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El amor de hijos impone el trabajo (página 2)

Enviado por Pedro Sandrea


Partes: 1, 2

     Ese es el secreto de "Creced y multipicaos" que encierra toda la metafísica del amor.

     La afinidad existe irrompible e imborrable, y si no estuviera ese germen, no podría crecer ni mostrarse en los efectos unión de cuerpos y aun menos en los máximos efectos hijos.

     Pero a causa de envolverse cada espíritu en el alma embrionaria de un mundo primero, queda como borrada esa afinidad por larguísimos millones de siglos, en los que el espíritu no tomara parte en la vida de los cuerpo, porque está complemente anublado, envuelto en la tupidez de la materia.

     Esta obedece a la Ley del progreso, es decir, al espíritu; pero no puede dejar de cumplir también su destino, para lo cual tiene que atender primero a la ley de cada molécula

     Como cada molécula es egoísta por la fuerza de su derecho, la otra vecina tiene el mismo derecho y reclama y todas reclaman y todas no pueden ser satisfechas de una vez, sino que todas tienen su instante marcado, pero que no lo ven, como no puede ver el hombre los puntos de su destino, y de aquí que se acometen unas a otra moléculas, unos a otros hombres y unos a otros espíritus y queda la afinidad como apagada por la pasión del antagonismo, o del odio si aquel llegó a ser una pasión de concupiscencia.

     ¿Pero creen que esta misma pasión no sea un arma de aquel solemne mandato "Creced y multiplicaos?

     Justamente de esa pasión debe ha nacer la familia, primer grado de amor, por lo cual es el más imperfecto.

     En un tiempo se sacia cada molécula de su derecho de ley, y ya satisfecha, sigue su satisfacción periódica sin estorbar ya a su vecina, con lo que se afinizó, y se unen, cumpliendo el mandato de amarse de la inexorable ley que dice: "Si odias tendrás que amar" He aquí recopilada toda la metafísica del amor y las causas tan recónditas de los odios, que por esa metamorfosis se convierte en amor fraternal.

     Aun hay mucho que estudiar en este punto; pero como los hemos de tocar en el siguiente con otros pormenores necesarios, pasamos al siguiente.

  Diferencias aparentes entre el amor de los padres

El padre pueden ser por afinidad y por justicia los dos, o uno por justicia y el otro por afinidad o por misión.

     Cuando los padres han constituido el matrimonio por afinidad, las cosas del hogar marchan con la misma regularidad de un sistema planetario. El padre representa el sol y la madre los satélites, que reciben de aquel la luz, para reflejarla en los hijos, en ley general; pero aun en el caso de que sea de mayor luz el espíritu de la madre, por la armonía de la ley no resplandece más la madre que el padre; pues aquella deposita en su esposo todo su amor y sentimientos y señala a sus hijos que el padre es el astro de la familia; pero hace aquí la madre dos oficios grandes, Físico-Astronómicos: De satélite y asteroide. El satélite comunica la luz por reflexión; pero el asteroide tiene función vitalizadora y policial.

     El asteroide, en su destino vitalizador y regulador, demarca la órbita sin permitir la confusión de uno con otro mundo, y carga la electricidad vital al planeta o mundo que pasa por su campo magnético, y así mantiene la vida del mundo dentro de la ley universal, obligándolo al cumplimiento de su destino.  

     El centro sol está igualmente dentro de esa armonía, pero mucho más dilatada, más amplia, más grande con arreglo a su acción y cargo de padre de mundos; pero la zona orbital del sol está limitada por las otras zonas de otros sistemas planetarios y se mantienen por gravedad, debido a la diferencia de densidad, que en cada sistema es diferente.

     He aquí una imagen grande del hogar de las familias sirviéndose todos a todos y substituyendo las fuerzas vivificadas en los Asteroides. Lo mismo sucede en el hogar. Si el padre es de la luz y potencia suficiente, gira en toda su amplitud como el centro sol. Si la madre es de mayor grado de luz, imanta  a su esposo, igualando las corrientes, para hacerlo servir a los destinos de la Ley.

