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Una escuela para la libertad (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4

Optaron por amonestar a aquéllos que eran impuntuales. Pero en vista de que su actitud persistía, decidieron entre todos adoptar algunas medidas. Si un compañero llegaba tarde porque se había entretenido por el camino (caso frecuente) sería mejor para el grupo que esperase fuera y no entrase en la sala de música, donde se celebran las asambleas. Pero, si el chico tenía que llegar tarde porque, por ejemplo tenía cita con el médico, entonces tenía que llamar uno de sus tutores a la escuela para comunicarlo.

Siempre, para un determinado sector del grupo, la puntualidad fue muy importante, y pese intentar hacer lo imposible por cumplirlo, algunos chicos siguieron llegando tarde y el problema quedó sin solucionarse completamente.

Otro tema que levantó muchos comentarios durante una temporada, fue el fútbol. Los chicos pasaban mucho tiempo jugando y, en este caso, los profesores, protestaron. No querían que dejasen de practicar este deporte pero querían hacerles ver que la escuela les ofrecía muchas otras posibilidades. Era un tema espinoso, porque el fútbol les apasionaba y no querían renunciar a él bajo ninguna circunstancia. Finalmente y tras regatear los minutos, llegaron a una acuerdo común: como máximo jugarían cuarenta y cinco minutos al día, ni uno más y después dejarían la campa libre para que otros chicos pudieran jugar.

                                                   ♣  ♣

El contacto con la naturaleza está presente en todo momento. Cada niño tiene un pequeño huerto donde cultivan lechugas, patatas, perejil, tomates, zanahorias…; especialmente las niñas cuidan con mimo su diminuta parcela. Muchas tardes, después de comer, veo desde la ventana a Lali regando con la manguera o quitando las malas hierbas.

Los pequeños tienen menos paciencia. El grupo de David, Swen y Samson pasaban parte del tiempo jugando con piedras, palos y barro. Secretamente, estaban construyendo una casa entre los matorrales. En cierta ocasión, David nos dio un gran susto al caerse de un árbol y Robin le llevó rápidamente al hospital.

Afortunadamente los accidentes eran poco usuales, ya que la labor del profesor estribaba, entre otras cosas, en observarles y velar por su seguridad, en especial a los más pequeños.

Cerca del campo de fútbol hay una charca artificial. Nos gustaba bajar de cuando en cuando y ver a las libélulas, ranas o renacuajos. Aunque sabíamos que no debíamos molestarlas.

Era un espacio algo alejado de la escuela en el que los chicos cuando querían estar solos y hablar de sus cosas, lo elegían como alternativa.

Cerca de este lugar, había madera y los restos de una hoguera. Tenían la posibilidad de hacer fuego, pero siempre tenía que ser en presencia de un profesor y que encendiese él el fuego con un mechero. Esta tarea se le solía encomendar a Georg, uno de los profesores que tenía más carisma entre los niños.

                                                 ☺

A los chicos se les sigue ofreciendo muchas optativas: ir un sábado al "mercado de las pulgas" (conocidísimo mercado de comida y objetos de segunda mano), patinar sobre hielo en un complejo de actividades en una localidad cercana, ir un jueves por la mañana a las piscinas cubiertas…

Me ofrecí voluntaria para acompañarles, junto con María y algunas madres, al mercado de las pulgas. Todos juntos, cogimos el tren, el metro y nos plantamos en el centro de la ciudad. Fue muy divertido. Nos dividimos por grupos y yo me quedé con los más pequeños, que eran los que se entretenían más. Pasamos toda la mañana y a la vuelta, algunos llevaban consigo comida que habían comprado para sus padres.

 María me ha comentado su intención de llevar a cabo  un programa de intercambio de alumnos (los de secundaria) con algún colegio de Inglaterra o España, para que nuestros chicos puedan practicar y relacionarse con gente de otros lugares.

Durante este curso no se ha hecho, pero ya tienen un proyecto firme para realizar definitivamente el intercambio con un colegio inglés durante un mes del curso que viene.

No es la primera vez que lo hacen, ya que años atrás, cuando la hija de María, Marie, era pequeña, se marchó a Inglaterra con la escuela. Marie  recuerda con mucho cariño cómo jugaba con los chicos al baloncesto.

