- Elohím
- Yahvé
- La personalidad del Padre Nuestro
- ¿Qué clase de loco es el Dios Bíblico?
- La bestialidad de Dios
- Un Dios estúpido, torpe y depredador
- Un Dios dogmático
Todas y cada una de las culturas y civilizaciones, y de acuerdo a su entorno, medio ambiente, costumbres y conceptos muy propios, nombraron a su respectivo Dios y se acogieron a lo que el que se dijo su representante decía y ordenaba en nombre de ese Ser Superior.
El concepto que nació, adentro del pueblo israelita, que es el que hoy nos interesa, fue dado bajo un término muy amplio y lleno de pasión; pues, definiendo muy específicamente a su respectivo Dios, se tomó un vocablo en donde está envuelta una verdadera controversia-contradicción y, encerrando adentro del vocablo Elohím al concepto de la divinidad o de lo superior, surge la primera de las dos nociones en las cuales se dividió la idea básica de la divinidad personal de ellos, hasta la derivación en el otro concepto un poco más individual y que conocemos como YAHVÉ el guerrero.
El vocablo que se usó para definir, adentro de la palabra a la explicación de lo sobrenatural, y que denominaron Elohím, es un concepto más amplio de lo inexplicable (¿?) y quiere decir "los fuertes y los poderosos". O sea que el israelita le daba una connotación pluralista a lo suprahumano y, sin poder encerrar todo el amplio contenido que se suponía tenía la divinidad, no lo hicieron en un solo personaje; se prefirió que los fuertes y poderosos fueran quienes, a través del conjunto que formaban, construyeran, bajo su concepción, a todo el Universo tal y como leemos en Génesis 1:1 ss.
En esa parte de la Biblia, que nos dice muy bien expresado la manera clara de lo que para ese pueblo significó el término Elohím, leemos fascinados la Creación pero como Primera Versión.
Bereshit bara Elohím
O sea.
En el principio los fuertes y poderosos crearon los cielos y la tierra.
Claro que en nuestras Biblias, las de uso común y corriente, ya no aparece tal vocablo poco comprendido de Elohím. Y no es porque hoy nosotros estemos inventando tal definición únicamente por fastidiar a la Cristiandad. Nada más estúpido. Muchos de los hermanos cristianos, para que usted lo sepa, ¡nunca lo han leído, oído y mucho menos imaginado siquiera que pudiera existir tal palabra!.
Elohím, o los fuertes y poderosos, aparece en más de 2500 veces en el Antiguo Testamento, queriendo significar que todos ellos hicieron y deshicieron a su gusto y antojo, tal y como nos es descrita su actuación desde el Libro Sagrado. Pero como era impensable que si ya habíamos creído en la existencia de un solo Dios, ahora, al definir la palabra Elohím, tal y como aparece en la Biblia, nos decían que eran no un solo ser sino que muchos de ellos, se optó, para no herir susceptibilidades y para que no hubiesen masivas fugas o renunciantes del culto monoteísta ya implantado, y por ende de una disminución en la caja de caudales, que era menester desaparecer tal diabólico vocablo comprometedor de los "fuertes y poderosos" que se encerraba en Elohím y, santamente, fue sustituido por el de "Dios", palabra que hoy ocupa el lugar en donde debería de decir los fuertes y poderosos, o dioses; que eso y no otra cosa quiere decir ese vocablo.
¿Importaba eso acaso?. No era más importante el billete y el oro con el cual se engrandecería la obra del Señor.
Así, de esa manera tan Cristiana, se acalló la conciencia y el derecho a estar informado de todo lo que religiosamente hablando le correspondía, y aún le corresponde, al ser humano conocer de su propio grupo social.
En el Antiguo Testamento leemos –¡asombrados!- todo el amplio acontecer que le tocó que desempeñar a estos fuertes y poderosos seres que hoy, calamitosamente, los han encerrado maliciosa y perversamente en la palabra "Dios" que no deberían de haber sustituido por Elohím.
Los fuertes y poderosos reflejan lo que verdaderamente se quiso dejar expresado en los escritos sagrados judíos pues, buscando ahora excusas y brincándose las olas perniciosas de su propia ignorancia, nuestros Jerarcas, teólogos y demás altas autoridades de la Iglesia Cristiana en general, ¡lo han tergiversado todo!.
Elohím es la expresión que abarca un concepto muy diferente del que nos han metido en la cabeza a través de la Iglesia, ya que si nos han impuesto un solo Dios y un Dios Único y, si procesamos debidamente el amplio significado que tiene tal vocablo de los fuertes y poderosos, no sólo destartalará nuestra psiquis, sino que nos dejaría huérfanos de Nuestro Padre que está en los Cielos.
Para saber en donde fue falsificado, y sustituido, el vocablo Elohím por el de Dios, sólo basta con abrir la Biblia y, en los pasajes en donde aparezca la palabra Dios, allí mismo, debe entenderse que se hace referencia a la palabra original puesta por los inspirados de esa época y que quisieron dejar constancia que fueron los fuertes y los poderosos los verdaderos protagonistas de las acciones que ahora son atribuidas falsamente a Dios. No hay lugar a que nos equivoquemos con esto, ya que o aparece el término Yahvé el guerrero o aparece el de Dios; y aquí, debemos colocar la frase los fuertes y poderosos o si lo preferimos los Dioses, pues Elohím es un vocablo que denota pluralidad.
Para muestra un botón. En Génesis 6:11 leemos.
Y se corrompió la tierra delante de Dios (hay que poner el vocablo Elohím y leer, ahora sí, los fuertes y los poderosos, o los Dioses) y estaba la tierra llena de violencia.
Con este otro apelativo, el que ahora es más común oír, se describe pomposamente el nombre del otro concepto y del otro Dios bíblico que comparte con gala y luces de colores el protagonismo de las acciones bíblicas y que, inclusive, para ocultar, según la Jerarquía, el otro concepto que es más abundantemente usado en el Antiguo Testamento o sea el de Elohím o los fuertes y poderosos, o Dioses, se antepone ahora este nombre de Yahvé que no provoca tanta pregunta sobre el concepto de un Dios pluralista.
Yahvé es un término un tanto nuevo ya que, el que anteriormente se usó para describir al Dios bíblico, estaba totalmente equivocado y fuera de la verdad, como lo era el nombre o apelativo Jehová. Y es, a partir del siglo IXX, y luego de una amistosa reunión entre rabinos, hombres ilustres de la Iglesia Protestante y de la Católica, en donde todos estos santos varones concluyeron que el nombre dado a Dios en los pasajes que le correspondían al otro concepto de la divinidad, o sea en donde no aparece el vocablo Elohím, y que ellos ya habían denominado Jehová, era ya incorrecto seguirlo usando.
Todo se debía al garrafal error en que cayeron los rabinos del año 600 (que al parecer les falló nuevamente la inspiración del Espíritu Santo) que, cuando intentaron ponerle las vocales a todo el Antiguo Testamento y careciendo de ellas el hebreo en el que estaba escrito, al llegar al tetragrama divino o sea a J ó YHVH y por la costumbre de estar nombrando respetuosamente a su particular divinidad como Adonai o Edonay (Señor), simplemente se intercalaron las vocales de ese término respetuoso con el que se dirigían al ser que consideraban su personal Dios.
