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Circulación de Bienes y Patrones de Descarte en la Estancia Iraola (página 2)


Partes: 1, 2

  1. Objetos recuperados en la excavación

  2.     De los tipos de material que hemos hallado resultan ser más abundantes los fragmentos de loza y vidrio. En el primer caso contabilizamos un número mínimo de objetos (NMO) de 20, correspondientes en su totalidad a vajilla, principalmente platos (12), 1 bowl y 1 taza. Los fragmentos que constituirían las 6 piezas restantes no permiten reconocer la forma original, pero se distinguen claramente como distintos por características tales como forma y decoración de sus bordes, tipos de pasta, etc. Considerando otra categorización, contamos entre las mismas 13 piezas whiteware, 3 pearlware y 4 de porcelana.

        Como habíamos hecho referencia, el vidrio era el otro tipo de material más abundante, siendo recuperados del pozo un NMO de 28 botellas y frascos: 5 limetas, 1 damajuana de aproximadamente 10 litros, 17 botellas cilíndricas (de las cuales 15 se corresponden con las comúnmente asignadas para vino y 2 de menor diámetro posiblemente de licor o jerez), 1 botella rectangular de tónico con la inscripción "Genuine Sarsaparilla – Bristol´s- New York", 2 frascos de conserva y 2 frascos pequeños de remedio. Se han recuperado además restos de vidrios planos de 8mm de espesor (posiblemente de ventana) y el extremo de una tulipa de lámpara con partes de una inscripción (DUR…) en su interior.

        En cuanto al gres, otro de los tipos más frecuentes de material que se halla en contextos del siglo XIX, sólo se han encontrado dos fragmentos: uno de gres blanco, posiblemente correspondiente a los típicos porrones de cerveza, y un asa de gres con engobe marrón correspondiente con toda probabilidad a una botella de ginebra.

        Por otra parte hemos recuperado de este contexto una considerable cantidad de objetos corrientemente denominados en la literatura arqueológica como "domésticos". Son 19 botones (9 de pasta de vidrio blanco, 6 de hueso, 3 de nácar y 1 de metal), una hebilla de cinturón y otra de zapato, restos de calzados como tacos, suelas y fragmentos de cuero. Hallamos también una medalla de aluminio con las imágenes de San José y la Virgen de la Misericordia presentando la inscripción en latín "Mater misericordiae ora pro nobis", en una de las caras, y en la otra, la leyenda " S. José rogad por nosotros". Entre los objetos de uso personal contamos con un fragmento de caño de pipa de caolín blanca con inscripciones grabadas que lamentablemente son ilegibles. También restos de un lápiz de grafito, para sumar variedad a la cantidad de objetos encontrados en el pozo de basura.

       En lo referente a objetos de metal, éstos resultaron ser llamativamente abundantes. Hallamos herramientas de trabajo, como una horquilla para emparvar de tres puntas, una pala rota, parte de la hoja de un arado, alambres,  96 clavos (algunos en buen estado).

    También se recuperó una herradura gastada con los clavos doblados aun en sus claveras, una chaira cilíndrica para afilar cuchillos, una cuchara de sopa, dos mangos de sartenes y  bisagras de varios estilos. Contrastando completamente con la función de los antes mencionados  aparece un objeto muy singular: se trata de parte de una bomba/irrigador de enema fabricada en plomo de mediados del siglo XIX. Es de origen francés y corresponde al "verdadero sistema de irrigación del Dr. Eguisier" tal como lo dice la inscripción en una placa de bronce adosada, la cual cuenta también con las fechas de dos menciones a la calidad otorgados al producto en 1849 y en 1855. En hojalata contabilizamos 5 contenedores o latas del tipo usado en la época para tabaco o yerba, en muy mal estado de conservación.

       Los materiales de construcción también se hicieron presentes en una gran diversidad de formas, destacándose entre estas: una teja francesa de la marca Pierre Sacomán de Marsella con el motivo de un ancla en relieve y una baldosa del mismo origen de pasta amarilla con la marca impresa en la base donde sólo pueden verse las letras "PL" "DU", presentando en la cara visible tres franjas de color amarillo, marrón y rojo ocre.  

       No podemos dejar de mencionar el hallazgo de gran cantidad de restos óseos descartados como desperdicios del consumo de carne que no serán analizados en este trabajo, sino que serán motivo de otra publicación (Bogan y González Venegas, MS.).

