La cultura política hispanoamericana y rioplatense (apuntes) (página 2)
Enviado por Fernando Ra�l Morro Cruellas
Elementos de la cultura barroca en la cultura política iberoamericana
La Libertad y la autoridad son temas que el barroco puso sobre la picota. A pesar de los intentos de conciliación de los grandes pensadores de la época el debate se estancó con la Contrarreforma.
El concepto religioso de la unidad espiritual que sustentaba la filosofía española del Siglo XVII ensanchó el abismo entre España y el resto de Europa, en tanto y en cuanto este abogaba por una nueva concepción de fuerza y materia.
Esta Alta Escolástica española no planteaba modificaciones severas con respecto a los tiempos renacentistas. No obstante se evidencian muestras de interés por las nuevas ciencias naturales, lo que posiblemente puede citarse como estímulo considerable para el surgimiento de la Ilustración.
La asimilación de las nuevas pautas culturales no presentó en España el mismo ritmo que en el resto de Europa. La Alta Escolástica pudo flanquear el empuje del naturalismo exacerbado e inclusive sobrevivir con buena salud.
El pensamiento del siglo XVII se basa en cuatro fuentes: la filosofía de la escolástica al estilo saureziano, la tradición escolástica tomista, los movimientos ascéticos y místicos y la lógica reacción a los principios maquiavélicos.
España se opuso a la neutralidad religiosa del Estado. La mayoría de los pensadores adherían a la idea medieval de la unidad religiosa.
Desde lo político, los individuos, sin ser absorbidos totalmente por el Estado, organizaban la república, descartando una absolutización del individualismo o el idealismo.
No obstante, la política española mostraba un orden jerárquico cuyo sustento era la existencia de una autoridad fuerte que aseguraba el ejercicio de las libertades.
Es natural, por lo tanto, que España buscaría una mayor centralización del poder político.
Con respecto a las ideologías reformistas que, plasmadas en libros conocidos, entraban en la península, el autor afirma que no fueron censuradas como se suponía en aras de proteger la permanencia de la autoridad monárquica.
Por último, cabe destacar, en pos de explicar el mayor protagonismo de la escolástica en el barroco español, la actividad incesante desplegada por las órdenes religiosas, sobre todo en territorio americano.
Para encontrar resabios actuales de la cultura del barroco en Hispanoamérica, podríamos empezar por repasar, por ejemplo, las tradiciones religioso-populares que hibridan al catolicismo con ritos, costumbres y creencias aborígenes. Son numerosas las muestras de comportamientos populares que asemejan a la Hispanoamérica del siglo XXI con el barroco español si consideramos de éste su apego a la escolástica.
El avance de la globalización podría hacernos creer que se está agotando la religiosidad popular, sin embargo, las situaciones de marginalidad que la misma globalización provoca ha impulsado el refugio de grandes masas populares en ritos y creencias populares que a veces están ubicadas en la frontera con el paganismo.
Con respecto a las ideologías: la libertad individual se postra ante los intereses económicos y políticos de los estados pseudodemocráticos estructurados, en casi toda Latinoamérica, sobre la base de la existencia de grupos, familias o corporaciones partidarias. ¿Centralización del poder? Para responder, se podría analizar objetivamente la sucesión de gobiernos, por ejemplo, de las últimas dos décadas del siglo XX. Con respecto a la resistencia española del siglo XVIII a la ilustración exacerbada sin religiosidad, cabe una extrapolación también a la actualidad hispanoamericana: el pueblo debe ser educado en la medida que es artículo de primera necesidad como sufragante, pero no hay, – al menos no se hace patente ni oficial – una será y responsable preocupación por la educación. El "soberano" es ignorante muchas veces de sus derechos y esto facilita el acceso al poder de las corporaciones.
Este control por medio de la marginación y el embanderamiento de la ignorancia que se disfraza a veces de deserción escolar, aumenta la posibilidad de que exista una mayor concentración del poder en pocas manos, si bien no en la monarquía borbónica de antaño, en estructuras partidarias verticalistas.
