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Cuantos, masas y energías (página 2)

Enviado por Fandila Soria


Partes: 1, 2

Pero en alguna cosa ha de radicarse. El que la energía se establezca como una masa por la velocidad al cuadrado significa eso exactamente, una masa en movimiento. Que la velocidad sea al cuadrado no tiene otro origen que el de la progresión material cuadrática del espacio tiempo.

La masa es un concepto abstracto que significa aquello que es accionable.

Pero la masa en sí misma es acción. Una acción localizada dentro de un ámbito, el cual puede transformarse como conjunto. Así, una masa viene a ser un grupo de individualidades asociadas con actividad propia, que actúa a su vez como agrupación.

No hay mejor forma de cuantificar la energía que como el producto de un ámbito, el número de sus individuos o subámbitos, por el desplazamiento que experimentan en un tiempo. Ese pasar significa el movimiento, el ir de una situación a la siguiente. Mensurar este cambio es cuantificar el incremento en unidades de transformación. Ya sea en volumen, en superficie, longitud. En definitiva, el ámbito ha de cambiar cuantificadamente. Y también su masa. Ello significa, o una agregación de unidades o una fragmentación. Es esta suma o multiplicación, resta o división, de los ámbitos, a lo que llamamos velocidad. Pues la velocidad no es una simple traslación sino la resultante del "conflicto" entre los ámbitos.

Cualquier ámbito puede expresarse en términos de energía como el producto de su número de subámbitos por su velocidad de transformación. Pero ello ha de ocurrir en un espacio, y el crecimiento o decrecimiento espacial es cuadrático. En consecuencia también la prontitud o la tardanza en que se recorre. De aquí la famosa expresión, E = m · v²; que en realidad significa una energía en potencia frente a los demás ámbitos.

Concluimos, en que masa y energía son dos maneras de ver lo mismo. Sólo difieren por la consideración del número de elementos. La energía es más "numerosa" que la masa ya que significa su fragmentación. Por eso es interactuante de manera eficaz en aquellos sistemas que pueden englobarla.

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De considerar una sustancia primera, podría pensarse en un trozo de materia elemental como algo tangible, llámese x, una unidad absoluta. Pero una cosa así no es aceptable, por cuanto la unidad habría de componerse de algo, y ese algo es intangible. Hemos de colegir entonces que el hecho material consiste en la transformación misma. Como la pescadilla que se muerde la cola, sólo que no hay pescadilla. La esencia material, objetivamente hablando, es una falacia. Como un bulo que viene y va, o como un fantasma que nunca se concreta. Un escalonamiento en progresión sin resultado último ni piedra angular de inicio. Como el cuento de nunca acabar. Fragmentación o agregación, la única certeza, han de ser como los números, sin límites hacia lo grande o hacia lo pequeño. Digamos que el número cero equivaldría al presente, al horizonte de sucesos. Para más coincidencia, dicha cifra tiene forma circular. Como la curvatura del espacio tiempo. En los entornos de ese círculo, abajo y arriba, se da la intangible separación entre lo pequeño y lo grande, la concreción, la existencia, el tiempo hacia atrás condensado en la masa y el tiempo hacia adelante, cabalgando tras la nebulosa sin límites que nos precede. Pues no hay sino presente. Un presente inconmensurable que avanza o retrocede ensimismado en su eternal soplo. Sólo está lo que está en candelero. Lo anterior y su después revierten uno en otro, de manera, que en cada tiempo pasado o por venir coexisten de igual forma principio y fin, los dos impostores en la continuidad de cada momento con el que le sigue. Ha de haber una reversión continua, como el hilo conductor, trayectoria espiral, que no círculo, pues el tiempo es imborrable, y a su través, la genética material se perpetua en su combinatoria ilimitada para que ningún acontecimiento sean igual a otro.

Cada partícula o grupo material independiente constituye un espacio tiempo. Es la coexistencia en si mismo, el que pueda relacionarse (y se relaciona), como unidad, con otros espacio-tiempos. Su frontera o demarcación de ámbito es el suceso de su horizonte. Cada cual posee el suyo, de manera que el ser idéntico no es factible.

Pensamos en la forma esférico-anular como aquella que cumple con las exigencias de un conjunto asimilable y coherente en rotación. Ello no implica, que el volumen afuera de su discrecionalidad, que él no ocupa, sea vacuo, sino lleno forzosamente de elementos menores que le sustentan y le abocan a su acción rotativa. Son estos los energéticos, frente a los principales, masivos. Y hablamos de una conformación esférico-anular, casi abocada a una superficie, porque el horizonte de sucesos es lo cercano al presente, el espacio abarcable por el poder de interrelación del último cuanto en progreso. Pero, como en todo, la realidad supera tan exacta concreción.

Cualquier partícula que se precie, para no caer en su ruptura, atrapa tanta energía como desaloja. El decantarse en uno de los sentidos evita su estado inmoto, el no ser. La vibración inherente provoca una succión del medio, que acelera en su giro y expulsa a alta velocidad con el flujo magnético. Algo parecido ocurre con el eléctrico, y en la conjunción de ambos surge la onda electromagnética para llegar muy lejos en su papel de emisaria. Nada de ello sería sin un flujo de campo gravitatorio casi coincidente con el eléctrico, aunque de acción muy distinta.

Visto en conjunto, de ignorar este proceso, podría pensarse que la partícula destruye y crea esos entes materiales continuamente, cuando en realidad sólo actúa de motor, como un corazón que los bombea.

1.3.- El vacío.

Nos sorprendemos, y mucho, al considerar aquello que se dice de la espuma cuántica para las profundidades más allá de la Longitud de Planck-Wheeler. Igualmente nos anonada, que el vacío, el mínimo reducto infinitesimal imposible de cubrir por la curvatura, se rellene con una enigmática materia que no cumple ni por asomo con las constancias materiales. De ser así, quizá con ella se iniciara lo espiritual o fuese el último confín hacia un ser compacto del que todo derive. He aquí la piedra angular, el alfa y el omega, el principio y el fin. ¿Cómo puede conjeturarse con tal prontitud en unos términos que descabezan la misma lógica?

Si ya puede hablarse de materia-energía oscura, no la oscurezcamos hasta esos límites. Que sea oscura significa eso precisamente, que aún no encontramos la luz para iluminarla. Se habló de que el mundo cuántico requería de un tratamiento nuevo porque la física de lo macro ya no era aplicable a un submundo en que todo pasaba demasiado aprisa. Nos extrañamos de que fuera así, pero no de que el hipercosmos también requiera de un tratamiento que nos desborda y que urdimos con lentitud a base de buscar cuantos y estrategias para su comprensión.

Tres ámbitos progresivos nos descubren la permanencia esencial de las leyes físicas: el macrocosmos, el pequeño cosmos, y el microcosmos. No obstante, la historia se repite, volvemos a creer que tras el espacio de Planck se halla el insondable misterio. Y todo porque las dimensiones decrecen. ¿Acaso, llegado a un límite, la ley de la gravedad perdería su vigencia? Qué confiere la cohesión a ese exótico mundo, o cómo podría granularse. ¿En esas profundidades, no habrá flujos magnéticos, eléctricos, y ondas? ¿O es que la macro dimensión proviene de otro sitio, y nuestro espacio no es sino un oasis plantado entre la marabunta existencial como en un gueto?

Exista o no el vacío, poco ha de importunarnos, que más bien sea como el comodín multiuso, por cuanto se parece al cero, que según donde se pone, o no estorba, o "rellena". El vacío no es la nada, es la ausencia. Como la sombra no es la luz, o como si "no tienes no tienes". Poco incomodo hará el vacío a esa energía que se le atribuye, cuando es sabido que por definición la energía no es estática, su soporte material recorre el pequeño espacio de un lado a otro de manera frenética. Cómo distinguir un punto exacto para su origen si no lo hay. Y la masa, qué es, sino la corporeidad de un movimiento; la rapidísima "omnipresencia" en su probabilidad casi instantánea de "patrullar" un espacio. Quién puede discernir en un tiempo infinitesimal, por decir algo, si la espuma cuántica es espuma, burbuja, cuanto, gránulo… y cuál es su ubicación. Y qué decir de esa energía, si, como parece, es infinita. De dónde ha de proceder, sino de una infinitud. Si el universo es limitado, que nos queda sino el fraccionamiento sin límite. La paradoja, de que si lo concreto se fracciona indefinidamente, la energía será ilimitada. En definitiva, el tiempo. Si somos lógicos, la ausencia, no ya el vacío, existe. Sería lo único de que el grandioso universo careciera.