    Dinámica propia del pozo de basura

        Destacaremos ahora lo que denominamos como dinámica propia del pozo de basura siendo éste un aspecto importante del análisis ya que nos permite obtener información acerca de los comportamientos asociados  directamente con el manejo de la basura en el pozo de descarte mismo.

       Comenzando con la caracterización del estado en que se nos presentó la basura (el material arqueológico) en el interior del pozo, podríamos asegurar que no hemos encontrado señales de que la misma hubiese sido quemada in situ. Tampoco creemos que hubiera sido revuelta, ya que hemos encontrado restos de animales articulados, y porque además no percibimos beneficios inmediatos en esta acción (al contrario, genera mal olor y mayor volumen) salvo que se asocie a la quema de los desperdicios puesto que esto conllevaría una mejor combustión (oxigenación) y una reducción más completa del material.

       Como segundo punto a destacar llama la atención el hecho de que no hemos hallado ningún elemento de loza o vidrio entero, por el contrario se hallaron todos altamente fragmentados. El elevado número de fragmentos por pieza resultó sorprendente y nos motivó a buscar las causas que provocaron dicho fenómeno. Autores como Schávelzon  (1998) y Gómez Romero (2001)  adjudican esta característica del material descartado -principalmente en contextos de bajo nivel socioeconómico- al alto nivel de reuso que sufrirían los objetos (en especial las botellas), lo cual llevaría a su descarte solamente en caso de ruptura. Estamos de acuerdo con esta afirmación y consideramos que en nuestro caso particular tampoco se descartaron objetos enteros. Pero tenemos la opinión de que el hecho de que los objetos aparecieran altamente fragmentados no se debe solamente a esta causa, sino que en ello incidieron otros factores. Luego hemos podido constatar en contextos rurales actuales la práctica común de rotura y hundimiento intencional de la basura una vez descartada en el pozo para reducir el volumen que ocupa en el mismo, lo cual se hace por medio  de golpes con un palo grueso o con una pala. A partir de esto comenzamos a buscar indicios que nos permitieran inferir esta práctica en nuestro contexto.        En primer lugar y como ya dijimos  hay un muy alto nivel de fragmentación de las piezas. Resulta notable el caso de un botellón de vidrio de una capacidad aproximada de 10 ltrs. que apareció reducido a 320 fragmentos recuperados. Otro caso es el de un pequeño frasco de vidrio transparente cuyas dimensiones están entre 12,5 cm. de alto y 4,5 cm. de lado en la base, recuperado en 15 fragmentos faltando como mínimo 6 para completar la pieza. Pero consideramos que la  prueba mas contundente son los numerosos "puntos de impacto" que presentan todas las botellas, incluso este pequeño frasco. Muchos de estos puntos se ubican en el espacio interno de la botella, lo cual implica que el golpe se efectuó luego de la rotura original. Además constatamos  la presencia de golpes que ocasionaron solamente un lascado y no fueron el motivo de la fragmentación de la pieza. En el caso de los metales si bien no están fragmentados sí son observables una serie de golpes, como en el caso del irrigador  de enema que presenta hundimientos en su estructura de plomo.  Por todos estos elementos sostenemos entonces, que pudo haber existido un proceso de trabajo sobre la basura, posterior al descarte de la misma en el pozo.

          Otra característica que podemos inferir del registro es el lapso relativo de tiempo en que el pozo permaneció en funcionamiento. Si bien es muy difícil estimar fechas precisas, podemos deducir que el mismo no perteneció a un único evento de descarte. Creemos esto a partir de la gran cantidad de restos óseos de comida y la alta diversidad de clases de objetos que reflejan variados tipos de actividades. La gran cantidad de restos de comida podrían haber sido también el  producto de un gran banquete y el pozo de basura su fiel reflejo. Pero esta idea queda desdibujada ante la diversidad de los otros materiales ya mencionada, que nos muestran una realidad distinta y más heterogénea. 

       Sintetizando lo antes expuesto, podemos intentar una aproximación a las conductas y acciones que dieron origen a este registro: en un primer momento, se abrió un pozo de escasa profundidad pero extendido en superficie, a una distancia considerable de la casa principal. Este pozo fue abierto para ser utilizado no en un único evento de descarte sino a lo largo de un tiempo prolongado. La basura era periódicamente arrojada y, ante el aumento de su volumen, se realizaban acciones de apisonamiento y rotura del material para que ocupara menos espacio. Posiblemente se arrojaba tierra periódicamente  para evitar malos olores y la presencia de animales indeseables como ratas. Esta práctica quedó evidenciada en el contexto donde se hallaron los materiales, distinguiéndose sectores donde los fragmentos se hallaban asociados casi sin sedimentos entre ellos, de otros donde descendía el número de fragmentos y se presentaba mayor cantidad de este último.