"Los chicos"

            En la escuela hay niños con edades comprendidas entre los seis y catorce años. Todos comparten  materiales, las aulas, comen juntos…; puedes ver a un chico de trece jugando con otro de siete, sin embargo, no es lo normal. Cada chico tiende a acercarse con el que tiene una edad similar, porque comparten intereses comunes. No he visto en ningún caso la situación de que un mayor abuse de un pequeño (recordemos la palabra mágica "STOP" ante este tipo de casos), pero está claro que existen grupos.

            Hay chicos con un gran carisma y madera de líder que arrastran a compañeros, y otros que son más autónomos y prefieren ir por su cuenta. Es difícil hacerles ver a cada uno de ellos que pueden ser sus propios líderes y no necesitan a nadie, ya que necesitan, en muchos casos, sentirse integrados en un grupo.

            El episodio que recordaba al principio, sobre los tres chicos que destrozaron la casa de las niñas, lo hicieron movidos , en concreto, por uno de ellos; y estoy segura de que si se les hubiera preguntado por separado , si querían llevar a cabo ese plan, hubieran contestado negativamente.

            Los partidos de fútbol son una actividad social muy importante para ellos. Sólo participan chicos y en cualquiera de esos partidos, con observarlos un rato, te das cuenta del papel que juega cada uno en su grupo.

            Las mayores, ya adolescentes, se sienten con ganas de hacer y ver cosas nuevas. Les encanta aprender y escuchar canciones en español. Juego bastante con ellas ya que, quizá, me vean como alguien cercano. Mi labor de voluntaria está en un camino intermedio entre el profesor y el alumno, y saber dónde hay que mantenerse, en ocasiones, es complicado.

Las chicas necesitan algo más de intimidad para realizar actividades, leer, jugar, escuchar música…; en una de las reuniones, se acordó que tan sólo ellas (que son las que conforman el grupo de secundaria), para disponer de "esos momentos" que necesitaban, podían subir a la buhardilla donde se daban las clases de refuerzo por las tardes.

En el otro extremo están los más pequeños. La mayoría de ellos vienen del kindergruppe o guardería.

            Es un edificio más pequeño adosado a la escuela. Hay alrededor de diez niños y cuentan con la ayuda de dos profesoras y una voluntaria (este año venía de Italia).

            La guardería consta de un salón donde comen todos (suele cocinar alguna madre o las profesoras). Además, dispone de una habitación en la que juegan: tienen muñecos, disfraces, colchonetas, una hamaca colgada del techo…; y otra habitación enorme, donde aparte de juguetes, tienen muchos libros, música de todo tipo y en una esquina colchones , donde duermen la siesta.

            Básicamente ésa es la estructura. ¡Se me olvidaba! Hay un pequeño vestíbulo donde hay mesitas con pinceles y pinturas para que ejerciten la creatividad y también, igual que en la escuela, unos percheros donde cada niño cuelga la ropa.

            No se suelen mezclar los niños de la escuela y la guardería. De hecho, los pequeños salen a un patio interior donde les da el sol durante todo el año. A la llegada de la primavera, con el calor, hinchan una piscina de plástico y ahí pasan buena parte del tiempo.

            El contacto con la naturaleza es importante. De modo que siempre que pueden, hacen una escapada todos juntos al bosque. Suelen llevar un carrito donde se turnan para montarse. Y entre canciones y alboroto, todos nos enteramos de sus andanzas.

            El papel de la profesora de guardería, estriba en velar por la seguridad del alumno, pero, sobre todo, dejar que explore y conozca por sí mismo. A veces necesitan a "alguien que les guíe", que les oriente un poco de acuerdo a sus propios intereses, pero la autonomía de él es básica. Ruth y Christine eran las encargadas de llevar este proyecto a cabo. La primera era muy querida por los niños: en ocasiones, jugaba con ellos y le gustaba mucho cantar mientras tocaba la guitarra.

Los pequeños también alguna vez jugaban con Christine, pero ella era más partidaria de respetar esa autonomía que comentaba antes. La tercera persona que estaba con ellas, es decir, la voluntaria italiana, me comentó en alguna ocasión que le resultaba complicado adoptar ese papel de observadora.

            "No por dejar que descubran por si mismos y ver su evolución implica que seas un mal educador. Posiblemente si siempre quieres participar en los juegos de ellos, no es porque ellos realmente te necesiten, sino para que no te aburras".