Los "letrados" del Siglo XXI no son tomados en cuenta, salvo en el caso de que sus nombres arrimen votos a los candidatos de siempre. En resumen, es alrededor del concepto de "poder" donde se puede trabajar la permanencia de factores barrocos en la cultura hispanoamericana, al menos teniendo en cuenta – como se pide en la consigna – el texto de Stoetzer como referencia, ya que en éste no se abordan cuestiones culturales como el arte o el idioma.
El pensamiento ilustrado en la cultura política iberoamericana
La Ilustración es un movimiento que acentúa la perfectibilidad humana y reivindica los éxitos de la civilización moderna.
Dios se naturaliza y se endiosa la naturaleza para sepultar definitivamente el pensamiento medieval cuya lápida podría rezar "aquí yace un error". La Ilustración se difunde para sofocar las actitudes religiosas constituyendo una postura crítica frente a los dogmas y buscando afanosamente una religión universal, humanista, que insta a la humanidad a alzarse por ella misma hacia lo divino mediante formas propias. La re – ligazón (religión) con Dios se torna humana, el hombre propone la reunión con su Dios, constituyendo una alianza casi unilateral cuyo planteo teológico dista bastante de la escolástica tradicional.
El Derecho Natural es reinterpretado caracterizándolo como individualista y mecanicista. El pensamiento metafísico debe dejar paso a la pura racionalidad, he allí un antecedente del positivismo del siglo XIX.
En definitiva la razón se consolida como base del derecho natural, descartando lo divino. Por otro lado, casi no se respeta la antigüedad o el derecho romano, porque si la razón es la base de la Ilustración, la razón es actual, el hombre puede pensar el derecho y no depende de tradiciones. Esto implica necesariamente un marcado interés por las posiciones individualistas.
Este nuevo derecho de naturaleza empírica surgía mediante la reflexión abstracta.
Con respecto a lo pedagógico, era el Estado el responsable de educar a los súbditos en pos de despertar la dignidad en dos perspectivas: igualdad y fraternidad.
En el plano religioso, la Iglesia quedaría bajo la tutela del Estado. Mientras que este movimiento crecía en toda Europa hasta madurar y florecer en la Revolución Francesa como cumbre del derecho natural ilustrado, en España la Ilustración se presentó como contraria al espíritu peninsular.
Aunque la dinastía Borbónica impulsó reformas que la acercaron al modus vivendis de la Europa del siglo XVIII, la Ilustración en España, adquirió perfiles propios tratando de armonizar las innovaciones con las tradiciones.
En lo político, por ejemplo, el despotismo ilustrado fue el instrumento de poder por excelencia, libre de ataques revolucionarios.
Una minoría letrada inspiraba al pueblo a utilizar la razón para desterrar las supersticiones pero a la vez ocultaba verdades que sólo difundía entre sectores seguros.
En la península, las ideas de ciencia y progreso estaban teñidas del sentido religioso que caracterizó la idiosincrasia española de los siglos anteriores. Los pensadores defendieron del ataque papal a la monarquía española y la hicieron invulnerable aún ante la aplastante ofensiva rousseauriana. Esta adaptación española sui generis de la ilustración mandó sus ecos a las colonias americanas como consecuencia de los movimientos emancipadores.
Por último, durante el transcurso del siglo XVIII se produce una centralización y nacionalización de la vida política con un ascenso de la burguesía.
España abandonó el modelo de estado patrimonial para convertirse en un estado nacional interviniendo en ámbitos donde nunca lo había hecho antes.
Este modelo de estado intervencionista aparece, en las economías latinoamericanas del siglo XX, en algunos casos como supletorio de la iniciativa privada, en otros como actor paternalista que desconfía de la capacidad de los particulares y en otros como factor de freno al avance ideológico – recuérdese la "doctrina de la seguridad nacional y su aplicación en nuestro país.
