Un capítulo de la historia del Deporte Venezolano,
narrado por uno de sus protagonistas.
I
-¿Qué cosas te dieron Gustavo? —preguntó Oscar, el hermano mayor–, me permites ver, aparte del uniforme, botas y medias nuevas vi algo allí en el maletín que me llamó la atención.
Gustavo sacó una pequeña bolsa de plástico transparente que contenía una prenda de vestir interior, formada por una franja ancha y dos tirantes unidos a una especie de mini-bolso. –¡Ah chico! Esto es lo que llaman un suspensorio —dijo Oscar.
–Yo no sé qué vas a ser tú con esa viña, porque para un muchacho de 12 años eso no tiene sentido.
–No importa, yo me lo pongo –dijo Gustavo- porque por algo me lo dieron y me lo pondré para jugar, así nos dijo el Sr. Jonathan, delegado del equipo.
La alegría, el alborozo que desbordaba aquel muchacho con aquella ropa deportiva entregada y recibida aquella tarde del viernes, en el Centro Juvenil era comprensible, él se sentía importante, grande, crecido, con la autoestima súper El ser integrante de la selección infantil de baloncesto del Distrito Federal era su orgullo, su mayor anhelo.
Solo quedaba esperar la inauguración del Campeonato Nacional y después el desarrollo de los juegos según el calendario establecido.
Aquella noche de ese día viernes tan especial Gustavo se fue temprano a la cama. Sin embargo, no lograba conciliar el sueño. Muy tarde, en el regazo de la ilusión, pleno de entusiasmo se fue adormeciendo, acariciando la idea maravillosa de ser seleccionado para el juego inaugural, el primero que se escenificaría en la cancha de la Escuela Militar.
Todo ese fervor infantil desafiaba el candor de sus sueños porque él no estaba consciente de sus limitaciones como jugador. En aquella nómina de diez, esperaba que su nombre apareciera entre los principales colmando así su afán; confiaba en la posibilidad de que el entrenador considerara su condición de novato, de debutante ganado para grandes cosas en el tabloncillo de la Escuela Militar y le dijera:
–Entra tu Gustavo –eso era lo que él esperaba, pero otra cosa pensaba el técnico de la selección Guillermo Guzmán, quien seleccionaría de la lista de diez jugadores sólo a cinco, los mejores "para debutar ganando". Gustavo se había ido a la cama cerca de las ocho de la noche. Se uniformó apelando a un ceremonioso ritual: primero se colocó la prenda interior de los dos tirantes, luego las medias y, seguidamente el short, la franelilla y el mono. Todo se lo puso luego de decir: "Me acuesto así, no vaya a ser que me quede dormido y me levante tarde", pues el autobús saldría a las 8:30 de la mañana desde el Centro Juvenil, después de recoger al entrenador, al delegado y a los diez jugadores de la categoría infantil para llevarlos a la Escuela Militar en Coche, donde sería el acto inaugural del campeonato y se realizaría el primer juego. Un gimnasio con cancha de madera reluciente que Gustavo no había visto, ni pisado nunca, ante esta realidad se preguntaba ¿Cómo me veré yo jugando en la cancha de madera de la Escuela Militar?
Se despertó a las 5:50, ya comenzaba a aclarar el nuevo día. Su hermana mayor Concepción al verlo con el uniforme puesto dijo: – Gustavo chico, espero que te hayas bañado, voy a prepararte el desayuno.
-Yo no tengo hambre –dijo el pequeño jugador– solo tomaré café con leche.
Gustavo estaba impaciente, a cada momento se asomaba desde la ventana del apartamento desde donde se divisaba el Centro Juvenil, a ver si habían llegado otros jugadores del equipo o el autobús porque él quería ser el primero en presentarse. Se sentó a desayunar prácticamente obligado por la familia. Sus hermanos, Concepción y Oscar, mayores que él, lo rodeaban acompañados de sus padres Alejandro y Ofelia María, tomaron café y mirándolo con cierto aire de admiración, su mamá le dijo: "Te queda bello tu uniforme hijo". Todos coincidieron con el amoroso elogio reflejado en las pupilas de la orgullosa madre.
Salieron del apartamento faltando 15 minutos para las 8:00 am. Gustavo y Oscar, su hermano mayor se dirigieron presurosos hasta el autobús. Oscar llevaba altivo su uniforme verde oliva, calzaba lustrosas botas recién adquiridas, tal vez un poco grandes. Transcurridos diez minutos llegaron al Centro Juvenil, se detuvieron ante la reja de la entrada principal; desde allí vieron acercarse al Sr. Jhonatan, presuroso, contrariado. Algo nervioso, arrastrando las palabras pronunció un angustioso -buenos días– luego agregó con un dejo de desilusión –me faltabas tu Gustavito, anoche no tuve tiempo de ir a tu casa a pesar de intentarlo varias veces para comunicarte que el campeonato se tuvo que suspender por una huelga de entrenadores que amenaza con paralizar al país.