Al intercalar esas vocales entre la JHVH salió la aberrada pronunciación de JEHOVÁ, que hoy, quien la use, será todo un perfecto ignorante, incapaz y necio; ya que lo correcto es escribir y pronunciar el nombre de este otro concepto de Dios de la Biblia, como Yahvé.
¿Qué cosa es Yahvé?, y la respuesta ya es diferente porque desde el Éxodo 3:14 ss. la podemos leer fácilmente.
Yo soy el que soy.
Esa es la contestación del propio personaje individualizado con ese nombre de Yahvé. Esto quiere decir que, uno de los protagonistas del Antiguo Testamento, se digna autodefinirse y, limitándose bajo un concepto ¡que de todos modos no dice nada de nada!, no nos queda más remedio que tratar desde allí de entenderlo o bien de escudriñar en los pasajes bíblicos en donde es nombrado, para, de esa manera, tratar de hacernos una idea o un bosquejo de su verdadera personalidad. Porque Yahvé tiene personalidad.
¿Paradójico que Dios Padre pueda tener personalidad?.
Que quede claro, eso sí, que Yahvé o Elohím no son DIOS. ¡Nunca!…
Siendo el nombre bajo el cual uno de los personajes que comparten honores y categorías de representar cada cual al Dios bíblico se define como Yahvé, hay que considerar entonces que tal nombre viene a representar a uno de los muchos Dioses bíblicos, ya que si Elohím significa los fuertes y los poderosos o Dioses, tal y como nos dice su traducción, Yahvé, el otro Dios individualizado, debe representar a la corriente de los Yahvistas, que sin entrar en polémica o en una clara pelea con los de la corriente de Elohím, establece una clara diferencia entre uno y otro de los Dioses de la Biblia.
Lo llamativo, y a la vez sorprendente, por la connotación bélica que lo antecede, es que el nombre de Yahvé, invariablemente, viene acompañado de su correspondiente título de SABOAT y que, por su significado tan comprometedor en el amor Cristiano y en la paz que pregonan desde el púlpito mentiroso los Jerarcas Cristianos, lo han tratado de escamotear y, decidiendo no tomarlo en cuenta, ya no lo pronuncian tal y como está estipulado y escrito en la Santa Biblia.
¿Qué cree usted que significa Yahvé Saboat tal y como aparece en la Palabra de Dios Padre?, pues dos cosas. La primera y la más importante, ¡que no puede definir a DIOS, AL TODO, A LA VERDAD ABSOLUTA, debido a su intrínseco significado que ya veremos de que se trata. Y la segunda, que la traducción debe ser leída como Yo soy el guerrero.
¿Cree usted entonces que este bélico personaje, violento y pasional de Yahvé Saboat, o Yo soy el guerrero, pueda definir adentro de todo su significado a DIOS?. ¡Nunca!. Y mucho menos que sí lo esté en Elohím.
Resulta ilógico, y contraproducente, encontrarnos con el nombre de Yahvé en los escritos que nos han impuesto como que es la Palabra de Dios, porque al decir Yahvé, no hay de donde agarrarnos para comprenderlo como que allí, está encerrado todo lo ILIMITADO que ES DIOS. Y, en el colmo de la vanidad, nuestros guías Cristianos juran que tal personaje violento y tiránico es el SER SUPREMO e, ingeniándoselas muy bien, y con el terror sacro de su oportuno lado, nos han impuesto tal falaz y demagógica versión.
Pero es comprensible su mórbido comportamiento ya que, movidos los hilos por el avorazamiento financiero, lo han hecho para que sus fieles practicantes no se salgan del redil y que esa merma en los ingresos quiebre y arruine a la Iglesia Cristiana. Eso significaría matar a la gallina de los huevos de oro en que han convertido a toda la Institución Eclesiástica que explotan.
Yahvé es tomado ahora, por los grupos religiosos Cristianos, como el Ser Supremo y han olvidado interesadamente a Elohím, porque es lo más conveniente para la causa; ya que es impensable para ellos que los fuertes y poderosos o los Dioses fuesen ese "Dios Único" que pregonan es el bíblico; pero que, más sin embargo, Yahvé Saboat, por ser un concepto individualista, sí se ajusta mejor al patrón monoteísta.
¡Pero qué equivocados y lejos están de tener en Yahvé a DIOS!.
La gran paradoja Cristiana está en querer mantener, a base del terror sacro, esa gran farsa y esa estafa en la apreciación que de la divinidad han hecho.
LA PERSONALIDAD DEL PADRE NUESTRO
Resulta paradójico que podamos llegar, tan siquiera a titular o a nombrar cualquier definición, y decir que esa reunión de los mejores adjetivos y calificativos, nos permite describir el perfil psicológico de Dios y que, eso, todo lo que resumimos para su excelsa descripción, nos proporciona la idea exacta y completa de la divinidad que nos ha escogido para que le adoremos y que nosotros, simples motas de polvo, arrogante e imbécilmente, gritemos poseer bajo una perorata y entre palabras preciosas a la definición de DIOS.
A DIOS, AL TODO, A LO INFINITO E ILIMITADO ¡no podemos llegar a configurarlo adentro de los límites de una personalidad y mucho menos limitarlo con la descripción de su perfil psicológico!.
Claro y es comprensible lo que aquí estamos tratando, y debe quedar muy bien comprendido, que nuestro trabajo se basa exclusivamente en la Biblia y en sus dos conceptos para ubicar la increíble manera de describir a su propia concepción de Dios; o sea en Elohím o los fuertes y poderosos, y en Yahvé o Yo soy el guerrero y ¡nunca en EL TODO, en LA VERDAD ABSOLUTA!.
Por favor que no haya ninguna duda al respecto ni mucho menos tergiversación, pues los seres que protagonizan los papeles estelares en la Biblia ¡no son DIOS!; serán, eso sí, el reflejo psíquico y desequilibrado de aquellos inspirados falsamente en una masturbación mental, cuyo fruto perverso se llama Yahvé de los Ejércitos, el Padre Nuestro que Jesucristo nos endilgara de manera poco fraterna y más como castigo que como premio.
Leemos en Deuteronomio 6:14 ss, lo firme de su afirmación como para dudar.
No andaréis en pos de Dioses (Elohím) ajenos, de los Dioses (Elohím) de los pueblos que están en vuestros contornos; porque Elohím celoso, Yahvé tu Elohím en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Yahvé tu Elohím contra ti, y te destruya de sobre la tierra.
Y se nos aclara mejor el panorama y el proceder del Dios bíblico desde Deuteronomio 7:12 ss, con lo siguiente.
Destruirás, pues, a todos los pueblos que te entrega Yahvé tu Elohím; no los perdonarás, ni servirás a sus Dioses (Elohím). No desmayes delante de ellos, porque Yahvé tu Elohím está en medio de ti, Elohím grande y temible. Yahvé tu Elohím echará a estas naciones de delante de ti poco a poco, y te las entregará y él las quebrantará con gran destrozo, hasta que sean destruidas. Yahvé te entregará a sus reyes en tus manos, y tú los destruirás y nadie te hará frente hasta que los destruyas.
¡Qué grande y poderoso y además amoroso Dios Nuestro Señor!. ¡Aleluya!.