    Cronología del pozo de basura.

       La presencia de elementos cuya temporalidad puede ser establecida nos ha permitido estimar un rango cronológico dentro de cuyos límites debió haber permanecido abierto este pozo por un lapso específico sumamente difícil de determinar. Si bien ciertos objetos de los que hemos hallado no poseen ningún rasgo distintivo que nos permita una determinación exacta de su fecha de fabricación, poseen características físicas particulares que nos llevan a situarlos hacia la segunda mitad del siglo XIX. Este es el caso del botellón de ginebra, cuyos caracteres morfológicos permiten diferenciarlo de los de la primera mitad del siglo por sus paredes más finas, escasas burbujas de aire en el interior del vidrio, color verde claro y buen acabado (La Rosa Corzo,1995). Otro caso ilustrativo es el de los botones de pasta de vidrio que comienzan a fabricarse hacia 1840, masificándose su uso con el avance del siglo (Schávelzon, 1991). Entre los objetos de metal queremos destacar el caso de dos bisagras que presentan una cavidad alrededor de los agujeros para alojar la cabeza del tornillo, modelo que ingresa al país en fecha posterior a 1860.

       Hay otros objetos que al poseer elementos cronodiagnósticos, como son las marcas y los sellos, nos han brindado la posibilidad de ajustar de manera más adecuada la cronología.

    Entre las botellas de vidrio contamos sólo con dos casos en los que figura la marca del fabricante: una limeta "Schiedam" manufacturada en Holanda entre 1850 y 1880, y una botella del tónico "Sarsaparilla-Bristol´s" cuyo modelo de envase comienza a venderse desde 1860 aproximadamente. En el caso de las lozas, sólo poseemos un ejemplar con sello: se trata de la fábrica "Cochram" de Inglaterra, la cual comienza a funcionar desde 1846, siendo impreso nuestro sello en particular (Cochram-Glasgow-England) en sus productos hasta 1875.

       El hallazgo de un plato de porcelana con el sello de un bazar porteño nos ha brindado información de inestimable valor. Las inscripciones del mismo corresponde al "Bazar Colón, calle Piedad 145-149, Buenos Ayres". Son altas las probabilidades de que este bazar no haya abierto sus puertas sino hasta después de 1871, ya que en un mapa mercantil de esta fecha en la calle Piedad 145-149 figura un almacén a nombre de F. Guerri. Hacia la década de 18801 las referencias a este bazar se hacen abundantes en las guías comerciales de la ciudad. Pudimos confirmar que este comercio permanece abierto hasta bien entrado el siglo XX, aunque sabemos que alrededor de 1894 el negocio cambia su numeración siendo su nueva dirección calle Piedad 553. 

       Otro elemento muy singular con un alto valor cronodiagnóstico es el irrigador de enema del "Dr. Eguisier". Las menciones que figuran en la placa de bronce adosada a la pieza nos permiten asegurar que la fabricación de este producto es posterior a 1855. Además de esto, información obtenida a partir de catálogos de coleccionistas nos permitieron averiguar que este producto era de frecuente uso para un período posterior a 1870.

       Un tipo de teja francesa de la marca Pierre Sacoman es otro elemento a tener en cuenta. Esta clase de tejas fabricadas en Marsella ingresan al país hacia 1870, haciéndose masivas para 1880 (Schávelzon, 1991).

       Para establecer un rango cronológico hemos cruzado la información de las fechas con que contamos para los diversos objetos recuperados del pozo, así como los modelos y diseños de los diversos elementos de vidrio, loza y metal recuperados, percibiendo que la mayor parte del material se agrupa en el último tercio del siglo XIX. Si sumamos a ésto los objetos con alto valor cronodiagnóstico (sellos y marcas) podemos situar los límites entre los cuales pudo haber estado abierto este pozo entre finales de la década de 1860 y primeros años de la década de 1880, momento en que se expropian los terrenos de la estancia para la fundación de La Plata pasando el área donde actualmente se ubica el pozo de basura a formar parte del predio del actual Observatorio Astronómico.

    Dinámica de la vida en la estancia reflejada a través del pozo de basura.

