Largo sería detallar otras tablillas, donde la participación de Enki y Enlil siempre en conflicto, afecto a sus descendientes, que llego al uso de potentes armas nucleares, que en párrafos anteriores narramos, la versión escrita en la biblia, donde el Patriarca Abraham tiene una importante participación como líder religioso, pero en las tablillas sumerias el personaje llamado Ibru-Um, hijo de Tirhu es un guerrero que lucha a ordenes de Enlil.
Abraham y su padre Teraj mencionados en la biblia, eran ciudadanos nacidos en sumeria como ya hemos indicado antes y como tal están reflejados también en las tablillas.
Hemos dejado para el final la Decimotercera y Decimocuarta Tablilla del Libro Perdido de Enki, con la premeditada intención de no trastocar la fe religiosa. Nuestra intención es enriquecer con otras fuentes el entorno y lo que aconteció en esos haciagos días, cuyo eco afectan a la humanidad desde entonces.
Decimotercera tablilla
En la Tercera Región, la Humanidad Civilizada no floreció del todo; Inanna desatendió lo que se le había confiado; en su corazón, codiciaba otros dominios, no los que se le habían concedido. Cuando, en la cuenta de mil años, se le retiró la realeza a Unug-ki, ¿quién hubiera previsto la calamidad que iba a acontecer al final del siguiente milenio, quién hubiera prevenido el desastre?
¿Quién podía predecir que, en menos de un tercio de Shar, iba a caer una calamidad desconocida?
Inanna daría inicio al amargo fin; Marduk, como Ra, se enmarañaría con el Destino; ¡Ninurta y Nergal liberarían con sus propias manos el indecible final!
¿Por qué Inanna no se quedó satisfecha con los dominios que se le habían concedido? ¿Por qué siguió sin perdonar a Marduk?
Viajando entre Unug-ki y Aratta, Inanna no se sentía gratificada, estaba inquieta; todavía lloraba a su amado Dumuzi, su deseo de amor seguía sin apagarse.
Cuando volaba, veía la imagen trémula de Dumuzi llamándola en los rayos del Sol, por la noche, se le aparecía en visiones-sueños; ¡Volveré!, le decía.
Él le prometía las glorias de sus dominios en la Tierra de los Dos Estrechos.
En el recinto sagrado de Unug-ki, Inanna estableció una Casa para el Placer Nocturno.
A este Gigunu atraía con engaños y dulces palabras a los jóvenes héroes en la de sus bodas: les prometía larga vida y un dichoso futuro; ella imaginaba que su amante era Dumuzi.
A la mañana siguiente, a todos se les encontraba muertos en la cama de Inanna. ¡Fue entonces cuando el héroe Banda, al que se le había dado por muerto, regresó a Unug-ki vivo! Banda había regresado de entre los muertos por gracia de Utu, de cuya simiente era.
¡Milagro! ¡Milagro!, gritó Inanna excitada. ¡Mi amado Dumuzi vuelve a mí! En la morada de Inanna se bañó a Banda, con una faja se le sujetó un manto con flecos. ¡Dumuzi, amado mío!, le llamó. Lo atrajo hasta su lecho, engalanado con flores. A la mañana siguiente, cuando vio que Banda estaba vivo, Inanna gritó alborozada:
¡Se ha puesto en mis manos el poder de no morir, a través mío se ha concedido la inmortalidad!
Después, Inanna decidió llamarse a sí misma diosa, implicaba el Poder de la Inmortalidad. : Nannar y Ningal, los padres de Inanna, no estaban complacidos con su proclamación; Enlil y Ninurta quedaron desconcertados con las palabras de Inanna; Utu, su hermano, quedó pensativo; ¡No es posible revivir a los muertos!, se dijeron entre sí Enki y Ninharsag. En las tierras de Ki-Engi, el pueblo alababa la buena fortuna que tenían: ¡Los dioses están entre nosotros, ellos pueden abolir la muerte! Así se decían unos a otros entre el pueblo. Banda sucedió a su padre Enmerkar en el trono de Unug-ki; Lugal, Hombre Grande, fue su título.
La diosa Ninsun, de la simiente de Enlil, le tomó para que fuera su esposo, el héroe Gilgamesh, hijo de ambos, Banda siguió a Lugal-Banda en el trono de Unug-ki. A medida que pasaban los años y Gilgamesh se hacía mayor, él le hablaba a su madre Ninsun de la vida y la muerte, se preguntaba sobre la muerte de sus antepasados, a pesar de ser descendientes de los Anunnaki. ¿Los dioses mueren?, le preguntó a su madre. ¿También yo, aún siendo en dos terceras partes divino, treparé el muro como un mortal?, le preguntaba a ella.
¡Mientras vivas en la Tierra, la muerte de un Terrestre te arrollará!, le decía Ninsun a su hijo.
¡Pero si se te lleva a Nibiru, lograrás allí una larga vida! Ninsun le pidió a Utu, el comandante, que se llevara a Gilgamesh a Nibiru, Incesantemente se lo pidió Ninsun a Utu, un día tras otro se lo rogó: ¡Que vaya Gilgamesh al Lugar de Aterrizaje!, accedió al fin Utu.
Para guiarle y protegerle, Ninharsag elaboró un doble de Gilgamesh.
Enkidu, Como por Enki Creado, se le llamó, no era nacido de vientre, no tenía sangre en sus venas.
Gilgames viajó con su camarada Enkidu hasta el Lugar de Aterrizaje, Utu supervisó su progreso con oráculos; en la entrada del bosque de cedros, un monstruo que escupía fuego les bloqueó el camino.
Con trucos consiguieron confundir al monstruo, lo rompieron en pedazos. Cuando encontraron la entrada secreta a los túneles de los Anunnaki, les desafió el Toro del Cielo, una criatura de Enlil de resoplidos mortales.
El monstruo les persiguió hasta las puertas de Unug-ki; Enkidu lo derrotó ante las murallas de la ciudad.
Cuando Enlil oyó esto, lloró en su angustia; sus lamentos se escucharon en los cielos de Anu; pues en su corazón sabía Enlil: ¡Realmente malo era el augurio!
Enkidu fue castigado a perecer en las aguas por haber dado muerte al Toro del Cielo; Gilgamesh, por haber sido instruido por Ninsun y Utu, fue absuelto del crimen.
Buscando todavía la larga vida de Nibiru, Utu le permitió a Gilgamesh que entrara en el Lugar de los Carros.
Después de muchas aventuras alcanzó la Tierra de Tilmun, la Cuarta Región; entró en sus túneles subterráneos, ¡en un jardín de piedras preciosas se encontró con Ziusudra!
Ziusudra le relató a Gilgamesh los acontecimientos del Diluvio, le reveló el secreto de la larga vida:
¡En el manantial del jardín crecía una planta que impedía que envejecieran Ziusudra y su esposa!