Intentemos rellenar un espacio a base de esferas, o un plano con círculos. Seguro que no lo logramos:

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No importa el número de elementos de cada ámbito o si crece o decrece, el resultado es el mismo. ¿Acaso, llegado a un límite el fraccionamiento ya no tendría sentido? En base a qué. ¿La geometría curva desaparece?

1.4.- Naturaleza íntima de los campos.

No hay nada más desalentador en los tiempos que corren, cuando el saber científico alcanza a descubrir las materias oscuras como infradimensiones materiales, que aún se piense en los procesos físicos con miopía de ojos macro. Todavía se considera a los campos, a los ámbitos de actuación de las fuerzas, como entes enigma o extensiones cuasi-espirituales de no se sabe qué, como si traspasar la frontera de h, lo mínimo que nos es dado constatar, fuese como salir de los límites existenciales. Por lo visto más allá de lo visible las leyes ya no cumplen, todo es indeterminado, por la única razón de que no podemos aprehenderlo. Pero la extrapolación lógica desde nuestro margen dimensional, que no es poco, nos asegura que las maneras de acción sólo pueden diferir por consideraciones de escala. Las cualidades de la materia proceden de su combinatoria y acumulación, y no se vislumbra otro extraordinario o fuerzas ajenas a las presentes que interfiriesen la lógica universal. De no ser así, nuestro tiempo sería una excepción. Seguramente existan saltos cualitativos de organización para otras dimensiones, comparables por ejemplo a la de los átomos y su química. Pese a ello la naturaleza material no cambiaría radicalmente, o sería otra cosa, un universo aparte.

Como muestra, el fraccionamiento de carga es evidente. Ya ocurre en los quarks, e incluso se ha conseguido una fracción de carga electrónica de ¼ (físicos del Instituto Weizmann).

¿Por qué la descendencia habría de regirse por supuestos distintos a la antecedencia? Las partículas antecedentes se combinan para crear otras más masivas, y sus peculiaridades persisten inmersas en las nuevas de forma tal que se les acumulan, lo que no determina otro cambio que no sea la consecuente a la cantidad. Ahí radica lo extraordinario, el que variar las dosis consiga tanta variedad de efectos. Aparte las dimensiones íntimas en el tamaño de los componentes, no hay en el espacio tiempo, por diminuto que sea, sino variaciones de velocidad y de trayectorias. Así por ejemplo, que el electrón sea anular y prácticamente indestructible no significa que sea único, sin componentes, sino más bien, que estemos ante una estructura ante big-bang cuyo tiempo de acumulación es tan grande que sería necesaria una energía inmensa para destruirlo.

Un campo eléctrico, magnético, o gravitacional, no puede ser como la pista en tres dimensiones de no se sabe qué, por donde se deslizan cargas masas y energías.

La esencia de la materia es el movimiento. Es la multivariedad de componentes y cómo se desplazan sincopados el mecanismo del juego existencial.

Los campos no son otra cosa que un flujo de elementos materiales, prolíficos en su dimensionado interno, y correlativos para las dimensiones que interaccionan. La energía, como el movimiento de pequeñas masas, podrá internarse en otras mayores, pero no a la inversa. Un flujo material no puede ser más "grueso" que aquello que conduce. El agua del mar soporta al barco, pero un mar de barcos no soporta el agua.

Para una partícula no interaccionada por aquellas que le sean compatibles, los flujos que bombea han de retornarle según un ciclo cerrado como condición de equilibrio. La corriente magnética eclosiona por un polo y vuelve para ser succionada por el opuesto. El flujo eléctrico hace que giren los microcomponentes de su entorno y así se transmite casi coincidiendo con el campo gravitacional, para volver ambos por donde salieron con arreglo a la precesión de espín. Pero no pensemos de manera inmediata, que todas las interacciones se dan al acomodo de una conversión en ondas.

2.- VELOCIDAD Y FRAGMENTACIÓN.

Imaginemos la cadena de partículas más pequeña posible. O mejor, una sucesión de cubos geométricos que las contuvieran como el espacio propio. Para los efectos, también podrían considerarse como módulos de velocidad, de tiempo o de longitud. O todos a la vez, siempre que, al menos uno, quede dimensionado respecto a los demás.

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Figura 2.1.

A efectos macro, esta cadena o fibra elemental, puede ser sustituida por una línea geométrica, como pueda ser un radio, o por un número de masa, de tiempo transcurrido, de velocidad o de energía, según la relación que busquemos.

Veamos por ejemplo como calcularíamos la velocidad de la luz a partir del módulo V, y las sorpresas que ello nos depara.

Pensamos que la materialización objetiva exige, figuradamente, pasar desde la línea como dimensión única hacia el enroque (la rotación confinada).

Si en la trayectoria del segmento V (Fig.) hubiera un lapsus, por el cual describiese una circunferencia que abandonara luego (como la nave espacial que entra en órbita en torno a un planeta y sale de ella al concluirla), y en el transcurso de la revolución no hubiese impedimentos, el valor de V a la salida habrá de ser el mismo que a la entrada. Sería un equilibrio perfecto. Supongámoslo.

Para que así ocurra y el trayecto de V no sufra discontinuidad, la circunferencia ha de contenerlo un número exacto de veces. O sea, el módulo V recorrerá la longitud p. La rotación completa equivale por tanto a pV. Análogamente ocurrirá para un módulo V/2 que entrase en el recinto. En realidad no sería como se describe, pues los módulos quedan atrapados, ya que las partículas correspondientes que representan se solaparían. El nacimiento de una partícula, ni más ni menos. Sólo los elemento tipo fotón, cuya materia es de tránsito y que ni siquiera pertenece a un recinto (los flujos eléctricos y magnéticos son de entrada y salida, y el recinto material, el motor que los impulsa) podrían liberarse.

En conclusión, en un tiempo equivalente a V de afuera, el módulo recorrería un espacio p veces mayor adentro.

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Figura 2.2.

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Que sería el valor teórico.

Comparando los valores externos e internos, V y pV, y el valor de C, se llega a una aparente contradicción, pues V se incrementa hasta C por intermedio de pV de valor más elevado que la velocidad de la luz. O sea que la velocidad de las subpartículas es mayor que C. Sin embargo no existe contradicción alguna, ya que la velocidad de la luz, lo mismo que h, están en la frontera de lo macro. Más allá de h, el espacio inframicro queda exento de la restricción de C, pues habrá de regirse por sus múltiplos. Es lo lógico, existen materias más energéticas (más fragmentadas) que constituyen el sustrato, la materia prima de cada generación material. Las generaciones sucesivas antecedentes incrementarán su velocidad, como ligadas, en el factor p, sucesivamente.

 

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Figura 2. 3.

3.- CONSTANTE DE PLANCK Y ESTRUCTURA FOTÓNICA.

La constante de Planck expresa la línea de acción básica, la unidad fundamental de movimiento, esencia de toda energía. Es decir, constituye el trazo modular definitorio de materia capaz de moverse, bien sea oscilando, por giro, por traslación, o en su conjunto. Dicha línea surge, al considerar los centros, los ejes de masas, y la esfericidad, como aquellos a cuya referencia la partícula gira, se desplaza o vibra. Lo más parecido a una cuerda de la famosa teoría.

Las dimensiones de h han de ser las de energía por tiempo. La energía como materia que se mueve según cierta prontitud en un intervalo temporal. De aquí que h se exprese como una masa por su velocidad al cuadrado, por el tiempo, y en unidades relativas de julios por segundo.

h = E t h = m v² t o h = m l v

Ecuación de dimensiones:

h, puede venir expresada en dimensiones de longitud.

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Estas tres variables pueden tomar el valor de uno para una ecuación fundamental, de manera, que, para m=1 y v = c =1, vendrá facilitada en dimensiones de longitud.

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Planck dedujo su valor empíricamente tras observar que el comportamiento de la materia era diferente para las micro que para las macro dimensiones. Los espectros de radiación del cuerpo negro no eran continuos, y, según sus cálculos, el abanico de frecuencias obedecía a la factorización de un valor mínimo, corresponde a:

h = 6,6260693 x 10edu.redjulios x sg.

