- Manipulación de personas y pueblos
- Caricatura de ciertos gobiernos
- Mitos racistas
- Supersticiones acerca de la sangre
- Supersticiones acerca de la existencia de grupos humanos superiores
- Cleptomanía y robo
- Supersticiones racistas
- El castigo no evita delitos, agrava el problema
- Creencias absurdas en las sociedades civilizadas
- Reglas para librarnos de errores absurdos
- Prácticas para librarnos de dogmatismos
- Maneras de evitar el miedo
- Efectos del temor
Manipulación de personas y pueblos
Una causa del infortunio de la humanidad fue el descubrimiento de cómo manipular a las personas y a los pueblos, según la conveniencia de los gobiernos y los poderosos. Entre ciudadanos mentalmente libres y comunidades manipuladas por métodos modernos de propaganda existe tanta diferencia como entre un montón de materias primas y un buque de guerra.
La educación que se universalizó para que todos supieran leer y escribir, está sirviendo a otros objetivos: inculcar tonterías y generar entusiasmos colectivos en las poblaciones. Si todos los gobiernos enseñaran las mismas tonterías el daño a la humanidad no sería tan grande, pero por desgracia cada gobierno adopta sus propias doctrinas que provocan hostilidad hacia pueblos con otros credos. Solo existirá paz en el mundo cuando los gobiernos se pongan de acuerdo para no inculcar en la población, o para inculcar en todos el mismo dogma. El primer ideal parece utópico, el segundo, tal vez cuando termine la última guerra, los políticos sobrevivientes consideren prudente unirse para llevar a cabo algo semejante a este programa.
Caricatura de ciertos gobiernos
Dadme un ejército adecuado y recursos para proporcionar mejor paga y mejor alimentación, al cabo de treinta años habré logrado que la mayoría de la población acepte: que dos más dos son tres, que el agua se hiela al calentarla y se hierve al enfriarla, o cualquiera otra de estas tonterías, siempre que se diga que sirven a los intereses del estado. Toda negativa verbal a estas verdades místicas serán declaras ilegales y los herejes obstinados, condenados a la hoguera. A las personas que no acepten con entusiasmo estas verdades no se les permitirá enseñar, ni tener cargos oficiales. A los militares de alta graduación, se les permitirá en medio de sus borracheras susurrar la falsedad de estas verdades y reírse de ellas.
Por supuesto que la gente que acepta estas creencias, no colocará el agua en el frigorífico, cuando quiere hervirla. Que el frío hace hervir el agua será una verdad sagrada y mística, expresada en tono reverencial, pero no se utilizará en la vida diaria.
Mitos racistas
Los mitos sobre la raza y la sangre, muy populares, y que los nazis involucraron oficialmente a su credo, no tienen ninguna justificación objetiva. Su aceptación se debe a que satisfacen el amor propio e incitan a la crueldad. Estas creencias son tan antiguas como las civilizaciones, su esencia permanece y lo que cambia es su forma. Relatos relacionados con el dicho popular "la sangre habla" se encuentran en todos los países indoeuropeos.
Herodoto, siglo I A.J.C., llamado el padre de la historia, cuenta que los campesinos que criaron a Ciro, fundador del Imperio Persa, reconocieron en él su sangre real desde niño. Durante las guerras norteamericanas, estaba prohibida la transfusión de sangre de negros a blancos. En Alemania, durante la segunda guerra mundial, los soldados arios eran protegidos cuidadosamente de contaminarlos con sangre de judíos durante las transfusiones.
Las monarquías se establecieron bien en los pueblos que aceptaban mejor el mito de que los reyes son de una raza superior a la de los súbditos. Todavía no se ha podido erradicar completamente la creencia universal de que los hombres son congénitamente más inteligentes que las mujeres. En las sociedades occidentales muchos siguen sosteniendo que las personas blancas por naturaleza son superiores a los de otros colores y esencialmente a los negros.
Los griegos y los romanos se consideraban superiores a los demás pueblos. Los primeros debían ser amos y los segundos esclavos, entre ellos los pueblos persas y germanos. Los legisladores norteamericanos que promulgaron las leyes de inmigración, al igual que los nazis, consideraban a los nórdicos, superiores a los eslavos y a los latinos o blancos de otras procedencias. Pero apenas si existen auténticos nórdicos. Los noruegos se han mezclado con finlandeses, lapones y razas similares.