        Partimos en este trabajo del supuesto de que en las estancias del siglo XIX estaban representados distintos sectores socioeconómicos : por una parte estaba el estanciero, representante de una elite de clase acomodada que podía vivir de forma permanente con su familia en el casco de la estancia (como creemos es el caso de la familia Iraola) o estar presente ocasionalmente. Por otra parte estaba el grupo de los trabajadores, entre los que podemos distinguir al personal de servicio (mayordomo, cochero, sirvientes) y los trabajadores rurales con diversas funciones. Todos ellos contaban obviamente con un menor nivel de vida en su posición de trabajadores asalariados.

       Los actores de estos diferentes niveles socioeconómicos disponían de un conjunto de elementos materiales acordes a su posición social, posibilidades económicas, valores y costumbres. Dado esto, consideramos que el análisis de los restos recuperados nos permitirá descubrir ciertas características de estas personas así como la dinámica de relaciones entre ellas.

       La vajilla es uno de los elementos que más información puede aportar al respecto, ya que no era sólo un implemento usado en la mesa, sino también un indicador de status social. En el pozo de basura hemos hallado un variado conjunto de ejemplares que nos han llevado a plantear las siguientes cuestiones:

    – Los objetos de porcelana constituyen un 20% dentro del conjunto de vajilla, lo cual nos habla de una presencia significativa de la misma. Esto no es de extrañar dado el marco cronológico del pozo y la posición social de los Iraola, sus posibles compradores. Una característica a destacar es la presencia de dos platos pequeños para servicios de té o café, muy hermosamente decorados, pertenecientes a dos juegos distintos. Para mediados del siglo XIX la ceremonia del té o del café era costumbre entre las clases sociales acomodadas, brindando una oportunidad para desplegar los delicados juegos que para ese entonces eran predominantemente de porcelana (Schávelzon,1999). Creemos tener así el primer indicio de la presencia de las personas potentadas de la estancia.

    Otra de las importantes piezas de porcelana es un plato decorado con motivos naturalistas policromos, que posee en su base un sello que nos ha brindado información muy interesante: se trata del sello del Bazar Colón de Buenos Aires ubicado en la calle la Piedad  145-1492. Sabemos que a lo largo de la década de 1870 Martín Iraola –propietario de la estancia para esa época- cumplió con numerosos cargos públicos en Buenos Aires (fue sucesivamente Diputado provincial, consejero de la Municipalidad de Buenos Aires y Senador provincial) lo cual nos demuestra una presencia muy activa del estanciero en dicha ciudad. Creemos que estos datos hacen aumentar la probabilidad de que hayan sido los propietarios de la estancia quienes directamente adquirieron este tipo de objetos.

    – Siguiendo con los bienes que consideramos fueron usados por la clase acomodada encontramos las piezas pearlware. Se han podido rescatar del pozo solo pequeños fragmentos correspondientes a tres piezas distintas, una de ellas con un motivo anular dendrítico. Lo característico de estas piezas es que su producción masiva desaparece en la primera mitad del siglo XIX, permaneciendo como parte de la vajilla de lujo por varias décadas más, tal como lo han corroborado otras investigaciones arqueológicas (Schávelson, 2001). Su presencia en este contexto de segunda mitad del siglo XIX no es de extrañar, ya que era costumbre de las familias potentadas conservar este tipo de loza por muchos años.

    – El conjunto de piezas whiteware muestra una complejidad mayor que las anteriores, puesto que había modelos de uso corriente y otros de acceso más exclusivo. Ejemplo de esto último es un bowl anular polícromo -hallado en este sitio de descarte -cuya decoración, calidad y forma van más allá de lo meramente utilitario, pero también nos hablan de costumbres sofisticadas en la mesa. Las restantes piezas whiteware no presentan ninguna característica distintiva que nos permita asignarlas con precisión a una  posición social o status, y por ende la filiación de las mismas a un sector de la estancia resulta más difícil que en los casos anteriores.

    -En las excavaciones se recuperaron ocho fragmentos de cerámica que posiblemente correspondan a un NMO de seis. Una de las piezas es de pasta roja (oxidante), las cinco restantes son de cerámica negra (reductora) con marcas de torno, una de ellas con un vidriado castaño en ambas caras. Todas estas piezas corresponden al grupo de cerámicas comúnmente conocidas como "utilitarias", las cuales fueron muy comunes a lo largo del siglo XIX en la región del Río de la Plata entre los sectores de bajos recursos (Schávelson, 1999) y que podían ser adquiridas fácilmente en las pulperías pampeanas (Mayo, 1996). Dadas estas circunstancias creemos que es mayor la probabilidad de que el uso de estas piezas corra por cuenta de los trabajadores asalariados de la estancia, utilizándolas tanto en sus quehaceres personales diarios o bien en la cocina de la estancia donde algunos trabajaban.