            Como decían los Wild, estás al lado del chico no para decirle que algo está mal, o mostrarle el aspecto negativo, sino para apoyarle y, en caso de necesidad, orientarle hacia su meta.

            El periodo de estancia en la guardería es hasta los cinco años. Después, las profesoras junto con los padres, deciden si el niño o niña está preparado (hablamos de tener un determinado grado de desarrollo de habilidades sociales, inquietudes intelectuales que van más allá de lo que ofrece el centro…) para acceder a la escuela.

Ese niño, antes de empezar el curso, va durante una semana a la escuela "para probar", y, los profesores anotan cómo se integra en el grupo. En resumidas cuentas, eran decisiones muy meditadas.

            Recuerdo el caso de Una. Tenía seis años, pero debido a que emocionalmente, no se encontraba preparada (había tenido problemas familiares), resolvieron que se quedara durante un año más en el kindergruppe.

La situación económica de la guardería era peor que nuestra escuela. La causa principal era porque había pocos niños y el mantenimiento del centro dependía, en exclusiva, de los padres. Contrariamente a lo que se cree, no son escuelas excesivamente caras, apenas había mucha diferencia entre una escuela normal y la nuestra. Todos los beneficios iban destinados a pagar el sueldo de los profesores y el mantenimiento del edificio.

En ocasiones, nos visitaban chicos que estaban realizando sus prácticas. Les ayudábamos y resolvíamos sus dudas en la medida en que nos era posible, pero ellos sabían cual era su papel.

Además, una vez al año, nuestra escuela tenía una jornada de puertas abiertas, en la que todo aquél que quisiera podía venir a visitarnos. Además, a iniciativa de Robin, ponían cintas de video que hablaban acerca de la metodología montessori. Pese a ser durante el fin de semana, muchos eran los niños que venían y los padres preparaban platos para todo el mundo.

Cada uno de los profesores que conforma nuestro centro, tiene su propia trayectoria profesional. En el caso de mi tutora, María, es una educadora vocacional. Si bien empezó dando clases en una escuela normal, a medida que iba profundizando en la metodología montessori, más se implicaba. Es una de las que lleva más tiempo con los niños. Si bien durante sus inicios estuvo en la guardería, posteriormente se vino con nosotros.

Robin es el director y el que coordina el centro. Constantemente observa como funciona todo y anota. No suele proponer muchas actividades para realizar. Las asambleas son para él  esenciales y aprovecha para comentar todo tipo de sugerencias. Estuvo en el Centro de Pestalozzi en Quito, y aquí se empapó de este método de enseñanza.

Después los otros profesores, tampoco me quiero adentrar mucho más, pero, por ejemplo en el caso de Tina, es particular, ya que todo empezó cuando su hijo era pequeño y empezó la escuela. El pequeño no se adaptaba al centro y a estar todo el rato sentado tras un pupitre. Tina empezó a investigar sobre alternativas educacionales que se adaptaran a las necesidades de su hijo y llegó hasta nosotros.

Continuamente los profesores se reciclan y asisten a cursos formativos. Existe una mayor oferta de este tipo de cursos, y la razón se debe a que también hay un mayor número de escuelas montessori por esta área geográfica.

No obstante, el modo para llevar la escuela varia de un educador a otro. Había quién era más partícipe en llevar a cabo una serie de pautas y quién no.

Ellos también se reunían una vez al mes. Me comentaron la posibilidad de asistir a una de ellas, aunque sólo me quedé durante una hora. Tratamos temas intrascendentes, como la posibilidad de repartir encuestas  donde, de forma anónima se traten cuestiones como si se respetan las normas, si las excursiones son útiles para ellos, los hábitos de vida en la casa…

También me dijeron si quería aportar ideas, tenía dudas o cualquier tipo de quejas. Para ellos fue un esfuerzo ya que tuvieron que, para que pudiera entenderles, hablar en inglés. Pero en fin, les dejé, y ya lo siguiente que se trató fueron temas más delicados como la evolución de cada chico. Como indiqué, cada profesor tiene bajo supervisión a una serie de niños y anota lo que realiza durante la semana, éste era el momento de tratar sobre el aprovechamiento del centro de cada uno. Eran reuniones menos tediosas que la de los padres y la duración podía limitarse a un par de horas.