II
— Por favor, Juanita baja a los muchachos al parque que voy a hablar con Felipe y no quiero que ellos se enteren de la conversación que vamos a sostener- dijo –Beatriz.
–Si señora, ya se los bajo.
Al rato salió Felipe del cuarto vestido solamente con el pantalón del pijama color azul, fue a la cocina y salió tomando agua en un vaso de aluminio.
Beatriz, que hojeaba una revista de modas sentada en el mueble grande de la sala la puso a un lado y lo llamo —Felipe, amor por favor quiero hablar contigo una cosa., el se acercó y tomó asiento en un mueble pequeño frente a su pareja – dime, le dijo
— Anoche entre las cervezas que ustedes se bebieron, estuve oyendo parte de la conversación que tenías con tus amigos Henry Rosales y Miguel Gómez aquí en la sala, tú en verdad ¿ piensas participar en Caracas en esa huelga de entrenadores ? — preguntó Beatriz con mucho énfasis
— Sí, contestó Felipe.
–Yo a veces no te comprendo Felipe, como puedes tu dejarme sola en este apartamento, con estos dos muchachos y este otro aquí en la barriga.
–Sola no estás
— Tú sabes muy bien que Juanita viene solamente durante el día y además hay que pagarle, que eso sería lo de menos, es la angustia y los nervios de tener al esposo, un hijo o un hermano en esos líos de protesta y huelga que nunca se sabe como terminan.
Felipe, colocó los codos sobre las rodillas y entrecruzó los dedos de las manos y bajó la cabeza como aceptando aquellas medias verdades que su pareja le decía reprochándole su decisión; se paró del mueble y llevándose las manos a la cintura dijo ante la regañina de Beatriz, Felipe dijo –coño Beatriz tu me conoces mejor que nadie, sabes que soy un hombre de palabra y muy responsable, yo no puedo defraudar a mi gremio, debo asumir la solidaridad gremial para defender nuestros derechos.
Felipe Antonio Suárez y Carmen Beatriz de Suárez se habían casado hacia siete años, tenían dos hijos, Rosa Elena de seis años y Gilberto Antonio de cuatro, más un embarazo de tres meses
Ella trabajaba como secretaria en la alcaldía de Maracaibo, y él en la Dirección de Deportes del Edo. Zulia como entrenador de Gimnasia. Por primera vez se presentaba una discusión de aquella naturaleza en esta pequeña familia.
III
En varias ocasiones se escucharon conversaciones en casa de la familia Iriarte, eran diálogos entre el padre Félix Ramos Iriarte con cualquiera de sus tres hijos. En una oportunidad la conversación fue ésta:
–El único orgullo y el más arraigado en esta familia es el haber sido sindicalistas – le decía el viejo Félix, a Víctor José el mayor de los vástagos, además te digo una cosa Víctor, es la mayor contribución de esta familia a través de varias generaciones, no sé si deba decir esto, al desarrollo social de este país. Mi abuelo fue un destacado sindicalista en los muelles de la Guaira; mi papá fue fundador del Sindicato de los Trabajadores de los Ferrocarriles en Puerto Cabello, y yo he sido un modesto vocal en varias directivas de los sindicatos de la zona del hierro, allá en la Ciudad Bolívar, llevamos la lucha social en la sangre.
–¿A qué viene toda esa historia papá? Pregunta Víctor José – por lo que tú me decías en estos días hijo, que ahí no hay figuración personal entre ustedes, yo te digo una cosa, no hay movimiento sindical sin liderazgo, por cierto hace poco escuché en la radio regional una entrevista que le hicieron al presidente del gremio de ustedes – continuaba el viejo Félix – por lo que escuché, por la voz, debe ser muy joven ese muchacho Carlos Sánchez ¿Es así que se llama no? Tiene los pies bien puestos sobre la tierra, habló muy bien, me gustó mucho lo que dijo: hizo un llamado con el corazón desbordado a los entrenadores y lo más importante es que se hace entender, no cabe la menor duda maneja bien el discurso sindical o gremial. No sé cómo ustedes llaman a su organización. Por cierto, a pesar de no ser profesionales universitarios lo llaman "Colegio" cuando ni siquiera tienen un bachillerato, no te quiero ofender hijo, pero empezando por ti, tú no tienes esos estudios que son básicos.
La respuesta de Víctor no se hizo esperar, en aquel diálogo que a veces parecía inagotable entre dos generaciones distintas, éste dijo:
–Óyeme papá no se trata de la figuración de nadie, que si habla bien o mal, o del nombre de la organización, o si se tiene título o no, lo más importante es responder al llamado de la dirigencia, porque los tiempos han cambiado, tú lo sabes mejor que nadie viejo, las situaciones son diferentes, antes los trabajadores le reclamaban a la empresa privada, ahora lo hacen al gobierno, que es quien le corresponde garantizar los servicios públicos. Además, dicen que el Estado tiene mucho dinero producto del petróleo, también hay que tomar en cuenta a nuestros dirigentes, ellos han tenido la idea de recorrer al país entero, estado por estado, con sus propios recursos, haciendo un llamado a todos los que trabajamos como instructores deportivos. Ese esfuerzo ha despertado mucha inquietud entre los agremiados y no afiliados a la organización. Ese discurso nos ha tocado profundamente, sentimos un entusiasmo comprometido. Por lo que a mí respecta yo estaré presente en cada uno de esos llamados junto a mis colegas del estado Falcón; ya que esto en resumidas cuentas no viene a ser un llamado cualquiera, vacio, sino de conciencia; es ella la que me dice: debes estar allí.