Era única entre todas las plantas de la Tierra; un hombre en su pleno vigor la puede recoger, ¡el Hombre en su Ancianidad Es Joven de Nuevo! Ése es el nombre de la planta, le dijo Ziusudra a Gilgamesh. ¡Un regalo de Enki, con la bendición de Enlil, se nos concedió en el Monte de la Salvación!
Cuando Ziusudra y su esposa estaban durmiendo, Gilgamesh se ató piedras a los pies. Se sumergió en el manantial, tomó y arrancó la planta de Ser Joven de
Nuevo.
Con la planta en su bolsa, atravesó precipitadamente los túneles, se encaminó hacia Unug-ki. Cuando estuvo cansado, se durmió; y una serpiente se vio atraída por la fragancia de la planta. La planta hizo que la serpiente se aprovechara de que Gilgamesh estaba dormido; con la planta se desvaneció. A la mañana siguiente, al descubrir su pérdida, Gilgamesh se sentó y se echó a llorar.
Volvió a Unug-ki con las manos vacías, allí murió como un mortal. Después de Gilgamesh reinaron siete reyes más en Urug-ki; luego, su realeza tocó a su fin; ¡Fue exactamente cuando se completó la cuenta de mil años de la Tierra! La realeza de la Primera Región se transfirió a Urim, la ciudad de Nannar y Ningal. Marduk tenía muy en cuenta todos los asuntos de lo que acontecía en las otras Regiones. Ra estaba inquieto con los sueños y las visiones de Inanna que aludían a los dominios de Dumuzi.
Estaba decidido a contrarrestar los planes de expansión de Inanna; encontró mucho que ponderar en cuestiones de resurrección e inmortalidad. Le resultaba enormemente atractivo el pensamiento de la divinidad, ¡de modo que se anunció a sí mismo como un gran dios! Ra se enfureció por lo que se le había permitido a Gilgamesh, en buena medida un Terrestre, pero estimó un camino más hábil con el cual conservar la lealtad de los reyes y del pueblo:
¡Si a los semidioses se les muestra el pórtico hacia la inmortalidad, que se le aplique a los reyes de mi región!
Así se dijo Marduk, conocido con el nombre de Ra en la Segunda Región: ¡Que los reyes de mi Región que sean descendientes de Neteru, viajen a Nibiru en la Otra Vida!
Esto decretó Ra en su reino. Les enseñó a los reyes a construir tumbas orientadas al este, les dictó un largo libro a los escribas-sacerdotes, en él se describía con detalle el viaje a la Otra Vida.
En el libro se contaba cómo llegar al Duat, el Lugar de los Barcos Celestiales, cómo, desde allí, por medio de una Escalera al Cielo, viajar hasta el Planeta Imperecedero, de la Planta de la Vida comer, beber hasta la saciedad de las Aguas de la Juventud.
Ra les habló a los sacerdotes de la llegada de los dioses a la Tierra, ¡El oro es el esplendor de la vida!, les dijo. ¡Es la carne de los dioses!, dijo Ra a los reyes.
Dio instrucciones a los reyes para hacer expediciones al Abzu y a los Dominios Inferiores para obtener oro.
Cuando los reyes de Ra conquistaron por la fuerza de las armas tierras que no eran suyas, invadió los reinos de sus hermanos, hizo nacer y crecer en ellos la ira:
¿Qué está tramando Marduk, se preguntaban los hermanos entre sí, que viene a pisotearnos?
Apelaron a su padre Enki; a Ptah, su padre, Ra no escuchó.
Ra ordenó a los reyes de Magan y Meluhha que capturaran todas las tierras adyacentes, el plan de su corazón era ser el señor de las Cuatro Regiones.
¡La Tierra es mía, para que la gobierne! Así, inflexiblemente, le habló a sü padre.
Viene ahora el relato de cómo Marduk declaró su propia supremacía y construyó Babili, y de cómo Inanna, al mando de reyes guerreros, hizo correr la sangre y permitió sacrilegios. Después de que se transfiriera la realeza desde Unug-ki a Urim, Nannar y Ningal sonrieron sobre el pueblo. Como correspondía a su Rango de Treinta, a Nannar se le adoraba como dios de la Luna; decretó doce festividades cada año, al igual que el número de meses de la
Luna en un año, a cada uno de los doce grandes Anunnaki se le dedicó un mes y su festividad. Por toda la Primera Región, a los dioses Anunnaki, mayores y menores, se les construyeron santuarios y lugares de culto, el pueblo podía orar directamente a sus dioses. En la Primera Región, la civilización de Ki-Engi se difundió a las tierras vecinas, en las Ciudades del Hombre se designó a los gobernantes locales como Pastores Justos; artesanos y granjeros, pastores y tejedores, intercambiaban sus productos por todas partes, se decretaron leyes de justicia, se honraron contratos de comercio, de desposorios y de divorcio.
En las escuelas, los jóvenes estudiaban, los escribas tomaban nota de himnos, proverbios y sabiduría.
Había abundancia y felicidad en las tierras; también había disputas y usurpaciones.
Mientras tanto, Inanna vagaba con su nave celeste de tierra en tierra; cerca del Mar Superior retozaba con Utu.
Fue a los dominios de su tío Ishkur, Dudu, Amado, le llamaba. Inanna le tomó cariño a las gentes que vivían en la llanura superior de los dos ríos; le resultaba agradable el sonido de su lengua, aprendió a hablar su lenguaje.
Ellos la llamaban por el nombre del planeta Lahamu en su lengua, Ishtar, a su ciudad, Unug-ki, le llamaron Uruk; Dudu, como Adad, pronunciaban en su lenguaje.
Sin, Señor de los Oráculos, llamaron a su padre, Nannar; a la ciudad Urim la llamaron Ur.
Shamash, Sol Brillante, llamaron a Utu en su lengua, a él también le adoraban.
A Enlil, le llamaban Padre Elil, Nibru-ki era para ellos Nippur; Ki-Engi, Tierra de los Vigilantes Nobles, fue llamada en su lenguaje Sumer. En Sumer, la Primera Región, la realeza rotaba entre las ciudades; en la Segunda Región, Ra no permitía la diversidad, él deseaba reinar solo. ¡El mayor del Cielo, primogénito que está en la Tierra! Así quería que se le conociera entre los sacerdotes.
¡El principal desde los primeros tiempos! Así decretó que se le llamara en los himnos; señor de la eternidad, el que ha hecho la eternidad, que preside sobre todos los dioses, ¡Aquél que no tiene igual, el gran solitario y único!
Así se situaba a sí mismo Marduk, como Ra, por encima de todos los demás dioses, por sí mismo se asignaba sus poderes y atributos:
Soy como Enlil en cuanto a señorío y decretos, como Ninurta en la azada y el combate; como Adad por el rayo y el trueno, como Nannar por iluminar la noche; como Utu soy Shamash, como Nergal reino sobre el Mundo Inferior; como Gibil, conozco las profundidades doradas, de donde cobre y plata vienen; como Ningishzidda mando sobre los números y su cuenta, ¡los cielos hablan de mi gloria!