Si ya se nos pasó el asombro, y hasta el desencanto de ese repulsivo y criminal ser, al que le hemos orado por nuestras necesidades y lo vemos tal y como nos lo presenta desde el Deuteronomio la Palabra de Dios Padre, no será posible retraernos a conocer esas emociones violentas y pasionales impropias en DIOS, pero cosa común y hasta normal en un asqueroso criminal de los muchos que llenan las cárceles públicas, o aún en los desequilibrados mentales que reaccionan a sus instintos y no a la nobleza y a la honorabilidad con la que la gran mayoría de seres humanos reaccionamos ante nuestros semejantes.
¿Serán posibles esas reacciones que la Biblia nos cuenta tuvo Yahvé el guerrero en DIOS, en EL TODO?… ¡NO!, definitivamente aquí nos están describiendo parte de esa personalidad monstruosa de un ser o entidad con grandes desequilibrios sociales y lleno de profundos complejos que violentamente los expresa.
Si Yahvé amenaza, como lo hace desde el Éxodo 20:5, cuando nos dice, lo que leeremos a continuación, es que este Dios Padre está, de verdad, más loco que una cabra.
Yo soy Yahvé tu Elohím, fuerte, celoso, que mira la maldad de los padres y la castiga sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación.
Aquí Dios Padre mismo hace alarde de su propia y peculiar personalidad. ¿No le parece?.
Y aquí la gran paradoja. Si la Cristiandad se ha desgañitado, desde el año 325, en que formalizaron la amalgama de ritos paganos en la Religión Cristiana, gritando que su Dios es uno todopoderoso, eterno y único, ¡caramba!, por lo menos se le pide a tal especial entidad la ausencia del rencor hacia los indefensos y débiles seres humanos; sentimiento más propio de las bajas pasiones y de la miseria del ser humano y no de la excelsitud de un Dios. Además, es una condición sin poder negociarla, que no tenga este Divino Ser la vanidosa prepotencia de la amenaza que, reluce en el débil y en el que se sabe derrotado, pero que choca y repugna ver sobresalir en aquel que nos han dicho es todopoderoso y eterno y al que hemos tomado por siglos como Nuestro Padre.
Y se le pide que no tenga el malsano sentimiento y mucho menos la actitud miserable de la venganza que, pudiera ser comprensible en aquel que recibió maltrato, injusticia, injurias o algún daño en su familia; pero ¿quién puede siquiera dañar a DIOS como para provocar la venganza y el celo divino capaz de buscar la reparación vengativa hasta en los hijos de los hijos del agresor divino?.
Si alguien pudo o puede provocar el menor daño a Dios o a lo que se define como Dios, es porque ese alguien es mucho más poderoso que ese concepto que define a la divinidad. Se daña o se lastima solamente aquello que es susceptible de ser dañado o de ser lastimado. Un clavo entra fácilmente en un pedazo de madera, pues la madera es susceptible de ser atravesada por un clavo; pero ese mismo clavo no podrá entrar en una plancha de acero pues este otro material no es susceptible a dejarse atravesar por un simple clavo de hierro.
Ahora bien, si eso sucede, tal y como el mismo fantoche Dios bíblico lo dice, o sea si se pudo, se puede o se podrá lastimar, dañar, injuriar o hasta mortificar y cometer pecados contra Yahvé, el Padre Nuestro, es que no es más que un fantoche y un payaso sujeto y susceptible a ser lastimado, dañado, injuriado, mortificado y pecar en contra suya, y eso señoras y señoras, no es posible con DIOS.
¿QUÉ CLASE DE LOCO ES EL DIOS BÍBLICO?
Yahvé o Elohím, cualquiera de los dos conceptos que la Biblia nos presenta para ser tomados como ese Dios vengativo y cobarde que millones de personas han tomado en su destartalada psiquis como que es DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA, no nos conducirán más que a lo mismo, porque ambos criterios que nos presentan los relatos bíblicos en sus sangrientas páginas lo que reflejan, en primera instancia, no es más que personalidades llenas de manifestaciones mórbidas como las de cualquier enfermo mental, o para decirlo en buen español, ¡las de un loco, demente y desequilibrado ser!.
¿Qué tan excéntrico, ambiguo, perverso, desconfiado, enojado, colérico, orgulloso, soberbio, megalómano, terco, poco afectuoso o desamorado, irónico y mordaz, con manifestaciones de doble o múltiples personalidades, incomprendido, vanidoso, escandaloso, depravado, queriendo tener siempre la razón, caprichoso, siempre en pleitos y provocador de ellos, que busca la dificultad, egoísta, prepotente, entrometido, explosivo, indiferente, celoso, desordenado y abusivo es el Padre Nuestro?.
¿Hasta dónde puede llegar y qué clase de loco es el o los Dioses de la Biblia?…
El Dios bíblico es todo un matiz múltiple de características demenciales que cubre todas las opciones que se dan adentro del término que los sicólogos y siquiatras denominan loco.
Yahvé es un excéntrico de marca mayor, ya que todo lo que hace, ordena o pretende ejecutar o que se ejecute, es raro y anormal ¡más no divino o milagroso!, sino que por medio del terror, trucos y criminales amenazas es que aflora esa su anormalidad y esa su ridícula extravagancia. O sea, una actitud de absurdas manipulaciones que provocan ridículos resultados a su derredor.
Isaías 37:36 nos describe el colmo de la anormalidad y de la absurda extravagancia del demente Yahvé el guerrero, el Padre Nuestro que está a la espera nuestra en los cielos y allá los locos que quieran o que se estén o se hayan peleado por eso.
Y salió el ángel de Dios Nuestro Señor (Yahvé) y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
¡Palabra de Dios Padre!. Que con esto nos da la tónica de la criminal actitud del Padre todo amor que está en los cielos y que debería de estar purgando sus asesinatos en cualquier cárcel pública y no siendo adorado, venerado y recibiendo incienso y plegarias de millones de incautos que no saben que su Dios no es más que un desequilibrado criminal y asesino desalmado.
¿Hay o habrá habido alguna excusa para disculpar en sí un asesinato?. Bueno, tratándose de la defensa personal o de la defensa ante un criminal que ataca a nuestra familia o para evitar un secuestro o violación, quizá sin ser una disculpa o un permiso para matar, quedaría más bien como un atenuante en extremo; pero para matar a ciento ochenta y cinco mil personas ¡se necesita estar completamente loco!.
¿Será posible exculpar a Yahvé, al Padre Nuestro, por este genocidio y continuar orándole, rezándole y pidiéndole por el perdón de nuestros pecados al mayor criminal que públicamente deja la confesión de sus asesinatos tan tranquilamente en la Santa Biblia?.
La perversidad y la caprichosa actitud del Dios bíblico nos la cuenta muy bien 2 de Reyes 1:10 ss, que, con su relato, nos enseña, inclusive, la manipulación del poder y de la falaz conclusión de haber tomado a ese Dios como el Dios de Amor que nos han hecho creer. Quien mata, no importa el motivo, ¡es un criminal!, y quien se escuda en la divinidad personalizada en tétrico y cobarde ser, como es este caso, no es más que un apéndice y cómplice de tal asesino. Pero leamos la cita.
Y Elías dijo: Si yo soy varón de Dios Padre (Elohím), descienda fuego del cielo, y consúmete con tus cincuenta hombres. Y descendió fuego del cielo, que consumió al capitán y a sus cincuenta hombres. Y murió conforme a la palabra de Dios Padre (Yahvé), que había hablado Elías.