    Pasemos ahora a tratar el otro elemento de mayor abundancia en el pozo de basura: el vidrio, el cual nos permitirá seguir aproximándonos a los patrones de consumo de los distintos actores sociales de la estancia.

    -A partir de los fragmentos recuperados hemos podido reconstruir cinco limetas, una forma de botella cuadrada que para el último cuarto del siglo XIX se asociaba con seguridad a la ginebra (Moreno, 1994), aunque no era extraño que contuviera otras bebidas de consumo popular como el aguardiente. No debemos olvidar que en el siglo XIX la ginebra se consideraba como bebida de los niveles sociales bajos (Schávelzon, 2001) lo cual nos abre el camino para pensar que esta clase de objetos fue manipulado por la gente que trabajaba para los Iraola. Lo mismo se puede pensar del botellón de vidrio ya nombrado, el cual era muy común en el comercio de ginebra. Esta clase de botellones provenían de España (La Rosa Corzo,1995) u Holanda (Schávelzon,2000) y siempre eran utilizados con una base de mimbre para sostenerlos. Los mismos solían ser reusados para transportar y almacenar grandes cantidades de otros líquidos, generalmente agua.

     - Entre los restos recuperados se cuenta con dos botellas cilíndricas verde oscuro de sólo 6 cm. de diámetro que posiblemente fueron de licor o jerez, un producto en cierta medida privativo para los sectores de bajos recursos.

    -Las botellas más abundantes fueron las cilíndricas (15 en total) cuyo contenido comúnmente se asigna a bebidas como el vino. Si bien se hallaron ejemplares de diversos colores y formas, todos corresponden a la típica botella alta y cilíndrica de mediados del siglo XIX. La adjudicación precisa a un sector de la estancia se hace muy difícil en éste caso, ya que el vino era una bebida popular en todos los ámbitos, y la recarga de las botellas en las pulperías una vez consumido el contenido original era una práctica muy extendida. La diferencia de nivel socioeconómico estaba relacionada con la clase de vino que se tomaba más que con el envase en el cual se transportaba.

    -Dentro del conjunto se destaca un recipiente muy particular. Se trata de una botella rectangular transparente con la inscripción "Genuine Sarsaparilla – Bristol´s- New York". Su contenido era un tónico depurativo hecho a base de la raíz de  zarzaparrilla, muy popular en Estados Unidos, desde donde era importado. Tenemos conocimiento de que aquí se podía adquirir en algunas pulperías y almacenes de ramos generales. Dado que no tenemos otros datos de importancia, como su precio, nos resulta muy difícil estimar los ámbitos sociales en los que circulaba comúnmente.

    – Existen otros objetos de vidrio que son muy comunes en contextos de mediados del siglo XIX (ya que su consumo se vuelve masivo hacia esta época) y que aparecen en el pozo de basura evidenciando costumbres que se cristalizan para este momento: frascos de productos medicinales,  frascos de boca ancha para conservas y vidrios planos de ventana.

      Los objetos de metal, que resultaron ser llamativamente abundantes, nos brindan un  nuevo panorama para acercarnos al mundo del trabajo campestre generalmente asociado a gente de bajos recursos al servicio de sus patrones:

    – Hallamos abundantes herramientas de trabajo como una horquilla, una pala rota, parte de la hoja de un arado, alambres, una chaira para afilar cuchillos y numerosos clavos entre otras cosas de menor importancia. Creemos que estos objetos representan los medios utilizados por los trabajadores rurales en sus faenas diarias, cuya adquisición posiblemente corrió por cuenta de la familia Iraola pero cuyo uso y descarte corrió por cuenta de los mismos trabajadores. También se recuperó una herradura gastada con evidentes marcas de trabajo. 

    – Otros objetos de metal, pero asociados a la esfera de lo doméstico, son los restos de distintos contenedores de hojalata muy usados para guardar productos como yerba, azúcar, tabaco, etc. También se destacan dos mangos de sartén de diferente tamaño y una cuchara de hierro extrañamente comprimida. Este simple elemento podía ser adquirido en cualquier pulpería (Mayo, 1996) pero lo realmente significativo es que era prácticamente el único cubierto reconocido por los grupos bajos (Schávelzon 2000).