Los líderes Anunnaki se alarmaron enormemente con estas proclamas, los hermanos de Marduk hablaron con su padre Enki, Nergal le transmitió a Ninurta sus preocupaciones.
¿Qué es lo que te pasa?, dijo Enki a su hijo Marduk. ¡Inauditas son tus pretensiones!
¡Los cielos, los cielos hablan de mi supremacía!, le respondió Marduk a su padre Enki.
El Toro del Cielo, signo de la constelación de Enlil, ha sido muerto por su propio descendiente, en los cielos, la Era del Carnero, mi era, está llegando, ¡los augurios son inequívocos!
En su morada, en Eridú, Enki examinó el círculo de las doce constelaciones, en el primer día de la primavera, el comienzo del año, se observó atentamente el amanecer; aquel día se elevó el sol en las estrellas de la constelación del Toro. En Nibru-ki y en Urim, Enlil y Nannar hicieron las observaciones, en el Mundo Inferior, donde había estado la Estación de Instrumentos, Nergal atestiguó los resultados: ¡El tiempo del Carnero todavía es remoto, sigue siendo la Era del Toro de Enlil! En sus dominios, Marduk no se ablandaba en sus afirmaciones. Nabu le ayudó, no envió a sus emisarios a los dominios, para anunciar a la gente que su tiempo había llegado. Los líderes Anunnaki apelaron a Ningishzidda, cómo enseñar al pueblo a observar los cielos. En su sabiduría, Ningishzidda diseñó estructuras de piedra, Ninurta e Ishkur le ayudaron a erigirlas.
En las tierras pobladas, cerca y lejos, le enseñaron a la gente cómo observar los cielos, le mostraron a la gente que el sol seguía saliendo en la Constelación del
Toro. Enki observaba con pesar estos acontecimientos, valoraba de qué forma el
Hado le estaba dando un giro imprevisto al orden legítimo: ¡Después de declararse a sí mismos dioses, los Anunnaki se han hecho dependientes del apoyo de la Humanidad! En la Primera Región, los Anunnaki decidieron unificar las tierras bajo un único líder, deseaban un rey guerrero. Se le confió a Inanna, la adversaria de Marduk, la tarea de encontrar al hombre adecuado. Inanna le indicó a Enlil a un hombre fuerte al cual había conocido y amado en sus viajes, Arbakad, comandante de cuatro guarniciones, era su padre, su madre era una suma sacerdotisa.
Enlil le dio cetro y corona, Sharru-kin, Regente Justo, le designó Enlil. Como una vez se hiciera en Nibiru, se fundó una nueva ciudad corona para unificar las tierras, Agadé, la Ciudad Unificada, la llamaron, no lejos de Kishi estaba ubicada.
Enlil le dio poderes a Sharru-kin; Inanna acompañaba a sus guerreros con armas de brillantez.
Todas las tierras, desde el Mar Inferior hasta el Mar Superior, rindieron obediencia a su trono, sus tropas se estacionaron en los límites de la Cuarta Región, para protegerla.
Con ojo cauto observaba Ra, sin pestañear, a Inanna y a Sharru-kin; después, como un halcón, se abalanzó sobre su presa: desde el lugar donde Marduk había pretendido construir la torre que alcanzara el cielo, Sharru-kin se llevó suelo sagrado de allí a Agadé, para implantar en él el Objeto Brillante Celestial.
Enfurecido, Marduk se abalanzó sobre la Primera Región, con Nabu y sus seguidores llegaron al lugar de la torre.
¡Del suelo sagrado soy el único poseedor, por mí se establecerá un pórtico de los dioses!
Así, vehementemente, anunció Marduk, dio instrucciones a sus seguidores para que desviaran el río.
Levantaron diques y murallas en el Lugar de la Torre, construyeron el Esagil, Casa para el Dios Supremo; Babili, el Pórtico de los Dioses, la llamó Nabu en honor a su padre, ¡Marduk se había establecido en el corazón del Edin, en medio de la Primera Región!
La furia de Inanna no tuvo límites; con sus armas infligió la muerte a los seguidores de Marduk.
La sangre del pueblo, como nunca antes en la Tierra, corría como ríos.
Hasta su hermano Marduk, llegó Nergal a Babili, para persuadirle de que abandonara Babili por el bien del pueblo:
¡Esperemos pacíficamente las verdaderas señales del cielo!, le dijo Nergal a su hermano.
Marduk aceptó partir, viajo de tierra en tierra para observar los cielos, Amun, el Invisible, se le llamó a Ra a partir de entonces en la Segunda Región.
Durante un tiempo se aplacó Inanna, dos hijos de Sharru-kin fueron sus pacíficos sucesores.
Después, ascendió al trono de Agadé el nieto de Sharru-kin; Naram-Sin, Amado por Sin, se le llamó.
En la Primera Región, Enlil y Ninurta estaban ausentes, habían ido a las tierras de más allá de los océanos; en la Segunda Región, Ra no estaba, viajaba como Marduk por otras tierras; Inanna vio la oportunidad en sus manos para hacerse con todos los poderes, le ordenó a Naram-Sin que se apoderara de todas las tierras.
Dio instrucciones a Naram-Sin para que marchara contra Magan y Me-luhha, dominios de Marduk.
Naram-Sin cometió el sacrilegio de cruzar la Cuarta Región con un ejército de Terrestres, invadió Magan, intentó entrar en el sellado Ekur, Casa Que Como una Montaña Es.
Enlil se enfureció con sus sacrilegios y sus transgresiones; lanzó una maldición contra Naram-Sin y Agadé:
Naram-Sin murió por la picadura de un escorpión, por mandato de Enlil fue aniquilada Agadé.
Esto sucedió en la cuenta de mil quinientos años de la Tierra.
Viene ahora el relato de la profecía de Galzu a Enlil, dada en una visión; trataba de la supremacía de Marduk, de cómo elegir a un hombre para sobrevivir a una calamidad.
Después que Marduk se convirtiera en Amun, se desintegró la realeza en la Segunda Región, reinaron el desorden y la confusión; Después de que Agadé fuera aniquilada, en la Primera Región reinaron el desorden y la confusión.
En la Primera Región, la realeza estaba sumida en el desconcierto, se trasladaban de las Ciudades de los Dioses a las Ciudades del Hombre, Unug-ki, Lagash, Urim y Kish, Isin y lugares más lejanos, la realeza fue cambiando.
Después, Enlil, tras consultar con Anu, depositó la realeza en manos de Nannar; por tercera vez se concedió la realeza a Urim, en cuyo suelo seguía implantado el divino Objeto Brillante Celestial.
En Urim, Nannar designó como rey a un Pastor Justo de hombres, su nombre era Ur-Nammu.
Ur-Nammu estableció la igualdad en las tierras, hizo poner fin a la violencia y los conflictos, en todas las tierras fue abundante la prosperidad.