    Esta es la causa de que haya diferencias reales o aparentes en el amor de los padres y es general y sin excepción.

     Pero hay otras causas que hayan originado esa causa, que por esa razón pasará a ser causa de causa, a lo que es lo mismo, efecto.

     Hay aquí la necesidad de formular un proceso a un destino de un matrimonio, cuyo juicio fue expuesto en otro libro.

      Formado su juicio destino dos espíritus para encarnar, ser esposos y dar vida a otros seres y pagarse mutuamente unos a otros amor, vida, intereses materiales y morales, deben sujetarse a la mayor justicia de que sean capaces y entonces son autorizados y aparecen en los sexos que la ley les haya señalado.

     Si la mujer debe amor que bebió en la anterior existencia en aquel que ahora es su esposo, que antes fuera su mujer, aunque aquella fuera de mayor luz y experiencia y por lo tanto de sabiduría y amor, dará a su esposo más retrasado su amor y le enseñará su sabiduría para igualarse a los hijos en disposiciones, moral y amor. Pero aquí (aunque no quieran) ser verá diferencias en el amor, bien por la delicadeza, o por la oportunidad, ya que la esposa llegará siempre a tiempo a sus deberes, como aquel que hace las cosas por hábito, que se diferencia siempre del que las hace por la imposición del deber, pero éste hace más mérito que el otro.

    De todos modos, el fin primordial de los matrimonios metafísicamente es pagar deudas de vidas;  porque si en todo la Ley es inflexible, en este punto es inexorable: "Si matas, con tus besos resucitarás al muerto" es su artículo culminante de justicia y amor rigurosos. Y… ¿en que unión de cuerpos del hombre y la mujer no hay besos?… Esa es la única corrección que tiene la Ley del Creador.

    Los demás deberes del matrimonio (aunque con muchos errores) ya los ha catalogado la ley civil, que nosotros limpiaremos con un buen grado de moral eficiente

    ¿Han visto como el amor de hijos por donde quiera que se mire, impone el trabajo de sus progenitores? ¿Qué armas usa la Ley para imponer sin obligar? Ya lo hemos dicho, el amor de la carne: su atracción, su deseo constante, el goce en fin, el que hace no pensar ni temer el trabajo y las obligaciones de los padres y cumpliendo estos deberes se entra en la Ley; se pone el mismo entredicho; anubla más su espíritu y deja las afinidades hasta el punto de que, por justicia, se niegan sus afines a darle cabida en la familia, para no tener el peligro de un retraso, lo que le sucede generalmente a los supremáticos, segados por sus concupiscencias.

    Aun hay un punto que exponer muy importante y es de esos espíritus que por supremáticos no tienen derecho a pedir una matriz que lo recoja para una prueba de amor. Pero el amor de los espíritus de gran luz y los que ya están regenerados y tienen la ley en sí mismos, se imponen una misión sobre esos supremáticos y piden venir para darles vida y ver si son capaces de entrar en la ley; pero no encargándose con la responsabilidad del supremático, si en aquella prueba de amor tampoco entraran en el camino de la regeneración, y esto es justicia,  porque no habían de cargarse con las deudas a la ley, ya que hacen un tan tremendo sacrificio a favor de los desconocedores de esa misma Ley.

    Entonces esos espíritus recalcitrantes son obligados a encarnar bojo este dilema terrible: "O encarna para probar su regeneración, o son sometidos al rigor de la Justicia sacándolos de la familia espiritual del mundo y transportarlos a mundos primitivos como los descritos por el Dante, donde aun las pasiones no son escándalo, porque no se ha descubierto la ley ni se ha iniciado el progreso.

     Muchos se regeneran en esa suprema prueba de amor; pero muchos también prefieren su expulsión antes que dejar su supremacía y… allá caen para empezar de nuevo una evolución en un mundo que empieza su vida de regeneración con todos los horrores de la brutalidad de la materia.