Así concluía Víctor José aquella larga conversación con su padre, como lo habían hecho otras veces cuando dialogaban en casa. Pero, la última palabra siempre la tiene el jefe de la familia, quien terminó esta reflexión: -tú, eres mayor de edad, tú sabes lo que haces, eres responsable de tus actos eso yo no lo puedo evitar. Respeto tu decisión.
A los pocos días después de aquella interesante conversación con su hijo mayor, mientras Félix Ramón Iriarte leía solazado la prensa regional en un rincón de su casa, se sorprendió ante las declaraciones de los dirigentes del gremio de entrenadores de la seccional Falcón, contenidos en las páginas deportivas. Convocaban a todos los técnicos deportivos afiliados o no, a una concentración en Caracas, pero, curiosamente no se identificaba a ninguno de los declarantes, si no que finalizaba la nota diciendo. "Convoca la Junta Directiva Regional".
Noticias como éstas, eran las que contrariaban al viejo Félix; él solo quería leer el apellido Iriarte en aquellos remitidos, su aspiración era ver destacado en esos llamados conflictos laborales el nombre de su hijo para así sentirse más orgulloso de lo que había sido por su rol en el mundo sindical.
Llegó el mes de Abril del año 1974, la situación laboral de los docentes deportivos del país seguía invariablemente igual; sin respuestas concretas por parte de las autoridades del I.N.D. A las peticiones de los dirigentes gremiales se sumaba la incertidumbre; sin embargo, se tomó la firme decisión de presionar de una manera consistente, pertinaz, convocándose a todos los entrenadores deportivos al un primer encuentro nacional en la ciudad capital, en tanto se consideraban los posibles espacios de concentración: la Casa Sindical o el velódromo Teo Capriles. Se argumentaba sobre el aforo de estos escenarios y las facilidades para el traslado de aquellos que vendrían desde el interior del país. Se esperaba una concurrencia significativa.
La Junta Directiva había organizado este evento con la finalidad de demostrarle al patrón su poder de convocatoria y, a su vez, para aprovechar la ocasión e informar a los asistentes la real situación del conflicto.
El viejo Ramón Iriarte había ido a despedir a su hijo Víctor José acompañándolo hasta el terminal de pasajeros de Coro. Víctor había acordado con otros entrenadores salir a la misma hora para ir a Caracas. Cuando el grupo de técnicos se disponía a abordar el autobús, el señor Iriarte se acercó a Omar García, presidente del gremio de los entrenadores del estado Falcón y le preguntó — ¿A qué carajo van ustedes para Caracas? –Omar le respondió- es un encuentro viejo, es una forma de hacer presión, de demostrarle al patrón que no somos cuatro gatos como dicen ellos, sino una importante mayoría de entrenadores molestos, pues no existe un contrato colectivo que nos ampare, sino un documento llamado Resolución 86, elaborado unilateralmente por el patrón. Pareciera que nuestros reclamos nunca fueron tomados en cuenta.
Víctor José Iriarte era egresado de unos cursos que duraban tres meses y los acreditaba como instructores deportivos denominados "monitores". El había recibido un credencial que lo habilitaba para trabajar impartiendo clases de béisbol, en la categoría infantil; en un barrio de la ciudad de Coro. Era un trabajador al servicio de la Dirección de Deporte del estado Falcón y se había afiliado al gremio, el Colegio Nacional de Entrenadores Deportivos de Venezuela. Víctor era medio cegato, usaba unos lentes de esos que llaman culo de botella, tenía cierta dificultad para ver, pero él, al igual que la mayoría de los docentes deportivos del país, había respondido al llamado de los dirigentes, sobreponiéndose a las dificultades.
A Caracas llegaron más de 400 técnicos, hombres y mujeres que concurrieron desde todas las regiones de Venezuela: de los Andes, de los Llanos, de Oriente y de Occidente; siendo la mayoría los de la Región Capital, Caracas y Miranda. Así se evidenciaba la consecuencia de los entrenadores con los postulados de la lucha emprendida por el gremio. La masa de trabajadores del deporte se concentró en las tribunas del Velódromo Teo Capriles el miércoles 29 de Abril. La contundente respuesta al llamado de la Junta Directiva de los agremiados encendió las alarmas de alerta en el directorio del Instituto Nacional de Deportes. Se sabía que en los pasillos y oficinas de las distintas dependencias el nerviosismo colmaba todos los espacios. Se podía pulsar un ambiente de preocupación acentuado por el enfado y las dudas reflejadas en el rostro de los empleados inedistas.