Este planteo contemporáneo del uso del poder político podría considerarse, si bien deslucidamente como una estructura con puntos de contacto con el modelo despótico de la Ilustración.
Con respecto a la aplicación concreta de principios tales como los que impulsaron la reforma ilustrada – libertad y fraternidad – constituyen en general una asignatura pendiente para los gobiernos de América Latina. Con ciertas honrosas excepciones, los gobiernos no han logrado llevar a la práctica una síntesis armónica entre los intereses corporativos o partidarios y las apetencias genuinamente democráticas de los ciudadanos. Las democracias representativas de Latinoamérica se encuentran viciadas con falta de representatividad.
Las "dos Españas" y la evolución histórica rioplatense
Durante el siglo XVIII el escolasticismo gozaba aún de bastante protagonismo entre los intelectuales españoles, considerando inclusive que fue disminuyendo conforme se terminaba esa centuria.
Como ya expuse en puntos anteriores, España evolucionó a un ritmo distinto de los demás países europeos en lo que respecta a la asimilación de las ideas de la Ilustración.
Para algunos autores inclusive resulta difícil siquiera considerar la existencia de una Ilustración española dada la inexistencia de una verdadera escuela en este sentido.
El escolasticismo español continúo siendo, por lo tanto, la corriente más fuerte en la Península durante el siglo XVIII basada en el tomismo, el escotismo y el suarecismo, tendencias presentes también en la América Española.
En esta confluencia de corrientes ideológicas, los enfoques se perfilan claramente: reformadores y conservadores. Este último planteo tuvo el mérito de intentar concretar una armonía entre la razón y la tradición. Ambas tendencias, como siempre sucede, presentaba sus posiciones extremistas. Según otros autores como Rodríguez Casado, los grupos eran cuatro: los conservadores, los tradicionales, los modernistas y los revolucionarios extranjerizantes.
Los cuatro grupos presentaban consenso en algunos puntos básicos como la necesidad de enseñar la religión cristiana y de poner los esfuerzos educativos al servicio de la sociedad y beneficiar, en general, al individuo para que éste consiga su felicidad humana y trascendental.
La Ilustración española se preocupó más por la aplicación de conocimientos útiles que por conformar un sustento teórico y filosófico para su accionar. Es por eso que incursionó en campos concretos como la educación, la economía y el gobierno.
Ahora bien, las nuevas ideas que con los atenuantes expuestos penetraron en la Península Ibérica solo anclaron en una minoría selecta mientras que en el resto de la población se mostraba hostil, o en el mejor de los casos, indiferente.
El espíritu europeo del siglo XVIII que se proyectó a España no afectó al pueblo sino que permaneció en las mentes de una elite intelectual. Esto dio origen a un gigante bicéfalo: dos Españas, divididas por un abismo de enajenación: una dominante e inflexible y conformada por esa alianza del rey y las clases altas con las clases bajas y la otra formada por un sector minoritario de intelectuales, sabios y artistas.
Este cisma, con interrupciones, se muestra sin tapujos a lo largo del siglo XIX y hasta en el XX.
La historia posterior a 1810 muestra numerosos casos de cismas políticos, institucionales, sociales y económicos. Desde los morenistas y saavedristas hasta los conservadores y cívicos, pasando por unitarios y federales, crudos y cocidos, abstencionistas y concurrencistas, personalistas y antipersonalistas, peronistas y antiperonistas,…y la lista sigue.
En aras de identificar una situación conflictiva al estilo de las "dos Españas" descripta en el texto de Stoetzer, podría citarse el caso de la generación del 37 en el Rio de la Plata, ejemplo claro de un cisma entre intelectuales que deseaban una superación del modelo bipartidista – unitarios y federales – por una parte y el gobierno junto a la burguesía dominante por el otro.
Un factor que me parece importante destacar a modo de síntesis es el siguiente: en todas aquellas épocas en las que el acceso a la educación – sobre todo superior – estuvo vedada por diferentes motivos al acceso popular, aparecen cismas de este tipo. El intelectual hace una interpretación de la realidad distinta a la que podrían lograr aquellos sectores de la población que no han gozado de una adecuada instrucción.