Este paquete de energía es válido para cualquier escala macro de ampliación o de reducción, según el fragmentado material. A veces se confunde con el mínimo de energía que pueda darse, y no es cierto. El elemento fundamental es una falacia. El límite de la materia, tanto para lo micro como para lo macro, no es determinable, y su indeterminación constituye su propia esencia. De ello trataremos en el capitulo dedicado a las generaciones de partículas.

Digamos entonces, que este "paquete" es, como el contenedor del verdadero cuanto. Si las materias oscuras poseen la misma naturaleza que las "normales", como es lo lógico, el valor intrínseco de sus cuantos irá en consonancia a sus dimensiones.

h es como la divisa de intercambio entre lo macro y lo micro. Descendiendo de este límite tendrá validez según sus múltiplos.

No es más que un número, cuyo factor exponencial,edu.red, viene a ser el reductor de escala. Como veremos, es el módulo, 6,6260693, el verdadero cuanto; lo que lo personaliza y le da significación.

Nosotros proponemos una estructura física conforme al cuanto de acción, para objetivizar las formas y los modos en que se propagan los fotones, por ser la luz su base de estudio.

Supongamos una cadena de partículas, o subpartículas, asociadas (su acción se puede asimilar al del eje que las une).

Bien puede comparársele a un trozo de línea de campo materializada en elementos, atraídos entre sí. Sería lo más parecido a una cuerda de la famosa teoría, pese a su no unidimensionalidad.

Aunque nuestro objetivo sea el cuanto fotónico, no pretendemos referenciar esta cadena a una partícula-fotón directamente sino al desarrollo de sus campos.

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Figura 3. 1.

Si dicha "cuerda", recta en principio, se torciese, su línea de acción sufriría un incremento proporcional al ángulo con que lo haga.

De todas las conformaciones materiales, es la esférica la efectiva, y la adecuada a la progresión de volumen, por su versatilidad y acomodo en el espacio-tiempo. Y en cuanto a la extensión y al plano, sus circunferencias o círculos. Así, por ejemplo, las celdillas de las abejas aun en su geometría hexagonal se adecuan al círculo en su aprovechamiento de los panales con la mínima cantidad de cera. También siguen esta pauta, la mórula del desarrollo celular o la redondez de los astros. La interacción progresiva curva en el espacio-tiempo es la causante de esta tendencia a la esfericidad.

Por ello, y porque la conformación está a caballo entre onda y materia, imaginemos seis partículas posicionadas al modo de un anillo, y que se ajustan, tal que círculos, a los lados de un hexágono. No elegimos dicho número al azar. Nos mueve a ello el número seis como la parte entera de la constante de Planck, y porque la cuantía de h viene a ser la de la longitud de una circunferencia incrementada parcialmente en su valor decimal.

Véase tal anillo y como los diámetros de las esferas cumplen con exactitud con el perímetro del hexágono (figura). Para ello las partículas rebasan la tangencia y se entrelazan.

Obsérvese, como los seis elementos quedan interceptados dos a dos, sin la posibilidad de movimiento libre.

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Figura. 3.2.

Si nuestra cadena de partículas entrase en círculo, lo haría sin solaparse, como única forma de que su línea de acción, curva ahora, permaneciera útil y no dejara de surtir sus efectos:

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Figura. 3.3.

Así, en la nueva conformación las seis partículas sólo se tocan. Siguen ligadas como en la cadena y podrían rotar de manera independiente.

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Figura.3.4.

Como consecuencia, el radio del anillo hexagonal previo se verá incrementado en un cierto valor, correspondiente al incremento de su amplitud.

No obstante, con esta demasía no se cumple aún con el agregado decimal del cuanto de acción. Pero insistimos: no se trata de asociar la constante a este grupo como si de una partícula-fotón se tratara, sino a sus campos, por lo que hemos de establecer un radio de acción partiendo de una premisa insoslayable: el equilibrio. Dicho equilibrio, para una conformación circular, se traduce en una simetría curva imprescindible, respecto al eje curvo del anillo, de tal forma que cualquier movimiento de las partículas, interno o no, sea acorde con un giro u oscilación no descompensados.

Una partícula puntual única, sin relación con otras, no sufriría descompensación alguna en sus movimientos. Es la conjunción universal del resto sobre ella la que la obliga al desequilibrio, como acción para compensarse con la equilibrada descompensación común. Como si dijésemos, para que no se salga del redil. Es esta acción mutua la que hace que las leyes físicas sean universales y que no pueda darse un sistema aislado absolutamente.

Este sería el esquema de nuestro anillo particular todavía no compensado:

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Nótese, que el radio de acción ha de ser tal, en el plano, que su circunferencia divida las partículas en dos mitades, de manera que su masa quede en promedio respecto a la circunferencia de acción, por lo que las superficies resultantes han de ser equivalentes (superficie verde igual a superficie azul), de otra forma la estructura no estará en simetría respecto a la circunferencia.

Pero una conformación como la considerada es casi inmóvil. Si acaso, sus componentes podrían girar, unos pegados a los otros con aprietos, u oscilarían todos acordes sólo casualmente. No es lo lógico para una estructura con supuesta acción cara al medio. Como mínimo habrán de coexistir en un estado oscilante individual y algún desplazamiento. Lo otro, más se asemeja a una unión. En consecuencia ha de haber un espacio de tolerancia entre los componentes para que, pese a estar asociados, no se estorben mutuamente.

Así, en el caso del fotón, sus campos inducen un movimiento sobre la materia que interactúan, según polaridades, de una forma cíclica circular. Como hace la ola con el agua.

Según entendemos, el proceso fotónico viene a ser una estructura propagable, que se induce y se reinduce por el medio sin el traslado de una materia propia, necesariamente, para lo cual, los círculos sui generis de las conformaciones eléctrica y magnética han de abrirse en el sentido de propagación, lo que es, ni más ni menos, el efecto real de los campos (ver figura).

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Figura 3.6.

En la apertura del anillo hacia la conformación de onda aparece un incremento de la línea que aunque en el dibujo quede localizado en el punto de inflexión (sólo es un plano) también ha de corresponder a los seis interespacios entre partículas, pues el giro es tridimensional y cualquier torsión es igualmente inflexiva respecto a la curva.

Veamos como quedaría el anillo, a escala relativa 55: 1 esta vez, para más detalle.

Para una escala de ampliación de 55:1, el posicionamiento anular de las partículas, según la geometría, es el siguiente:

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Figura 3.7.

Como se ve en el dibujo, aplicar el incremento de torsión: 4,5, significa incrementar el radio en 3.

Deshaciendo la escala: 3/55 = 0,0545454 (*), casi coincidente con el incremento del radio de acción para el cuanto de Planck.

Para nuestro objetivo hemos de tener en cuenta:

—El incremento de arco del diámetro curvo de la circunferencia correspondiente a cada partícula debido a la ampliación del círculo.

—El incremento de la longitud de acción (se entiende que referida a los campos).

—El incremento para la tolerancia

—Aplicar el incremento, ?ltors, debido a la torsión de línea, a los seis interespacios. Ello, según las proyecciones horizontal y vertical de la onda (como se verá posteriormente).

Incremento de arco:

En la distribución radial, el ángulo correspondiente por partícula pasa ahora de 60º a 55,55º (según dibujo).

La longitud de arco para cada una será:

Para el radio de acción = 1 + ?r(*) = 1 + 0,545454 = 1,0545454

Bastante aproximado al del cuanto de Planck —– ( rac (de h) = 1,0545717) :

 

arco = 2p. rac. a/360 = 1,0224393 a = 55,55º

El total para las seis partículas:

S arc. = 1,0224393 x 6 partículas = 6,13 46359

Incremento de la línea por torsión.

Escala rel. = 55 : 1 ———— ? l = 4,5

El incremento total, ?lT :

?lT = 4,5 x 6 / 55 = 0,490909

La longitud total de la línea, ?L, será, la suma de S arcos más ?lT.

? L = S arc. + ? lT = 6,1346359 + 0,490909 = 6,625545

Una buena aproximación a h = 6,6260693 si se tienen en cuenta las imprecisiones del dibujo.

Así quedaría la configuración material de campos en un supuesto reposo, o al menos en una de sus mitades, la magnética, o la eléctrica.

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Figura 3.8.

Se sobreentiende que las partículas en sí no son los campos sino su materialización estimada.