     Lo tremendo es que hacen conciencia de lo que perdieron y no lo pueden conquistar allí sino en largos millones de siglos de lucha y pasando por  todos los horrores que ellos hicieron pasar a sus victimas del mundo que los expulsa.

     Los padres de esos encarnados por justicia, son mártires de su amor y grandes sus merecimientos y aumentan su poder en la Ley.

     Pero aunque sean misioneros pasan por todos los puntos de la ley de su destino, porque la ley es un ser sin entrañas ni sentimientos y ella no reconoce más que hombres, ni recoge más obras que por fe. Y la mayor obra que hacen Fe, es el número de hijos, el número de vidas dadas, reconocidas y analizadas en todo los que atañe a la vida del hogar. ¿Qué cuenta darán los célibes y los libertinos que abandonan el fruto de su unión o aun buscaron `por la pasión o la maldad su destrucción?… Esto hace temblar al más perfecto; pero es porque tiene conciencia, sentimiento de la Ley de Amor, el que le anima y le da valor para el tremendo trabajo que en todos los órdenes maneras impone el amor de los hijos.

    El amor de hermanos es la ley por entero

 Atrás queda escrito que los esposos son el primer parentesco. ¿Creen que hay contradicción con el epígrafe de este capítulo? No tal. Allí se ha hablado del parentesco consanguíneo y aquí tratamos del parentesco espiritual.

     Sí, el amor de hermanos es la ley por entero; porque como hijos del mismo Padre Creador, todos los espíritus, quieran que no, bien que aparezcan de luz como ángeles, o ya sean "Negros de hollín" como demonios, según los  tituló Abraham, serán siempre hermanos, aunque renieguen los supremáticos y los plutócratas; no pueden dejar de ser hermanos del que se emplea en barrer las calles.

     "No hace el hábito el fraile", dice el adagio. No hace la posición del hombre categorías  en los hombres, por deducción lógica: ni el obrero desengañado y harapiento es la representación de un espíritu atrasado, ni el frac, ni la púrpura indican elevación del espíritu.

     Una y otra son posiciones que el espíritu toma para el cumplimiento de un deber y por compensación de la ley; pero en general, el obrero productor, indica siempre un espíritu progresado y de progreso y debajo de aquellos harapos y pelos desgreñados y cara tostada por el sol, hay un espíritu luminoso y regenerado. Como en general,  también, debajo del frac., del hábito o sotana, como de la púrpura, se oculta el verdugo, el tirano el libertino, el usurpador y el retrasado siempre, porque le falta el valor y la fuerza necesaria para el progreso.

     Pero el amor fraternal ha de demostrarse como hombres, como es ley para todas las cosas que la Creación tiene, que se han de demostrar en las formas para apreciarlas como tales.

     El creador ha hecho una Ley única de armonía y de amor, con ser la ley madre, no puede diferir lo contenido en el secreto de la Creación para su demostración.

     La demostración del Universo está en los mundos y los hombres tangibles; y la demostración en los hermanos en espíritu, ha de demostrarse como hombres, amándose como hermanos en la materia, como lo son en espíritu.

     Esta moral se ha predicado siempre por los misioneros, desde que se pudo escribir una ley en la tierra; y al efecto, Set sentó en la ley Sánscrita: "Todos los hombres de todas las tierras hermanos son" Moisés escribió en su segundo mandamiento lo mismo, no hay necesidad de tomar más que a esos tres, por ser los más autorizados por sus misiones trascendentales y a los cuales no se les ha podido rebatir con ninguna razón filosófica, como no se le puede argumentar a la Naturaleza que habla en todo de amor igual.

      Pero a pesar de esa prédica constante, todo se ama, menos los hombres, los que se odian a muerte y se matan con furia y rabia. ¿Cuál es la causa? El antagonismo y el prejuicio religioso

     ¿Dónde ha visto las religiones que la Naturaleza haya hecho distinción a un solo hombre? ¿Dónde vió el supremático y plutócrata que él fuera concebido ni naciera de distinto modo y forma que el que labra la tierra o barre las calles? ¿Vive el plutócrata y parasito civil y religioso más larga vida, es decir, no muere igualmente que el barrendero y labriego? ¿Por qué dividieron la tierra en naciones? ¿Por qué ésta la subdividieron en parcelas, apropiándose precisamente los que no la cultivaría? ¿Por qué crearon las castas y las clases? Las causas fueron las guerras, los odios y el desamor.