Fue en aquel tiempo que, durante la noche, Enlil tuvo una visión:
Se le apareció la imagen de un hombre, era brillante y resplandeciente como los cielos; se aproximó y se quedó de pie junto al lecho de Enlil, ¡entonces reconoció Enlil a Galzu, el del cabello blanco!
Sostenía en la mano izquierda una tablilla de lapislázuli, en ella estaban dibujados los cielos estrellados; los cielos estaban divididos en los doce signos de las constelaciones, Galzu los señalaba con la mano izquierda.
Galzu dejó de indicar al Toro para señalar al Carnero; tres veces repitió el movimiento.
Después, en la visión-sueño, Galzu habló y le dijo a Enlil:
El tiempo justo de la benevolencia y de la paz vendrá seguido por la fechoría y el derramamiento de sangre.
El Carnero de Marduk sustituirá al Toro de Enlil en tres porciones celestiales, el que a sí mismo se ha declarado como Dios Supremo se apoderará de la supremacía en la Tierra.
¡Por decreto del Hado, sucederá una calamidad como nunca ha ocurrido!
Como en los tiempos del Diluvio, hay que elegir a un hombre justo y digno, ¡por él y por su simiente se preservará la Humanidad Civilizada, tal como pretende el Creador de Todo!
Así dijo Galzu, el emisario divino, a Enlil en la visión-sueño.
Cuando Enlil despertó de la visión-sueño nocturna, no había ninguna tablilla junto a su lecho.
¿Era un oráculo del cielo, o lo he imaginado todo en mi corazón?, se preguntaba Enlil a sí mismo.
No le contó la visión-sueño a ninguno de sus hijos, Nannar entre ellos, ni a Ninlil.
Entre los sacerdotes, en el templo de Nibru-ki, Enlil inquirió sobre sabios celestiales, el sumo sacerdote le indicó a Tirhu, un sacerdote oracular.
Era descendiente de Ibru, nieto de Arbakad, pertenecía a la sexta generación de sacerdotes de Nibru-ki, estaban casados con las hijas reales de los reyes de Urim. Ve al templo de Nannar en Urim, observa el tiempo celestial en los cielos: Setenta y dos años de la Tierra es la suma de una Porción Celestial, ¡toma cuidadosa nota del paso de tres de ellas!
Así le dijo Enlil a Tirhu, el sacerdote, le hizo contar el tiempo profetizado. Mientras Enlil reflexionaba sobre la visión-sueño y sus portentos, Marduk iba de tierra en tierra.
A la gente le iba hablando de su supremacía, ganar seguidores era su objetivo.
En las tierras del Mar Superior y en las tierras de la frontera de Ki-Engi, Nabu, el hijo de Marduk, iba incitando al pueblo; su plan era apoderarse de la Cuarta Región.
Hubo enfrentamientos entre los habitantes del oeste y los habitantes del este, los reyes formaron huestes de guerreros, las caravanas dejaron de discurrir, se levantaron las murallas en las ciudades. ¡Está ocurriendo lo que Galzu predijo!, se dijo Enlil a sí mismo. Enlil puso su mirada sobre Tirhu y sus hijos, descendientes de digno linaje: ¡Éste es el hombre a elegir, el que indicara Galzu!, se dijo Enlil a sí mismo. A Nannar, sin revelarle la visión-sueño, le dijo Enlil: En la tierra entre los ríos, de donde vino Arbakad, funda una ciudad como Urim, sea para ti y para Ningal una morada-hogar lejos de Urim. ¡En su mitad, erige un santuario-templo, y pon a su cargo al Príncipe-Sacerdote Tirhu! Ateniéndose a la palabra de su padre, Nannar fundó la ciudad de Jarán en la tierra de Arbakad. Para que fuera sumo sacerdote en su santuario-templo envió a Tirhu, y a su familia con él; cuando se completaron dos porciones celestiales de las tres profetizadas, Tirhu fue a Jarán.
En aquel tiempo, Ur-Nammu, la Alegría de Urim, cayó de su carro y murió en las tierras occidentales.
Su hijo Shulgi le sucedió en el trono de Urim; Shulgi estaba lleno de vileza y de ansia de batallas.
En Nibru-ki, él mismo se ungió sumo sacerdote, en Unug-ki buscó los gozos de la vulva de Inanna; enroló en su ejército a guerreros de las tierras montañosas, no obligados a Nannar, con su ayuda, invadió las tierras occidentales e ignoró la santidad del Centro de Control de Misiones.
En la sagrada Cuarta Región puso su pie, Rey de las Cuatro Regiones se declaró a sí mismo. Enlil se enfureció por las profanaciones, Enki y Enlil hablaron sobre las invasiones:
¡Los soberanos de tu región han sobrepasado todos los límites!, le dijo con acritud Enki a Enlil.
¡Marduk es la fuente de todos los problemas!, replicó Enlil.
Guardando para sí todavía la visión-sueño, Enlil volvió su atención sobre Tirhu.
Enlil había puesto la mirada sobre Ibru-Um, el hijo mayor de Tirhu.
Ibruum era de ascendencia principesca y valiente, y estaba familiarizado con los secretos sacerdotales; Enlil mandó a Ibruum a proteger los lugares sagrados y permitir los ascensos y descensos de los carros.
Tan pronto como Ibru-Um partió de Jarán llegó Marduk a esa ciudad; él también había observado las profanaciones, las consideraba como los dolores de parto de un Nuevo Orden.
Desde Jarán, en los umbrales de Shumer, planeó su golpe final, desde Jarán, situada al filo de los dominios de Ishkur, dirigió el levantamiento de los ejércitos.
Después de pasar veinticuatro años terrestres de estancia en Jarán, Marduk, con lágrimas en los ojos, hizo un llamamiento al resto de los dioses, fueran cuales fueran sus ascendientes; Confesando sus transgresiones, pero insistiendo en su señorío, a ellos les dijo así:
¡Oh dioses de Jarán, oh grandes dioses que juzgan, conoced mis secretos!
Mientras me ciño la faja, recuerdo mis memorias:
Yo soy el divino Marduk, un gran dios, en mis dominios soy conocido como Ra. Por mis pecados fui al exilio, a las montañas he ido, por muchas tierras he deambulado, desde donde el sol se eleva hasta donde el sol se pone he ido, hasta la tierra de Ishkur llegué. En medio de Jarán he anidado durante veinticuatro años, en su templo he buscado un augurio; ¿Hasta cuándo?, pedí un augurio en el templo acerca de mi señorío. ¡Tus días de exilio han terminado!, me dijo el oráculo en el templo. ¡Oh grandes dioses que determináis los hados, dejad que me encamine a mi ciudad, que establezca en mi templo Esagil una morada imperecedera, que instale un rey en Babili; que se reúnan en mi casa templo todos los dioses Anunnaki, aceptad mi alianza!
Así anunció Marduk su llegada a los otros dioses, confesando y apelando. Los dioses Anunnaki se inquietaron y se alarmaron ante la llamada a la sumisión hecha por Marduk.