Hasta ahora sólo hemos considerado uno de ellos, el magnético. Obsérvese, que en la zona central del dibujo, figura una séptima partícula como el referente de la semionda complementaria, o parte eléctrica del campo electromagnético (no se expresa el correspondiente anillo porque la representación no se complique). El hueco central cumple con las medidas precisas para las partículas del otro campo, el eléctrico, con su tolerancia correspondiente.

Pero los campos eléctrico y magnético se alternan en el avance, de tal forma que el cuanto de acción es siempre su mitad, o sea, el considerado para uno de ellos, el valor de h.

La perturbación fotónica se concibe como la traslación y giro de dichos campos, que se interaccionan mutuamente, los dos enlazados y retorcidos uno en torno al otro, siempre perpendiculares, como en un cordón que avanzase a compás, al modo de una broca.

En la figura siguiente vemos la distribución espacial de la onda y sus proyecciones según los planos X e Y, donde se puedan entender los incrementos debidos a la torsión y cuantificarlos.

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Figura 3.9.

 

Como ya observamos en la figura 3.7., el incremento total de línea por torsión es de 4,5, para la escala, que distribuido a los seis espacios de tolerancia da un valor individual muy aproximado de 1/55. Teniendo en cuenta la proyección sobre el otro plano, que es equivalente, el incremento total de línea debido a la torsión será:

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Figura 3.10.

No debemos confundir la tolerancia con el incremento por torsión. Siempre existe una tolerancia aunque no haya torsión.

El fotón constituye un proceso de lo más versátil. Actúa en prácticamente todos los medios y se adecua a la mayoría de las materias. Es de notar por consiguiente, que los elementos base de transmisión no quedarán reducidos a estos "gigantescos" componentes, que han de ser el límite máximo de los que participen en el proceso. Es lógico, que, aun conformes con la dimensión electromagnética, los tamaños de las partículas "poseídas" al paso de los campos sean muy variables; desde el orden electrónico o parecidos al de las infrapartículas.

Puede considerarse pues una distribución anular, tanto menos modulada hacia el numero seis cuanto más pequeños sean los microelementos. No obstante, en cantidad de materia y distribución se han de dar los mismos parámetros.

He aquí la representación del anillo fotónico y su cálculo correspondiente:

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Figura 3.11.

Según nuestro estudio, se ha de cumplir, sobre el plano, que la superficie total de los círculos representantes de las partículas sea equiparable a la del anillo con su multitud de elementos:

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3.1.- El fotón.

Tras este prólogo, entremos a considerar nuestro objetivo: el de la controvertida partícula fotónica.

La constante h descrita, y referida a los campos, tendría un valor idéntico para el fotón como partícula, ya que la línea que se considera, se supone para radio de curvatura 1, el mismo que se supondrá para la oscilación de una partícula única. Distinto sería en lo referente a la masa, por cuanto la de las seis es menor con el mismo radio geométrico considerado..

El volumen para las seis pequeñas será: 4/3 p (r/2)³ x 6 = p r³

Frente a: 4/3 p r³ para la única

Sin embargo, la masa del fotón, por lo cambiante, es indeterminada, y no se le considera para según que medios, y tampoco podría ocupar todo el recinto de acción. Pese a ello, como se ha visto, el cuanto puede expresarse en longitud a secas. Sería como el movimiento de un látigo en el que queda resumido todo el esfuerzo.

Lo visto hasta ahora nos sirve para visualizar el por qué de la demasía para la línea de acción tomando como referencia el posicionamiento de varias partículas equivalentes, y que pudieran ser de un tamaño cualquiera que no rebase a h, compatible para los campos, por ser de menores dimensiones. No obstante el número seis cumple como la estructura material más adecuada. Estaría por ver si para la estructura de una partícula fotón ello sería soportable, ya que una conformación particular de seis elementos no se da en condiciones normales. Pero dado el desconocimiento más allá de sus límites, ahí queda.

¿Qué define al fotón, una hipotética partícula o sus campos?

El cuanto de Planck no es en sí mismo una cantidad expresa de energía sino su unidad, la energía de una mínima porción material considerada y que se puede efectuar de diversas formas. Más es aplicable a un estado de vibración primera, como el armónico simple de un oscilador contenido capaz de propagarse en otros planos, que a un "trozo" de energía de una transformación específica. Esto imprime a h su polivalencia pues cualquier proceso material es el resultado de la agitación intrínseca de la materia. Por eso, en la onda, la oscilación ha de alargarse según el impulso rotativo-traslacional que la causa y le confiere su frecuencia. O sea, según "la velocidad de los campos".

Dicho esto, puntualicemos que el cuanto genérico del cuanto, valga la redundancia, habrá de referirse a una sola de las partículas en cuestión. Estas vienen a ser como seis fotogramas de la película de movimiento. El movimiento ondulatorio consiste en las sucesivas posiciones en su trayectoria de una estructura, y el cuanto de acción queda referido a un ciclo como la unidad. La partícula rota completamente (ciclo oscilatorio) un número de veces igual a la frecuencia, cuando se alarga o se comprime como un muelle en una longitud de onda (Figuras 3.13. y 3.14.).

Si la partícula se desplaza realmente o no, será relativo. Si un estanque está lleno, al lanzar un trozo de madera transmite su impulso al agua y su energía será llevada como onda. Si está vacío la propia madera llegará al otro extremo.

En general, el tipo de onda de una propagación, más que a los elementos que la originan es inherente al medio, ya que una misma acción puede propagarse de distintas maneras. Sin intermedio material no hay onda.

 

Es una forma simplista de verlo pese a todo. La frontera entre dos partículas unidas o en asociación depende de cómo lo hagan. Los puentes de unión nos ayudan a comprender el hecho de que realmente se trasvasan la una en la otra de forma continua pese a conservar las peculiaridades propias. Igual estaríamos ante un dipolo, que ante una especie de óvalo de cuello estrecho o una unión de elementos quarks con sus intercambios de color y cargas mediante gluones. Pero, como veremos, el mecanismo másico es muy diferente.

La interacción entre los campos viene dada por el "engranaje" de las subpartículas componentes que los materializan, y que en base a la helicidad de sus trayectorias concurren en el mismo sentido en que el fotón se desplaza ( Fig. 3.12.).

Ello permite que el movimiento se transmita perpendicularmente del uno al otro, de manera que la perturbación avanza con el doble sostén de ambos flujos, el eléctrico y el magnético. Tal mecanismo, junto al giro global del conjunto, "como un giróscopo", hacen que la progresión electromagnética sea rectilínea invariante. La onda es difícilmente desviada de su trayectoria por la influencia de otros campos, salvo el de gravedad. Ello se debe al resultado aleatorio para los vectores de los campos que se cancelan direccionalmente por el giro de los mismos.

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Interacción eléctrica-magnética

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Figura 3.12. Fotón

Que por lo habitual el fotón no gane ni pierda energía en sus desplazamientos, salvo que halle barreras o estrecheces de densidad, se explica por el equilibrio de los medios por donde circula. Por lo común, el medio que lo sostiene estará constituido en igual proporción de partículas positivas negativas más las neutras, de tal manera que el incremento de energía que la una le aporta, la otra se lo quita, en tanto que las neutras irán de un lado o del otro indiferentemente. La energía que entra por la que sale. Pero tal cambalache no para ahí, pues le aprovecha como rodamiento ideal casi libre de fricciones.

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Figura 3.13.

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Trayectorias

Figura 3.14.

Materialización límite de los campos:

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Figura 3.15.

 

Pudiera decirse, que el ciclón helicoidal de los campos va atrapando en su vorágine a las partículas con que se topa, pero no sería lo exacto, sólo se limita a contagiarles un movimiento. Éste es transmitido allí por donde los flujos electromagnéticos pasan, de manera similar a como lo hace una ola. Pasado el cuanto fotónico las partículas "poseídas" dejan de estarlo, según y como, con arreglo a su densidad en el medio de que se trate. En dominios "vacíos" o muy difusos, las partículas perturbadas permanecen como fotón hasta su desalojo por otras en el avance, cuando la densidad aumenta. La helicidad no se comporta propiamente como un medio propulsor continuo, pues se trata del concatenado de las direcciones internas de giro de sus componentes según una ponderación probabilística. Digamos que, por lo común, la presión en medios densos empuja hacia atrás y las pequeñas partículas no pueden seguir en la onda. Así pues, la masa propia del fotón es puro trámite. En tales ámbitos la velocidad electromagnética disminuye. Lo contrario ocurre en los ambientes vacuos en que la velocidad aumenta y el fotón no puede desprenderse de sus partículas sustentadoras porque no hay otras que las empujen. Adquiere verdadera masa.

