Ester, esposa del Rey Jerjes de Persia (486 – 465 A.C.), los acontecimientos ocurridos no están localizados en el tiempo, pero los exegetas bíblicos, por la forma de hablar y por la longevidad de Job, lo ubican más o menos la época de Abraham (unos 1900 años antes de Cristo).
Desconocemos el motivo de esto, pero no tiene la menor importancia, pues los problemas de Job se arrastran desde aquella época y quizás desde antes, hasta nuestros días. Y se resumen en un punto: ¿por qué cuando actuamos correctamente no siempre obtenemos los resultados que deseamos y por qué cuando actuamos incorrectamente, a veces tenemos buenos resultados?
El primer pensamiento humano en relación con esta situación es, para los materialistas, la maldad prevaleciendo sobre la bondad humana ¿para qué ser bueno y justo, si la victoria es obtenida por los malandrines y estafadores? A partir de este raciocinio, sería mejor actuar inescrupulosamente.
Para los religiosos, como Job, la causa estaría en que el propio Dios es injusto, castigando – por lo menos a veces – a los buenos y premiando a los malos. Esto, si fuera verdadero, destruiría las bases de cualquier religión o creencia en un Ser Supremo.
La compensación que Jehová dio a Job, tanto en dinero y bienes como en la formación de una gran familia, ocurrió cuando él se arrepintió de haber dudado de la justicia y del poder del Creador. Aquí se repite la enseñanza de que el arrepentido de su desobediencia a Dios, es capaz de ser perdonado, que fluye por todo el Antiguo Testamento.
Con todo, antes de aceptar su arrepentimiento, Dios anonada a Job, describiendo detalladamente todo su poder ante la insignificancia y la ignorancia humana, que cree saber todo a través de una interpretación interesada, inclusive retorciendo los hechos para hacerla bien favorable para sí.
Los sufrimientos de Job fueron terribles: los sabeos mataron todos sus hijos, fuego del cielo quemó pastores y ovejas, los caldeos se llevaron los camellos, la casa fue derribada por el viento, le vino una insoportable sarna maligna que llevó a su mujer a gritarle: "Maldice a Dios y muérete" (Job, 2:9).
En realidad parece demasiado desastre junto para una persona sola, pero no ha sido menor el sufrimiento de los quemados por la Inquisición, de los torturados por las dictaduras, de los excluidos, de los explotados(*), de los campos de concentración nazis, etc., etc.
O sea el sufrimiento del ser humano viene desde que adquirió conciencia, allá en el fondo de la historia. En el libro de Job queda claro algo que todos sabemos: no siempre las personas buenas y honestas alcanzan la felicidad; ya las malas y deshonestas consiguen salirse bien en ciertas situaciones.
¿Cómo se explica, pues la Justicia Divina? Probablemente en este libro, escrito tal vez hace 4000 años, los hebreos no estaban preparados para oír explicaciones mas profundas. Hubo que esperar al Dios Único y a la difusión abierta de la Doctrina de la Reencarnación (Ver Bonilla, 6) hasta 600 años después, cuando el gran Aquenaton los presentó públicamente.
La Justicia Divina es perfecta. Los imperfectos somos nosotros, con nuestra Personalidad, oscilando entre la luz (el Alma) y la atracción por la materia (Ser exterior).Esta atracción es simbolizada en la Biblia por Satanás.
Precisamos vivir varias encarnaciones para tener experiencias diferentes, pues 70 u 80 años es un tiempo insuficiente. La "desobediencia" a Jehová (en el lenguaje bíblico) no es otra cosa que el desvío humano de las leyes cósmicas. Como no somos perfectos, tendremos varias (tal vez muchas) en cada encarnación. Si no las purificamos, quedarán pendientes para la próxima. Así una persona correcta en esta encarnación podrá tener varias desgracias en ella, pendiente de la anterior (o anteriores). Ya el incorrecto, puede haber acumulado cierto puntaje positivo, por lo que tendrá ciertas oportunidades en la presente encarnación. Pero si en lugar de actuar correctamente, se desvía, acumulará puntos negativos para el futuro.
O sea, en última instancia, ni Dios (ni Satanás) regulan nuestras vidas. Quien las regula somos nosotros, consciente o inconscientemente. En la medida que desarrollemos hábitos positivos y constructivos, nuestra Personalidad avanzará algunos pasos para su identificación con nuestra Alma (de naturaleza divina); en la medida en que ellos sean negativos y destructivos, nos alejarán de aquella y nos retendrán en el Ser Exterior, ávido de riquezas, vanidades, apariencias y debilidades humanas.