22/05/2007

            Esta fecha es muy especial, ya que es el cumpleaños de los gemelos. Me invitaron a su casa junto a otros niños del cole, y pasamos la tarde jugando, en la piscina, y comiendo caramelos y tarta. En la fiesta estaban los amiguitos del colegio, sus padres y Christine (de la guardería).

Los  pequeños y yo pasamos mucho tiempo juntos. Jugábamos en la escuela, querían aprender español, cocinar torrijas, bailar…, son muy divertidos, aunque intentaba dejarles de vez en cuando y no tener un papel tan activo con ellos.

            También en la escuela se celebran los cumpleaños. No pueden celebrarlo con todos los chicos de la escuela por motivos de espacio y organización, de modo que hay una serie de grupos establecidos (en función de la edad), y en el caso de los gemelos, estaban con cinco niños  entre seis y siete años. La fiesta en la escuela consiste en que eligen a un profesor, el que ellos quieran, y van a la sala de música. En el centro hay una rueda, que comprende los doce meses del año. A su vez, cada mes tiene un número de bolitas que varía desde las veintiocho hasta las treinta y uno (en función de los días que tenga el mes). Todos sentados en círculo, el educador habla acerca del por qué de ese "círculo de la vida", y características de la estación del año y mes en que transcurre el cumpleaños.

Los niños escuchan atentos. A continuación, lee un cuento acerca de las aventuras de un chico (que les gusta mucho y es muy conocido entre ellos) y cantan canciones.

            Normalmente, las madres preparan las tartas o postres favoritos de los niños. Así que cuando terminan de cantar, ese grupo va al comedor y allí soplan las velas y comen.

            Las fiestas tienen lugar por la mañana, antes de comer. Y suele durar alrededor de una hora y media.

            Mientras, los demás seguimos con nuestras actividades: los niños ensayan una obra de teatro y otros ven una película que ha puesto Robin acerca de Hitler.

            Después de comer, Georg ha preparado un juego muy ingenioso. En la sala de cosmos, sobre la alfombra, había por una parte, fotos de animales desperdigadas y por otro los nombres de los animales. A continuación Georg (sin decir el nombre) describía a un animal: "vive en el agua, mide un metro de longitud…", daba una serie de pistas de modo que el primer niño que adivinaba el animal, cogía la foto que creía la correcta y la colocaba junto al nombre correspondiente.

            Aparte, desde hace un mes, Robin realiza cursos opcionales acerca de  conducción vial. La mayoría tienen bicicleta y la usan a diario. De modo que es útil para ellos que conozcan las normas. Son clases en las que aprenden las señales, qué hacer ante determinadas situaciones. Para ello, tienen un tablero que simula una calle con coches, pasos de cebra, muñequitos, señales…

            Son muchos los niños interesados en "sacarse el carné de bici", y se esfuerzan en ello. La escuela dispone también de alguna bicicleta; y algo  esencial: siempre se fomenta el uso de las medidas de protección precisas (como por ejemplo, el casco).

            Cambiando de tema y mezclando este batiburrillo de cursos que se proponen a los chicos, me gustaría incidir en mis clases de español. Tenían lugar todos los martes por la mañana. Para empezar cantábamos una canción que se habían aprendido: "Guantanamera", "Juan roba panes ", etc.; y después iniciábamos las clases, que intentábamos hacer lo más amenas posible.

Por ejemplo, para enseñar algunos términos de comida en español, llevábamos azúcar, limón, mantequilla, y ellos con los ojos cerrados tenían que adivinar qué era.

Este tipo de actividades era para el segundo grupo, el de los chicos, que al ser más activos, necesitaban juegos más dinámicos.

Un día a María se le ocurrió la idea de llevar una caja y en una esquina hacer un agujero. Dentro había una serie de objetos, y los chicos sin mirar, tenían que introducir la mano y decir qué cosas había pero en español.

Conocen a muy pocos cantantes que canten español, uno de ellos es Manu  Chao (muy popular).

Con el  primer grupo, el de las chicas, es diferente. Cada una tiene una carpeta con hojas donde anotan todo lo que creen importante. Aparte de hacer actividades como la de la caja, también, han aprendido qué se dice en una conversación telefónica: "¿Diga?" "¿Puedo hablar con María?"…; incluso elaboramos unas cartas que recogían acciones como lavar los platos, ordenar la habitación, etc., para que jugasen entre ellas y de paso aprendieran las acciones. En concreto, este juego consistía en que tenían que casar las fichas por parejas. Aquéllas que les quedaban sueltas, debían preguntar a sus compañeros si la tenían.