La velocidad de la luz es un promedio ciertamente decantado a una constante, como ha de ser según la macro homogeneidad promedia.

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Figura 3.16.

 

Por todo lo dicho, el proceso fotónico no es único en cuanto a los elementos que lo materializan y conforman. Seguro que el cuanto de acción, aun siendo invariable, no lo será por el tamaño de sus componentes. Podemos decir que su masa no se define, como le ocurre a la ola, sin embargo si que es definida en cada instante preciso, y puede conservarla aun más allá, en tiempo concreto, como propia, para los ambientes vacuos.

¿Se han fijado, que cuando una ola llega a la playa deja de serlo? Es lo lógico. No obstante su impulso se explaya en la arena para pasar a ser un líquido que se mueve. Ya no hace la ola, avanza como una masa cualquiera para descargar su energía contra un madero o una pedriza.

El cordón fotónico es comparable a esas brocas huecas que expulsan el material al tiempo que horadan. Traspasado el inconveniente, el helicoide girará en vacío conservando en su interior la última tonga.

En un supuesto reposo, podría considerarse al fotón como dos anillos entrelazados correspondientes a su parte eléctrica y magnética. Una forma tópica de ver los campos, pues su conformación suele ser esferoidal si no hay interacciones externas.

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"El fotón ensimismado"

 

Figura 3.17.

Quizá fuera posible una forma de propagación por avance magnético (ver figuras). Pero ciertamente no sería muy ortodoxo.

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Figura 3.18.

Por flujo real, se dice, a la materialización del campo como un movimiento en los componentes de su ámbito de dominio.

El efecto turbo por rotación de los dipolos magnéticos sobre las líneas circulares, da lugar a un movimiento de avance en la dirección y sentido del propio campo.

Se ve difícil que esta turbo esfera provoque una traslación efectiva en cualquier medio, aparte de que el fotón evolucionaría hacia donde señala el campo, por lo que al interaccionar con otros, no podría mantener su trayectoria rectilínea.

3.2.- Origen fotónico.

Mientras los campos permanezcan en equilibrio (movimiento y flujo invariables) no ha lugar al fotón. Las partículas e infrapartículas se entrecruzan sin inconvenientes ya que ambos flujos evolucionan a la misma velocidad. Basta que uno la varíe, ya sea por giro o traslación, para que empuje al otro y comiencen a oscilar de manera alternativa.

edu.redLa conjunción de campos

 

Figura 3.19.

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Figura 3.20.

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Fotón externo

Figura 3.21.

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Figura 3.22.

3.3.- La atracción electromagnética:

Partícula negativa Partícula positiva

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El fotón virtual común se desplaza hacia la partícula menos energética.

Figura 3.23

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Al final, las dos partículas quedan ligadas compartiendo sus campos.

Figura 3.24

Para la repulsión sólo hay que invertir el proceso. No obstante, en la confluencia de los campos, el fotón virtual ya no lo es en igual medida, pese a optar por la decantación hacia uno de los elementos habitualmente.

4.- LA CONSTANTE G COMO CUANTO GRAVITACIONAL Y TEORÍA DE LA PRESIÓN ONDULATORIA.

Cualquier materia vibra. Todas las partículas poseen un grado de vibración inherente que se deriva de un hecho fundamental: la imperfección de la simetría.

Los cuantos materiales, como ocurre a la energía, y la materia lo es, no son exactos. La cuenta de masas para cualquier estructura material nunca es redonda. Y bien que se diga, pues no es posible la cuadratura del círculo. Las dimensiones curvas de la esfera no cuadran de forma exacta con la del radio. Es seguro, que de esta inexactitud deriven, tanto la decantación de una incertidumbre inmota hacia una existencia temporal, como el movimiento mismo.

En un universo sin curvas, donde las interacciones fuesen lineales, sus vaivenes de ida y vuelta harían que las estructuras crecieran según poliedros regulares, como el cubo, el tetraedro o cualquier otro de cuya acumulación resultase un espacio cabal, sin restos vacíos. El tiempo correspondiente a su crecimiento sería polidireccional, y tales partículas cumplirían con exactitud en las tres dimensiones, coincidentes para todos los parámetros. Acaso fuera perfecto, pero insulso, repetitivo y monótono.

Las partículas nunca se componen de un número cabal de elementos, debido a que la cuantificación de la materia nunca da como resultado un número entero, y si algún elemento lo fuera, las inexactas serían sus subpartículas, las sub-subpartículas, o sus antecedentes (el número de Avogadro tampoco es cabal). En toda estructura existirá siempre una descompensación de masa, por mínima que sea. Es ese el incentivo, como si dijésemos, para que el universo evolucione en la forma en que lo hace: lo que tira de él (el decantado del equilibrio por ese infinitesimal desequilibrio).

Estos cuantos materiales vibran porque giran, lo que provoca que en las rotaciones las masas descompensadas vuelquen el conjunto de un lado a otro. Se trata en definitiva de ínfimos focos de emisión de onda longitudinal, tan insignificante como energética. Como decimos, su fundamento no es otro que la sutil imperfección de la simetría, el continuo origen. El efecto es semejante al de una rueda; puede que en principio no llegue a mucho, pero a altas velocidades es bien notorio. Qué decir de las frecuencias trillonarias de giro en el interior de las partículas. Por más empeño que se le pusiese, nunca se conseguiría una rueda perfecta o un giróscopo exacto.

Con estas premisas es difícil de entender la cuerda unidimensional, como no sea como simplificación metodológica. Tal vez fuese idónea en un universo con geometría recta como el mencionado arriba, que tampoco, pero en el curvo su complicación es desbordante.

Es cierto que esta vibración fundamental siempre está ahí; de dónde si no la agitación térmica. Diferente es, que para detectarla como tal, requiera de una complicada tecnología. Se sabe que incluso en el cero absoluto existe un remanente de calor dentro de las partículas. ¿Y qué es el calor sino vibración?

La oscilación general de las partículas que componen un objeto cualquiera, ha de poseer idéntica gama de frecuencias que cualquier otro, y particularmente las de los elementos más "comunes" antecedentes de la materia. Es decir, los constitutivos primeros al ser iguales poseerán la misma frecuencia. Digamos que se trata de la frecuencia-cuanto básica. No ha de confundirse este vibrar primigenio con la agitación térmica o las mezclas frecuenciales para la combinación de partículas, que por su variabilidad han de poseer una amplia gama de velocidades internas. Igual ocurrirá con la agitación debida a la temperatura. Cualquier objeto oscilará en su conjunto con la resultante aleatoria, pero indeleble, de todos los elementos materiales que lo componen, sólo que encontrar dos objetos con idéntica temperatura y de igual distribución es poco menos que imposible.

Llegamos así al establecimiento de un cuanto de onda longitudinal, o de presión, cuyos efectos serían semejantes a los del sonido. Sin embargo su medio propagatorio será tan variado como corresponda por la fragmentación material, y desde lo más denso al "vacío" más sutil.

Un astro vibrará u oscilará sin tregua en direcciones aleatorias propias, según la resultante de este "campo de ondas", cuya intensidad será relativa a su número de elementos, su masa. No hemos de confundir estas microondas con las ondas gravitacionales de la Teoría de la Relatividad, que más corresponden a los movimientos macro, y nunca podrán equipararse, ya que sus intervalos de frecuencias no son parecidas ni por asomo. Las micro serán mucho más energéticas, y las macro tal vez sólo influyan en la distribución orbital de los macro componentes que las provocan (planos de las eclipticas o configuraciones de las galaxias).