Enlil convocó a todos a una gran asamblea para tomar consejo. Todos los líderes Anunnaki se reunieron en Nibru-ki; también fueron Enki y los hermanos de Marduk.
Todos estaban inquietos por los acontecimientos, todos se oponían a Marduk y a Nabu. En el consejo de los grandes dioses, las acusaciones se desenfrenaron, las recriminaciones llenaban la cámara. ¡Nadie puede impedir lo que se aproxima; aceptemos la supremacía de Marduk!, únicamente Enki aconsejó. ¡Si se aproxima el tiempo del Carnero, privemos a Marduk del Enlace Cielo-Tierra!, propuso Enlil iracundo.
Todos, salvo Enki, acordaron arrasar el Lugar de los Carros Celestiales; Nergal sugirió para ello utilizar las Armas de Terror; sólo Enki se opuso: De la decisión, la Tierra pronunció las palabras a Anu; Anu repitió las palabras a la Tierra. ¡Lo que estaba destinado a ser, fracasará por vuestra decisión de deshacer!
Así habló Enki mientras partía.
Para llevar a cabo la maldad se seleccionó a Ninurta y a Nergal.
¡Viene ahora el relato de cómo Hado o Destino llevó, cómo paso a paso, alguno dado en tiempos ya olvidados, a que sucediera la Gran Calamidad!
Quede ahora registrado y recordado para siempre:
Cuando se tomó la decisión de usar las Armas de Terror, Enlil guardaba dos secretos para sí:
¡A nadie, antes de que se tomara la terrible decisión, le reveló Enlil el secreto de la visión-sueño de Galzu; a nadie, hasta que se tomó la fatídica decisión, le había revelado Enlil su conocimiento del lugar donde se ocultaba el terror!
Cuando, a despecho de todas las protestas, el consejo permitió el uso de las Armas de Terror, cuando Enki, enfadado y muy turbado abandonó la cámara del consejo, Enki sonreía en su corazón: ¡Sólo él sabía dónde estaban ocultas las armas! Así lo creía Enki.
Pues fue él, antes de que Enlil llegara a la Tierra, el que ocultó las armas, junto con Abgal, en un lugar desconocido.
¡Enki no sabía que Abgal le había desvelado el lugar a Enlil durante su exilio!
Cuando Enki se enteró de este segundo secreto, dio refugio en su corazón a un deseo:
¡Que, después de tan larga estancia, el terror de las armas se haya evaporado!
Poco esperaba Enki que tan larga estancia iba a provocar una calamidad como nunca antes se había conocido en la Tierra.
Y así fue que, sin necesidad de Enki, Enlil reveló a los dos héroes el lugar de la ocultación:
¡Las siete Armas de Terror moran en una montaña!, les dijo Enlil.
¡Moran en el interior de una cavidad de la tierra, se requiere revestirlas con el terror!
Después, Enlil les reveló el secreto de cómo despertar a las armas de su profundo sueño.
Antes de que los dos hijos, uno de Enlil, uno de Enki, partieran hacia el lugar oculto, Enlil les dio palabras de advertencia: ¡Antes de que se usen las armas, el lugar de los carros debe estar vacío de Anunnaki; las ciudades deben ser perdonadas, la gente no debe perecer!
En su nave celeste, Nergal se dirigió al lugar oculto, Ninurta se retrasó por causa de su padre; Enlil deseaba decirle una palabra a su hijo a solas, revelarle a él solo un secreto: le habló a Ninurta de la profecía de Galzu y de la elección de Ibruum.
¡Nergal es irreflexivo, asegúrate de que las ciudades son perdonadas, hay que advertir a Ibruum!, le dijo Enlil a Ninurta.
Cuando Ninurta llegó al lugar de las armas, Nergal ya las había sacado de la cavidad, mientras despertaba sus MEs del largo sueño, Nergal dio un nombre de trabajo a cada una de las siete: a la primera arma la llamó La Que No Tiene Rival; a la segunda, la Llama Ardorosa; a la tercera la llamó La Que Desmorona con Terror; Fundidora de Montañas llamó a la cuarta; Viento Que Busca los Confines del Mundo llamó a la quinta; La Que Arriba y Abajo a Nadie Perdona fue la sexta; la séptima se llenó con un monstruoso veneno, la llamó Vaporizadora de lo Viviente.
Con la bendición de Anu se les dieron las siete a Nergal y a Ninurta, para con ellas causar la destrucción.
Cuando Ninurta llegó al lugar de las Armas de Terror, Nergal estaba dispuesto para destruir y aniquilar.
¡Yo mataré al hijo, yo aniquilaré al padre!, gritaba Nergal con aires de venganza.
¡Las tierras que codician se desvanecerán, destruiré las ciudades pecadoras!
Valiente Nergal, ¿destruirás al justo con el injusto?, le preguntó Ninurta a su camarada.
¡Las instrucciones de Enlil son claras! ¡Yo llevaré el rumbo a los objetivos seleccionados, tú me seguirás detrás!
¡La decisión de los Anunnaki me es conocida!, dijo Nergal a Ninurta. Ambos esperaron la señal de Enlil durante siete días y siete noches.
Tal como era su intención, cuando terminó su espera, Marduk volvió a Babili, en presencia de sus seguidores, pertrechados con armas, declaró su supremacía; la cuenta de años terrestres era entonces de mil setecientos treinta y seis. En aquel día, en aquel fatídico día, Enlil le envió la señal a Ninurta; Ninurta partió hacia Monte Mashu, tras él iba Nergal.
El Monte y la llanura, en el corazón de la Cuarta Región, inspeccionó Ninurta desde los cielos.
Con el corazón encogido, le hizo una señal a Nergal: ¡Quédate ahí!, le señaló.
Entonces, Ninurta soltó desde los cielos la primera arma de terror; con un resplandor, la cima del Monte Mashu se resquebrajó, las entrañas del monte se fundieron en un instante.
Sobre el Lugar de los Carros Celestiales liberó la segunda arma, con el resplandor de siete soles, las rocas de la llanura se convirtieron en una herida chorreante, la Tierra se sacudió y se desmoronó, los cielos se oscurecieron después del resplandor; la llanura de los carros se cubrió de piedras quemadas y trituradas, de todos los bosques que habían rodeado la llanura, sólo tres troncos quedaron en pie.
¡Hecho!, exclamó Ninurta desde la nave celeste, su Divino Pájaro Negro.
¡Del control que Marduk y Nabu tanto codiciaban se les ha privado para siempre!
Entonces, Nergal deseó emular a Ninurta, su corazón le urgía a ser Erra, el Aniquilador; siguiendo la Calzada del Rey, voló hasta el verde valle de las cinco ciudades.
¡Nergal planeaba aplastar el verde valle donde Nabu estaba convirtiendo a la gente, aplastarlo como un pájaro enjaulado!