Cualquier comentario que hagamos a lo leído no nos conducirá más que a lo mismo, pues en el caso que efectivamente haya sido Dios Padre el que envió fuego consumidor y que matara a cincuenta hombres más a su capitán, no nos restaría más que declinar cualquier sumisión hacia ese asqueroso y prepotente tirano que, escudado en una poderosa personalidad, abusa y mata al que se le pegue la gana. Y si Elías, el gran profeta, condiciona su actuar en la tierra y sus caprichos mesiánicos se manifiestan tan claramente, eso sólo puede significar que por magnificar al Dios bíblico, lo han dejado convertido en un simple y vulgar asesino sin entrañas fraternas.
Lo terco, irónico y mordaz, así como la alucinación y la contradictoria personalidad del loco de Yahvé, está expresada en Éxodo 7:1 ss, que nos cuentan.
Y dijo Dios Nuestro Señor (Yahvé) a Moisés: Yo te he constituido Dios para Faraón (¡cómo puede constituirse a alguien y decirle serás Dios?). Tu dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo endureceré el corazón de Faraón. Y Faraón no os oirá. Y el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, como Dios Padre (Yahvé) lo había dicho. Entonces Dios Nuestro Señor (Yahvé) dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
Y sucedió que a la media noche Dios Padre (Yahvé) hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto.
El megalómano y con doble personalidad, el Dios egoísta que la Biblia llama Yahvé y los Cristianos adoran como Padre Eterno, hace todo esto por el sencillo gusto del gozo y de la parodia y que concluye todo este criminal y chiflado cuento desde Éxodo 14:1 ss, cuando nos relata.
Habló Dios Padre (Yahvé) a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que acampen junto al mar. Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Dios Vuestro Señor (Yahvé). Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, y entrando tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. Y entonces El Dios de Amor (Yahvé) dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas caigan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre su caballería; y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza. Y El Dios de Paz (Yahvé) derribó a los egipcios en medio del mar. Y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar, no quedó vivo ni uno solo de ellos. Así salvó Dios Padre (Yahvé) aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel gran hecho que Dios Nuestro Señor (Yahvé) ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temía a Dios Padre (Yahvé), y creyeron Al Dios de Amor (Yahvé) y a Moisés su siervo.
Hitler, ese criminal perverso y desalmado que ordenó la matanza de más de seis millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial, hoy aparece y así nos lo han enseñado como el mayor genocida. Pero entonces con Yahvé, que endureció el corazón de Faraón para que no dejara salir a los hijos de Israel, que mató a todo primogénito de la tierra de Egipto y que asesinó ahogados cruelmente al ejército de Faraón, todo esto para probar su magnifica grandeza, ¡cómo hay que catalogarlo!.
¿Dónde queda el Padre Nuestro que el iluso de Jesús nos impuso desde su Evangelio y que era la garantía de que todos éramos hermanos unidos por un solo Dios?.
Qué fácil resulta el diagnóstico en Yahvé.
Este Diosesito de espumilla que la Biblia tan pomposamente nos ha metido como que es DIOS, no es más que un paranoico, esquizofrénico y con psicosis maníaco depresivas que llenó de sangre, tristezas, llanto y luto muchísimos hogares de seres humanos que no quisieron compartir y mucho menos comprender la actitud cambiante y degenerada de la presunta divinidad del asqueroso y vil Yahvé.
Hay una cita muy famosa y popularmente aceptada por la humanidad, la que nos dice que los seres humanos no somos ni ángeles ni bestias. ¿Qué sobresale en el Dios bíblico? ¿Cuánto de la bestia manifiesta el Padre Nuestro en su actuar ante los seres humanos?.
Toda nuestra vida nos han educado, tanto en la casa como en el colegio, con los amigos y con la sociedad que nos envuelve, a que debemos de mantener esa bestia que todos llevamos adentro muy bien encerrada, ya sea por las buenas o por las malas; debido a que los exabruptos o los comportamientos fuera del tono social y cultural del nivel en el que nos desenvolvemos, no es lo apropiado a las buenas costumbres y mucho menos para que nos quieran.
El rechazo no es más que la diplomática manera de señalar que no gusta la bestia que lucimos en un momento determinado.
Ocultar la bestia, que todos llevamos en nuestra más íntima personalidad, ha ocasionado la hipocresía más grande que el ser humano jamás haya manifestado. Ahora bien, lo que no se nos ha podido eliminar por completo, ha sido la satisfacción de sacar en toda su magnitud a esa bestia interna cuando somos ricos, poderosos o con algún grado de diferencia social con todos los demás seres humanos; ya que en un artista famoso, en un escritor de renombre o en el político que ocupa un puesto alto en el Gobierno, si ellos no sacan parte de la bestia o toda la bestia que llevan oprimida ¡no serán los grandes personajes que el público consumidor o el votante, que es lo mismo, esperan de ellos!.
A todos ellos no sólo se les permiten esas salidas y manifestaciones de lo bestia que todos llevamos muy oculto, sino que, lo más curioso, es que les es hasta exigido que lo hagan.
La opresión, que la religión Cristiana ha impuesto con su prédica, va encaminada para evitar las manifestaciones de esa bestialidad humana; eso, por lo menos, es la excusa puesta por los Jerarcas e, imponiéndolas como pecado, han inhibido todo lo malo que el ser humano tiene por naturaleza, pero lo malo que el terrorista cura o pastor cree, ya que son ellos, precisamente, los que califican qué es lo correcto y qué lo equivocado o pecaminoso.
Todo eso ha degenerado en el avivamiento de las más bajas pasiones, porque el ser humano racional y con su capacidad de aprendizaje adentro de los límites apropiados, como para llamarlo inteligente, lo que se le prohíbe y se le veda, por medio del terror o del miedo a una hipotética condenación, ¡no funciona!.
Lo que se logra es inhibir, ocultar y avivar, por eso mismo, lo que se quiere evitar.
Al ser humano racional e inteligente, sobre la base de la educación, y no a la imposición perversa, tal y como el Cristianismo ha procedido, es la única manera para lograr que las ideas y pensamientos en el momento de la opción de hacer o no eso malo, equivocado o perverso que se quiere evitar se cometa, que sea su propia educación y la comparativa sucesión de imágenes mentales en sí lo que le permitan, visto el panorama, optar por no hacerlo.
Y no como la religión Cristiana, que pretende evitar el mal y el pecado de manera tan ilusa como lo hace. Ya que según ellos se logra gracias al salvaje y violento Dios que adoran e, inhibiendo al pobre borrego que por miedo al Infierno y al castigo de ese energúmeno que le impusieron por Dios, ya no cometa males y no caiga en las sabrosas tentaciones y mucho menos peque contra Nuestro Señor Jesucristo y contra su Padre amoroso que nos salvará solamente a través del Cristianismo; pero ese argumento hoy, totalmente desgastado e impúdicamente abusado, ya no es creído por miles de fieles que prefieren llevar su religión muy a su manera y no bajo ese férreo control intolerante de la Iglesia de Cristo.
¿Qué parte de la bestia ocupa y está manifestada en Yahvé y cuándo de bestia es el Dios Cristiano?.