Dos objetos enfrentarían entre sí sus campos de presión, de forma que las frecuencias coincidentes de ambos darán origen a una onda estacionaria perpendicular. El efecto estacionario no será otro que barrer hacia fuera desde la conjunción, lo que dará origen a una depresión relativa allá donde ocurre. Entre ambas fuentes, precisamente. Los objetos son absorbidos hacia la depresión común empujados desde atrás donde el campo gravitatorio no se altera. La presión grávica. Puede decirse con toda propiedad, que nos encontramos ante un macroefecto Casimir acumulativo. Ello implica, que la acción de la gravedad entre dos sustancias siempre requiere de un medio de dimensión menor, por lo que tal fraccionamiento supondrá la existencia de un "infinito profundo". Esa infinitud, no obstante, supone un resultado concreto de materia-energía pues un espacio puede rellenarse infinitamente siempre que las dimensiones de aquello con que se rellena también lo hagan. El resultado último de la frecuencia de oscilación también será concreto, como corresponde a su encadenado progresivo. Igual que ocurre a la materia misma.

Como corresponde a su distribución radial este campo habrá de ser tanto más intenso cuanto más cerca de su origen. Su alcance se proporciona directamente con la masa y con la superficie relativa de sus frentes de onda. Y como la superficie se incrementa con el cuadrado del radio, la onda grávica se dispersará en igual medida.

 

Antes que nada tratemos de interpretar el valor de G o constante universal de gravitación.

Lo mismo que para la onda electromagnética, su cuantía viene sojuzgada por la curvatura del espacio y la no exactitud en el acomodo entre partículas.

Las ondas grávicas no son directamente sinusoidales, aunque se recurra a ello para representarlas. La vibración se propaga por vaivén en una línea. Sin embargo como su distribución es radial, el frente de onda es esférico. Dichos frentes, al igual que pasa con la luz, son permeables en ambos sentidos, de manera que una misma onda podrá entrecruzarse.

Supongamos una mórula de partículas, no importa si es de elementos huecos, compactos o medio huecos. Veámosla sólo como una fuente de vibración.

Como ya dijimos, es ésta la configuración más eficaz y la que se presenta de forma espontánea en el crecimiento. La representada en la figura de abajo, seis partículas en volumen, es la más simple y completa hacia la curvatura por su compacidad. Igual que para los fotones, también a ella referiremos el cuanto, para establecer así su cuantía modular en la gravitación, de forma análoga a como lo hicimos para el proceso fotónico.

Figura 4.1.

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Lo distintivo de la acción gravitatoria no sólo radica en el hecho de que su onda sea longitudinal, también en que actúa en conjunción masiva, digamos, y según superficie, no de forma lineal (en helicoide) como en el caso del fotón. Por ello, desde la estructura morular, como base, trataremos de hacer las medidas y cálculos para una planar, o sea, en base a una "rectificación" de la superficie curva. Aplastarla como aquel que dice. Es lo conveniente, pues el hecho gravitatorio en su dimensión micro se asimila al plano como el límite inferior de la acción suma de todas las partículas, ya que el cuanto sólo corresponde a su efecto ínfimo. Nos apartaremos de las tres dimensiones para que la transformación quede expresa según la geometría del plano.

Aparte lo dicho, como en promedio el efecto gravitatorio es radial, los cuerpos en atracción presentan el uno al otro la mitad de su superficie. De aquí que sólo consideremos medias esferas.

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Figura 4.2.

Veamos en que afecta esta transformación a la tolerancia entre partículas, o margen para que puedan vibrar independientemente:

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Figura 4.3.

Convertir la superficie esférica en plana significa una traslación-giro de 30º de los elementos circundantes hacia el de posición central.

En condiciones normales la superficie de acción no ha de sufrir torsiones. Como consecuencia, el traslado trae consigo un decremento para el margen de tolerancia respecto a h, como es lo lógico, según la relación entre hipotenusa y cateto de un rectángulo.

Es este pequeño margen en la tolerancia, lo que hace que la longitud de onda grávica sea diferencie de la electromagnética, y que en ambos casos cuantifique lo que ha de ser la longitud primordial.

Más adelante veremos, que lo mismo que para la onda electromagnética el cuanto de acción viene a ser una longitud (como el látigo ondulante), la onda gravitacional posee dimensiones de superficie. No es para otra cosa, que también veremos como la masa puede ser la barrera superficial "de presencia" de sus elementos.

Mediante la geometría pueden obtenerse resultados muy exactos sin recurrir a una agria matemática diferencial, al tiempo que se consigue una visión más objetiva. Las matemáticas, si muy elevadas, suelen perderse en seudoprocesos, con resultas de una cierta "aberración" de la realidad. Es frecuente, que los resultados, si no absurdos, si que conduzcan a callejones sin salida o a soluciones inservibles.

La geometría puede proporcionarnos cualquier solución, con la ventaja de que los errores se evidencian en sí mismos. Claro que ello es posible a posteriori, cuando se tienen unas nociones básicas que normalmente se han adquirido a base de números. Pero la filosofía es fundamental. Los griegos con unas rudimentarias matemáticas, llegaron a conclusiones que aún nos asombran.

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Figura 4.4.

Nuestro valor teórico estimado de G.

4.1.- Ecuación de dimensiones de G

Este cuanto de gravitación universal, puede expresarse en dimensiones de superficie.

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Cualquiera de las tres pueden tomar el valor uno para una relación fundamental. Así, si se considera G para una masa unidad, tiempo unidad y la velocidad de la luz , c = 1:

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La oscilación de una partícula libre la acompaña en su giro rotando en sincronía con ella. En las ligadas la resultante neta es dependiente de los efectos interactivos mutuos. El campo de acción de la onda se extenderá con los planos de giro según precesión y spín. En las neutras el sentido y la orientación serán indiferentes.

4.2.- La gravedad.

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Efecto ampliado de la vibración de una partícula

Figura 4.5.

Es la oscilación, la causa del represado interno en las partículas, que da origen al magnetismo por el bombeo rotativo hacia su eje (flechas de color verde en la figura 4.6.).

La oscilación posee ese doble efecto: un represado hacia el interior y otro hacia afuera.

En tanto que para el exterior, abierto, es de vaivén (el motor de la onda), hacia el interior, cerrado, es progresivo hacia el eje de giro y hacia los polos, por donde escapan o entran las infrapartículas que vienen a constituir el flujo magnético.

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Figura 4.6.

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Figura 4.7.

Para un agregado de partículas el efecto vibratorio es acumulativo, y por tanto, también para la onda de presión generada.

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Figura 4.8.

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Figura 4.9.

Tengamos dos partículas enfrentadas. Igual dará que sean dos astros, dos objetos o su combinación.

Como en toda intersección de onda hay una generación de resultantes, y de entre ellas las estacionarias, si las frecuencias en oposición son iguales. En nuestro caso las estacionarias ocupan un extenso espacio transversal efectivo en "doble pica".

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Representación gráfica de la intersección de ondas.

Figura 4.10.

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Resultantes estacionarias:

Figura 4.11.

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Líneas de estacionarias.

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Representación simbólica de nodos, vientres e interespacios.

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Admisión Expansión Expulsión

Torsión cercana al objeto Efecto de bombeo

Figura 4.12.

Figura 4.13.

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La acción grávica es comparable al de infinidad de placas con efecto Casimir

Figura 4.14.

4.3.- Aceleración de la gravedad.

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Figura 4.15.

4..4.- La onda gravitacional.

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Figura 4.16.

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En el interior, más allá de h y de la vigencia de c, la frecuencia de oscilación crece con el factor p. Se puede asegurar por tanto que la energía grávica en las infradimensiones siempre va en consonancia a la energía total.

5.- ORIGEN Y GENERACIONES DE PARTÍCULAS

Nuestro punto origen lo situamos en un horizonte de sucesos, allá donde la indeterminación primera, línea inestable, la probabilidad de que el punto, un punto gordo desde luego, caiga hacia la nada o se recoja en si mismo. Las dos posibilidades son igual de válidas y las dos ocurren, sólo que una ha de ser antes que la otra, que de ser ambas a la vez ninguna sería origen. Es desde la inestabilidad de un horizonte inmoto, por lo impreciso, a su decantación, lo que constituye el movimiento, que es como decir la esencia de la cantidad y la sustancia, la masa. Es el número p, como ya se dijo, la relación entre espacio y tiempo, entre la curvatura y su radio de interacción, el responsable de que la esencia se granule y pueda oscilar multiplicada.

En un punto cualquiera del existir, en el presente de cualquier tiempo, se ha de contemplar un antes, por lo que hay, y un después, porque lo que hay y no era antes. Quiere decirse, que el principio y el final son el presente. El tiempo de una partícula pulula en su interior como el movimiento, la energía de una infinidad de subcuantos materiales que se mueven a velocidades producto de todas las interacciones antecedentes.