     La naturaleza señaló, sí, el etnicismo y aun colores si se quiere; pero es porque lo darían el humus de cada región; pero en ella habría de señalar la armonía en la variedad de la belleza en el conjunto, como en un jardín, que tanto más admirable es cuanto mayor variedad de colores y de aromas encierra ¿O creen que el Padre no tiene el gusto refinado?

     Cada hombre es una flor del inconmensurable jardín del Padre y todos viven por el mismo amor y alimento. ¿Cómo, pues, puede ser uno más apreciado que otro?

      El Padre ama igual al malo que el bueno; al rebelde que al obediente; por lógica razón y por recta justicia, debe dar al enfermo, o malo, el correctivo y medicina necesarias; y al rebelde, someterlo a la disciplina, lo que no necesita el obediente y bueno; y por más, como se identifica con la Ley, recibe de ésta sus beneficio; pero no es porque el Padre nos haga de diferencia, sino que nos la hacemos cada uno mismo, porque la Ley no se deja vencer.

     Cada uno alcanzamos sólo aquello que nuestro progreso nos permite; pero este progreso se muestra solamente en el grado de amor que podemos desarrollar y esto es matemático; sin réplica y sin excepción, sin que valga la hipocresía.

     Aquí oigo un murmullo ensordecedor de dudas y exposiciones; dicen: Fulano es un bandido y goza de riquezas; Mengano es un asesino, envenenador y es respetado y tenido por grande; Zutano es un corrompido y es el juez que juzga con odio al humilde… ¿Y qué me dicen con todo eso? ¿Acaso no los acusé ya? ¿Creen que lo disfrutan? ¿No los ven como viven sin sosiego,  temiendo la Justicia del pueblo? Y si temen, ¿no es que la ley los obliga al remordimiento? No han triunfado: se han hundido ellos mismos. Hoy que el pueblo ha hecho conciencia lo castiga sometiéndolos a la igualdad de la ley, que les será muy dura, no porque emplea más rigor, sino por su estado de moral retrasada; pero quiera que no, o entran en el engranaje del de la gran rueda, o los aplasta los tira al hospital. Los hombres del progreso comprenden la justicia de ese hecho tremendo y lo acatan; los retrógrados, los tiranos, los plutócratas, los verdugos, los parásitos, los enemigos del progreso por supremáticos, quieren detener esa omnipotente máquina y se suicidan en esa resistencia de impotentes. ¿Dónde ésta su triunfo? ¿Dónde su disfrute?

     Pero hay un punto más triste y terrible. ¿Son todos los trabajadores amantes de la justicia?

     Si se atreven a decir que sí, los trataré de hipócritas, de farsante, de obreros disfrazados. Y por desgracias hay muchos a quienes acusar de egoístas y enemigos de sus compañeros. Y no me pueden desmentir a mí, que durante 45 años estuve con las herramientas en la mano y toqué de todos los oficios por razón de mi profesión de electricista; y si obedecí como simple obrero, también mandé brigadas de obreros de todos los oficios, y siempre en los más el egoísmo, no importándole a uno subir a costa de los demás; y otros más audaces, engañar y sobornar a los más morales.

     Por esto la Ley de Amor llamó a la Justicia y le ordenó agobiar con todos sus medios a todos los obreros del mundo, hasta hacerlos unirse bajo el dolor y el hambre; y ya se ve; hoy casi todos los obreros los obreros del mundo todo, se dieron la mano y se juramentaron a la lucha final.

     Esta lucha es tremenda, porque hay una décima partes que son falsos obreros y de espíritus retrasados; se unen como serviles y religiosos, que tienen las armas usurpadas al progreso común, con los que pueden resistir un momento más su lucha de agonía y es por el odio.