Varias veces han escuchado cintas de radio donde se reproducían conversaciones en español, luego cada una debía comentar qué había entendido.

Hacíamos juegos de memoria: tenían que relacionar cada objeto (por ejemplo un lápiz) con su nombre. Tan sólo se les deja un minuto para ver la solución y luego se dispersa. La tarea del chico es reconstruir de nuevo cada cosa con su término.

También, elaboramos un bingo (tuvo mucho éxito) y una ruleta con la que se puede practicar el español. La ruleta está formada por una serie de casillas, cada una de un color. Es decir, la casilla: "érase una vez", puede ser naranja. Pues bien, hay varias fichas boca abajo que son naranja  y se coge una al azar. En cada una de ellas puede poner: "érase una vez…": – un pescador

– un campesino

– un rey

        …

En total había cinco casillas y eran: "érase una vez…", "decidió ir…", "se encontró con…" "cogieron el…", "pero de repente…". Esta última casilla no tiene fichas: el final lo decide quién lo cuenta. 

                Había ruletas también en francés e inglés.

                Estos juegos me han sido de utilidad, como el de la ruleta, incluso ya fuera de nuestra escuela, a la hora de enseñar un idioma extranjero a pequeños. A todos les encanta jugar y los cuentos.

                                                                  ♣

                     Con la llegada del buen tiempo, pasamos la mayor parte del tiempo fuera del edificio. Kart- Heinz habla sobre el mundo de los egipcios en el porche mientras otro grupo está jugando al vóleibol en la campa.

                     Es aconsejable, que llevemos ropa cómoda para estar por la escuela. Y con la llegada del calor, algunos están con las bermudas y la camiseta de manga corta.

                     Cada uno de nosotros estamos preparando la fiesta de fin de curso. Los pequeños ensayan una danza, las chicas y yo bailamos sevillanas y las mayores, han hecho una revista que recoge la programación prevista para la fiesta así como noticias que han pasado en la escuela durante el año. A mí me hicieron una entrevista, donde me preguntaban cosas como: ¿tienes algún hermano? ¿Te gusta la escuela?

Quizá he dejado en el tintero otras celebraciones que cabría mencionar, como la de Halloween, en la que los niños hicieron sus calabazas y  disfraces.

Y también, en otra ocasión, durante una noche de verano, me dio mucha pena no poder ir, proyectaron una película al aire libre y realizaron un taller de astronomía.

 Les encantaba las películas de Pipi Calzaslargas, independientemente de la edad del niño.

Pero retomando la fiesta de fin de curso, como he dicho, Andrea y otras compañeras, repartieron revistas por el pueblo. La celebración pretendía mostrar a los padres los frutos recogidos de todo el año. Asi pues, bailamos (grandes y pequeños), cantamos canciones de Manu Chao, hicieron una representación teatral y, en general, fue un ambiente bastante cordial.

En esta ocasión vino una amiga conmigo a la fiesta y desde su punto de vista, era la primera vez que iba a una escuela montessori, me comentó aspectos que le llamaban la atención y a mí me pasaba inadvertido. En concreto, Ainhoa, se sorprendía por cómo se implicaban los niños en el acontecimiento.

-"Fíjate: son los niños los que se ocupan de repartir la comida y preguntarte si quieres más. Eso no lo ves en muchos sitios. Normalmente son los padres los que se tienen que ocupar de realizar esas tareas"-

– "Tienes razón, pero si hubieras estado aquí durante un año, no te sorprendería en absoluto. Es su fiesta"-

Aquella tarde fue la última vez que estuve en la escuela. Me dio muchísima pena despedirme de cada uno de ellos. Me habían hecho pulseras, collares, dibujos y un álbum con fotos de todos. Más allá de la barrera del lenguaje, nos habíamos hecho amigos.

                     Hoy en día recibo cartas y e-mails de los chicos contándome qué tal les va: sus vidas en la escuela, los compañeros…

                     Recuerdo con muchísimo cariño el curso en que estuve de voluntaria en una pequeña escuela de Austria, y espero verlos de nuevo, sin duda, en no mucho tiempo.

 

 

Autora:

Silvia Sánchez Castrillejo

España

2008

Partes: 1, 2, 3, 4
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