Cuando nos referimos a la bestia en el Dios bíblico, queremos acomodar el significado a aquella torpe, ruda e irracional manera de conducirse y de manifestarse, ya que carente del mínimo amor o consideración y respeto hacia aquellos con lo que le toca relacionarse, el comportamiento descrito en la Biblia, y que retrata todo lo irracional que lleva adentro Yahvé, hace que conozcamos ¡Qué clase de bestia es Dios Padre!.
La exasperación es una de las facetas a las que la psicología le otorga mucha importancia, ya que denota el grado mental en el que una persona seria y bien ajustada y adentro de los límites sociales, se acepta a sí misma, admite y reconoce sus propias limitaciones y, lo mejor, lucha activa y tesoneramente por mejorar su conducta, pero que lo hace de manera educada, humilde y convencida de obtener una mejoría para ella misma y para la sociedad en la que se desenvuelve.
Claro que uno se exaspera de los demás, pero eso sencillamente es una excusa que esconde nuestra irracional manera de no aceptar a las personas tal cual son.
Quien debe asumir el cambio de manera educada, es el exasperado.
La irritación con exceso es la primera manifestación de la exasperación. ¿Cómo es usted, se irrita rápido?…
El Dios bíblico no puede dominar la pasión y, con exabruptos coléricos, demuestra su exasperación al máximo; aunque leamos tonterías como la que nos regala el bromista de Oseas en 11:9 desde donde y a pesar de todo reluce fulgurantemente lo bestia que exuda Yahvé el guerrero.
No desencadenaré todo el furor de mi ira –dice Yahvé- no destruiré del todo a Efraín, porque yo soy Dios ¡no soy hombre! (¡qué consideración la de la bestia bíblica! ¡Aleluya!), soy santo en medio de ti y no me complazco en destruir.
¡Alábate coles porque si no quién te alabará!.
Vea usted que cuadro más bestial. Si el Dios bíblico no se complace en destruir ¿para qué diablos destruye entonces?. Cuando alguien destroza, hiere, mata o destruye, por el solo hecho de destruir, matar o herir, lo que está demostrando es su irracional comportamiento; y eso se llama bestialidad ¡ni más ni menos!.
Pero no se preocupe, tome su Santa Biblia y ábrala en Deuteronomio 28:68 para que cualquier duda, por pequeña que sea, pueda ser eliminada.
Gracias…
Isaías 26:20 y 21 nos regala el verdadero retrato de aquel que "no se complace en destruir" y veamos hasta que punto es falaz, contradictorio y mentiroso el Padre Nuestro que está en los cielos a la dulce espera de sus hijitos.
Anda pueblo mío, entra en tu aposento, cierra tras de ti tus puertas; escóndete, en tanto pase la indignación de Yahvé. Porque he aquí que Yahvé sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad.
Isaías 30:27-33 deja sin lugar a comentario alusivo a lo bestia del Dios adorado por millones de incautos y nos expresa.
He aquí que el nombre de Yahvé viene de lejos; encendido su enojo y en medio de densa humareda; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume. Su aliento, cual torrente que inunda; llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con criba de destrucción. Y Yahvé hará oír su majestuosa voz, y hará ver cómo desciende su brazo, con ira encendida y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo. El soplo de Yahvé, como torrente de azufre, enciende y quema.
¡Gloria a Dios hermanos!…
Si creíamos que el Diablo, Satanás o el Maligno, era el único dueño de tales atributos ¡qué gran equivocación!, pues es el Dios bíblico a quien corresponde el papel que le asignaron al Diablo. ¿No le parece así después de haber leído con sus propios ojos la perorata de Yahvé?.
Al Dios bíblico le lastiman profundamente las criticas a su actuar y, apareciendo el personaje egocéntrico, Jeremías lo describe intolerante, brutal y lleno de esa actitud tan animal que causa pena y hasta vergüenza ¡cómo fue posible habernos tragado el cuenterete ese de la prédica Cristiana que DIOS es esa bestia que surge en los pasajes sangrientos de la Santa Biblia!; y leemos en Jeremías 11:20 el proceder del divino y bestial Padre Nuestro que mandó a su Hijo Unigénito, según los dementes Cristianos, a salvarnos (¿de qué?, no lo sabemos).
Pero oh Dios Padre (Yahvé de los ejércitos), que juzgas con justicia, que escudriñas los riñones y el corazón, vea yo tu venganza en aquellos en los cuales hoy he expuesto ante ti mi causa.
Con aliados así ¡qué se guarden los enemigos más peligrosos que tengamos!.
¿Le gustaría un socio de esa calaña y de carácter vengativo y cobarde como luce Dios Padre?.
El cinismo y las sinvergüenzadas de esa bestia divinizada, y ante la que nos hemos arrodillado humildemente para rogarle tenga un poco de compasión y misericordia de los males que nos aquejan, ¡no tiene parangón!.
UN DIOS ESTUPIDO, TORPE Y DEPREDADOR
La divinidad, como cualidad excelsa y que abruma a cualquiera, tiene que significar forzosamente, ¡y sin discusión alguna!, la perfección. Y si los conceptos que sobre DIOS nos da la Biblia y a los que llama divinos seres, tanto a Elohím como a Yahvé, debe ser prioritario preguntarnos ¿Serán perfectos tales payasos y criminales personajes?.
La divinidad no es tan simple y mucho menos sujeta al manoseo monetario del cual se han agarrado, cual sanguijuelas, los Jerarcas religiosos del Cristianismo y que, por medio de su falaz predicación, han inducido, por el terror sacro, a creer en que el o los Dioses de la Biblia sean el divino y todopoderoso Ser Supremo; cuando lo que vemos, leemos y experimentamos en carne propia es la usurpación, la maldad y la ferocidad criminal en un personaje con las más bajas pasiones como reflejo de su psicópata y esquizofrénica personalidad.
La divinidad que se le endosa al repugnante Dios del Cristianismo es la mayor ofensa a la inteligencia del pobre iluso que, sin control de su mente, acude compungido y arrebatado por el éxtasis a su Iglesia respectiva sin imaginar tan siquiera que ese divino ser, al que su pensamiento se eleva, no es más que una mascara psíquica producto de un pobre demente y que refleja efectivamente la imagen fiel de un descarado personaje criminal.
Es tan fácil reventar de la risa, y gozar a carcajadas sin pagar un centavo en algún show o circo de cómicos, sólo necesitamos revestirnos de una coraza de paciencia y acudir a cualquier Iglesia Cristiana y oír, ver y sentir ese morbo y esa prédica cargada de fetichismo, vilezas y terrorismo sacro y conocer la perorata de ese divino Yahvé el guerrero ¡que de divino y excelso ni los calcetines del cura o pastor!, para reír a carcajadas pues, estúpido el gritón, estúpido el concepto manoseado de la divinidad del Dios bíblico, como estúpidos los borregos que gozan mórbidamente con tal ensarta de brutalidades y con esa coreografía de comedia de tercera categoría en la que los fieles devotos de la divinidad bíblica caen.
Todo eso es digno de una mejor causa, ya que el aplauso monótono, el grito destemplado, el don de lenguas (que de don o de favor divino no tiene nada ya que, inentendible, lo que gesticula el trastornado, no es más que una pantomima para sentirse y lucir como un tocado por la mano de Dios Padre) y el arrebato religioso que lucen vanidosa y despampanantemente, lo único que consiguen es desprestigiar aún más al todopoderoso y sabio Dios bíblico, al amoroso Padre Nuestro.