       Pero la ley triunfa siempre; y aunque haya tenido que recurrir al rigor del hambre y del dolor y esa otra parte mayor de hombres del mundo obrero y trabajador unidos, representan la mayoría y hablan de amor, se llaman hermanos y la ley los confirmará entregándoles el régimen comunal, que es donde se asentará el amor, con la verdadera fraternidad.

     ¿Dónde ésta el triunfo de los tiranos, etc., que el orgullo opuso a mí pensamiento y paró un instante a mi pluma? ¿Qué dominaron unos siglos? Dominar no es triunfar:  si lo que se domina no se gobierna, no puede obtenerse triunfo, el que se manifiesta sólo en el contento universal, en el bien común, en la ayuda sin cuentas, en el amor fraternal.

     El amor fraternal, pues, es el fin de la ley y lo consiguió siempre en todos los mundos. ¿Fracasará en la tierra? Mundos conocemos hasta por la astronomía, que una sola ciudad tiene más habitantes (hombres de carne y hueso) que toda la familia terrenal y allí triunfó en su día la ley y el amor de hermanos está en su más alta expresión. Y… en la tierra, que apenas es unidad, apenas es número, como mundo,  por su pequeñez y reducido número de habitantes, ¿podrá esa insignificancia vencer a la ley?

       Orgullo y maldad no le falta, hasta declararse un falaz: Pontífice infalible .Pero unas horas más tarde, la ley levanta un Garibaldi y arroja al falaz del trono imperial, recluyéndolo en prisión, de la que no saldrá más que ejecutado y muerta su religión, causa única de todo desamor

     Se hicieron Dioses los supremáticos de Egipto, y caen en su sepultura esclavizados. Hoy día, continúan sepultados en un fanatismo religioso y político; en una interminable pelea entre hermanos por el odio de Judá a sus otros hermanos. Se diosifica en Grecia y al momento es atada al carro romano y desecha. Se diviniza Roma pasa a la historia de los vencidos y al final es preso el representante de ese Dios y muere la Religión, que sembró el odio entre los hombres. ¿Quién vencerá a la ley? "¿Yo que hago parir seré coartado?" dijo Jehová por Isaías.

      Siendo hermanos todos los espíritus y habiendo desconocido su hermandad siendo hombres, por causa del antagonismo de las moléculas materiales que componen nuestros organismos, el espíritu se ve obligado por la ley a purificar  la materia y reconocerse y servirse mutuamente y confesarse hermanos, como hombres. ¿Qué medios tiene la ley para conseguir ese máximo fin? La reencarnación.

      Los espíritus son obligados por su propio progreso a reencarnar continuamente, para metamorfosear y afinizar cada uno su alma con la de todos los otros de su familia mundial. Esto nos obliga a encarnar cada vez en diferente nación, pueblo y hogar y en diferentes padres, hasta conseguir ese máximo fin de la ley verdadera fraternidad como hombres.   

      Ya está conseguido por la mayoría de la tierra y es por esto este movimiento social de la mayoría de los hombres, para someter a la minoría de plutócratas enemigos del pueblo fraternizado.

     El hecho solo de levantarse el pueblo trabajador y pedirle cuentas al parasitismo plutócrata en su triunfo indiscutible. Pero hay que sostener la lucha, porque el tirano, verdugo y falaz, no quiere ceder su sitial y el pueblo en ley lo tiene que derriba por mandato omnímodo.

     Si el pueblo hubiera sido educado en la verdadera moral fraternal, no tendría el plutócrata   nada que temer hoy. Pero como no sembró más que odio ¿Qué cosecha puede esperar?

     El espiritismo era el alma de la sabiduría para llegar a la fraternidad sin violencias y sin derramamiento de sangre; pero el plutócrata aviesamente desfiguró, vilipendió y persiguió ese único santo principio, porque sabía que el juez era inflexible de los delitos y méritos de los hombres. El pueblo ha desconocido ese lazo supremo de unión, por lo que, aunque los espíritus de los trabajadores lo saben, como sus materias están prejuiciados y cargadas del odio sembrado, ve en el plutócrata a su enemigo y lo acomete a muerte de lo que no es culpable el pueblo, aunque sí es responsable. Pero como de esa responsabilidad es causa la falacia de los educadores del pueblo, la responsabilidad es también del plutócrata; elevándose por lo tanto la atenuante  del pueblo al grado justo de "responsable", pues lucha por la ley de defensa propia que la ley autoriza.