Toda la concepción de razas superiores no es más que un mito generado por el presuntuoso amor propio de quienes detentan el poder. "El nórdico biológicamente puro ama a Hitler, si usted no lo ama es prueba de que su sangre está contaminada".
Todo lo que se dice sobre las razas superiores, hasta ahora no tiene pruebas científicas creíbles, son sólo tonterías, que deben considerarse estupideces. En todo grupo social existen coeficientes intelectuales en un intervalo estadístico que se extiende desde niños genios hasta niños estúpidos. Cuando el desarrollo de los niños se lleva a cabo bajo la misma influencia ambiental, no existe diferencia estadística clara en el coeficiente intelectual de diferentes grupos raciales. Sin embargo los niños de color en el mundo occidental no han podido desarrollarse con el mismo éxito de los niños blancos, debido al estigma social de inferioridad a que están sometidos.
La aplicación de las teorías sociales es absurda en las poblaciones europeas, porque en ninguna existe una raza pura. Los rusos están mezclados con los tártaros, los alemanes son en gran parte eslavos, los franceses e italianos son una mezcla de celtas, alemanes y mediterráneos; los ingleses son los más mezclados de todos. No existe prueba alguna de que las razas puras tengan ventajas. Las razas puras se han extinguido y no fueron las culturas más brillantes. Los supuestos méritos de las razas puras son totalmente imaginarios. Los griegos surgieron como amalgama de bárbaros norteños y griegos originarios. Los atenienses y jónicos, que fueron los más civilizados, fueron también los más mezclados. Parece inútil que los psicólogos científicos insistan en que no existe diferencia entre las sangres de las personas de distintas razas.
Supersticiones acerca de la sangre
Las supersticiones acerca de la sangre no tienen nada que ver con las razas. En las religiones judeocristianas un versículo de la biblia "la sangre de tu hermano clama a mi desde el suelo" dio origen al asesinato de Abel por Caín.
Desde entonces cuando había algún homicidio eran necesarios los ritos de la ablución y el luto para lavar los efectos malignos de la sangre de la víctima.
La creencia de que la sangre ensucia, ha impedido hasta ahora que las mujeres se incorporen al sacerdocio y ha dado origen a tabúes o prohibiciones religiosas relacionadas con la menstruación. La discriminación de las mujeres en favor de los hombres, se inició con la creencia supersticiosa de que los niños nacían con la sangre del padre y las niñas con la sangre de las madres. Esto a pesar de la evidencia de que los hijos se forman en el vientre y con sangre de las madres.
Supersticiones acerca de la existencia de grupos humanos superiores
En Alemania consideraban a los germanos como el grupo más puro y superior de la raza blanca y por tanto encargada de dominar a las razas inferiores.
En Rusia bajo el comunismo la gente era clasificada por su origen económico, los proletarios comunistas eran buenos, todos los demás eran malos.
En Estados Unidos, ser inmigrante anglosajón varón era un privilegio, ser inmigrante de otra raza o mujer una desgracia. La peor de todas ser negro. El mejor elogio para una mujer era decirle masculina y para un negro, pero después de su muerte, que había tenido alguna actitud de blanco.
Estas clases de absurdos aparecen siempre que se hacen generalizaciones irracionales como suponer que un grupo de seres humanos es intrínsecamente mejor que otro.
Cleptomanía y robo
Quienes creen saberlo todo acerca de la naturaleza humana quedan desorientados cuando se enfrentan con alguna anormalidad.
El robo es una apropiación racional y premeditada de lo ajeno. Es un crimen o delito, o sea, una acción u omisión voluntaria de la ley. La cleptomanía es una enfermedad psíquica que consiste en una propensión a tomar lo ajeno.
Supersticiones racistas
Los crímenes o enfermedades maníacas a veces se generalizan a nivel de naciones. En las gentes involucradas en la segunda guerra mundial, se alzaron sentimientos vengativos contra los alemanes y se exigió un castigo severo después de su derrota. Se argumentaba que el tratado de Versalles había sido ridículamente benigno y los alemanes no habían corregido sus pretensiones. Por ello la severidad del castigo ahora debía ser ejemplar. A mi modo de ver, era más probable evitar una repetición de la agresión alemana, si se consideraba que los nazis en su gran mayoría son maniacos y no criminales, si se les refrenaba y no se les castigaba y se les mantenía desarmados. Pero este refrenamiento debería permitirles que intentaran ser felices en la medida que la prudencia lo permitiera.