La divinidad, que suponen los Cristianos tiene su Dios, es más bien la distorsión del fanatismo intolerante y doloroso que padecen; y que, al tener conciencia de su propio fanatismo, como no lo pueden, y muchísimo menos lo deben reconocer, lo esconden en la intolerancia de definir a Yahvé el temeroso y vengador Dios que adoran como su excelsa y pura divinidad.
Ese es el traumatismo Cristiano. Han tenido que defender el concepto de su Dios divino inclusive, y en el colmo de la falta de fraternidad, con la tristemente Santa Inquisición, la cual se despachó con la cuchara más grande y mató santa y divinamente a todo aquel que significó peligro, obstáculo o aún competencia en el mercado religioso que tenían monopolizado por el acaparamiento de decirse el único y verdadero camino a Dios por medio del fantoche que se fabricaron en el Concilio de Nicea en el año 325; y que no es ni por asomo el Jesús que verdaderamente existió como el heredero al trono de la nación de Israel, y nunca, pero nunca, el Hijo de Dios Padre que nos han impuesto a sangre y fuego.
El grave problema con el que se han tenido que enfrentar los fieles creyentes en ese inmisericorde Diosesito de turrón, ha sido cuando oyen que se les definen todos los atributos de la divinidad que suponen tiene Yahvé y Elohím; y reconociendo los detalles del ropaje ficticio con el que van cubriendo la mentira escondida entre la vestimenta de luces y colores, tienen necesidad de hacer acopio de mucha entereza, amén del terror a la condenación y al fuego eterno y verse compelidos a que obligadamente tienen que creer en la divinidad que se ve nebulosa en ese asqueroso ser.
La divinidad del Dios bíblico estúpidamente está cubierta por tres mentiras básicas. Y decimos que estúpidamente porque sin dos dedos de frente, y sin capacidad de razonamiento, no saben tan siquiera que a LO DIVINO, a LO EXCELSO, A DIOS, ¡no puede describírsele y mucho menos conocer de su íntima e ILIMITADA ESENCIA!.
Las tres mentiras en las que descansa el andamiaje divino del Dios repugnante del Cristianismo son, la parte filosófica, la mitológica y el irracional ritual dogmático.
La parte filosófica que está adentro del montaje de la divinidad Cristiana no es más que la pretendida y absurda esencia de la religión. Pero como no está sujeta a la discusión y mucho menos a hacer un estudio comparativo científico y lógico, porque lo derrumbaríamos tal y como lo hacemos desde estas páginas, no se permite la más ligera duda. Y quién dude o discuta de la divinidad no será más que un hereje, un blasfemo y un pecador a los ojos amorosos de Yahvé.
Con tales recompensas ¡quién, torpe de él, podrá descarriarse de la línea filosófica y falaz de la divinidad Cristiana!.
Para que algo verdaderamente sea y cumpla con la condición de ser indiscutiblemente una verdad sin réplica, primero que todo no debe de defendérsela o tener preparados argumentos para hacerla e imponerla como una verdad indiscutible. Al Sol, por ejemplo, ¿quién pueda negar que nos alumbra, que su calor da vida y provoca innumerables reacciones biológicas en nuestro Planeta? ¿Habrá habido necesidad de argumentos a favor para defender esa verdad innegable?.
Lo que debe de quedar en claro es que LA DIVINIDAD DE DIOS no es sujeta, no a la discusión o a la duda porque es permisible hacerlo o sentirlo, sino a monopolizar en un sujeto o grupo de sujetos que con un solo ejemplo dejarán demostrada su bajeza moral, energética y que con esa muestra de pequeñez y no de EXCELSITUD, todavía y así siguieran gritando tener a la DIVINIDAD adentro de ese concepto filosófico que de Yahvé y de Elohím hacen, defienden e imponen.
La EXCELSA DIVINIDAD DEL TODO no puede rebajarse y mucho menos arrastrarse en el fango del crimen y de los asesinatos, que son el pan de cada día de la divinidad bíblica. Jeremías 31:28 nos deja completamente clasificada esa obtusa esencia filosófica que la divinidad Cristiana posee y de la cual hace gala presumiendo de ella y que no refleja más que la verdad de tal complejo fanático y falaz que nos han impuesto.
Dice Yahvé: Y me ocupé de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y destruir y afligirlos.
¿Qué de excelso, puro y santo o divino encuentra en ese reptil asqueroso que se ufana de ser destructivo y cobarde que aflige y trastorna en vez de consolar y ser creativo?.
La parte mitológica que tiene la farsa divina del Cristianismo no es más que el cúmulo de leyendas, inventos y elucubraciones que, tratando de darle connotaciones excelsas a su Dios particular y a Jesucristo, no han hecho más que el estrepitoso ridículo con los relatos copiados de la vida de Buda, de Krishna, de Mitra y de miles de otros divinizados seres humanos que fueron tomados en sus respectivas culturas como Hijos Únicos de Dios. Y que, anteriores a nuestro divinizado Jesús, lo dejan en grave entredicho y convertido en una piltrafa más, ya que incapaces de originalidad, burdamente copiaron todos y cada uno de los relatos fabulosos y de las cosas asombrosas que, como efectos especiales rodearon desde su nacimiento hasta su muerte, a esos anteriores Hijos de Dios y, atribuyéndoselas estúpidamente a Nuestro Señor Jesucristo, pensando que nadie se daría cuenta del engaño, lo han dejado convertido en un mamarracho y que, junto a su Padre, forman la pareja de vilezas que nos hemos tomado como la divinidad.
La parte ritual da, basada en el fanatismo y el dogma sacado de la parte filosófica y mitológica que sobre la divinidad han impuesto, la forma concreta –físicamente palpable- y que todos podemos compartir, para que el que quiera experimentar a la divinidad bíblica tenga la libertad de probar la existencia del Dios y del Padre Nuestro.
¡Qué ironía!, y qué falta de respeto, no a DIOS, sino a la manada de borregos que acuden a probar un poquito de Dios; inclusive y los más perversos son los católicos que, comiéndose a la divinidad por medio de la Santa Comunión y en la hostia, no se imaginan que el proceso metabólico y natural de la fisiología humana lleva, sin ninguna duda, a que esa misma divinidad comida en el ritual salga como excremento a la hora de evacuar los intestinos.
¿No lo había pensado? ¿Creía que la hostia no se defecaba como cualquier cosa que ingerimos? O ¿cree usted que por ser el Cuerpo del Dios Padre, como nos han dicho, en la persona de Jesús eso exime la función biológica de defecarlo?…
¡Qué locura por Dios Santo!. Primero se comen a su Dios y luego lo zurran.
El dogma, siendo la segura, única y por ende exclusiva respuesta a un algo, ¡y por no admitir ninguna otra opción!, no es más que el monumento a la intolerancia, a la violencia y a la desfachatez más grande y por lo tanto ¡una falsedad!. La Iglesia Cristiana mal hace en gritar que tiene un dogma de fe en el personaje que nos presenta como Dios Padre, ya que, si dogma es una verdad incuestionable, ¿cómo es posible que la misma Iglesia Cristiana nos haga adorar a un fantoche como Yahvé y a un grupo de seres como los son los Elohím, diciendo que ambos son la incuestionable verdad divina?.