Sobre las cinco ciudades, una tras otra, Erra envió un arma de terror desde los cielos, destruyó por completo las cinco ciudades del valle, se convirtieron en desolación.
Con fuego y azufre fueron arrasadas, todo lo que allí vivía se convirtió en vapor.
Con tan terribles armas, las montañas se vinieron abajo, la barrera que contenía las aguas del mar se partió, las aguas del mar se derramaron en el valle, el valle quedó inundado por las aguas; cuando las aguas se derramaron sobre las cenizas de las ciudades, se elevó el vapor hacia los cielos.
¡Hecho!, gritó Erra en su nave celeste. En el corazón de Nergal ya no había venganza.
Inspeccionando su maligna obra, los dos héroes quedaron confundidos con lo que vieron: los resplandores fueron seguidos por el oscurecimiento de los cielos, después se puso a soplar la tormenta.
Arremolinándose dentro de una oscura nube, un Viento Maligno llevaba la penumbra desde los cielos, con el transcurso del día, el Sol desapareció sobre el horizonte con la oscuridad, por la noche, un pavoroso resplandor dibujaba sus bordes, hizo desaparecer a la Luna cuando salía.
Cuando llegó el amanecer del día siguiente, desde el oeste, desde el Mar Superior, se puso a soplar un viento de tormenta, la nube marrón oscura se dirigió hacia el este, hacia las tierras habitadas se extendió la nube; allí donde llegaba, traía sin misericordia la muerte a todo lo que vive; desde el Valle de Sin
Compasión, engendrada por los resplandores, la muerte fue transportada hacia Sumer. Ninurta y Nergal dieron la voz de alarma a Enlil y Enki: ¡Implacable, el
Viento Maligno lleva la muerte a todos! Enlil y Enki transmitieron la alarma a los dioses de Sumer: ¡Escapad!
¡Escapad!, les gritaron a todos. ¡Que se disperse el pueblo! ¡Que el pueblo se oculte! Los dioses huyeron de sus ciudades, como pájaros asustados escaparon de sus nidos.
Las gentes de las tierras cayeron bajo las garras del Viento Maligno; inútil fue su carrera.
Sigilosa era la muerte, atravesaba los muros más gruesos como las aguas de una inundación, no había puerta que pudiera dejarle fuera, ni cerrojo que pudiera impedirle el paso.
Aquéllos que, detrás de puertas cerradas, se ocultaron dentro de sus casas, como moscas cayeron, aquéllos que huyeron a las calles, en las calles amontonaron sus cadáveres.
Los pechos llenos de esputos y flemas, las bocas rebosantes de saliva y espuma; cuando el Viento Maligno atrapaba a la gente sin ser visto, sus bocas se empapaban en sangre.
Lentamente sopló el Viento Maligno sobre las tierras, cruzó de oeste a este sobre llanuras y montañas; todo lo que vivía, tras él quedaba muerto y moribundo, la gente y el ganado perecían por igual.
Las aguas se emponzoñaron, en los campos se marchitó toda vegetación.
Desde Eridú en el sur hasta Sippar en el norte, el Viento Maligno arrasó el país;
Babili, donde Marduk había declarado la supremacía, se libró del Viento Maligno.
Decimocuarta Tablilla
Babili, donde Marduk había declarado la supremacía, se libró del Viento Maligno.
Todas las tierras al sur de Babili fueron devoradas por el Viento Maligno, también alcanzó al corazón de la Segunda Región.
Cuando con posterioridad a la Gran Calamidad, Enlil y Enki se encontraron para estudiar el desastre, Enki le hizo considerar a Enlil el libramiento de Babili como un augurio divino.
¡El libramiento de Babili confirma que Marduk ha sido destinado para la supremacía! Así le dijo Enki a Enlil.
¡Debe haber sido la voluntad del Creador de Todo!, dijo Enlil a Enki. Entonces, Enlil le reveló la visión-sueño y la profecía de Galzu.
Si eras conocedor de eso, ¿por qué no impediste el uso de las Armas de Terror?, le preguntó Enki.
¡Hermano mío!, dijo Enlil a Enki con una voz apesadumbrada. Era evidente el motivo.
Tras tu llegada a la Tierra, cada vez que la misión se veía obstaculizada, encontrábamos una forma de eludir el obstáculo; de ahí, la creación de los Terrestres, la gran solución, fue también una fuente de miles de giros y vueltas no deseados.
Cuando llegaste a comprender los ciclos celestes y asignaste constelaciones, ¿quién hubiera previsto en ellas las manos del Destino?
¿Quién habría podido distinguir entre los hados que elegimos y el inquebrantable destino?
¿Quién proclamaba falsos augurios y quién podía pronunciar profecías verdaderas?
De ahí que decidiera guardar para mí mismo las palabras de Galzu. ¿Era de verdad el emisario del Creador de Todo, o era una alucinación mía? ¡Lo que tenga que suceder, suceda!, me dije a mí mismo. Enki escuchaba las palabras de su hermano, mientras afirmaba con la cabeza arriba y abajo. La Primera Región está desolada, la Segunda Región está sumida en la confusión, la Tercera Región está herida, el Lugar de los Carros Celestiales ya no existe; ¡eso es lo que ha sucedido!, dijo Enki a Enlil. ¡Si era ésa la voluntad del Creador de Todo, eso es lo que ha quedado de nuestra Misión en la Tierra! ¡Las semillas se sembraron con las ambiciones de Marduk, lo que salga de ello será para que lo coseche él!
Así le dijo Enlil a su hermano Enki, entonces aceptó el triunfo de Marduk. ¡Que el rango de cincuenta, que tenía pensado para Ninurta, le sea dado en su lugar a Marduk!
¡Que Marduk declare su supremacía sobre la desolación en las Regiones! En cuanto a mí y a Ninurta, no nos vamos a interponer más en su camino. Partiremos hacia las Tierras de Más Allá de los Océanos, por lo que vinimos, llevaremos a término la misión de obtener oro para Nibiru! Así le dijo Enlil a Enki; había abatimiento en sus palabras. ¿Habrían sido diferentes las cosas si no se hubieran usado las Armas de Terror?, cuestionó Enki a su hermano.
¿Y si no hubiéramos escuchado las palabras de Galzu para que no volviéramos a Nibiru?, replicó Enlil.
¿Y si hubiéramos detenido la Misión Tierra cuando los Anunnaki se amotinaron? Yo hice lo que hice. Tú hiciste lo que hiciste. ¡No se puede desandar el pasado!
¿Acaso no hay en eso también una lección?, preguntó Enki para ambos.
¿Acaso lo que ha ocurrido en la Tierra no es un reflejo de lo que tuvo lugar en Nibiru?
¿Acaso no está escrito en el Pasado el esbozo del Futuro?
¿Repetirá la Humanidad, creada a nuestra imagen, nuestros logros y fracasos?
Enlil guardó silencio. Cuando se puso en pie para marcharse, Enki le tendió el brazo.