     Contrastando completamente con la función de los anteriores la bomba de enema de origen francés nos transporta al otro extremo de la escala social. Un instrumento de tan alta calidad utilizado para la costumbre tan extendida en la época de las purgas periódicas, nos habla de cierto poder adquisitivo que en este caso adjudicamos a la familia Iraola. Además percibimos por esta clase de objetos -conjuntamente con los depurativos (Sarsaparilla Bristol)- el cuidado puesto sobre la salud general del organismo, finalidad alcanzada, según los parámetros médicos de la época, con este tipo de prácticas.

       Por último no podemos dejar de mencionar el descarte de ropa evidenciada por la presencia de botones y restos de zapato. En cuanto a los primeros estos pueden pertenecer tanto a indumentaria masculina (camisas) como femeninas. Hallamos tanto los de uso popular (pasta de vidrio y asta de vaca) como los de alta calidad (asta de ciervo). Observamos en fotografías de época que los trabajadores de campo utilizaban mayormente camisas que bien podían obtener en la mayoría de las pulperías (Mayo, 1996). En cuanto al calzado creemos haber identificado un ejemplar femenino por la altura del taco (3,6cm.) y por la curvatura y ancho de una suela (5 cm.). Una hebilla y restos de dos tacos son evidencia del descarte de por lo menos dos piezas más. Es altamente probable que los zapatos de cuero no hayan sido utilizados por los peones rurales ya que entre ellos era común el uso de alpargatas y botas de potro. Pero cabe la posibilidad que fueran tanto de la servidumbre que trabajaba en la casa como de la familia del patrón.

    Problemática de la reutilización

       Una aproximación como la anterior no es completa cuando se pretende un análisis exhaustivo de la vida útil de los objetos arrojados como desperdicios, ya que suelen perderse muy fácilmente todos los pasos y todos los actores que intervienen en el lapso que media entre la adquisición de aquéllos y su descarte definitivo. Uno de los pasos o instancias que debe rescatarse es la de la "reutilización". La misma implica tanto el uso sucesivo de un mismo objeto por diferentes actores manteniendo su función original, como su uso por el dueño original o por otro pero cambiando su función. De uno como del otro creemos haber encontrado ejemplos en nuestra investigación

       Como ya hemos expuesto a lo largo del trabajo, el uso de las botellas para recargarlas sucesivamente con bebidas diversas era una práctica muy frecuente en la época que nos compete. La evidencia de este tipo de prácticas ha sido probada más de una vez por la arqueología a través de contextos donde el material vítreo aparecía completamente fragmentado. La explicación de esto se relaciona con el hecho de utilizar los contenedores hasta su rotura definitiva (Schávelzon y Silveira 1998; Gómez Romero y Bogazzi 2001).

        A pesar de que consideramos que hubo una destrucción deliberada de los materiales dentro del pozo de basura, su análisis cuidadoso nos ha llevado a pensar que las botellas no habrían llegado enteras al lugar de descarte. Esta idea surge a partir de dos indicios complementarios entre sí. Primero en el proceso de remontaje de las botellas observamos que ninguna pieza presentaba la totalidad de sus partes, por lo que pensamos que es altamente probable que las mismas hayan sido arrojadas al pozo una vez rotas, extraviándose en el proceso algún fragmento menor. El segundo indicio estaría dado por numerosos fragmentos que hemos hallado aislados (tanto de botellas como de loza y cerámica) y que indican que luego de romperse la pieza ésta fue descartada en otro lugar, llegando hasta aquí solo los fragmentos perdidos que se recogieran tiempo después. Para el caso resulta llamativa la forma en que fue descubierta la botella de  "Sarsaparilla Bristol", ya que se hallaron dentro de su base  fragmentos mas pequeños del resto de la botella, indicando esto una modalidad particular para su descarte una vez rota. Teniendo en cuenta incluso una situación como ésta, en que los fragmentos se hallaban en una cercana relación contextual, no fue posible reconstruir en su totalidad la botella, lo cual nos habla de que antes de ser arrojada al pozo, algunos fragmentos se extraviaron, pudiendo ser arrojados luego en otro pozo de descarte.

        Por todo lo expuesto en el párrafo anterior es que consideramos  que en la estancia Iraola se utilizaron una y otra vez la botellas (aunque la misma apreciación se extiende para los objetos de loza). La explicación de ello radica en dos aspectos: La dificultad para el abastecimiento de productos que implica el relativo aislamiento del ámbito rural y la presencia de trabajadores que no podían darse el lujo de deshacerse de una botella en buenas condiciones y conseguir otra nueva.    