¡Caramba qué necios!.
Un dogma de la Naturaleza, como lo puede ser el aire que respiramos y que no admite opción, ya que para todo ser vivo es indispensable; o el agua, que no admite sustituto, son comunes a todos los organismos vivos y por eso mismo ¡una verdad incuestionable!, tal y como el axioma matemático de dos más dos son cuatro.
Pero el "dogma" religioso bíblico, ¡hay Dios mío!. Primero, por no ser común a todos los seres humanos, ya que Yahvé y Elohím, por lo menos para la gran inmensa mayoría de pobladores de este bello Planeta, o sea para más de cinco mil millones de habitantes ¡no es y mucho menos representan lo que DIVINIDAD ES!. Segundo, por estar fincado o basado en la muerte y en la violencia al 100% y que, bastando con abrir cualquier Biblia, de cualquier Iglesia Cristiana, es fácil darnos cuenta cómo caen millones de cadáveres de hombres, mujeres y niños, amén de animales y aves sacrificadas a ese cochino ser que le encantan los holocaustos de vísceras y excrementos.
Todo eso no sólo representa una muestra de la patraña, sino que es un insulto a la inteligencia del ser humano que, adormilado, sigue en el carro religioso de la Cristiandad que de dogmática ¡ni roscas!.
Y tercero, siendo dos los conceptos sobre una supuesta misma divinidad en la Biblia y que para colmo uno de ellos es múltiplemente protagonizado por los fuertes y poderosos seres que el vocablo Elohím reúne en su significado, en todo eso no hay más que mentiras.
¿En dónde está esa segura, única y verdadera respuesta divina en el aberrante concepto de dos seres que forman la divinidad bíblica? ¿Dogma en el Diosesito fantoche del Cristianismo? ¡Nunca jamás!…
Si hoy hemos aceptado en nuestra herrumbada y religiosa mentalidad lo que Jesús dejó implantado, o mejor dicho lo que dicen los falsarios de Nicea que dejó Jesús implantado, y que debemos tomar al Dios bíblico como que es el Padre Nuestro ¿Con cuál de los dos conceptos bíblicos hay que quedarnos?, porque sólo uno de los dos tiene que haber sido el preferido de Jesucristo. ¿Yahvé el guerrero o Elohím, los fuertes y poderosos? ¿Cuál es el verdadero y único Padre que Jesús quiso que adoráramos en el Cristianismo?.
Jesús, como judío que era, ¡porque nació judío, vivió como judío y lo mataron por y como judío!, y como heredero del Sacerdocio y del Poder Político que como Rey de Israel le correspondía desempeñarse ¡y no como Hijo de Dios como tan burdamente nos lo han implantado!, por su misma condición de Rey-Sacerdote, tenía que conocer a fondo las Sagradas Escrituras o Tora que no son otras que el Viejo Testamento de nuestras Biblias. Y, asumiendo, afirmando y actuando como el legítimo heredero al trono del Rey David, tenía que saber de Elohím y de Yahvé; razón que hoy nos permitimos resaltar ante el dogmático proceder Cristiano de manipular tan groseramente el concepto del Padre Nuestro para embolsarse, o continuar esquilmando, el dinero de sus feligreses, para preguntarnos, no sin razón ¿A quién hay que identificar como el Padre Nuestro amoroso y perdonador, a la vez que rencoroso y criminal, al cual le hemos orado inclusive en el clímax de la problemática que envuelve a cualquier cristiano hoy en día, creyendo torpemente que ese es el verdadero camino?.
¿Quién es el Padre Nuestro? ¿Acaso Yo soy el guerrero o los muchos fuertes y poderosos?. Ahora bien, sería la más extrema brutalidad que el concepto de Padre Nuestro, tal y como lo tenemos implantado en nuestro psiquismo, sea y comprendan la mezcla de ambos conceptos tan dispares uno de los otros, porque tal y como apunta que así sea, por las muestras indistintas con que se cita a Elohím tanto como a Yahvé en los sermones y prédicas que tan perversamente oímos de boca del gritón insolente en el púlpito, eso, da la pauta para resquebrajar el dogma traicionero y ruin que han montado en la figura de un Padre Nuestro que, cual máscara, esconde a dos fantoches y mentirosos conceptos sobre la divinidad de los dos Dioses en la Biblia.
¿A quién dirigirnos como el Padre Nuestro?…
Pablo en 2 de Corintios 4:4 nos dice tajantemente.
Porque Jesucristo es la imagen de Dios.
Juan 14:9 deja constancia.
Jesús le dijo: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
El Génesis 1:27, por su parte, nos aclara.
Y crearon los Elohím al hombre a su imagen.
Pero también Génesis 2:7 nos da otro punto de vista.
Entonces Yahvé modeló al hombre de arcilla del suelo.
Mateo 5:48 advierte.
Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Juan 3:16 nos cuenta.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna.
Y por último Juan 14:16 señala sin equivocaciones.
Sólo a través de mí –dice Jesús- se va al Padre.
Veamos el gracioso dogma del Dios mentiroso y criminal al que llamamos Padre. Si Jesús es la imagen de Dios, y este concepto divino nos lo presenta Jesús como Padre Nuestro, y se ha catalogado a Jesucristo como Hijo Unigénito de Dios Padre y, a esto agregamos que nosotros, los seres humanos, hechos del vulgar barro de la tierra, sin importar la fabricación y mucho menos el material del cual fuimos sacados, podremos llegar a ser perfectos –amén de ser la imagen y semejanza de Dios Padre-, resulta que el Dios del Cristianismo, el Padre amoroso, castigador y criminal ¡Es un pobre fantoche de barro!, y Jesucristo, su amado Hijo, ¡es otra figura de arcilla!; y ambos, Dios Padre y Jesús el Hijo, ¡son dos monigotes de polvo y fáciles de borrar!.
¿O cree usted que son DIOS?…
¿Dónde está el orgullo, la divinidad y la grandeza que pregonan los gritones desde el púlpito que tienen el Dios Padre y su descarado Hijo Jesucristo?.
¡Cómo continuar tomando a dos farsantes que son imagen y semejanza de los hombres y pasionalmente idénticos con el más depravado y criminal degenerado ser humano, que los hay en abundancia, y gritar y patalear que son DIOS y que son el único camino hacia la salvación eterna!.
¿Cómo es posible y en qué cabeza pueda caber que existan los teólogos y la Teología Dogmática, no para probar o demostrar a DIOS, sino para demostrar mórbidamente y lleno de contradicciones sadomasoquistas y lujuriosas, que ambos conceptos que sobre la divinidad bíblica nos presentan son lo bueno, lo único y la verdadera esencia pasional de la manifestación tortuosa de las entidades que se esconden bajo el nombre de Yo soy el guerrero (Yahvé) y entre todos y cada uno de los muchos fuertes y poderosos (Elohím)?.
El dogma Cristiano, por ser traicionero y sádico, no refleja más que la grave evidencia del fanatismo y de la intolerancia del rencor ritualista de una doctrina netamente basada en la falsedad y en el egoísmo de creerse el único camino a DIOS y, por consiguiente, es humo, polvo y truco violento que, bajo el terrorismo sagrado y del Diablo y su Infierno, como socios en el asunto de asustarnos para mantener el boato y la tertulia de la Jerarquía Cristiana, simplemente ¡son una farsa!.