Todo el mundo reconoce que si a un maníaco se le hace desdichado, se le aumentan sus impulsos criminales. Los castigados no suelen mantener sentimientos benevolentes hacia quienes los castigan. Es evidente que entre los nazis aunque hay muchos criminales, la mayoría son maníacos. No propongo indulgencia para los dirigentes y es probable que el grueso de la población alemana aprenda a cooperar con el resto del mundo, si se somete a un tratamiento curativo firme y no se le considera paria entre las naciones. Mientras los alemanes continúen odiando al resto de la humanidad, la paz será precaria.
El castigo no evita delitos, agrava el problema
La ciencia siempre ha tenido que abrirse paso contra oposición de las creencias populares. Ahora está librando una batalla difícil en la esfera de la psicología. La creencia popular dice que quien no aprende con razones aprende con golpes. Las personas intolerantes no soportan ciertas actitudes y comportamientos y tratan de corregirlos por medio del castigo. Los niños que irritan a los mayores son golpeados y cuando repiten la falta los azotes son más fuetes. Algunos delincuentes son castigados una y otra vez, porque en cuanto salen de la cárcel repiten el delito.
Los médicos y psicólogos que han estudiado el problema afirman que el castigo solo agrava el problema. Aunque las causas de algunas faltas sean físicas, normalmente son psicológicas y solo pueden curarse eliminando el motivo arraigado profundamente y probablemente en el subconsciente. Aunque es posible curar estos trastornos con procedimientos psíquicos sencillos, poco se usan porque no satisfacen los impulsos negativos de la gente.
Creencias absurdas en las sociedades civilizadas
Las creencias absurdas y caprichosas de pueblos salvajes y antiguos, como egipcios o babilonios nos sorprenden. Pero el asombro es mayor cuando comprobamos que algunas de estas creencias continúan vigentes en las sociedades modernas más civilizadas. En los Estados Unidos y los demás países desarrollados, muchas personas creen aún firmemente lo que medios informativos les dicen en horóscopos o tarots de acuerdo de las fechas de nacimiento, o a signos zodiacales.
Las creencias inician en los estratos sociales altos y van descendiendo gradualmente según la escala educativa de las personas. Los comentaristas de los grandes filósofos ignoran por cortesía, sus observaciones absurdas, pero ellas persisten y se adaptan en los estratos bajos. En estos estratos se pueden oír afirmaciones que proceden directamente de los filósofos como Platón que son evidentes tonterías, como aquella de que los hombres que no busquen la sabiduría en esta vida, volverán a nacer como mujeres.
Reglas para librarnos de errores absurdos
Unas pocas reglas sencillas pueden librarnos de muchos errores absurdos, y de opiniones necias a las que es proclive la humanidad. Anotémoslas:
En lo posible clarifiquemos el asunto mediante observación, realizada por uno mismo.
No creer que sabemos, lo que ignoramos. Ser cautos. Evitar afirmaciones dogmáticas, sobre lo que no hemos comprobado. Aristóteles habría evitado el error de decir que las mujeres tiene menos dientes que los hombres, si los hubiera contado a algunos de sus parientes o discípulos.
Creer que uno sabe algo, que en realidad ignora, es un error fatal que todos tendemos a cometer.
Cuando se sienta molesto o enojado por alguna opinión, póngase en guardia, examine la opinión y compruebe si se puede justificar con alguna evidencia. Son muchas las cosas que no se pueden someter con facilidad a la comprobación personal. La mayoría de los humanos tienen convicciones apasionadas sobre muchas cosas. Pero cuando alguna de ellas despierta pasión, molesta o enoja, es una señal inconsciente de que puede tratarse de un prejuicio, de alguna creencia que quiere imponerse como cierta, sin pruebas. Las creencias más peligrosas son aquellas sobre las que no existen pruebas fidedignas a favor o en contra, como las religiosas. Por ellas ha habido persecuciones religiosas, pero no por creencias en la aritmética, por ejemplo. Las religiones se arman sobre opiniones, mientras que la aritmética se fundamenta en conocimientos.
Prácticas para librarnos de dogmatismos
Entrar en contactos con personas con quienes se está en desacuerdo.