     Esta lucha, pues, es ya por causa de haberse conocido los hombres en una inmensa mayoría hermanos  y quieren no tener vallas, ni fronteras, ni necesidades en su vida de hombres; y a derribar esas vallas, borrar esas fronteras y anular la propiedad privada, causa de las necesidades todas y de la miseria en general, van los hombres de progreso ayudados por todos los espíritus fraternizados y de los de la solidaridad. ¿Quién vencerá? La ley. Y los hombres llegarán al quinto amor.

  El amor privado por ley y por pasión

 Como ya se conoce el origen de las pasiones y también está probado que la ley no puede perdonar nada, porque cometería injusticia, se puede tratar este capítulo, donde, según las leyes sociales y mandatos religiosos, nadie se libraría de cometer faltas al sexto mandamiento del decálogo de Moisés.

     La ley civil castiga con penas corporales el adulterio; es decir, el uso de la carne fuera del matrimonio. (No tenemos aquí en cuenta las excepciones, que son tantas, que anula la ley).

     La religión Católica, las faltas a ese mandamiento, de obra, palabra y pensamiento, las castiga con penas eternas al alma. (No tengamos en cuenta la confesión auricular, que perdona al delincuente y hace de la ley un juego sucio).

     Pero si tenemos en cuenta que el juez civil que impone el castigo a otro hombre acusado ante la ley represiva, no está limpio de las mismas faltas, por las que impone una pena; y esto es el colmo de la injusticia.

     Tenemos por fuerza en cuenta, que esos mismos confesores religiosos absuelven y condenan a penas eternas y a pesar de sus votos y celibato, todos sin excepción han faltado de obra, palabra y pensamiento, y aun de las tres formas. Lo que no se atreverán a desmentirnos bajo juramento solemne ante el Padre Creador y su Ley, salvo que juren en falso.

     Nosotros que hemos hecho un estudio perfecto hasta la raíz de los instintos,  podemos sentar que nadie puede librarse de la Ley de la Procreación; pero también hemos podido ver y saber cuándo el amor de la carne es por ley, aunque sea fuera de las leyes penables civiles y religiosas y cuándo, aunque absuelven al delincuente acusado de faltas, la ley divina no le absuelve  y lo condena a pagar la deuda de amor o de vidas. ¿Qué contestan a esto, leyes civiles y mandatos religiosos? Quisiéramos tener delante al famoso Santo Tomás de Aquino para que manifieste por qué medio o en qué fuentes bebió el veneno teológico de sus principios y le cargaríamos como hombre, todo el daño como hombres de sus falacias  recibió la humanidad. Pero la ley se lo ha cargado ya como espíritu y lo tendrá que pagar.

      Desearíamos tener a la vista al más famoso y reciente Alfonso María de Logorio para que dijera en que código racional encontró los fundamentos para su desgraciado libro "Guía de los confesores" o "La llave del confesor" y le probaríamos que se opuso a todas las leyes de libertad, e hizo a Dios un ignorante, un caprichoso y mercader.

     Pero esos falaces no salen nunca a la arena; obran en las mazmorras tenebrarias,  aunque estén doradas con los bienes usurpados por sus Falacias y por esto la filosofía los ha juzgado a todos en el Juicio al Dios Religioso; y si no levantan aquellos cargos sus sucesores y representantes, con las pruebas que en aquellos autos le pedimos, ellos mismos confirmarán que  toda su obra es Falacia;  engaño, fraude y mentira.

     No, nada que afecta sexto mandamiento del decálogo puede perdonar nadie, pero tampoco castigar el hecho, aunque sí las consecuencias cuando se pueda saber que es la pasión y no el destino  de la justicia el que obró los delitos.