A las tribunas del velódromo se iban incorporando otras delegaciones. Mientras, autoridades del IND se reunían con los representantes gremiales para evaluar la situación. Entretanto, las expectativas se adueñaban de quienes se habían concentrado en las tribunas esperando resultados favorables. La espera generaba una legítima angustia que se fue prolongando hasta las 2:30 pm cuando las partes dieron por terminada la reunión tras hacer consideraciones importantes.
De inmediato los dirigentes decidieron efectuar una asamblea allí mismo. La impaciencia se percibía en las tribunas del velódromo donde se encontraban los convocados. Todos querían escuchar los resultados de aquella reunión donde seguramente se decidía con la aprobación o no de sus justas aspiraciones, aquellas plasmadas en un "Contrato Colectivo". Los directivos a través de un megáfono fueron informando uno por uno, desde el centro de las tribunas, expresando su experiencia e impresión causada por la reunión que hacía pocos minutos había terminado. Todos intervinieron coincidiendo en sus apreciaciones, solo faltaba por conocerse la opinión del presidente del gremio Carlos Sánchez, quien fue aclamado antes de comenzar su intervención.
Víctor José desde cierta distancia trataba de ver a los que intervenían pero, su debilitada capacidad visual le dificultaba el intento de observar al máximo líder, que era a quien quería conocer en persona. Nunca lo había visto, de repente se oyó una fuerte voz, grave, alarmante, que sorprendió a los entrenadores – ¡ahí viene la policía! ¡Está entrando al velódromo!
De inmediato comenzó un movimiento aglutinador de aquella masa humana que en vez de dispersarse por el repentino anuncio, hizo lo contrario, compactarse; parecía un gusano gigante indestructible, moviéndose con pausada racionalidad; a pesar de la manifiesta serenidad ante el posible atropello algunos entrenadores cayeron por las escaleras de las tribunas sin consecuencias que lamentar, pudiendo retomar su sitio dentro del conglomerado. Entre los que rodaron por las escaleras estaba Víctor José Iriarte quien había perdido el equilibrio al momento de caérseles los lentes e intentar recuperarlos.
Los periodistas que cubrían la fuente destacaron como noticia relevante en casi todos los periódicos de circulación nacional que la policía se había presentado, no con la intención de reprimir a los trabajadores sino, para resguardar las instalaciones deportivas; informaba al mismo tiempo sobre una lista de lesionados, donde aparecía el nombre de Víctor José Iriarte. Su papá que siempre estuvo pendiente de lo que pasaría en Caracas, leyó la noticia y al ver el nombre de su hijo sintió en el pecho un fogonazo de orgullo inusitado. Se alistó para salir de su casa y dirigirse a la sede de los jubilados para mostrar el periódico a sus compañeros de la tercera edad. Allí, eufórico, con inocultable alegría, alborozado y casi gritando decía que su hijo Víctor José también se había convertido en un luchador social destacado, lo cual enaltecía aún más la tradición sindical de la familia, Víctor se sumaba a la lista de tantos sindicalistas que trabajan y luchan tesoneramente por una mejor vida, por vivir con dignidad en una realidad social caracterizada por un profundo sentimiento de solidaridad humana, auspiciando sueños colectivos.
IV
La reunión se dio en un ambiente excesivamente tenso por la presencia de tanta gente en los espacios de la administración del deporte nacional; se sumaba además al clima tirante, las declaraciones un tanto fuera de tono, que ofrecían algunos representantes gremiales y del gobierno deportivo.
El encuentro se inició a las 10:27 am, a pesar de estar pautado para las 10:00 am. Este retraso se derivo por la escasez de sillas, no alcanzaron las dispuestas para la reunión; el sector gremial que era mayoría en esta cita permaneció de pie por largo rato hasta que llegaron las faltantes.
La mesa que ocuparon los dos sectores era grande y ovalada, ubicada en un salón adyacente a la oficina de la presidencia. Ocupada en sus dos extremos por las figuras principales: Carlos Sánchez, presidente de los entrenadores y el Dr. Luis Rivas Vázquez, presidente del I.N.D. Ambos acompañados con sus respetivos colaboradores. Bastante numerosa la asistencia a este histórico encuentro. El Dr. Rivas Vázquez dio inicio a la reunión dando la bienvenida a la Junta Directiva del gremio de entrenadores y al mismo tiempo agregar que existía la mayor disposición de su equipo de trabajo y de él en particular para oír atentos los planteamientos de los directivos y terminó diciendo en esta primera intervención, que consideraba innecesaria la presencia de tantos entrenadores. Después de un breve silencio hizo uso de la palabra Carlos Sánchez para saludar la invitación a reunirse en nombre de los entrenadores del país y que además, esperaba y así eran sus deseos, que después de este encuentro se reconociera al deporte en general como el gran triunfador; y concluyó: "no estaría de más que los trabajadores del sector deporte hicieran una visita de vez en cuando al patrón" haciendo referencia a las últimas palabras pronunciadas por Rivas Vásquez cuando se iniciaba la reunión. Una vez más Carlos Sánchez manejó la ironía con infinita inteligencia.