Supongamos un tiempo hacia atrás donde las partículas existían libres, o un espacio de elementos en esas circunstancias.

Un espacio libre ha de tener la conformación de una red cúbica en promedio para que cada individualidad posea el mayor ámbito de acción. En esas condiciones, la probabilidad de encuentro entre dos partículas será de una a cuatro, o ¼, lo que significa un 25%. La fuerza que haga que las partículas se aproximen será la que provenga de la oscilación intrínseca, y como ya vimos en el cálculo de G, la tolerancia para la vibración respecto a la gravedad es de 0,86/27,5, el margen de espacio en que la partícula se mueve, lo que resta posibilidad al encuentro.

En forma unitaria será: 0,86/27,5 = 0,0314918 para la acción gravitatoria

———- 0,02103 para la acción electromagnética

Muy próximo al 0,02, como ponderación, por cuanto la cantidad de fotones excede con mucho a la materia normal. De aquí resulta:

25% – 2% = 23 %

Que viene a ser el porcentaje estimado para la materia oscura.

De manera equivalente, para la materia ordinaria, y considerando que la red distributiva dominante ahora es la hexagonal:

 

1/6 · 25% ? 4%. (Las tolerancias casi se anulan entre sí)

5.1.- El número de Avogadro.

Con estos simples valores puede hacerse una aproximación al número de Avogadro.

Si la media de la densidad material supone un 23%, y la red de distribución supone una estructura de 10 unidades (la estructura cúbica con dos partículas combinadas, según segunda combinación correspondiente a la materia intermedia, entre elemental unitaria primera y la terciaria de la unión quark), resulta, que la estructura 10 se factoriza 23 veces en términos relativos. Si se ha supuesto la partícula única como el patrón de medida del número total de un volumen cuantificado, éste, en términos reales habrá de ser:

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Figura 4.18.

10 = estructura cúbica libre

6 = media nº de subcomponentes. NA = 10²³ · (6 + 0,02) = 6,02 · 10²³

0,02, que corresponde al suplemento

por espacio medio de interacción

5.2.- La combinación de elementos.

No es de extrañar que las partículas surjan y desaparezcan en el "vacío", la fábrica elemental de materia. Ello ocurre de manera aleatoria, porque muchas de las partículas formadas no cumplen con el protocolo generacional (no se forman paso a paso con su tiempo y generación) o sus componentes no son los adecuados para la estabilidad por no ir con acuerdo a la cuantificación másica (se trata sólo de soluciones de "compromiso").

He aquí las estructuras posibles en la combinación primigenia de elementos:

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Figura 5.1.

Obsérvese como el recinto central de una supuesta combinación varía desde cero para dos elementos hasta un volumen considerable para cuatro. Los colores rojo y verde de las figuras indican las zonas, dentro del radio para la simetría curva, que corresponden al represado de las infrapartículas, central y de corona respectivamente (ver, doble efecto de represado de las subpartículas). Si la roja supera a la verde, hará que los elementos se separen y la unión no sea posible. La partícula será tanto más estable cuanto menor sea su número inmediato ascendente de subpartículas. De aquí que algunos fermiones, como el electrón, sean prácticamente indestructibles.

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Figura 5.2.

En condiciones normales no habrá uniones más allá de las tres partículas. Así ocurre por ejemplo con los bosones W y Z o en el caso del gluón, que no pueden existir libremente, y aun en connivencia interior con otras subpartículas su estructura permanente es discutible. Igual le pasa al fotón cuyos elementos de prestado siempre circulan cuasilibres al influjo de los campos.

La consideración de partículas para estos bosones no tiene más consistencia, por poner un ejemplo, que los remolinos de una corriente de agua, sólo que la cuantificación de las repetitivas situaciones en las que surgen los normalizan como sucesos estándar, pues los modos de interacción son iguales de un día para otro. La particulitis que nos embarga, ciega nuestra visión para el verdadero transfondo en las relaciones multitudinarias que se han de dar dentro y fuera de las partículas.

Podríamos sacar como corolario que la fuerza que une a las subpartículas, la fuerte queremos decir, proviene de la vibración-giro, pero iba a ser demasiado simplista, pues habrán de considerarse las interacciones internas. Aun así todo se resume a lo mismo, a los flujos de infrapartículas, cuyo tráfico da lugar a las aglomeraciones que se consideran como las partículas portadoras. Remolinos más o menos, nunca permanentes.

6.- RELACIÓN ENTRE G Y h.

El cuanto de acción dispersivo h y el de agregación G, se relacionan igualando sus energías por medio de una constante.

Dado que las dimensiones son de longitud y de superficie respectivamente, será necesario aplicar a h una longitud, o referir ambas al espacio tiempo (como se verá después).

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Ello parece indicar que el número de unidades de materia, o conjuntos autónomos en la superficie de un espacio tiempo es constante. Lo que quiere decir que cada estatus material de interrelación es equivalente a otro. Ello supone que la materia se granula o se fracciona según expansión o concentración, o lo que es lo mismo, según el decantado desde el horizonte de sucesos de un agujero negro hacia el exterior o hacia el interior. Esto, que parece una perogrullada, tiene su intríngulis, pues nos indica que el espacio tiempo está cuantificado. Una cuantificación colosal desde luego. El horizonte de sucesos será pues, aquella divisoria, en que los cuantos h y G son equivalentes. Ello ocurre en una superficie esférica tal, que las partículas materiales se inmovilizan. El instante presente. Se trataría de una superficie equipotencial cero. Pero cero de verdad. Una envoltura infinitesimal que definiría la masa, la frontera interactiva de las ondas gravitacionales, y cuyo valor energético representa la energía almacenada en su espacio tiempo, el movimiento confinado en el giro interior de las partículas que lo conforman. Algo así como en el anillo representado en la figura 3.2., que reproducimos de nuevo, sólo que correspondiente a un número enorme de elementos y a un espesor "instantáneo". Son los prolegómenos del agujero negro.

 

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De (figura 3. 2.)

7.- ECUACIÓN DE LA ENERGÍA.

No habremos de enfrascarnos con el cuadrivector relativista para llegar a un resultado equivalente. El efecto espacial ya se ha tenido en cuenta en nuestras hipótesis, y sus parámetros van inmersos en lo calculado. Sólo hemos de considerar la doble vertiente onda-partícula, y para ello nos sirven tanto el fotón como el cuanto grávico. En la gráfica siguiente se puede apreciar la energía del ímpetu sobre la partícula, mp, y la energía desarrollable correspondiente a la onda, cuya transversalidad nos permite relacionar ambas sin complicaciones:

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Figura 7.1.

8.- FÓRMULAS DE LA MASA.

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8.1.- La edad del universo

Según la penúltima fórmula, y sobre los conceptos en el plano de G y h, el cálculo de la edad de un ET no ofrece dificultades:

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Sólo nos resta, que no es poco, establecer los radios relativos en la acreción para los distintos procesos y los parámetros de las ondas gravitacionales y electromagnéticas para llegar a una relación primera.

En el anillo (fig. 3.2.), puede verse como la asimetría curva está vencida hacia el interior, de manera que el incremento del radio para h no existe, por lo que no habrá emisión de fotones. Por su parte, las partículas aparecen ensambladas, de forma que la oscilación gravitacional del agujero cara al exterior sólo podrá hacerse en bloque. Así la gravedad de afuera se disocia, que digamos, de la gravedad hacia adentro. Es el inicio de la verdadera reconcentración. Sin embargo hay otro requisito para que ello ocurra, la atracción de material exterior, su escasez o abundancia. La acumulación progresiva, hará que el agujero aumente de volumen, y también su horizonte de sucesos, al tiempo que en su interior la materia se condensa más y más. Las partículas se solapan en progresión geométrica, hasta que sus estructuras se rompen, y la fragmentación se acentúa. Lo que ocurre no es otra cosa que una aniquilación, con la resulta del detritus energético más consumado, la dimensión más infra. Llegado a un valor crítico, la fragmentación llegará al grado de dimensión correspondiente al origen del propio espacio tiempo. El efecto sería el de una cadena de implosiones confinadas según los distintos niveles hasta el punto cero. Pero la dicha implosión más se parecerá a un represado continuo, de tal forma que, según tamaño del agujero, su tiempo de evaporado puede ser equiparable a la edad parcial de nuestro universo, o aún más, dependiendo de que se engendrase dentro o fuera de él.