Hablando en lenguaje bíblico literal, quedaremos amarrados a Satanás y nuestra vida se transformará en un Establo de Augias, a quien el legendario Hércules limpió con gran esfuerzo. Precisamos encontrar en nuestro interior alguien como el héroe griego para conseguir una evolución de nuestra Personalidad, suficiente como para levantar vuelo hacia regiones más elevadas. Esa es la tarea que debemos emprender en cada encarnación, hasta que alcancemos el Casamiento Alquímico (o sea la fusión de la Personalidad con el Alma, o Presencia Divina).
Los Salmos son 150 himnos y oraciones bíblicas. Según entienden los especialistas(*), ellos fueron creados por variados autores, pero la mayoría son del Rey David, y el más antiguo viene de Moisés (Salmo 90).
David tiene 73 Salmos (casi la mitad de todos ellos), Asafe (12), los Coreítas, 10, Etán y Emán, uno cada uno (así como Moisés). El resto, unos 50, son de autores desconocidos, que pueden ser bien anteriores llegando algunos a la época de Abraham, o posteriores.
No podemos detallar los Salmos aquí, ya que cubren 85 páginas con letra pequeña, de modo que apenas haremos comentarios de algunos ellos.
Una cosa que impresiona en prácticamente todos los Salmos es que la relación del hombre con Dios es bien diferente de la actual. En la época, hay un componente de temor permanente hacia él; se le adora porque se le tiene miedo, no seguir sus leyes lleva, inexorablemente, a un castigo, a veces terrible.
En realidad, hoy día si bien eso no se manifiesta clara y conscientemente, en verdad permanece en los oscuros rincones del inconsciente humano del que nos habló Freud.
Con seguridad, Moisés, con su espíritu férreo y voluntad indomable, así como Alto Iniciado de los Misterios Egipcios, comprendió que era imperioso imantar el pueblo hebreo a través de una alianza con el Dios Eterno, Jehová. Alianza varias veces quebrada por la debilidad humana.
Esto es lo que expresan literalmente los versículos del Antiguo Testamento, pero hay lecturas más profundas, ya comentadas anteriormente. Ya dijo, antes de Moisés, Hermes Trismegisto: "Como es en el Cielo, es en la Tierra; como es arriba, es abajo".
O sea, podemos hacer dos lecturas diferentes (una comprensible para todos, otra para algunos), pero ambas son la misma cosa, aunque observadas desde ángulos distintos. Así, la visión bíblica de Jehová, Israel y los otros pueblos ("arriba"), tiene su contraparte en el ser humano: el Alma, la Personalidad y el Ser Exterior ("abajo"). O sea, hay una Trinidad Divina (que vendrá después al público: Padre, Hijo y Espíritu Santo y una humana). Ambas están estrechamente correlacionadas.
Dicho de otra manera, el sufrimiento, las luchas, las guerras, así como la bondad, la paz y la felicidad del pueblo de Israel (escritura literal) constituyen hechos históricos a los cuales se les puede dar una segunda interpretación (escritura oculta), referente al ser humano, de cualquier nación y de cualquier época. Es aquí que las enseñanzas originales de los Avatares tienen su confluencia natural.
Hoy día, precisamos saber que El Creador, cualquier nombre que se le dé, no castiga ni premia. Somos nosotros, los que lo hacemos, de la misma manera que cuando agarramos un metal caliente nos quemamos. Infringimos en ese acto una ley natural.
En un nivel más complejo que el físico, en el mundo de los pensamientos y de los sentimientos, también existen leyes cósmicas. Cuando nos desviamos de ellas, a veces parece que las violamos impunemente, pero habrá un momento de compensación (en esta vida o en la próxima). El Israel que sufre es nuestra Personalidad que quiere comulgar con el Alma (el Ser Crístico o Presencia Divina, que vive escondida en el fondo de nuestro corazón), pero la fuerte atracción del Ser Exterior la obnubila, llevándola por caminos errados, a veces tenebrosos.
Esta lucha, más consciente o más inconsciente, es el gran desafío que el hombre enfrenta desde su aparecimiento en el planeta Tierra y ella es conducida, con mayor o menor éxito por cada uno de nosotros. Nuestros pensamientos y nuestras acciones, correctas o incorrectas, serán el termómetro que medirá los grados de evolución (o de involución) que cada uno consiguió en la vida (es por esto que precisamos varias encarnaciones), pues el diamante bruto no se puede pulir en un instante. Se necesita tiempo.
En el Salmo 1:2-3, se dice "En la ley de Jehová está la delicia del justo, y en su ley medita de día y de noche". Traducido a la versión humana, esto significa: "El justo medita en su Ser Crístico y procura seguir su orientación".
El Salmo 14:1, se expresa así: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables. No hay quien haga el bien". El necio no sólo niega al Creador y sí a su Ser Crístico. Cree apenas en su Ser Exterior, que es visible y palpable esto lo conducirá, ciertamente, a "obras abominables": explotación, desprecio, estafas, robos, asesinatos…
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