Luego intervino Jaime Padrón, jefe de personal para reclamar a los representantes gremiales el contenido de algunas informaciones dadas a la prensa; sosteniendo algunos recortes de periódicos en sus manos dijo:
–Si nos ponemos a leer y analizar estas declaraciones dadas por ustedes a la prensa, veríamos que muchas de ellas no se ajustan a la verdad. No son ciertas.
Esta primera intervención del jefe de personal no tuvo mucha relevancia entre los presentes; después pasó a tratar otro tema para referirse a unos hechos de violencia que se habían presentado en Maracaibo, Edo. Zulia, para echarle la culpa a los entrenadores y finalizó; diciendo: — estas confrontaciones no deberían existir en el ambiente nacional ni en las instalaciones deportivas y habría que evitarlas a cualquier costo.
Esta última expresión se entendió como una amenaza. Seguidamente pidió la palabra. Giorgio Alberty, vice-presidente del gremio y directivo principal de la región zuliana para responderle al director de personal. Dijo Alberty
– Conocen ustedes en detalles lo sucedido hasta ahora ( ) sobre todo el denominado caso Chirinos, por ser la mayor injusticia laboral que se comete contra un trabajador del deporte venezolano. A este entrenador se le suspende el sueldo a pesar de encontrarse enfermo, se le obliga a trabajar sin consideración alguna; todo hecho de manera vilmente intencional, unilateral, por parte del I.N.D. regional que se cerraba al diálogo, y no solo esto, —continuo Alberty— hubo un intento de agresión física contra el técnico en horas de trabajo por parte de un envalentonado supervisor, en presencia de sus atletas y de otras personas que se encontraban presenciando los entrenamientos. Hechos como estos jamás podrá ser tolerados por el gremio. Nuestros afiliados al Colegio Nacional de Entrenadores Deportivos de Venezuela no podrán ser vejados.
Luego intervino Edinson Pérez Cantor, entrenador y miembro del tribunal disciplinario del gremio, para reflexionar sobre la situación del deporte y algunos inconvenientes que problematizan de manera significativa el ámbito nacional; asimismo, particularizó algunos problemas entre distintas direcciones de deporte y los entrenadores quienes recibían un trato desconsiderado por parte de las autoridades: Al final, Edinson destacó
— En Barinas, por ejemplo, no se repetirá la bochornosa venta de entradas a espectáculos públicos por los entrenadores bajo amenaza de despido; se debe radicalizar la lucha.
Seguidamente Epifanio González, representante de los entrenadores de Delta Amacuro, técnico en lucha, intervino para desnudar la realidad de las instalaciones deportivas de esa región, señalando que, aparte del abandono en que se encontraban estas, era imposible su utilización por el alarmante grado de deterioro, al respecto dijo:
—Esta cruda verdad entorpece los entrenamientos y el desempeño de los atletas pero también se dificulta el desarrollo de los planes federativos así como la asistencia a eventos eliminatorios y de competencia.
Continuaron las intervenciones de otros dirigentes gremiales para exponer problemas relacionados con la atención integral al atleta, problemas de infraestructura, presupuesto y mejoramiento profesional, sueldos, traslados, entre otros; todo un caos denunciado por profesionales que reflejaban las condiciones adversas para el trabajo edificador, noble, forjador de voluntades necesarias para la construcción de un mundo mejor en el que la justicia se erigiera como la máxima aspiración.
De nuevo toma la palabra Carlos Sánchez para agregar:
—Yo estoy consciente de la importancia que tiene todo lo expuesto por mis colegas entrenadores que no dejan de ser hechos reales que angustian al colectivo nacional, sin embargo, debemos enfocarnos puntualmente en el tema que nos convoca en esta oportunidad, el contrato colectivo que nosotros los entrenadores aspiramos suscribir para beneficio de las partes involucradas y después seguimos con el análisis de la problemática deportiva nacional y las políticas del gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez que inciden directamente en el ámbito del deporte.
La reunión continuó. Luis Rivas Vázquez hizo uso de la palabra para expresar que coincidía con la propuesta de Carlos Sánchez, lo cual incomodó a muchos de los directores del IND presentes, sobre todo y, particularmente al medallista olímpico Asnoldo Devonish, director técnico del organismo. El presidente del I.N.D. continuó en el derecho de palabra para decir:
—Me agrada escuchar que la idea viniese del sector gremial porque allí podría estar el problema en una confrontación futura, todo por falta de comunicación entre las partes, se debe buscar un diálogo permanente, que permita superar dificultades y buscar el entendimiento.