Viajar para disminuir la intensidad de nuestros prejuicios, ser conscientes de opiniones sostenibles, conocer culturas distintas, compartir en círculos sociables distintos.
Leer periódicos o libros contrarios a nuestras ideas y creencias religiosas y políticas. Si las personas, los libros o los periódicos nos parecen locos, malos, perversos o malvados; lo que yo pienso, leo y opino causará la misma impresión en los oponentes. Esta situación me obliga necesariamente a hacerme la siguiente reflexión: No es posible que dos partes estén simultáneamente equivocadas, o tengan la razón. Esto me lleva a examinar con cuidado mis propias opiniones y la de los contrarios, para saber realmente quien tiene la razón.
Establecer diálogos imaginarios con adversarios hipotéticos. Quienes no tengan los recursos o el tiempo para viajes, o reuniones con contrarios en ideología, pueden seleccionar escritores o comunicadores que juzguen las cosas de un modo distinto, y adelantar con ellos discusiones hipotéticas. Por ejemplo: Mahatma Gandhi deploraba la tecnología, no estaba de acuerdo con la existencia de ferrocarriles, barcos de vapor, ni maquinas. Intentaba eliminar todo lo que había hecho la revolución industrial. Si usted se encuentra entre quienes sostienen una opinión contraria, le sería útil encontrar y poner a prueba argumentos para refutar a Mahatma Gandhi. Estos diálogos imaginarios a veces nos hacen cambiar de ideas o reducen nuestro dogmatismo y exceso de seguridad y en ciertas creencias, al darnos cuenta de que nuestro adversario hipotético puede tener razón.
Ser cauteloso con las opiniones que alagan el amor propio. Es difícil discutir sobre el engreimiento sobre los terrícolas, porque no hemos encontrado otras especies similares en otros planetas. Hasta ahora lo único que frena ese engreimiento es saber que somos seres mortales, que según el tiempo geológico, vivimos solo un instante en el tiempo del universo. Los fundamentos del amor propio, del engreimiento, de las superioridades son ridículos. Cuando algunos varones creen ser superiores a las mujeres, porque la mayoría de poetas y científicos han sido hombres, ellas contra atacan aclarando que la mayoría de los criminales también han sido hombres. Algunos países para demostrar superioridad intentan establecer algún sistema de valores en que los méritos sor realmente importantes y los deméritos relativamente triviales. Para las personas racionales estos intentos no son correctos ni demostrables.
Vencer el temor. Vencer el temor es el inicio de la sabiduría, de la búsqueda de la verdad y del intento de vivir con dignidad. De las pasiones generadoras de errores la más importante es el miedo. El temor actúa directamente: Inventando rumores de desastres en tiempo de guerra, o imaginando objetos terroríficos o fantasmas en tiempo de peligro, haciendo creer en cosas consoladoras en tiempos de desesperanzas, como en el elíxir de la vida, el cielo para quienes compartimos la misma fe y el infierno para nuestros enemigos en la religión.
El temor se manifiesta de muchas formas: miedo a la oscuridad, al servilismo, a la muerte y a muchas otras formas de temores que tratamos de ocultar hasta a nosotros mismos. Para poder pensar correctamente en cuestiones de importancia y en creencias religiosas, es necesario reconocer los propios temores y adoptar mediante un esfuerzo de voluntad un sistema de protección contra los mitos generados por el miedo. El temor es la principal fuente de crueldad y de superstición que nos lleva a atribuirle un carácter oculto o sobrenatural a los mitos o fábulas.
Maneras de evitar el miedo
Hay dos maneras de evitar el miedo: Convencernos de que somos inmunes al desastre, por ejemplo por medio de la magia y el estoicismo; y practicando el valor.
La magia, es un pretendido arte o ciencia oculta, mediante la cual se cree poder producir resultados contrarios a las leyes naturales conocidas, valiéndose de ciertos actos, palabras u objetos, o bien con la intervención de seres fantásticos. Se originó en Babilonia, se extendió por el imperio griego, fue adquirida por los romanos y replanteada por cristianos y musulmanes.
Talismán es un objeto, generalmente una piedra preciosa o semipreciosa, u objeto a veces de oro o plata como cruces, medallas, escapularios, reliquias, agua, aceite, fotos, imágenes, dibujos, estatuas, ramos, coronas, diademas, hábitos, objetos todos bendecidos, con alguna forma o figura especial o una inscripción, al que la superstición atribuye un efecto especial.