¡Estrechemos los brazos como hermanos, como camaradas que, juntos, se enfrentaron a muchos desafíos en un planeta extraño!
Así le dijo Enki a su hermano.
Y Enlil, asiendo el brazo de su hermano, lo abrazó también.
¿Nos volveremos a encontrar en la Tierra o en Nibiru?, preguntó Enki.
¿Estaría en lo cierto Galzu de que moriríamos si volvíamos a Nibiru?, respondió Enlil. Luego, se volvió y se fue.
Enki quedó solo; acompañado tan sólo por los pensamientos de su corazón.
Se sentó y reflexionó sobre cómo había comenzado todo y cómo había terminado.
¿Estaba todo destinado, o fue el hado forjado por esta o aquella decisión? Si Cielo y Tierra estaban regulados por ciclos dentro de ciclos, ¿volverá a ocurrir lo que ha sucedido? ¿Acaso el Pasado es el Futuro? ¿Imitarán los Terrestres a los Anunnaki, revivirá la Tierra lo que vivió Nibiru? ¿El primero en llegar será el último en partir? Asediado por sus pensamientos, Enki tomó una decisión:
De todos los acontecimientos y decisiones, comenzando desde Nibiru hasta este día en la Tierra, tomar nota, para que fuera una guía para generaciones futuras;
¡Que la posteridad, en el tiempo que designe el destino, lea el registro, recuerde el Pasado, comprenda el Futuro como profecía, que el Futuro sea el juez del Pasado!
Estas son las palabras de Enki, Primogénito de Anu de Nibiru.
Decimocuarta tablilla: Las Palabras del señor Enki.
Escritas de boca del gran señor Enki, ninguna palabra perdida, ninguna palabra añadida, por el escriba maestro Endubsar, un hombre de Eridú, hijo de Udbar.
Por el señor Enki, con larga vida he sido bendecido.
Durante el desarrollo de la narración utilizamos para designar al Patriarca dos nombres: Abram y Abraham y una de las tantas explicaciones es que, Abraham proviene del hebreo ????????? (Avraham) y significa "padre del pueblo" o "padre de las multitudes". Su forma original era Abram, de ab (padre) y ram (alto, excelso), por lo que su significado era "el Padre (Dios) es excelso". Sin embargo -según la Biblia-, Yahveh le llamó Abraham, "padre de multitudes" (ab-hamôn), por lo que Abraham sería una síntesis entre ab-ram y ab-hamôn. Sin embargo hay que tener en cuenta que la promesa para ese "padre exelso" (abram), consiste en hacerlo padre de multitudes. El medio para ello es darle una descendencia; por ello, necesita un vientre y la palabra hebrea es rehem. Queda pues, literalmente como "Padre del vientre", en cuanto, quien no podía tener hijos ahora tendrá multitudes.
Tambien se dijo que los cabalistas tenían su propia interpretación y asi, Abram (????) aparece por primera vez en Bereshit/Génesis 11.26 (Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán). Esta palabra-nombre significa "padre del pueblo de Aram" porque Taré padre de Abram era descendiente de Sem hijo de Noé. Sem tuvo un hijo llamado Aram, que se asentó en Ur de Caldea, ver Bereshit/Génesis 11.31 (Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí). Abram era pues tutor y encabezaba a los pueblos descendientes de Aram.
Posteriormente, y una vez recibida la profecía, al circuncidarse y aceptar el Pacto que su dios le ofreció, este le cambia de nombre intercalando una letra Hei (?) que es una de las letras del Tetragrama y además una letra de dios o considerada altamente espiritual (recordar que también a Saraí la esposa de Abram le añadió una letra Hei al final para quedar como Sarah).
De este modo aparece por primera vez el nombre de Abraham (?????) en Bereshit/Génesis 17.5 (Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes).
Abraham ya no significa "padre de la nación de Aram" sino sencillamente "padre de muchas naciones" (en realidad sólo dos: israelitas e ismaelitas).
Siguiendo la Kábalah, en su parte guemátrica, contabilicemos los valores de las letras de la palabra Abraham:
(?) Alef, tiene valor 1.
(?) Bet, tiene valor 2.
(?) Resh, tiene valor 200.
(?) Héi, tiene valor 5.
(?) Mem -sofit-, tiene valor 40.
Si sumamos el total nos da 248, que son el total de mitzvot asé (mandamientos positivos) de los 613 mandamientos de la Ley de Dios contenidos en la Toráh y también, el total de órganos y componentes del cuerpo humano.
Y si sumamos 2+4+8= 14. En hebreo, el número 14 se escribe con letras (como en los números romanos) de esta forma: ??
Yud+dalet. Y se lee: "Yad" que significa "Mano".
Todo lo cual significa: La Mano de Abraham guiará a los cuerpos humanos (las naciones).
Como es natural persistiran dudas sobre todo lo narrado, pero evidentemente hubo una guerra donde se usaron armas nucleares, y Abraham el Patriarca fue un guerrero, que lucho por su dios Enlil, que ha llegado hasta nuestros días a través de la biblia con el nombre de Yahveh o Jehova.
Bibliografía
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DEL AUTOR.
P.G.C. Herbert Oré Belsuzarri 33°.
Es autor de varios libros, artículos y monografías que se publican en diferentes medios como las Revistas Fenix News, Hiram Abiff, Retales de Masonería, Nueva Luz y Dialogo Entre Masones. Sus trabajos estan en Bibliotecas en Línea como SCRIBD (http://es.scribd.com/herberthore1) y monografías.com (http://www.monografias.com/). También sus trabajos son publicados en diferentes Blogs.
Desde enero 2014 sus trabajos seleccionados son publicados en la Revista Masónica "Dialogo Entre Masones".
Autor:
Herbert Oré Belsuzarri
Un Masón Para el Mundo.
Publicado en:
SCRIBD
Dialogo Entre Masones
Publicaciones Masónicas
Gran Biblioteca Masónica
Autorizado la reproducción total o parcial, solo debe citar la fuente.
Edición Digital en el Perú, sin costo.
Marzo 2014.
[1] Notese que decimos Abram, debido a que por entonces ese era su nombre en lenguaje sumerio.
[2] Según la Biblia, Taréj, era de la décima generación descendiente de Noé a través de Sem, engendró a Abraham, Nacor y Harán. Harán engendró a Lot sobrino de Abraham.
[3] Abram se casó con Sarai. Téraj (su padre) tomó a Abram y su esposa Sarai, y a Lot, el hijo de Aram, quien había muerto, y dejando Ur de Caldea, vino a Jarán y vivió allí hasta su muerte, esto ocurrió cuando Abraham tenía setenta y cinco años.