Luego de la intervención de Rivas Vásquez, el administrador del IND Lcdo. Álvarez de Lugo explicó:
–Los recursos económicos y financieros con que cuenta la institución imposibilitan atender la demanda de incremento salarial a obreros y empleados administrativos, la aspiración de los técnicos en el contrato colectivo es exagerada, elevada, pasan de Bs. 8000 a Bs.1.200 sin existir una relación contractual que fuese obligante por parte del organismo empleador.
El licenciado Lugo se tomó un largo tiempo para plantear con números esta situación y demostró que se tendría que solicitar recursos extraordinarios por la vía de créditos adicionales ante el ejecutivo nacional.
La reunión se prolongó por largo tiempo con otras intervenciones poco trascendentes; ya casi para finalizar intervino un joven empleado, nuevo en la administración pública, adscrito a la oficina central de personal, para recomendar a las partes, que debían evitarse las declaraciones alarmantes a los medios, esto lo hacía en vista del clima de cordialidad con que se había desarrollado la reunión. Carlos Sánchez, como era de esperarse, no estuvo de acuerdo con esa recomendación, alegando que el gremio tenía más de mil afiliados, que había que mantenerlos informados de todo lo que acontecía aquí en Caracas. Antes de levantarse de la mesa, casi finalizando la reunión, Carlos notificó a las autoridades del I.N.D. que haría una asamblea con los entrenadores que esperaban en las tribunas y anunciarles el resultado de aquellas conversaciones.
—No hay ningún problema– aprobó el presidente del IND, Luis Rivas Vázquez. Carlos además, expresó: -váyanse ustedes adelante, mientras yo atiendo a los periodistas.
En efecto Carlos fue interceptado por los periodistas Apolinar Martínez, del diario deportivo "Meridiano"; Jesús Cova, de "El Nacional" y María Cristina Velenciano, de "El Universal". Conversando con los representantes de la prensa, en el pasillo que conduce al lugar donde se había realizado la reunión, le expresaba el líder de los entrenadores a la prensa:
—La reunión fue muy cordial, muy positiva para ambas partes, se pusieron las cartas sobre la mesa y se dejaron ver claramente las intenciones por cada lado, pero como presidente de los entrenadores observo un problema muy singular y es el tener un gremio divino–; a lo que el periodista Jesús Cova preguntó:
–¿Cómo es eso?
—Oigan compañeros — les dijo Carlos a los periodistas que anotaban en sus libretas —en esa reunión que acaba de finalizar hace pocos minutos se encontraba Asnoldo Devonish, fundador de la institución gremial yo presido, el Colegio de Entrenadores y ni siquiera opinó, prefirió callar, asumiendo su contrariedad por la situación planteada. El es entrenador graduado en la Escuela de Entrenadores, Director Técnico del IND, aparte de ser el primer medallista olímpico de este país, es una figura importante, su juicio tiene mucho valor en estas circunstancias y sin embargo no dijo nada, su silencio es desconcertante ¿es que acaso se olvidó de sus colegas los entrenadores deportivos de este país? –¿O es que está pensando formar un gremio paralelo? Terminó diciendo Carlos Sánchez.
Si algo caracteriza a los verdaderos líderes es que tienen una facultad especial para debatir argumentando convincentemente, adelantándose a escenarios que otros menos aventajados no imaginan, con el aplomo y la celeridad que demandan las circunstancias y las luchas gremiales en distintas situaciones.
Apolinar Martínez saludó a Asnoldo Denovish, cuando este también salía de la presidencia y le hizo una pregunta en voz baja; el Director Técnico le respondió:
–yo espero en mi oficina para hablar con ustedes, además no debo, ni puedo estar dando declaraciones en los pasillos.
Sin duda alguna Asnoldo era un hombre organizado, el personaje más relevante de la administración pública en el área deportiva; el más preparado, el más conocedor en materia deportiva, tanto en el aspecto técnico como en el organizativo del deporte venezolano, por mucho tiempo siempre aspiró la presidencia del I.N.D. y de hecho lo fue por un periodo muy corto, en el marco de una crisis política que vivió el país.
Devonish recibió a los periodistas en su oficina, ubicada en la planta baja del organismo rector de deporte; solo asistieron Jesús Cova y Apolinar Martínez, pues María Cristina Valenciano no asistió.
—Siéntense – les dijo – mientras les ofrecía un café. Se sentó en su silla ejecutiva y comenzó diciendo:
—ustedes saben muy bien, como lo sé yo, que este es un organismo técnico y tiene ciertas normas éticas para su funcionamiento, yo conozco a Carlos Sánchez muy bien; es un joven inteligente, fue mi asistente en los Juegos Nacionales de Barquisimeto. Ha hecho un trabajo gremial excelente, porque tiene dotes de líder natural indiscutible, además se ha ganado el cariño de los entrenadores del país, pero está actuando en estos momentos por motivos políticos, yo hablé bastante con él cuando trabajamos juntos y llegó a decirme que primero fue adeco, después comunista y ahora parece que es copeyano.
Apolinar Martínez, lo interrumpe para decirle:
—Asnoldo, nosotros queremos oír tu opinión sobre el conflicto que se anuncia, por parte de la prensa no vinimos aquí a escuchar tu opinión sobre personas.