Las "dos Argentinas" son también evidentes a lo largo del siglo XX cuando los gobiernos han llegado a proscribir a los intelectuales por razones ideológicas y argumentando la defensa del pueblo.
El advenimiento de los medios de comunicación masiva, aun con censura de por medio, facilitaron la propagación de ideas contribuyendo de esa manera a estrechar la brechas entre el pueblo y las minorías ilustradas.
Es necesario no desmerecer los esfuerzos realizados por muchos gobiernos sobre todo del siglo XIX para educar a la población, intento que permitió que una gran cantidad de persona se prepararan para la apertura democrática que se daría en el siglo XX.
Las "reformas borbónicas".
Entre las reformas borbónicas caben citarse, por su trascendencia política, económica y social, la creación de dos nuevos Virreinatos – el Virreinato de Nueva Granada y el Virreinato del Río de la Plata-, la introducción de la Intendencia y el fomento del libre comercio.
En 1740 se establece el Virreinato de Nueva Granada y el 1776 el del Río de la Plata por razones geopolíticas e inclusive militares.
Asimismo se crearon nuevas subdivisiones administrativas – las capitanías generales- dentro de los antiguos virreinatos (Chile, Cuba, Venezuela y Guatemala).
Estas medidas atentaron contra el concepto hispánico de la libertad siempre que procuraban aumentar la eficiencia y el control en la administración mediante una mayor centralización del poder. Aunque también es cierto que el mayor fraccionamiento de las jurisdicciones aumentó el aislamiento de las regiones administrativas más pequeñas y por ende les procura mayor exceptuación del control virreinal.
La Intendencia era una institución francesa que fue adoptada por España y procuraba en el mismo sentido que las demás medidas políticas, reforzar el centralismo político.
Los intendentes con competencias económicas, administrativas y militares habían sido estratégicamente ubicados para frenar los abusos de las antiguas instituciones virreinales y corregir la frecuente anarquía jurisdiccional.
Esta vigilancia realista sobre las instituciones de ultramar provocó no pocos rencores entre los funcionarios americanos quienes fueron reemplazados paulatinamente por peninsulares.
Las políticas económicas de los borbones, especialmente las de Carlos III se inclinaron al aumento de la producción, el consumo y el comercio y, por ende, las comunicaciones y la navegación El freno lo pusieron las corporaciones de poderosos comerciantes a los que les convenía mantener en vigencia el monopolio mercantilista.
Pero el gobierno no se amedrentó por esta dura posición y fomentó el surgimiento de compañías privadas y la apertura de varios puertos a los productos extranjeros.
Las reformas borbónicas, lejos de acercar el poder monárquico a los intereses de ultramar y empatizar estos con los realistas y peninsulares, agigantó el abismo entre los dos mundos. Las medidas tomadas fueron efectivamente negativas a corto o a largo plazo para las colonias españolas pero sobre todo fue perjudicial para la propia corona.
Podremos afirmar lo mismo con respecto a la publicación de las famosas "Noticias Secretas de América" de los Ulloa. Fernando VI había solicitado este informe con la excusa de que sirviera de guía a los reyes y su Consejo de Indias. Pero las "Noticias Secretas" fueron utilizadas en realidad para justificar una mayor supervisión gubernamental sobre la Iglesia ya que en este informe se hacía especial referencia a los abusos cometidos por clérigos de América.
Como resulta obvio, fue esta otra de las erróneas decisiones monárquicas que provocó enorme desagrado a los americanos pues era evidente que el informe exageraba intencionalmente ciertos abusos e ignoraba, por ejemplo, los éxitos que la Iglesia había tenido en el proceso de conquista y colonización, especialmente en lo que respecta a la labor misionera.
Autor:
Fernando Raúl Morro Cruellas
Profesor en Ciencias Sociales
Profesor en Psicopedagogía
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