Dogma Cristiano y Diablo e Infierno, así como curas, pastores e Iglesias y Tabernáculos, ¡son nada!; porque si desde allí se nos grita que Jesús es el único camino que nos queda para llegar a DIOS, simplemente nos están tonteando, ya que el Dios del Cristianismo nada tiene que ver con EL TODO, con LA VERDAD ABSOLUTA que es DIOS. Y Jesucristo, el impuesto como Hijo de Dios Padre, no es más que un payaso lleno de hipócrita actitud ante los hechos que nos deleitan desde los propios Evangelios.
Al Diosesito de la Biblia se le adjudica la acción y se le nombra como "Dios creador del mundo". Y esto es el Dogma de la Doctrina General sobre la Creación. Génesis 1:1 nos deja dicho.
En el principio los fuertes y poderosos (o sea Elohím ¡y no DIOS!) crearon los cielos y la tierra.
Génesis 2:4 por el contrario y contradiciendo por eso mismo al clero y a todo el Cristianismo en general, nos dice.
El día que Yo soy el guerrero (Yahvé Saboat, ¡y no DIOS!) hizo la tierra y los cielos.
¿En dónde está, ¡por Dios Santo!, entonces el Dogma de la Creación?. En dónde está la certeza infalible del dos más dos son cuatro, si hay dos versiones diferentes una de la otra adentro de un supuesto mismo suceso y con el manifiesto craso error y mala fe de sostener que fue DIOS el Creador que aparece en ambas versiones de la Santa Biblia. Y leemos desde ésta el tratado legal y religioso del Dogma Cristiano que nunca mencionan, en ninguna de sus dos versiones, a DIOS, sino a Yahvé y a Elohím cuya traducción no significa, en ninguno de los dos vocablos hebreos utilizados en la Biblia, DIOS, sino Yo soy el guerrero y los fuertes y poderosos que, como es fácil deducir y descubrir, porque salta a la vista, ¡no son DIOS!.
Génesis 1:20 nos cuenta un primoroso relato.
Produzcan las aguas a las aves que vuelan.
Pero en contraposición el propio libro Génesis, sólo que desde 2:19, ridículamente lo desmiente, pues surge otro, ahí sí que "dogmático" concepto contrario al no menos "dogmático" proceder ya leído sucedido con los Elohím.
Yahvé (¡que no es DIOS!) formó de la tierra a toda ave de los cielos.
¿Dos versiones contrarias peleándose entre sí por ser tomadas como la Palabra de DIOS en el Dogma de la supuesta única y verdadera Creación que propugnan los fantoches que dicen ser teólogos o estudiosos de Dios?, y que, además, y como premio a su infalible labor investigativa, en ninguna de ambas contradictorias versiones del surgimiento de las aves, se hace creer o se influye a que se está hablando de DIOS, DEL TODO, y que LA VERDAD ABSOLUTA es quien procede a ejecutar tal hecho de gran trascendencia, sino que muy claramente nos dejan dicho que Yahvé, por una parte, y Elohím, por la otra, son a quienes identifican plenamente como los fabricantes de las aves; uno que utiliza al agua como fuente de ellas, y el otro a la tierra.
En una versión Elohím (¡y no DIOS!) crean en el mismo instante, y de manera simultánea, al varón y a la hembra. Y con la particularidad muy romántica y especial de hacerlos a su imagen y semejanza. Pero en la guerra endiablada por liderar y comandar el Dogma Cristiano, en la otra versión, Yahvé (¡y no DIOS!), hace al hombre moldeándolo con sus propias manos, como alfarero, del barro y, por último, y luego de hacer otras cosas, quitándole una costilla al hombre, forma a una mujer ¡y no a la mujer!.
¿Dogma, verdad incuestionable en esas contradicciones? ¿Verdad irrefutable en esa miserable y pobre narración dualista y tergiversada de la Creación bíblica? ¿Teólogos o estudiosos de Dios Padre para tan mala y vergonzosa actuación de los que se pelean por el protagonismo de las sangrientas páginas de la Biblia?… ¡Caramba!.
Lo repugnante de teólogos, y su estupidez dogmática, en la que todos estamos de acuerdo luego de ejemplos tan significativos que nos regala la misma Biblia, es haberse abrogado el inútil, como fatuo y prepotente título de "estudiosos de Dios". ¿Cómo su mente de hormiga (con perdón de las hormigas) pueda entender, estudiar, interpretar y definir a DIOS, a LO INDEFINIBLE y a lo ABSOLUTO que ES DIOS?. ¿Por qué en su estúpida humildad de su orgullo no se han dado cuenta de la ridícula posición de llamarse estudiosos de LO INESTUDIABLE?.
El dogma Cristiano, y sus chiflados teólogos, sostienen, para su propia decadencia, que el Dios bíblico, que ellos tan pésima como falazmente han identificado que es DIOS, es un Dios Trino y le llaman el Sagrado Dogma de la Trinidad de Dios a la excusa que les sirve para explicar y definir al Dios bíblico pero que no es DIOS.
El único pequeño escollo, en tan bella concepción, es que la Trinidad en la que se partió el concepto de Yahvé y de los Elohím ¡que no de DIOS! –y que nunca lo han aclarado-, es que fue un invento y una locura producida durante el Concilio llevado a cabo en el año 325 en Nicea. Y que, bajo los más vulgares insultos, demostraciones soeces y lío a trompadas entre los Primeros Padres Santos de la Iglesia, el Espíritu Santo inspiró a los presentes y decidieron, luego de una votación mundana y por la mínima mayoría, que el Dios de la Biblia ¡y no DIOS!, era un ser trino compuesto por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, al cual, precisamente, en ese mismo Concilio se lo inventaron los mismos Santos e inspirados varones conciliadores.
¿Verdad absoluta y sin equivocaciones o dogma en una decisión fruto del comadreo y de las trompadas que fueron las verdaderas inspiraciones que obligaron a llevar a cabo tal sandez?.
Siendo el dogma una verdad tan obvia que no necesita demostración alguna, con una sola mentira que le saquemos a relucir a la tan divinidad dogmática de la Santa Biblia, o a la mal llamada Palabra de Dios, será muy fácil eliminar a teólogos, a dogmas Cristianos y a la Iglesia basada en un nebuloso e inexistente personaje que, como Jesús, que fue el heredero político del reinado de Israel y no el Hijo de Dios Padre, resulta el más fantoche y ridículo personaje que religión alguna se haya inventado.
Génesis 1:31 nos asegura algo que si de verdad los Elohím fuesen DIOS, no hubiera habido necesidad de apantallar, y menos de lucir esa burda y cómica afirmación, que niega lo divino que hemos creído tienen los muchos fuertes y poderosos seres que encierra tal vocablo.
Y vieron los Elohím (¡y no DIOS!) todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.
Y conociendo nosotros del asuntito que Caín comete en contra de su hermano Abel, como la segunda manifestación de que no todo era miel sobre hojuelas o bueno en gran manera como lo asegura el perverso Diosesito de la Biblia, pues un asesinato ¿qué de bueno destila o tiene como para ejemplificar la gran mentira de haber afirmado Dios Padre que todo lo hecho por él era bueno en gran manera?.
Willy Ruano
Investigador y escritor