– Tú tienes razón, discúlpame esta desviación, respondió Devonish.
V
Una eterna pregunta es si ¿los líderes son producto de las circunstancias, de las masas? o si ¿las masas son producto de los líderes? Ante esta interrogante no hay respuesta para definir a este dirigente que nace y se hace en el ambiente del deporte. Carlos Sánchez por sus cualidades naturales de organizador y conductor de grupos es elegido con apenas 25 años de edad presidente de su gremio el año 1972, sustituyendo a Juan José Rodríguez Paradisi, otro entrenador y psicólogo, quien fuera después director de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos (ENED) y posteriormente presidente del Instituto Nacional de Deportes (I.N.D).
Carlos cumple dos periodos al frente del Colegio Nacional de Entrenadores Deportivos de Venezuela por su excelente trabajo gremial (1972 – 1974) y (1974 – 1976) .Al ser electo, de inmediato comienza a trabajar de manera febril por las reivindicaciones sociales, formación y sosiego de sus colegas. Recorre el país entero, estado por estado, en un viejo Ford, color blanco de su propiedad. Comienza a organizar y fundar seccionales donde no existían, abordando la titánica tarea de sensibilizar a más de la mitad del país deportivo. Fueron visitadas por él, se reúne con los entrenadores, les habla y los convence de la importancia de estar organizados para defender sus derechos y reclamar mejores condiciones de trabajo. Carlos decía: "Mejorar al entrenador es mejorar al deporte".
Hablaba de la firma de un contrato colectivo en un futuro inmediato para los técnicos al servicio del Estado. En menos de un año visitó 21 seccionales y las puso a funcionar, solo faltaban los territorios Amazonas y Delta Amacuro, que se fundan el año de 1973. Coincidencialmente, ese mismo año se celebra en Caracas el Primer Consejo Consultivo Nacional de Entrenadores, con la asistencia de 23 delegados, quienes representaban a todos los estados del país; allí, en ese encuentro nacional se hace una reforma a los estatutos vigentes desde su fundación (1964) lo cual se traduce en un giro de 180 grados, un cambio total en unos estatutos que se hacía impostergable, demandado por nuevas realidades superando la normativa de lo que podría catalogarse como un club de amigos para convertirse y transformarse en un conjunto de normas que van a regir una institución de carácter nacional.
Todo este trabajo no lo hace Carlos solo, siempre estuvo acompañado de sus colegas y amigos Giorgio Alverty, Rosauro Rodríguez, Nelson Rodríguez, Jesús Elorza, Alfredo Torrealba, Pedro Luis Segovia, además de los entrenadores y abogados, Jorge Emilio Rivas y Pedro "Camagüey" Espinoza; la mayoría de ellos le acompañaron en los recorridos que hizo por el interior del país. De todo este trabajo organizativo del gremio se enteran las autoridades del IND; de allí que un día, el menos pensado, se recibe una comunicación que ordena el desalojo de un espacio que ocupaba la oficina administrativa del Colegio de Entrenadores.
No quedando otra alternativa que buscar un sitio distinto, lográndose arrendar una casa vieja de dos pisos en la Vega, muy cerca del Velódromo Teo Capriles; se pagaban 300 bolívares de alquiler que se cancelaban con los aportes que hacían solamente los directivos: Este vetusto inmueble se convierte en la primera sede independiente, fuera de las instalaciones del organismo oficial. Era una casa amplia, espaciosa, con cuatro habitaciones, tres baños, balcón y terraza y una extensa sala en la planta baja; al frente un pequeño jardín y un largo estacionamiento que prontamente se convirtió en el lugar de acceso: En la nueve sede se instaló el poco mobiliario que se tenía: dos escritorios, un mesón para reuniones y unas sillas que apenas alcanzaban para brindar asiento a las primeras secretarias (Arsevia Sutil y Evelia Azuaje) y otras personas más que eventualmente las utilizaban.
En aquel tiempo el gremio crece de manera acelerada e indetenible, crece con la creación de nuevas seccionales, crece con la incorporación y registro de nuevos entrenadores, crece con el aporte económico o descuento a todos los afiliados, crece con la creación de una revista llamada "Deporte" que se convierte en el órgano divulgativo más importante del pensamiento gremial, en cuyas páginas escribieron atletas, técnicos, dirigentes del deporte nacional.
Solo le bastó a Carlos Sánchez tres años para cambiar, innovar con inteligencia y dinamizar el ambiente deportivo del país; supo también utilizar el gremio como instrumento de lucha social con acciones concretas, aquellas que caracterizan a un líder proactivo, exitoso, igualmente se comienza a fijar posiciones institucionales en torno a los graves problemas nacionales a través de remitidos públicos divulgados por la prensa nacional. Del mismo modo, se expresaron sentimientos de solidaridad con otros gremios en conflicto como el caso específico de la Federación Venezolana de Maestros "Eternos luchadores por una educación mejor" y solidaridad con otros sindicatos. Todo esto ocurre bajo un gobierno muy poderoso, presidido por la figura de Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, un demócrata demagogo y popular que reconoce a los grupos sociales que se organizan para reclamar derechos, los derechos de un pueblo, en este caso encarnado en la figura del entrenador deportivo que no solo reclama mejoras salariales para ellos, sino que exige con justicia el reconocimiento al valor de una actividad sublime, el deporte, para una sociedad esencialmente carente de valores conformes a las preciadas virtudes humanas que se pulsan en la esfera deportiva.