¿Qué ocurre con esa energía…? Pues nada en especial, irá surgiendo como si de un flujo magnético se tratara. Al fin y al cabo eso es y no otra cosa la radiación de Hawking. Esa materia, el detritus más fragmentado, será tan infinitesimal, que va y viene a su aire. Esta dimensión mínima no será afectada por ninguna condensación previa de forma total. Será tan pequeña, que sólo puede colisionar o ser influida por otra de generación no muy alejada de sus dimensiones. Escapará muy lentamente hasta surgir fuera, e irá a engrosar esa materia-energía oscura tan abundante; la materia prima para la nueva recombinaciones de elementos. El agujero negro no es más que una acumulación de energía, que descargará lentamente, o de forma aparatosa en según que condiciones. En comparación, que ya es comparar, como la batería de un coche.

Si como según parece, la materia del universo oscila entre la inflación y la deflación, a fin de cuentas el hecho material viene a ser un ciclo. La materia se expansiona allá donde puede, tanto como se concentra allí donde la gravedad impera. Llegará un momento en que todo ocupe un colosal agujero negro que irá implosionando con lentitud para convertirlo en fragmentación, que expulsa, y vuelta a empezar. Pero de otra manera, pues la información energética, que se diga, devendrá de ciclo en ciclo acumulándose. Sin embargo, tal ciclo no puede ser por sí. Necesita de otro u otros mayores como nodrizas, tanto como de los menores que lo constituyen. No en vano, el hecho gravitacional se apoya en las partículas más bajas, que nutren su campo, o fallaría por su base, éstas en otras más pequeñas y así antecesoramente. El big-bang no pudo ser una explosión tal como la entendemos por ejemplo para un cuasar, sino algo progresivo. Que su acontecer en relación a nuestro tiempo sea equivalente al de una explosión no quiere decir que en el tiempo relativo propio, lo fuese. Una estrella estalla porque obedece a relaciones de "presente" con nuestros entornos, pero adentro de ella las cosas ocurrirán como una progresión cualquiera.

9.- EL ESPACIO TIEMPO.

Definamos el espacio tiempo como un ámbito esférico de actuación material con dos vertientes, la una hacia su interior la otra hacia lo que lo circunda. La línea divisoria entre ambas es su horizonte límite, su presente.

Si se equipara el radio de un espacio tiempo a una cadena de partículas, para su cuantificación desde el tiempo presente sería imprescindible disponer de un valor real de sus dimensiones. No obstante, y como ya se dijo, la relatividad entre medidas nos permiten elegir a nuestra conveniencia, siempre que sus relaciones no se transgredan. De este modo podrán extrapolarse dos valores consecutivos que sean accesibles para su cálculo.

Un espacio tiempo puede expandirse o contraerse, que es como decir fragmentarse o granularse según las condiciones de un entorno mayor, el espacio tiempo en que se engloba. Hay una forma sencilla de saber cuando llega el equilibrio y la tendencia se invierte. Ello ocurrirá cuando la energía radiante no exista, o por el contrario, cuando la fragmentación es máxima, es decir la energía interna. El cuanto de acción, h, es cuantitativamente menor que el de gravitación G, lo cual nos indica que existe un radio en que la cantidad de materia se decanta hacia el interior, con lo que el ciclo queda descompensado hacia el almacenamiento gradual en lo que ya puede llamarse agujero negro. Los fotones desaparecen cuando el radio relativo del ET es menor que el radio de acción electromagnético, lo que significa, como es lógico, que el gran contenedor ha encogido. La materia se amalgama, y partir de aquí el radio comienza a crecer de nuevo con un valor relativo siempre favorable a la gravedad. El horizonte de sucesos se hace compacto y las ondas gravitacionales se dividen e independizan, las del interior de las de afuera que ahora serán las resultantes de la oscilación en bloque del conjunto. En realidad eso mismo ocurre en cualquier partícula, el pequeño agujero negro.

En el advenimiento del agujero, los cuantos G y h, nunca se igualan, sino que la gravedad siempre está presente, como es lo lógico. De qué sino habría materia.

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Figura 9.1.

9.1.- Consideraciones sobre la masa de un espacio tiempo.

Para nuestros cálculos hemos de tener en cuenta tres aspectos de la masa: la masa interior, la masa gravitatoria y la masa inercial. Bien es cierto que las dos segundas suelen ser equiparables, sin embargo a partir del límite de disociación grávica en el agujero negro, la masa viene a ser casi equivalente a la superficie esférica aproximada. Ello es debido al efecto barrera que hace que la vibración interior sólo se transmita a su través parcialmente.

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Todo ello queda referido a la unidad módulo de masa.

10.- AGUJEROS NEGROS.

Si asimilamos la partícula a un pequeño agujero negro los parámetros de la una serán asumibles por el otro, peculiaridades propias aparte, por la consideración de escala. Ambos podrán ser tratados a efectos comunes como espacio tiempos y cumplir con ellos según las mismas premisas.

El centro de toda partícula está ocupado por esa materia oscura en reconcentración, origen del magnetismo, y su límite hacia el exterior también se constituye como un horizonte de sucesos.

Véase en primer lugar, sobre la figura que sigue, nuestra concepción del agujero negro estándar. Supongamos una cuña o ángulo sólido correspondiente a dos partículas atraídas por la gravedad. Ahí se refleja, esquemáticamente, el proceso de condensación, que nosotros entendemos como una aniquilación sucesiva con el resultado de energía-materia oscura.

Nada impide que esas "capas de cebolla" puedan moverse y friccionar entre sí al igual que ocurre en una partícula. Tampoco habrá impedimento para que el agujero en bloque se mueva o gire. Una colosal partícula.

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Representación simbólica de la reconcentración.

Figura 10.1.

Pasemos al estudio gráfico de los radios relativos en el horizonte de sucesos. Nuestro punto de partida ha a ser como siempre la configuración hexagonal de partículas al objeto de establecer unas relaciones modulares del agujero para cualquier dimensión. Así, reproducimos el esquema correspondiente al radio de acción fotónica, para, a partir de éste, deducir los radios en que la gravedad engloba a h y el que corresponde a la frontera (radio de incertidumbre) en que la radiación permanece "entre pinto y valdemoro", como suele decirse.

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Figura 10.2.

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Figura 10.3.

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Figura 10.4.

Estos valores, como unitarios que son, serán aplicables en cualquier supuesto sin más que tener en cuenta los cambios de escala. Lo que es un decir, pues nadie ignora, que para la evolución y los procesos en las grandes dimensiones, se ha de tener en cuenta un hecho fundamental, el escalón atómico. En él radican más que en nada las peculiaridades por encima de lo cuántico. Las macroestructuras químicas obedecen a unos supuestos e interrelaciones más complejas aún, si cabe. De todas formas, siempre será posible una simplificación global como resultado único.

Como ya se vio, para un ET:

R = r/4 R = G/h

Sólo hemos de aplicar este valor de r para obtener los distintos radios. Así, por ejemplo, para el radio de horizonte:

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Si se ha de tener en cuenta una masa en concreto, habremos de obtener el llamado radio de Schwarzschild:

rs = 2GM/ c²

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r, puede expresarse en tiempo, de tal manera que también se calcula cuando un ET evoluciona hacia un agujero negro.

Dentro del espacio de Planck, para edu.redse dan las condiciones del agujero negro.

El mecanismo para un big-bang a partir del gran agujero negro podría ser el siguiente: el horizonte de sucesos se mantiene por la materia atraída desde fuera. Cuando ésta se agota o ya escasea, el equilibrio se decanta hacia la reconcentración. Llegado a un límite el horizonte de sucesos y las capas subyacentes también se fraccionan. Es entonces, cuando casi toda la materia, en forma de energía, "estalla", en un tiempo equivalente a la velocidad media edu.red(n = nº de dimensionados materiales propios de la singularidad). No obstante, sobreviven a la fragmentación ingentes cantidades de partículas no fraccionadas.

 

11.- RELACIONES:

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REFERENCIAS:

Ninguna en especial.

 

 

 

 

Autor:

Fandila Soria Martínez

Registro de la propiedad

intelectual de Andalucía

Expediente: GR- 326-09

Nº: 200999900627803

Partes: 1, 2
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