[4] Entonces, respondiendo al llamado de Dios, Abram, con su esposa Sarai, y Lot, y el resto de sus posesiones, fueron a la Tierra de Canaán, entre otros lugares a Siquem (que se halla en el corazón de Canaán) y Betel, donde construyó altares al Señor. El primer altar levantado fue en Siquem. El segundo fue en Betel. Betel significa “casa de Dios,” y ya estaba habitado por entonces. El nombre Betel es religioso y simbólico, porque después de la escisión del reino del norte, en tiempo de Jeroboam I, Betel fue el principal santuario del reino cismático, y allí se instaló el becerro de oro. Por esta razón los profetas bíblicos cambiaron despectivamente el nombre de Bet-el, casa de Dios, en Bet-awen, casa de la vanidad.
[5] La biblia narra la llegada de Abram a Egipto de la siguiente manera: 10 Hubo hambre en el país, y Abram bajó a Egipto a pasar allí una temporada, pues el hambre abrumaba al país. 11 Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a su mujer Saray: «Mira, yo sé que eres mujer hermosa. 12 En cuanto te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer”, y me matarán a mí, y a ti te dejarán viva. 13 Di, por favor, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y viva yo en gracia a ti.» 14 Efectivamente cuando Abram entró en Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy hermosa. 15 Viéronla los oficiales de Faraón, los cuales se la ponderaron, y la mujer fue llevada al palacio de Faraón. 16 Este trató bien por causa de ella a Abram, que tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos. 17 Pero Yahveh hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas por lo de Saray, la mujer de Abram. 18 Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: «¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿Por qué no me avisaste de que era tu mujer? 19 ¿Por qué dijiste: “Es mi hermana”, de manera que yo la tomé por mujer? Ahora, pues, he ahí a tu mujer: toma y vete.» 20 Y Faraón ordenó a unos cuantos hombres que le despidieran a él, a su mujer y todo lo suyo. ¿Solo porque una mujer es hermosa, el Faraón podría dar ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos a sus familiares en una época de hambre? Esto resulta poco creible ya que Abram no solo llego con sus seguidores, sino que también traía su ganado que poseía, y por otra parte al descubrir el engaño ¿El Faraón dispuso solamente que se fueran? No parece coherente ya que en Genesis 13:2 dice que Abram era rico en ganado, plata y oro. Definitivamente había algo más que la biblia no relata.
[6] La guerra de los reyes de la zona en conflicto es narrado en la biblia de la siguiente manera: Génesis 14: 1 Aconteció en los días de Amrafel, rey de Senaar, de Aryok, rey de Ellasar, de Kedorlaomer, rey de Elam, y de Tidal, rey de Goyim, 2 que éstos hicieron guerra a Berá, rey de Sodoma, a Birsá, rey de Gomorra, a Sinab, rey de Admá, a Semeber, rey de Seboyim, al rey de Belá (o sea, Soar). 3 Estos últimos se coligaron en el valle de Siddim (esto es, el mar de la Sal). 4 Doce años habían servido a Kedorlaomer, pero el año trece se rebelaron. 5 Vinieron, pues, en el año catorce Kedorlaomer y los reyes que estaban por él, y derrotaron a los refaítas en Asterot Carnáyim, a los zuzíes en Ham, a los emíes en la llanura de Quiryatáyim, 6 y a los joritas en las montañas de Seír hasta El Parán, que está frente al desierto. 7 De vuelta, llegaron a En Mispat (o sea, Cadés), y batieron todo el territorio de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Jasesón Tamar. 8 Salieron entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá , el rey de Seboyim y el rey de Belá (esto es, de Soar) y en el valle de Siddim les presentaron batalla: 9 a Kedorlaomer, rey de Elam, a Tidal, rey de Goyim, a Amrafel, rey de Senaar, y a Aryok, rey de Ellasar: cuatro reyes contra cinco. 10 El valle de Siddim estaba lleno de pozos de betún, y como huyesen los reyes de Sodoma y Gomorra, cayeron allí. Los demás huyeron a la montaña. 11 Los vencedores tomaron toda la hacienda de Sodoma y Gomorra con todos sus víveres y se fueron. 12 Apresaron también a Lot, el sobrino de Abram, y su hacienda, pues él habitaba en Sodoma, y se fueron. 13 Un evadido vino a avisar a Abram el hebreo, que habitaba junto a la encina de Mambré el amorreo, hermano de Eskol y de Aner, aliados a su vez de Abram. 14 Al oír Abram que su hermano había sido hecho cautivo, movilizó la tropa de gente nacida en su casa, en número de 318, y persiguió a aquéllos hasta Dan. 15 Y cayendo él y sus siervos sobre ellos por la noche, los derrotó, y los persiguió hasta Jobá, que está al norte de Damasco; 16 recuperó toda la hacienda, y también a su hermano Lot con su hacienda así como a las mujeres y a la gente.
[7] En verdad lo que querían decir era que Lot y su familia eran los únicos aliados a la causa de Jehova o Enlil o como quiera llamarse.
[8] Tito Flavio Josefo también conocido por su nombre hebreo José ben Matityahu o Josefo ben Matityahu (n. 37-38– Roma, 101) fue un historiador judío fariseo, descendiente de familia de sacerdotes. Hombre de acción, estadista y diplomático, fue uno de los caudillos de la rebelión de los judíos contra los romanos. Hecho prisionero y trasladado a Roma, llegó a ser favorito de la familia imperial Flavia. En Roma escribió, en griego, sus obras más conocidas: La guerra de los judíos, Antigüedades judías y Contra Apión. Fue considerado un traidor a la causa judía y odiado por los judíos. Su obra se ha conservado gracias a los romanos y los cristianos.
[9] Deuteronomio 29. 22 Y dirán las generaciones venideras, vuestros hijos que se levanten después de vosotros, y el extranjero que vendrá de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquella tierra, y sus enfermedades de que Jehová la habrá hecho enfermar 23 (azufre y sal, abrasada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna, como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira); 24 más aún, todas las naciones dirán: ¿Por qué hizo esto Jehová a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran ira? 25 Y responderán: Por cuanto dejaron el pacto de Jehová el Dios de sus padres, que él concertó con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto, 26 y fueron y sirvieron a dioses ajenos, y se inclinaron a ellos, dioses que no conocían, y que ninguna cosa les habían dado. 27 Por tanto, se encendió la ira de Jehová contra esta tierra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro;
[10] Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno (Pella, 20 o 21 de julio de 356 a. C. – Babilonia, 10 o 13 de junio, de 323 a. C.), fue el rey de Macedonia desde el 336 a.C., hasta su muerte. En el 334 a. C., lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando lo que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos contra los persas. En su reinado de 13 años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménide y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural. Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la antigua Grecia, puso fin a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto hacia Asia Menor (334 a.C.) y comenzó la conquista del Imperio Persa, regido por Darío III. Victorioso en las batallas de Gránico (334),Issos (333), Gaugamela (331) y de la Puerta Persa (330), se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta la India, derrotó al rey Poro en la batalla del Hidaspes (326), la negativa de sus tropas a continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia, donde falleció sin completar sus planes de conquista de la península arábica.
[11] Nabih: De noble Linaje, destacado, ingenioso.
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