Esta fuerte energía del gremio se agiganta impulsada por un líder joven llamado Carlos Sánchez Perdomo, apodado "El Quemado" así lo llamaban sus más íntimos, sus más allegados, por su color de piel, su cabello negro, a veces alborotado, contrastando con ciertos atributos físicos de su rostro bien definido y proporcionado, aunque su cara delataba una imagen de recio luchador popular, poseído por sus convicciones e ideales. Gozaba de prestigio y aceptación entre personas de distinto género, su galanura seducía a las mujeres que le admiraban y reconocían su poder de convicción único. Fácilmente persuadía a los entrenadores de cualquier rango y posición social. Como dirigente tuvo muchos aciertos que trascendieron los linderos insospechados del deporte cuando felizmente logró erigirse en el conductor de la primera huelga de entrenadores que se escenificaba en el mundo. La férrea postura gremialista de Carlos llamó la atención de dirigentes olímpicos cuando rescataba el derecho de todos a dirigir los destinos de la actividad deportiva, obviando, contradiciendo los postulados del Comité Olímpico que impedían a quienes no poseyeran bienes de fortuna aspirar a cargos directivos dentro de esa élite deportiva.
A los burócratas de turno muchas veces se les oyó decir "ese carajito tiene razón" ante la contundencia de los argumentos esgrimidos por Carlos a los periodistas, al pueblo deportivo, al pueblo en general. Tenía muchas virtudes y algunas "mañas" tan humanas como estarse cambiando el reloj de la muñeca izquierda a la derecha y viceversa.
Con relación a esta maña el mismo contaba una anécdota –decía –En una oportunidad fui invitado por el Dr. Elio Gómez Grillo, el único preocupado por los presos de este país, a dar una charla sobre deporte penitenciario al personal de un centro de reclusión, el organizador del acto al observar tan curiosos gestos le comentó, casi susurrando —no se preocupe que los privados de libertad de este centro están bien resguardados–. Esa costumbre se manifestaba en Carlos cuando hablaba ante cualquier público y controlaba su tiempo colocando su reloj frente a él.
Era un líder indiscutible, él nos maravilló por siempre al afirmar "El deporte tiene que ser la suma de tradiciones, aportes prácticos técnicos y científicos que definan una conciencia popular, respecto al papel de las actividades físicas, como medio de educación como base para la salud, como ayuda a la productividad del trabajo, como testimonio de progreso, como vehículo para practicar las relaciones humanas y como medio de intercambio con otros pueblos"
VI
Una de las primeras decisiones de la nueva Junta Directiva Nacional del Colegio de Entrenadores Deportivos de Venezuela fue la de fijar reuniones los días lunes de cada semana. Con esa iniciativa comenzaba a pincelarse una nueva forma de conducir el gremio, de hacerlo más dinámico y funcional; facilitando la resolución de problemas y fijar estrategias capaces de responder a su propia filosofía, contrastando con lo hecho por la anterior directiva que se reunía ocasionalmente, según se pudo constatar en el libro de actas correspondiente a 1972.
Aparte de ser obligatoria la asistencia se hacía con mucha puntualidad, se seguía el ejemplo de Carlos, el líder quien era el primero en llegar a la cita semanal con una hora de anticipación y esperaba al resto de sus compañeros de directiva leyendo la prensa en el salón de reuniones.
El lunes 9 de Marzo de 1975, a las 6:15 p.m. se encontraban todos los directivos principales y dos integrantes del tribunal disciplinario, se cerró la puerta del salón y comenzó la reunión, estaban presentes: Carlos Sánchez, Presidente; Giorgio Alberty, Vice-Presidente; Jorge Emilio Rivas, Secretario General; Nelson Rodríguez, Secretario de Organización; Oswaldo Torrealba, Secretario de Relaciones; Norberto Torres, Secretario de Finanzas; Jesús Correa, Secretario de Actas; Benito Seijas, Primer Vocal; Ángel Edecio Escobar, Segundo Vocal; Rafael Morales, Tercer Vocal; Edinson Pérez Cantor y Pedro "Camagüey" Espinoza, Tribunal Disciplinario y Rosauro Rodríguez, Secretario Ejecutivo.
Este fue el equipo de trabajo que disciplinadamente se reunía para planificar y analizar todas y cada una de las acciones que se tomaban en grupo, decisiones consensuadas, avanzando mucho en la organización interna del gremio; ahora se pretendía crear nuevas estrategias ante la manifiesta indiferencia del patrón.
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