     En nuestro "Código de Amor Universal" (que aparecerá en Internet,  próximamente en la página www.profilaxia-sandrea.blogspot.com) está esto legislado.         

     El caso moral (o concepto moral) que han de tener dos seres que unen su sexo, es la posible cosecha que pueden recoger de su unión, en hijos o afinidad y amor mayor. Si falta ese concepto, o si habiéndolo se pone obstáculo, es la pasión la que domina, aun que se trate de un matrimonio legalizado.

     Las ofertas, la astucia, la fuerza bruta, el abuso de autoridad y posición; las artes mágicas, como los brebajes y excitantes, los engaños y substituciones, revelan siempre la pasión; aquí sí hay daños personales, que deben ser corregidos por la moralidad únicamente, porque las penas aflictivas nada corrigen.

     La corrección sólo la puede hacer el saciamiento  del instinto; y a éste no le hará nada la pena aflictiva, porque no le ataca a él solo, sino a todos los instintos del ser humano; y entonces, ¿por qué se ha de cometer la enorme injusticia de castigar a todo el universo por uno solo que cometió el delito? Creen justo, que porque en una ciudad cometa un individuo un delito penable y no sea habido, se castigrá a todos los individuos que componen la ciudad? Pues eso mismo es lo que se hace con las penas aflictivas impuestas a un hombre por un delito de un instinto.

      Mas no crean que no hay como corregirlo. Es el trabajo cotidiano y moral y el ejemplo de la sociedad el que apaga las pasiones; y esa y otra debe ser la corrección de las leyes.

     "La ociosidad es la madre de todos los vicios" se nos enseñaba y se nos repetía todos los días en la escuela de infantes; y en mi ya larga vida de trabajo y experiencia no la he visto desmentida una sola vez esa máxima axiomática, salvo en cosas muy contados de pasiones momentáneas obligadas por una explosión. (Yo, de 87 años de edad, que trascribo estos trabajos, testifico que es así, igual que el Maestro).

     Pero esos incidentes no quiebran la ley general, máxime cuando toda procreación nos obliga a la defensa propia.

     Pero hay algo más grave en los códigos y más que éstos el modo de ver egoísta de los jueces. El egoísmo del sexo.

     Se confina a la mujer al presidio de la casa, que puede serle un verdadero infierno, cuando en muchos casos la casaron por la conveniencia social, por el interés y por otras causas aun más criminales, como es la posesión de títulos y aun sacrificios o ventas de honor comercial, siendo en estos casos de cada 100 maridos de ésos, 75 son libertinos incorregibles por los vicios tenoriescos, picaflores, alcohólicos, jugadores, etc., y los otros 25, gastados impotentes, imbéciles o neurasténicos. Y esa mujer en todas las fuerzas de su naturaleza, ha de martirizarse, ha de secar sus aspiraciones, ha de matar sus sentimientos de amor, haciendo interminables veladas esperando el que no llega, porque está en brazos de una ¿corrompida?…

 No, de un afín, por amor o por justicia; pero que él debe poner todos los obstáculos a la procreación para que no se vea el fruto de su amor. ¿Cuántos crímenes se han cometido aquí? Pues si aquella otra mujer que está confirmado rompe la falsa fórmula social, todos los jueces y código son contra ella. Y tienen que romperla y la rompe el 95% porque se impone el instinto, y… obstáculos también a la procreación, o acudirá a la morfina y otros medios suicidas y criminales.

     En estos casos es necesario que se aviven imperiosamente los instintos y de esa revolución interna nace la pasión, que no se puede saciar, porque se coarta la ley de los instintos.

      En estos capítulos o artículos, hay repetición de algunos conceptos del Maestro; pero se consideran necesarios para que no haya interpretaciones del contenido plasmado en letras; como ha sucedido en muchos códigos y leyes. Estas repeticiones, anulan aquello de: "la letra mata, el espíritu de la letra".

 

 

 

Autor

Pedro Sandrea

sandreapedro[arroba]yahoo.es

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