Hechizo o conjuro es un acto mágico que pretende producir efectos sobre la realidad, mediante procedimientos de carácter litúrgico o ritual, como humos de colores o aromáticos, procesiones, misas, rociados con agua bendita, fricciones con oleos bendecidos.
Sortilegio, es un hechizo cuyo objetivo es adivinar el futuro.
Encantamiento, es buscar someter la voluntad de otra persona u objeto.
Los anteriores objetos y procedimientos son componentes sustanciales de muchas religiones paganas y también de algunas religiones monoteístas. Con ellos se buscan protección y causar daño al enemigo. La magia actúa en dos formas, eliminando o causando temor.
Estoicismo. La doctrina estoica usó la naturaleza humana como norma para evaluar las leyes e instituciones sociales. Hoy en día se utiliza el término estoico para referirse a la actitud de soportar las adversidades de la vida con fortaleza y resignación.
Esta otra manera para superar el miedo, está basada en una creencia falsa, que conlleva el efecto perjudicial de hacer a las personas indiferentes ante el sufrimiento propio y ajeno.
Practicar el valor, es difícil y en determinados momentos imposible para todas las personas. Las personas valientes se enfrentan a todo hasta a la muerte. Muchas veces sin pensar, ni decir que la causa por la que mueren es indigna.
Mitos del cielo y del infierno. Platón expresó la convicción de que en el próximo mundo viviría en compañía de dioses y héroes y rodeado de espíritus justos. Platón también en su República, expuso que el estado debía de imponer un punto de vista optimista acerca del otro mundo, no por que fuese cierto, sino para que los soldados estuvieran dispuestos a morir en combate. Además negó el mito de Hades dios de los infiernos, por el efecto contrario que causaban en los soldados los espíritus desdichados de los condenados.
Durante los siglos XV a XVIII, quienes supuestamente practicaban la magia eran quemados en hogueras por órdenes eclesiásticas. Así murieron millares de personas acusadas de herejía. El cristianismo retomó los mitos de magia, cielo e infierno de Sócrates y Platón y estableció las siguientes reglas muy precisas para la salvación: Bautizarse, evitar errores teológicos, y antes de morir arrepentirse de los pecados y recibir la absolución. Más tarde afirmó que para asegurar la salvación bastaba con murmurar con fe en el lecho de muerte: "Creo todo cuanto la iglesia cree".
Se esperaba que estas decisiones tan precisas proporcionaran a los católicos la seguridad de mantenerse en el camino al cielo. Sin embargo, el temor al infierno persistió en sus vidas.
En tiempos recientes los dogmas sobre quienes serán condenados han sufrido un fuerte debilitamiento y la doctrina moderna de que todo mundo irá al cielo no ha podido acabar con el temor a la muerte. A pesar de todo lo que la teología ha hecho para convencer de que la mayoría de gente irá al cielo, este tema sigue siendo desagradable tratarlo, por el temor a la muerte, un miedo demasiado instintivo para poder vencerlo fácilmente.
Efectos del temor
Vuelve a las personas supersticiosas. En las catástrofes naturales los líderes religiosos acusan a los infieles de provocar la ira de sus dioses, que ocasiona el castigo de muchos inocentes. Como expiación exigen el exilio o desaparición de sus contradictores.
Estimula el instinto gregario y la ferocidad contra personas consideradas extrañas o enemigas de la comunidad. El temor genera impulsos de crueldad y promueve creencias supersticiosas para justificarla. Las personas y las multitudes bajo la influencia de un gran temor no piensan con sensatez ni actúan humanamente. Por esta razón los cobardes son más proclives a las supersticiones y tienden más a la crueldad que los valientes. El último ejemplo aterrador fue el del nazismo. Entre más acrecentaban los temores en el pueblo, mas arreciaban las campañas de exterminio a los judíos. En tiempos de excitación colectiva son escasos los hombres valientes, que se aventuran a disentir de la opinión general. Para ellos la infamia es más dolorosa que la muerte.
Fuente bibliográfica:
Bertrand Russel, Compendio de pacotilla intelectual, del libro Dios no existe de Christopher Hitchens.
Autor:
Rafael Bolívar Grimaldos