        Un ejemplo de reutilización donde el artefacto no sólo cambia de usuario sino también de función lo encontramos en lo que creemos podría ser un evento de reciclaje de plomo. Por una parte sabemos por la presencia del irrigador de enema "Eguisier" que se tenía al alcance objetos industriales fabricados en plomo. Por otro lado hemos hallado en el sitio –fuera del pozo de basura- una boleadora de plomo del tipo "ñanducera" de factura tosca, que evidencia su fabricación local, una practica bastante común en el pasado entre la gente de campo. A esto se suma el hallazgo en el pozo mismo de una chorreadura sólida de plomo producto de la manipulación de dicho elemento, mostrándonos una etapa intermedia de lo que podría ser la práctica del reciclaje de este metal en la estancia.

    1. Reconstruyendo los comportamientos en la estancia.

         Para dar un panorama más acabado de los aspectos conductuales en lo referente a la dinámica de la estancia, retomaremos la idea de circulación de bienes planteada en un principio. En lo que hace al origen o procedencia de los bienes, destaca el hecho de que prácticamente en la totalidad de los casos se trata de mercadería importada, algo que no resulta llamativo dada la cronología que hemos adjudicado a este contexto de descarte. Muchos de estos bienes podían ser adquiridos en pulperías y almacenes de ramos generales  de la zona3 , en tanto otros –probablemente los de mayor calidad- eran comprados en la ciudad de Buenos Aires. Como apuntamos anteriormente quienes comprarían en locales porteños serían posiblemente los Iraola y no los peones. Es probable que el estanciero no sólo adquiriera los bienes para su uso personal y los de su familia, sino que también comprara mercadería para sus empleados. Entre esta última estarían los implementos necesarios para que los trabajadores cumplieran con su labor (herramientas), y otras de índole más personal, como ropa, que muchas veces era considerada como parte de pago (Wedovoy,1994).

          Concentrándonos en la cuestión de la utilización o uso de los distintos tipos de objetos, sugerimos que el mismo estaba determinado por las costumbres y hábitos cotidianos de cada sector socioeconómicamente diferenciado. Parte de éstos hábitos dictaban asimismo la vida útil del objeto y el momento de su descarte. Este último corría por cuenta propia en el caso de los trabajadores, pero en el caso de los estancieros, en cambio, era la servidumbre de la casa la encargada de esta acción. Es así como lo que podía ser considerado por los patrones como un bien cuyo estado ameritaba desecharlo, podía no serlo para sus empleados, quienes optaban no por descartarlo sino por conservarlo para su reutilización, ya sea manteniendo la función original (recuérdese el ejemplo de las botellas) u otra diferente (véase el ejemplo del plomo) .

         A través del análisis anterior nos volcamos a creer que la práctica de reutilización sería fundamentalmente llevada a cabo por el sector de los trabajadores asalariados de la estancia, ya que sus limitadas condiciones materiales de vida les llevaría a adjudicar una mayor vida útil a los objetos. Reafirmamos entonces la idea de que la reutilización (de bienes propios y de la familia del patrón) se regía por la práctica y valores de los trabajadores. Consideramos además la idea más abarcativa de que el descarte de todos los bienes que circulaban por la estancia se realizaba de acuerdo con los criterios y categorías de los trabajadores (ya sea rurales o de servicio), quienes determinaban en qué momento se habría de descartar un objeto, con o sin previa reutilización, de qué modo y bajo qué circunstancias. El manejo de la basura era parte de sus prácticas cotidianas, raramente la del estanciero y su familia, y por ende resulta un reflejo de sus conceptos, categorías y valores.

      Cruzando el alambrado: Vinculaciones con la situación general del país.

         ¿Es posible que este pozo de basura nos pueda decir algo acerca de la situación político-económica de aquel período? Nosotros creemos que sí, y en este sentido resulta ilustrativa la presencia de abundantes objetos de metal tales como los clavos (muchos de los cuales se encontraban llamativamente en muy buen estado). Tras la caída de Rosas y con el impulso de la segunda revolución industrial los objetos de metal se fabrican en mayor número y entran al mercado local a un menor costo. A esto se suma la presencia de un número cada vez mayor de casas en Buenos Aires que se ocupan de la fabricación local de dicha clase de objetos. Estas fueron creciendo gracias a las intermitentes políticas proteccionistas de la primera mitad del siglo que hacían que su presencia fuera indispensable aunque no cubrieran la demanda (Schávelzon, 1991).

      Todo esto llevaría probablemente a que el descarte de objetos de metal comenzara a ser más frecuente durante la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo luego de la gran oleada de objetos extranjeros que entraban para este momento al país. En este caso la reutilización pasa en mayor medida por las decisiones del patrón, pero podemos establecer que éste es un caso particular porque no son objetos que usualmente intervienen en la esfera de la vida doméstica de los trabajadores, sino que incumben más a las propiedades del estanciero, quien se encargaba de reponer las herramientas de trabajo. Esto nos evidencia algo importante: los cambios en las políticas económicas nacionales y las transformaciones económicas internacionales se reflejan de forma diferencial en el consumo de acuerdo a los sectores socioeconómicos que uno investigue. Asimismo en el caso del sector socioeconómico más elevado,  las actitudes conservadoras/innovadoras de los sujetos influyen en los patrones de consumo y descarte, por lo cual uno esperaría hallar evidencias de ello en los materiales recuperados. Creemos que el ejemplo de los clavos es ilustrativo de una actitud coincidente con las nuevas tendencias donde se descarta lo que antes solía ser reutilizado, en respuesta a las facilidades que brindaban las nuevas condiciones del mercado. Los clavos eran adquiridos por el patrón, usados por los trabajadores y descartados por éstos pero en función directamente de la toma de decisión del primero, ya que si bien se reutilizarían algunos en el ámbito doméstico de los trabajadores, la mayoría se utilizaban en bienes del dueño de la estancia y si este decidía descartarlos o reemplazarlos por nuevos, así se hacía. Caso distinto es el del plomo, un metal necesitado por los trabajadores para sus propias actividades, por lo cual no era descartado en función de la orden del patrón sino en función de sus propias necesidades. Esto último es también el caso de muchos otros objetos, como ya explicamos anteriormente.

      Comentario final.

          Hemos intentado en este trabajo recrear un posible escenario de circulación de bienes -desde su adquisición hasta su descarte- en el ámbito de una estancia pampeana de la segunda mitad del siglo XIX. Hemos visto como se relacionan dos grupos que representan a sectores socioeconómicos dispares y cómo estos responden de manera diferencial a la adquisición, consumo y descarte de objetos, no sólo en respuesta a los cambios sociopolíticos mayores, sino fundamentalmente en relación a sus posibilidades materiales concretas, sus categorías y  valores propios.

      1.  1 Los datos manejados son tomados de fuentes comerciales tales como la Guía Kraft y la Gran guía de la ciudad de Bs.As. editada por H. Kunz. No hemos podido localizar ejemplares previos al año 1885, por lo cual la fecha de apertura de este local nos es aún incierta. A partir de estas fuentes se ha podido rescatar otro tipo de información vinculada a este local cuyos dueños Bono y Bruschi figuran como introductores de mercadería al país además de ser los propietarios de una óptica que funcionaba junto con el bazar.

        2 En el catálogo de la muestra "Pequeñas, medianas y grandes tiendas" (realizada en el Museo de La Ciudad, Buenos Aires) escrito por el arquitecto J.M. Peña hallamos la siguiente cita: "…no podemos dejar de mencionar al "Bazar Colón", al "Bazar La Luna", etc., ellos importaban los artículos que en Europa estaban de moda, llegando a encargar, por ejemplo, a la fábrica de porcelanas Limoges juegos de platos pidiendo que pusieran al dorso y a fuego, el nombre del bazar." Si bien no hemos podido aún determinar con exactitud el origen de este plato de porcelana, esta cita resulta sugerente en cuanto a los diferentes tipos de la misma que ofrecía el Bazar Colón

        -con su sello distintivo en la base- a su clientela en aquella época.

        3 Contamos con información acerca de la presencia de dos pulperías en la zona de Ensenada y Magdalena para inicios del siglo XIX (Mayo, 1996). Tanto la presencia de comercios de éste tipo como la de almacenes habría ido en aumento con el avance del siglo XIX, a lo cual sumamos la fundación de Tolosa en 1871 que habría implicado el aumento de negocios de éste ramo.

      2. NOTAS.

         Agradecemos a la Lic. A. Igareta y al Dr. D. Schávelzon por la lectura crítica de este trabajo y sus correspondientes sugerencias, siendo las interpretaciones y conclusiones finales responsabilidad exclusiva de los autores.

      3. AGRADECIMIENTOS.
      4. Bibliografía Citada

    2. Conclusiones

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    Lic. Marco Antonio Giovannetti

    Lic. Verónica Lema

 Depto. Científico de Arqueología

Museo de Ciencias Naturales de La Plata

F.C.N.yM.-U.N.L.P.

ISSN 1851-0027

Año 2007. Número 2: 84-105

www.comechingonia.com

Partes: 1, 2
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